Esta vez, en nuestra segunda comida-reunión-actividad “prenadalenca” de Cuspidianos, Kike nos ha preparado una sorprendente marcha por los lugares, bosques y rincones de Llaés y la Sierra dels Bufadors. Aunque tenemos que acercarnos a estos lugares desde Santa María de Besora (Barcelona) todo el recorrido se hace dentro del termino municipal de Ripoll (Girona), en su parte más meridional.
Desde el mismo centro de Santa María de Besora, salimos a la izquierda por una pista cementada que no asfaltada, que seguiremos arriba y abajo con unos pocos kilómetros hasta que, dejando a la derecha el Castillo de Llaés (reconocida por la torre de la iglesia de Sant Bertomeu de Llaés en lo alto), y pasado las puertas de La Vila de Llaés, llegamos a la Serra de Llaés. Junto al camino, nos quedará a la izquierda un edificio con la fachada de color blanco, coronada, casi a ras de la misma pista que recorre la parte más alta del terreno, por una especie de palomar o torrecilla… otros edificios circundan a éste de fachada blanca, que es el restaurante de Llaés.
Aparcamos junto al camino y antes de entrar en las casas. Hemos pasado por lugares extraordinarios y muy hermosos de hayedos y robledales conduciendo por la pista. Ya nos sorprendíamos con la vida y exuberancia de estos bosques antes de comenzar a andar incluso. El día es frío, bastante frío, y las nubes y nieblas nos ensombrecerán y darán sus toques otoñales o de invierno temprano, a lo largo del recorrido. Me sorprende el magnífico y espedo manto boscoso y vegetal que queda hacía el sur y bajo el grupo de casas de la Serra de Llaés: es la llamativa Sierra dels Bufadors; montaña que nos recorreremos en nuestra bonita ruta.
Estamos a poco más de 900 metros y será una altitud de la que casi no bajaremos en todo el recorrido. Los 30 participantes, guiados por el buen amigo Kike de Barcelona, nos ponemos en marcha por la misma pista en la que hemos llegado, desandando el camino ahora caminando, en busca de las laderas del Castillo de Llaés. La dirección será hacía el este, noreste, y no subiremos demasiada altura en este primer tramo del recorrido. El primer objetivo es visitar las Baumes del Teixidor, enclavado en un rincón apartado del mundo y rodeado de bosques y belleza en las inmediaciones de la Sierra de Milany.
Nos topamos con un grupo de ciclistas justo bajo la colina donde se ubica la construcción del Castillo de Llaés; donde un cartel indicador nos dirá que camino seguir para dirigirnos a las Baumes del Teixidor. Cambiamos el camino cementado y seguimos otro de tierra a un poco más de altura pero siguiendo la misma dirección. Este camino, que también nos llevaría al castillo, pasa justo por debajo de él en su parte sur. Ya hemos hecho numerosas y fantásticas fotos del castillo en la distancia del recorrido que ya llevamos, y de los fabulosos ejemplares de robles y otros impresionantes, vivos y hermosos árboles, con los que nos hemos encontrado en la misma orilla de la pista cementada. Asombrosos.
El camino deriva, al otro lado de la loma sobre la que se levanta el castillo, en la casa de El Hostal de Llaés. Desde aquí y por un camino a la izquierda se sube hasta los muros del mismo castillo. Nosotros seguiremos por la dirección contraría al castillo dejándolo a nuestra espalda. Encontramos un poste indicativo con carteles amarillos. Me parece que no llegamos a seguir ninguna de las direcciones que venían en él. Seguimos este camino hacía la derecha bordeando la falda del Puig Sentull por el sur. La dirección es, en general, hacía el este, hacía el interior de los frondosos bosques de las montañas de la Sierra de Milany. Caminando por este muy bien definido camino, dejamos a nuestra derecha las magníficas vistas del impresionante, por su frondosidad y espesura, el valle entre la Sierra dels Bufadors y la de Llaés. Hermoso. Los colores de sus bosques marrones, amarillos, naranjas… nos muestran sus signos otoñales, que entre el frío y lo nublado del día, hacían excepcionales las imágenes, la actividad… atrás y hacía el oeste el paisaje del Pirineo nublado y nevado detrás del perfil de la loma del Castillo de Llaés, teníamos otra magnífica vista de estos paisajes encantadores y únicos.
