Hacía tiempo que tenía cierto interés por visitar y conocer esta, casi desconocida montaña, fuera del habitual entorno visitado del P. N. de Sant Llorenç del Munt i l’Obac. A la sombra de La Mola y el Montcau, el Castellsapera queda relegado, injustamente, en un segundo plano entre las cimas más distinguidas y relevantes del parque. Cima casi culminante de la Sierra de l’Obac, aparece como un murallón alargado y casi inexpugnable, atrayente y altivo, entre unas suaves y algo inclinadas laderas boscosas y verdes. Había que visitarlo y llegar hasta su “fortificada” cima.
Por ello y en una casi espontánea excursión que al final realicé en solitario, el pasado sábado 15 de febrero salí en su busca. Antes intenté informarme sobre rutas y recorridos subidos al Wikiloc, a veces muy mal o pobremente explicados, con lo que se debe utilizar la intuición y otros medios cartográficos y tecnológicos para poder llegar a ver la ruta descrita… eso si no utilizas GPS, cosa a la que aún me resisto a caer; ya que perjudicaría mi sentido de la orientación y conocimiento del medio.
Tiene que ser rápida. En una sola mañana subir y bajar; y no hay problema ya que la montaña está muy al alcance desde la carretera que cruza el parque y va de Matadepera a Mura. Me recordó a aquellas subidas matineras que hacíamos en las montañas alicantinas de subidas directas a estas entrañables cimas, con vuelta a comer a casa al mediodía.
La Sierra de l’Obac sigue paralela a la Sierra de Sant Llorenç del Munt, uniéndose a ésta en el Coll d’Estenalles (entre La Mata y el Montcau), y separadas por el valle de la Riera de Les Arenes, que a su vez es recorrida por la carretera anteriormente mentada. Paco Fernández ideó una ruta algo más larga desde l’Alzina del Salari, pero los recorridos que vi en Wikiloc salían desde La Barata; con lo que me acerqué a La Barata y aparqué en el mismo sitio que cuando subí a La Mola hace 2 años. Desde aquí sigo un trocito de carretera hacía el noroeste valle arriba, y antes de un kilómetro (más o menos) y después de la curva inmediata, me desvío por un ancho sendero señalado y marcado, hacía la izquierda y ladera arriba.
Una escalera de tablones y un poste señalizador azul que pone “Camí Ral” me dice que éste puede ser el camino con el recorrido adecuado. Dejo atrás el caserón de La Barata. Otros dos grupos de excursionistas de edad mediana van delante de mí. Uno de ellos parece que lleven a una persona que actúa o es un guía. El recorrido hasta el Castellsapera será un andar delante y detrás de éstos. El día es magnífico, soleado, con una temperatura algo más alta de lo normal en invierno. La ladera que cojo y sube es boscosa y verde; pinos exuberantes, sanos y altos.
Hay que seguir el camino principal que parece gira algo hacía la derecha. Dejamos algún camino y senda a la izquierda; senda que pensaba era la que debía de seguir de bajada si venía de la Roca del Corb. La senda se introduce en un profundo hueco labrado en la tierra casi del mismo pisar y desgastar del terreno del camino. Después sigue ancho como un camino haciendo algunas curvas, metido en el curioso bosque mediterráneo de altos pinos. Llegamos a un cruce en el que parece haber otro camino principal: debemos seguir el que tiene el poste indicador, esta vez metálico, azul con el dibujo de una montaña (“Camí Ral”), que surge a la izquierda. Por ello seguimos éste de nuevo hacía arriba e izquierda. El otro camino que sigue hacía la derecha y abajo, seguramente es otro recorrido que también nos acerca al Castellsapera por su cara este.
