Ya tenía ganas de volver a la increíble comarca de La Garrotxa, recorrerme sus fascinantes volcanes y sus fabulosos bosques. Maravillarme ante sus verdes y suaves colinas, como si formaran un laberinto de conos frondosos y encantadores… sus volcanes.
Después de que el año pasado por estas fechas visitara parte de la zona, subiendo los volcanes más famosos como el de Santa Margarida y el Croscat, y nos recorriéramos la Fageda d’en Jordà descrito en el relato Los Volcanes de La Garrotxa, pues este año no tenía que ser menos impresionante el recorrido.
Como siempre ideado por mi vistosa interpretación de los mapas, planeé un entretenido recorrido por la Serra de Les Finestres, la cual ya había oído hablar con fama y devoción. A la vez, se encontraba cerca otro conocido volcán que se podía visitar de camino: el de Rocanegra. Y todo partiendo desde la famosa y encantadora población de Santa Pau. Espectacular con su fortaleza y magnífica ubicación en medio de un llano entre bosques frondosos y verdísimos prados… sobre todo en esta época en que realizamos la actividad, el pasado sábado 3 de noviembre.
Salimos de Santa Pau hacía el oeste por el señalado G.R.-2 hacía el Volcà de Rocanegra. El día está cubierto y le da un aspecto al recorrido y al verde y húmedo paisaje sobrecogedor, familiar, en este lugar, hasta incluso enigmático y místico; con ese aire de temor característico de lugares legendarios, oscuros, misteriosos… alucinante. Somos casi 30 personas en total las que participamos de esta bella actividad, y pronto llegamos a la falda del Volcà de Rocanegra. A la izquierda y al fondo, queda la Serra de Les Finestres, a la que abordaremos en poco tiempo. Giramos en un cruce hacía la izquierda, por un camino que quiere subir a la falda del volcán. La forma del volcán es extraordinaria: un cono casi perfecto muy boscoso, verde oscuro, con el abierto cráter mirando hacía nosotros. Hermoso.
Subiendo por este camino, que ya comenzaba a empinarse, llegamos hasta una infranqueable valla metálica, custodiada por una caseta de perro junto con su inquilino dentro, al otro lado. ¡Que sorpresa! No podemos seguir por aquí. Y es curioso por era el antiguo itinerario del G.R.-2 que marca en el viejo mapa de Alpina. Pero el nuevo mapa de Alpina de La Garrotxa sacado de la biblioteca Sagrada Familia de Barcelona, nos indica que el G.R.-2 sigue, circundando el estupendo volcán, por su norte, noroeste y oeste. Así que desandamos el camino, que ya se internaba entre la espesura del fantástico volcán, y volvemos al anterior cruce para seguir hacía la izquierda y oeste (recto, si no hubiéramos girado hacía le volcán) para seguir el G.R.-2 por las faldas norte del Volcà de Rocanegra. El camino está cementado (desde antes del malogrado cruce) y pasa por entre verdes prados y boscosas laderas volcánicas, lugares de cuento y fantasía. Enfrente, me doy cuenta, aparece el famoso Volcán de Santa Margarida, el cual ya subimos el año pasado en el recorrido de Los Volcanes de La Garrotxa, magnífico y espectacular el pequeño o gran volcán lleno de vida y hayedos de ensueño. Espectacular.
Al bordear el Volcà de Rocanegra pasamos junto a una de sus laderas descarnada de vegetación en un pequeño trozo, en la que se veía la característica de su tierra que da nombre al volcán: negra, de cenizas volcánicas fértiles y granulada. Nos colamos entre el Volcà de Rocanegra y el de Santa Margarida y giramos en dirección sur por la zona de Les Fages. Seguimos el camino cementado y sigo mirando expectativo el mapa de Alpina. Dejamos el G.R.-2 que siga su andadura por el Volcán de Santa Margarida y no dejamos el camino cementado y principal siempre hacía el sur y en dirección a la boscosa Serra de Les Finestres.
