Estaba esperando que llegara abril o mayo para poder hacer una visita a unos de los hayedos más famosos de Cataluña: La Grevolosa. Y desde hace tiempo que oigo y leo sobre sus recorridos y lugares, y quiero organizar una excursión por la zona.
Francesc Fabregat me decía que si iba a La Grevolosa no dejara de visitar el Molí de Bracons, muy cerca de la Collada de Bracons, puerto que separa y une La Garrotxa (Girona) con Osona (Barcelona) y famoso por los extraordinarios bosques, verdes espacios y alturas cercanas como el Puigsacalm.
Así pues el pasado sábado 24 de mayo y después de mirar itinerarios en internet y hacerme un recorrido donde enlace el centro del Hayedo de La Grevolosa y El Molí de Bracons, vuelve al hayedo por otro lado haciendo una visita completa con, incluso, subida a alguna altura, en el mapa Alpina de mi ordenador, salimos un buen grupo de Cuspidianos para hacer una actividad no demasiado larga ni mucho menos dificultosa, pero pasando y visitando lugares hermosos y muy bellos.
C-17 en dirección Ripoll. Desvío en dirección Olot. Dejando la nueva carretera en la solitaria salida a Sant Andreu de La Vola, después de pasar algunos túneles. Pasamos por arriba de la carretera justo cuando se vuelve a meter en otro túnel y nos salimos en la primera casa que nos queda a la izquierda. Es el restaurante Can Piguillem. Aquí dejamos los coches. Es una mañana medio soleada que se pondrá más tormentosa a lo largo que vaya avanzando el día, pero esas cuatro gotas no nos estropeará la actividad.
Justo saliendo de Can Piguillem a la carreterilla, a la derecha, enseguida encontramos un camino que sube algo a la izquierda. Justo al principio del camino nos encontramos con un cartelito indicativo: “Camí de Cabrera”. Llevamos buena dirección. Este camino nos lleva hacía el este con algunas curvas y pocos desniveles. Nos acerca al Fornés que sorprendentemente lleva una buena corriente de agua. A veces lo cruzaremos y otras lo evitaremos, pero seguiremos casi paralelo a su dirección en busca de El Güel, una masía muy identificativa, casa rural, pegada al camino que debemos seguir. Antes nos hemos deleitado con el descubrimiento de una concavidad en forma de circo, de embudo, muy boscoso, muy frondoso y verde, sin cabida para otra cosa que no sea la magnificencia de la selva, en una montaña cada vez que alzábamos la vista y mirábamos hacía el noreste casi norte. Impresionante. ¡Allá debemos ir! Les comento a mis compañeros de camino. “Es el circo de La Grevolosa”.
El camino no debe de tener pérdida. No hay que salirse de él, no desviarse por los otros pocos caminos que nos encontremos, sobre todo a nuestro lado izquierdo. Llegamos a un lugar con un cartel y otro poste indicativo: “La Grevolosa” “Sant Nazari”, hacía arriba, derecha y norte. No debemos seguir por ahí (ya que es la ruta de bajada) y seguimos el camino principal que seguíamos sin dejarlo. Al poco tiempo pasamos por la masía anteriormente mencionada: El Güel. El lugar y entorno es espectacular; desde casi que salimos de Can Piguillem y sobre todo por sus rincones, prados, bosques, verdor, arboledas y bosques en torno al Fornés. Precioso paisaje.
Acto seguido llegamos a un cruce (una vez pasado El Güel) en el que nos encontramos a un grupo nutrido de vacas arriba nuestro y del camino, y delante, casi invisible desde este cruce, la casa de El Prat de La Vola. Al cual no se puede llegar al haber una valla. Pero ya congregados en este cruce vemos otro poste indicador con cartelitos informativos de direcciones: nosotros seguiremos hacía la Collada de Bracons “Camí de La Grevolosa”. Entonces giramos a la izquierda y algo arriba, con otro giro de unos 150º por en medio de todas las vacas que casi nos cortan el paso. Dejamos entonces de seguir hacía el este (en general) para ahora seguir al norte y arriba; aquí comenzaba la subida poco a poco hacía el impresionante circo del hayedo de La Grevolosa.
