Os presento una corta ruta que se pude hacer en menos de 4 horas. Ideal para una mañana pudiendo regresar a comer a casa. El recorrido es muy cercano a la urbe de Barcelona saliendo por sus radiales norte, de forma que se puede utilizar como medio de transporte, aparte del coche, el tren de cercanías y los autobuses de transporte público. Después de tanto tiempo sin recorrernos la Serralada de Marina, volvemos para visitar uno de sus rincones naturales más emblemáticos: la Font y su Torrent, de l’Amigò.
La idea es salir desde la estación de tren de Montcada i Reixac, después de venir en el tren de cercanías de la línea R2 (nosotros desde Barcelona) y acabar en las paradas de autobuses del Hospital de Can Ruti (Universitari de Trias i Pujol) para escoger el autobús de vuelta idóneo: B24 para volver al centro de Barcelona, el B12 para volver a Montcada i Reixac… Seguiremos el mismo recorrido escrito en el relato: Serralada de Marina. Una extraña circular, hasta llegar a la parte más alta del recorrido: La Coscollada, y de aquí bajaremos en dirección al nombrado hospital por el vallecillo que forma el extraordinario rincón de la Font de l’Amigò.
De esta manera el pasado sábado 21 de diciembre salimos 7 compañeros pasadas las 09:20 horas desde la estación de tren de Montcada hacía la Serralada Litoral. Volvemos a pasar por la Vall-Llosera recorrida por el Torrent de Can Güell y presidida por la Font d’en Tort. La vegetación aquí sigue frondosa y verde en algunos rincones, con excelentes ejemplares de pinos piñoneros y alguna grandiosa encina en las orillas del poblado torrente. Subimos hasta el Coll de Moià y de nuevo la incertidumbre: no me he leído el relato del recorrido anteriormente nombrado y ahora dudo entre cual es el camino a seguir. Después de equivocarnos durante unos minutos (creo que igual que en aquellos entonces) siguiendo el camino que sigue a la derecha y en dirección a la sierra, volvemos para meternos por el camino que sigue, según sales de la senda que sube del vallecillo, enfrente a la izquierda y que da la sensación que baja hacía las poblaciones del gran valle del Vallès Occidental. Pero no; no baja. Sigue a lo largo de la sierra sin perder altura en dirección al norte y hacía un pequeño templo que se vislumbra entre la vegetación: la iglesia de Sant Pere de Reixac.
Como hice entonces, volvemos a visitar el templo (Sant Pere de Reixac) para admirar sus piedras y sus vistas. Me asombro al mirar hacía el manto boscoso de la sierra: el verde oscuro se mezcla casi a partes iguales con el naranja oscuro de las mismas encinas o sureras que cambian su hoja (caduca) de las que siguen con ellas todo el año (perenne), con la consecuencia de un bonito y excepcional bosque bicolor… como un vestido flamenco de color verde y lunares naranjas.
Del templo seguiremos el valle de la Riera de Reixac hacía el este e interior de la sierra, en busca del Pi Candeler y el yacimiento de Les Maleses. La exuberante e increíble vegetación del valle, del lugar, ha cambiado de color: la recordaba muy verde y ahora tiene unos contrastes de ese mismo verde vivo y oscuro, con el amarillo, naranja o marrón de las hojas muertas o a punto de morirse. En algunos rincones se abre una línea como límite de los colores, quedando el verde intenso, vivo y oscuro por la parte de abajo (enredaderas, matorrales bajos…), y por arriba esos colores pastel naranjas, amarillos, marrones (hojas de los robles y sureras)… la imagen es fabulosa y asombrosa. Una visión realmente chocante y hermosa. Me ha sorprendido este nuevo aspecto de la sierra.
Subimos por la senda que sale a nuestra derecha monte arriba después de un pequeño poste indicativo con un cuadrado amarillo. Habremos dejado atrás otra senda con una indicación que no hemos hecho caso: una flecha verde en el tronco de un alto roble. Subimos hasta el colladito entre el Cavall Bernat y el Pi Candeler, donde almorzamos con vistas a la impresionante urbe de Barcelona y sus poblaciones adyacentes hacia el norte, y la abandonada cantera bajo nuestros pies.
Subimos por la, a veces empinada, ladera cimera hacía la cima del Pi Candeler. Arriba sigue habiendo una vegetación que agobia a la senda, de una especie de alto matorral. Los compañeros han seguido la senda cimera hasta el yacimiento arqueológico de Les Maleses; Anna se ha quedado en la cima de Les Corones (464 mts.) en la misma senda en medio de la misma entre el Pi Candeler (463 mts.) y Les Maleses y a muy poca distancia de ambos (no se distinguen mientras te recorres la senda). Volvemos al Pi Candeler donde aparece el cruce de sendas y la misma que nos baja, a la derecha (si vienes de abajo) y hacía el este, al Coll de Lliçà. También por entre una vegetación abundante e increíble.
