Siempre me había llamado la atención la Sierra de Montsant. Lo había estudiado en mis libros y atlas de geografía como una de las sierras o montañas más representativa de Cataluña; y sobre todo de Tarragona. Y ya después de 3 años viviendo en Cataluña ya iba siendo hora de volver a mirar hacía las sierras al sur de Barcelona; coger autopista en dirección el sur de Cataluña, y tocar las sierras y montañas más importantes de Tarragona… y como no, comenzar por una de sus sierras más emblemáticas, que nada más el nombre, ya te inspira un sentimiento o emoción más allá de ser una simple montaña.
Y como no, por donde empezar… pues subiendo su máxima cúspide, el pico más alto de la sierra; y una vez conquistado y divisado el horizonte desde su cumbre con un giro de 360º, seguir después visitando otros rincones y bellos lugares de la sierra.
Saco un libro de la Biblioteca Sagrada Familia de Barcelona: “El Priorat. 19 excursions per valls i muntanyes” y conjuntamente con un mapa del ICC de la comarca de El Priorat, reviso y estudio las diferentes rutas, llamándome la atención una que desde las cercanías de la población de Cornudella de Montsant, se dispone a subir a su pico más alto: Roca Corbatera. A la vez busco en el Wikiloc otras rutas que pasasen por el mismo lugar… y al final ideo mi propia ruta, mi propio recorrido, para comenzar a disfrutar y a pisar por primera vez esta fantástica y “santa” sierra.
No me cuesta mucho pensármelo y paso, días antes de la salida, por la tienda Altaïr de Gran Vía en Barcelona, para apropiarme de un mapa de la zona; esta vez prefiero ir sobre seguro. Alpina no hace mapas del lugar, con lo que al final me compro uno de Editorial Piolet que también es muy bueno. Ya no habrá pérdida.
Así pues, el pasado sábado 23 de noviembre, con un día muy soleado, muy ventoso y bastante frío, salimos de Barcelona y Girona en busca de los bellos lindes de la Comarca de El Priorat, y su santa montaña: el Montsant. Muchos de los compañeros Cuspidianos ven como muy buena la idea de visitar esta sierra de tan al sur de lo acostumbrado; y se apuntan entusiasmados de descubrir otros paisajes y otros hermosos horizontes. También Francesc trae gente nueva… a ver que tal les parece la actividad; y así unas 16 personas nos ponemos en marcha camino de Cornudella de Montsant.
La idea es realizar una marcha por la cara sur de la sierra (justo casi bajo el pico) y saltar a la parte norte de umbría a la hora de subir la cima. A la bajada aprovecharíamos (otro importante aliciente) para entrar en la Cova Santa y la Cova del Meloner, señaladas como indretos cavernosos dignos de visitar… al menos la Cova Santa. Después de almorzar y de partir a una hora no demasiado temprana del bar La Reinaxenca, cruzamos el pueblo de Cornudella de Montsant en busca de la Font de Dalt, por el Carrer de La Font. Primer despiste: no debéis ir en busca del cementerio del pueblo, si no de las Piscinas Municipales, entonces iréis por buen camino. Después de pasar por estrechas, simpáticas y lacónicas calles, pasamos junto a la Font de Dalt, maltrecha y como sin importancia. Seguimos la calle que sube a su derecha y que se interna entre bancales y viñedos, dejando antes una tira de casas nuevas a la derecha de la misma. Ya estamos en el G.R.
“Camí de Montsant o Grau de Tomaset” nos dice por fin el cartelito indicativo. El G.R.-174. Enfrente, mientras comenzamos la subida por el camino que se convierte en tierra y salimos de los dominios del pueblo, admiramos la aparentemente seca y pelada vertiente sur del Montsant, pero con espectaculares paredes y vertientes escarpadas que nos ofrecen un murallón espectacular de rocas y paretones partidos… sobre todo hacía la parte izquierda que no nos recorreremos hoy.
El camino se convierte en senda, cruzando viñedos y limitado por espléndidos muros de piedras, siempre hacía el norte noroeste, hacía la sierra y hacía arriba, sin dejar el G.R. que a veces no reconocemos sus marcas en lugares y cruces determinantes… pero no nos perdemos. El mapa no nos engaña. Como he dicho antes el día es radiante pero frío, y la luz del astro rey nos servirá para inmortalizar momentos y lugares espléndidos y vivos en nuestras cámaras y retinas. Arriba en la cima de la sierra, el viento hará su papel, molesto y helado, nos mostrará la mejor visibilidad hacía los alrededores y hacía los lejanos horizontes.
