La idea de volver a Montserrat ya me rondaba desde hace tiempo. La experiencia de la primera salida por tan espectacular sierra fue eso: espectacular (Montserrat: vuelta y subida a Sant Jeroni). Y aprovechamos la salida que organizaba nuestro amigo Paco que, aunque no era un recorrido convencional, si podría ser muy interesante. Así pues el pasado domingo 30 de septiembre, Anna, yo y otras 16 personas, nos encontramos en Can Maçana para comenzar la actividad.
Pero como suele ocurrir al principio de cada actividad, no sabíamos como iba a salir o finalizar ésta, a primera vista sencilla y “dócil”, marcha; y la verdad es que en el transcurso de la actividad, no teníamos idea de que acabaría como acabó. Quizás debo de añadir algunas palabras sobre el comportamiento de algunos que salen a la montaña sin tener en cuenta a quien llevan detrás o quienes les siguen: cualquiera podemos conocernos las sierras, cualquiera podemos estar fuertes para estar horas y horas arriba y abajo por la montaña, o cualquiera podemos atrevernos a pasar por lugares escarpados con pasos temerarios e incluso peligrosos… pero ¿y si vamos con un grupo de gente? Solamente hay que tener un poco de sentido común, conocer las limitaciones de la responsabilidad que conlleva guiar a gente que no sabes si podrán seguirte por aquellos sitios por los que quieres meterte; un poco de compañerismo, de pensar en los demás y saber que lo que puede ser divertido y extraordinario para ti, puede ser una pesadilla para tus compañeros, tus acompañantes…
Dicho todo esto, comenzamos la actividad con una interesante charla de Paco sobre el pequeño valle que llega al Coll de Can Maçana desde El Bruc, y que fue escenario de aquella importante emboscada que les hicieron los catalanes a los invasores franceses con victoria de estos primeros. Historia de la tierra. Véase “El Timbaler del Bruc”. Después emprendimos la marcha hacía la sierra envuelta por esas fantasmagóricas y húmedas nubes cimeras, por el G.R.-172 en dirección al Monasterio de Montserrat que la cruza por su vertiente norte y pasa por sus tremendas, espectaculares, sorprendentes, fascinantes… paredes y agujas. Es una sierra mágica, la montaña mágica, y que su sola visión en la lejanía ya te deja boquiabierto, imagínate recorrerla entre sus escondidos y vertiginosos pasillos, paredes, escondites. Increíble. Siempre me sorprenderán las formas de esta sierra, tan magníficas como únicas y magníficas.
El G.R. sigue al principio por un camino muy bien indicado. Después se convierte en senda y se adentra bajo las magníficas paredes dels Frares y otras agujas. Pronto nos acercamos a La Foradada: un agujero triangular que atraviesa la pared de la montaña, terminada por otra roca casi suspendida en el aire como una erguida cabeza de un enorme mono: La Cadira. Extraordinario. Entre la exuberancia de la senda, subimos por una empinada senda a la derecha en busca de las altas bases de las paredes de las agujas. La idea es hacer una ruta entre éstas agujas: Els Frares. Pero más arriba se hace imposible avanzar: el día de ayer, sábado, estuvo lloviendo todo el día, y la empinada senda estaba muy resbaladiza y enfangada. Aparte había que cruzar zonas de roca pulida y aún mojada, la cual hacía peligrosa la ascensión. Paco había previsto utilizar una cuerda como de pasamanos en los lugares más resbaladizos y expuestos, y la llegó a sacar en un corto tramo de subida junto con otra cuerda fija las cuales ayudaban a pasar una roca incrustada en la senda.
Debíamos de bajar, volver a la senda principal (G.R.) y seguirla hacía el este… otro día lo intentaríamos por este temerario recorrido. Llegando a dicha senda, Paco previó una gran vuelta por la Sierra de Montserrat, pero creo que no tan larga e intrincada que como resultó. Seguimos la senda y pasamos justo bajo la gran roca que parece medio suelta: La Cadira. Una roca en forma de silla gigantesca. Aquí las rocas, con un poco de imaginación, se parecen a cosas conocidas, por ello los visitadores, lugareños y geógrafos les han dado nombres curiosos, según dichas formas: la Momia, La Cadira, el Elefante, el Gorila… Fascinante.
