Vuelta por Sant Segimon:
Anna me dijo que iríamos a casa de su hermana Mabel a celebrar su cumpleaños y que nos podríamos quedar a dormir en casa de Canadà Park; e incluso al otro día hacer una ruta por el Montseny. Ya hacía 2 semanas que habíamos hecho actividad de montaña: en Montserrat y en la Sierra de Callosa en Alicante; y ésta sería la tercera seguida que saldríamos a la montaña. Yo le dije que de acuerdo, perfecto; y si nos acercábamos al macizo del Montseny, el siguiente e imprescindible pico tenía que ser el Matagalls.
Ya había leído u oído hablar del Matagalls: en mi mapa de geografía española y a Enric que siempre hablaba de subir o ir al Matagalls como si se fuera hacer un gran esfuerzo, empresa o costoso trabajo. Cuando subimos al Turó de l’Home ya veía dicho pico con sus tapizadas laderas de bosques de hayas, marrones y deshojadas por le invierno. Una montaña, una cima emblemática y querida.
Por ello, y gracias a mi reciclado mapa de Alpina encontrado en esta misma sierra, ideé un recorrido fácil de subida al Matagalls. No quería volver a darle otra paliza a Anna en la montaña, al menos en tan corto plazo de tiempo desde Montserrat. Dos sitios eran los idóneos: Collformic y Coll de Sant Marçal. Ya con altura suficiente y comodidad para que no sea una actividad forzosa y sí fácil pero entretenida. Elegí, finalmente, Collformic por que era el lugar más cercano a nosotros, y por que desde el Coll de Sant Marçal estaría mejor hacer recorridos a Les Agudes por Castellets y otros puntos interesantes.
Puse la noticia de la actividad en Madteam, por pura información y curiosidad o protocolo; y Zodiaco me contestó que más interesante sería hacer el recorrido de subir al Matagalls junto con la visita, a la bajada, de Sant Segimon, que si no quedaría una actividad algo insulsa. Miré en internet que era Sant Segimon, y en el mapa, y donde se encontraba. Al final la sugerencia me pareció interesante y el lugar atractivo. Según el tiempo que tardáramos en la subida, pasaríamos por el conjunto medieval de Sant Segimon o no.
El pasado domingo 3 de abril, cogimos el coche (no muy temprano, el desayuno en casa de Canadà Park es un lujo sin prisas) y nos acercamos a Collformic. Al llegar, cual fue mi sorpresa al comprobar la cantidad de gente, coches y visitantes que había en aquel lugar, con un restaurante y todo. Aparqué en un camino como pude (con sorpresa a la vuelta) y comenzamos la marcha poco después de las 11 de la mañana desde la misma pista a un poco más altura que el propio Collformic. Collformic está a 1.144 mts. de altitud, y mirando la altura del Matagalls y la distancia, no será un desnivel ni dificultad excesivamente esforzado… ni mucho menos, hay domingueros, niños, curiosos y turistas que suben por las sendas, pero también montañeros, senderistas y corredores de montaña entrenándose en este habitual recorrido.
Seguimos el G.R.-5 que cerca de Collformic se interna por un corto bosquecillo de árboles suntuosos, formidables y magníficos; la senda, muy desgastada y ancha, se agarra en ocasiones al suelo rocoso y desnudo. Salimos de los bosquecillos al coger altura, y sin perder la senda del G.R. por la que andaremos hasta la misma cumbre del Matagalls, volvemos a cruzar una pista y nos acercamos a las altas laderas del Turó d’en Besa, con su caseta en su cumbre, por su lado sureste hacía el este. Hay gente que sube y baja, que corre y anda despacio, que se para y que prosigue… pero si que hay gente, bastante gente en ésta tradicional subida al Matagalls.
