San Bernardo con Vicente y Núria
No pierdo oportunidad cada vez que voy a mi tierra de visitar mis queridas montañas alicantinas. Esta vez una semana en Almoradí dá para acercarme a algunas de ellas. Pero para una rápida visita un domingo por la mañana, cálido, soleado y seco de otoño, la mejor es la Sierra de Callosa.
Describir la Sierra de Callosa es casi como describir una pelada cima de los Pirineos, de los Alpes o de los Andes, pero a quinientos metros de altura sobre el nivel del mar. Crestas, espolones, paredes, terrenos verticales, decenas de vertientes imposibles, inexpugnables… y todo un zigzag de escondites, agrestes brazos y pequeños piquitos, todo dominado por el Pico del Águila y su estupenda pared oeste de decenas metros o incluso de cientos de metros de altura, y por la Cruz de Enmedio, la suave cima que queda justo en el cruce de brazos, de vertientes, en el mismo centro de la sierra… y todo esto nace desde una planicie casi perfecta, verde, llena de huertas, que casi desde el mismo centro de esta llana planicie a poco más de 15 o 20 metros sobre el nivel del mar, la roca vertical, dura y antigua, infranqueable, como pensando “¿Qué hace esto aquí?”… que pasa de los 570 metros de altura: la Sierra de Callosa.
Es todo roca, agreste, cortada y vieja roca caliza. Pocos pinos se encaraman en sus laderas más cercanas a la planicie de la Vega Baja; y desgraciadamente comprobamos que muchos de ellos actualmente enfermos y muriéndose por una extraña enfermedad traída, dicen, por la sequía de este año. “Es como si hubieran cortado la cima de una alta montaña, y la hubieran dejado en medio de este llano” recuerdo las palabras de mi primo Miguel Ángel González (mi mentor montañero) hace muchos años cuando comenzaba a conocer y subir esta sierra en mis comienzos montañeros al final de mi adolescencia. Nostalgia. Pero es una imagen bien ganada, ésta que es la montaña más vieja de toda la provincia de Alicante.
He quedado con Vicente Molina y con Nuria Ferrandiz este domingo 16 de noviembre para subir y recorrernos la sierra. Me ilusiona volver a pasar aquellos pasos que en mi juventud me hicieron dudar, me hicieron retroceder por su peligrosidad, por su temeridad, y a la vez recorrernos viejos lugares comunes en los que disfruté tantas veces de esas vistas, esas sensaciones y esos días, mañanas, y esos momentos con mis viejos compañeros “lobos de montaña”, antiguos exploradores de lo sencillo pero desconocido no descubierto (al contrario que pasa ahora) por la gente de mi pueblo, de la Vega Baja… como es el descubrir los rincones naturales y las montañas que nos rodeaban.
La idea es acercarnos a la alta Ermita de La Virgen del Pilar en la parte más alta de Callosa de Segura (una de los tres pueblos ubicados al pie de la sierra. Los otros son Cox y Redován), desde aquí subir a La Plana por el viejo camino por en medio de la ramblilla, y desde la cresta que sube a la Cruz de Enmedio (en la cima de la sierra), cruzar hacía otra cresta, cuerda, entre éste y el pico San Bernardo, y seguirla hasta éste último pico… pasando por la “V”. La bajada la haremos directa desde el San Bernardo hasta el coche. Habremos dado la vuelta a todo el “circo” que circunda la población de Callosa de Segura ¡Que ganas de pasar la “V” y de subir al San Bernardo! Como les digo a mis amigos, después de venir del Pic du Midi d’Ossau “es lo menos que puedo hacer, jejejeje (risitas)”
El día es soleado, caluroso para estar en medio de noviembre, al final nos ponemos la manga corta. Vicente se queja del calor que aún hace con respecto a las fechas en las que estamos, y yo siempre recuerdo el calor, el buen tiempo, la buena temperatura muchas veces que suele hacer (no siempre) en las montañas alicantinas. Aparcamos el coche justo en la misma puerta de la ermita, y desde aquí cruzamos el vistoso puente de madera que cruza la cercana rambla (que baja del mismo “circo” de la sierra), seca pero peligrosa cuando llueve en exceso y de golpe. No hay tierra para absorber el agua que caiga, toda resbala peligrosamente por la lisa y dura roca caliza.