Yo esperaba encontrar alguna subida al cráter del Rocanegra pero cual fue mi decepción que ningún camino o senda señalada te sube arriba. “Els catalans rics tenen la seva finca a La Garrotxa, i la envoltant amb una valla” me dice el Francesc. Y descubro que la gran mayoría de estos fantásticos, hermosos y fenomenales volcanes son propiedad privada; y no los puedes visitar a menos que te cueles en la finca. Vuelvo a alucinar.
Entonces a la izquierda dejamos la formidable forma cónica, verde y muy boscosa del Volcà de Rocanegra, perfecta. Y seguida la del Volcà de Puig Subià hacía el sur, interponiéndose entre éste y la Serra de Les Finestres, los cuales tendremos que resignarnos a disfrutar de sus cimas, incluso de sus laderas… disfrutaremos entonces de la Serra de Les Finestres (espero).
Entre los bellos volcanes (Santa Margarida y Rocanegra) se encuentra la Font del Clavell. Pero nosotros ya avanzamos camino arriba hacía La Castanyeda, dejando atrás otros cruces que nos podrían acercar mejor al itinerario planeado y alejar del cementado, y el puente sobre el Torrent de Rocanegra y sus altos árboles de ribera (en las inmediaciones del lugar sale un camino que nos dejaría antes y mejor en La Planella).
Pero a pesar del cemento del camino, el lugar es bello, muy verde, y se va abriendo entre los prados y los brazos de la sierra. Después de algunas curvas dejando una nave ganadera a la izquierda, pasamos por debajo de La Castanyeda, una masía en los pies de la Serra de Les Finestres. La idea es cruzar esta parte de la sierra hacía el este hacía La Planella. Por ello debemos bajar hasta esas mismas naves de ganado por un camino que linda, a la derecha mientras bajamos y nos acercamos a estas naves de explotación bovina, con el bosque y una riera, de la Serra de Les Finestres. Según el mapa, desde aquí sigue un camino que se interna en la boscosa ladera de la sierra, hacía le este, y nos aproxima a La Planella.
¿Por qué La Planella? era el lugar por donde pasaba el itinerario originario planeado, después de bajar de los volcanes. Desde aquí pasaríamos a Can Xart, y seguidamente nos internaríamos por el recorrido propiamente dicho de la Serra de Les Finestres.
Justo antes de llegar a las naves, se dibuja un camino a la derecha, como bien pone en el mapa Alpina. Hay vacas y un fango mezcla de caca de vaca y barro de la tierra. Pasamos los alambres en forma de muelle que hacen de puerta, y nos internamos en el lugar. Es un sitio para que pasten y se guarden las vacas. Éstas se asustan al vernos: ¡¡30 humanos a la vez!! Antes, y para evitar equivocaciones como con el camino que subía al volcán, exploro si existe dicho camino. Parece que lo veo. Y seguimos por el bosque castañar ladera arriba. Pero una valla nos impide el paso y el camino se desdibuja o desaparece ¡¡Que raro!! ¡¡Otra vez, no!! Al darnos la vuelta y bajar algo, descubro el verdadero camino casi como escondido que baja por la ladera y se interna en una riera cercana. Siempre hacía el este y la boscosa ladera de la sierra. Lo seguimos sin miedo, abriendo sin miedo la puerta de “muelle” que queda, paradójicamente, muy cerca de la anterior; y cerrándola después para que no se salgan las vacas.
Ahora si parece vamos por el buen camino. Se interna hacía el este entre la fronda de la sierra y el fango de su suelo ¡¡Que manía de ponerle puertas al campo, aunque sean de muelles!!
Al cabo de poco tiempo vemos prados desprovistos de vegetación arbórea y restos que dejan las vacas. Entonces el camino desemboca en otro perpendicular que viene de bordear la loma oeste del Volcà de Puig Subià. Seguimos éste hacía la derecha, sur y hacía arriba, y al cabo de otro poco tiempo, una curva hacía la izquierda nos deja en la maltrecha construcción de La Planella.