Pronto llegamos a una especie de planicie, a una especie de collado y delante una esforzada subida a una loma algo escarpada. Estamos en el Plá de La Barraca, verde y amplio: una arruinada construcción circular, un pozo de nieve, y un escondido vallecillo surcado por bosquecillos de hayas, marrones y desnudas: es el Sot de la Fagetona con el Torrent de Rentadors (según los mapas). Enfrente la subida al Turó Gros de Santandreu de 1.542 mts., que se hace sin complicaciones y que será la subida más inclinada del recorrido. Desde su cumbre se ve al fondo una cruz: es la cima del Matagalls. Ahora la ancha senda sigue casi por la cumbre de este cordal de la sierra en dirección al Collet dels Llops y a la subida directa a la Creu, a lo más alto del Matagalls. Antes nos desviamos hacía la Font de La Rosa, según la indicación en la misma senda, Font del Matagalls o Font del Collet dels Llops según que mapa miremos. Un chorrillo de agua sale debajo de la extraña construcción, y varios letreros y dedicatorias. Una de ellas sobre las restauraciones de las fuentes, entre ellas, la que nos encontramos ahora, con un familiar símbolo y nombre que me recuerda a mi viejo club de montaña de Almoradí: El Centro Excursionista Almoradí, el Centro, “El Centre”. Antes los límites de los hayedos se han acercado, raquíticos y desnudos de hojas pero enmarañados con muchas ramas, a la senda por la que circulamos; las “ginebras” también abundan como matorral, de tal manera que a un lugar del recorrido cogerá el nombre por su gran cantidad.
Después de una ligera, empedrada, desgastada y no demasiado larga subida, llegamos a lo más alto del Matagalls, donde una magnífica cruz enclava en la parte más alta del mismo pico. Estamos a 1.696 mts. y la cima está llena de gente: niños, curiosos, domingueros, senderistas, montañeros… lo mismo que antes. Peleas e impaciencias por hacerse una foto con el monolito en solitario, algo imposible salvo por la amabilidad de aquellos que llegamos y tenemos que esperar antes de tocar por primera vez lo más alto del Matagalls. Las vistas increíbles: un extenso manto marrón y continuo inunda la cara norte-noreste, un increíble hayedo cruzado por caminos y sendas, terminando en las afueras de la famosa localidad de Viladrau. Bello. A la derecha o sureste el seguimiento de la sierra hacía las cúspides de Les Agudes, alta y encrespada por este lado con su cresta de Castellets, y el Turó de l’Home, alta loma más al sur de la hermana Les Agudes que, desde esta parte, a penas se vislumbran sus antenas adyacentes del Puig Sesolles. Almorzamos o comemos, admirando las vistas al norte en un inclinado prado pegado a la cumbre y al resé del fuerte viento que sopla en la sierra.
Fotos, videos de rigor, de cumbre y alegría por la actividad, y enseguida comenzamos la bajada. La subida ha sido muy amena, así que decido acercarme al lugar del que decía este “amigo cibernético”: Sant Segimon. Para ello solamente debemos coger lo alto de la loma que quedaba a la izquierda cuando subíamos, para seguirla, sin bajar, hasta el final, donde se encontraría Sant Segimon. Desde el Matagalls se ve perfectamente el camino que debemos seguir, incluso veía gente subir y bajar por ese punto, cuando subíamos; queda justo hacía el oeste. Por una amplía loma casi limpia de matorrales y ningún árbol seguimos con una bajada suave y sencilla. Llega un momento que dejamos la dirección oeste para ir hacía el noroeste; a la vez un simpático bosquecillo de hayas se acerca por nuestra derecha. Siguiendo por lo más alto de esta loma, dejamos de ver a tanta o ninguna gente; todo el dominguerismo se ha quedado en la subida habitual al Matagalls. Cosa que despertará la desconfianza de Anna por si no fuéramos por buen camino al no encontrarnos con nadie. Vamos en dirección al Coll Saprunera pasando por el Plá dels Ginebres donde, como ya he señalado antes, abunda este “alcohólico matorral”. La bajada es simpática, suave, casi aburrida.