Al otro lado del puente seguimos una sendilla que baja hacía la izquierda e internándose en la sierra, siguiendo marcas del P.R. Antes hemos visto algún cartelillo “Vertiente 1: La Plana” iremos en busca de La Plana, pero no por el P.R. Mientras que el P.R. baja de nuevo hacía la izquierda, nosotros seguimos recto para internarnos en un barranquito que poco a poco se va cerrando. Justo debajo de un marronoso promontorio de roca con dos cuevecillas como dos ojos, giramos hacía al derecha, cruzamos otro lecho de la ramblilla o barranco que debemos seguir, y seguimos hacía la derecha en busca del principio de este mismo barranquito.
Esta es la rambla que debemos seguir hacía arriba por la senda a la izquierda del lecho que nos llevará hasta las “invisibles cascadas” y paredes verticales con formas redondeadas y suaves, formadas por el caer del agua durante todas las edades de la montaña. Este es el antiguo camino de subida al pico más alto de la sierra, el antiguo camino de subida a La Plana, y quería recorrérmelo como antaño. Es muy entretenido. Recuerdo la primera vez que intenté subir por aquí, para mi fue como una “gran y temeraria escalada” y solo son grandes escalones en la gigantesca escalera de esta rocosa sierra.
El aspecto de esta sierra, vieja, antigua, desgastada pero enérgica, rocosa y espectacularmente agreste (para no haber tenido erosión glaciar), ya te llama la atención desde la distancia, y dicha impresión se acentúa cuando te internas en ella, como ocurre en esta subida. Pero el terreno, a pesar de ser todo o la gran mayoría de ella de roca dura lisa a veces y granulosa otras (según su erosión), se aprecia que es de un árido clima Mediterráneo; matorrales, vegetación e incluso el a veces agobiante ambiente cálido, caluroso, revela su origen y estado como de una lejana región semidesértica, pero en medio de la Vega Baja y con “sello de propiedad” en nuestra comarca. A pesar de su extraña u original forma, perfil, formación, es “nuestra sierra”.
Pasamos estas pequeñas trepadillas IIº- (si llega), entretenidas y fascinantes si es la primera vez que escalas, que pruebas la escalada. 3 o 4 escalones en el lecho del estrecho y pequeño barranco, con sus pozas (como las que forma el agua al caer de una cascadita) en cada escalón horizontal y fáciles presas en las paredes hacía el siguiente escalón. Todo rocoso. Todas las laderas son rocosas pero con sus pequeños matorrales entre las grietas de estas viejas paredes. Nuria va delante, y yo me quedo atrás con Vicente. Hablamos, charlamos. Son unos perfectos iniciados al montañismo, amigos y compañeros.
No hay ni una nube. Hace calorcillo a pesar de ser el principio de la mañana; esto nos dice que pasaremos calor, a menos que arriba corra algo de viento. Peor hubiera sido en verano, con un calor, ambiente y temperatura asfixiante. Detrás nuestro y a medida que cogemos altura, va apareciendo el agreste perfil rocoso anaranjado de la vertiente del San Bernardo. Parece que vamos en dirección contraria al dejarlo a la espalda, pero más arriba daremos la vuelta para acercarnos. Es impresionante: una sierra “tan pequeña” con unos perfiles y aspecto tan agreste. Yo siempre pensaré que es por su antigüedad, la roca más vieja de Alicante y casi del sureste peninsular, tan erosionada y cuarteada a lo largo de tantos años que le dá este aspecto. Aunque eso es contrario a las Leyes de la Geología, ya que cuanto más vieja es la sierra, el macizo, la montaña, menos agrestes, más suave y fácil loma se va convirtiendo hasta desaparecer en un llano; por la erosión de tantos y tantos años que desgastan la tierra. Curioso y fascinante ¡¿Qué hará que sea tan agreste, tan espectacular?!
Seguimos por el fondo del agreste y estrecho barranquito que comienza a empinarse de nuevo. Una pequeña bifurcación (aparente) pero seguimos por el barranquito principal, por el de la izquierda. Otra pequeña trepadilla entre una losa casi más o menos lisa y otra por en medio del hueco vertical del barranquito, y arriba de este ya se abre, se hace más fácil y aparece una corta senda que nos llevará hasta La Plana, arriba de la misma. Aparece la vegetación arbórea y los cálidos rayos del sol.