Ya en La Planella, donde hay una persona junto a una de las construcciones rehabilitadas, seguiremos el plan del recorrido que había elaborado. Un sincero alivio al comprobar que por fin no nos aventuraremos entre vallas, caminos y recorridos improvisados. Solo un camino que se extingue, campo a través por prados, y otro camino escondido para llegar a Can Xart.
Desde aquí justo un camino hacía el sureste, al otro lado de las casas y a la derecha de las mismas, nos llevará hasta unos prados verdes y casi sin camino, que los seguiremos hacía abajo por uno de sus bordes. Cuando a no muchos metros e intuitivamente giramos hacía el este por en medio de dichos prados, que parecen antiguos bancales rehabilitados para vacas, y nos acercaremos al otro borde de los prados lindando de nuevo con el bosque. Aquí debemos encontrar un paso entre la valla con la típica puerta de dos muelles que parece nos introducirá en un maltrecho y abandonado camino lleno de vegetación, como en desuso, pero con un claro sendero en su centro. Seguiremos éste por un bonito pasillo de espesa y agradable vegetación, hasta que nos deje, después de pasar el ondulado vallecillo de una riera, y una pequeña subida con la anchura de camino, en Can Xart. Antes hemos gozado de unas estupendas vistas en un verde paisaje mientras cruzábamos los abiertos campos de aquellos prados. Encaramados ya a la falda de la Serra de Les Finestres, veíamos hacía el norte el vallecillo de Pujolars rodeado por el Volcà d’en Simón a la derecha (cerca de Santa Pau) y el de Rocanegra y de Puig Subià a la izquierda. Hermoso. Tonos verdes y vivos bajo un cielo encapotado que no deja pasar la suficiente luz del sol como para hacer fotos aceptables. Y aún así, sublime y encantador paisaje.
Como celebrando el haber encontrado el camino planeado, nos hacemos una foto de grupo, como si fuera de salida, “ya que no nos hemos hecho la foto de salida”. Justo al otro lado de las casa de Can Xart, encontramos un camino que sube a la derecha hacía la sierra, entre bancales y verdes prados. David Luis y Francesc me recuerdan que ya vamos por el recorrido normal o track, del recorrido por la Serra de Les Finestres. Ahora todo el recorrido es seguir éste camino hacía arriba, metiéndonos en la espesura del bosque y disfrutando del buen camino conocido.
Atrás vemos como se queda Can Xart y el hermoso vallecillo de Pujolars; mientras vamos cogiendo altura y antes de introducirnos en el cerrado bosque, dejamos Can Xart entre verdes prados y suaves boscosas laderas volcánicas. Espectacular paisaje. Al fondo, con un color muy en contraste con el verde oscuro del lugar: descubrimos la blanca nieve del Canigó; que hace de hermosa culminación en este épico paisaje. Fantástico.
Camino entre el vivo bosque, el bosque animado de esta Serra de Les Finestres. Al poco tiempo nos encontramos un cruce en mitad de los altos y esbeltos árboles. El track dice de seguir hacía la izquierda, puede que como atajo; pero yo mejor decido seguir el camino principal, ya que hace un giro algo más arriba acercándose a otro importante cruce de caminos, sendas, entre las cuales se encuentra la que viene del Coll de María (otro recorrido por esta Serra de Les Finestres). Entonces, una vez llegados a este cruce de caminos y sendas, tenemos dos opciones: o la ruta normal, por la senda de la izquierda y hacía arriba (sureste) o la senda que te sube por l’Escaler a la Collada del Grau, más directa y empinada (sur, aunque en su comienzo es dirección oeste). Aquí decidimos pararnos a comer algo. En mi tierra es el almuerzo (comida entre el desayuno y la comida del mediodía) pero en catalán sería como si fuéramos Hobbits: el segundo esmorçar.
