En un principio mi intención en esta nueva temporada invernal, era acercarnos al Bachimala desde el Valle de CHistau para alcanzar su cumbre. Pero las abundantes nevadas en el mes de noviembre y principios de diciembre y a tan baja altura que llenaron todos los fondos de los valles pirenaicos, nos impedía llegar al Refugio de Viadós sin tener que caminar, con lo que deberíamos de emplear casi 3 días mínimo en la actividad: aproximación, ataque, vuelta… aparte de que temíamos que en la cresta Bachimala-Punta del Sabre, a más de 3.000 metros de altura, la nieve sería también muy abundante y nada transformada, con lo que nos impediría cumplir con seguridad nuestro objetivo.
Con lo que después de ver otras posibilidades de alturas más modestas y lugares pirenaicos más cercanos, decidimos acercarnos al siempre bello P. N. de Aigüestortes y Lago San Mauricio, más concretamente al Valle del Escrita, a Espot. Descartamos el Refugio J. M. Blanc y sus picos cercanos, y nuestras intenciones se centraron en los Refugios Ernest Mallafrè o Amitges… solo tendríamos que comprobar el tiempo y facilidades para la aproximación a los refugios una vez llegados a Espot, y ya decidiríamos destino.
El pasado sábado 14 llegamos al final de la mañana a Espot. Nos hemos encontrado con nieve en la orilla de la carretera. Tememos que esté cerrada la pista que sube al parking del Camp de Pierró, y una vez que aparcamos junto a la parada de los taxis, nuestro temor se confirma al preguntar en la caseta de información y reserva de los mismos. Por lo que después de desayunar y hablarlo entre nosotros, cogeremos unos taxis que nos llevarán hasta la presa del mismo Estany de Sant Maurici, entonces ya no iremos al Refugio Ernest Mallafrè para que sea nuestra base para la actividad (ya que queda pegado a Sant Maurici), y nos dirigiremos al Refugio d’Amitges por andar algo más en el día (si hubiéramos salido andando de Espot, seguramente hubiéramos escogido el Ernest Mallafrè como base y Els Encantats como objetivo). Desde Amitges hay varios picos y objetivos interesantes y a la vez otros asequibles: Saboredo, Amitges, Agulles d’Amitges, Bassiero, Ratera… También influye que se haya hecho algo tarde y no tengamos muchas horas de luz para poder llegar hasta los refugios y realizar la actividad, ya que ir a Amitges desde Espot hubiéramos tardado de 3 a 4 horas (según estado y calidad de la nieve).
No lo había dicho pero lo refugios guardados de todo el parque están cerrados quedándose abiertos solo la parte de invierno; la última vez que se abrió el Refugio d’Amitges fue el fin de semana anterior, en el puente. Ahora tendremos que alojarnos en el refugio de invierno de Amitges.
Dos taxis nos llevan hasta la curva donde está plantada la cabaña de información del parque. Durante el camino hemos observado la cuantía de nieve con la que nos hemos topado. En algunas partes del recorrido de la pista, la nieve era abundante y en ocasiones helada por el pisar de las ruedas de los taxis. Ya nos había dicho que gracias a las bajas temperaturas se había conservado mucha más nieve en algunas partes de los fondos de los valles que en las alturas, más castigada por la inversión térmica del anticiclón y el continuo sol del día.
Desde el puesto de información del parque debemos seguir la pista que sube poco a poco por el lado derecho del valle (dejando a su izquierda el Estany de Sant Maurici). No tiene pérdida. A la vez solo hay que seguir las indicaciones de los carteles hacía el Refugio d’Amitges, dejando atrás otros cruces como el que sube al Puerto de Ratera o al Mirador de l’Estany. El camino seguirá en dirección noroeste por todo una especie de valle, pasando junto a dos ibones: el primero y más grande con el que nos encontramos mientras subes es el Estany de Ratera; el siguiente y más pequeño antes de subir al balcón de Amitges es el Estany de la Cabana, a veces inapreciable bajo la nieve. Y al tiempo de pasar por el último y pequeño ibón, en un pequeño circo, el camino pasa a la otra vertiente del vallecillo y sube más empinado y casi directo, hace un giro de 180º, entre la ladera libre de árboles, y llega al balcón natural junto al muro de la pared sur y balcón del mismo Refugio d’Amitges a 2.367 mts. de altitud.
