El despertador suena. Como siempre alguna canción de Rammstein. He dormido a penas 3 o 2 horas bien, pero no estoy cansado ni me preocupa.
Nos preparamos la mochila, ropa, material y comida. Abajo, después de desayunar, incluiremos los hierros, cuerda, arnés, piolets… Ese gran ritual de la preparación y equipación para salir a subir una gran montaña.
Puntuales llegamos a desayunar. Olga está con nosotros. Dice que quiere acompañarnos hasta donde pueda y luego se baja sola. Luis la persuade y la hace desistir de su aventura, “si subes con nosotros, después tendremos que acompañarte en la bajada alguno de los 2, con lo que no subiríamos al pico”. Entonces Olga decide desayunar con nosotros e irse a la cama de nuevo.
Los grupos van preparándose y saliendo del refugio en busca del temible y alto Finsteraarhorn. Hay varios, entre 4 y 6. Nosotros no somos los últimos y no todos los grupos van al pico. Antes de salir Luis y yo preguntamos por el camino hacia la montaña, “derecha o izquierda” en inglés a un suizo/alemán. Izquierda. Pero lo que luego no entendimos es que enseguida hay que subir justo por detrás del refugio y no seguir más hacia la izquierda. Son las 05,20 horas cuando salimos del refugio.
Sin saberlo seguimos equivocadamente la senda que sale del refugio por la izquierda (mirando al glaciar) y sigue una senda de hitos de piedra rodeando el enorme promontorio, la roca que cae sobre el refugio, separada de la montaña. El camino o recorrido correcto hubiera sido seguir las marcas que salen justo detrás del refugio, pero que se tienen que abordar girando por la izquierda del mismo.
Ha sido una equivocación o puede que el descubrimiento de otra ruta o recorrido que nos lleva hasta la parte donde la roca se une con la ladera de la montaña, justo en el inicio del glaciar. Aunque seguramente este “nuevo recorrido” tiene que ser apropiado para cuando la nieve aún es presente en muchos de sus rincones y hace peligrosa la subida por la parte justo detrás del refugio, según nos dice la guía sobre esta subida.
Con la aún oscuridad de la noche y encendidos los frontales nos vamos guiando Luis y yo por los hitos y recorrido que va subiendo a la vez que rodeando el enorme peñasco casi por el lado contrario al refugio.
Nos extrañamos. No vemos a nadie ni luces por aquí. Aún quedaba un grupo que saldría justo detrás de nosotros, y no lo vemos. Seguimos subiendo entre los escarpes del peñasco y un torrente que baja del mismo glaciar allá arriba. Amanece. Fotos a las montañas que les comienza a dar el sol. Más arriba giramos y subimos por terreno sin hitos ni marcas, hasta una especie de collado o cordal rocoso que une el peñasco nombrado con el resto de la montaña. Nos acercamos a los glaciares. Arriba descubrimos los escarpes y verticales vertientes del pico totalmente despejado ¡Allá vamos!
Antes de llegar al pie del glaciar, vemos al resto de montañeros que ya lo están superando por en medio de él. Al menos eso nos servirá para saber cuál es el camino, ruta a seguir por en medio del glaciar y escarpes de la montaña. Aunque coincide con la ruta descrita en la guía.
En el cordal rocoso ya vemos señales e hitos. La luz del día ya nos despeja la fantástica visión de la montaña y el paisaje. Giramos a la derecha por encima del cordal rocoso hasta llegar al comienzo del glaciar. Aquí nos paramos para equiparnos: ponernos los crampones. A pesar de que el manto de hielo está muy empinado, no nos encordamos ya que es hielo vivo sin nieve, con las pocas grietas (al comienzo) a la vista. Pero el hielo vivo hace que a malas penas se claven las puntas de los crampones. Menos mal que en algunas zonas es rugoso, con lo que el avanzar por él no se hará tan complicado… salvo por el miedo a resbalar y caer sin oportunidad de pararse.
