Apartado del famoso tridente de Las 3 Sorores, el Marboré (3.248 mts.) a veces queda en un segundo plano ensombrecido por la fama de sus contiguos picos el Cilindro de Marboré y el Monte Perdido; pero las vistas desde su cima lo hacen un objetivo llamativo, atractivo y obligado. El Circo de Gavarnié es la sorpresa que guarda esta montaña: el Marboré queda justo al norte del Cilindro y al noroeste del circo y plataforma del Balcón de Pineta, y es el pico más alto que componen las alturas del mismo Circo de Gavarnié en la frontera con Francia, con una privilegiada posición y vistas impresionantes sobre el mismo circo. Bajo este pico aparece la magnífica Cascada de Gavarnié, una de las cascadas más largas de Europa.
Hace tiempo que quería ir, pero no encontraba el momento ni el compañero para ir. En el invierno las montañas cambian y el Pirineo se vuelve más hermoso si cabe pero mucho más hostil e inhóspito. Ya que había que ir… ¿por qué no en invierno? Normalmente es mejor a la hora de hacer un pico de tresmil metros ir antes cuando no hay nieve y vemos todos los escondrijos y perfiles del camino a seguir, de la montaña, para que cuando caiga el blanco meteoro y cubra el terreno, sepamos donde pisar y donde no pisar. Pero en este caso pensaba que la subida era tan obvia y casi marcada que no hacía falta reconocer el terreno en verano antes. Y por qué no, para vivir la aventura de la montaña, de internarnos en un terreno desconocido y perdido… ¡A ver como resulta!
Por fin el pasado marzo planeé un largo fin de semana cogiendo el viernes de fiesta también, y del 20 al 22 se ideó la actividad. Entre convencimientos y desconvencimientos por aquellos que podían tener o no este viernes 20 de fiesta, al final solo Josep Gallemí y yo somos los integrantes de esta interesante aventura. Y cogimos el coche en busca del Valle de Ordesa, en busca del Refugio de Góriz ¡Qué lugares! Pero a pesar de las fechas aún estamos en invierno. Un inverno raro con poca nieve, o con una subida de temperatura inusual (¿cambio climático?). Nos llevamos las raquetas por si acaso. Y alegres y confiados salimos de Barcelona en busca de Ordesa. Nos preocupa la cantidad de nieve, el tiempo: sobre la primera llamamos al refugio “No hay nieve”, increíble y extraña respuesta del guarda ¡Estamos a mediados de marzo! Y sobre la segunda el tiempo no iba a ser el idóneo, inestable, dudoso… pero no quería que nos pasase como el septiembre pasado, que al final pensando que iba a hacer mal tiempo en el macizo del Monte Perdido-Gavarnié, suspendimos una actividad… cuando al final no fue tan malo y sí que hubiéramos podido realizar la formidable actividad programada.
Josep y yo llegamos al parking del Valle de Ordesa el mismo viernes 20 con la intención de que en lo que queda de día subir a Góriz. Han sido unas 4 horas poco más desde Barcelona de coche, y ahora toca cargarse el mochilón y caminar valle arriba hacía el mencionado refugio. El tiempo está un poco raro: nublado pero no precipita, el frio no es intenso y la nieve es escasa; parece haber sufrido una fusión prematura estos días pasados, ya que nos encontramos a la lo largo del camino neveros en hoyas y lugares donde se suele acumular, y limpio en el resto.
Comenzamos la transitada y reconocida subida hacia el Circo de Soaso por el camino que recorre todo el Valle de Ordesa. Siempre es un placer recorrerse estos rincones y con estas increíbles vistas y paisajes. Cascadas, hayedos, fajas, paredes, nieve y el cielo encapotado pero sin esconder las cimas medianas. Nos tropezamos con pocos turistas, domingueros mal equipados o demasiado abrigados para el frio que hace. Fotos y fotos al valle… ¡Es que no lo tengo más que fotografiado! La belleza en cada instante es única y hermosa, parece que intento recoger todos esos instantes, toda esa belleza. Llegados a un punto veo desde el borde del camino a cierta altura, el picudo Punta Gallinero, e intento hacer una foto parecida o igual a la realizada hace 19 años; descrito en Ordesa. Enamorado del invierno. Fantástica. La montaña parece eterna, magnífica y noble en este valle, en este macizo.
