Ya hacía tiempo que me atraía visitar el valle de Collserola más al noreste de la sierra; ya que gracias al libro de Rutes de Patrimoni Arquitectònic de la Xarxa de Parcs Naturals de la Diputació de Barcelona, que me regaló mi compañero Jesús Santana, descubrí los rincones y antiguas construcciones entre los valles de Can Codina, Can Catá… con las Iglesias de Sant Iscle de les Feixes y Santa Maria de Les Feixes. Emblemáticas construcciones y hermosos rincones que le han dado nombre a este recorrido.
Con lo que después de idear un recorrido circular desde la misma parada de metro de Mundet en Barcelona, salimos el pasado domingo 24 de febrero repitiendo el recorrido de la primera ruta que realicé en Collserola; de Barcelona a Cerdanyola del Vallès: Collserola. El pulmón de Barcelona. Pero en esta ocasión teníamos una sorprendente diferencia con respecto a esta u otras rutas por Collserola, y era la nieve caída hace pocos días. El blanco meteoro le dio un mágico y especial vívido colorido y fría salud a estos hermosos bosques y rincones de la sierra.
Ya por el Carrer de l’Harmonìa veíamos los restos de la nieve acumulada en los espacios verdes bajo aquellas torres de edificios trillizos. Y ya al final de la calle y al comienzo de las laderas boscosas de la sierra, no nos dejaría de sorprender con sus formas y blancos adornos. Sorprendentemente se hacía bella y exultante de magia la senda que nos dejaba, desde La Font de La Meca, en la pista cimera de la sierra.
Desde aquí, subimos al Turó de La Magarola o del Maltall, excelente mirador hacía Barcelona de la sierra, a 429 mts. de altitud, donde paramos a almorzar. Mucho movimiento en la sierra. Los ciclistas aprovechan las cinceladas que la nieve le dá a los oscuros y sanos bosques, para recorrerse sus caminos y sendas. Es raro no toparse con nadie por los diferentes recorridos de Collserola.
Desde el Turó de La Magarola quería acerarme al Turó de Valldaura, coronado por aquella peculiar torre de vigilancia de incendios, pero a la bajada cogimos el G.R.-6 en lugar del G.R.-92, pensando que era el que nos llevaría hasta su cima, pero éste nos bajaba por toda la ladera de umbría hacía el oeste-noroeste, en dirección contraria al Turó de Valldaura. Con lo que al final, seguí el mismo recorrido que en Collserola. El pulmón de Barcelona. Pero el hecho es que cruzar aquellas sendas tan frondosas, verdes y estupendas, ahora tocadas por el frío y blanco manto nival, le hacía más bello y emotivo, especial, con lo que fue un acierto bajar por aquí.
Al final de los mismos senderos, un camino. Seguir el camino hacía la derecha, dejando el G.R.-6, hasta la carretera Barcelona-Cerdanyola. Y por aquí seguir la misma hacía el Portell de Valldaura, hacía la derecha, en dirección Barcelona. Los rincones nevados daban un toque diferente y bello a un lugar y rincones, ya de por sí hermosos de frondosa y sana vegetación. Estábamos disfrutando como niños.
Antes de llegar al Portell de Valldaura, el restaurante con su parking a la izquierda, y el camino con sus indicaciones, hacía la Font dels Caçadors, hacía Can Cerdá. Antes hemos pasado el camino señalado a la Font del Geroni, que ni me atreví a sondear. El camino que baja a Can Cerdá lo encontramos esta vez despejado. Y detrás nuestro al otro lado del valle, la majestuosa construcción de Can Valldaura apostada en la cima de su carena.
De Can Cerdá seguimos a Can Coll. Aquí con menos nieve, al bajar de altitud. Justo pasado un rincón de Quercus majestuoso que queda a la derecha del camino, llegamos a la planicie, junto a la carretera de Barcelona-Cerdanyola, del Área Recreativa de Can Coll. Nada más pasar el puentecillo sobre el Torrent de Can Cerdá, hay que seguir el camino que sale hacía la derecha alejándose de la carretera. Si seguimos el borde de la carretera o por el interior del parking y nos paramos al otro lado de las barbacoas del lugar, nos toparemos con indicaciones para subir al Puig de La Guardia y a la urbanización de Montflorit. Podría ser otro bonito recorrido, pero la idea es seguir las orillas del Torrent de Can Codina, internándonos en su bello vallecillo, siguiendo las indicaciones del G.R.-173. Por ello debemos seguir el camino anteriormente señalado, y después seguir por otro a la derecha, en un cruce bajo las señalizaciones de carteles característicos: Can Codina. Aquí ya dejamos de seguir la ruta recorrida en Collserola. El pulmón de Barcelona, y ahora caminamos por lugares nuevos para mi, que aún no he recorrido.
Ya ha aparecido la gente: corredores, turistas, domingueros, barbaqueros, excursionistas, ciclistas… el lugar bulle de actividad. Seguimos por el camino sin perder de vista las marcas de G.R.-173 por un camino transitado, junto a la corriente del Torrent de Can Codina. No hay pérdida. Ahora cambiamos la dirección de norte a este. Y nos internamos entre prodigiosas quercus, árboles y bosques fantásticos, en rincones especiales y hermosos como los que riega la transparente agua del Torrent de Can Codina. Encantador.