El cielo sigue libre de nubes, el calor hace que ya estemos casi calados de sudor (hay que cambiarse y ponerse manga corta). La Plana ¡Que recuerdos! Las vistas ya son hermosas e imponentes, rodeados por las verticales y escarpadas vertientes de la misma sierra, y por el paisaje, el horizonte, con la huerta de la Vega Baja como protagonista. Descansamos. Bebemos agua. Vemos las picudas puntas de la escarpada, agreste y espectacular “cresta del cementerio”, la que sale desde Cueva Ahumada, el mismo cementerio de Callosa de Segura. Y girando la vista hacía arriba, la cima de la sierra con el pequeño refugio construido como un pegote en medio de la rocosa llanura cimera entre la Cruz de Enmedio a la derecha y el Pico del Águila (la cima más alta) a la izquierda. Pero esta vez no iremos a la cumbre más alta de la sierra, si no a su pico más espectacular y agreste… mirando atrás nuestro, en dirección al barranco por el que hemos subido, aparece la muralla o brazo o cresta que alberga, en medio de la misma, el pico San Bernardo. Ya hay gente en su cumbre, ya están disfrutando del día y de la sierra en aquel imponente puntito del mundo… hacía allá vamos.
Dejamos La Plana, llamada así por los callosinos por que es la parte con más zona “llana” de la sierra. Atrás las vistas son impresionantes: la buena visibilidad nos hace ver hasta el Mar Menor, sus islas y las montañas de Cabo de Palos en Murcia que lo cierran en su sur… el viento a cierta altura limpia la atmosfera. Seguimos ahora las marcas amarillas y blancas, e intuitivamente hacía la parte más alta de la montaña, girando hacía la derecha según salimos del barranquito. Pero no seguiremos recto hacía arriba, más bien subiremos progresivamente pero desviándonos un poco hacía la izquierda de la rocosa y empinada alta loma, sin subir directamente… tampoco hay que perder las marcas, ya que esta vertiente rocosa puede perder a aquellos que no conozcan la montaña o se la hayan recorrido antes, ya que no hay senda, solo rocas, grietas, peñascos, lajas… poco o ningún terreno arenoso, terroso… así es la Sierra de Callosa.
Esta entretenida subida que más recuerda a un recorrido de alta montaña que a la de una sierra de menos de 600 metros, acaba, después de un pequeño zigzag rocoso, en una especie de colladito (sin serlo) y en un balcón en el que de nuevo descubres la vertiente hacía la población de Callosa de Segura, que queda allá abajo. A partir de este lugar plano, comienza hacía la izquierda el recorrido por una estupenda cresta camino de la parte más alta de la sierra. No hay pérdida. Una vez arriba y después de admirar las nuevas vistas, seguimos por esta cresta que se irá estrechando y poniéndose interesante a medida que seguimos por ella. De hecho llega a un punto en que hay que cruzar el “paso de la roca” o “paso del salto” (como yo los llamo), y es que la cresta se estrecha hasta casi ser una fila de rocas estrechas y casi puntiagudas, con un precipicio, barranco a un lado y al otro, como la más pura geografía alpina; hasta que una roca sobresale algo más de un metro hasta la siguiente roca más abajo. Hay que dar un salto o destrepar esta roca, con los “abismos” a cada lado. Vicente y Nuria pasan por un cable que han puesto nuevo por la vertiente izquierda a una altura más abajo y vertical de la misma; casi que tienen los pies en el aire. Recuerdo cuando antes se hacía este paso sin cable. Yo como siempre lo hago, doy el salto desde arriba de la roca hasta la roca de enfrente, mas abajo. Les hago fotos a Nuria y Vicente mientras cruzan el paso con el cable, y luego esperan hasta que doy el salto. Es fácil y divertido.