El camino se convierte en una ancha senda que se encarama sobre un cordal que viene de la Carena del Collet Estret; cordal cimero y columna de la sierra que sigue hacía el sur, sureste desde el Castellsapera. De tanto en tanto la senda se despeja y nos deja contemplar la excelente visión de la muralla alargada, fortificada, de una pared lisa y vertical. Magnífica. A medida que voy cogiendo altura se va abriendo a mi espalda la elegante y larga figura de la Sierra de Sant Llorenç del Munt, con La Mola, elegante y espectacular a la derecha, y el Montcau, identificativo y original, a la izquierda; entre ambos la boscosa y hermosa sierra.
Más arriba el bosque cambia y se vuelve más frondoso y húmedo con las abundantes encinas y robles. Llegamos a la cima de la carena, del cordal, y seguimos las marcas y señales las cuales nos enseñan el camino de la senda principal, que gira hacía el norte, noroeste y deja de subir para volcar a la otra vertiente desde casi la misma cima del cordal, la Carena del Collet Estret, la columna vertebral de la sierra, mientras nos dirige hacía el Castellsapera. De repente, espléndida, magnífica, sorprendente, soberbia… la imagen perfecta de Montserrat a la izquierda, hacía el suroeste. Sorprendente.
La senda sigue casi por la cima de la carena pero más volcada hacía el lado oeste, suroeste, viendo esta vertiente. Nos internamos por frondosos bosquecillos de encinas en ocasiones, y otras recorremos laderas pedregosas y despejadas. De repente a la derecha veo un hito y una senda que sale hacía el interior del bosquecillo y hacía arriba del cordal. Me imagino que es la senda de vuelta para cuando baje del Castellsapera, ya que la idea es subir por un lado y bajarlo por el otro. Aunque en un principio era subirlo por la ladera este y bajarlo por la oeste, al final esta senda y recorrido, animado por los grupos que siguen por esta senda, me deja en la parte oeste de la formidable pared roqueda y lisa del Castellsapera… creo que es su subida habitual, desde su cara oeste.
Al poco tiempo aparece unas torres redondeadas, curvadas y casi esbeltas sobre una pared roqueda y lo lisa que puede ser un conglomerado: son las estribaciones del Castellsapera. La senda llega un momento que se bifurca y surge una en medio del bosquecillo espeso y frondoso, hacía la derecha y arriba, y por la posición de las paredes del pico, intuyo que es la subida a su cima. Así es, el guía de uno de los grupos me sigue a poca distancia, mientras la senda se empina sensible y cansadamente. En medio del estupendo encinar va apareciendo a medida que cojo altura, una pared lisa y roqueda a la derecha; y pronto llego a una especie de gran grieta en medio de la montaña cerrada por dos paredes a cada lado y que en su seguimiento comienza a bajar al otro lado de la montaña. Antes he pasado por un estrechamiento entre unas rocas en las que una cuerda ayuda al que duda con las fáciles presas que solventan el paso; dejo pasar al supuesto guía que me perseguía por detrás para hacerle fotos en el mismo paso. En la parte alta de la grieta, alguien baja por la parte izquierda haciendo un pequeño destrepe. Por ahí estará la cumbre. Subo por donde esta gente baja y ya estoy en la plana cima rodeada de paredes verticales y rocosas del Castellsapera, a 939 mts. de altura.
Me paseo por la llana cima. Me acerco a los precipicios de la parte este que miran a la Sierra de Sant Llorenç del Munt, hacía La Mola al este y hacía el Montcau al noreste, y en medio de todo el bello cordal, boscoso y atractivo. Llega el grupo. Mientras, me siento a almorzar y a observar, casi con las piernas colgando sobre la pared, las imágenes al norte y al fondo del nevado Pirineo oriental, desde El Canigó, Bastiments, Puigmal… y más allá del Cadí, los altos Pirineos que hacen frontera con Andorra. Hermoso; magnífico. El grupo y algún excursionista más se recorren la llana y alargada cima hacía el norte, como si fuera la cubierta de un enorme galeón, hasta la proa del mismo. Curiosas y bellas imágenes entre la punta más al norte de la cima del Castellsapera, el caserón de La Mata detrás y al fondo cerca del Coll d’Estenalles, en la unión de la Sierra de l’Obac y la Sierra de Sant Llorenç del Munt, y más a la derecha de la construcción, la pagoda magnífica, curiosa y asombrosa del Montcau. Asombroso. Fotos para captar el momento, el instante. La Mola y su monasterio en la cima, tampoco se libran del obturador de mi cámara. Las vistas hacía el otro lado con Montserrat de fondo cercano también es impresionante, delante la Roca Salvatje y el Patller de Tot l’Any llaman la atención con estilo montserratino. Fotos con zoom a las agujas de Montserrat… ¡Impresionantes!