A partir de aquí y apartando las vacas, seguimos otro camino que enseguida gira algo hacía la derecha y norte para, poco a poco, internarnos en la espesa vegetación, verde y frondosa de los indretos de La Grevolosa. Poco a poco los numerosos robles, cada vez más espectaculares y enormes, dejan paso a las frondosas, a las hayas. Pasamos por lo que llaman el Collet de La Cometa y aún el camino está despejado en su vertical, pero más adelante, justo antes y llegando a un cruce de recorridos, las hayas han cubierto el cielo y comienzan a darle un toque de exuberancia y selva viva al lugar. Ya casi se podría decir que estamos en pleno hayedo de La Grevolosa.
Justo en la curva del camino y junto al poste indicador de recorridos, paramos a almorzar. El hambre ya aprieta. El lugar comienza a ser increíble, con grandes y hermosos ejemplares. Fotos, descanso y almuerzo en un lugar encantador. El poste indicador nos dice que hacía la derecha subimos al Coll dels Llancers, y hacía la izquierda seguimos el fácil camino, que seguirá subiendo, hasta el corazón de La Grevolosa.
Después de llenar algo la panza, seguimos el recorrido hacía La Grevolosa. A partir de aquí sigue la espectacularidad del hayedo, con magníficos ejemplares y bellos rincones. Ahora todo son hayas; en las laderas, junto al camino… nos adentramos al corazón del selvático circo de La Grevolosa que veíamos al fondo desde el camino. Hay casitas de madera para pájaros que cuelgan de las ramas de notables ejemplares. Encantador.
Seguimos el camino ahora más lleno de hojas secas que aún quedan, casi perpetuas, caídas de las numerosas hayas este pasado otoño. Y a la vez el hayedo se enaltece, se hace frondoso y grandioso con rincones y perfiles espectaculares, hermosos, casi místicos… embelesado por el camino a seguir entre el magnífico hayedo, me quedo el último llegando a un lugar donde todo el grupo se ha parado. Sin saberlo están en el corazón de La Grevolosa, junto al chorrito de la casi invisible Font de La Grevolosa. “¿Esa es la fuente de La Grevolosa?” Casi nadie del grupo no se había dado cuenta. Aquí hace el camino una curva y gira como si, al seguirlo, quisiera salir del hayedo. Le hago una foto a un magnífico y viejo ejemplar antes de seguir al grupo hacía arriba. Es un bello y enorme tronco que ha hecho de modelo en muchas ocasiones cada vez que hemos puesto “La Grevolosa” en internet. Espectacular.
El grupo no quiere pararse demasiado tiempo para contemplar la belleza del lugar y prestar, con el silencio, atención a la respiración del bosque; y suben por la senda que sigue hacía arriba y norte, en zigzag al principio y algo más recta después, para salvar el desnivel que hay desde el lugar (Font de La Grevolosa) hasta el Collet de La Grevolosa.
Hay que seguir en dirección a la Collada de Bracons, según el cartel indicador, y la senda excava en el blando terreno entre las raíces de las hayas, nos sube por en medio del selvático hayedo, por una vertiente más vertical en busca de la parte más alta del circo y de la montaña. El lugar sigue siendo mágico, increíble, caminando entre las espectaculares hayas. Poco a poco la senda marcada con pintadas amarillas se va horizontalizando y ensanchando a medida que nos acercamos a las alturas del Collet de La Grevolosa. Risas y charlas son la nota predominante en el grupo. El tiempo nos sigue respetando y la actividad no es demasiado esforzada, no son desniveles fuertes pero suficientes para hacer una estupenda actividad.
De repente la senda se despeja y se abre ante un pradillo en las alturas de la montaña. Ya estamos en el Collet de La Grevolosa. Descanso y charla con otros excursionistas que descansan junto a un medio poste indicador de recorridos con carteles más pequeños. Veo que tenemos tiempo, no es que hayamos ido rápido, es que el recorrido no es demasiado esforzado como para retrasarnos por nuestro esfuerzo. Y, después de comentarlo con el resto del grupo, decido girar hacía el este y arriba, y subir a La Pastera como la costumbre que tengo de hacer una cima, un pico en cada excursión. Estamos a unos 1.143 mts. y debemos subir a 1.201 mts., que es la altura del pico más al oeste de la Sierra dels Llancers.
