Proponemos ahora una sencilla y simpática marcha de poco tiempo o de una mañana tranquila. Acercarnos a santa Coloma de Farners para hacer una circular y subir al Castillo de Farners junto a la Ermita de Farners.
El pasado domingo 13 de noviembre, David de Girona, nos organiza una estupenda actividad para los amigos de Cúspidis en esta localidad. La idea original era hacer la Ruta de las 10 Ermitas. Pero la incesante lluvia que apareció en un momento de la marcha, hizo que abortáramos la actividad y después de subir hasta el Castillo de Farners y almorzar en la inhiesta Ermita de Farners, volviéramos a Santa Coloma seguidos por la fresca lluvia. Con lo que la actividad quedo en una alegre y lluviosa marcha matinal por las inmediaciones de Santa Coloma de Farners.
Salimos desde el Parque de Sant Salvador, al oeste del pueblo, donde hay un aparcamiento y puente sobre la Riera de Farners. Somos un grupo numeroso, 23 personas, algunos conocidos de las últimas salidas y otros por conocer. Al otro lado del mismo puente, bajo la frondosa arboleda de bosque de rivera, alineada de tal manera que parece que sean calles en el plano de una ciudad, un cartel indicador nos ayuda a entender el camino o dirección a seguir; aunque nuestro guía David se lo conoce muy bien. Seguimos hacía la derecha y norte paralelos a la Riera de Farners, corriente arriba, que delimita el parque por uno de sus lados. Es muy bonito el parque. La lluvia, fina pero insistente, comienza a hacer acto de presencia. Algunos de los compañeros han olvidado la capelina en el coche y paramos a la vera de un muro, escalera y cartel señalizador sobre las húmedas y marrones hojas caídas, a esperarlos. Después todo es seguir a la vera de la caudalosa y fervorosa Riera de Farners, entre la arboleda, por una ancha senda, por un camino… hasta encontrarnos en otro cruce de caminos el cartel indicador, dentro de la Ruta de Las 10 Ermitas, con la dirección de Can Miquel. Entonces dejamos la riera con su turbulenta corriente y frondosas riveras, para adentrarnos tierra adentro, a la izquierda, y hacía arriba, en busca de Can Miquel.
El terreno no es demasiado empinado… aún. Pasamos junto o cerca de algunas casas: Ca l’Oller, Ca n’Oliveres… y después el camino se adentra en las laderas de la montaña, entre la floresta y los Quercus, sureres, fabulosas. Ahora comenzamos a subir en serio, y ahora es cuando nos damos cuenta de que dejamos la civilización para internarnos en la montaña. De todas formas seguimos por un camino transitable para vehículos pero no demasiado ancho; hasta que David se para en medio de él esperando a todo el grupo. En este punto dejamos el camino para coger una senda que comienza empinada, a la izquierda. Hay que tener cuidado por que si no estás atento puede que no la veas, a pesar de su ancha entrada, ya que ningún cartel señalizador te lo dirá. Pero hay unas marcas blancas que te indican que es por ese sitio por el que hay que seguir: primero las típicas dobladas como que cambiamos de dirección y terreno, y la segunda algo más arriba en al misma senda indicando que vas bien encaminado.
Ahora la senda atraviesa una zona boscosa, húmeda y frondosa entre la niebla, las nubes, que comienzan a invadir la montaña de nuestra izquierda, el Turó d’en Quadres. Es la parte más salvaje, entretenida y hermosa del recorrido.
Cuando comenzamos a disfrutar y a sudar un poco por la diferencia del terreno, llegamos a un planicie donde hay lugar para aparcar coches entre separadas encinas, carteles indicadores e informativos, una pista ancha que sale del lugar y una construcción a nuestra izquierda con un porche arqueado: es la Ermita de la Mare de Deu de Farners, a la que nombramos como Ermita de Farners. Visitamos la ermita, entramos a su porche inhiesto a la puerta de entrada al templo. Hay una excursión de unos niños con sus monitores que han pasado la noche en dicho porche… ¡Iniciándoles en el mundo de la naturaleza, el senderismo, la montaña y el dormir en cualquier sitio! Las gotas de la llovizna comienzan a ser más fuertes pero no lo suficiente para molestar. Al otro lado y encima de un roquedo sobre el bosque, entre la espesa niebla se entrevé el fantasmagórico perfil del Castillo de Farners. Encantador. La niebla, las nubes le dan un toque misterioso y enigmático a esta recia construcción.
David nos invita a seguirlo y a entrar en el Castillo de Farners. Subimos por una pista y en pocos segundos estamos junto a su muralla. El castillo está muy restaurado y reformado, cosa que no quita su encanto, misticismo y magia. Y como a mí, y a muchos, nos encantan los castillos medievales, decidimos entrar y subir a la circular torre de homenaje para ver las nubladas y ciegas vistas, y disfrutar de las estancias y rincones entre sus muros. Arriba nos hacemos la foto de grupo bajo la fina lluvia. Hacia el norte, envuelto entre las nubes, ahora si, ahora no, surge el rocoso Turó del Vent, la máxima cumbre del lugar con 441 mts. de altitud. Volvemos a la ermita y nos reunimos con el resto del numeroso grupo. David y Miquel nos han preparado un aperitivo-almuerzo que hace las delicias de todos, mientras la lluvia aprieta e imparable nos hace dudar de seguir con la ruta planeada.
Viendo que la lluvia no para y cae con más fuerza, David, muy democráticamente, pide una votación de seguir con la ruta o volver a Santa Coloma y aplazar la actividad. Al menos hemos podido hacer una bonita pero corta subida hasta el fabuloso Castillo de Farners. Después del aperitivo y el sobresaliente tiempo destinado a la convivencia y a esperar a ver como resulta el día, con la lluvia persistente como protagonista, decidimos abortar la Ruta de las 10 Ermitas y bajarnos, con capelinas, chubasqueros y chaquetas puestas, al punto de salida.
Aunque existe otra senda que te puede llevar, por diferentes caminos, al punto de partida, o al menos al Parque de Sant Salvador, se decide seguir la directa, sin pérdida, pista. Entre la ermita y el castillo y en la parte contraria de donde salimos al lugar, sale un camino ancho para vehículos, que te deja en seguida en otra pista más ancha y aburrida. Seguimos ésta hacía la izquierda, este, noreste; y sin pérdida, después de rectas y curvas, la pista va a parar al asfalto paralelo al Parque de Sant Salvador, al puente sobre la Riera de Farners y a la entrada al pueblo donde dejamos los coches. Mientras, caminamos entablando conversaciones con amigos participantes de Figueres, Girona… risas, recuerdos de los lugares de mi tierra, Alicante, y los secretos de las corrientes llamadas “resaca” que atormentan a los bañistas de las playas de Guardamar del Segura… intentando entender el cerrado y amable acento catalán del norte.
Llegamos al coche. Algunos compañeros quieren quedarse y tomar Ratafia, ya que es la Fira de la Ratafia en Santa Coloma. Es la una del mediodía y estamos calados y destemplados. Decidimos volvernos a Barcelona y comer en casa.
Al final ha quedado en una actividad sencilla pero maca. Ideal para aquellos que empiezan o se inician en el mundo del senderismo. Esperaremos que nuestro anfitrión vuelva a organizar la esperada Ruta de las 10 Ermitas para terminarla y disfrutarla.