Mientras, hemos disfrutado de un tiempo y paisajes excepcionales: como siempre el valle del Escrita en las inmediaciones del helado Estany de Sant Maurici que nos queda allá abajo, a nuestra izquierda, y mientras subimos por el camino a Amitges, centrado en el mismo, es uno de los más hermosos y espectaculares paisajes del Pirineo. Els Encantats con esos 3 pilares gigantescos, verticales y bellos, con sus 2 picudas y verticales cimas, es el centro de nuestras miradas, admiraciones y fotografías. Es una montaña entre montañas, no por su altitud, si no por su perfil, forma, con extraordinario desafío, belleza y magnificencia. La nieve ya existente en los preludios del invierno, hace que el lugar sea más excepcional y con mayor encanto si cabe. Llama la atención también la Roca de l’Estany, en mitad de la orilla y arriba del Estany de Sant Maurici, y a la vez, cuando ya giramos hacía el vallecillo del Puerto de Ratera, el Pico del Portarró, todos nos quedan a la izquierda al otro lado del valle, recordándonos que cerca está el paso entre el Valle del Escrita y el Valle del Sant Nicolau (Aigüestortes).
Nos decían que hoy haría un tiempo regular, casi malo durante unas horas. Pero no ha sido así: un sol templado entelado por algunas nubes altas, nos ha guiado en la fácil subida al refugio. Ya metidos en el vallecillo, al fondo del mismo y en las primeras orillas del Estany de Ratera, descubrimos las montañas del fondo: una escarpada y roqueda Cap de Crabes, Bergús, y un blanco, alto y ondulado Pic de Ratera culminando otra visión alpina, de montaña pirenaica mirando hacía el final del vallecillo, al noroeste. Y ya llegando al balcón del Refugio d’Amitges el paisaje se amplia y nos ofrece la espectacularidad del horizonte recortado con las picudas cúspides de las más altas y bellas de esta parte del parque; entre otras: Encantats, Pic de Peguera, Subenuix… ¡Soberbio! Y al otro lado del refugio descubrimos nuestro objetivo y las montañas que las rodean, centradas por las Agulles d’Amitges: otros espectaculares pilares con una pared lisa, cilíndrica y casi desplomada, y otra piramidal escarpada, picudas, inexpugnables, desafiantes, bellísimas. A su izquierda y detrás una picuda cima con una empinada y alta pala de nieve cimera, sobre unos paredones increíbles y agrestes; y a la derecha de las Agulles, el Pic d’Amitges, con una forma casi más original y escarpada, con un hendidura vertical casi en su misma cima, un muro resquebrajado, escalonado, con diferentes pilares que lo mantienen vertical y escarpado, y una ligera pala nevada a la izquierda del mismo, única vía fácil que se vislumbra desde aquí, entre tanto escarpe e impedimento de que su conquista sea un paseo; y su derecha otro picuda montaña con una alta pala triangular acabada en las rocas cimeras, bajo la pala unas paredes lisas y de impresión, el Pico de Saboredo ¡Montañas excepcionales!
Noche excepcional en el refugio de invierno de Amitges. 12 literas corridas, una mesa con dos bancos y varias bombonas de gas butano junto con una estufa que le cuesta mucho encenderse por lo fría que está. Francesc se ha subido una botella de ron con intención de hacer un “ron cremat” esta noche. Estamos todos animados y contentos. Al final la estufa parece que calienta algo y la cena se prolonga hasta la celebración de la actividad con un brindis con el “ron cremat”. Y rápido a la cama. El atardecer ha sido excepcional, extraordinario, embelesador… todas las montañas pinceladas con esos oscuros colores de tonos pastel, hasta que poco a poco la luz del sol deja de rozar las puntas más altas de las montañas y acaban, lentamente, sucumbiendo a la oscuridad de una noche estrellada. Al rato de hundirse bajo el manto estelar, una fluorescente luz blanquecina azulada surge por el sur entre las laderas nevadas de las montañas, iluminándolas con su tenue pero suficiente brillo: es la luna llena ¡Increíble!