Y es aquí en esta bonita y encantadora subida a La Pastera cuando recuerdo aquello que me decían sobre La Grevolosa: “lo bonito de La Grevolosa no es solo el lugar en sí, si no todo el hayedo y bosque que la rodea”. Y bien razón que tenían: el hayedo sigue siendo precioso con ejemplares únicos, increíbles y muy sanos. El verdor abunda y la magia también en este lugar, en esta encantadora montaña. La senda que salía del Collet de La Grevolosa a la derecha, este y arriba, se interna casi escondida en dirección al Pla de La Grevolosa. Otro fantástico lugar. Pero antes de llegar a dicho punto, giramos hacía la izquierda más arriba cogiendo el cordal cimero. Entonces solo nos quedará seguir hacía la izquierda, siempre en medio de un estupendo hayedo, hasta otro punto alzado en medio de la selva. Es notorio al llegar al lugar, pero nada, menos el propio perfil de cima, nos dice que es una cumbre. La Pastera (1.201 mts.).
Otra linda parada. Fotos de grupo, de cima. Risas y muchas cámaras para retratarnos. Pero en las fotos no aparece la cima, solo nosotros y el inmenso hayedo. Fantástico. Debemos seguir la ruta. Que no se nos haga tarde. Otra senda sale de la cima de La Pastera por casi el lado contrario al que hemos llegado, bajando en dirección oeste y volviendo al Collet de La Grevolosa, sitio del que habíamos salido para subir a esta cima.
Nos hemos topado con una valla que delimita terrenos de pastos. De esas que son de espino metálico. Pero enseguida llegamos de nuevo, en mucho menos tiempo que en la subida, al Collet de La Grevolosa. Desde aquí seguiremos un camino que se interna enfrente nuestro hacía el oeste y bajando un poco, por el frondoso hayedo de la loma norte que quedaba al oeste del circo de La Grevolosa. Lo que llaman la Baga de Les Eugues. Otro fascinante y magnífico hayedo en la ladera norte del lugar que mira hacía el Molí y Refugi de Bracons. El Molí de Bracons es nuestro siguiente objetivo. Haciendo caso a Francesc Fabregat pasaremos por el encantador rincón dentro de estos fabulosos lugares.
El ancho camino parece que bordea la montaña boscosa que queda entre el circo selvático de La Grevolosa y el Torrent de Bracons más al oeste. Gira hacía el sur y luego vuelve a girar hacía el norte, oeste, otra vez norte… haciendo curvas y descendiendo poco a poco a medida que se acerca al norte hacía el lugar de Bracons. La tremenda selva y extraordinario hayedo también en esta parte de la montaña no nos deja ver más allá de las frondosidades y hermosos ejemplares para poder observar que nos estábamos acercando a Bracons. Solo cuando cruzamos el Torrent de Bracons por esta parte la más alta del mismo, algo seco y casi invisible, salimos de la espesura y podemos ver algo más de cielo y paisaje, además justo aquí giramos hacía el oeste por la ladera de enfrente a la que llevábamos, en dirección a las construcciones de Bracons.
Así pues el camino que transcurre casi paralelo pero por debajo a la carretera que sube o baja de la Collada de Bracons nos deriva en la misma casa o refugio de Bracons. Desde aquí las vistas hacía la espléndida selva, hayedo por el que hemos andado, queda casi detrás nuestro y hacía el sur, al otro lado del barranco, es impresionante: verdor e hipnotizante belleza, el bosque y su energía. Cerca de Bracons los prados y los espacios abiertos son más numerosos, pero no quitan belleza ni hermosura al paisaje.
La casa de Bracons nos llama la atención. Nos paramos ante ella para observar sus viejos muros, sus formas antiguas, medio remodeladas, conservadas y medio derruidas a la vez. Una manguera que pierde agua como si fuera un aspersor hace de juego perfecto para el grupo.
Bordeando por el sur la casa de Bracons y justo antes de comenzar a subir por la pista que comunica la casa con la carretera, a la izquierda, entre hierbas y un árbol solitario con una enredadera casi seca rodeando su tronco, sale hacía abajo una sendilla que nos lleva hasta otra construcción al final de la misma y que se intuye entre la maleza y arboleda del lugar: es el esperado Molí de Bracons.
Es un lindo rincón y antigua, casi abandonada construcción junto a un arroyo que pasa por detrás de la misma. El lugar es encantador. Tenía razón Francesc al aconsejar pasar por aquí. Curioseamos el lugar. Saltamos el arroyo y miramos el lugar donde se encontraría la rueda del molino… o puede ser que estuviera dentro, y pasara el riachuelo por dentro de la casa. Hay una puerta abierta y una estancia como si fuera un refugio vivaque, una casa de pastores. Verde, agua, tranquilidad y belleza es lo que se respira en el lugar… pero hay que tener cuidado con el alambre que hace de valla: está electrificado.