Seguimos el camino hasta toparnos con un cruce y una puerta como una valla en el camino de la izquierda que parece que sube por encima del camino que llevábamos. Cogemos éste hacía la izquierda, sorteando la puerta, que nos llevará después de algunas curvas y giros siguiendo las laderas de la montaña, hasta otras curiosas construcciones, otra masía: El Teixidor. Casa que da nombre a las Baumes a las que nos dirigimos. Me quedo hipnotizado por los balcones y arcos en su fachada principal mirando al mediodía, de la casa más grande del conjunto. Parece una casa antigua, un caserón viejo, pero atrayente, interesante, austero, enigmático… los ladridos de un perro me ahuyentan del lugar, y sigo con el grupo por el camino que pasa justo bajo las construcciones, girando un poco a la derecha entre prados o bancales herbosos. Seguimos en dirección al frondoso bosque que nos queda enfrente nuestro. Frondosas laderas como una selva de robles, hayas y otras especies entre laderas con pendiente y barrancos. Atrás dejamos la enigmática visión del caserón de El Teixidor, que con sus arcos bajo el nublado cielo del prepirineo. Increíble.
El camino se vuelve a internar en el fabuloso bosque. Da unos cuantos giros y de repente aparece otro camino a la derecha y hacía abajo con otro giro inmediato. Debemos seguir éste último. Y a poca distancia bajando un poco, llegamos al increíble y excepcional lugar de la gigantesca oquedad de la Bauma del Teixidor: entre altos y muy numerosos árboles de rivera (puede que álamos) hermosos y grandiosos, se abre en la misma curva de la montaña, de su ladera, una oquedad como en forma de media luna con una altura considerable y una profundidad suficiente rodeada por una verde y exuberante vegetación… increíble. Algunos muros deshechos vestigios de viejos vivaques o refugio para el ganado. En el centro bajo el alto techo de la bauma, un lugar para un fuego con su rastro de cenizas y leña quemada; y algo más profundo y arriba, como en una grada, hasta incluso una parrilla. Pero sigue haciendo frío: a los lados de la bauma nos hacemos fotos junto a simpáticos y helados grupos de carámbanos, solo la minúscula pero llamativa cascada que cae desde uno de los lados del enorme hueco, no está helada; ésta alimenta los verdísimos líquenes y musgo que rodea la bauma… excepcional, hermoso… un rincón de ensueño, un lugar épico y fantástico.
Fotos y más fotos. El lugar lo merece. Sacamos algo de comida mientras estamos parados admirando el lugar. Aunque Anna y yo nos hemos comido nuestro sándwich justo antes de llegar al lugar. Las nueces que parto con mis dientes, dan la impresión de no tener la cáscara tan dura como suele parecer.
Debemos seguir. Kike nos reúne y guía por otro camino que sale justo desde el mismo camino que llega a la bauma y baja al lecho del barranco, lo atraviesa y sigue por la rivera contraría a la que hemos entrado. El lugar, entre esos altos álamos que le dan aspecto de un estremecedor bosque de leyenda, sigue siendo hermoso e increíble. Ahora nos dirigiremos hacía la Sierra dels Bufadors. El camino ahora sigue hacía el sur y más adelante hará un giro hacía el suroeste, entre estupendos hayedos y escasos prados. De tanto en tanto vemos alguna marca amarilla. Hago fotos, los paisajes son espectaculares, me retraso algo y me llego a quedar el último mientras me embeleso con estos bosques y rincones. Cruzamos la Riera de Milany; sus heladas orillas están llenas de hielo y blanca escarcha. Pero el agua corre con ímpetu y clara transparencia. La cruzamos con cuidado o saltando, pero sin dejar el camino que no vemos se cruza con ningún otro.
Ahora hayas, ahora robles… el bosque y sus rincones son especiales, son magníficos y hermosos. Donde las hojas secas no cubren el camino, lo hace la blanca escarcha en los escasos espacios abiertos. Y más adelante cruzamos otro torrente que lleva un buen chorro de agua: el Torrent de Massats. El lugar es excepcional. Nos encontramos con charcos totalmente congelados en el camino, y con magníficos ejemplares de robles a su vera; y en un alto del camino, nos acercamos al borde del mismo a la derecha sobre el abismo vegetal y arbóreo: enfrente las laderas donde seguimos el camino hacía la bauma. Vemos el caserón de El Teixidor en medio de la verde y viva loma. Excepcional. Y asomándonos un poco más sobre el mismo borde, giramos la vista hacía el fondo del valle hasta el lecho del torrente y descubrimos entre el espeso y colorido bosque, un salto de agua salvando una gris pared en medio del exuberante bosque como apareciendo de la nada entre las suaves y boscosas laderas y perfiles montañosos. Impresionante.