Justo en el Coll de Lliçà giramos por una senda a la izquierda y en dirección oeste y arriba por la loma de la sierra, hasta su cima; pasando bajo los cables de unas enormes torres de alta tensión (toda la sierra esta llena de ellas). De esta manera llegamos a la cima de La Coscollada (464 mts.) donde su alta torre de vigilancia vigila oteando el horizonte.
Hasta ahora nos hemos recorrido la ruta del relato Serralada de Marina. Una extraña circular. Fotos de cima, del grupo, de las vistas… el día es magnífico y frío (al menos a primera hora de la mañana), las nubes altas entelan el cielo e iluminan de mala manera las deslumbradas y casi quemadas fotos. Tenemos el Hospital de Can Ruti allá abajo hacía el sureste, vemos los edificios que sobresalen al final de las lomas de la sierra y antes de la urbe, que quedan algo más atrás, de Badalona. Las vistas hacía la ciudad de Barcelona es impresionante; La Coscollada es un magnífico mirador.
Tenemos que bajar. Anna me da prisas ya que hemos quedado para comer, y antes de las 13 horas debemos estar en la parada de autobuses del hospital. Ya que el B12 que sale en dirección al centro de Montcada i Reixac sale a esa hora según la web; y hasta una hora después no habrá otro que salga en esta dirección. Pili me indica de seguir la pista cimera desde La Coscollada en dirección este como si fuéramos hacía el mar. Mi idea en un principio era volver al Coll de Lliçà por la pista y de aquí coger una senda o camino de herradura hacía el Coll de La Malesa, dicho collado está justo encima de la Font de l’Amigò, nuestro siguiente objetivo. Pero hago caso a Pili y decidimos seguir la pista cimera desde La Coscollada hacía el este-noreste para, al poco tiempo del recorrido, girar en el siguiente cruce de pistas hacía la derecha y suroeste, en busca de este último collado. Decididamente, reconozco que este camino, esta ruta, baja más directamente al Coll de La Malesa y por ello a la Font de l’Amigò.
La pista baja fácilmente y con cierta inclinación. Llegando al mismo Coll de La Malesa, la pista se suaviza y aparecen unos pinos piñoneros. Entre estos pinos y a la izquierda, al otro lado, un poste con un cartel señalizador: “Font de l’Amigò”. Bajamos entonces por una fácil senda pero con apreciable inclinación hasta un rincón en un giro de la senda, acondicionado con bancos y muritos de piedra, y con un chorrito de agua que sale por un tubito en medio de este murito. Risas y fotos; los compañeros nos esperan sentados junto a la fuente. Pilar me cuenta las marchas nocturnas que hacen desde Badalona hasta el lugar, por todo el vallecillo del Torrent de la Font de l’Amigò, en las que cientos de salamandras salen de sus escondrijos nocturnos y se hacen visibles ante la luz de las linternas.
Andamos por sendas y lugares por las que no habíamos andado en el anterior recorrido. Solo debemos de seguir la senda que baja justo desde la Font de l’Amigò, valle abajo, en dirección sureste, hacía los edificios del Hospital de Can Ruti. No hay pérdida. Pero el recorrido será fabuloso y espectacular: de primero la senda al salir y en la misma fuente está flanqueada por unos altos árboles de rivera, álamos podrían ser. Más abajo la vegetación se hace abundante y espectacular, con ejemplares fabulosos y hermosos. Parece mentira que una sierra que ha sufrido tantos incendios y está tan pelada en muchos indretos aireados y descubiertos, tiene rincones tan hermosos, frondosos, exuberantes y vivos como este; y como el valle de Reixac. Espectacular. La vegetación invade el lugar, y en la senda pisamos las hojas secas de estos hermosos Quercus. Verde y viva. Hermoso. Más abajo la senda deja de bajar y se allana cuando aparece un cañar de varas amarillas típico de humedales.
Después del cañar y con la visión de los edificios del hospital casi encima nuestro, salimos por un corto camino a la izquierda hasta la redonda donde están las paradas del autobús público. Vemos las señales del G.R.-92, que pasa junto al hospital cuando se dirige de La Conrrería a Sant Jeroni de La Murtra. Los autobuses han sido puntuales y a nosotros al final nos han sobrado casi 15 minutos para llegar a las 13 horas al lugar acordado. Salimos 4 personas con el B12 hacía Montcada, Raquel coge el que se dirige a Vall d’Hebrón, Xavi el B24…
La excursión ha sido interesante. No se piensa en encontrar estos mini paraísos tan cerca de las urbes barceloninas: Riera de Reixac, Torrent de la Font de l’Amigò… islas de frondosidad y vida. Hermosas.