Y que más podría decir del Valle de Ordesa que ya no hayáis leído o visto; incluso en anteriores relatos de esta web. Con lo que seguimos adelante para dejar las escaleras y zigzag de las Gradas de Soaso, esas cascaditas que forma el Río Arazas mientras recorre el valle encajonado entre esas formidables paredes y fajas, y deslizarnos entre la nieve y el cielo encapotado por la plataforma llana y casi oval del Circo de Soaso… al menos su comienzo ¡Han quitado la Cabaña de Pastores! Recuerdos de aquella noche en el septiembre del 1.994 (Ordesa. El Paraíso encontrado), ya no volverán esos tiempos de aventura y vivencias, ahora son otras con otras experiencias, no menos fantásticas y excepcionales. Y desde aquí saludamos a las altas cimas del Monte Perdido a la izquierda y al Soum de Ramond o Pico de Añisclo a la derecha. Imagen singular. Las cimas están descubiertas. El mal tiempo no parece tan malo, solamente no vemos el sol bajo este manto blanco-gris de estas nubes de invierno. Es una de las postales más fotografiadas y admiradas del Pirineo: el descubrimiento de ambas montañas al llegar al Circo de Soaso.
No hay mucha nieve. Las botas de plástico se resienten al tener que pisar por la tierra del camino que llega a la Cola de Caballo. Parce que estemos en una primavera temprana: todas las laderas bajo las montañas están perladas entre los neveros y los claros sin nieve. Llegamos rápidos a la Cola de Caballo; el agua baja caudalosa y abundante. Subimos por las cadenas y escarpes de las Clavijas de Soaso. No nos amedrenta el estar cargados como burros con las raquetas colgando para subir por este entretenido paso. Sin problemas. Fotos que me recuerdan posturas y momentos de las otras veces que he pasado por aquí cargado con el mochilón… ¡Ya hacía tiempo que no pasaba! ¡Ya hacía tiempo que no me recorría estos preciosos lugares!
Arriba de las clavijas ya estamos en la parte alta del Circo de Soaso, y las vistas y paisaje son excepcionales: las paredes del Valle de Ordesa entre el llano en la base del circo, redondeándose a medida que se acerca a la parte más alta del mismo, al comienzo del valle. Sí que es cierto que no hay la nieve que tiene que haber a finales de invierno. Nos abrigamos aquí arriba. El tiempo parece que por fin quiere empeorar con más frio y con su comienzo a nevar. Pero debemos seguir la senda medio despejada medio nevada en dirección norte e izquierda en busca del Refugio de Góriz. El paisaje y las vistas se vuelven grandiosas envueltas en esta nevada y con este tiempo que empeora… ¡Alta montaña! Delicioso.
Y después de seguir la senda y camino a Góriz, al refugio más visita del Pirineo (o casi el más visitado) llegamos en medio de la pequeña nevada y mal tiempo. Pero aún se veía allá arriba la cima del Cilindro entre nubes y grises. Parece que la nieve ha aparecido de nuevo y el refugio vuelve a tener un aspecto invernal encantador y frío. Un perro que se ha quedado fuera nos anuncia con sus ladrillos al llegar. Observo que han ampliado, o están ampliado el edificio… ¡Ya iba siendo hora!
Hay bastante gente en el refugio para ser un fin de semana normal, o mejor dicho un viernes normal. Sobre todo hay un grupo numeroso que quiere subir al Perdido mañana… el tiempo no está muy por la labor para subir tan alto. Otros vienen de esquiar desde Serradets, por la Brecha de Rolando. También hay algún que otro solitario y parejas de montañeros altos y jóvenes que se quieren comer el Monte Perdido siendo ésta su primera visita a esta montaña, o mejor dicho a cualquier montaña. Todo un ambiente y clima montañero en el comedor del refugio.