Después de almorzar decido proseguir la marcha. Vuelvo a la grieta por donde he subido y sigo por el lado contrario al que he aparecido. La bajada, mirando a la Sierra de Sant Llorenç del Munt, es también empinada y algo entretenida. Al llegar a la senda me encuentro con una pareja en medio de la vegetación también abundante, que me preguntan si por aquí se sube al Castellsapera. Más o menos les explico mis cortas andanzas por la montaña. Debo seguir la senda, pero la dirección tenía que ser hacía la derecha y sur, y en lugar de esto sigo la senda bien marcada hacía el norte y pegada a la misma pared del Castellsapera; como si fuera al Coll de Tres Creus.
Cruzo una especie de paso bajo una enorme roca, como si fuera una cuevecita o tunelito. Miro atrás y admiro la picuda proa del Castellsapera allá arriba. La senda pasa por una ladera algo inclinada de roca conglomerada y acaba en una especie de collado, y antes de llegar a éste, un cruce de sendas, y giro hacía la senda que sigue a la derecha, sur y abajo. Este cruce queda a poco del Coll de Tres Creus, pero no llego a pasar por él. Enseguida la senda desciende. Se interna en el espeso encinar y acaba de repente frente a una valla metálica. Al otro lado de la misma un orificio casi oculto, pero que a medida que me acerco aparece profundo y casi pavoroso. Es el Avenc del Castellsapera. Estrecho y misterioso, lleno de murciélagos y otros seres que se ocultan a la luz del sol.
Desde aquí aparece otra senda que sigue a la izquierda bien marcada, junto a una especie de lapida en memoria de un fallecido. Pero hay que seguir en dirección al sur, hay que volver al recorrido que me llevó hasta la Carena del Collet Estret, ya que mi idea era ir a la Roca del Corb, algo más al sur del Castellsapera. Por ello cogí una casi maltrecha pero segura senda que seguía la ladera casi sin bajar, por la derecha. Llego hasta un trozo pelado de vegetación con el suelo de dura y descarnada roca conglomerada. Aparece otra senda a la izquierda, sigo por la derecha. Siempre sin perder la altura de la ladera ni la orientación sur. Ahora me interno en un interesante bosque donde puede ser fácil perder la senda: encinas, húmedo suelo, espesa y cuidada vegetación… en mitad del encinar la senda gira a la izquierda y desciende. Una piedra incrustada entre dos troncos a media altura me indica que es el camino señalado y correcto. Entonces deriva en otro más ancho y muy marcado, que cruza como si de un paseo boulevard se tratara en medio del hermoso encinar. A su vez ésta deriva en otra senda que viene llaneando también por en medio de la ladera, del bosquecillo. Sigo ésta, como no, hacía la derecha, hacía el sur, en busca del Torrent dels Ponts.