Son entre las 06,30 y las 7 de la mañana cuando comenzamos a caminar por el glaciar. Hacia arriba, ligeramente a la izquierda. Intento seguir los pasos de los de delante. Pero ya los he perdido de vista… han cruzado ya el glaciar. Luis me sigue por abajo. Sufro un poco por él, por el estado de este glaciar de hielo vivo y la pendiente que tiene; y cada dos por tres miro hacia él allá abajo. Se me escapa alguna foto.
Abajo queda el peñasco del refugio e incluso su misma construcción bajo él, mirando al Glaciar Fiesch. Ahora el glaciar se suaviza algo, está menos empinado, pero a la vez aparecen grietas y pasos con saltos entre grietas y muros de hielo, nieve entre ellas. Descubro las pisadas, los agujeritos en fila de pies que llevan crampones y caminan por hielo vivo, e intento seguirlas para pasar sin problemas este lio de hielo, nieve y grietas. Luis me sigue más de cerca.
El día es muy bueno, pocas nubes aparecen en el cielo, arriba, y el sol lo inunda todo. Perfecto. Llegamos a una zona siguiendo la huella clara de los montañeros, más horizontal. Vemos el espolón o crestecita a la que tenemos que llegar y sobrepasar para subir por otro glaciar, al otro lado, que nos llevaría a Hugisattel y a la temida cresta cimera del pico. Es la “Roca del Desayuno” que en la guía de Desnivel nos viene con su nombre alemán/suizo.
Admirando grietas y roturas del glaciar, saltando otras algo tapadas por la que ya va siendo una inestable nieve, llegamos al tramo rocoso sin nieve ni hielo de la nombrada “Roca del Desayuno”. Fotos del glaciar. Fantástica caverna vertical que se abre ante nuestros ojos de metros de altura, por muchos más de profundidad.
Realmente es la parte más fácil del recorrido. No llega a ser una cresta aunque sí una loma rocosa que baja más escarpada desde la misma cima del pico. Pero aquí es suave, llena de piedrecillas y piedras es el límite o divisoria entre los dos glaciares que debemos de atravesar para llegar a Hugisattel desde el Refugio de Finsteraarhorn: uno justo arriba del peñasco o promontorio rocoso que se separa de la montaña y alberga en su vertical ladera (mirando al Glaciar Fiesch) el mismo refugio, y el otro más al norte que baja por toda la empinada o menos empinada vertiente noroeste de pico desde Hugisattel hasta que desaparece roto y resquebrajado justo antes de unirse al gran Glaciar Fiesch (o no llega a unirse). Justamente cogemos la parte menos empinada del mismo que comienza en el “salto” de la “Roca del Desayuno”, éste camino sube por la parte más alta de esta rocosa, pedregosa pero fácil loma, hasta encontrar un puente, un paso más fácil para cruzar la rimaya de este último glaciar y saltar a él pasa seguirlo hacia arriba.
Son las 8 de la mañana y ya estamos a 3.617 mts. de altitud. Ahora solo tenemos que seguir unos hitos y senda que sube, remonta por las piedrecillas fáciles este cordal rocoso, hasta que dicha senda nos envíe al otro lado, hacia un paso vertiginoso de la rimaya del nuevo glaciar.
Antes de afrontar esta nueva y larga subida de más de 400 mts. por este empinado nuevo glaciar que nos dejará allá arriba en el Hugisattel, observamos y fotografiamos la montaña, la gente que sube que ya está llegando al collado, las nubes que ahora sí, ahora no cubren la cima de la terrible cresta… Parece que hace viento arriba. Esa cresta con viento puede ser imposible de cruzar.
