Desde que soy montañero me han entusiasmado las montañas; aquellas que destacaban sobre las demás por su singularidad, originalidad, historia, perfiles asombrosos diferentes… me han intrigado, asombrado, encantado… una de ellas, desde niño, ha sido la fantástica, enigmática y sorprendente Sierra de Montserrat.
Desde que vivo en Barcelona he esperado la ocasión idónea para visitarla, para recorrérmela, para realizar un primer recorrido digno de ella misma. Desde La Morella en el Garraf sus perfiles me sorprendieron ya en la distancia. Desde el Turò de l’Home aparecía alineada detrás de la Sierra de Sant Llorenç del Munt como una gran columna vertebral en la que cada picuda aguja era una vértebra enganchada al cielo y unida a la tierra… increíble. En una de las visitas de mi anterior “mejor trabajo” debía desplazarme a Igualada, y desde la autovía pude comprobar su magnificencia, su magnitud, su belleza. A la vuelta paré en Collbató para pasar por su Ayuntamiento y coger una de esas guías de 5 rutas recomendadas por la sierra dentro del término del pueblo. Ya comenzaba a tener más pistas de cómo llegar, donde subir, que recorrido hacer… Otro día visité Manresa y la montaña se acercaba con sus pequeñas manchas de nieve a mi asombrada mirada: sus increíbles paredes, agujas, alturas, formas… parecían surrealistas, como hechas adrede… pero la Naturaleza es más original que la mano del hombre.
Ya era hora de ir a visitarla. Idee una ruta que desde Collbató subiría al pico más alto de la sierra, bajaría hasta el Monasterio de Montserrat y volvería a Collbató por otro camino. Parecía fácil y no muy largo. Fue fácil pero muy largo… o si no que se lo digan a Anna.
En un principio el sábado 12 de marzo íbamos a hacer la ruta, pero el malísimo mal tiempo (para el que no le guste la lluvia) hizo aplazarla al día siguiente, domingo 13 de marzo. La montaña se presentaba con brumas que iban y venían escondiendo sus picos y agujas desde Collbató, parecía que nos quería dar la bienvenida con un toque enigmático, misterioso, encantador… No puede encontrar (o no estaba) un mapa en las bibliotecas de la Sagrada Familia y del Carrer Girona, de Montserrat; así que la única guía era el folleto recogido en Collbató y el enlace de varias de sus rutas. También confiando en la, seguramente, extraordinariamente señalizada al ser uno de los lugares y montañas más visitadas de Cataluña.
El domingo hay mercado en Collbató y no pudimos acercarnos con el coche al Carrer de Pau Bertrán (en el casco antiguo) que es por donde comenzaba la ruta. Saliendo de ésta calle, con muchas señalizaciones, hacia el noroeste en busca de Vinya Nova, una antigua masía ahora famoso restaurante. En seguida nos topamos con la señalización de que entramos en el Parque Natural de La Montaña de Montserrat. En un principio en ninguna de las señalizaciones nos indica la dirección hacía Vinya Nova, pero en el folleto de rutas, está claro; es como si fuéramos en dirección a El Bruc. Hay otro cartel que nos interna a Montserrat por Sant Miquel o Sant Joan, por aquí será donde aparezcamos cuando bajemos. Ahora seguimos recto sin adentrarnos aún en la sierra. Más adelante ya encontramos la señalización de Vinya Nova, vamos bien. Estamos como bordeando la sierra, la cual nos queda a la derecha. No la veo en todo su esplendor, parece como si se escondiera y quisiera mostrarse en el momento en cuanto nos adentráramos en ella… y así lo hará. Pero de todas formas queda bella y altiva. Llegamos a Vinya Nova y no he encontrado o no he sabido ver el camino que a la derecha sale en dirección a la sierra, hacia el torrente o barranco que, de forma evidente, abre la sierra por este lado de la montaña. Ignoro el nombre del barranco pero si conozco el nombre de la senda que sube por él: Camí del Pont.