La subida es seguida, paulatina pero no demasiado inclinada. Eso sí, constante y hasta con algo de distancia desde Cornudella de Montsant hasta las faldas de su sierra. Mientras dejamos atrás la población y el bajo sol de la mañana, nos encontramos con el primer cartel indicador junto a un hermoso ejemplar de encina: no iremos ni hacía La Morera, ni hacía Albarca, seguiremos recto y hacía arriba en busca de la Serra Major (G.R.-174). Cruzamos por entre algunos pinos siempre hacía arriba descubriendo las vistas y extraordinarios perfiles de la sierra. Un cruce a la derecha nos llevará hasta la Ermita de Sant Joan del Codolar. Dejaremos de subir y seguiremos en dirección al templo.
Enseguida llegamos al lugar rodeado por una singular arboleda de hermosos y enormes cipreses. Curioseamos la entrada a la ermita. Nos hacemos una maltrecha foto de grupo junto al muro del curioso y cuidado templo: vistas hacía Cornudella de Montsant, hacía el anguloso y hermoso Priorat. Arriba la pared modelada bajo el pico más alto del Montsant; y entre ambos una pendiente escabrosa, pelada y casi árida: montaña mediterránea. Poemas que hablan de las montañas y del lugar en las paredes del templo, en las rocas de las cercanías… ¿Por donde salimos? Junto a la pared derecha de la iglesia nos adentramos, como si creyéramos que entramos en una parte interior de la misma, por un curioso tunecillo entre la pared de la casa contigua y la propia pulida y dura roca.
Por aquí sigue la senda. Una fuente donde coger agua (me preguntaban donde podrían coger agua; yo siempre traigo la cantimplora llena de casa) y la sendilla que sale por arriba de un simpático rincón con sus bancos y mesas. Ahora nos recorreremos toda la falda de la montaña transversalmente, hacía el noreste y subiendo poco a poco, bajo la mirada de las altas paredes y peñascos de la Sierra Major (Montsant), que quedan arriba a nuestra izquierda. A la derecha, todo el valle del sur del Priorat, encerrado entre cingles y montañas de cimas planas o angulosas, y el Pantano de Siurana, como un oasis de aguas plácidas entre tantos desniveles, en el centro de la imagen, junto con Cornudella de Montsant. Espléndido.
Seguimos la senda. No hay pérdida; es el G.R.-174. Pasillitos de rocas algo vertiginosas y un magnífico mirador en la revuelta más angulosa de su recorrido, antes de llegar al Collet de Sant Joan. En la misma “esquina” del mirador, un simpático y pequeño Belén han dejado en su mismo balcón. Atrás hemos dejado la Ermita de Sant Joan del Codolar; rodeada por esas grandes rocas y ese minibosque de cipreses que parece proteger al lugar de la sequedad y aridez que parece la envuelve en las laderas del Montsant. Hermoso. “¿Dónde queda la subida a la cima de la sierra?” le pregunto a Juan Carlos de vez en cuando; pues debemos coger una senda a la izquierda que suba con pendiente hasta la cima de la misma sierra, hasta el Collet de Miragüelos. Al cabo de un tiempo, y antes de que se acabe el recorrido por esta parte, ladera de la sierra, encontramos una seda bien pisada pero con la inicial cruz blanca y amarilla que nos indica que no es P.R., y que a la vez nos dice que es la senda que debemos coger para subir al lomo de la sierra. Así pues giramos a la izquierda y arriba (empinado muy a menudo siempre), sin casi partes horizontales y en un apreciable zigzag en ocasiones, hacía el Collet de Miragüelos.
La subida es apreciable. Un descanso casi al final de este tramo; en la parte más horizontal. Detrás nuestro y arriba dejamos una muela, una empinada montaña con la parte más alta rodeada por una pared como si fuera un muro protector de una cima allanada: creo que es el Pla del Grau. Los peñascos y rocas cimeras le dan un aspecto casi agreste al final de las laderas verticales y peladas. Llegamos al final de la senda y ya por fin en la cima de la sierra. Hemos dejado un supuesto sendero que se dirige hacía la izquierda y más arriba (no lo llego a ver) y seguimos a la derecha en busca de una cruz que vemos en el filo de la loma cimera. Antes de llegar a la cruz ya estamos en el Collet de Miragüelos a casi 950 mts. de altura.
