Escrito a mediados del Año 2.004:
“Hace cinco años pensar en subir el Elbrus era una cosa tan lejana, imposible, especial y tan increíble que nunca hubiera pensado el resultado de una expedición al Caucaso, a Rusia. El mero hecho de ir a Rusia ya era una auténtica aventura, imagínate ir al Caucaso y subir la montaña más alta de la cordillera y de Europa, el Elbrus.
Después del Mont Blanc el Elbrus se presentaba como otro Mont Blanc, era otro gran salto. Cambiábamos de altitud de los cuatro mil a los cinco mil, de gran cordillera y casi de continente. No fue nada fácil organizarlo y el resultado a veces pienso que no compensa el esfuerzo. Me refiero al viaje en sí. Supongo que en contra mía había muchas inquietudes, muchas comeduras de cabeza, muchos pensamientos y emociones entrecruzados…”
REALIZANDO UNA IDEA.
Antes de subir el Mont Blanc no se me había pasado por la cabeza el ir al Caucaso para subir el Elbrus. Se que Gonzalo Ruiz dijo que unos amigos del G.A.M. (Grupo Alicantino de Montañismo), Juan y Raúl entre otros, ese mismo año habían realizado una expedición para subir el Elbrus y lo habían conquistado con éxito. Es cierto que yo les decía a mis compañeros que antes de ir a Sudamérica, a los Andes, había que conquistar las más altas cordilleras europeas, los Alpes y el Caucaso. Pero el lugar en donde se encontraba el Caucaso, el país, el idioma diferente, la subida al pico sin complicaciones… hacía que mis compañeros prefieran dirigirse a los Andes antes que al Caucaso.
Después del éxito del Mont Blanc se me ocurrió al poco tiempo el intentar el Elbrus; más altura, más lejos, diferente en muchos aspectos, desde luego era un salto mucho mayor que ir al Mont Blanc. Y empecé a darle forma a dicha idea. Lo primero era comunicárselo a mis grandes compañeros y amigos Jesús Santana y Enrique Segura. Ambos se quedaron impresionados, sorprendidos… Jesús me ponía una cara como diciendo: “¡Jó, tío, que bromista eres!” y luego me preguntaba: “¿Pero lo dices en serio?”. Quique se reía con una clara pero no muy grande sonrisa en su boca y pensando: “Este tío está loco”. Pero poco a poco se fueron haciendo a la idea, creyéndoselo y viendo que iba muy en serio. Ya en la boda de Antonio Santana (hermano de Jesús) en octubre del dos mil dos, todo el mundo sabía que al verano que viene íbamos a Rusia a subir la montaña más alta de Europa, el Elbrus.
Seguramente no me lo hubiera planteado si no hubiera tenido la reseña de los componentes del G.A.M., de ellos sacaríamos la información de todo el viaje; como organizarlo, como ir por allí, donde ir…
A partir de enero ya empezamos a organizarlo, encargándonos cada uno de una función para llevar a cabo el viaje, la expedición. Lo primero era entrevistarnos y hablar con Juan y su grupo del G.A.M. que habían subido el Elbrus, así pues nos reunimos con ellos en su sede en Alicante. Nos enseñaron fotos, nos dieron consejos, nos indicaron con que empresa hicieron los trámites para entrar a Rusia y tener los permisos para estar allí y subir al Elbrus. Era increíble todo lo que nos hacía falta para tenerlo todo en regla para ir a Rusia: visado, ovir, permiso fronterizo, invitación desde el país y no sé que más. Todo esto nos lo podía hacer una empresa que éstos alicantinos contrataron para que les llevara todo este papeleo, lo billetes de avión, el hotel de Moscú, y ya todo lo demás, lo restante lo irían improvisando ellos según iban progresando en la expedición. Esta empresa se llamaba Pilgrim Tours, y que por internet podríamos contactar con ellos. Yo no podía conectarme a internet así que eso se lo dejamos a Quique.