Nos dejan la misma habitación en la que siempre he dormido cuando me he hospedado aquí: La Marboré. Al menos tiene el nombre de la montaña que queremos conquistar mañana. Y después de la suculenta cena pasamos la noche durmiendo y descansando. Mañana tenemos que subir una montaña que ni Josep ni yo hemos subido nunca, ni en verano ni en invierno. Tampoco sabemos de nadie que lo suba mañana, que nos acompañe, estaremos solos en gran parte del recorrido, y a la vez el tiempo estará igual o peor, nublado, con mala visibilidad, con peligro de que nos nieve, nos invada la niebla y no veamos o reconozcamos un recorrido nunca hecho, nunca realizado… la aventura está servida… pero hay que tener “seny”, conciencia de lo que vamos a hacer mañana, y saber cómo comportarnos en un ambiente algo hostil, al fin y al cabo si sumamos las circunstancias podríamos meternos en un lio… dormiremos y soñaremos con la cima del Marboré, deseando que se despeje y podamos contemplar las increíbles vistas. Pero tendremos que ir rápidos: a partir del mediodía el tiempo se complica y perdernos entre la nieve y la niebla es lo más fácil que nos puede pasar… ¡Tendremos éxito! No lo dudo.
Al otro día nos levantamos temprano como el resto de montañeros y después de desayunar comenzamos a equiparnos para salir pronto en busca del Marboré. El tiempo sigue nublado, común en invierno, pero las nubes son altas, no son excesivamente amenazadoras. Como nos dijeron los guardas del refugio, el parte meteorológico advertía un empeoramiento con nevadas y bajada de temperaturas a partir del mediodía… tendremos que darnos prisa.
Acabamos de equiparnos en la puerta del refugio junto con otra decena de montañeros que se preparan para su actividad; como el numeroso grupo que quiere subir al Monte Perdido. Fotos en la puerta del refugio, fotos de comienzo de actividad. Sonrisas y alegría… el día es bueno, más nublado allá arriba pero con buena visibilidad… de momento. Nos dejamos las raquetas y las cambiamos por los crampones. Lo bueno de ser pocos es que rápidamente nos ponemos en marcha, que rápidamente tomamos decisiones y la actividad parece que se adelanta en lugar de retrasar. Comenzamos a caminar: en un principio salimos hacía el sur, sureste, subiendo poco a poco las laderas a veces empinadas y a veces no demasiado empinadas, que bajan de las vertientes del Monte Perdido.
La nieve ya es más abundante según nos internamos en según qué ventisqueros a medida que subimos la ladera. A nuestra espalda y cada vez más abajo queda el Refugio de Góriz. También queda la brecha y recortado valle comienzo de Ordesa, más hacía el sur el mismo fantástico y precioso Valle de Ordesa más abierto por las inmediaciones del Circo de Soaso… y arriba del mismo la Punta Custodia, cónica y simpática. Delante vemos el grupo que quería subir al Monte Perdido (sin saberlo entonces) que parece se alejan hacia la Collata Arrablo ¿irán a Añisclo?
El camino hacia el Marboré es sencillo: hay que seguir la misma subida normal hacía el Lago helado, como si quisiéramos subir al Monte Perdido. Y muchos metros antes de llegar al nombrado lago, se gira a la izquierda siguiendo la parte plana o llana de una faja bajo una larga pared, en el espolón del Cilindro. Es como si tuviéramos que rodear la parte baja, sur y oeste del Cilindro de Marboré para internarnos en un alto vallecillo que queda a su oeste y noroeste hacia arriba, hacia el norte, en busca de la mayor altura: El Marboré. El Cilindro con su majestuoso semblante nos servirá de guía en el recorrido… si no se nubla más el tiempo.
A medida que subimos y vamos cogiendo altura, el viento y el frio se intensifica. Sudo y el húmedo líquido hiela mi piel por culpa de las bajas temperaturas ¡Habrá que cambiarse! A partir de cierto momento a nuestra derecha va quedando el enorme espolón y vertiente de la zona y subida de Las Escaleras de Monte Perdido. Las paredes de la misma vertiente son impresionantes, heladas, verticales, oscuras… el viento se fortalece y el tiempo sigue tapado, frío. Observamos como el grupo ha girado allá abajo y ha cogido la subida más cómoda hacía donde estamos, hacía la subida de Monte Perdido. Al final nos perseguirán.