Nos levantamos temprano. El despertador nos suena a las 5 de la mañana para a las 6, antes del amanecer, comencemos la aventura hacía el Pico de Saboredo. Ya no hay luna; salió muy temprano anoche y ya está oculta al otro lado de las montañas en el lado contrario al que salió. No hace el frío que debiera y la nieve no se ha helado. Tenemos que, aparte de traernos toda la ropa de montaña y herramientas (piolet, crampones…) tenemos que ponernos las raquetas de nieve. Para subir al refugio no hizo falta ponernos las raquetas a pesar de la buena temperatura, ya que todo el camino estaba pisado y la nieve compactada y dura. El camino hasta el refugio estaba pisado, pero a partir de ahora nos internábamos en la aventura, entre otras cosas por que no hay huella en la ruta a seguir. El día anterior le echamos un vistazo al mapa: mi intención era subir por la ladera oeste de las Agulles d’Amitges desde las orillas del alargado Estany de La Munyidera, subir por la empinada ladera hasta el collado entre las Agulles d’Amitges y el Pico de Saboredo, y girar hacía la izquierda y arriba por la ladera nevada y sur del mismo, hasta las rocas cimeras de la cumbre. Según el mapa Alpina hay una ruta señalada que en verano puede ser habitual e interesante… pero con nieve y en invierno… Antes de meternos al refugio, miramos los perfiles, condiciones y características de las montañas y lugares por los que teníamos que andar. Figurarnos e imaginarnos por donde sube y se mete la ruta de subida al Pico de Saboredo… Ninguno hemos subido esta montaña ¡La aventura está servida!
Salimos más tarde de lo que queríamos, pero es noche cerrada aún. El grupo me sigue con las raquetas puestas por la ruta normal que sube al Puerto de Ratera desde el refugio. Enseguida llegamos al poste señalizador de la ruta, solo indica la dirección hacía el Puerto de Ratera, pero yo se que está incrustado en mitad de un cruce de recorridos. El que nosotros debemos seguir, sale de este punto. Es importante encontrarse con este poste, ya que en mitad de la oscuridad de la noche, es fácil seguir recto por la ladera nevada sin ver el poste que se queda a nuestra izquierda, justo en una tenue bajada cuando el Estany de La Munyidera y el Estany dels Barbs casi se unen y quedan separados por una suave loma sin altura, por la que pasa, en verano, la ruta que sube al Puerto de Ratera.
Discusión sobre el itinerario a seguir. La noche y su oscuridad no dejan percibir de manera segura los caminos y el itinerario a seguir. Casi volvemos al refugio. Tampoco se puede seguir. Nos subimos al montículo que separa el Refugio d’Amitges y el Estany Gran d’Amitges y lo recorremos hacía la izquierda por lo más alto hasta bajar, de nuevo, al cruce con su poste indicador… y al final seguir la ruta escogida por mi, ya que tampoco se veía muy clara la ruta normal que rodea las Agulles d’Amitges por la derecha y sube hasta el Coll d’Amitges, por el vallecillo que separa el Pico de Saboredo del Pic d’Amitges… ¡Hombres de poca fé! Hemos perdido mucho tiempo “perdidos entre la oscuridad”.
Yo miraba en mitad de la noche hacía la vertiente oeste de las tremendas Agulles d’Amitges, y se discernía una gran pala empinada pero llena de nieve que nos servirá de recorrido hacía el collado entre el Pico de Saboredo y las Agulles d’Amitges; algo más a la izquierda que la base de las mismas… se intuía un vallecillo suave que subía hasta el nombrado colladito, por donde discurría esta pala. Mis compañeros, a pesar de no tenerlo muy claro, deciden seguir por donde les indico, y todos juntos bajamos a las orillas del Estany de La Munyidera, cruzándolo para acercarnos a la orilla bajo los pies de las Agulles, hacía la izquierda. Aquí comienza la subida a la cima sur del Pico de Saboredo.
No es difícil ir por el camino elegido: después de seguir unos metros la orilla del Estany de La Munyidera comenzamos a subir y girar algo hacía la derecha y norte en busca de este vallecillo por entre palas de nieve que, a lo lejos y en la oscuridad, parecen una sola. Poco a poco nos introducimos, a la vez que cogemos altura, por el fondo del vallecillo entre las Agulles d’Amitges y las paredes bajo el Saboredo, que llaman Sierra de Saboredo (al oeste del Pico de Saboredo, entre éste y el Puerto de Ratera). Aquí seguimos subiendo y caminando a la vez que comienza a amanecer dándole a las blancas montañas del Pirineo otra pincelada rojiza, anaranjada y brillante a medida que les va dándole los rayos del sol a sus paredes, laderas, rocas… El día amanece radiante, limpio y templado, las estrellas dejan paso a una solo astro y poco a poco pintan las paredes a las que nos acercamos: al sur de la Sierra de Saboredo; desgajadas, encrespadas, puntiagudas crestas en esta hermosa y magnífica sierra, y las más lisas que quedan justo bajo, en la base del Pico de Saboredo.