A partir de aquí seguimos la cresta que cada vez se vuelve a ensanchar y a partir de cierto punto deja de ser horizontal y comienza a subir por un cordal rocoso que también se empina y se vuelve a encrespar conforme coge altura y sube. Éste acaba en la Cruz de Enmedio. Por aquí baja un grupo de montañeros risueños, charladores y animosos; pero antes de coincidir con ellos en su bajada y nosotros en nuestra subida, giramos hacía la derecha al otro lado de la ladera rocosa siguiendo la senda marcada con el P.R. y sus marcas blancas y amarillas. Ésta es una cresta emocionante, con vistas hacía la derecha sobre el circo cárstico bajo la Cruz de Enmedio; más allá la excepcional cresta hacía el monolítico y casi piramidal San Bernardo; abajo y en medio del final del barranco o vallecillo, la traza urbana, casi integrada a la montaña, de Callosa de Segura. Hermoso. Al otro lado de la cresta, mirando hacía la izquierda, el vertical, rocoso y agreste barranco del Cementerio, limitado por la, más agreste si cabe, Cresta del Cementerio. Algo más abajo un enorme nicho con forma triangular con cuevecitas en su interior. Arriba de la misma, la loma cimera con el refugio y el picudo Pico del Águila, el más alto de la sierra. Y rodeándolo todo, la verde huerta de la Vega Baja con sus casitas, pedanías y poblaciones, muy habitada. Magnífico… Observo y fotografío a aquellos montañeros que estaban en la cima del San Bernardo, ahora siguen por la cresta hacía la Cruz de Enmedio; fotos espectaculares… parece una cresta en los Pirineos con montañeros escalándola.
Seguimos la senda los tres y dejamos de subir para bajar algo y mantenernos a una altura. Pasamos justo por debajo de una gran pared, pared bajo el apéndice de la Cruz de Enmedio, y al otro lado el recorrido del P.R. sube de nuevo en zigzag entre las paredes rocosas hasta otro colladito entre la mole de la Cruz de Enmedio (que ahora queda a la izquierda) y la parte más alta de la loma de la cresta que viene del San Bernardo. Una cresta que en ciertas partes son más agrestes y escarpadas que las del “paso del salto”. Desde aquí ya vemos otra vertiente: la parte norte, más huerta y la árida y larga ladera sur de la Sierra de Crevillente (De Abanilla a Crevillente). Sigo diciendo que la visibilidad en el día de hoy es encomiable, privilegiada.
Ahora seguiremos por la cresta hacía el piramidal San Bernardo, que lo vemos allá en medio de su cresta con pomposa solemnidad, a nuestra espalda dejamos la Cruz de Enmedio y la parte más alta de la sierra. O sea, giramos hacía la derecha y este siguiendo, en bajada, la parte más alta de la cresta, ahora loma fácil, rocosa, que nos lleva al nombrado pico. La luz y la sombra en la cresta le dá un aspecto increíble, muy fotogénica y casi alpina. Espectacular. Las paredes, escarpes y la vertical roca abundan en estas partes de la escabrosa sierra. Singular, única, fascinante…
Comenzamos la bajada por la loma-cresta en busca del San Bernardo. Dicho pico lo tendremos siempre a la vista, enfrente, muy visual. Nos asomamos a los “abismos” de la derecha: allá abajo vemos perfectamente todo el plano de Callosa de Segura. Vista de pájaro. Sobrecogedor. La rocosa loma se va estrechando a la vez que pierde altura, hasta que llega un momento que comienza un leve subibaja hasta llegar a la que llamo “Cresta del San Bernardo”; y es la cresta o la parte más agreste que hay entre la Cruz de Enmedio y el San Bernardo. A la izquierda aparece otro pueblecito: Cox. A la vez observamos que la sierra tiene vida: gente que baja por la vertical “senda del abuelo” y otros que siguen la cresta que les lleva hasta la cima de la Cruz de Enmedio. Espléndido.
Llega la bajada por la puntiaguda cresta. Hay pasos de destrepe, y casi “pasos de caballo”. Delante pasan Vicente y Nuria, indicamos los pasos, donde poner los pies y las manos, y al final se pasa muy bien. A la izquierda la caída es importante, y a la derecha escabrosa… ¡Mejor no caerse aquí! Ahora solo queda delante la subida hasta la pirámide del San Bernardo. Nos tropezamos con el P.R. que viene de la Ermita de la Virgen del Pilar (Pilarica) por la derecha, que será por donde bajaremos; y que sigue hasta llegar a la cima del pico por la izquierda, de una vertiente a otra. Pero nosotros seguiremos la cresta cimera hacía arriba y enseguida nos encontramos con un soberbio y vertical corte justo casi en la misma cima del San Bernardo: el la famosa “V”.