Al poco tiempo de dejar la estrecha subida y recorrido hacia la Punta de Las Escaleras y la ruta que lleva su nombre a la derecha (Se aprecia por el ancho pasillo en subida y giro que forma la montaña en medio de la pared), encontramos señales morfológicas de la misma forma de la montaña que nos indican que estamos en el cruce con la ancha Faja Roya: un limpio y ancho pasillo bajo paredes que quedan a la derecha y arriba. Fácil si vemos la montaña; de momento parece que apreciamos las formas del lugar. Pero antes nos refugiamos detrás de una gran roca para descansar y comer algo; tengo mucha hambre. Y también cambiarme de camiseta interior que la he sudado mucho del esfuerzo de la subida, y me está helando la piel y el cuerpo; casi me hace temblar ¡Hace un frío horrible! Mientras observamos como suben y se acerca el grupo que quiere subir al Perdido. Al cabo de poco tiempo decidimos seguir girando hacia este nuevo camino dejando de subir por ahora y dejando el camino que nos llevaría al Lago Helado.
La blanca nieve y el blanco cielo intentan despistarnos, hipnotizarnos e intenta que deambulemos por la montaña… pero por suerte la nieve no es tan abundante como para que entierre todas las rocas y terreno; e hitos y formas del terreno nos guían girando y rodeando la base del Cilindro para buscar su lado oeste, y al final intentar seguir por el interior del alto vallecillo en dirección norte y arriba, dejando el mismo Cilindro (o donde se supone que se yergue) a la derecha.
Antes de internarnos en el vallecillo girando hacía el norte y arriba, observamos al fondo y enfrente nuestro los característicos picos de La Cascada y Espalda de Marboré. Tremendos. Su pared hacia el sur es característica en ellos, casi cortando el paso y recorrido por todas las cimas del Circo de Gavarnié. De repente y mientras nos paramos en un pequeño rincón que casi es una fosa o falso pequeño lago en el centro del barranco, del vallecillo, para descansar y tomar algo, admiramos a nuestra derecha y este la magnífica y espectacular pared, mole y gigante del Cilindro de Marboré. Desde este lado también es impresionante, es magnífico y altivo. Fotos y fotos.
Ya estamos casi en la base del Marboré. De camino entre el Cuello de Marboré, el mismo Marboré y uno de los Picos de La Cascada, el más Oriental. La “horizontalidad” del camino acaba aquí. El vallecillo parece acabar y comienzan las empinadas laderas y vertientes de los lugares antes nombrados. Debemos seguir por un ancho canal a la izquierda, dejando a nuestra espalda la figura del Cilindro. Éste parece que quiere desaparecer entre la niebla, entre el insistente mal tiempo. Hemos ido deprisa; dos solos vamos más rápidos, aparte estamos fuertes y no hay mucho paisaje que ver por culpa del mal tiempo y el cielo encapotado. Además no quiero que el tiempo empeore, bajen las nubes y nos hagan invisible el camino de vuelta. No quiero que pase del mediodía nuestra aventura.
Así pues después de descansar, fotografiarnos y tomar algo, comenzamos la empinada subida hacía el Marboré. El poco paisaje que se divisa bajo el gris blanco de las nubes, se agranda, se amplían, y vemos allá al fondo la brecha escarpada y preciosa que forma y parece desde aquí el Valle de Ordesa: un amplio cañón entre nieves y neveros. Parece que hemos llegado a lo más alto… no, ahora hay que seguir hacía la derecha y norte por el perfil de la montaña. No vemos mucho o nada. La cima ya está cubierta hace tiempo por las nubes, solo vemos y observamos algunos metros delante nuestro; y delante nuestro tenemos unas suaves laderas ya no tan empinadas, las cuales mientras giramos y hacia la derecha y arriba acaban en un especie de llano, de altiplano… y más allá un hito en medio de la niebla, del mal tiempo, rodeado de un blanco que hace invisible la materia y el paisaje. Ya estamos a 3.248 mts. Estamos en la cima del Marboré.