Ya que pretendíamos subir una montaña de renombre, la cumbre más alta de Europa, una de “las siete cumbres”, la más alta del Caucaso, una cordillera indómita y legendaria que pocos españoles visitaban al año comparado con otras cordilleras del resto del mundo; pensamos buscar patrocinadores para subvencionarnos la expedición, y Jesús se encargó de realizar un magnífico proyecto que repartiríamos entre las empresas que creíamos nos ayudarían. Pero cual fue nuestra desilusión al comprobar que ninguna empresa de Almoradí a la que visitamos nos ayudó; nada, ni una pequeña cantidad. Alegaban que estaban saturados por patrocinar y ayudar a tantos equipos y deportes que hay en Almoradí (cosa muy cierta). Pero, de todas formas, pienso que la gente de aquí no entiende nuestras empresas, nuestras actividades… piensan (como tantos otros que no entienden, ni conocen el alpinismo) que vamos a viajar a “tutti plei”, de turismo, a gastarnos el dinero de los demás en un viaje de placer como si nos fuéramos al Caribe o a hacer un crucero por el Mediterráneo… nada más lejos de la realidad ¿Qué tipo de turismo se puede hacer en Pakistán (inundado de pobreza, terroristas y de las guerras del Cachemira, que es donde se encuentra el Karakorum) en Rusia (en el Caucaso entre CHechenia y Georgia, y en las mismas condiciones que Pakistán y tantos otros…) Bolivia, Perú…? cuando también la actividad se lleva a cabo en un lugar inhóspito, helado, alejado de cualquier comodidad terrenal, que para llegar y permanecer en ellos, no solamente hace falta un excelente estado físico, si no también mental, muy buen estado mental y que aún así no es sinónimo de éxito. Incluso en la mayoría de las veces peligroso, vertiginoso, imposible y como “de locos”… ¿en que otros deportes o aficiones te llegas a jugar tanto la vida y es condición imprescindible la suerte como en el alpinismo de altura? No le estoy quitando mérito a otros deportes, nada de eso. El Alpinismo es diferente a todos ellos, es más que un deporte, es una pasión, una forma de vivir que verdaderamente no se le da el reconocimiento que se le debería de dar; por esto y por otras e increíblemente numerosas cosas que rodean al montañismo, a la montaña: educación, naturaleza, cultura, amistad, paz, naciones, pueblos, historia, gentes, pasiones… y otras y muchas cosas que si nos paramos a pensar, a estudiar y a buscar, encontramos que la historia del hombre desde que es hombre ha ido entorno a cordilleras, montes y pliegues orogénicos; así como a valles, depresiones… sin que el propio hombre fuera consciente de ello. Bueno, creo que ha quedado claro ¿No? No quiero extenderme en este tema por que podría escribir un libro entero sobre ello.
Muy mal por parte de las empresas No colaboradoras. Ojalá algún día entiendan lo que hacemos y el tipo de “personas” que somos y algún día puedan exclamar: “¡Joder! Os vais a subir el Elbrus/ Aconcagua/ Mont Blanc/ Illimani/ Huascarán/ Mc Kinley/ Kilimanjaro/ Kenya/ Toubkal/ K 2/ Karstenz/ Cervino/ Everest/ Makalu/ Annapurna/ Dhaulagiri/ Gasherbrum… (Y tantos y tantos otros) es increíble, ojalá fuera como vosotros, “héroes de las alturas”, y tuviera el valor, la fuerza, el conocimiento y la apacibilidad que tenéis”. (Es un sueño imposible ¿No?).
Todo se iba desarrollando normalmente pero al ver que Quique no tenía progresos sobre Pilgrim Tours, me decidí (que de todas formas había que hacerlo) a contactar con una agencia de viajes para contratar los vuelos: Alicante-Moscú (charter) y Moscú-Mineralnye Vody (Regular) ida y vuelta. Los hoteles en Moscú y en Baksan y poco más. Al final me decanté por Viajes Ecuador, con José Antonio y Toñi que, sin duda, sin su imprescindible y crucial ayuda nunca hubiéramos podido realizar esta expedición. Desde estas líneas, muchísimas gracias.
En Semana Santa de ese año Jesús Andújar se vino a un viaje que realizamos a los Pirineos a subir el Perdiguero (3.222 mts.) y hacer varias actividades por el Valle de Benasque con el Centro Excursionista Almoradí. Éste se entero de lo que estábamos preparando y al poco tiempo me preguntó si se podía apuntar a la expedición. Algo confundido y sorprendido ya que me había hecho a la idea (y supongo que Quique y Jesús Santana también) de ir solamente tres personas, no me lo pensé y en nombre de todos acepté el que se viniera con nosotros. Desde entonces toda comunicación de requisitos (visado, pasaporte, dinero, reservas, preparativos, papeleo…) lo haríamos a distancia ya que él se fue a Inglaterra (ya que trabajaba allí) y solo volvería en julio para venirse al viaje. Todos los trámites, preparativos y condiciones del viaje lo llevábamos entre Toñi de Viajes Ecuador de Almoradí y yo.