Justo pegado a Vinya Nova, una camino cerca de una especie de parque, por el fondo del barranco. Seguimos, pues, este camino. Unas pintadas blancas en los árboles nos dicen que camino, que dirección debemos seguir, sin saber, realmente, que esa es la dirección correcta. Esta ya se interna en la hermosa sierra por el fondo del barranco. Seguimos barranco arriba. Al poco de empezar a andar por el barranco, un hito a la derecha llama mi atención, pero sigo recto barranco arriba. Desaparecen las señales, hitos y pinturas y entonces me doy cuenta que el hito aquel era la dirección que había que seguir. Entonces la senda cruza el barranco para adherirse a la parte derecha del mismo. Por una senda muy, muy bien cuidada y señalada, subimos sus zigzags entre la espesura de su rica vegetación. Sobre nosotros enseguida una primera representación de esas increíbles agujas. No paro de hacerle fotos. A mitad de camino decidimos para a almorzar y a descansar un ratillo. Pero en seguida proseguimos la marcha, Anna se quejaría por que casi no paramos nada a descansar, y realmente fue así, y menos mal, ya que de todas formas llegamos muy tarde al coche.
Seguimos esta senda que ahora si, ahora no, cruza en ocasiones el fondo del barranco, y pasa al lado izquierdo buscado la cumbre de la sierra. Pronto cogemos altura y el paisaje se abre en las alturas de la sierra. A la derecha comienzan a aparecer formidables formaciones rocosas, gigantes clavados a la tierra; es la zona rocosa de Gorra Frígia. La montaña comienza a hipnotizarme con sus perfiles enormes y majestuosos. Algo más arriba y antes de llegar al cruce con el Camí Nou de Sant Jeroni, a nuestra izquierda y oeste aparece el redondeado Montgrós, y hacia el norte-noroeste las peñas y agujas cercanas a la zona de Cavall Bernat, Serrat del Moro y el propio Sant Jeroni, lo más alto de Montserrat, que es a donde nos dirigimos.
Anna, ya enfadada, quiere para a descansar, y lo hacemos justo en la pequeña explanada y cruce con el nombrado Camí Nou de Sant Jeroni que es el que cogeremos hacia la izquierda. Montserrat se abre aún más, hacia la derecha y este veo otra impresionante formación rocosa: Sant Salvador o El Elefante, Els Flautats. E impresionante y más cercano a nosotros, una enorme aguja se yergue casi solitaria delante nuestro, altiva, solemne y sorprendente: El Cavall Bernat o Dit Gros. Después de descansar seguimos por una senda mucho más cómoda y horizontal transitada por extraños romeros con vaqueros, tejanos y bolsas de “Desigual”; muchos domingueros. Al fondo, tenemos como reseña unas enormes antenas a las que nos debemos dirigir; es el Serrat del Moro y su Mirador del Moro. Muy cercano a aquí está la Ermita de Sant Jeroni y el inhiesto Pic de Sant Jeroni. De repente la senda se lapida con un suelo de cemento… ¿para mejorar e acceso a los domingueros y “nuevos romeros”? Al poco tiempo pasamos junto un cruce: un camino que nos llevaría en menos tiempo al monasterio. Es el Camí Vell de Sant Jeroni.
Atravesamos una bonita, hermosa y sorprendente zona boscosa. Muy bien cuidada. Parece mentira que entre estas robustas rocas de conglomerado se extienda una vegetación tan viva y frondosa, ancestral y de tanto valor. Llegamos a la Ermita de Sant Jeroni, junto a unos grandes árboles, cipreses y encinas. Es de construcción algo moderna o restaurada. A la derecha se queda esa montaña con las antenas en su cumbre. El edificio que mantiene las antenas parece un castillo moderno que en vez de torreones tiene parabólicas. No hace mucho un funicular llegaba hasta este edificio para acercar, aún más, a los curiosos que querían subir a lo más alto de Montserrat sudando lo mínimo. Seguimos. Un cartel nos dice que nos quedan 10 minutos hasta la cima del pico, y que estamos a 1.149 mts. de altitud. Ahora, a más altura, los redondeados picos de las agujas se abren por debajo de nosotros. Las vistas se amplían y se magnifican ¡el lugar es increíble! Un mirador. Para llegar a la cumbre se ha construido un pasillo y unas escaleras de cemento con barandilla para más seguridad de los visitantes… ¡Se desvirtúa la montaña! Pero Montserrat es algo más que una montaña, es un símbolo de Cataluña.