Por fin vemos el otro lado de la sierra, y un enorme cordal con paredes, muelas y peñascos sobre una asombrosa y espectacular masa boscosa, se abre ante nuestros ojos: es la larga loma que alberga la Ermita de La Mare de Déu de Montsant y llega hasta La Malacabada, y más allá hasta la Punta dels Pins Carrassers, formado un arco hacía dentro de la sierra. Magnífico. Delante, en medio de una especie de llano valle, una población bien definida: Ulldemolins. Y al fondo una hilera casi imperceptible pero larga y blanca… el formidable Pirineo nevado. Y el helado viento que nos comienza a dar con fuerza al dejarnos ver hacía el norte. Hablo con Juan Carlos. Haremos la ruta algo más larguilla (como sugería con 3 recorridos adjuntos al planeado): en lugar de seguir hacía la izquierda en busca de la Iglesia de la Mare de Déu de Montsant cumbreando, bajaremos hacía la derecha y en dirección noreste en busca de Albarca y el Collet Roig, y después subir hasta la misma Mare de Déu de Montsant pero por la verde, exuberante pero vertical ladera norte del cordal que estábamos viendo a nuestra izquierda y noroeste. Así pues bajamos a la pista que queda justo abajo, y lo seguimos hacía la derecha y abajo.
El frío es muy intenso, el viento fuerte y muy helado. Los participantes se abrigan. Cruzamos algunos charcos con el agua completamente congelada. Pero en la siguiente curva y giro del camino, nos internamos por un sendero muy bien marcado a la derecha siguiendo el hilo de la sierra. Nos internamos entre un bonito bosque de quercus, y vamos bajando poco a poco hacía el final de la sierra, en un lugar más allanado y tranquilo, quizás cruzado por terrenos descarnados de vegetación muy erosionados. Cerca están las casas de Albarca, con su templo y todo. Dejando atrás una pinada, llegamos al Collet Roig con sus postes indicadores, sus caminos y senderos marcados, una llamativa balsa redondeada llena de agua utilizada, supongo, para apagar incendios.
Seguiremos por el camino que pasa junto a la balsa hacía la izquierda y abajo, y oeste, ahora en dirección al bosque bajo la Mare de Déu de Montsant y las Cingles del mismo nombre. Ahora nuestro recorrido sigue por caminos. Atrás dejamos una peña desgajada y desnuda sobre el Collet Roig y Albarca. El cartel e indicación son claras: Grau de La Mare de Déu-Ermita de Montsant-Roca Corbatera-Gran Grau. No hay pérdida. Pasa por todos los sitios a los que queremos ir.
Seguimos el camino como encajado en el terreno. Enfrente tenemos la excepcional y fantástica vista de la escarpada y a la vez frondosa montaña a la que nos dirigimos. Pasamos por la Font de Albarca sin darnos cuenta. El camino sigue girando con leves subidas y bajadas. Un cruce: a la izquierda queda un camino que sube, no debemos seguirlo. Seguimos a la derecha que, aunque parezca que en esta dirección nos alejamos de la sierra, poco después una senda nos guiará hacía la cima de la montaña a la que nos dirigimos. Hay un cartel indicador: “Roca Corbatera”.
El camino bordea e incluso se interna en el cercano y frondoso bosque de pinos. El paisaje aparece espectacular entre la fronda del exuberante y vivo bosque, pinada, y las desafiantes peñas, muelas, agrestes y fabulosas en la parte más alta de la sierra. Fantástico. Llegamos a otro alto en el camino. Yo me he retrasado un poco entretenido intentando hacer algunas fotos a tan bello paisaje… intento controlar la cámara que me ha dejado Anna sustituyendo a la mía; mientras mi cámara está en el “taller”. Otro poste indicador: “Mare de Déu de Montsant”. Seguimos la indicación internándonos más aún en el extraordinario bosque, hacía la izquierda y arriba por una marcada senda. A partir de aquí la senda se irá empinando poco a poco cada vez más, de manera que no habrá un descanso horizontal hasta llegar a su parte más alta, en la cima de la sierra.