El paso al nuevo glaciar dejando la roca es por una placa de hielo muy duro y vivo aislada en la pared (como si hubiera sido parte del glaciar) a la que han abierto una huella a malas penas para los crampones y agujeritos donde han clavado los piolets. Es un paso realmente delicado: bajo esta placa de hielo hay una grieta, la rimaya del glaciar que se inclina verticalmente en este tramo. Hay que golpear al piolet para clavarlo en el hielo durante unos cuantos metros; y los crampones deben de clavarse a la pequeña huella o escalón para no resbalar y caer. Bajo nosotros el glaciar se rompe, se resquebraja y forma seracs y auténticos muros de hielo entre sus grietas, sus oberturas. Es una imagen espectacular.
Fue un paso que no lo previmos, no sabíamos que estaba este muro de hielo, este tobogán vertical que había que atravesar longitudinalmente. Y el miedo a resbalar, caerte, hacía que pusieras énfasis en clavar bien los crampones, el piolet técnico, y eso quieras que no, nos cansaba y cargaba brazos y piernas. A pesar de que el paso no era demasiado largo, se nos hacia largo… y mejor no mirar hacia abajo: justo en la parte que coges el hielo desde la loma rocosa, el muro, el glaciar es vertical de hielo vivo acabando allá abajo en el laberinto de seracs, grietas y muros de hielo justo en su parte más peligrosa y destrozada… pero por suerte el hielo por el que pisamos y clavamos las puntas, sigue firme y duro, así no se desprende al pasar nosotros… ¡Veremos cómo está a la vuelta!
Al otro lado el glaciar es más fácil. Solo hay que seguir la traza dejada por el resto de montañeros que a veces se empina considerablemente y otras salta pequeñas grietas. Pero nada peligroso.
Mientras subimos por este glaciar echamos la mirada varias veces hacia el pico, la cresta, el collado… vemos figuras casi en el aire en medio de la cresta, de su filo, “un golpe de viento y se llevan a ése, precipicio abajo” pienso. Veo la roca que hace de Gendarme y sale en el libro guía de Desnivel. Allá en lo alto, a lo lejos. Pero aún quedan montañeros que están llegando al collado en la parte más alta del glaciar. El pico se cubre y descubre al son del viento, de sus ligeras nubes… lo hacen más soberbio si cabe. Pero el día en general es bueno. El paisaje detrás nuestro es bestial: el Grünhorn aparece sobre el Glaciar Fiesch, queda allá abajo, casi pequeño y alejado, como un auténtico diente de tiburón, picudo, lleno de paredes y escarpes alrededor. Precioso. El paisaje de glaciares, hielo, roca, picos es casi laberíntico, único, hermoso y espectacular. Es un lugar extraordinario dentro de la misma cordillera alpina.
Estamos cansados y la pala en el glaciar parece que se hace interminable. Además que paramos cada dos por tres para ver como el resto de gente va de aquí para allá en la cresta. Intento identificar por donde pasan para luego pasar por el mismo lugar. Pero sobre las 10 de la mañana llegamos a los 4.088 mts. del Hugisattel.
No es realmente un collado, ya que al otro lado hay unos precipicios verticales terroríficos y altos. Hay crampones y piolets de las cordadas que aún andan por la cresta. Vemos como otras cordadas llegan de la cima, de la cresta, se equipan y bajan glaciar abajo. Entre éstos los de la chica guapa y alta que dice Luis “su cuerpo es una mákina”. Otros, los primeros, una cordada de dos, ya bajan justo antes de llegar nosotros al collado. Estos son la pareja del hombre mayor del que hemos hablado antes, que seguramente iba con su guía. Es emocionante ver como aún con avanzada edad el espíritu es joven, las fuerzas aguantan y la voluntad está intacta. Con esto, todo es posible, tengas la edad que tengas… además de costumbre y algo de entrenamiento. Experiencia.
Observamos como bajan por el primer paso de IIº de la cresta, y es justamente la entrada o subida a ésta. No parece difícil. Realmente la cresta desde el glaciar no se veía tan aireada, tan picuda, tan en sierra… pero las perspectivas engañan. Y desde el collado tampoco se veía tan excesivamente difícil y peligrosa.
