23 de julio del 2.002, martes
Ya era madrugada y el viento no paraba en su fuerza, en su empuje. Dentro de lo malo llegó un momento en que la fuerza no fue a más pero tampoco a menos. Después de muchos minutos mis manos y brazos estaban “helados” al tenerlos fuera del saco, y decidí dejar la tienda y “que…