Ya en el Coll Saprunera unos montañeros que nos habían adelantado optan por bajar desde aquí, de la ladera, por la izquierda en busca de la pista hacía Collformic. Anna duda y pregunta desconfiada: “¡Ells baixen per aquí…!”, “Ja, per nosaltres tenim que arribar a Sant Segimon per lo mes alt de la lloma”… o algo así. Como siempre termina siguiéndome (no le queda más remedio) y después de cruzar un prado con hermosas vacas, rodear el Turó de Collsaprunera y superar por el lado norte, derecho el Turó de Sant Miquel, nos quedamos maravillados ante la sorpresiva visión de la escalofriante y colgada sobre una estrecha peña, Ermita de Sant Miquel dels Barretons; y más abajo de ésta y de su pared, el conjunto medieval de Sant Segimon con aspecto medio ruinoso. Bello e increíble.
La Ermita de Sant Miquel no es gran cosa: una construcción con una sola estancia que no parece ni iglesia ni monumento religioso. Lo sorprendente de esta construcción es el lugar en la que está ubicada. Vemos un cartel, y después de visitar Sant Miquel dels Barretons, decidimos seguirlo para que nos guíe hacía Sant Segimon. Por la parte oeste del risco bajamos por una suntuosa senda indicada con manchas de pintura y algún que otro escalón artificial, y terminamos en la pista que nos lleva a Sant Segimon desde Collformic. Justo aparecemos en el Coll de Las Tres Creus, donde una extraña cruz algo diablesca nos recuerda el nombre del lugar. A la derecha y norte llegamos a Sant Segimon, muy cerca, por una estupenda pista que atraviesa un estupendo hayedo. La llegada al conjunto medieval es espectacular, entre las ramas y hayas desprovistas de hojas y la tierra marrón llena de ellas, salvo en la pista. Un par de parejas se han acercado por la pista para visitar también el lugar. Un cartel señalizador nos indica que por aquí podemos llegar a Viladrau. Y después del hayedo llegamos a la valla cerrada que nos impide entrar en las construcciones. Parece que la están restaurando y en obras. Cabe destacar su ¿campanario? con tejado puntiagudo con una veleta chirriante en la punta del mismo. El resto de las construcciones parecen grandes y formidables, con recios muros y pintorescos perfiles de arquitectura medieval. Muy interesante y bonito.
Debemos volver ya y lo haremos por la misma pista, camino arriba, en busca de Collformic. Ahora no hay pérdida ni dudas; hay que seguir la pista en dirección contraría a Sant Segimon. Pasamos por la Font de Sant Miquel dels Sants y aprovechamos para beber y rellenar la cantimplora en el abundante chorrillo que cae de la misma; con un agua cristalina y fresca. Mientras nos recorremos las curvas de la pista, nos adentramos en hermosos hayedos que hacen las delicias de mi cámara de fotos: abundantes, sanos y magníficos árboles algunos de ellos dignos de ser protagonistas de alguna que otra instantánea. Recorremos el anteriormente nombrado vallecillo del Sot de Les Estrelles con el Torrent de Rentadors, ruidoso, de aguas abundantes, que termina, más arriba, en el Sot de la Fagetona. Por la pista nos acercamos de nuevo al Turó Gros de Santandreu, que vemos al fondo. Yo estoy arto de andar por la pista y en el mismo sitio donde cruza el anteriormente nombrado torrente (justo después de cruzarlo), decido coger una senda a la izquierda y hacia arriba paralela a otro riachuelo que desemboca en el ruidoso torrente. Anna no está de acuerdo, no quiere salirse del camino e ir monte a través por los hayedos, piensa que nos perderemos o que tardaremos más por cualquier incidencia en el recorrido. De aquí quiero llegar de nuevo al G.R. que cogimos de subida al Matagalls y bajar por él hasta Collformic. En un cruce de escondidas sendas escojo mal, hacía la izquierda dirección este, y nos dirigimos de nuevo al Plá de La Barraca. En este lindo prado cogemos el G.R. en dirección a Collformic sin complicación pero con algo más de recorrido (no mucho, pero más entretenido y bonito). Al llegar a Collformic Anna se percata que hemos tardado más que yendo por la pista; pero bueno, lo bonito es internarse en el bosque, pasear por los prados y saltar arroyos… no seguir como rebaños de borregos pistas transitadas por domingueros y vehículos, es aburrido y antimontañero.