Y por fin en la cumbre de Sant Jeroni (1.236 mts.). Hay mucha gente en la cumbre y otros que bajan. Barandillas que se asoman a las desafiantes y verticales vertientes norte de la misma ¡impresionante! Fotos. Vídeos; y más fotos. La Enhorabuena a Anna; está siendo una ruta emocionante y esforzada. Al fondo las formaciones rocosas de la Gorra Frígia y el Elefante quedan perfectas y hermosas, sorprendentes. Pero hacia el oeste descubro una nueva parte de la sierra y la montaña que me sorprende aun más, si cabe, por su verticalidad, por tan agrestes agujas, tan abruptas y numerosas. Un laberinto de cimas redondeadas rodeadas por verticales paredes, como verdaderas torres inexpugnables, inescalables… es la Zona de Els Ecos, Roques del Salt de La Nina, Roques dels Aurons… El Frare Gros, l’Asiática, el Bisbe… ¡Sorprendente, espectacular! No deja de sobresaltarme y maravillarme por cada rincón de esta mágica montaña.
Comemos. Descansamos. Y comenzamos la bajada hacía el Monasterio de Montserrat. Desandamos el camino justo hasta el cruce que baja por el Camí Vell de Sant Jeroni que pasa por el Plá dels Ocells. No me canso de hacer fotos, la montaña es espectacular: sus formas en sus barrancos, en sus cimas, con sus boques, con sus macizos, rocas, agujas… Escogemos este camino por que nos parecía más corto para llegar al monasterio. El anterior camino seguía a más altura hacia la Ermita de Sant Joan, bajo las paredes de Gorra Frígia. Por el camino que andamos, bajando hacia el monasterio, el bosque y la vegetación es más espectacular que por arriba. Seguimos en ocasiones el lecho embarrado de un barranco que más abajo derivará en un riachuelo. Ahora caminamos entre los espectaculares conjuntos rocosos de la Gorra Frígia y el Elefante o Sant Salvador (como lo llama en el folleto de Collbató). Las vistas son espectaculares. Llegamos al Plá dels Ocells, pero el monasterio aún está algo lejos. La senda se alarga, estamos por el lado izquierdo del barranco que llaman Torrent de Santa Maria más abajo, en las laderas del conjunto rocoso de El Elefante, Sant Salvador; con lo cual, a nuestra derecha y en frente teníamos las sorprendentes y espectaculares agujas del la Gorra Frígia y las Rocas de Santa Magdalena; que nos tapaban el sol como gigantes que lo dominan todo ¡Hermoso!
De nuevo aparecen las escaleras, muuuchos escalones; que en vez de facilitar el caminar por la sierra, lo entorpecen. A la vez aparecen más gente: alemanes, italianos, sudamericanos… todos visitan las laderas de la sierra, pocos llegan a alejarse del monasterio… o sea, que el monasterio no anda muy lejos. Vemos escaladores ¡ya era hora! Esta sierra es el paraíso para los escaladores. Y algo más abajo construcciones antiguas que forman una terraza: La Plaza de Santa Anna. Como colgada entre las rocas y sobre el barranco… lugar ideal para meditar y reflexionar sobre la vida… voy entendiendo por que los monjes (y seguramente otra “gente” anteriormente) eligieron estos lugares como sitio de recogimiento, religiosidad y santidad. Vamos bajando y las paredes se hacen más verticales. De repente las escaleras se internan entre dos rocas imposibles: un pasillo encajonado y simpático. Por fin más abajo, entre las cerradas paredes del barranco que parece se van estrechando, nos sorprende una edificación alta y grande… ¡El Monasterio de Montserrat!