Saltamos el arroyo para seguir al otro lado de la casa y hacía abajo, sur, por una senda invisible entre la verde y alta hierba. Esta vez no atravesamos bosques, si no que seguimos por los prados dejando a la izquierda el Torrent del Bracons y el fondo del vallecillo que nos recorremos ahora. La carretera va quedando arriba nuestro a la derecha. Aún pareciendo que no caminamos por senda, sí seguimos el recorrido que nos llevará hasta un camino que viene de la carretera junto a un cartel que, indicando hacía el lugar de donde venimos, pondrá “Molí de Bracons”. Atrás habrá quedado la encantadora construcción, el apacible lugar, el hermoso rincón… como en una escena de La Comarca en el Señor de Los Anillos. Bello y magnífico a la vez.
Debemos seguir el camino hacía el Torrent de Bracons cruzándolo; ahora con un gracioso curso de agua. Una cadena evita que los automóviles circulen por aquí. Una vez cruzado giramos hacía la derecha y sur, valle abajo, siguiendo paralelos al curso de Torrent de Bracons. La idea es volver a internarnos en el hayedo de La Grevolosa pero esta vez por el otro lado, hacía la Ermita de Sant Nazari.
El camino no recorre lugares tan frondosos como los cruzados alrededor de La Grevolosa, pero también es bonito con algunos espacios para poder mirar parte del paisaje, el cielo, aún azul. Cruzamos algún camino, pero nosotros seguimos hacía el sur por el principal. Pasamos junto alguna pequeña torre de tendido eléctrico, y pronto hace como que gira hacía la izquierda y este, a la vez que coge algo de altura, pero el suave subibaja es la nota predominante en el terreno. Pero no gira hacía el este, para coger la dirección hacía la Ermita de Sant Nazari, si no que sigue como hacía el sur.
Llega a una especie de collado. Ya estamos más adentro del fabuloso bosque próximo a La Grevolosa, pero aún no aparecen las hayas y las frondosas; eso sí, las encinas, Quercus y pinos son más frondosos y espesos. Este es el llamado Collet de La Paia: hay un cruce de caminos y seguimos por el que sigue enfrente hacía abajo ¡Mal! El mapa desactualizado de Alpina que llevo en la pantalla de la cámara fotografiado, me ha hecho una mala jugada. Mientras vamos bajando altura nos damos cuenta que no es la dirección de la ermita, que seguimos demasiado hacía el sur bajando mucha altura… debemos volver. Antes hemos visto un hito junto al camino poco antes de llegar a este cruce, a este Collet de La Paia. Tendríamos que seguir por aquí. Y justo la senda a la izquierda y casi en subida dirigiéndose hacía el este, es la buena que nos llevará por otros rincones hermosos y frondosos, hasta, no sin antes admirar algún enorme ejemplar de roble, la Ermita de Sant Nazari. Nosotros al equivocarnos y desandar la pista hacía el Collet de La Paia, antes de llegar a éste, nos encontramos con otra sendilla a la derecha y arriba, que enlazará con la senda buena antes nombrada que, siguiéndola hacía el este y derecha, nos dejará en la nombrada ermita y lugar.
Un simpático cartelito clavado en un tronco nos indica mediante una flecha y el nombre, que llevamos buena dirección hacía la Ermita de Sant Nazari. Antes de llegar el bosque se va ensombreciendo, al igual que el cielo, oscureciendo a medida que nos metemos y cambiamos al bosque de hayas y robles, que poco a poco se va pareciendo al de La Grevolosa, mientras nos acercamos al corazón de la misma pero esta vez por su parte oeste, como si le entráramos por la otra puerta que tiene desde el sur, desde Can Piguillem (por el camino que salía desde el primer cartel que nos encontramos camino de El Güel).
La Ermita de Sant Nazari es un templo o construcción restaurada, arreglada, en medio de un paraje idílico, precioso, especial, como es el hayedo de La Grevolosa. Tiene algunas mesas y bancos que aprovechamos para pararnos a descansar y comer; ya es mediodía. El tiempo ya parece que ha comenzado a cambiar y caen las primeras gotas, pero la sangre no llegará al río. Nos ponemos los chubasqueros previsores de que para el día de hoy había amenaza de lluvia, y ya está. Risas y buen rollo en el grupo. Somos gente sana y nos llevamos bien, es muy importante para compartir buenos momentos y maravillosos lugares.