Hemos girado y se han quedado las Agulles d’Amitges a nuestra derecha. Ya no aparecen con esa altivez que las caracteriza desde lontananza del refugio, pero ahora forman una cresta puntiaguda y escarpada. Olga y Pep se desvían algo hacía arriba e izquierda por palas más empinadas y heladas, le sugiero de girar hacía la derecha, buscando las Agulles d’Amitges y el collado entre éstas y la ladera sur del Pico de Saboredo, pero siguen su camino directo por una pala de 40 a 45º. Nosotros seguimos hacía la derecha, como he dicho, buscando la base de las Agulles, o más bien, la entrada al collado que queda a su izquierda, sin llegar a las paredes o laderas de las mismas. Nos internamos por otro barranquito de suave subida nevosa (después de hundirme en la nieve blanda en un rincón de la travesía), giramos a la izquierda buscando la altura y la visión del collado, y en seguida llegamos al mismo.
El sol ya está alto; dentro de poco nos calentará con su brillo. El día es espléndido, casi más cálido que el día de ayer. La inversión térmica hace sus estragos con la fusión de la nieve en las rocas y partes de las montañas más expuestas, con menos cantidad acumulada, pero nos permite tener un “día de verano en medio del invierno”. Las montañas nos aparecen espléndidas y soberbias con la magnífica visibilidad que tenemos: Pico d’Amitges, los escarpados y casi inexpugnables Picos de Bassiero, el nuevo perfil de las Agulles d’Amitges, Pico de Ratera, Pico de Bergús con su recortada, escarpada y amplia montaña… ¡Increíble!
Fotos y risas en el collado, ahora a nuestra izquierda según llegamos al collado, está la ladera empinada del Pico de Saboredo que, en un principio se ve fácil, dócil, factible. Pep y Olga aparece por debajo de la vista al final de una empinada pala bajo algunas paredes lisas y verticales, mientras observamos el camino a seguir por la ladera sur del Pico del Saboredo. Francesc se adelanta y al cabo de un rato nosotros seguimos sus pasos. El camino es fácil al principio. Dejamos atrás el collado y comenzamos a coger altura a la vez que la supuesta fácil pala de la ladera sur de la cima del Pico de Saboredo, comienza a coger grado y a deslizarse sobre toboganes de verticales laderas de decenas de metros bajo nosotros… la cosa se fué poniendo “interesante”. Nos ponemos los crampones. La nieve comienza a ponerse algo más dura en ocasiones y a la vez se empina con notable inclinación sobre la ladera. Las raquetas ya no sirven aquí. Más arriba el piolet en mano nos sirve más que los bastones. La inclinación es importante (35-40º) y el fondo cada vez más profundo en la caída. Al rato Pep, Toni y Malen deciden bajarse antes de meterse en un follón peor. Dolencias en la rodilla, hombro… y el esfuerzo y técnica que requiere ahora la “escalada” hace sufrir esas partes más doloridas… el resto seguimos oblicuamente por la ladera que comienza a tener 45º hacía las rocas y paredes que hacen de cima en la parte más alta de la ladera empinada; sobre todo hacía la parte más a la derecha y alta de esta cresta de rocas picudas.
Atrás nuestro, las Agulles d’Amitges quedan allá abajo, pequeñas y encantadoras, al fondo todas la montañas de la parte sureste del P. N. de Aigüestortes y Lago San Mauricio: picudas y magníficas montañas, hermosas, enérgicas, desafiantes y asombrosas. Destacan las reconocibles y hermosas Encantats, Pico de Peguera, montañas de Subenuix… especiales, encantadores, bellísimos paisajes pirenaicos. Vamos acercándonos a las laderas nevadas más empinadas y a la vez más altas y cercanas a las rocas cimeras. Isabel lo pasa mal al encontrarse en una postura más técnica, y con una caída vertiginosa. Le ayudamos a subir, a desplazarse hacía el balcón entre las rocas, más a la derecha de la cresta roqueda y cimera. Cuando ya estamos todos Francesc por un lado y yo por otro, exploramos si entre las rocas y cresteando podemos llegar a la cima más alta y fácil del Pico de Saboredo, ya que nos damos cuenta de que estamos en unas rocas puntiagudas al final de la cresta sur que viene del pico. Damos por entendido que estamos en la Cima Sur del Pico de Saboredo, a unos 2.817 mts. de altura y a unos de 10 a 20 metros de distancia con el pico principal que está a 2.829 mts. Pero según observa Francesc la cresta es intransitable para el grupo de 4 que vamos. Si Isabel ya lo ha pasado mal subiendo, crestear con crampones, hielo y vertientes verticales, sería arriesgado, así pues nos damos por contentos por hacer la cima sur del Pico de Saboredo.