Las vertientes y perfiles del pico de camino a la V son tremendos, verticales y espectaculares. Impresionante. Rodeamos el peñasco antecesor a la V por la derecha, y enseguida nos colamos en medio de esta grieta con una vertical y casi desplomada pared, que nos separa de la cima del San Bernardo. Las vistas anteriores sobre la V son sobrecogedoras… ¡Por ahí hay que pasar! Entonces yo que iba el último me adelanto me pongo delante bajo la pared para comenzar la escalada. Se trepa por la parte derecha de la misma V, la vertiente que dá a Callosa. Las presas son fáciles, pero hay un paso en el que debes de elevarte y cogerte a las presas fáciles de más arriba. Solo son 4 o 5 metros de pared, pero la caída puede ser casi vertical, muy grave. Es un paso de IIIº y la primera vez que se escala impresiona, si no se tiene costumbre. A partir de entonces realizar este paso se hace atrayente, interesante y emocionante.
Escalo yo primero para que Nuria y Vicente vean donde pongo los pies, manos, movimientos… Me paro en un punto buscando, como es habitual en mí, el mejor agarre en medio de la pared. Pero pronto lo supero y me quedo en el balconcillo de la parte alta de la pared para observar e indicar a Nuria, que sería la siguiente, por donde subir y poner los pies y manos. Es la segunda vez que escalan la V. Primero Nuria y después Vicente van superando fácilmente la pared. “¡¿Lo pasamos a la vuelta?!” Destreparlo. ¡Va a ser que no!
Y de este paso a la cima del San Bernardo (o Pico Cortado) son pocos metros. Ya estamos junto al “santuario de San Bernardo”, a 454 metros. Fotos y vistas. Intento “examinar” la sierra, los paisajes, las vistas para ver si todo está en su sitio. Como siempre lo más destacado, las miradas hacía el resto de la sierra, la parte más alta, con todas sus vertientes, paredes, crestas y perfiles… ¡Preciosa! Las vistas hacía el paisaje y al resto de las montañas alicantinas son excepcionales; el día es de una visibilidad increíble. Reconozco con añoranza y nostalgia “mis” excepcionales montañas al fondo del paisaje: Puig Campana, Aitana, Cabeçó d’Or… Abajo la fascinante y espectacular “Cresta del Caballo”, agreste, afilada, impresionante… aún me acuerdo de la vez que me llevaron “engañado” para escalarla (IIIº) ¡¿Seguro que no estamos en la alta montaña?! Y rodeándola por todos lados la verde y llana huerta de la Vega Baja del Segura. Pero hay algo nuevo: las obras del AVE cruzan la sierra y la verde huerta como si una espada se clavara en la parte baja de la sierra hiriéndola vilmente, y como si una enorme cicatriz casi rectilínea recorriera el verdor rompiendo la armonía del paisaje. Desastroso.
Ya está bien de maravillarnos con el momento. Comenzamos la bajada por la “Cresta de Cox”, mirando hacía el norte y siguiendo las marcas blancas y amarillas del P.R. que bajan mientras tenemos enfrente Cox, bajo nuestro, y la subárida parte sur de la Sierra de Crevillente delante, al otro lado de la Vega Baja. La bajada por la crestecilla fácil también es interesante. Llega un momento que gira hacía la izquierda y baja por una especie de grieta o chimenea vertical equipada por un cable de acero por la dificultad de la misma. Interesante. Entonces a partir de aquí seguiremos la sendilla por debajo de las vertientes del San Bernardo hacía el noroeste. Esta sendilla o recorrido, que pasa por otro trozo de cable en uno de sus tramos (fácil), acaba en el cordal que viene de la Cruz de Enmedio y por el que ya pasamos para acercarnos al San Bernardo. Las vistas hacía las verticales y abruptas vertientes de la sierra son asombrosas. La “Cresta del San Bernardo” aparece afilada y espectacular a nuestra derecha en el mismo cordal que viene de la Cruz de Enmedio. Bonita.