Estamos en las entrañas de otro espléndido hayedo. Magníficos ejemplares y vivo terreno fértil. Los árboles no dejan pasar la poca luz que viene del exterior, y a veces las fotos no salen bien por falta de luz. Emocionante, como en cualquier hayedo espectacular, vivo, cuidado y viejo. Hago una asamblea para que entre los casi 30 decidamos el camino a seguir: o por l’Escaler o la senda normal. Por l’Escaler adelantamos recorrido y atajamos para subir el Sant Jordi (próximo objetivo planeado) pero no es el itinerario normal, y podemos encontrarnos sorpresas. Con lo que la mayoría que quiso opinar, dijo de seguir por la ruta normal.
Una rica y bonita senda nos recorre la parte norte y frondosa de la Serra de Les Finestres, en medio del mencionado y espectacular hayedo. Como una fila de procesionaria seguimos la senda hacía el este horizontal, y después, subiendo en zigzags, hacía el sur buscando la cima de la montaña. El otoño aún no se refleja en el lugar, y aún quedan muchas hojas por secarse y caer, y colores por cambiar. A pesar de ello el sitio, el bosque, el hayedo sigue siendo hermoso. Después de algunas subidas y giros en los que la respiración se agitaba algo más, y una larga recta hacía el oeste o suroeste, la senda nos deja en la cima de la sierra. Piluca y Domingo se han detenido ha coger setas “bolets” y han encontrado algunos ejemplares casi de libro.
Ya estamos todos reagrupados en la horizontal cima de la sierra. Ya vemos el otro lado, el lado sur (ya que subimos por su norte). Ahora debemos girar hacía la derecha y oeste en busca del Sant Jordi, el pico más predominante y faro del oeste de la sierra. Desde el recorrido por su falta entre La Castanyeda y Can Xart, lo hemos dejado allá arriba a la derecha, en lo alto de la sierra, dominando este lado del mundo. Ahora seguimos dicho camino, hasta que una señal, un poste indicador, nos diga que giremos a la derecha por un maltrecho camino en desuso y hacía arriba, en la cima de una especie de loma pelada por un camino (parecido a un cortafuegos) para que, en pocos metros, lleguemos a la cima del Sant Jordi. Antes hemos hecho revueltas, curvas, bajadas, subidas y hemos pasado por la Collada del Grau (adivinando la subida de l’Escaler). Nos hemos topados con abiertas ventanas al paisaje hacía el sur, verde, boscoso, de la sierra, praderíos verdes sin árboles y tremendos ejemplares (como un enorme roble a la vera del camino) en zonas bellas y frondosas. Pero casi siempre con la dirección general oeste.
La cima del Sant Jordi (973 mts.) la corona un pequeño oratorio con una figura del santo dentro y una Senyera al lado. Nos hacemos la foto de grupo. Casi no podemos disfrutar del paisaje ya que, hasta en la misma cima, la espesura del bosque nos impide disfrutar de la que hubiera sido una excepcional ventana a La Garrotxa. A pesar de todo, el lugar es excepcional.
Debemos volver y desandamos el camino hasta pasado la Collada del Grau. Admiro de nuevo ese gran roble y sus numerosas ramas. Magnífico ejemplar. Impresionante. Y no me doy cuenta del cruce de sendas por el que llegábamos de Can Xart. De todas formas hay que seguir toda la cima de la sierra en dirección este, ahora sureste, en busca de nuestro segundo objetivo, el pico más alto de la Serra de Les Finestres: el Puig Sallança.
Seguimos la senda entre la fronda por el filo de la cima, y al poco tiempo nos topamos con otro cruce de sendas. Aquí estoy un poco despistado: parece que las marcas amarillas de un señalado recorrido siguen hacía la izquierda, y la senda de la derecha parece que baja por la boscosa y asombrosa ladera sur. Ángel Cejudo me dice que él siguió por la izquierda para subir al Puig Sallança, con lo que al final decidimos, con muy buen criterio, seguir la senda de la derecha, que sigue por la loma cimera. Exacto. Al poco tiempo esta senda se adentra en un paisaje angosto de rocas y suelo rocoso, retorcidas Quercus, asombrosas frondas entre bosques de diferentes tipos de árboles, pero, siempre por la cima de la sierra. Precioso. El grupo se estira. Yo disfruto de esta parte del camino como un niño. El lugar parece de fábula, hermoso, majestuoso. Vemos marcas rojas en el mismo recorrido, y excelentes lugares para supuestas fabulosas fotos.