Al tiempo, me paro en un cruce donde aparece un cartel indicador de recorridos; hacía la izquierda veo: “Puig de La Guardia/Urbanització de Montflorit” y si seguimos recto “…Can Catá”, siguiendo el G.R.-173. Erróneamente nos desviamos hacía la izquierda, hacía el Puig de La Guardia, pensando que atravesaríamos para dirigirnos a Can Canaletes y Santa Maria de Les Feixes; pero la simpática, estrecha y frondosa senda cambia de dirección, al contrario que la que deberíamos llevar. Me percato y retrocedemos a tiempo para volver al cruce y seguir a la izquierda hacía Can Catá.
Poco tiempo después, campos, verdes bancales a nuestra izquierda, algo de nieve en la sombra, y una masía al otro lado de los mismos: Can Codina. Volvemos a internarnos en los bosques, más claros aquí, aunque sorprendidos por algún tronco “gigante”, y al poco tiempo salimos a otro cruce señalizado: hacía la derecha y sur, Can Catá, Sant Iscle, hacía el norte e izquierda, Can Canaletes y Santa Maria de Les Feixes. Seguimos hacía el norte para visitar la Ermita/Iglesia de Santa María de Les Feixes o de Cerdanyola, uno de mis objetivos en esta ruta, y después deberemos volver sobre nuestros pasos hasta el cruce para seguir hacía Can Catá, Sant Iscle de Les Feixes… Seguimos por los bien marcados G.R.s: hacía el norte seguiríamos por el G.R.-173, y cerca de Can Catá seguiremos por el G.R.-92, hacía el sur y cima, de nuevo, de la sierra.
Linda y encantadora vemos en medio de un verde bancal y con el fondo de los edificios de Cerdanyola, los cuales hacen un curioso, nada feo a mi parecer, contraste, el sencillo y modesto templo de Santa Maria de Les Feixes. Pero cerca de Can Canaletes nos topamos con una verja, valla en el camino que nos llevaría hasta su puerta… ¡Privado!, ¡No se puede entrar! Rabia y frustración, desilusión… parece bonita en la distancia, y en un entorno de “huerta”.
Desandamos el camino hasta el cruce señalado anteriormente. No vemos Can Canaletes, y dejamos atrás otro cruce a Can Codina. A la derecha dejamos el camino que viene de Can Coll (de donde veníamos) y ahora seguimos recto, hacía el sur, internándonos de nuevo en Collserola y en el valle del Torrent de San Iscle, otro valle de Les Feixes… Al poco tiempo nos topamos con un muro y una puerta verjada, y casi la visión de la fachada de la fabulosa casa de Can Catá de lado. También es propiedad privada, y nuestras miradas no van más allá de la puerta entreabierta del muro de la casa. Curiosa y escondida.
Seguidamente otra construcción en el fondo del valle y pegada al camino, a nuestra izquierda mientras subimos, nos sorprende, aunque algo escondido por fabulosos árboles de rivera: Sant Iscle de Les Feixes. A malas penas vemos el campanario y la fachada de Can Magre… ¡¡Privado!! ¡Otra vez nos topamos con la propiedad privada! Aunque según la guía Rutes de Patrimoni Arquitectònic de la Xarxa de Parcs Naturals de la Diputació de Barcelona: “Es tracta d’un temple romànic del segle XII… es pot visitar el tercer diumenge de cada mes”… Hoy es el cuarto domingo de febrero ¡¡Casi!!
De nuevo desilusionado seguimos el camino valle arriba, y al poco tiempo, encontramos una bajada a la izquierda y un puentecillo sobre el Torrent de Sant Iscle que nos lleva a otra masía: Can Fermí. Paramos a comer aquí, sentados en el mismo puente. Desde Can Fermí se puede admirar, entre la abundante vegetación, las construcciones de Sant Iscle de Les Feixes y Can Magre. En medio de verdes y vivos prados. Una imagen embelesadora.
Reanudamos la marcha. Siempre siguiendo el G.R.-92 valle arriba en busca de Can Lloses. Poco a poco subimos altura y vemos como dejamos Can Lloses y el verde fondo del valle, abajo. La pista es ancha y monótona, aburrida; pero la vegetación, el bosque, los árboles son hermosos y solemnes en ocasiones. Se asoman al camino como gendarmes en una escarpada cresta. De repente el G.R. deja la pista principal del fondo del valle, y se desvía hacía la derecha, ladera arriba y casi en zigzag, para coger la cima del cordal. “Antiguamente” el G.R. pasaba por abajo.
No hay que dejar de seguir el G.R. Arriba, en la cima de la carena, del cordal, junto a una gran torre de electricidad, nos encontramos con un cruce: desde aquí podemos llegar a Can Cerdá, interesante. Pero seguimos hacía el sur y arriba en busca de la cima de la sierra, hacía el Portell de Valldaura. Aparece de nuevo la nieve. Otra vez ese blanco y frío meteoro nos brinda con su blanca elegancia en las oscuridades de las frondosidades de la sierra. Magnífico.