Paramos aquí y decidimos seguir el recorrido del P.R. hacía la Ermita de La Pilarica donde tenemos el coche, por la vertiente que dá a Callosa. Hacía la izquierda y sur si llegamos mirando hacía lo más alto de la sierra. Cambiamos de vertiente, volcamos de la vertiente de Cox y noreste a la de Callosa de Segura, más al interior de la sierra. A pesar de que el recorrido casi se intuye, no hay que perder de vista las marcas blancas y amarillas, ya que hay rincones y pasos donde es mejor no despistarse. Enfrente nuestro tenemos la cresta del “paso de la roca” o “paso del salto” arriba, y las fabulosas y espectaculares vertientes verticales de esta parte de la sierra con la Senda del Abuelo (o Yayo) en medio de estos cordales y crestas que bajan hasta la rambla cerca de la Ermita de La Pilarica. Da la sensación de que no hay paso, no hay lugar por el que se pueda bajar o pasar por aquí, no se ve camino… pero sí lo hay. La bajada por aquí también se hace interesante: llega un momento en que seguimos la parte cimera de un cordal casi en cresta, y después baja hasta colocarse el recorrido por la parte norte de la ermita. Una pequeña construcción nos despista; no sé si hay que pasar por arriba o por debajo. Optamos por pasar por debajo y al girar siguiendo la forma de la montaña, llegamos hasta unas escalerillas de cemento que bajan hasta la misma ermita. Aparecemos casi por encima de ella pero por su lado norte, a la izquierda queda la población de Callosa de Segura, al final de la rambla, entre las faldas de la montaña y la huerta de la verde Vega Baja. Hemos bajado por la vertiente que antes veíamos detrás nuestro cuando comenzábamos a subir por el fondo del barranquito.
Una fugaz visita con recuerdos de tiempos pasados en los que nos recorríamos los escarpes y perfiles de esta espectacular Sierra de Callosa; y como siempre asombrosa, increíble y fabulosa. No he visto ni encontrado montañas, sierras como esta en las partes del mundo que he visitado. Es única, incomparable y magnífica. Un verdadero hito diferenciador entre un paisaje llano, extenso y verde, cruzado en medio del mismo por una agreste, árida, rocosa y gris azulada montaña, como surgida de la nada… La joya de la Vega Baja. No dejar de visitarla si pasáis por mi tierra.
Cresteando por Callosa
Una vez ya decidido ir a los Alpes con el objetivo de visitar el Glaciar Aletsch e intentar el Aletschhorn por su cada norte, por la Haslerrippe, convencidos Manolet y Pau para dicha expedición, decido pasar unos días en Almoradí para visitar a mi familia y de paso quedar con Manolet para “entrenarnos” haciendo crestas en la magnífica Sierra de Callosa. Quedamos dos mañanas, en las que en un máximo de hora y media nos hicimos unos recorridos combinando rutas y ascensiones ya descritas en esta web.
La Sierra de Callosa a pesar de su baja altitud, tiene unos perfiles agrestes, verticales, abruptos… igual que en la alta montaña, como ya me habréis oído comentar en otras ocasiones al hablar de este magnífico trozo de roca. Y por ello nos puede servir como entrenamiento para esa misma alta montaña… aunque sus dimensiones no son las óptimas, sí sus condiciones, pasos y superaciones. Igual que hace unos días hice la cresta sureste del Gra de Fajol Petit con Pau, ahora toca hacer más crestas, más entrenamientos con Manolet… espero que nos sirva, para esos 700 metros de desnivel de IIº y Iº de la Haslerrippe…
El 29 de junio llegamos a la Ermita de la Pilarica de Callosa Manolet y yo, y me dejo llevar por Manolet. La ruta que escoge es la subida al San Bernardo desde la misma ermita. Cuando llegas al edificio, al otro lado del mismo cuando entras, y bajo los escarpes y verticalidades de dicho pico y sus crestas adyacentes, aparece una senda mal dibujada que intenta acercarse a un pedregal y pedregoso barranco, después de cruzar una zona de bosquecillo, de esos pequeños pinos carrascos que no crecen por falta de agua, por la sequedad del terreno.
A pesar de ser las primeras horas de la mañana, el sol ya comienza a calentar y a quemar, tendremos que acabar antes de que nos derrita como a la bruja malvada del Mago de Oz. Descubrimos unas marcas blancas y amarillas que seguiremos, ya que más arriba del pedregoso barranco, el recorrido pedregoso se convierte en roca y se verticaliza; y para ciertos pasos mejor seguir y no perder las mencionadas marcas. Haremos el ascenso descrito más arriba, cuando salí con Vicente y Núria, pero en lugar de descenso de ascenso, desde la cresta que va del San Bernardo a la Cruz de En medio, a la Ermita de La Pilarica.