Celebraciones y fotos haciendo el pino. Pero no vemos nada. Las nubes lo cubren todo; y sobre todo hacia el norte, hacia el Circo de Gavarnié. Hacia el sur aún se deja ver las lejanas vertientes y lugares de Ordesa, Góriz… pero laderas nevadas, de roca intercaladas imposibles de reconocer. Pero bueno, hemos llegado a la ansiada cima del Marboré; y aunque me ha parecida larga la marcha, hemos tardado solo unas tres horas. Ahora hay que bajar rápido, no quiero coger la niebla en medio del camino de bajada y no nos deje ver la ruta de bajada a Góriz. La combinación de niebla y nieve, todo blanco, es lo peor, ya que despista y desorienta irremediablemente.
Desandamos el camino de subida. Esta vez cogemos una bajada directa hasta el pequeño rincón donde descansamos y nos hicimos las fotos con el Cilindro de fondo. Esta vez no nos pararemos, a parte que el Cilindro dejó de verse hace tiempo. Las nubes que lo cubren todo, tapan las altas cimas y montañas. Las nubes ya comienzan a cubrir el Valle de Ordesa allá abajo, o sea, que están más bajas que la altura a la que estamos. Observo como el frente que nos invadirá con sus nubes, y esconderá los perfiles de la montaña, se acerca peligrosamente desde el sur: con un fondo oscuro, tenebroso y un espesor considerable, llamativo… ¡Hay que llegar al camino del Perdido lo antes posible!
Pero no lo conseguimos. Llegamos justo al punto en que debemos girar hacia la izquierda, buscando la Faja Roya por debajo del Cilindro para bordearlo de nuevo, pero en dirección contraria. Nos debería quedar una impresionante e increíble pared a nuestra izquierda y arriba, mientras caminamos por terreno, una ancha canal, más o menos llano, plano, hasta internarnos en el vallecillo que sube al Lago Helado. Las nubes inundan esta parte de la montaña. El frente nos ha cogido, pero no llega a nevar intensamente… aún. Veo hitos y los sigo, pero Josep me dice que vamos equivocados y que cree el paso era más abajo. Deambulamos por la montaña. Descubrimos que el camino entre la niebla elegido por mí no nos lleva al lugar querido. Desandamos bajando levemente. Vemos otro hito (antes en la subida también estuvimos siguiendo hitos que, por encima de la nieve, menos mal que no era muy abundante, nos llevó hasta el interior del vallecillo o barranco que nos dejó en la base del Marboré). Josep tenía razón, me he adelantado y despistado al camino correcto. La niebla me ha desorientado, no veía bien los perfiles y formas del terreno para reconocerlo… ¡¿me estaré haciendo viejo, perdiendo facultades?!
Volvemos a un hito más o menos reconocible. Esta vez sigo a Josep. Y al final seguimos la ruta correcta hacía el camino que une el Lago Helado con Góriz (la ruta normal de subida al Perdido). Y ya sin pérdida pero sin necesariamente seguir las mismas huellas, pisadas, llegamos al cruce con la subida a Monte Perdido. Hay que decir que no nos hemos encontrado a nadie en toda esta ascensión y descenso. Nadie. Estábamos solos. Las huellas nuestras eran vírgenes ante un terreno nevado sin pisar. Ello me ha gustado, me ha emocionado: ha sido como aventurarse en lo desconocido y descubrir una montaña, un territorio solitario sin nadie más que nosotros dos ¡Estupendo!
Al final hemos tenido suerte. Ya que la niebla o las nubes no han sido tan espesas ni abundantes como para no dejarnos ver las montañas y rocas que tenemos a la altura de nuestra vista y algo más abajo. Ello hará que no perdamos mucho tiempo en discernir el camino correcto, que podamos ver el camino a desandar… ¡Menos mal! Y a partir de aquí la bajada es también rápida en busca del escondido refugio. Los malo es que mientras estas internado en el camino cerca de las paredes, espolones y vertientes de Las Escaleras, reconoces perfectamente la bajada o camino a seguir; pero una vez sales a las laderas libres de espolones y solo de bajada hacía la estupenda brecha del Río Arazas entre el Circo de Góriz y la Cola de Caballo, la dirección a seguir entre los escalones, terrazas formadas aquí para encontrar y llegar al Refugio de Góriz… ¡Es aquí donde me vuelvo a liar en la bajada! ¡No hay manera de llegar al refugio!