Sin quererlo ni darnos cuenta, por el éxtasis del momento, la senda gira por la ladera hacia la derecha, más hacía el sur que sureste, y se adentra en un mágico y antiguo bosque de viejas y hermosas hayas. Impresionante. Sabemos que es un bosque viejo por que no tiene matorrales, no existe el sotobosque, ya que las ramas tan cerradas evitan que los rayos del sol lleguen a la tierra y puedan crecer plantas junto a los árboles. El lugar es precioso, extraordinario: hayas altas y delgadas, pero maduras y solemnes, majestuosas. Me deleito intentando hacer buenas fotos, pero no consigo capturar la magia y esplendor del momento. Magnífico, bello, espectacular. El resto del grupo nos va siguiendo, ya que 4 vamos en cabeza, y me paro para hacer fotos a esta culebrina de gente entre los troncos de las esbeltas hayas y el marrón suelo tupido de hojas secas. Mirando hacía el cielo, ese verde extraterrestre de las hojas de las frondosas hayas, me hipnotiza y abruma con su esplendor y fuerza.
La cabeza del grupo se para junto a un enorme ejemplar de haya en un colladito y un alto de la senda. Es espectacular: decenas o cientos de ramas se agolpan desde su grueso tronco hasta las alturas inmensurables de su envergadura, miles de hojas verdes se agolpan o dejan pasar el aire entre las infinitas ramas, que entre todas crean una forma elegante, hermosa y grandiosa. Precioso. Es el Faig Rodó. Y está en el colladito entre el Puig del Faig Rodó a la derecha y al cercana subida al Puig Sallança a la izquierda.
Nos reagrupamos. Esperamos a toda la gente para llegar juntos a la cima del recorrido y de la Serra de Les Finestres. Junto al formidable haya hay una piedra levantada como si fuera una pequeña lápida o menhir. Nos señala que vamos por el buen camino. Y unos cartelitos de madera, casi imperceptibles y casi camuflados, también.
Seguimos por la senda hacía la izquierda, oeste y arriba; cambiamos de bosque, del hayedo al encinar o surer, aunque algún haya se escapaba; y al poco tiempo, entre la espesura de matorrales y troncos finos pero maduros de Quercus, llegamos junto a los precipicios y al corte de la montaña que hace la cumbre del Puig Sallança, a 1.026 mts. Las vistas son extraordinarias, la alegría de cumbre también son latentes, y como ya son las 2 del mediodía, decidimos comer aquí, junto al éxito del segundo objetivo conseguido: la cumbre de la Serra de Les Finestres, el Puig Sallança.
Hace algo de viento, pero a pesar de ello disfrutamos con las imponentes vistas hacía el norte, noreste y noroeste: desde el espectacular Golfo de Rosas hasta los nevados perfiles pirenaicos dominados por el Canigó en forma de enorme mole blanca. Abajo, los valles y rincones entre los volcanes y en el centro Santa Pau, verdor y un sin fin de lomas suaves, casi cónicas, boscosas, lindas, espectaculares… un paisaje muy bello. Hacía el oeste el seguimiento de la sierra hasta el apéndice del Castell de Finestres, y al este la falda de la misma sierra y la suave cúspide del Sant Jordi; todo cubierto por un denso y espectacular manto boscoso y magnífico. Pocos paisajes se pueden contemplar como los de La Garrotxa. Incluso entre las boscosas laderas mirando hacía el perfecto Golfo de Rosas, una macha azul y clara nos muestra un trozo del Estany de Banyoles. Extraordinario. Un paisaje de fábula, con un misticismo y magia poco común a este lado del mundo.