Tomamos algo. Hay que comer y beber aunque solo sean las golosinas y hablo con Luis: “¿Cómo lo ves? ¿Le tiramos?”, “Vamos allá ¿no?”, “Pues ala, tú delante” Y así Luis que es más atrevido a la hora de trepar y desenvolverse por estas rocas, le dejo delante. Pero cogidos por menos de 7 metros de cuerda sigo yo detrás de él. La cresta se nubla, el viento hace y deshace las nubes, pero no es peligroso. Es curioso. Porque anoche y esta mañana el viento en la puerta del refugio era algo fuertecillo, y pensaba que en altura se triplicaría o cuadriplicaría, pero no es así. Se puede hacer la cresta.
Se puede hacer la cresta. El primer paso de IIº superado según la guía. Y a partir de aquí la cresta más que cresta es un fácil espolón rocoso medio horizontal. Según la guía debemos ir por lo más alto, y por su parte derecha (que es la que veía desde la subida) que es menos vertical, casi sin necesidad o en contadas ocasiones de asomarnos al lado izquierdo mientras subimos.
La cresta se hace larga. Luis trepa y yo le sigo con el normal “espera” cuando la cuerda se tensa ya que voy más lento. Pasamos por sitios fáciles de trepa y otros que no tanto. Nos topamos con el último rezagado del último grupo y de esta manera nos quedamos solos en la cresta, en la montaña, entre sus vientos y sus nubes que pasan rápido quitando visión en la cresta (menos mal).
Llegamos a la parte más complicada. En medio de esta parte está el famoso Gendarme que no es más que una agujita de paredes verticales y punta roma. Justo aquí o mejor dicho después de pasar el Gendarme, viene otro paso de IIº. El Gendarme en lugar de subirlo por arriba con lo peligroso que resultaría, lo pasamos por un pasillo de roca a la derecha. Desde el glaciar me he fijado como los montañeros pasaban por aquí en lugar de por arriba de la agujita. Pasaban justo bajo ella. Entonces también nos ahorramos un paso de Iº+ en el mismo Gendarme. Vamos bien. Se hace bien.
Hay zonas de piedra suelta. La gente no ha pasado por aquí, si no por lo más alto de la cresta. Estos pasos por terreno deshecho nos ralentizan. Luis no quiere ir por la cresta: se ha asomado en alguna ocasión al otro lado, los precipicios del lado izquierdo, y el susto e impresión han sido tremendos. Pero hay puntos que son imposibles de evitar y debes asomarte a los vertiginosos y terroríficos precipicios del lado izquierdo por encima de la misma cresta. En medio de las dos vertientes, por la sierra de la cresta. Aunque los pasos son fáciles, las presas seguras y enormes, y nunca tienes tu cuerpo en el aire, en el lado izquierdo… solo te asomas.
En alguna ocasión dejo de mirar lo que tengo delante, las rocas, presas y piedras que tengo delante, para alzar la vista y ver lo que hemos hecho y lo que nos queda. Por suerte lo hago 2 o 3 veces como mucho; ya que la impresión es de shock: observo como piquitos de la misma cresta que sobresalen caen vertical hacia el lado derecho, pero, No vertical, si no en desplome sobre el lado izquierdo… Según subimos el lado derecho es la parte que mira al oeste, hacia el Glaciar Fiesch, el lado izquierdo es el lado este, más vertical ¡La pared del lado izquierdo de la cresta está en desplome! ¡Horrible! Mejor no miro más. Hago pocas fotos. No hay tiempo, ganas ni equilibrio para hacer fotos en la cresta, pero se merece un buen reportaje.