Si hubiera tenido que hacer el recorrido al revés y haber subido el pico por esta parte, seguro que no hubiera llegado a menos que hubiera ido con alguien que ya se lo conociera. Al final la equivocación por no hacer el recorrido planeado, ha sido un acierto. Fotos al valle de la Riera de Les Arenes; el que separa las dos sierras. Fotos al verdor y a las formaciones entre La Mola y el Montcau. Realmente hermoso. La senda cruza bosquecillos, laderas descarnadas… pasa junto al tronco de un enorme y sobresaliente pino, y a partir de aquí la senda gira hacía la izquierda entre otros bellos bosquecillos y baja casi hasta el fondo de un barranco: es el Torrent dels Ponts. Antes de internarme en la exuberante vegetación del barranco, le echo un último vistazo al Castellsapera: de estar en la parte norte del mismo, ahora estaba justo al sureste.
Llego hasta casi el fondo del Torrent dels Ponts, pero antes del mismo, la senda gira hacía la derecha y torrente arriba. Ya comienzo a subir de nuevo; me dá la impresión de que he dado un rodeo y que he bajado demasiado. Después descubro que había otra senda más alta que rodeaba las paredes del Castellsapera por su sureste hasta la senda principal de la Carena del Collet Estret. Pero no me arrepiento de este recorrido que me está mostrando la hermosa, sana y exuberante vegetación del Torrent dels Ponts. Sigo la senda sin desviarme hacía arriba y casi paralela al torrente. A veces cruza su fondo o lo sigue. De repente comienza a subir y a dejar el fondo del torrente. La vegetación aquí es más impresionante y verde. Hermosa. Sube por la empinada ladera como a la izquierda junto a unas hermosas y altivas encinas, robles, Quercus… una en especial es grande y llamativa. Sigo subiendo entre la magnífica vegetación y bosque por la empinada ladera. Ésta ya es la ladera este de la Carena del Collet Estret, solo tengo que subir y llegar a su boscosa cima. Encuentro hitos y una senda bien marcada; ya parece que estoy en la cima de la carena, del cordal, por que he dejado de subir y ya parece que sigo por la característica boscosa cima. La senda gira hacía el sur, sureste, suroeste y deriva, en poco rato, al otro lado de la carena en la senda principal que había cogido para acercarme al Castellsapera. Ya andaba por terreno conocido. Antes el bosque cimero ha sido espléndido, frondoso y magnífico de encinas y sanos Quercus. Marcas rojas aparecen entre los troncos de estas bellas encinas, marcas que sigo por entre una serpenteante senda que esquiva a estos hermosos ejemplares.
Sigo la senda desandando el camino hacía el Collet Estret. A la derecha admiro el boscoso vallecillo del Canal del LLop, con la fabulosa Montserrat de fondo. Llego al Collet Estret y en lugar de girar a la izquierda en dirección este y de bajada hacía La Barata (camino por el que he subido), sigo la senda por encima de la misma carena teniendo en frente el Turó de La Carlina boscosa y de suaves laderas. Llego a un colladito estrecho y casi metido en el bosquecillo. Hay un hito y un pequeño pilón de limitación de territorios municipales, y una senda a la derecha que baja. No hay que seguirla. A partir de aquí comienzo a subir y me desvío hacía la derecha. La senda es clara y no tiene pérdida. Echando la vista atrás observo como queda el Castellsapera casi a mi espalda, con su forma de meseta, alta, de paredes verticales y lisas, soberbio, hermoso.
Entre el interior del bosquecillo y algunos espacios abiertos, con la imagen enfrente de Montserrat, me dirijo hacía el Pou de Glaç, muy próximo, metido entre el exuberante y hermoso bosque. Antes me topo con una piedra que tiene una marca roja: es el desvío hacía la Roca del Corb. Después de visitar el Pou de Glaç, volveré al lugar para seguir hacía este otro curioso y visitado lugar.
El Pou de Glaç está casi intacto en medio de la frondosa pinada y encinar, de un tamaño mediano o más bien pequeño con la pared y techo abovedado como si de una especie de bunker se tratara… curioso. Me he encontrado con más gente en la senda antes de llegar al Pou y en el mismo pozo. Parece que vienen de otro lugar, de alguna ruta o recorrido que viene del oeste. Cerca del Pou de Glaç está la redondeada y muy boscosa Tossal de l’Áliga; el lugar forma una especie de planicie entre las suaves laderas del Turó de La Carlina y el mismo Tossal de l’Áliga boscosa, de frondoso bosque y encantadores rincones.
