Paco se levanta antes que nadie; a mi me ha costado dormirme y Toni ha roncado más que ayer. El día es bueno, esperamos que nos dé el sol para secar las tiendas y recogerlas. Hacemos las mochilas, recogemos las tiendas y pagamos el camping, y pasadas las 11 salimos hacía el refugio con el mochilón.
Son de 2 a 3 horas de subida hasta el refugio. Por suerte el día irá mejorando a pesar de las neblinas y amenazadoras nubarrones que se irán disipando, no sin antes dejarnos algo de su húmeda composición, y preveemos que mañana ya estará del todo despejado. Estamos muy animados, los que no se conocían han confraternizado muy bien, somos un buen equipo y seguro que tendremos éxito.
A la hora de salir comienza a llover y esperamos bajo el techo de la oficina de información, mientras Quique y Jesús compran pan.
Seguimos al otro lado del río. Es la ruta (1) del parque. Y justo junto al nuevo refugio Tetra Lire, dejamos el camino para ascender por una senda muy bien marcada y señalizada, pero en una ladera vertical. El desnivel es muy acusado: en menos de 2 km. de distancia en línea recta, hacemos un desnivel de más de 700 mts.
El Refugio Tetra Lire es de aspecto muy nuevo y tiene una atractiva terraza en la puerta del mismo; pero parece no hay mucha gente. Por una puertecilla aparecen unos cocineros con gorro y todo, y me dá la sensación de ser más un restaurante que un refugio. Ahora la subida se presenta un bello rincón del Valle de La Seyva (parte más alta del Valle de Valsavarenche): en medio de un verde bosque de abetos y ese otro árbol alpino que señalaba mi amigo Jesús y que ahora no recuerdo, más arriba rincones con cascadas y salimos a los prados y roquedales de alta montaña en poco tiempo. Las vistas son espectaculares del nombrado valle y de las montañas circundantes; pero el esfuerzo es continuo y sin apenas descanso a pesar del peso de nuestras mochilas… ¡¡Ya no estoy tan acostumbrado a esto!!
El tiempo sigue malo, no llueve pero chispea en ocasiones. Entre las nubes observo al otro lado del valle el Gran Collet, la vertiginosa bajada y el refugio Seyva. La subida es esforzada pero continua, el Gran Collet me sirve de referencia mientras subo. Nos encontramos con una pareja de murcianos con lo que al final Toni y Paco compartirían habitación. Sube gente pero no excesiva.
Paramos para beber agua y seguimos sin más pausas. Al cabo de unas 2’30 horas llegamos al refugio; sobre las 2 del mediodía. Por fuera es un edificio grande de 2 plantas (más planta baja) y con forma de media, gigantesca tubería.
Nos dan 2 habitaciones de 4: Quique, Jesús, Luis y yo. Y en la otra de 4, Toni y Paco con la pareja murciana. La tenemos en la segunda planta. Habitación 21 y 26, y más arriba hay una especie de buhardilla con más camas. Cena a las 7. Hay mucha gente al final. Recogemos información: Hoy día la subida la han cambiado, hay otra ruta que pasa por otro glaciar y coge una gigantesca morrena…
A la derecha, mirando desde la terraza provista de mesas y bancos del refugio, están esas tres puntiagudas montañas: la Tresenta, el Ciarforon y la Becca di Monciair. Bellas puntas rodeadas de glaciares de los que se ve su rastro enfermizo, pero que al atardecer o en medio del día nos ofrecen un paisaje espectacular. Muy bonito. Toni nos habla de su primera subida por la pared helada del Ciarforon. Hoy día, esa pared está totalmente desprovista de hielo y nieve, todo roca. Nos entristece pensar de los hielos están desapareciendo de las altas montañas, y que su retroceso va a pasos agigantados… mientras, el espectáculo alpino y agreste de estas montañas del Gran Paradiso, es hipnotizador, espectacular.
Después de cenar salimos a la puerta entre las mesas. Sigue haciendo frío, mal tiempo y estamos poco tiempo. Subimos a dormir. Ponemos el despertador a las 3’30. Según dice Luis, caí en 2 minutos.