Nos encontramos a gente, niños, mayores, que suben por esta senda a un paso más tranquilo. La senda se empina mucho en un determinado momento; les adelantamos. Pero comienza a atravesar extraordinarios lugares de bosque de robles, quercus entremezclados con arbustos y pinada espectacular. El otoño y el frío nos ofrecen los colores fabulosos y hermosos de la hojarasca caída y la que está a punto de caer por toda la senda… grises, amarillos, naranjas, marrones… Fantástico. Es la parte más frondosa, exuberante y bello bosque que atravesaremos en el recorrido.
Casi no paramos los que vamos delante. Hay que sudar un poco y forzar la máquina para sentirla viva. Llegamos a la cima de la sierra y nos topamos con la mágica imagen de piedra de la Ermita de la Mare de Déu de Montsant. Una pequeña iglesuela y un paisaje sin igual junto a sus muros y en la explanada de delante de ella. Hace un viento muy frío del norte aquí arriba. Nos cambiamos, descansamos y preparamos para comer ya que es el sitio escogido para ello, mientras esperamos al resto del grupo que van apareciendo poco a poco por el horizonte del perfil y límite de la cima de la montaña. Un buen sitio.
Nos resguardamos en un lugar al reses detrás del templo, junto a la pared de un gran risco, y sacamos los bocadillos y tuppers para comer. Intentamos evitar el frío viento y que nos caliente un sol flácido muy luminoso pero poco cálido. Las vistas hacía el norte son excepcionales, centradas por la población de Ulldemolins, cercada en su norte por la Sierra de Llena, y más detrás y al fondo las blancas cumbres del Pirineo. Al lado contrario, perfiles, bosques y rincones de la Sierra del Montsant… ni una nube en el cielo, y un paisaje excepcional.
Debemos seguir. Nos abrigamos, ya que nos disponemos ahora a subir la parte más alta de la sierra, por lo tanto la más ventosa, y por ello mucho más fría. Salimos de la curiosa y bien cuidada Ermita de La Mare de Déu de Montsant por el camino que mira desde su misma puerta. Hacía el sur, sureste, dejando justo a nuestra espalda la entrada del mismo templo. Pero enseguida proseguimos por un sendero que aparece a la izquierda y arriba. Seguimos el sendero que, al final, vuelve a derivar en otro camino. Éste sigue la orilla o fondo del Barranc de La Mare de Déu, con vistas a la derecha al precioso bosque en el otro lado del barranco. El frío parece más intenso; da la sensación que atardece rápidamente y el sol cada vez calienta menos; de lo poco que calentaba.
Al final del camino, llegamos a otro cruce con su poste señalizador de rutas y recorridos. Volvemos a estar en la cima de la sierra, en la loma cimera hacía la Roca Corbatera; solamente debemos seguir hacía la derecha y arriba en dirección a la misma. Antes nos hemos encontrado con otro simpático poste indicador: seguimos la misma dirección sur que llevábamos hacía “Gran Grau”. Vemos de nuevo el valle presidido por Cornudella de Montsant y el Pantano de Siurana, cercados por las montañas de las sierras del Coll, Molló… Fantástico. Mientras subimos por la serpenteante senda, atrás aparecen las magníficas vistas de la Ermita de la Mare de Déu de Montsant encaramada a su loma cimera junto a una escabrosa y singular muela bajo la cual nos habíamos parado a comer. Espectacular.
La senda coge la parte más alta y laberíntica de la loma que sube al pico más alto; y discurre por la ladera y parte sur de la loma entre peñascos, pinedas y casi barrancos con estupendas vistas al sur, a Cornudella de Montsant y su entorno. Llega un momento en que la senda gira a la derecha por una rocosa loma después de cruzar por unos pasos entre rocas y peñascos desgarrados de la montaña y casi infranqueables. Una marca amarilla y un destrozado cartel de madera en el que pone “Cova Santa”, nos señala que es el buen camino. Y así subimos a la cima de Roca Corbatera. La reconocemos por que en su cima aparece un pilón de hormigón o eje geodésico. Algunos quieren visitar otro punto culminante que queda a la derecha, la Punta de la Serra Major. Hemos pasado bajo sus vertientes y paredes sur. Solo hay que subir hasta el punto más alto del lugar.