Antes de partir del lugar, le doy la vuelta al templo. Otro grupito con niños se ha acoplado a la entrada del mismo, mirando al sur, nosotros estábamos en la parte norte y de atrás. Hago fotos. Ya está todo lo que teníamos que ver y visitar, ahora toca volver a los coches. Entonces salimos del lugar por un camino que sale hacía el norte, por detrás del templo, y hacía la derecha subiendo algo. Pero enseguida el camino que parece que se va a internar de nuevo en el corazón de La Grevolosa, llega a un punto en que gira hacía la derecha y sur, bajando y como si pareciera que quisiera salir de la montaña. Vemos un poste indicador y carteles señalizadores: se puede bajar de Sant Nazari por una senda que sale justo desde su puerta principal, o bajar por el camino, que es lo que hemos elegido nosotros. Solo hay que seguir la dirección del parking. Para la próxima bajaremos por la senda.
El camino también tiene rincones preciosos, espectaculares del mismo hayedo. Amplio y fácil de seguir va bajando y pasando por umbríos y verdes lugares. Parece de cuento de hadas, de película de Merlín, increíbles bosques y asombrosos ejemplares. Fotos del lugar, fotos admirando la belleza del bosque cerrado y húmedo, fotos de los espectadores entre tal grandeza… incluso algunas de las chicas encuentran fresas silvestres que están muy buenas, naturales y salvajes, prueba de lo sano que está el hayedo.
Más abajo, mientras seguimos por el mismo camino sin desviarnos, el bosque comienza a cambiar, dejamos el monopolio del hayedo y ahora se va mezclando con robles, más abajo robles y Quercus desapareciendo la supremacía y la frondosidad del hayedo. Mientras el bosque se va despejando y nos deja ver la espectacularidad del paisaje: las boscosas o mejor dicho selváticas laderas del Puig d’Eugassa, de la Sierra dels Llancers… asombroso. Ya no ha vuelto a caer ninguna gota a pesar de que el cielo sigue adornado por esas fotogénicas nubes.
Voy de los últimos, cerrando el grupo para que nadie se pierda. Y llego a un cruce y a una puerta de una valla que cierra el camino por el que bajamos, y éste deriva en otro camino cementado y en unos aparcamientos. Aquí me espera el resto del grupo. Estamos en el parking que señalaba el cartel indicador al salir de Sant Nazari. Seguimos el camino cementado ahora, hacía el sur, con la misma dirección que llevábamos, y enseguida salimos del entorno de La Grevolosa y Sierra dels Llancers para desembocar en el camino que viene de Can Piguillem, justo junto al cartel que anunciaba la entrada a La Grevolosa y que pasamos de largo esta mañana para llegar a El Güel.
A partir de aquí giramos a la derecha y oeste para desandar el camino de esta mañana para dirigirnos a Can Piguillem, donde está nuestro coche. Como al principio el camino hace curvas y gira, pasa junto al Fornés o se aleja… Volvemos la vista atrás y de nuevo aparece aquel circo de verdor y frondosidad al comienzo de aquella alargada y exuberante sierra: La Grevolosa ¡Espectacular! Justo antes de llegar a Can Piguillem acierto a descubrir una montaña con antenas y una casa en su cima que asoma por detrás del caserón y restaurante al que nos dirigimos, es la cima de Bellmunt. Me recuerda cada vez que la adivino en lontananza el recorrido que hicimos hasta su cima.
Una vez que llegamos al parking de Can Piguillem, donde tenemos el coche, decidimos acercarnos a un curioso bar de un “viejo rockero” en el grupo de casas próximo al que llaman Palou, en el Veïnat de Dalt. Muy cerca de Can Piguillem, siguiendo la carreterilla asfaltada hacía la izquierda, y justo al cruzar la carretera que baja de la Collada de Bracons, seguimos por el camino de enfrente hasta que en pocos metros termina en dicha casa. Hay una encantadora terracita y el interior del barecillo está lleno de música rock y fotos con viejos rockeros. Curioso. Nos juntamos todos en la terracilla y es cuando comienza a llover y a caer la temperatura; justo lo celebramos con el meteoro que dá vida a este fabuloso e increíble bosque. El lugar es asombroso y espectacular, y no solo el circo selvático de La Grevolosa, si no todos los alrededores boscosos y magníficos a lo largo de la Sierra dels Llancers y la Collada de Bracons… pero aún nos queda mucho por conocer y recorrer dentro de esta preciosa sierra y estas selvas de hayedos y robles. Hay que volver.