Vuelvo al punto de la senda donde estaba el desvío y cruce de sendas: R C y una flecha. La dirección de la Roca del Corb. La senda sube levemente hasta pasar inadvertidamente por la boscosa cima del Turó de La Carlina. Sin darme cuenta comienzo a bajar la ladera mirando hacía La Mola ahora. Desde el Pou de Glaç he girado y seguido hacía el este, he dejado la dirección oeste, suroeste que era la que me llevaba hasta el Pou de Glaç. La altura del Turó de La Carlina llega a 933 mts. La cruzo sin detenerme. Ahora enfrente tengo a La Mola y otra loma suave, honga y muy boscosa: supongo es la Roca del Corb.
Bajando por la senda con la vista puesta en La Mola, observo un espacio rocoso y pedregoso libre de matorral a la derecha. Hay unas piedras puestas como de asiento. Parece un lugar para pararse a almorzar, o incluso para hacer un vivaque. Y a partir de aquí, me lío: poco más abajo en la senda aparece una piedra pintada con las típicas marcas/flechas rojas direccionadas; otra senda sigue hacía la izquierda. No la sigo. Sigo recto hacía la loma boscosa que creo es la Roca del Corb. Pero bajo a un collado y la marcada senda se desvía hacía la derecha. Me despisto. Pienso que la senda no debe girar a la derecha y más bien debería ir a la izquierda y abajo en busca de La Barata. Estaba equivocado. La senda que gira hacía la derecha nos dejaría en la misma Roca del Corb. Entre la nueva senda que salía a la izquierda y el collado, el cual alberga un rincón hermoso de bosque y encinar, me aventuro entre la exuberante y abundante vegetación que impiden el paso de manera casi fulgurante, durante una media hora. Perdido buscando la senda de bajada hacía el norte, noreste, que nunca encontraría.
Al final sigo la nueva senda marcada por las flechas rojas. Hay que seguir por la parte alta de aquellos troncos que tienen llamativas marcas rojas. Y esta senda no baja hasta La Barata, si no que me lleva de nuevo al Collet Estret. Salgo por la senda que, cuando pasé anteriormente por el mismo lugar en busca del Pou de Glaç, quedaba casi escondida a la izquierda. Y reconozco el lugar para poder seguir resignado hacía el recorrido del Camí Ral, dejando de hacer la circular que quería hacer bajando de la Roca del Corb (que verdaderamente tampoco he visto).
Desandando el camino desde el Collet Estret en dirección al Castellsapera, hacía el norte, noroeste, me encuentro con el Camí Ral por el que subí desde La Barata, y giro hacía la derecha y este, noreste para desandar éste también. Antes me he encontrado con un numeroso grupo de “runners mountain” que suben rápidos, echando la hiel algunos, en dirección contraria a la mía, como si hubiera fuego en al monte. Bajando por la misma senda/camino que subí para acercarme al Castellsapera, llego hasta la carretera cerca de La Barata. Observo, antes de llegar a la misma carretera, una senda que baja por la derecha con buena pendiente. Aquella que ya observe nada más empezar la actividad. Seguro que esta es la que baja de la Roca del Corb.
Ya he llegado al coche y, a pesar de haber estado perdido y de las vueltas que he dado por estas montañas, llego sobre la una y media del mediodía. Ha sido una experiencia soberbia el conocer estos lugares más olvidados de este amplio parque natural. Magnífico mirador el Castellsapera y fabulosos los rincones que lo envuelven: roca, encinas, robles, pinos, piedras, laderas suaves, paredes verticales… lástima el no haber podido llegar a la cima de la Roca del Corb y haberme asomado a su precipicio… lo dejaremos para la próxima.