En esta ocasión no quiero alargarme mucho ya que esta es la segunda vez que hago esta ruta y ya está explicada en esta web en un artículo escrito en Travesía Serrella-Aixortà 2.007. Pero si quiero rendirle de nuevo homenaje por la bonita e increíble experiencia de volver a cruzar tan espectaculares paisajes y por volver a dormir en las ruinas de ese mítico Castellet en lo alto de aquella peña inexpugnable.
Esta vez otros cinco compañeros nos dirigíamos a Benasau para cruzar, por todas sus alturas, las sierras que cierran el Valle de Guadalest por su oeste, norte y noreste. Las emblemáticas sierras La Serrella y la Sierra de l’Aixortá. Toni “el Rojo”, Oli, Antonio Cuartero, David Soriano y yo éramos los aventureros. Solo yo repetía la ruta y me llevaban como guía, con lo cual esperaba no equivocarme demasiado en el camino a seguir.
Intentar acordarte de un camino que has hecho de noche y hace 2 años y medio y que no sueles repetir, es difícil. Sobre todo si no tengo a mis compañeros Jesús Santana y Quique para debatir y guiarnos. Por ello la salida nocturna de Benasau fue algo aventurera; sin acordarme exactamente del camino a seguir pero sin olvidar la dirección exacta y el lugar, que entre las sombras, se intuía y debíamos llegar.
El vivaque lo hacemos justo en el mismo sitio de hace 2 años, pero esta vez con sacos de plumas. Antes hemos dejado el coche en Bolulla en vez de en Callosa d’En Sarriá como lo hicimos la otra vez, pensando en no volver a equivocarnos en la bajada y creyendo también que sería más corto y directo llegar a Bolulla. ¡¡Hay que experimentar y aventurarse!!
Al otro día la marcha fue normal siguiendo los pasos de la vez anterior. Salvo en la bajada del Plá de La Casa en la que bajamos algo más hasta una fuente más profunda en el valle para coger agua. Con lo que la subida al macizo de La Mallá del LLop fue más larga y “entretenida”. Tuvimos mucha suerte ya que los días eran especialmente claros. Mis compañeros flipaban con la cantidad de sierras y montañas que veía y conocía y a la distancia que estaban. Incluso intuimos la silueta de Ibiza allá en el horizonte del mar.
Ya con el sol puesto detrás del Port de Tudons en Sierra Aitana y con muy poca luz, llegamos a la cima del Castellet de Serrella. Ese antiguo baluarte en ruinas testigo de otras épocas de vigilancia, reconquista, moros y cristianos… Increíblemente encaramado sobre los precipicios de una inexpugnable peña pasamos la segunda noche. Mágica y fabulosa a caballo entre las luces de los valles y las sombras de las sierras. Muy bonito.
Al otro día debíamos seguir hacía la Aixortá. El amanecer nos sorprendió como lo hizo el atardecer, y el sol empezaba a despuntar por las cumbres más altas de Aitana y Serrella. Pero teníamos bajas en el seguimiento de la ruta. Uno de los sacos de dormir, ya guardados en su funda, salió despedido pared abajo en busca de las planicies del Valle de Guadalest como queriéndose despedir de este mundo vertical y de cumbres. Otro compañero dolido por una vieja lesión en la rodilla no podía seguir tan fascinante travesía. Así que Oli, Toni y Antonio se bajaron del puerto de Castell de Castells a en busca de Beniardá y del saco suicida, y David y yo seguimos la travesía hacia La Aixortá.
Ya después de haber rellenado las cantimploras vacías en la Font dels Teixos, subir al Cerro de Los Parados y Morro Blau, debíamos bajar sin equivocarnos hacia Bolulla. Intentando recordar el fatal camino recorrido hace 2 años para no repetirlo cogimos buena dirección pero de nuevo campo a través. Esta vez nos desviamos, desde el mismo Morro Blanc, hacía la parte izquierda siguiendo el mismo seguimiento de la sierra hacía una casa o cuadra y un sendero muy bien dibujado que se apreciaba desde arriba. Todo bien hasta que el sendero terminaba, después de pasar por bosquecillos que nos daban su sombra en horas tan calurosas como las del mediodía, en una pista pasando junto al famoso Fraile o Monje del que tanto hablaba Rafael Cebriá en su subida al Morro Blau desde Callosa. Una aguja de piedra caliza altiva que aparecía casi de la nada. Ni sabíamos si seguir la pista hacia la derecha o hacia la izquierda. Al final nos decidimos seguirla a la izquierda en busca de Bolulla que, después de atravesar invernaderos abandonados, caminos que terminaban en sendas que se perdían, bosquecillos cerrados al tránsito andarino, pendientes inclinadísimas de monte a través y terrenos pedregosos en los que la piedrecilla suelta hacia que fuera muy fácil el resbalarse… vislumbramos por fin el encantador pueblo de Bolulla encajado entre huertos de naranjos, nísperos barrancos y pinares.
¡¡Debemos seguir perfeccionando la bajada de la Aixortá!! Para la próxima vez, que será la tercera, seguro que damos con el camino exacto.
Con eso termina esta bonita aventura de la cual debo decir olvide lo fabulosa que es, después de la última vez que la hice. No pasará mucho tiempo para repetirla. Muy aconsejable para perderse en los rincones de nuestras bellas montañas alicantinas.
Texto sacado de la actividad Conoce Las Montañas de Alicante y Entorno realizada en el año 2.009 con el Centro Excursionista Almoradí:
-Travesía Serrella-Aixortá.
Como no sabíamos donde ir en el puente de diciembre, sugerí hacer la bella y espectacular travesía Serrella-Aixortá, que recorre dichas sierras por sus partes más altas, picos, cumbres… y que pasa por lugares tan bellos como inhóspitos y solitarios en medio de las montañas alicantinas. La noche en las ruinas de El Castellet; uno de los mejores vivaques que se pueden hacer en el sureste español. Te llega a sorprender la magia del lugar.