Pasado La Cadira la senda sigue paralela por la ladera norte de todas las paredes de la sierra, en dirección este, sin bajar ni subir demasiado, hacía las proximidades del Monasterio de Montserrat. Arriba e izquierda quedaban los formidables murallones y agujas romas de Els Frares. Extraordinario. A la derecha y mirando hacía el norte, toda la falsa llanura entre La Noia, El Bages y el Vallès Occidental, exceptuando la Sierra de l’Obac y la de Sant Llorenç del Munt. Hacía el noroeste una urbe imponente, Manresa. Abajo nuestro sigue una carretera: es la que va de Can Maçana hacía Monistrol de Montserrat. El día, aunque medio nublado por nubes que van, vienen, se quedan y se van, es de una visibilidad agradecida; pero siguen enganchadas muchas de ellas en las agujas y picos más altos de la sierra.
En todo el recorrido del G.R. nos encontraremos con postes señalizadores de canales y recorridos hacía el interior y parte superior de Montserrat: Els Frares Encantats, Canal del Miracle, Canal de la Font del Llum, Canal de Sant Jeroni, Santa Cecilia, Canal del Pou del Gat, Pla de la Trinitat, Tebaida… A la vez observaremos como van desfilando esas lisas paredes, picos, agujas altas, desafiantes y romas, canales… sobre nuestras cabezas. Dejamos Els Frares y aparece la espectacular y formidable aguja del Cavall Bernat. Impresionante. Más adelante el Mirador del Moro con sus antenas y antigua casa motor de un teleférico, y las inmediaciones del Sant Jeroni y sus verticales agujas que lo rodean, después de pasar bajo sus paredes, quedando a nuestras espaldas. Fantásticas imágenes. La senda es fácil y cómoda, pero a veces pasa por lugares intrincados de roca resbaladiza, con escalones y barandilla, y por la espectacular exuberancia de la vegetación que, en su gran medida en parte del recorrido, te impide admirar, más allá de sus ramas, la majestuosidad de Montserrat. En el grupo hay mucha gente con diferentes marchas, y cada dos por tres debemos hacer una parada de reagrupación… los primeros llevan un buen paso.
Paco decide no coger ninguna de las canales que suben al interior de Montserrat. Las condiciones de las mismas pueden ser igual de incómodas y peligrosas que en Els Frares; y opta por seguir el G.R.-172, girando hacía el Pla dels Ocells. Esto hará que la marcha se alargue considerablemente y vallamos de un extremo al otro de la sierra prácticamente. Abajo aparece otro templo, construcciones religiosas: la iglesia de Santa Cecilia pegada a la carretera y en un punto donde la senda se acerca mucho a ella, y más abajo y al oeste el Monasterio de Sant Benet; magnífica construcción, con su hermosa torre de tejas rojizas y de amplias ventanas.
Giramos. Y vemos otra parte de Montserrat. No hay que dejar el G.R. a pesar de otras maltrechas sendas e indicaciones (muy cerca, en un poste de la luz, la indicación hacía La Teresina). Las nubes se siguen agolpando a este lado de la sierra, sobre sus agujas y paredes verticales, más y más murallones inexpugnables, colmados de agujas, picudos torreones que desafían las leyes de la física. Impresionantes. Más exuberante e invasora vegetación, y más impresionantes agujas verticales, desplomadas, de punta roma.
Otro descanso en otro excepcional mirador de la senda; otro reagrupamiento, y más adelante pasamos bajo la figura de El Elefante. El cual no todo el mundo afina con su imaginación al descubrir su trompa, cabeza, orejas… con el descontento de Kike y Paco que la reafirman y contemplan mientras caminamos. Le damos la vuelta por su base. Y al poco tiempo paramos en el Plá de La Trinitat muy cerca de las ruinosas construcciones de la misma, las cuales algunos aprovechan para visitarlas.
¡Una casa colgada entre los verticales conglomerados de Montserrat! vertiginosa visión, curiosa construcción que hace nos paremos a contemplarla en un claro de la senda. Increíble y magnífico a la vez. Al poco tiempo el giro se completa con la visión de las picudas torres que forman el conjunto de La Magdalena (la más alta) y los otros torreones con nombre de santos que la acompañan. ¡Esto ya me suena! Estamos muy cerca de las inmediaciones del famoso Monasterio de Montserrat. Sobre nosotros y a la derecha quedan La Momia y La Preñada, agujas y torreones de conglomerados con formas similares a las de sus nombres. Hermoso.