El día había salido muy bueno; de sol y fresco. Pero ahora unas nubes altas ensombrecían la sorpresiva subida hacía la cima de la sierra. Otro cruce: debemos dejar la dirección del G.R.-92 que se dirige hacía el este, para subir e internarnos en el Turó d’en Fotja. Otra espesa senda que recorre la abundante vegetación adornada por la inmaculada nieve y que, casi pasa por su cima (349 mts.), nos lleva al otro lado, hacía el oeste (volvemos a cambiar nuestra dirección) en busca del Portell de Valldaura en las cercanías del Turó de Valldaura… aunque la sorpresa es que la vegetación deja paso a unas casas y a un restaurante (Asador Casa Juaco) abarrotado de coches y gente ¡Volvemos a la civilización!
Seguimos el camino hacía el oeste que seguirá paralelo a la carretera Barcelona-Cerdanyola, al otro lado de unas casas; hasta que desemboque en el Portell o Coll de Valldaura. Justo antes de dicho collado, otro cartelito: hay que seguir hacía la Carretera de La Rabassada/Passeig de Les Aigües. Y pasamos por el simpático puente que atraviesa por arriba dicha carretera y nos deja en las faldas del Turó de Valldaura, bajo su reconocida torre de vigilancia de incendios. Es un pico curioso y llamativo, ya que hace como un cono casi perfecto y frondoso.
Justo al otro lado del puente y bajo el Turó de Valldaura, otro cruce señalizado. Esta vez no sé muy bien por donde seguir, y miro el libro que saqué de la biblioteca Sofía Barat “Collserola entre el mar i el cel” de Ediciones Desnivel, que nos indica por donde bajar hacía el Parque del Laberinto (ya en Barcelona) por el Castell Fortí. Aquí nos indica que debemos seguir la pista hacía la Carretera de La Rabassada/Passeig de Les Aigües, que bordea el Turó de Valldaura por sus laderas sur, mirando a la ciudad de Barcelona. Dichas laderas albergan aún esos “charcos” de nieve que contrastan con la visión al fondo de la urbe. Genial.
En la primera curva no, en la segunda; en la parte más al sur de la pista (ya que luego gira como si volviera a la cima de la sierra), justo en su ángulo, un sedero sale hacía al izquierda y abajo, en busca de otra torre de electricidad. Y en cinco pasos otro cruce señalizado. Ahora está claro: “Castell Fortí/Parc del Laberint”. Con lo que la senda hace un giro hacía la izquierda y norte, noreste, para seguidamente girar de nuevo hacía la derecha y este cogiendo todo el cordal cimero hacía abajo, en dirección a la ciudad. La senda no tiene pérdida. Está marcada con las señales del G.R.-6. También pasa por lugares de frondosos quercus. Fabulosa Collserola con rincones llenos de vida por doquier.
Hay que estar atentos, y entre la espesura del bosque, vemos, antes de una ligera bajada del sendero marcado, otra senda semi escondida que sale por la izquierda en busca del Castell Fortí. Nos acercamos para visitarlo. No se muy bien la historia de estas ruinas, masacradas por el vandalismo grafitero, pero no tienen mucho tiempo. Supongo que herencia de la Guerra Civil. Vestigios de la nieve caída se esparcen entre sus ruinas; como para darle color al desastre. Aprovechamos para “ir al baño”. Ya parece que atardece. Las sombras que proporciona la poca luz y de las nubes hacen que parezca que llegamos al ocaso del día. Otra mirada a la ciudad de Barcelona, ¡Ya estamos ahí!
Dejamos el Castell Fortí y desandamos la senda para llegar a la principal. De aquí seguimos la misma hacía abajo, en dirección a la ciudad, y enseguida nos topamos con la primera valla de las primeras casas de Barcelona. “Collserola entre el mar i el cel” explica muy bien la bajada y las descripciones de lo que nos podemos encontrar: seguimos la valla hacía la izquierda, después un giro a la derecha, noroeste, como si volviéramos a la sierra, y una vez cerca del fondo del valle o en un lugar donde se haga fácil el giro, hacía el sureste… ya llegamos a las calles asfaltadas y perimetrales de Barcelona: carrer Germans Desvalls. A la derecha nos va quedando el Parque del Laberinto, con la que dicha entrada nos toparemos y el último cartel señalizador del G.R. De la puerta del Parque del Laberinto a las cercanías del Velodrom d’Horta, y de aquí, paralelos a la Ronda de Dalt llegamos a nuestro lugar de inicio: la parada de metro de Mundet.
Han sido unas 7 horas de marcha, tranquila y entretenida por lugares conocidos y desconocidos de Collserola; en la que la nieve ha jugado un papel encantador y mágico en el recorrido. ¡Lástima! no poder admirar de más de cerca las construcciones del valle de Les Feixes… pero ya sabéis que están allí, como parte de un recorrido, camino, ruta…