Al poco tiempo y casi a las orillas del Torrent de Santa Maria llegamos al recinto turístico del Monasterio de Montserrat. Anna quiere enseñarme su interior, las velas con peticiones y besar a la Moreneta. Yo nunca había estado aquí; tantas veces oído y comentado. Entramos al monasterio, hacemos cola para saludar e inclinarnos ante la Moreneta, y ponemos una vela para pedirle a la Virgen Negra por el futuro venidero.
Se hace tarde, debemos marchar. El recinto está lleno de gente, de visitantes, de curiosos, de aquellos que quieren pedirle a la Moreneta mejores acciones, mejores momentos, mejores soluciones. Es bonita la iglesia y espectacular; pero por desgracia no podemos quedarnos mucho tiempo a admirar su bella arquitectura. Intentamos salir por el camino más corto a Collbató; pero elegimos el que pensamos que es el más corto. Si hubiéramos tenido más tiempo hubiéramos bajado hasta al camino que pasa por la Cova Santa y de aquí a Collbató, pero por la incertidumbre de su inicio y longitud, decidimos elegir el camino que va a la Ermita de Sant Miquel; entre estatuas y lugares dedicados a santos y venerados. Antes de llegar a esta solitaria ermita, bajo a la Creu dels Escolans, donde me ofrece una magnífica vista de todo el aglomerado de construcciones en torno al monasterio y el propio monasterio ¡Espectacular! Pero ya se me ha acabado la batería de la cámara de fotos y desde que salimos del monasterio ya no puedo hacer fotos… una “excusa” mas para volver a recorrerme estos hermosos y sorprendentes lugares.
Anna está reventada y aún queda bajar a Collbató. Debemos de dar toda la vuelta a la montaña para encontrarnos de nuevo con el pueblo. Vemos un cartel; la bajada más rápida, pone, es por el Camí de Les Bateries (por los cañones que pusieron los franceses en la ocupación). También es conocido por el ser el antiguo camino que utilizaban los peregrinos y frailes para acercarse al monasterio. Ahora no nos encontramos con nadie: 3 personas en toda la bajada. El camino hace una especie de zigzag horizontal sobre la sierra, esquivando y excavando entre sus crestas, paredes, torrentes y barrancos. Me recuerda a viejos caminos e itinerarios en los Picos de Europa. El sol ya se va poniendo y el trayecto de bajada se hace eterno. Ya vemos allá abajo el pueblo, pero aún queda mucho camino que seguir hasta su aproximación. En medio del atardecer una manada de isards, cabras salvajes que se encontraron en peligro de extinción hace un tiempo. Son muy numerosos y no tienen miedo de nosotros; también es verdad que están montaña arriba y nos sería imposible alcanzarles con nada; pero están relativamente cerca. Los contemplamos durante un tiempo en silencio y decidimos seguir mientras el sol se va poniendo en un horizonte no muy lejano. Ahora pasamos por zonas de escalada, escuelas de escalada, que clavan sus “chapas” en las paredes lisas a base de seguros para una eventual caída. Como he escrito antes: “es un paraíso para los escaladores”.
Pronto bajamos de la montaña entre pinos y suaves lomas y llegamos a Collbató ya anochecido. Volvemos al mismo punto de partida y salida del pueblo. Más abajo, llegamos al coche. Anna está literalmente reventada, destrozada. Hemos estado un total de 9’30 horas perdidos por esta formidable montaña; pero ha merecido la pena el recorrido, aunque demasiado duro para mi valiente y sufrida compañera.
Un recorrido hermoso en una sierra hermosa que repetiremos para colarnos por otros caminos, otras rocas, otros torrentes y otros bosques de este mágico y espectacular lugar… y quien sabe, quizás encontrar esa puerta a lo divino, al Cielo.