La cresta norte del Finsteraarhorn la podemos dividir en dos partes: la que está más cerca del collado Hugisattel que es fácil, recta sin subida y menos vertical mirando hacia el este, hacia el Glaciar Fiesch. Aunque para subirnos a ella desde el collado tengamos ese paso de IIº, solo es cuestión de poner la barriga en la roca y por el peso de la misma elevarnos, el resto de la misa es fácil. Pero llegados a la mitad, encontramos que la cresta comienza a elevarse, se encrespa, y la pared o parte derecha que era menos vertical, comienza a ser más vertical (nunca superando al lado este) con trepadas por el filo de la misma y pocos, suficientes pasos bajo ella por la derecha (como el del Gendarme). Esta parte es más entretenida. Más dificultosa. Y más si te da miedo ir por el aire en la parte más alta de la cresta (más fácil) que buscar rincones y trepadas de piedras sueltas, lugares sin pisar antes, por el lado derecho como hicimos nosotros. Justo unos metros de cresta antes de la cima, ésta deja de subir, aparecen 2 canales que te ayudan a avanzar por la misma sin problemas, poniéndote a lomos de la misma. La parte final de la parte más difícil de la cresta (de las 2 que hemos mencionado) es más fácil. Y sin darte cuenta, solo porque no hay más cresta, roca a la altura de tu nariz que hay que sobrepasar, llegas a la escondida cruz de la cima, la cual no la ves hasta que no has superado la cresta entera… aunque se puede decir que la misma cima es un seguimiento de la cresta…
Y después de ir de aquí para allá por lugares bajo la cresta, y por la misma sierra de la cresta, cogemos una especie de canal, una segunda canal y nos deja en la parte alta de la cresta que ya no coge más altura. Seguimos la cresta horizontal, sin subir y ya advertidos que estamos en la cima cuando descubrimos una recia cruz escondida entre las rocas con no mucho sitio, rodeados de precipicios… ¡Es la cima del Finsteraarhorn! ¡Ya estamos a 4.274 mts!! ¡la cima más alta de los Alpes Berneses!
Son las 12,30 de la mañana. Hemos tardado poco menos de hora y media en hacer la cresta, y creo que tardaremos lo mismo a la vuelta. Estamos felices. Videos, fotos… Luis me hace un video como si estuviera llegando a la cumbre, pero mueve tanto la cámara que me marea. Casi no podemos ver el paisaje; las nubes ya cubren la cima entera con su ir y venir permanente al son del viento que no es realmente fuerte. La cima es pequeña: roca sólida en la que se diferencian dos partes. Pero no estamos mucho tiempo. Debemos bajar. Me preocupa el estado de las rimayas y puentes de nieve con el calor del día.
La bajada la hacemos pasando casi por los mismos lugares de la cresta por los que hemos pasado. Al menos intentándolo, debatiéndolo “¿Es por aquí o por allí?” De nuevo alzo la vista y miro cresta abajo el lado menos vertical, que es ahora el izquierdo: parece más encrespado, escarpado y vertical que en la subida. Y es cierto que la parte menos vertical de la cresta, la que mira al oeste, al Glaciar Fiesch es más terrible y terrorífica cuanto más cerca de la cumbre estás. Pensaba que la bajada, por ser bajada sería más rápida y cómoda, pero en esta ocasión me equivocaba. Sigue igual de pesada, entretenida y angustiosa… pero sin pasos de grado. En sí, interminable. Estaba deseando llegar a la parte más fácil que es la cercana al collado, Hugisattel.
Y por fin llegamos al paso de IIº de la cresta que baja al collado. Estamos cansados, solos en la montaña, y no me fío de mis fuerzas, de nuestras fuerzas, con lo que le digo a Luis que voy a asegurar el paso: dejo una de las cintas largas y la paso alrededor de una buena roca justo arriba de la pared del paso. De esta cinta cuelga un Mosquetón de Seguridad. Paso la cuerda por ahí y comienzo a bajar destrepando mientras Luis me da y asegura la cuerda. Después desde el pie del paso, de la cresta, hago yo lo mismo con Luis mientras baja. El paso no es complicado. Pero según las condiciones en las que te encuentres es mejor asegurarlo. La cinta y el mosquetón se quedaron allí. No le dijimos a nadie que nos lo dejamos (salvo a Olga) … era una cinta muy vieja, comprada para subir a Los Infiernos en el 2.004 ¡Ya iba siendo hora de darle uso!