Cerca de mayo (“nos pillaba el toro”) desistimos de buscar a Pilgrim Tours y después de reuniones con los alicantinos del G.A.M. intentamos hacerlo por nuestra cuenta junto con Viajes Ecuador (que nunca habían preparado un viaje de estas características). Los acontecimientos posteriores fueron frenéticos y desesperanzadores ya que Toñi no conseguía contactar con hoteles de Moscú ni de Baksan, era muy difícil sobre todo en este último sitio que apenas existía para las Agencias de Viajes turísticas. Toñi no comprendía la paz y tranquilidad que yo respiraba cuando quedaba menos de un mes para irnos y faltaban muchas cosas por resolver y ella estaba de los nervios y desesperada al ver que no se resolvía nada. Eso a ella le infundó tranquilidad y sosiego para poder seguir adelante en paz y armonía (cosa esencial para resolver los problemas y llevar a buen término el viaje).
Dos semanas antes de la salida de avión contratado a Moscú, Toñi contactó con Aragón Aventura que nos proporcionaba lo siguiente: visado, invitación (trámites, papeleo burocrático para poder entrar en Rusia), estancias, transportes, guías, actividades, refugios, víveres… (Todo o casi todo). Nosotros preferíamos ir por nuestra cuenta, sin ayuda de ninguna empresa para realizar la actividad, igual que fueron Juan y Raúl del G.A.M. un año antes. Tan aventureros y ahorrativos como siempre (al final te gastas una “pasta gansa” en quince días y su tu economía es modesta o baja es algo que no te puedes permitir todos los años, o simplemente no puedes permitírtelo, por ello intentamos economizar al máximo, dentro de lo normal en un aventurero y a veces “turista”, los viajes a las montañas. Es un deporte/pasión caro que debemos planear con todos los detalles, hasta el más pequeño, contando con el mínimo gasto posible. Aunque eso es algo difícil de conseguir ya que comodidad/lujo es incompatible con barato económico). Por ello solo les explicamos que queríamos una parte de lo que nos ofrecían, el resto ya lo haríamos nosotros.
No era posible. O cogíamos el paquete completo o no nos facilitaban el resto… quedaban pocos días para el vuelo, no nos quedaba otra salida, o si no, no hubiéramos partido y realizado la expedición ¿Qué iba a hacer? No nos quedaba alternativa. Si queríamos ir a Rusia lo teníamos que hacer con las condiciones de Aragón Aventura, y sin consultarlo a los demás expedicionarios, acepté. Después se lo comuniqué al resto de la expedición que aceptaron resignados. Bueno. Al menos el viaje estaba asegurado aunque tuviéramos que gastarnos más dinero de lo pensado. Hasta el último momento Quique se veía apurado por el dinero y con el trabajo, no sabía si le iban a dar las vacaciones para esas fechas. Jesús Santana no puso reparo en las fechas y con el dinero, bueno, pensando que nos gastaríamos más de lo previsto, la economía lo sufre, el bolsillo lo nota y lo lamenta. Jesús Andújar, casi como era un agregado a la expedición, no se quejaba en ninguno de los trámites, costes… ya que se lo hacíamos todo desde aquí; él no tenía que hacer nada. Todo lo contrario, muy agradecido por el trabajo que realizábamos, que organicé y realicé en nombre de todos y para todos. Yo, que puedo decir, económicamente me pilló de “susto” y hasta más de medio año después no terminé de pagar realmente la expedición.
El material que íbamos a llevar era el típico de alta montaña. Incluso nos llevamos tornillos, cuerdas y algún piolet técnico así como cintas, mosquetones y ochos por si hacíamos alguna escalada, travesía en hielo para entrenarnos o entretenernos. También tiendas de altura, hornillos y todo lo necesario para ser autosuficientes e independientes en la alta montaña. Todo esto por si acaso, decía yo, por si nos daba un día por dejar al guía y hacer un recorrido o una montaña o una aclimatación glaciar por nuestra cuenta y quisiéramos hacer noche por ahí arriba. En la aventura y grandeza del Caucaso.
