Sin devolver el libro de guía por los Parques Naturales de Barcelona, vuelvo a mirar una ruta auténtica para realizar en el inhiesto parque y montañas de la Serralada de Marina, la Serralada Litoral.
Se unieron varios factores: el pico más alto de la sierra y lugar, dos rutas de las llamadas Rutas Prehistóricas, y un paseo o trekking por los fabulosos campos entre Granollers y La Roca del Vallès, que realmente me sorprendieron. Quería acercarme en tren también, pero la estación de tren más cercana a La Roca del Vallès es la de Granollers Centre, que no está cerca que digamos. De nuevo aproveché el libro “Rutes de Patrimoni arquitectònic. Xarxa de Parcs Naturals de la Diputació de Barcelona” para sacar la Ruta Prehistórica que salía de La Roca del Vallès y bajar a la urbanización de La Pineda, enlazado con la subida al Turó de Céllecs.
La ruta o rutas por la montaña estaban claras; con estos 2 libros, en los cuales coincidían las rutas, era fácil. Lo dificultoso sería ir, por caminos, senderos e intentando no pasar por las orillas de las carreteras, de Granollers a La Roca del Vallès, y vuelta por un sitio diferente. Como no tenía mapa de la zona, me hice de una libretilla con los guiones de los caminos, cruces… que veía en los mapas y cartografía que te proporciona internet, sobre todo la web de “Itineraris de la Xarxa de Parcs Naturals”, google maps… rezando para que no me perdiera y fuera lo más fácil posible.
Pero sería una ruta más esforzada de lo normal, y al estar tan cerca, en tiempo, de la última en la Serralada de Marina, Anna decidió no venirse. ¡Y menos mal! Ya que tardé unas 8 horas en total a un ritmo ligero, con lo que la paliza estaba asegurada.
Así que el pasado domingo 24 de abril, Domingo de Resurrección a finales de la Semana Santa, cogí el tren de nuevo en el Clot-Aragó, camino de Granollers. Explicaros paso a paso los cruces y caminos entre Granollers y La Roca del Vallès de ida y vuelta, sería demasiado largo… así que contentaros con los agradables comentarios y la mirada fija en el mapa… ¡je, je!: pasando por el primer túnel que me encuentro bajo la vía del tren, me descubro al otro lado un campo verde, hermoso, precioso, con lomas con pequeños bosques, rincones y caminos de tierra que me recordaban a mi juventud en la huerta de la Vega Baja. Solo manchado, si se puede decir, por las obras del AVE y de la autopista a Francia. Poco a poco, me iba acercando a los verdes alrededores de una lejana y boscosa montaña tricéfala: el Turó de Céllecs. Acercándome a La Roca del Vallès, bajando lomas y campos verdes con rojas amapolas, tenía que cruzar el Río Mogent. No pude cruzarlo por el lugar que pensaba, pasaba más agua de la que pensaba, aunque tampoco lo intenté, y decidí entrar a la urbanización inhiesta a La Roca del Vallès y cruzar por un simpático puente de madera. Antes, por el recorrido me he encontrado una ruta a La Roca, justo pegada a la autopista, antes de cruzarla, pero como yo ya tenía mi propio recorrido currado, pues no iba a dejarlo ¡claro!
En La Roca del Vallès dejo la libretilla y saco el libro de “Rutes de Patrimoni arquitectònic. Xarxa de Parcs Naturals de la Diputació de Barcelona”. Me acerco al Ayuntamiento y comienzo a buscar las calles que dice la guía. En cuanto consigo encontrar las calles de Las Camelies, Girasol, Montblanc y por fin Rocatomba me saca del amable y encantador pueblo con su castillo y rincones, para adentrarme en otro encantador, hermoso, frondoso y verde parque natural, el de la Serralada Litoral. Aquí comienza la Ruta Prehistórica, al menos la primera, con las señales de color rosa, que llegaran hasta Sant Bertomeu. El lugar es hermoso pero el camino me cansa, tanto camino; pienso que casi todo el recorrido será por caminos… pero me equivocaba.
Pasado Can Planes me encuentro con el Dolmen del mismo nombre, el primero de todos. No muy grande, como de juguete, pero de piedras pesadas y antiguas. Más arriba en otro conjunto de rocas, un cartel me dice que es la Pedra de l’Escorpí. Hay poca gente en la montaña, un motorista con su hijo, un corredor, varios ciclistas perdidos y encontrados, un jinete que me pregunta a donde van los caminos… todos encontrados por separado como si fuera un cuento. Pero la montaña está muy bella, a pesar de que el tiempo parece no querer acompañar, pero solo será la sombra de una amenaza, con nubes grises e invasoras de cumbres.