Ya estamos en la cima de la Roca Corbatera a 1.163 mts. de altitud. Una placa en su suelo así nos lo dice. El viento es muy fuerte e increíblemente frío… parece que estemos en una cima pirenaica del frío que hace. Alegría, abrigarnos y fotos al grupo, a las vistas y personales. Estas vistas, como las anteriores pero ahora como recogidas de todas partes a la vez: excepcionales. Pasamos un rato en la insufrible cima. Los grupos de amigos se hacen sus fotos, Alberto otra con la camiseta del Barça en lo alto del pilón, yo hago algunas hacía el paisaje descubierto al noroeste y oeste… pero el frío es insoportable y debemos seguir la ruta… ahora ya de bajada solo nos queda el último de los objetivos del recorrido: la Cova Santa.
Bajamos en dirección oeste, noroeste, por la suave y llana cima de la sierra. Pero aún así el viento y el frío es intenso. Nos paramos en un llano no muy lejos de la cumbre, para reagrupar a la gente, con excepcionales vistas hacía el laberíntico terreno al norte de Roca Corbatera, donde barrancos y laderas cada una de una forma, perfil y orientación diferente, hacen del macizo y de la sierra un lugar increíble. Se aprecia perfectamente que dichos perfiles y erosión son muy diferentes a las de las montañas en las sierras prelitorales barcelonesas, gerundenses, donde la diferente roca (aquí caliza y allí mayoritariamente granítica) hace que se crean diferentes escarpes, formas, “figuras”… Montserrat, Montcau, La Mola y algunos montes cercanos a éstas son las excepciones. Increíble.
El sol ya está muy bajo mientras caminamos casi mirándolo a él. La senda no tiene pérdida. Nos topamos con algún otro poste de señalización de recorridos… Juan Carlos me comenta algo de las rutas por las que señala dicho poste; pero le comento que ya habrá más días para recorrernos más lugares del Montsant. De repente, al cabo de un corto tiempo, la ladera cimera comienza a descender y un vallecillo o más bien circo kárstico, que se abre enfrente nuestro quedándose a la derecha después. Nos paramos. Una gran “bauma” o cavidad en la roca como un gigantesco nicho, se abre bajo los desniveles del terreno casi en la cabecera del circo. Es la Cova del Meloner. En lugar de bajar directamente por una senda que queda más a la izquierda, decidimos seguir por esta a la derecha, sin perder la cima de la sierra, hasta una curiosa cruz metálica de color metálico claro: El Crist de La Sang. Aquí mis compañeros se hacen fotos con la curiosa escultura; con la cruz y el Cristo guardado bajo una “capillita” de cómo tubos metálicos pegados unos con otros… Curioso.
Este es el último punto en el que seguiremos la loma cimera de la Serra Major de Montsant. Aquí ya bajamos al vallecillo anteriormente nombrado, hacía la izquierda y sur, en busca de la herbosa explanada desde la que nos dirigiremos a sendas cuevas. La bajada es algo empinada, pero enseguida se allana algo más abajo, en la que giramos a la izquierda en busca de las paredes del “circo” donde se encuentra la Cova del Meloner. Llegando a dicha “cueva” descubrimos como es: un alargado nicho que ha herido a la roca en una no muy profunda cavidad, pero sí algo llamativa. En ella han construido algunos muros aprovechando el techo y las paredes de la roca, para que sirva como refugio de ganado, seguramente. Surge una decepción cuando al llegar comprobamos que no tiene profundidad ni cavidades interiores más que lo que vemos… solo nos contentamos con hacerle fotos a un carámbano que cuelga del techo de la misma; prueba del intenso frío que hace por estos lares.
Acto seguido y antes de que baje más aún el sol y el frío comience a apretar más bajo la amenaza del atardecer, desandamos la senda siguiendo la misma hasta el extremo opuesto de la explanada herbosa. Como si fuéramos en dirección al sol. La senda que sigue hacía el suroeste, nos hace subir una suave loma herbosa. A nuestra izquierda va quedando el valle del Priorat, y a nuestra derecha las alturas del Montsant. Al momento, la senda gira hacía el interior y derecha y nos deja junto a una pequeña cavidad, casi en el suelo y junto a la misma senda. Es la Cova Santa. En un principio me decepciona ver el pequeño agujero que resulta la entrada a la cueva, ya que había oído que era una cueva grande. Los compañeros, a los que alenté que se trajesen la linterna frontal por que pasaríamos por dicha cueva y nos meteríamos dentro, no pierden el tiempo e inspeccionan la entrada, en la que hay que meterse como doblado por su estrechez. Seguidamente unos cuantos del grupo deciden adentrarse y aventurarse en su interior. Poco después lo hago yo, al ver que mis compañeros tardan en salir, fuera hace frío al estar parados, y dentro la temperatura es más agradable. Y efectivamente por dentro sus salas son más grandes y espectaculares, y la cueva profunda e interesante. Merece la pena entrar; no tiene desperdicio.