Después de hacernos la foto de cumbre y de sentarnos a comer, debemos partir y seguir al ruta. Francesc y Ángel tienen miedo de que se haga de noche con lo que nos queda aún por recorrer, pero pienso, ahora ya es casi todo bajada. El tercer objetivo es acercarnos al Santuari de Finestres. Y lo hacemos bajando por la ladera contraria a la que hemos subido. Siguiendo la misma senda que nos ha llevado hasta la cumbre del Puig Sallança, pero hacía el sureste y este. Comenzando a bajar por la boscosa cima de la sierra y después por una ladera algo más hacía la derecha dejando la cumbre cimera. Zigzagueamos y la ladera parece empinada bajando en medio de la tremenda frondosidad. Otra vez el bosque animado: un extraordinario ejemplar de haya se asienta sobre la misma cima, incrustada en las rocas del suelo, excepcional. Bajando, el bosque deja paso a los Quercus: sureres, encinares… pero a la bajada de la vaguada, el formidable y viejo hayedo vuelve a imponerse con elegancia y asombrosa viveza. Me he retrasado un poco, y ahora disfruto en la soledad del momento de estos extraordinarios lugares.
El grupo se ha parado, y me esperan en la senda. Ahora seguiremos horizontal algo hacía el noreste. Parece que la senda por la que bajábamos ha desembocado en una nueva que viene del suroeste de la sierra. Veo un simpático cartel en la roca donde nos señala la subida al Puig Sallança.
Llegamos a otro colladito. En el mapa pone Forat de l’Ovella, pero no recuerdo haber visto ningún agujero. Volcamos de nuevo a la parte norte de la sierra, pero cerca de la loma cimera. El bosque se vuelve a convertir en un excepcional hayedo. Y llegamos a un cruce muy bien indicado con los típicos carteles indicativos amarillos y rojos, que enlazan el Ripollés con l’Empurdà, pasando por La Garrotxa, por sendas y caminos. Varios nombres aparecen en los carteles ¿hacía donde vamos? Busco en la mochila el mapa pero no lo encuentro… creo que me lo he dejado en la cima del Puig Sallança.
Al final entre dudas y reflexiones, decidimos seguir hacía el este, confiando en que la senda cogerá altura y volverá a volcar por el lado sur de la sierra, en busca del Santuari de Finestres o de Santa María de Finestres, que queda al sureste. Efectivamente, al final, el lindo sendero da una revuelta y sube a un pequeño colladito donde hay otro “oratorio”; esta vez en honor a Sant Antoni. Le sigue un ancho sendero o casi camino que, descubierto en algunas partes, nos muestra una bella visión a la derecha de la altura boscosa y hermosa del macizo del Puig Sallança. Mientras bordea la empinada ladera oeste del sobresaliente promontorio que corona el Castell de Finestres.
Ahora por la ladera sur y en busca del cercano Santuario, el bosque cambia a fornidos y frondosos Quercus, y el día parece más soleado. Enseguida llegamos al austero Santuari de Santa María de Finestres, que más que una construcción religiosa parecía un baluarte defensivo o de vigilancia con su magnífica torre cilíndrica mirando hacía el sur desde las faldas de la sierra. También algún pasadizo y terraza denotan ese cierto aire de construcción defensiva; probablemente ampliación de la misma idea del antiguo castillo emplazado en la cima de este pico. Las vistas son amplias y hermosas: todo un manto boscoso hacía el sur y sureste entre Sant Aniol de Finestres y el Puig Sou con sus antenas que mancillan su alta cumbre de casi mil metros. Ángel me dice que montaña es esa (hacía el sureste) y me fijo interesado ya que su cima coronada por esas antenas características, se vislumbran desde la autopista cada vez que hemos pasado Girona en dirección a Figueres. Viendo que el mío no aparece, Anna de Sabadell dice que se ha traído otro mapa Alpina del lugar, casualmente, como el mío desaparecido, de la biblioteca; y así nos salva de saber que hacer y que camino escoger, ocurría lo mismo, me recordaba David Luis, que en plena Sierra de Montserrat hace poco más de un mes.