El camino sigue ahora, más arriba, las señales del G.R.-92 hacia la derecha, suroeste, buscado la cima y la ermita de Sant Bertomeu, que la encuentro al otro lado de la carretera que comunica Òrrius con La Roca del Vallès, en el paso del Coll de Sant Bertomeu. “…un petit temple rural del segle XII.”… me dice la guía de Patrimoni Arquitectònic. Es pequeña pero interesante y coquetona; pero no se puede entrar ni acercarnos a la puerta de la propia ermita al ser de propiedad privada, cerrada con cadenas y perros guardianes. Aquí pueden llegar los coches y algunos habían; domingueros o visitantes del lugar. Ahora termina una parte de la Ruta Prehistórica y debemos encontrar el enlace con la siguiente, subiendo al cercano Turó de Céllecs.
Una pista cercana a la ermita, metida entre los pinares, indicada con las señales azules que te llevan a la segunda Ruta Prehistórica, y con una cadena cerrada en su comienzo será la que nos suba a la parte más alta de la Serralada Litoral. Veo perfectamente hacía donde va la pendiente y en la parte que se quedará la cumbre, y decido salir de la pista y coger una senda ancha y deshecha por el agua que, hacía la derecha, me acortará recorrido. Salgo de nuevo a la pista y enseguida otra senda escondida, muy frondosa pero marcada, me vuelve a acortar camino y en seguida llego casi a los pies de la torre de vigilancia de incendios del Turó de Mataró por la pista. Para subir al Turó de Céllecs hay que rodearlo y subirlo por su sur por una enmarañada senda hasta su muy cercana cima. Está señalada como “Poblat ibèric de Céllecs”. Desde su cima no se ve nada, y casi imperceptibles las ruinas ibéricas, por la altura de los arbustos, matorrales y árboles bajos que hay en ella. Pero desde la pista, una ventana de roca, te deja libre la visualización para poder disfrutar de las magníficas vistas del Vallès Oriental, del Montseny, de las ciudades incluidas en este recorrido (Granollers y La Roca) y sobre todo las hermosas laderas boscosas y frondosas de la propia Serralada Litoral. Magnífico.
Almuerzo en esta cima, a 534 mts. de altura, sobre una roca que pudo hacer de muro en algunas de las casas íberas, a las 13:00 horas, y término rápido para comenzar la bajada y la segunda parte de la ruta, recorrido. Siguiendo la pista, o mejor dicho, desandándola, llego, saltándome uno de los atajos (el primero de subida) hasta una señalización clave que te indica las direcciones, contrarias, de la Ruta Prehistórica: la ruta rosa (que acabo de hacer) y Sant Bertomeu a la derecha, y la ruta azul a la izquierda. Sigo a la izquierda y el camino enseguida se convierte en senda; hermosa, encantadora, fácil, que a veces está deshecha por la erosión de la fuerza del agua. Por suerte, esta ruta también está muy bien señalizada.
Me encuentro con gente que me pregunta, y yo respondo como si fuera un experto geógrafo del lugar. Al poco tiempo me encuentro con la curiosa Cova del Moro, otro dolmen parecido al de Can Planes; lo único que éste tiene un Nacimiento en su interior. Muy cerca están las rocas de Plat del Rei o del Molí: unas grandes rocas heridas y horadadas por la mano del hombre para sus quehaceres espirituales… digo yo. Me imagino al druida con sus paisanos haciendo algún ritual como si fuera Panoramix en la Galia. Pero estos restos son algo más antiguos que esa época.
Sigo la senda que se convierte en camino y va dejando la fuerte la pendiente para ser más horizontal y suave. Comienza a hacer algo de calor. Antes de llegar a la urbanización de la Pineda o Can Gol, paro a ver otro resto prehistórico: la Pedra de Les Creus. Una gran roca puesta sobre el suelo también rocoso, con señales parecidas a cruces taladradas con gran fuerza y profundidad en la dura roca granítica. Interesante. Es un lugar de druidas, de rituales ancestrales, de restos y señales espirituales esparcidas por la montaña, por aquellas montañas… parece que de un momento a otro viajes en el tiempo y te topes con un altivo caballero medieval cabalgando con su corcel y su armadura, o con un alto druida de toga y barbas blancas con los brazos en cruz implorando a los espíritus de la Madre Tierra, de Gaia. Estremecedor.