Al llegar al coche me encuentro con la sorpresa de una “presunta o posible infracción” por circular por una pista de un parque natural prohibida a los que no son vecinos del lugar. ¡¿Circular?! ¿100 metros pista adentro para poder aparcar en el atestado lugar, donde ya habían aparcado otros coches?… ¡¿Y que vecinos?! ¡Si no hay casa ni vivienda por allí! Pero bueno, esta tontería no impediría el celebrar y disfrutar de la actividad realizada, de la experiencia vivida y del reconocimiento de un nuevo lugar recorrido y admirado. A ver si la próxima ya me acerco a Les Agudes por el Coll de Sant Marçal, o visitando alguna parte de sus hermosos y extensos hayedos. Excepcional montaña con excepcionales rutas.
Vuelta por la Font de Coll Pregón:
Ya hacía tiempo que no subía el Matagalls desde el fácil Collformic, y después de la pandemia quería hacer una salida relámpago para visitar esta cima del segundo macizo más alto del Montseny. Así que el pasado sábado 10 de abril del 2.021 salgo de casa en busca de la localidad que lleva el nombre de la montaña y de su collado o puerto de montaña al oeste de la misma: Collformic.
Hoy hace un día raro entre nieblas y nubes altas, las cuales dibujaran un bonito paisaje combinado con las verdes y oscuras laderas del macizo de La Calma, y a la vez las otras evitaran que el sol salga, caliente y nos quite el fresco de la montaña.
El parking del mismo Collformic, 1.144 mts., está lleno, es pequeño, y bajo al que queda antes a la derecha según subo de Montseny. Que también ya hay numerosos coches, pero no está lleno. La gente con esto de no poder ir a los bares, centros comerciales y lugares cerrados les ha dado por ir a la montaña, a la Naturaleza, y todos los accesos famosos a las mismas, están llenos siempre… Y a partir de aquí es sencillo, sigo el mismo recorrido que realizamos en las primeras visitas a esta cima como en la ruta descrita en el relato con la Vuelta por Sant Segimon de más arriba, que no es otra que la ruta o recorrido directa y más concurrida de la montaña para llegar a la cima del Matagalls… es como si fuera recta.
En mitad de la subida las nieblas hacen que saque la cámara para hacer unas preciosas fotos hacia Montserrat, envuelta en nubes, nieblas blancas y algodonosas, el día es casi gótico con este ambiente oscuro y nebuloso. El Montcau que queda antes en la Serra de Sant Llorenç i l’Obac, también aparece como una pequeña isla inofensiva pero preciosa, fotogénica.
En las inmediaciones del Collet de l’Estanyol descubro en mitad de la senda una salamandra parada sin moverse que intenta coger la energía del sol inexistente que hoy no ha salido, creo yo. Los que han pasado no la han visto, no se han dado cuenta; algunos pasan corriendo y ni miran por donde pisan… pero yo la descubro y espero que a que lleguen hasta mi posición una pareja de iniciados al excursionismo que no conozco para decirles, “¿Queréis ver una salamandra?” … después de su observación y admiración intento quitarla de las piedras que hacen de senda, por donde pisa la gente que pasa por aquí, para que no la maten chafándola… pero no la quiero tocar con las manos ya que su piel puede ser venenosa. Me pongo los guantes, la cojo y la aparto.
Y en poco tiempo ya estoy en la cima del Matagalls, a 1.696 mts. Hay poca gente en la cima, pero siempre la hay. Aunque llego a hacer una foto en la distancia con su famosa cruz y mesa de piedras libres de personas que les molesten. Mirando hacia Viladrau desde la cima y a la comarca de Osona, las nubes bajas y nieblas, siguen invadiendo el paisaje. Este día con las nubes altas y las bajas da un aspecto invernal de frio y poca calidez, pero bonito y simpático a la vez.