Una vez en el mencionado collado, seguimos el mismo recorrido descrito más arriba con Vicente y Núria, pero cresta arriba, en dirección a La Cruz de Enmedio (después de un paréntesis de curiosas llamadas telefónicas de Manolet). Seguimos el mismo recorrido de arriba ya mencionado pero al revés, y antes de subir a La Cruz de Enmedio, seguimos las marcas blancas y amarillas para girar a la izquierda y bajar un poco por las escarpadas pendientes rocosas, y seguir el recorrido marcado bajo la pared de La Cruz de Enmedio.
Al otro lado de la pared, en el cordal que sube desde La Plana, desde la cresta del “Paso del Salto”, a La Cruz de En medio, la seguimos hacia abajo dejando a nuestra espalda dicha nombrada cima. Pero en lugar de seguir la cresta, antes de que se escarpe, giramos a la izquierda siguiendo el recorrido y guía de la Senda del Abuelo o del Yayo, en busca de la Ermita de La Pilarica… dicho recorrido de bajada ya descrito en San Bernardo y Pico del Águila en la Sierra de Callosa. No tiene pérdida.
Al día siguiente volvemos a quedar Manolet y yo para volver a ir a la Sierra de Callosa, esta vez el recorrido será otro, pero me vuelvo a dejar guiar por él. Volvemos a la Ermita de La Pilarica, y nos acercamos por la izquierda, al otro lado del barranco principal cruzando el puente de madera, hacia la subida antigua que nos lleva a La Plana, el barranco de las trepadas, ya descrito mas arriba en la actividad compartida con Vicente y Núria, y en el primer relato que describe las primeras visitas a esta montaña: Sierra de Callosa, nuestro desafía particular. No hay pérdida.
Lo interesante de esta subida es la fácil superación de estas paretillas de roca de pocos metros, que hacen como gigantescos escalones, y te sirven para avanzar con IIº, a pesar de ser pasos cortos, y por la sombra que tiene al ser un barranco muy profundo. En esta sierra cuando menos te de el sol mejor, y sobre todo en verano, ya que hay muy pocos, poquísimos, lugares de sombra.
Una vez arriba en La Plana seguimos la misma ruta y recorrido descrito en los relatos mencionados, sobre todo el de San Bernardo y Pico del Águila en la Sierra de Callosa, pero sin subir a la Cruz de Enmedio, siguiendo por el paso recorrido ayer por debajo de la pared de dicha cima. Pasando por la cresta entre La Plana y el cordal de subida a la Cruz de Enmedio, que era el primer recorrido que hacíamos en nuestras primeras visitas a esta sierra. Pasando el famoso (para mi) “Paso del Salto”, con esa roca sobresaliente en mitad de la cresta que diferencia entre los intrépidos (los que saltan) de los prudentes (los que la rodean por un lado cogidos a un artificial cable). Seguimos por la cresta entre el San Bernardo y la Cruz de Enmedio pero en dirección contraria, pasando por esa interesante parte con los dientes de sierra… y una vez en la base del San Bernardo, lo ascendemos por la V, con ese paso de IVº.
Cima del San Bernardo, 454 mts., ya hacia tiempo que no hacia esta agreste y meritoria cima de la Sierra de Callosa, desafiante e imponente en mis comienzos. Fotos con Manolet, fotos a la siguiente Cresta del Caballo, hacia la zona del Dado, en el lado opuesto al que hemos llegado, escena o lugar que siempre fotografío por su impresionante verticalidad, perfiles muy agrestes y espectaculares. Precioso.
Manolet no quiere deshacer la V en bajada y prefiere bajar por el recorrido marcado con esas pinturas blancas y amarillas que seguimos por la cresta o espolón en dirección a Cox (norte) pero que enseguida gira y baja por su vertiente izquierda, girando y cruzando la ladera noroeste del San Bernardo, sin dejar de seguir las marcas blancas y amarillas, en busca del collado en la cresta o cordal que une el San Bernardo de la Cruz de Enmedio. Recorrido también descrito más arriba en la actividad realizada con Vicente y Núria. Y una vez en dicho collado, ya se puede bajar, siguiendo las marcas al otro lado del cordal rocoso, hacia la Ermita de La Pilarica, por el recorrido de subida de ayer, y por el también descrito en la actividad mencionada con Vicente y Núria.
De esta manera y en pocas horas, hacemos una excelente y corta actividad de crestas y desniveles verticales, en esta preciosa joya que tenemos en la Vega Baja: la Sierra de Callosa. Muy buena para iniciarte en los vértigos y pasos que te puedes encontrar en alta montaña.