Después de dejar de subir y adentrarnos un poco más en el interior de Montserrat, nos acercamos al Refugio-Ermita de Sant Benet. Y bajo ésta, la zona que llaman Tebaida, a unos 940 mts. (según poste señalizador). Al completar el giro paramos en un espléndido mirador con barandilla de hierro sobre el que se encuentra, encajonada entre las verticales paredes conglomeradas, el fabuloso Monasterio de Montserrat, el cual no lo habíamos visto hasta llegar a dicho mirador. Estamos muy cerca de él. Ya era hora de tomar algo, comer algo. Fotos, vistas y preguntarnos por donde volveremos a los lejanos coches en Can Maçana. Estamos en el punto de inflexión de recorrido, ahora solo queda volver al punto de partida por otro camino, por el interior de Montserrat… no sé si Paco sabría que la vuelta no serían ni 2 ni de 3 horas calculando la distancia y caminos a elegir para llegar a los coches. Descanso, comida, vino, café con leche y hasta Liga intentó echarse una siestecilla.
Reemprendemos la marcha. Ahora cogemos la senda camino del Plá dels Ocells. Pasamos por el Pla de Santa Anna; por aquí ya pasamos en la vez anterior (Montserrat: vuelta y subida a Sant Jeroni). Hay más turistas, más curiosos visitantes del Monasterio que se atreven a adentrarse algunos metros en la sierra, con zapatos y vaqueros. Comienza un tramo de lastimeras escaleras de cemento y a la vez vemos a esos intrépidos escaladores como asolan las paredes rugosas de las agujas y lomas rocosas de Montserrat. Paraíso para escaladores.
Pla dels Ocells. Yo conozco la bajada por el Camí del Rei hasta la Vinya Nova, pero Paco quiere adentrarse un poco más en la sierra, seguir un poco hacía el oeste por el interior de la misma para no coger demasiados caminos, y bajar por unos lugares que desconozco y no recuerdo el nombre. La idea no era acercarse a la base del pico más alto de Montserrat (Sant Jeroni), pero la dirección de la caminata nos indicaba que así era, y de broma, al salir del Pla dels Ocells camino de Sant Jeroni, así lo bromeaba yo: “A que pasaremos y subiremos al final al Sant Jeroni”.
Las fuerzas ya fallaban a Anna, David… el sobreesfuerzo hacía mella en ellos. La marcha estaba siendo más dura y larga de lo pensado, planeado… pero muy bella en sí. Pasando por el interior de esa espesa y bien conservada vegetación que nos encontramos en este camino a Sant Jeroni, el grupo se estiraba más; debía parar a los de delante para que los de atrás los pudieran coger y descansar. No me canso de admirar y repetir lo fabuloso de la exuberante vegetación en este tramo entre el Pla dels Ocells y las proximidades de Sant Jeroni. Un cuidado y espectacular bosque de encinas y árboles frondosos.
Llegamos a un cruce. Ya vamos a cruzar la sierra para bajar por el lado opuesto por el que andamos a la ida, al otro lado de las agujas cimeras de la misma. Pero vemos que Sant Jeroni queda a 25 minutos según el poste señalizador. Para lo que queda me atrevo a sugerir la conquista de éste en un sobreesfuerzo y carrera relámpago, después cogeríamos al grupo; nadie me sigue excepto David Luís. Y los dos corriendo por la reconocida senda pasamos junto a la Ermita de Sant Jeroni, admiramos y hacemos fotos de la sierra ya a más altura, y en poco tiempo subimos por las extenuadas escaleras que nos llevan a la cima y estupendo mirador del pico Sant Jeroni (1.236 mts.). El esfuerzo es recompensado por las admirables vistas y la inconfundible miel del éxito al llegar a una cumbre. A pesar de las nubes medias y altas (ya han desaparecido las bajas que cubrían las agujas), la visibilidad es extraordinaria; y bajo las negras nubes al noreste se divisan las montañas del Montnegre, El Corredor, Montseny… y más cercana Sant LLorenç del Munt y la Serra de l’Obac. Permanecemos poco tiempo en el mirador de la cima. Unas guiris (irlandesas o islandesas, según David Luís) nos hacen las fotos de cumbre, y yo me deleito al apuntar con mi cámara hacía casi todos los puntos cardinales. Extraordinario.