“¡¿Tenemos que bajar por el mismo sitio que hemos subido?!” era la preocupación de Isabel. Pero sí; al no poder llegar hasta la cima del Pico de Saboredo y bajar por su vía “normal” desde el Collado d’Amitges, debíamos desandar lo ascendido. Clases prácticas de progresión en este tipo de terrenos. Calma, ánimo y ayuda para Isabel que se encuentra medio atascada por la “peligrosidad” del lugar. Pero al final todo sale muy bien y lo que parecía imposible, no fue tan difícil como pensaba. Hemos perdido bastante tiempo en esta ascensión y en comprobar la realidad de la progresión. No había calculado ni planeado que esta parte de la montaña, de la ascensión, fuera tan entretenida.
Desandamos nuestras pisadas, nuestro rastro al subir. La nieve está blanda en superficie y como descompuesta, húmeda, no muy buena para caminar con pendiente. Pero debajo parece que hay en ocasiones otra nieve más fría y helada; o es la propia roca. Olga lo lleva muy bien y acompaña a Isabel en la lenta bajada. Francesc y yo nos adelantamos y antes del collado con las Agulles d’Amitges y disfrutamos de un espectacular paisaje, de un lugar excepcional y de una experiencia mágica como siempre en la alta montaña pirenaica. Fotos y más fotos al paisaje que se muestra ante nuestros ojos en este día tan perfecto y excepcional, radiante y espectacular. Aunque no las haga con mi cámara nueva Fuji film, no dejo de inmortalizar el momento y lugar con la cámara de Anna.
Casi lentamente, ya que Isabel aún no se ha repuesto del susto y baja con pies de plomo por pendientes más estables, bajan las dos mujeres hasta donde nosotros estamos cerca del collado con las Agulles d’Amitges. Una vez aquí todos juntos, desandamos el camino, ahora pisado en la subida y con la bajada del resto del grupo, llegamos enseguida al Estany de La Munyidera y de aquí al refugio no queda nada. Son las 13’30 horas cuando llegamos al refugio. Nos reencontramos con el resto del grupo y rápidamente recogemos el material que hemos dejado en el refugio: saco de dormir, ropa, comida… hay que darse prisa ya que se ha hecho algo tarde y no sabemos si encontraremos taxi para bajar a Espot, para de esta manera no llegar demasiado tarde a casa.
El día sigue radiante y perfecto. Ni una nube. E ilumina las montañas de una manera increíble, fabulosa. Bajamos de nuevo del Refugio d’Amitges desandando el mismo camino que seguimos ayer para subir. Mientras bajamos comenzamos a planear la próxima empresa, la próxima aventura, y a la vez disfrutamos del excepcional paisaje, lugar, en medio de un valle extraordinario rodeado de montañas imposibles, impresionantes, gigantes pilares de roca granítica. De entre todas Els Encantats. No nos cansamos de hacerle fotos y de admirar sus diferentes perfiles a medida que nos acercamos a su base, mientras bajamos al Estany de Sant Maurici ¡Impresionante!
Por fin llegamos a la caseta de información del parque donde nos dejó el taxi ayer. Yo llego el último (como siempre) por entretenerme en hacer mil y una foto (como siempre) al fantástico paisaje. Son cerca de las 3 de la tarde y por suerte poco antes de las 4 de la tarde nos recoge un taxi que nos baja a todos a Espot. El valle ya comenzaba a llenarse de sombras y las extraordinarias montañas comenzaban a dormirse al acercarse el ocaso de un día magnífico y espectacular. Este parque nacional no dejará de sorprendernos por la belleza de sus valles, sus bosques, sus perfiles… pero son sus excepcionales, encrespadas y magníficas montañas casi las protagonistas del mismo. Repetiremos, no nos ha defraudado esta aventura en una montaña desconocida por mí y poco o nada pisada por el resto del grupo: las montañas del circo de Amitges ¡Espectacular!