Al final no era un paso difícil, como muchas veces en la escalada, es cuestión de confianza. Confianza en los movimientos, en tu fuerza, en tu cuerpo, en la “manipulación” de la gravedad… ese “baile del escalador” … pero como muchas veces ocurre un posible paso en falso puede hacernos caer glaciar abajo casi sin posibilidad de parar. A diferencia de la cresta, en la misma cresta tienes posibilidad de agarrarte o pararte con alguna roca puntiaguda, pero la caída en la dura nieve nos podría llevar a resbalar todo el glaciar abajo, o peor caer al otro lado, al lado más vertical, el lado oeste de la cresta e ir precipicio abajo… lo que no se me ocurrió es que en mitad del glaciar había nieve blanda y menos inclinación, y nos hubiera parado la caída. El caso es que no tengo ganas de más tensión ya al final de la cresta, y prefería asegurar este paso a pesar de que Luis no lo veía difícil. No hay que tentar a la suerte…
La bajada desde Hugisattel fue normal aunque no rápida. Desandando el camino, las huellas pisadas en la subida. Ahora decenas de pisadas se extendían por la ladera nevada del glaciar: la bajada rápida y directa del resto de montañeros.
Fotos y admiración del paisaje en la bajada, ya más relajados. El tiempo, por tercer día consecutivo, nos acompaña ¡Qué suerte! En Cataluña están pasando una ola de calor: temperaturas de 38º a 41º, por ello en los Alpes no hace el frío que debería de hacer. No sé si es peor o mejor: mejor porque no pasamos frío en la madrugada, subida y cima del pico, pero peor porque la nieve se funde, se inestabiliza el hielo de los glaciares y se hace más peligroso pasar por rimayas y puentes de nieve.
Llegamos a la salida del glaciar por la rimaya y el “muro de hielo”. Primero lo pasa Luis y seguidamente yo. Esta vez en lugar de poner el pie de lado, clavo las puntas delanteras de los crampones, Luis me hace un video y fotografía… la foto no hace justicia a la realidad del paso.
Bajamos sin crampones por la Roca del Desayuno y antes de meternos en el último glaciar, le pido a Luis que se encuerde conmigo. Algunos pasos de grietas y puentes de nieve pueden estar ahora más inestables y peligrosos… más vale prevenir. Aquí más abajo, ya comienza a hacer calorcillo para la ropa que llevamos puesta.
Cruzamos las grietas de este segundo glaciar sin problemas. Eso sí, con pies de plomo y admirando la gigantesca caverna helada ya fotografiada a la subida. Llegamos a la parte de hielo vivo y aquí sí me pareció más fácil que a la subida, menos inclinado y asustadizo. Rápidamente (esta vez sí) llegamos al final del glaciar. Mirando hacia abajo veíamos la roca, el peñasco que sobresale de la montaña y que alberga, algo más abajo, al refugio. Vistas a las montañas de enfrente, de nombres irrepetibles pero preciosas, hermosas, fantásticas de roca, hielo y dientes de sierra, cresta… ¡alta montaña!
Una suerte para mi compañero Luis que sale como coprotagonista en las fotos con las vistas y paisaje increíbles y espectacular de esta parte de los Alpes… bueno, de todos Los Alpes. Pocas veces podemos subir tan alto y tener tan buen éxito en la montaña, y debemos recrearnos, disfrutarlo y alegrarnos, sonreír al horizonte, inmortalizar el momento. No importa no conocer el nombre de las montañas, valles o glaciares que ves… siempre y cuando los puedas reconocer en un mapa… tampoco podemos estar demasiado tiempo alucinando, que nos cae la oscuridad de la noche y nos perdemos la cena.