Una vez visitado el Matagalls y hacer las fotos de rigor, decido bajar y volver al coche, pero en lugar de deshacer el camino, me acordé de aquella actividad y recorrido que hicimos visitando todas o casi todas las fuentes y surgencias de agua que rodeaban la cima del Matagalls, y decidí seguir el mismo camino realizado entonces cuando bajamos de la misma cima, hacia la visita de una de esas fuentes: la Font de Coll Pregón; en aquella las Fonts perdidas del Matagalls.
Entonces bajo casi por el lado contrario al que he subido, por la senda que baja a Coll Pregón y Sant Marçal. Si llegaba por la parte oeste, suroeste, del Matagalls, ahora salgo por la sureste, mirando hacia Les Agudes y abajo el precioso contraste del hayedo sin hojas entre un grupito de abetos. No hay pérdida. La senda está igual o más marcada que la que sube desde Collformic, pero cruzar el hayedo que queda en esta parte de la cima, es fantástico, precioso, fenomenal. A parte de que es un G.R., hay postes indicadores en la señalada senda.
Llega un momento que entre el excepcional hayedo sin hojas, aparece un prado ondulado sin árboles y sí con una verde hierba. Justo está entre dos vertientes las cuales una queda a la derecha, al sur, y la otra a la izquierda, al norte. Estoy en Coll Pregón, a 1.532 mts. Aquí giro a la derecha y sur por otra senda bien marcada pero sin postes indicadores, ya nos salimos del G.R., en dirección o en busca de la Font de Coll Pregón. Recuerdo esta parte del hayedo cuando nos lo recorrimos en aquella actividad de las Fonts perdidas del Matagalls, preciosa y solitaria; y ahora sigue igual, increíble, con ejemplares únicos y con sus formas originales, vivas y llamativas. Precioso.
Hay que recordar que sigo los pasos de la actividad antes nombrada, la de las Fonts perdidas del Matagalls, no me saldré de la misma hasta llegar al Collet dels Llops, justo en el recorrido que acabo de hacer para llegar a la cima del Matagalls desde Collformic. Por si acaso siempre llevo el mapa y la brújula, más vale tenerlas y no necesitarlas que necesitarlas y no tenerlas.
Llego a la pequeña paretilla o murito que cuida el caño de agua de la Font de Coll Pregón, que le da un aspecto casi místico, ancestral, sepulcral incluso. Con su escrito en azulejos que le dan un aspecto antiguo, medieval. Y a la vez, como los hayedos antes cruzados, todo el suelo y terreno está lleno de las hojas caídas de los árboles, cosa que le da un toque más romántico, gótico, misterioso… hermoso.
Sigo la senda, que no es tan grande ni marcada como las anteriores que subían o bajaban del Matagalls, hacia el lado contrario al que he llegado a la fuente, y sigo internado por el precioso hayedo, con calvas o zonas menos pobladas hacia el suroeste en busca de la ladera sur del Puig Sacreu, una cimita al sur del Matagalls que hace de cordal, hombro del mismo, hacia el sur.
La niebla y nubes bajas (como las altas que persisten toda la mañana) siguen inundando el paisaje, creando una enorme isla justo del macizo del Turó de l’Home-Les Agudes que va quedando al otro lado de la ladera por la que camino. También el Suï sobresale en ocasiones entre las nubes como un islote perdido en este mar de nubes, y el Puig Drau, muy cerca y más alto faro del Pla de La Calma, con más terreno sobre las nubes. Preciosa y fotogénica imagen.
Llega un momento en que salgo del hayedo y observo como la senda, al llegar a un “giro” del terreno, parece que desaparece y justo se yerguen unos enormes y preciosos ejemplares de hayas, algunas mas cercanas y otras solitarias, pero fuera del bosque, del hayedo. Según el mapa, la forma del terreno y recordando aquella actividad ya nombrada de las Fonts perdidas del Matagalls, las imágenes y rincones grabados en mi maltrecha cabeza, creo saber que estoy bajo las laderas del Puig Sacreu, en el llamado Pla Soliva de Dalt o en sus inmediaciones, cerca, y es entonces aquí cuando la senda desaparece y el recorrido debe de hacer un giro siguiendo el perfil del terreno, de la montaña, de la dirección suroeste que llevaba, a coger la norte como si volviera a la zona donde se encuentra la cima de la montaña, buscando justo la ladera sur del Matagalls, por la ladera derecha de un vallecillo o barranco, cuya riera, arroyo o cauce del mismo, nos irá quedando a la izquierda. Es el Sot d’en Vila que nace de la Font d’en Vila, lugar al que me dirijo.