Si algo le define a un montañero es por la libertad que siente en la montaña, sin horarios, sin obligaciones, sin desesperaciones… solo tú y la montaña, y un acuerdo mutuo para el motivo común de conquistarla; en el límite del mundo normal y civilizado, (a veces) en el límite de tus posibilidades y en el límite de las posibilidades naturales, capacidad natural de supervivencia de tu cuerpo. Cuando realmente sientes y descubres estas experiencias, es cuando realmente descubres que estás vivo y que estás en otro mundo, en otro planeta, invadiendo las fronteras del territorio sagrado y prohibido del mayor de los altares que la Naturaleza le rinde al Dios del Universo. Es como traquear en la puerta de la Morada de los Dioses, donde solo eres un “humano”, mortal ante un Universo imperecedero, infinito y perpetuo.
¿Qué puedo decir del Elbrus y del Caucaso? Desde luego no es como el Mont Blanc que estaba diez años oyendo hablar de él y, como aquel dice, es más cercano y nuestro que esta desconocida e indómita cordillera. Mis compañeros del Centro Excursionista Almoradí no conocían nada de ella; lo único que sabíamos era por viajes sacados de internet (uno o dos), libros (las siete cumbres, Grandes montañas de Europa…) y por lo que Juan del G.A.M. nos contaba de su viaje del año anterior. Juan, como yo, pensábamos que lo suyo, antes de cruzar el “charco” y dirigirse a los Andes, era conquistar las grandes cordilleras de Europa, después de Alpes, el Caucaso. Nos familiarizamos con pocos aspectos y orografía caucásica, sobre todo los famosos y georgianos Ushbá de unos cuatro mil setecientos metros, y con una montaña cercana al Elbrus, en el mismo Valle de Baksan que en su cara norte los seracs y glaciares le daban una forma de gigantesca equis (allí suponemos que éste era el Donguzorum, de unos cuatro mil quinientos metros, que ni Juan ni Raúl se acordaban de su nombre). El resto de los cinco miles y numerosos cuatro miles del Caucaso así como su grandeza, magnitud y forma, los desconocíamos por completo. Éramos como legendarios exploradores del siglo pasado que veníamos a descubrir un nuevo mundo que, montañeramente hablando, no nos defraudó lo más mínimo. Desde luego sus altas, esbeltas y puntiagudas montañas, macizos superpuestos en la distancia con una discontinuidad solamente labrada por largos valles, cargados de extensos glaciares y nieves perpetuas que le dan un aspecto “himalayesco” a esta cordillera. Incluso contemplándola en un descanso en la subida al Elbrus y al compararla con Alpes pensé que el Caucaso era más espectacular que esta cordillera, sobre todo por la gran continuidad de todos los macizos (altos y menos altos) que estaban muy cercanos unos de otros, solamente separados por largos pero no demasiado anchos valles. Al contrario, los macizos más altos de Alpes se encuentran muy alejados unos de otros (el del Mont Blanc, Alpes Berneses y Peninos) y separados por, a veces, gigantescos valles o depresiones intermontañosas (Valle de Aosta, Valais…). Aunque desde luego “grandes pilares” como los Dru, el perfil del Cervino elegante y bello, y la terrorífica y respetable cara norte del Eiger, entre otros, es algo que no tiene el Caucaso… En definitiva es bella, gigantesca y merece la pena más de una visita a esta legendaria cordillera, frontera de continentes, climas, pueblos y culturas.
Una vez arreglados todos los trámites burocráticos, permisos, material, contactos… y cuando nos llegaron pocos días antes los visados (casi “por los pelos”), emprendimos la, hasta ahora, mayor expedición y empresa montañera que ninguno de nosotros habíamos vivido nunca.
Para relataros el viaje he copiado el diario de viaje que Jesús Santana escribió en el mismo momento de acontecerse. Que me disculpe Jesús Santana y los lectores si me equivoco en algo o interpreto alguna palabra, frase o anécdota mal y distinta al significado que Jesús le quería dar. Mi intención es copiar literalmente lo escrito y expresar el mismo significado que Jesús Santana le quiso dar… Su escrito aparecerá en azul...