Viernes. Aclimatación a Pastukhov Rocks.
Desayunamos en le comedor del BO/\(/)PAN. Ponemos a punto la mochila para subir a la montaña. Cargamos la comida y el material en la furgoneta. Damos aviso a las autoridades que vamos a subir. Nos ponemos el peto y vestimenta de alta montaña a pesar del día tan bueno que ha amanecido y el calorcillo que hace. Este mismo verano en Alpes y Andes (entre otros lugares y cordilleras del mundo) el calor será mayor de lo normal y la isoterma de 0º subirá de altura a más de lo normal en verano de forma que se hacía muy peligroso el subir a grandes pico como el Mont Blanc o el Alpamayo, y en otros las grietas y rimayas se habían descubierto más y desaparecido pasos de puente de nieve al derretirse. Sin embargo en el Caucaso notábamos el calor o el frío normal en esta gran cordillera. Creo que aquí no se notó o no llegó la tremenda ola de calor. Y la furgoneta sorteando vacas llega a la salida del teleférico. Cargamos todo en él, hacemos 2 tramos de teleférico y unos de telesilla precario hasta llegar a Barrels a 3.800 mts.
Los teleféricos deban miedo. Se veían unos artilugios antiguos, viejos y destartalados que por “alguna fuerza sobrenatural” seguían funcionando. Al final tenías que acostumbrarte a sus ruidos y precariedad. El telesilla era eso, un tele-silla: un asiento unipersonal para subir o bajar que te subía desde la última estación del teleférico hasta Barrels, desde la Estación Mir a Barrels. Abajo era la zona turística de Azau y la estación intermedia donde cambiábamos de teleférico era la Estación Stara Krugozor. El desnivel salvado desde la primera estación a Barrels era de unos mil quinientos metros, desde unos dos mil trescientos a tres mil ochocientos metros.
Desde la estación para coger el telesilla pudimos admirar el Elbrus, los dos “pechos del Caucaso”, aún lejanos pero blancos y altivos. Desde ese momento no dejaríamos de verlo. El día era increíble; ni una nube, ni frío (solo el normal a esa altura y con sol), ni viento; parecía imposible que los días anteriores hubiera hecho tan mal tiempo. Ya en el telesilla observamos perplejos y de forma cómica como unas botellas de pie y una por silla, ocupan la parte del telesilla que baja. Sin caerse, ni moverse bajaban esas botellas de cerveza como si fueran personas que han visitado la estación y ya bajan al hotel.
Barrels es una plataforma en la que se reparten una decena de refugios independientes con forma cilíndrica totalmente que recuerda a un camión con una cuba cargada de gasoleo o cualquier otro contenido líquido. Cada apartamento tiene cinco camas y una mesa con cajones que llaman cocina. Parecían austeros y sucios pero realmente llegaban a ser acogedores con su calefacción y todo.
Allí cargamos un tractor, oruga “snow cabe”, que subirá las mochilas grandes hasta Dizel Hut, mientras que nosotros subimos despacito para aclimatarnos con nuestras mochilas de ataque. Dizel Hut está a 4.100 mts., nos instalamos en el piso de arriba en una cama corrida. Se está calentito por que es madera y aluminio y se calienta.
Dejamos Barrels para llegar de media hora a una hora a Dizel Hut. El día es excelente: soleado, ni una nube y con las dos cumbres del Elbrus como centinelas de formas suaves y blanco hielo dominándolo todo. Atrás el Valle de Baksan, el Donguzorum, Donguzorum Pequeño y Koguters los más cercanos rodeados de montañas, picos, paredes, espolones cargados de nieve, glaciares, agujas… poco a poco el Caucaso se iba abriendo ante nuestros ojos y descubríamos una bella y espectacular cordillera, un mundo propio con unos habitantes y cultura propias. Era un paisaje magnífico e increíble.
Dizel Hut es un refugio construido (o mejor dicho, lo siguen terminando) junto al arruinado Priyut 11, que se destruyó en un incendio. Debió de ser un refugio grande y cómodo con dos alturas aparte del bajo; pero todo de madera, menos las paredes de la planta baja. Ahora, en su interior, es un buen sitio para montar la tienda resguardado del viento. Dizel Hut es algo más pequeño, con recios muros y tejado de chapa de aluminio. Por dentro estaba medio terminado (el año pasado cuando estuvieron Juan y Raúl del G.A.M., nos dijeron que tuvieron que ayudar al guarda a levantar y acoplar una pared de aglomerado y madera para separar las habitaciones de la planta baja). Tiene una primera planta bastante cómoda con camas corridas y dos pequeñas habitaciones con literas, todo de madera. No hay agua, no hay electricidad, no hay cocina y el baño… (Si es que se le puede llamar baño) es simplemente una caseta de madera con dos agujeros en el suelo, de madera, que dan directamente a un vacío detrás del refugio, o sea, directamente a la nieve o al suelo.
En la mesa de la fachada tomamos el sol a (-2ºC) se está bien. Comemos salchichas, embutidos, queso, té, café, etc… que nos ha preparado Nadia, nuestra simpática cocinera. Risas. Buen ambiente y con el cuerpo lleno de energía.
Salimos a +/- 15 h. para las Pastukhov Rocks a 4.700 mts. para aclimatarnos. Vamos despacio pero hacemos pocas paradas, en 2 h. y 30 minutos llegamos al límite de las fuerzas. Hacemos fotos impresionados por las vistas de los cuatromiles de la cordillera, Los Ushbá, el Donguzorum y cientos de picos. Al fondo descubrimos la impresionante doble mole de Los Ushbá, una impresionante montaña colmada de neveros, glaciares y vertientes vertiginosas con sus dos cumbres como gigantescos e infranqueables cuernos que arañan el cielo. Una montaña imponente y bella, muy bella. A esta altura el Caucaso se muestra ante nuestros ojos y se pierde de una vertiente a otra abarrotada de picos, valles, glaciares… perdiéndose a grandes distancias miráramos por donde miráramos. Claro está que al norte teníamos el propio Elbrus, y detrás de éste la planicie y Estepa Rusa, pero delante nuestro, hacía el este, oeste y sur la altiva y extensa cordillera del Caucaso. Una visión espectacular y soberbia; llegué a pensar que llegaba a ser más espectacular que Alpes, y en algunos aspectos es igual o más impresionante que la cordillera alpina. No hace frío pero si viento y eso se nota en los dedos. Hacemos una parada para contemplar el magnífico espectáculo y bajamos a Dizel Hut a las 18:30.
Mal de altura. La cena me sienta bien aunque no se me pasa al mal estar. Sopa caliente, pollo, queso, ensalada de maíz y té. Vodca antes de comer para abrir boca y al final vino caliente para dormir bien. Paso mala noche. Antes de acostar una mirada alrededor. Fantástico. El saco da calor, y esto, deshidratado. Me despierto con frecuencia y amanezco con angustia y dolor de cabeza vomitando.
Yo también sentía los efectos de la altura después del descenso de las Pastukhov Rocks, pero no tanto como Jesús Santana, el normal dolor de cabeza y cansancio. Jesús Andújar y Quique parecían estar bien. Lo del chupito de vodca antes de comer, aunque es costumbre de allí, a mi no me sentó nada bien. Realmente pienso que la aclimatación a la altura no fue suficiente; teníamos que haber seguido un planteamiento más amplio de aclimatación que, por ejemplo, siguen la mayoría de mis compañeros montañeros en Andes.
El sol se va poniendo en el horizonte plagado de montañas y la luna se posa sobre Los Ushbá como una gigantesca corona sobre el “Príncipe del Caucaso”. No me canso de mirar.