Aunque sepa hacia donde tengo que ir, no encuentro senda o pisadas y sigo monte a través entre los frondosos y molestos matorrales en busca de la ladera del barranco donde se encuentra otro formidable hayedo, ahora en dirección norte como ya he mencionado. Mientras camino parece que, entre la abundante hojarasca, bajo ella, aparece un camino o senda mejor dicho, por el dibujo del terreno, la sigo. No llego a reconocer que sea una seda o el recorrido correcto, pero me lleva en buena dirección hacia el norte y hacia el fondo del valle sin bajar altura, al revés, cojo algo de altura.
Y una vez caminado unos metros por el precioso hayedo, observo el cauce del barranco, del arroyo, cosa que me hace bajar un poco de altura en busca del mismo. Lo salto, paso a la otra orilla, y justo en la otra orilla, en la que ya no hay un bosque, hayedo, tan denso, solo ejemplares repartidos en la ladera, me encuentro un sitio con fango, barro, y agüita saliendo de aquí formando un arroyito, una pequeña regata… ¿será la Font d’en Vila? Seguro que sí, no hay otra por los alrededores. Es más bien una surgencia de agua, un manantial, sin caño, pared de piedras… natural.
Y aquí ya encuentro una senda que sigo y comienza a coger altura montaña arriba, dejando a la izquierda y sur el barranco del Sot d’en Vila, viendo como pierde altura con forma de valle o barranco cada vez más evidente, y el hayedo a mi espalda, al otro lado del vallecillo. Llego a un colladito. Se supone que desde aquí sale otra senda más evidente que baja por el mencionado vallecillo, pero ni la veo ni la busco, yo sigo por la senda antes encontrada en las inmediaciones de la Font d’en Vila, que me dejará, subiendo fuera del bosque, en el Collet dels Llops, al sur y suroeste de la misma cima del Matagalls, que no se ve, claro. Esta senda más reconocible y pisada, recorre en subida el perfil de la montaña y zona que piso, hasta dejarme por intuición y orientación, en el nombrado colladito, que, como ha he mencionado, queda justo en la ruta de subida normal al Matagalls desde Collformic.
En todo momento desde a cima del Matagalls hasta el Collet dels Llops he seguido el recorrido de las Fonts perdidas del Matagalls, con los matices de no encontrar la senda en el último hayedo y revuelta de grandes árboles… en aquella ocasión “nuestro guía” creo que llevaba GPS. y entonces íbamos monte a través pero por el recorrido hecho por otro…
Y una vez en el Collet dels Llops en lugar de girar hacia la derecha en busca de la cima del Matagalls (otra vez) giro a la izquierda y oeste para desandar lo andado para subir a la cima de la montaña, y bajar a Collformic, acabando así mi nueva y solitaria excursión.
Acabo así con las imágenes de la niebla que ha subido “escalando” la laderas del Montseny, cubriendo mi camino de bajada entre el Turó Gros de Santandreu y el Turó d’en Besa, formando un paisaje místico, mágico… si no fuera por las torres de alta tensión, el colofón de esta nueva ruta (aunque ya conocida y realizada en partes en otras actividades…), hubiera sido simpática y conmovedora. A pesar de estos gigantescos árboles esqueléticos de hierros y cables, el Montseny siempre tan bello e insuperable, sobre todo cuando te pierdes entre a soledad de hayedos centenarios donde no encuentras a nadie, y tienes la sensación de viajar en el tiempo, de estar en otro bello y espectacular país, Mundo. Impresionante.