Seguimos el camino. Ahora parece que sube algo, suavemente entre los hayedos y la fronda. Aquí el hayedo, el bosque, también es excepcional, exuberante, enorme y bello. No paro de hacerle fotos mientras me quedo el último. Lástima no tenga mi Fujifilm para captar esos colores y esos brillos. Realmente estamos subiendo a una especie de colladito donde habitan las ruinas de otra construcción: l’Espunyola. Antes hemos cruzado algunos prados en los límites de estos increíbles bosques, y nos hemos cruzado con algún malencarado y solitario cazador sin presa ni perro. Al otro lado de l’Espunyola, bajamos por otra ladera hasta topar con la pista cementada que nos lleva a Santa María de Besora a la izquierda o a Llaés hacía la derecha, y que ya nos habíamos recorrido en coche para llegar hasta Serra de Llaés. Seguimos la primera dirección hacía arriba y hacía el sureste, para de esta manera acercarnos al Coll del Beví muy cercano.
Después de una algo empinada rampa en la pista cementada, llegamos al Coll del Beví, no sin antes toparnos con enormes y casi gigantescos ejemplares de hayas que quedan como milagrosamente intactos justo en la orilla de la carretera. La amplitud del tronco y la grandeza y altura de éstos, impresiona. Uno de ellos parece que será el ejemplar más grande y gigante del lugar. Fantástico… pero ya estamos en la Sierra dels Bufadors; el Coll del Beví ya forma parte de la nombrada sierra, y éste comunica el valle de Llaés y su sierra con Santa María de Besora, separadas por las escarpadas y alargadas laderas de la Sierra dels Bufadors. Y desde aquí nos dirigiremos al segundo objetivo dentro de la actividad: los Bufadors de Beví.
Un poste informativo de recorridos en la parte más alta del Coll del Beví; y antes un simpático cartel de “Benvinguts a El Bisaura”. Ahora seguiremos un cartel adicional tallado en una tablita en forma de flecha que pone “Els Bufadors”, y giraremos a la derecha y arriba por una senda que se encarama por la parte más alta de la loma, la Sierra dels Bufadors. A partir de ahora seguiremos en dirección oeste por toda la escarpada y fina cima de la sierra, seguiremos el recorrido por toda la columna vertebral de la misma.
Las vistas y los paisajes que vemos y nos recorremos son increíbles. Hacía el sur aparece Santa María de Besora en la parte más alta de una alargada loma. Atrás, a nuestra espalda y por todo alrededor de la sierra la cual nos recorremos, un impresionante bosque de robles y frondosos ejemplares. Fabuloso, increíble. Las verdes vistas y los diferentes colores del manto forestal son fantásticos, magníficos, soberbios, atrás, en la parte más al sur de la Sierra de Milany cuando se une con la de Santa Magdalena, entre el Puig de Sant Jaume y el Puig de l’Obiol. Hermoso paisaje, con el bosque ondulando como las laderas de las montañas en el horizonte, entre sus colores otoñales.
La senda sigue la cima de la Sierra dels Bufadors. A veces nos asomamos a verticales precipicios hacía el sur, y otras nos internamos en un excepcional hayedo en la cara norte de umbría y frondosidad. Es una interesante senda en un subibaja con algunas marcas de puntos verdes como guía. Algunos miradores que se asoman entre los precipicios de la sierra… increíbles vistas hacía el magnífico bosque y verde paisaje… no me canso de repetirlo. Llega un momento que la senda deja la cima de la sierra y gira hacía la parte norte y frondosa para internarse en una especie de gigantesca brecha, entre dos paredes graníticas con un espacioso pasillo entre ambas. Antes nos hemos internado a la vez en otro hermoso hayedo. La vegetación es espectacular aquí, en la umbría de los Bufadors: los hayedos y rincones, así como la combinación con los escarpes del lugar y sus lisas paredes y rocas, es fantástico, un bosque legendario, de leyenda. Me encanta.
Aún seguimos en dirección oeste por este recorrido, hasta que al final de la enorme brecha, ésta se transforma en una estrecha grieta mirando al norte por la que tendremos que pasar y bajar casi con la técnica de contraposición de escalada: las manos y pies de la derecha en una pared y los miembros izquierdos apoyados en la otra pared… pero también en el poco suelo y piedras que podemos pisar. De repente comienza a caer una cándida nieve que poco después se convertirá en una hermosa y abundante nevada por unos minutos. Era el punto de fascinación que le faltaba a este excepcional y épico recorrido, como si fueran imágenes sacadas de un documental de naturaleza o de una escena de Excalibur o el Señor de los Anillos… algo místico y bello a la vez.