Surgen sugerencias y dudas de si subir o no al Castell de Finestres. Lo vemos muy cerca y decido, sin pesarlo demasiado, el subir hasta su cima. Muy buen acierto la visita al castillo. La duda era por el tiempo, ya iba cayendo el sol y no queríamos llegar de noche a Santa Pau. Justo por detrás del santuario y mirando a la rocosa loma, una marca roja en medio del rocoso terreno, nos indica la subida al antiguo y ya desmoronado, casi inexistente Castell de Finestres. Pronto, el terreno rocoso se convierte en una senda que seguimos hacía el norte, noreste y este.
Sin pérdida y entre los Quercus pasamos por pasillos naturales y antiguas escaleras casi deshechas en parte por culpa del tiempo y la creciente vegetación, que la han ido destrozando, derruido. Me recuerda a algún pasaje del Señor de Los Anillos, las ruinas entre la exuberante vegetación. Arriba de la senda y de las escaleras, en el punto más alto de éste característico monte, se encuentran las desdichadas y pocas ruinas de lo que fue el Castell de Finestres: solo algún murito que no llega ni a la rodilla y que se ha integrado tanto con la montaña que no parece ni que exista, salvo como si fuera el mismo monte.
Pero las vistas, y más con esta espléndida y baja luz que ahora nos proporciona el sol, son excepcionales. Casi lo mismo que veíamos desde el Puig Sallança, pero con una calidez, claridad y solemnidad incomparables, maravilloso: Santa Pau en el centro de una de las imágenes ideales, con las blancas cumbres de los Pirineos, con el Canigó en cabeza, y ese verdor intenso en varios tonos de los bosques, prados, con esas suaves lomas, conos, volcanes y alguna que otra escarpada montaña. Hermoso.
Otra foto de cumbre. Ya llevamos 3 cumbres y un santuario. Algo más abajo y hacía el norte en la misma cima, hay dos graciosos belenes: uno metido en un pequeñito barril y el otro en su casita de madera. Ya nos vamos acercando a las fechas señaladas.
Bajamos desandando el camino, y una bonita estampa aparece con el fondo del Santuari de Santa María de Finestres abajo, enfrente las laderas del Puig Sallança y el sol bajo que lo domina todo, entre verdes paisajes suaves y sosegados. Nada más el contemplarlo transmite esa tranquilidad y espiritualidad. Increíble.
En el santuario volvemos a desandar el camino hasta el colladito donde está el Oratorio a Sant Antoni. Y desde el Oratorio a Sant Antoni desandamos el camino hasta el cruce donde se encontraban los carteles indicadores. Santa Pau 1’40 horas. Elegimos ésta indicación, la más directa y rápida, para que no se nos haga de noche; ya que las sombras se van alargando en el sombrío y estupendo hayedo. Algunos compañeros han seguido en dirección contraria, pero enseguida les llamamos para que bajen por la dirección escogida.
De nuevo el increíble hayedo, de nuevo ese juego de esbeltas figuras entre las sombras, sus troncos y las, aún muchas, verdes hojas allá arriba en sus copas. Lugar de gnomos, trolls y hadas, lugar de ensueño, magia y sombría belleza a estas horas del día. Experiencia extraordinaria poder compartir en la vida la sensación de caminar por estos lugares, estas fuentes de vida y magia.
El recorrido está claro, siempre hacía abajo. Desde el cruce de los carteles, bajamos al Coll de Puigsafont. Aquí cruza un camino horizontal y perpendicular a la ladera. Nosotros seguiremos la senda al otro lado del mismo que gira y se adentra, con fuerte pendiente, en el Sot de La Salgueda. Seguimos una riera ahora seca de agua, pero más abajo está la Font de La Salgueda, según el mapa de Alpina… ¡Ha, el mapa de Alpina! Lo encontré dentro de la bolsa de la comida.
El Sot de La Salgueda es un lugar en el cual la montaña hace una especie de suave circo poblado por altos y sombríos hayedos, espectaculares como siempre, que a medida que baja la pendiente, se agudiza el desnivel, y se escarpa el terreno; pero no disminuye la frondosidad de su bosque, el cual no deja que el poco sol que ahora tenemos, deje que sus rayos toquen el suelo. Impresionante.