Ahora íbamos a descubrir el camino o ruta principal que venía del refugio. Realmente estaba bien marcada por pinturas blancas y azules, y ésta pasaba por algunos escarpes y pequeños pasos, saltos por este lado del peñasco que queda sobre el mismo refugio.
La bajada no es demasiado rápida, y estamos cansados de tanta montaña, y ya comienza a atardecer. Sobre las 6 de la tarde llegamos al refugio, justo a la hora de la cena.
Olga está en la puerta y al vernos se le escapa alguna lágrima. Estaba muy preocupada. Todos los que habían subido, a la 1 del mediodía como mucho ya estaban en el refugio. Y nosotros, pasaban las horas y no llegábamos. Olga le preguntó a algún grupo por nosotros, y éstos les decían que sí nos habían visto y otros que no ¡Pobre Olga! Lo que ha sufrido. Realmente hemos tardado 12,40 horas en hacer la actividad (más tiempo que en subir al Mont Blanc). Consolamos a Olga.
Y ahora, como en los días anteriores, una gran cerveza para celebrar la gran actividad del día. Hay más gente en el refugio: ayer éramos 7 en nuestra mesa y hoy somos 11. Casi nos perdemos la sopa, el primer plato de la cena. Yo no tengo ganas de sopa y Luis me dice que eche el agua de la sopa en el bol vacío de la ensalada (ya sabía que en un refugio de montaña se utiliza el mismo plato para todas las comidas). Risas entorno a la escena: ese tira y afloja de tirar o no tirar la sopa al bol. Al final gana Luis.
Parece que estamos risueños, contentos… no solo por la adrenalina descargada en la montaña. Si no por el gran éxito conseguido en ella. No las tenía todas conmigo la verdad, pero aprendiendo de otras experiencias era mejor no expresar duda, no hay que llamar a tempestad pues ya vendrá sola. Al final la tempestad no vino y el pico se subió con éxito.
Hablando entre los 3. Reflexiones de ciertas influencias cuando la gente te habla de esto o aquello. Olga vio videos de la cresta en internet, alguien le dijo “¡Pero sabes dónde te metes!”. Yo no vi videos, ni fotos, solo la guía Desnivel de subida a los picos de Los Alpes que se limita a decirte los tecnicismos de la ascensión… No si podrás o no subir… Hay que llegar, subir al punto y verlo por ti mismo. Tú mismo debes de decidir, una vez lo veas y experimentes en tus propias carnes, si podrás hacerlo o no. Mucha gente ya sale predispuesta influenciada por lo que le dice la gente, o por uno mismo, y luego se les cruzan los cables, se “emparanoian” y en un lugar fácil, se dan la vuelta sin un sentido lógico… Nunca olvidaré esas palabras de Heike antes de salir hacia Bolivia, “no te veo preparado”, aunque el efecto en mí fue el contrario. En lugar de apocarme, estas palabras me sirvieron para envalentonarme y demostrar a la susodicha que estaba preparado y me disponía a subir todo lo que me propusiera… ¡Claro que sí! Y así fue. Ya lo veréis en los relatos de la Expedición a Bolivia. La montaña tiene su personalidad, te puede caer bien o te puede caer mal, pero que nadie te lo diga, que sea la propia montaña la que te ilumine.
Después de la cena y ya cuando todo el mundo duerme en sus camas, hablamos con “mi amiga” la guarda y el guarda mayor. Mañana querríamos volver en dirección al coche: en un principio por mail me dijeron que la bajada del Refugio Finsteraarhorn a Fiesch por el glaciar del mismo nombre se podía realizar. Pero ahora nos decían que no, que era peligroso. El glaciar más abajo estaba destrozado, lleno de seracs, grietas, muros… ¡Imposible! Nos decían de volver por Konkordia. “Venimos de allí”, le comentamos. Entonces nos indican otra ruta que será la que hagamos al final: rodear el macizo del Finsteraarhorn por el sur hasta ver su espectacular lado opuesto, la cara este por el Glaciar Fiesch y el collado Oberaarjoch, Glaciar Oberaar, lago de Oberaar, hasta su presa donde está el refugio, hotel o albergue de Oberaar donde pasamos la noche. Al día siguiente bajamos hasta Grimselpass. Coger un autobús a Oberwald. Y aquí el pequeño trenecito que vimos pasar cerca del camping del mismo Fiesch… ¡Otra gran aventura! ¡Nos gusta!