Bajamos como hemos subido, corriendo cuando nuestras piernas y corazón lo permitían; y aprovechamos un atajo para llegar al collado por donde debían de pasar el resto del grupo: el Coll de L’Abarda. Kike nos espera allí, y se sorprende al contemplar que bajamos por otro camino diferente al que habían utilizado el grupo. Aunque David Luís era reticente a utilizar atajos que no conociéramos, la dirección del mismo daba la evidencia de que desembocaría en el camino de bajada elegido por el grupo: el Camí dels Francesos.
Bajamos ligeros y enseguida pillamos al grupo entre la exuberante vegetación. La senda parece marcada con pintura blanca y amarilla, pero hay muchos recorridos en esta sierra y cualquier indicación por fácil que se vea podría llevarnos por “el mal camino”. Algo más abajo Paco nos espera en un cruce de sendas. En lugar de seguir hacía abajo y seguir el Camí dels Francesos, nos desviamos a la derecha y oeste. Primer error para salir de la sierra. Paco decía: “cogemos éste por que cuanto más hacía la derecha y oeste vayamos, más nos acercaremos al lugar donde se encuentran los coches”. Una apreciación que en más del 50% no se cumple. “No por coger el camino más recto, es el más corto”, pensaba yo; y le explicaba mis experiencias y conocimientos, que luego fueron concluyentes, a David Horts que bajaba, medio cansado y lesionado, de los últimos, sobre el guiar y elegir el camino más adecuado. Todo esto sin saber si han consultado el mapa, aquellos que van en cabeza, alejados del resto del grupo, y por ello sin poder diferir en sus decisiones.
Dicho y hecho. La senda, el recorrido escogido, en lugar de bajar y salir de la sierra, lo que hace es girar hacía el norte e interior, de nuevo, de la misma, e incluso subir algo de altura. A la vez las escarpadas vertientes por la que discurre dicho recorrido y algunos pasos “entretenidos” en ella, hace que nos retrasemos más y vayamos más lentos, a parte del cansancio acumulado. La dirección del recorrido veíamos se aproximaba al Coll del Migdía, en la columna vertebral de la sierra y más cerca del G.R.-172 (camino de ida) al otro lado del coll que bajando a la base sur (Vinya Nova, Can Jorba…) el cual se suponía era el plan. Si la idea de aquellos que guiaban al grupo y abrían el recorrido, era la de ver otros perfiles y aspectos sorprendentes, bellos, increíbles de Montserrat, lo consiguieron; si iban buscando o siguiendo un recorrido para salir pronto de la sierra y llegar a tiempo a los coches, fueron muy, muy mal encaminados. De hecho el “supuesto error”, nos hizo perder mucho tiempo y ya se iba haciendo muy tarde perdidos en las entrañas de Montserrat.
Pero poco tiempo antes de llegar al Coll del Migdía, la senda volvía a girar y bajar hacía el lecho del Torrent del Migdía y cambiar de dirección hacía la izquierda, hacía el sur. Mejoraban las condiciones del camino (menos encrespado) pero para salir de la sierra tendríamos que hacer como si desandáramos lo recorrido. Veía compañeros que consultaban mapas, por lo tanto habían mapas para poder asegurarnos que seguíamos el camino y dirección ideal. Pero de aquellos que encabezan la marcha seguíamos sin saber nada de ellos, sin tener contacto con ellos, para poder debatir el recorrido que todos seguíamos ciegamente. Mientras, bajamos por el fondo del torrente esquivando en ocasiones la enmarañada vegetación siempre presente, sana y vigorosa. Vemos un cartelito: “Els Plecs del Llibre”.