Al cabo de un tiempo en penumbras, salimos y rápidamente decidimos proseguir la ruta. El sol ya está muy bajo y en cualquier momento se pondrá por detrás de los límites del Montsant a nuestra derecha. Ahora seguimos la senda hacía el sureste, a la izquierda por la que llegábamos al lugar y en dirección al hueco del valle. Debemos colarnos por la hendidura del comienzo de un barranquillo que seguiremos junto con las indicaciones, de nuevo, del G.R.-174. Una vez aquí ya no hay pérdida… pero nos queda la última maravilla que ver en este recorrido y en esta hermosa sierra.
Esta senda rodea la Roca dels Caçadors entre otros peñascos y pasillos estratégicos. Nos saca del plano de arriba y nos guía por el espectacular Grau de Montsant o Grau del Tomaset. En un momento determinado nos paramos ante la magnífica vista de las espectaculares paredes del Montsant que ahora nos quedan casi atrás y a la derecha. Fotos y admiración. Maravillosa y agreste esta cara del Montsant, que con el toque de luz del sol a punto de caer en el ocaso, le dan un punto hermoso, muy bello. Son como pilares rectangulares puestos de pié, unos sobre otros, los de arriba algo más metidos sobre los de abajo, pero de paredes y lados lisos, picudos o angulosos. Desgajados, erosionados, enormes, más pequeños… pero un perfil espectacular y magnífico.
La senda encaramara entre los no muy expuestos resaltes del Grau, gira hacía la izquierda a la vez que lo hace la montaña, y nos lleva hasta el lugar donde podemos ver el comienzo de nuestra ruta: la ermita de Sant Joan de Codolar bajo las despobladas laderas de la sierra y las inmediaciones de Roca Corbatera. Pero ahora con un color diferente y más místico. Seguimos hacía abajo casi en un zigzag. El sol ya pinta de rojo y naranja las montañas, árboles, valles, con una calidez y una transmisión de sosiego y calma en este rincón de la sierra, solamente superado poco después por la inquietud de la oscuridad y la cercana noche. Todo el valle se viste de colores pasteles para darnos una despedida mágica y espectacular, mientras el sol es extingue tras los escarpes del Montsant más a nuestra derecha y espalda.
La bajada hubiera sido rápida si no hubiera sido por el entretenimiento del disfrute a cada minuto de este acontecimiento como es el atardecer, el ocaso del sol, en el Priorat, en el Montsant. Espectacular. Más abajo me doy la vuelta y miro a mi izquierda y observo con admiración como el sol pinta de naranja y oscuridad la parte más alta de las Cingles de Sant Joan y las paredes del Grau dels Tres Esglaons, y sobre ellos la Roca Corbatera… emocionante. La noche me gana terreno y el pueblo aún queda lejos. Llegamos al cruce donde nos desviamos al principio del recorrido hacía Sant Joan de Codolar, ahora seguimos hacía abajo y recto desandando el camino. Volvemos a cruzar los caminos con sus característicos muros de piedra suelta, y los bancales, viñedos del excelente Priorat. Fotos del atardecer, junto a los viñedos, hacía donde se pone el sol por detrás el Montsant cerca de la Morera del Montsant, hacía la noche cercana… increíble. Me embeleso haciendo fotos y me quedo el último y solo.
No hay problema. La bajada, aún de noche es reconocible. Ya han encendido las luces de Cornudella del Montsant; y antes de entrar o llegar a las afueras del pueblo, un último vistazo, una última foto hacía atrás a la Sierra de Montsant y sus laderas recorridas, ahora apagadas y oscuras por la noche cercana. Encantador. Regresamos al punto de partida, el bar, y aquí disfrutamos de un descanso y de una fresca cerveza reponedora. La actividad ha sido completa, entretenida y bonita. Entre las peladas laderas sur del Montsant, sus “cingles”, paredes, bosques espectaculares, cuevas, santuarios… ha habido de todo… No me ha decepcionado esta bonita y legendaria sierra; ya estoy pensando en volver a visitarla para la primavera que viene. Espectacular macizo (para mi es más que sierra, por el conjunto de formaciones) y hermosos paisajes los del Priorat.