Sigo la pista, dejando al fondo el ya más alejado Turó de Céllecs, con su boscosa forma tricéfala de suaves perfiles. Me dejo los otros sitios de restos prehistóricos sin ver… no por que no quisiera verlos, si no por que no los encontré ¡Lástima! Quería ver al menos Roca Horadada, que parecía muy interesante y curiosa esta roca hueca. La próxima vez intentaré estar más atento; ya que éstas están más alejadas del camino y no te encuentras con ellas mientras caminas. Ya en la urbanización sigo las indicaciones azules y bajo enseguida a la carretera BV-5001. Quiero dirigirme a las orillas del Río Mogent para cruzarlo en dirección a Granollers, y al cruzar la carretera, enseguida, encuentro un camino que baja, casi paralelo a la misma carretera. Ahora dejo la guía del Patrimoni Arquitectónic y saco de nuevo mi libreta. Según ésta tenía que haber seguido hasta la parte más baja de la urbanización, más al suroeste y, junto a una casa que queda en el kilómetro 22 de la carretera, cruzar el río. Pero me desvío y sigo hacía el noreste, alejándome de mi recorrido, por campos y bancales verdes y hermosos entre el río y la carretera. Otro camino me dirige a la orilla del río, lo sigo y vuelvo hacía el suroeste, izquierda, siguiendo la orilla, río abajo, del Río Mogent hasta encontrar el paso; y a la vez, sigo un recorrido de P.R. marcado con las señales amarillas y blancas. Las vistas hacía la urbanización, con el fondo del boscoso Turó de Céllecs y el intenso verdor de los campos llanos y apacibles, son encantadoras, plácidas, hermosas.
Llego a la pasarela de cemento bajo la corriente del agua del Río Mogent que lo cruza. Parece que baja agua abundante, no sé a qué profundidad. El puente más cercano está muy lejos. Los pies los tengo muy doloridos por que parece que estas zapatillas de montaña me vienen pequeñas si ando mucho con ellas, así que… decido descalzarme, refrescarme los pies y cruzar el río. No hay problema, a parte de lo resbaladizo del terreno mojado, el agua no llega ni a la mitad de la espinilla. Fresca y removida. Unos chavales de aspecto de Europa del este me siguen y les filmo, van con una caña de pescar, pero después de hablar con ellos deciden volverse y volver a cruzarlo, dirigiéndose a la montaña. No saben como pasar el día del domingo.
Subo por un camino hacía Can Catafalc, cruzando otra carretera. Aquí unos potrillos y caballos me saludan juguetones y curiosos. Es agradable que animen y saluden al caminante. De nuevo por los campos entre Granollers y La Roca, está vez algo más al sur. Bosquecillos y verdes bancales con el fondo del, cada vez más alejado y detrás, Turó de Céllecs, y con la proximidad de la cárcel de La Roca o de Quatre Camins, que rodearé por el este sin cruzarme con ella. De Can Cristòfol a Can Meló, volviendo a cruzar el AVE y la autopista. Esta vez he elegido una ruta de vuelta, que si se coge bien desde el principio, va directa pasando por verdes y preciosos lugares. De nuevo mis notas en mi cuaderno no me fallan y relatan punto a punto, sitio a sitio, por donde pasar, cruzar y ver.
Justo al otro lado de la autopista está la vía del tren la cual seguiré, pasando por debajo, hacía Granollers, que por fin se vé al fondo en el horizonte de un verdísimo bancal de joven trigo o cebada. Antes me he vuelto a cruzar con señalizaciones de otras rutas, otros recorridos: Camí de Can Rei, Ruta de Vallderiolf… pero yo sigo mis propios escritos, mis propios apuntes e indicaciones. Debo decir que todo fue muy bien, me indiqué perfectamente el recorrido que debería de hacer de manera que fuera cómodo para mi, directo, entretenido y tocando en lo mínimo el asfalto y las poblaciones.
Después de ocho horas de marcha por campos, montañas y monumentos megalíticos, llego a la estación de Granollers. Me ha gustado mucho explorar, aventurarme y andar por caminos, sendas marcadas para seguir el rastro de los hombres antiguos, y por caminos sin marcar, sin conocer, solitarios o habitados, perderme y encontrar otros caminos… quizás sea la metáfora de la Vida. Me ha encantado la ruta, actividad, los lugares, lo que he visto y sentido… frondosa, misteriosa y ancestral la Serralada Litoral.