Hasta que, metidos más abajo en el fondo del Torrent del Migdía vemos como se estrechaban sus paredes, alzándose y verticalizándose, y convirtiéndose en una verdadera garganta, un verdadero cañón sin la salida que no fuera la misma dirección del torrente, tanto para arriba como para abajo. Seguimos y el torrente hace una curva terminando en un espectacular precipicio de roca lisa y vertical. Existe un equipamiento de la pared, unas cadenas, reuniones para hacer rápeles… nos han metido en el Juego de La Oca. El Juego de La Oca, según Paco, es una de las vías ferratas más difíciles de Montserrat ¡¿Cómo íbamos a bajar por ahí?!
La indignación fue tal que explotó la rabia por la impotencia de seguir a aquellos dos (de cuyo nombre no hace falta que me acuerde) que ya se habían perdido entre las verticalidades del lugar mientras bajaban sin esperarnos, sin debatir y sin preocuparse. Nos paramos. No podemos seguir. La gente, el grupo ni está preparado ni equipado para tal bajada… ¡¿a quien se le ocurre?! Uno de ellos sube para indicarnos por donde podemos bajar “nosotros” (el resto del grupo), aquellos que abrían la marcha, que se supone nos guiaban por la desconocida (para la gran mayoría de nosotros) sierra, habían decidido bajar por donde ellos querían sin tener en cuenta la opinión o capacidades del grupo.
Decidí coger el mapa de Anna de Granollers, y viéndolo junto con Paco decidimos retroceder Torrent del Migdía arriba hasta un cruce de sendas, con ambas salidas tanto a la derecha como a la izquierda. Intentaríamos volver al Camí dels Francesos, y ya por fin controlaríamos el recorrido nosotros.
Más tiempo perdido dentro de la misma tardanza del perdido recorrido. Pero pronto llegamos a dicho cruce, muy señalizado, después de pasar por otra “vía de escape” que quedaba a la izquierda según remontamos torrente arriba. Ahora subimos y dejamos el lecho del Torrent del Migdía hacía la derecha y en dirección oeste hasta cruzarnos con el Camí dels Francesos en el Coll de l’Ajaguda. Ya vemos la salida, ya vemos la planicie que queda al sur de Montserrat, solo tenemos que bajar hacía esa planicie, dejando a la derecha la misma Agulla de l’Ajaguda.
La senda es vertical y muy larga, pero esperanzadora y directa. Carlos me preguntaba al llegar al Coll de l’Ajaguda cuando vio la otra senda de bajada (Camí dels Francesos), si debíamos seguir ésta. Ahora la salida estaba clara, la tenía clara y el grupo se sentía más seguro si era yo, que iba con ellos, el que llevaba las riendas del recorrido… en lugar de aquellos dos. El día se acababa, el sol casi se ponía al oeste entre nubes y el horizonte, y la oscuridad y las sombras alargaban su mano con un paisaje cálido y simpático. Hermoso. Un apresurado corredor como salido de la nada, nos adelanta pidiendo paso con el chirrido de las piedras que suelta y pisa.
Por fin salimos de la sierra. Llegamos al llano de los pinares de los alrededores de la sierra entre El Bruc y Collbató. Llegamos a un camino entre Vinya Nova y Can Jorba ¡El rodeo ha sido tremendo! Son las 7 de la tarde. Se hace de noche. Estamos todos. A la vez una pareja llega a la curva del camino donde desembocaba la senda del Camí dels Francesos, justo detrás nuestro. Paco se apresura a pedirle el favor al joven de que nos lleve en su coche hasta Can Maçana; pues tenía le coche aparcado justo en la misma curva.
De esta manera desistimos de llegar a Can Maçana caminando, después de 10 horas de incansable recorridos, con pocas paradas reales en el mismo, por la laberíntica Montserrat. El resto del grupo siguió camino abajo hasta la cercana Vinya Nova donde después les recogeríamos cuando rescatáramos los coches.
Despropósitos aparte, los paisajes, lugares y vistas de Montserrat, en el recorrido del día, han sido espectaculares, increíbles y extraordinarias. Es una sierra preciosa, magnifica, única… es la Montaña Mágica, es la belleza de agujas altas, desplomadas, de puntas romas con formas extraordinarias e imaginarias… con su toque de perfiles conglomerados. Monstruos, figuras, personas y cosas petrificadas como gigantes en las raíces de la tierra, para la eternidad, contemplación y admiración del hombre y del Universo. Extraordinario. Mágico. Hermoso.