Pero el lio no tardará mucho en desenredarse y por fin llegamos a Góriz, casi cada uno por su lado. Hemos tardado 5 horas en la actividad. Me sorprende. Hemos ido rápido. Tenemos toda la tarde para descansar y explayarnos en el refugio. E incluso podíamos bajar al coche… pero sería demasiada paliza, y a mí me gusta disfrutar más de la montaña, de la alta montaña nevada. Una pareja de altos jóvenes extranjeros venían de subir el Perdido, los cuales consiguieron llegar a su cima, y se disponían bajar ahora al coche, al parking de Ordesa, y de allí conducir hasta Barcelona ¡¡Qué paliza!! Después de subir la montaña no me apetece: rompe la magia del momento, de la aventura; prefiero aburrirme en el inhóspito y frio lugar donde la montaña nos ha dejado construir un refugio: Góriz.
El otro grupo que seguía en dirección al Perdido ya están en el refugio descansando. Han podido llegar a la fría cima del Perdido ¡Excelente! Conversaciones sobre las características de cada aventura, de las subidas al Monte Perdido y al Marboré. El atardecer nos brinda un escenario de colores y vida en la montaña, a la vez parece que el frente ha pasado y las nubes dejan entrever de vez en cuando alguna lámina de cielo azul, añil, oscurecido por el próximo ocaso de la tarde, del día. Cien y una foto a las paredes del Circo de Soaso en el Valle de Ordesa… no me canso de admirarlo, de observarlo y maravillarme desde aquí, la puerta del Refugio de Góriz. ¡Hermoso!
Al otro día solo nos queda bajar al coche, al parking de Ordesa, desandando el conocido camino, el muy andado y pisado recorrido por todo lo largo del Valle de Ordesa. Muy recomendado, precioso. El día amanece más despejado que los anteriores: allá arriba el Cilindro aparece despejado, y hacia abajo el Valle de Ordesa también ¡Preciosos! No obstante nubecillas arriba y abajo aparecen, cubren, invaden, se desvanecen, desaparecen como un baile del tiempo meteorológico, de nuevo, precioso.
En el camino a Soaso un grupo de sarrios se despide de nosotros mientras buscamos el camino a las clavijas. Detrás de estos sarrios se descubre el valle, la canal (visto desde aquí) que queda entre el Monte Perdido y el Cilindro, impresionante, parece una imagen de la Brecha de Rolando entre nubes, entre nieblas. Ya en las puertas de las clavijas, observamos el Valle de Ordesa desde ese balcón tan especial. Es precioso… ¡Cuántas veces habré descrito este paisaje ya! Los neveros acampan allá y acá mientras su nieve tiende a fundirse bajo unas temperaturas y clima de finales de la primavera más que de su principio. Pero deja una estampa, una imagen de postal, única, entrañable y auténtica.
Bajando por las Clavijas de Soaso se nos acerca el grupo que ayer había subido al Perdido. Van detrás nuestro. Todos bajamos al parking de Ordesa. Pero parece que el camino se hace largo… ¡parece que no lleguemos nunca al coche! Fotos y paradas en cada rincón del valle. Es precioso ahora con el toque invernal, de la nieve, del frío, con sus hayedos desnudos de hojas y sus arroyos y Río Arazas con sus heladas aguas casi congeladas en sus bordes.
Pero cuando comenzamos a encontrar turismo, domingueros mal equipados para la montaña y el frio, en el camino que seguimos, es cuando comprobamos que ya no estamos tan lejos del coche y podré quitarme estas botas duras y rígidas para que descansen los pies. Justo al llegar al coche parece que quiere llover. Mejor aquí que no allá arriba, mejor que el mal tiempo despierte cuando ya hemos acabado la actividad, que no en mitad de la misma… pues ya está hecho: otra cima del Pirineo, otro tresmil, otra aventura y otro paseo por el bello Valle de Ordesa.