Entre la abundante nieve cayendo en esos instantes, y el cerrado, frondoso y vivo hayedo por el que ahora bajamos, hemos dejado la dirección oeste para seguir ahora la norte bajando por la ladera boscosa de la Sierra dels Bufadors… otros rincones hermosos de altas hayas y suelos a rebosar de hojas secas. El recorrido se insinúa ahora cuando seguimos por un claro de vegetación arbustiva en el bosque y hacía abajo… como si por donde no hubiera crecido el sotobosque, fuera el camino a seguir… por esto y por otras señales físicas del terreno reconocibles. Todos disfrutamos del lugar, de la nieve, del momento; caminamos en fila y a veces distanciados aprovechando los espacios para confabularnos con la Naturaleza que nos rodea, disfrutándola y admirándola, y a la vez, compartiéndola con el resto del grupo.
Llega un momento en que este especie de camino desemboca en otro que en lugar de seguir bajando, lo cruza horizontalmente. Seguimos éste último hacía la izquierda. En un momento del camino, éste gira hacía la derecha y en dirección este bajando muy poco a poco y cruzando toda la ladera norte de la Sierra dels Bufadors, internándose en el extraordinario y fantástico bosque, hayedo, tan vivo y bien conservado que alberga la sierra. A lo largo del recorrido tranquilo y espectacular de este parecido camino de herradura, las fotos harán su papel para eternizar y robar las imágenes de sus rincones, vistas, formas, características… entre la oscuridad, la luz y el color del hayedo, vegetación… el otoño nos ha dejado el lugar lleno de colores marrones y naranjas pastel, agradables, brillantes, y la tierra llena de hojas secas como si fuera una asombrosa alfombra marrón y blandita al pisarla.
El camino gira hacía el norte y baja con pendiente algo más pronunciada, buscando el fondo del valle, la Riera de Llaés. Aparece un surco en el centro del mismo camino, producido por el correr del agua de lluvia. El bosque, hayedo, sigue siendo fabuloso. Estamos en el vallecillo que queda entre la frondosa y abrupta Sierra dels Bufadors y la Sierra de Llaés. Algo más abajo el hayedo es increíble: la altura de los árboles es extraordinaria, el verdor y rincones es fabuloso, y algunos ejemplares hermosos, espectaculares y asombrosos.
Llegamos hasta las orillas de la Riera de Llaés, sin salirnos del camino, y la cruzamos sin dificultad. A pesar de lo ancho de la riera, el agua pasa casi a ras de su lecho. El agua llega en pocos sitios al tobillo y buscamos los mejores pasos para no mojarnos demasiado. Al otro lado sigue el camino que comienza a subir haciendo algunos giros. La vegetación ha cambiado. Es cara sur del vallecillo: hay pinos y carrascas, hemos dejado las hayas y los robles de húmedos bosques. Como decía el camino hace varios giros: ahora seguimos dirección oeste cuando encontramos un cruce y otro camino que sale a nuestra derecha y arriba. Justo en este cruce hay una camioneta y unos presuntos cazadores. La idea es girar por este camino para coger dirección noreste y arriba, y pasar por las casas de Montsull. Arriba de toda esta ladera o loma de la Sierra de Llaés, está justamente el punto de inicio de nuestra ruta: Llaés (Serra). Atrás, casi a nuestra espalda dejamos la frondosa y bella Sierra dels Bufadors.
Antes de llagar a Montsull me desvío del camino intentando atajar, pensando que el camino haría otro giro… pero al final, monte a través y entre carrascas y encinas, aparezco por la parte alta de la casa de Montsull. Desde aquí ya no dejaremos el camino que subirá ladera arriba buscando su cima. Hará varios giros en dirección noreste y luego noroeste, pero siempre con la mirada puesta en la perpendicular hacía la cima de la loma.
Aquí también aparecen hermosos ejemplares de Quercus, robles, y bellos rincones entre estos bosques. De repente arriba nuestro aparece una firme y fornida construcción, pared, muro, con un tejado triangular, un cuco balcón y una pequeña y redonda almena con la antigua utilidad de vigilar el horizonte justo en una esquina de la construcción: es Llaés (Serra). Donde habíamos comenzado la marcha; justo ese edificio es el restaurante. La llegada hasta las puertas de la misma casa es seguir ahora el camino más evidente.
Una vez en el mirador junto a la puerta principal de la casa, después de subir por una simpática escalerita, admiramos el recorrido realizado por la boscosa, ondulada y casi escarpada Sierra dels Bufadors. Hermosa. Acabamos la actividad con una buena y tardía comida en la buena compañía de los compañeros y las risas y acontecimientos que vinieron a la mesa. El recorrido y lugar han sido fabulosos; sus bosques, hayedos, robledales y vegetación son encomiables, muy sanos y bellos, de magníficos ejemplares de robustos y asombrosas formas y perfiles. Hay que repetir la visita al lugar. Hay que volver a perderse por estas solitarias laderas de bosques inmensos y frondosos, centenarios y místicos.