La bajada es rápida y el grupo se estira entre la espesura del hayedo. Ángel busca le fuente. Solo encontramos un charco de agua en la riera junto a otro camino que cruza la senda más abajo. Pero descubrimos el “gruñido” de un jabalí que sale, repentino, desde alguna altura de la riera con un parecido enfado o desagrado, pero invisible a la vista. Susto. Aquí mismo seguiremos hacía la izquierda por la ladera de la loma que baja de las paredes del Puig Sallança, que queda detrás allá arriba. Y dejaremos la Riera dels Arcs a la derecha sin seguirla. El camino se ensancha y salimos del sombrío, misterioso y maravilloso hayedo. Pronto llegamos a unas construcciones donde nos espera la cabeza y resto del grupo: La Coma.
Ya vamos saliendo de la Serra de Les Finestres. Desde La Coma y todos juntos, seguiremos el camino al principio cementado, hacía la izquierda y suroeste. Hasta ahora y desde el Sot de La Salgueda hemos ido en dirección norte, en busca de la salida de la sierra y de Santa Pau. Pero enseguida el camino seguirá por en medio de unos verdísimos prados en dirección norte.
Francesc se para en el cruce con un camino de tierra que sale, casi imperceptible, a la izquierda antes de un extraño prado pedregoso. Dice que el track de la ruta sigue por este camino hacía la falda de la boscosa loma de la izquierda. Sin mirar el mapa y rápidamente le hago caso y seguimos dicho camino hacía la izquierda. Poco más adelante, seguimos con el bosque a la izquierda y a la derecha los prados.
Dejamos a la derecha las ruinas de otra casa que cae justo por donde pasa la línea eléctrica: es El Cargol. Medio camuflado entre los prados y el bosque frondoso de Quercus. El camino o recorrido es ameno y horizontal ahora. Atrás dejamos los desniveles, y laderas empinadas; y ya parece que nos acercamos a la civilización de La Garrotxa.
Sin dejar el camino y bordeando la boscosa loma, llegamos hasta la ensanchez del camino junto a una casa habitada: es la La Ginebreda. Desde aquí en poco tiempo pasamos por un colladito que hace de cruce de caminos, siguiendo por el camino recto de enfrente hacía el noroeste, y dejando a la izquierda unas barracas o chavolas con perros que nos ladran a nuestro paso: es el Coll de Can Gordi.
El camino ya es ancho y en bajada casi horizontal. A la derecha dejamos el Turó de Can Conill y su boscosa ladera, y a nuestra izquierda aparece otra masía: Malitrau. En la que aparecen unos perros encaramados a la terraza de la casa que Piluca quiere rescatar del olvido. Poco antes de pasar por Malitrau, ya vemos al fondo la torre del castillo medieval de Santa Pau. Ya estamos muy cerca y el sol ya roza el borde del horizonte.
Ya estamos casi en Santa Pau, y un senderillo hacía la izquierda y en una curva del camino, nos llevara hasta una de las calles de la bonita población, justo enfrente del cementerio. El sol ya se ha puesto y ahora deambulamos por la bonita Santa Pau buscando un bar. La población tiene bonitos rincones con aspecto medieval, a pesar de no entrar en su castillo, que ya sería lo ideal. Al final decido que mejor nos acercamos al primer bar en el que nos encontramos para comenzar la actividad… así más cerca de los coches.
Con lo que después de una merecida clara de medio litro en una jarra, cervezas, cafés… y esas charlas que reafirman más la complicidad y amistad entre los participantes, damos por acabada esta excitante, entretenida y fantástica ruta por otro rincón de la hermosa Garrotxa. No hace falta añadir más calificativos al lugar, experiencia y paisaje de los que ya he ido añadiendo en cada descripción. Fantástica… y mientras nos deleitamos con las vistas nocturnas del castillo iluminado en la noche de Santa Pau, ya voy pensando en la próxima excursión por La Garrotxa. Es imposible cansarse de pasear entre sus encantos.