Fue una buena decisión y una buena actividad. Pero es cierto que por mail me dijeron que pasar por el Glaciar Fiesch hasta la población del mismo nombre, no habría problema… ¿a ver si pensaban que era por Konkordia? Al final la actividad por los Alpes salió mejor y más completa de lo planeado, de lo organizado y previsto. Yo soy de los que le gusta tenerlo todo planeado y “sincronizado” en actividades y empresas como ésta… porque siempre te puedes encontrar cosas como ésta, imprevistos que no tienen por que ser malos, si no, como en este caso, le dan un toque de color y de aventura a la actividad únicos y geniales.
Mi amiga que habla español (por que estuvo viviendo en Uruguay) nos hace la reserva en este refugio u hotel de Oberaar. Se han portado muy, muy bien con nosotros. Las 3 chicas jóvenes y el guarda de más edad. Le compro unos mapas para guiarnos mañana… “¡Soy un coleccionista de mapas!” les digo. Pagamos, charlamos (nos regalan unas cervezas o se han olvidado de apuntarlas) “…buenas noches”, fue nuestra despedida.
Mi idea hubiera sido decirle lo muy agradecidos que estábamos, lo mucho que nos habían ayudado y lo bien que nos habían tratado, pensando que al otro día nos veríamos de nuevo en el comedor desayunando antes de partir hacia Oberaar. Pero no fue así, se me olvidó que el único que madruga para preparar el desayuno es el guarda de más edad, y éste no entiende nada de español ni casi, creo, de inglés, con lo que me fue imposible comunicarles mi agradecimiento a todos en especial a “mi amiga” que habla español. Que frustrante. He pensado en enviarlo un link con los relatos por mail y escribirle dicho agradecimiento. Se merecen una buena nota, una magnífica mención, y así haré.
Para no tener diarrea al agua le ponemos algo de Tang o Aquarius en polvo que tiene Luis. Es buena idea. Antes llevaba sobrecitos que hacían que el agua supiera a gaseosa. Sabor adictivo.
Busco la habitación. Me equivoco y en lugar de la número 6 del segundo piso, me meto en la número 2 del primer piso… ¡Este no es Luis! “This is not my friend, what’s number of this bedroom?… My mistakes!!” Salgo por patas.
Por fin vamos a dormir. Al final hemos tenido mucha suerte: 3 días fantásticos y una actividad increíble, una ascensión, una conquista fantástica, impresionante… pensaba que no tenía la preparación, el físico para poder realizar una proeza como esta… o sí, todo depende del momento, de la voluntad y firmeza en el campo de batalla.
Mañana otra marcha de vuelta, de nuevo una extraordinaria travesía por glaciares. Desayunamos temprano pero saldremos los últimos, sin mucha prisa… ya está todo hecho.
Ha sido una gran proeza. Estoy muy contento y alegre. He podido conquistar una gran montaña en una de las actividades más dificultosas y esforzadas que he hecho en los Alpes. Ha sido algo extraordinario ya que he podido hacer más allá de lo que creía podía, sin dudar nunca de lo que podía o no hacer. Esta sensación de realización, de satisfacción, me ayuda a mirar y pensar en la expedición del año que viene a Perú (si Dios quiere) … ¡Podré hacer lo que me proponga! Con conciencia y sentido común montañero. Estamos que no cabemos dentro de nosotros mismos… ¡Fantásticos!