Ya tenía ganas de visitar de nuevo el Pirineo. Y sobre todo el desconocido, para mi, Pirineo de Girona. Aprovechando la invitación de unos amigos montañeros de Barcelona y Tiana, David y Gonzalo, me apunto a lo que parece ser una interesante actividad: subir un corredor de nieve en el Gra de Fajol. En un principio le pido a David que no sea excesivo el nivel técnico de la escalada, ya que mi desentreno y falta de “alta montaña” en estos meses han hecho mella en mi. El plan es subir por la Canal Estreta; un corredor del inhiesto pico Gra de Fajol Petit.
El pasado sábado 14 partimos los tres montañeros, muy temprano, en busca del Pirineo, su nieve y su belleza. La idea es subir a lo más alto de la Vall del Ter, donde está la estación de esquí del mismo nombre, Vallter 2.000, y el famoso Refugio de Ulldeter.
En poco más de 2 horas llegamos al punto en el que dejamos el coche y sale la senda hacía Ulldeter y al Gra de Fajol, poco antes de llegar al punto más alto de la carretera en Vallter 2.000. ¡Es increíble lo cerca que está este Pirineo de Barcelona!… y la buena comunicación que tiene.
Un nuevo paisaje de alta montaña se abría ante mis ojos, una nueva roca, una nueva actividad, unos nuevos compañeros… A la vez que el sol comenzaba a tocar la cima del enérgico y escarpado Gra de Fajol, la luna se posaba en su puntiaguda cumbre, con una imagen bucólica y encantadora. No ha nevado desde hace muchos días, casi meses, y por ello no hay tanta nieve en estas alturas pirenaicas.
Poco después de las 08:00 de la mañana salimos en busca de la cercana falda y cara norte del Gra de Fajol Petit. El camino es corto ya que es una zona muy próxima a la carretera… por ello y por ser la zona en la que se encuentran más de la mitad de todos los corredores de nieve y hielo de todo el Pirineo oriental (más que en el Cadí, me atrevería a decir), es un hervidero de alpinistas catalanes que se apiñan a pie de vía pidiendo su turno para comenzar y efectuar la subida por tan escarpados lugares. Y hoy, por el buen día que nos haría, lo iba a comprobar… el overbooking iba a ser notable en estos corredores. E incluso, por el propio estado de la poca nieve y la aparición de roca y hielo en algunos corredores más técnicos, todos los “escaladores de corredores” nos agolpábamos en los pocos que nos podíamos recorrer sin problemas.
Después de cruzar el helado río Ter, una pista de la estación de esquí y andar por la helada y no muy abundante nieve. Llegamos al pié del corredor para equiparnos, ponernos el arnés, mosquetones, crampones, casco… coger los piolets, cuerdas… Ya vemos a los primeros alpinistas que están superando, con dificultades, el primer resalte del corredor, y a otros que se aproximan “audaces”, por ello nos damos prisa e iniciamos la subida hasta la pared y la pequeña cascada de hielo del primer resalte, antes que el resto de los montañeros nos quiten “la vez”… ¡A la cola! La Canal Estreta, en condiciones normales de nieve, no tiene complicaciones más allá de ser una escalada por el interior de un corredor de 220 metros, con 4 resaltes, dos de ellos con mixto de III a IVº, y una inclinación máxima de 60º ¡Una gozada para los alpinistas!
Después de varios intentos David se desespera al no poder superar el primer resalte. Hay cola. Y ni Gonzalo y mucho menos yo, queremos intentarlo. El pequeño escalón helado se resiste hoy a ser escalado por nosotros. Nos retiramos hacía otro corredor más asequible y fácil, y mientras bajamos vemos como la siguiente cordada que nos esperaba, sí pueden superarlo con exagerados estiramientos y contorsiones de las extremidades.
Bajamos al pié del corredor y rodeando las rocosas faldas del Gra de Fajol Petit, con la vista del hermano mayor (el Gra de Fajol) delante, seguimos caminando hasta una zona menos escarpada pero empinada y nevada. Nos encontramos con más montañeros. Equipados o sin equipar, con el “traje básico” de alta montaña, que suben por el mismo lugar que nosotros; muy próximo a la Canal Occidental. No hace falta aquí que nos encordemos, pero no hay que quitarse el casco: la poca nieve más arriba no coge bien las piedras y pedruscos sueltos con los que nos encontramos, y uno de ellos me pasa casi rozando, empujado por otras cordadas. Sin más dificultad llegamos a la parte más alta, en la cuerda que une el Gra de Fajol Petit del Gran. El paisaje se va abriendo. No he parado de hacer fotos y grabar imágenes… todos estos rincones son nuevos para mí.
Aquí paramos a quitarnos ropa y a almorzar bajo un tibio sol que agradecemos. El día es espectacular; más bien parece primavera que invierno. A nuestra izquierda ha quedado la próxima cima del Gra de Fajol Petit, del que bajan esos montañeros que han optado por subirla por sus numerosos y emocionantes corredores y canales, o por ésta, su vía normal. Hacía nuestra derecha la loma, algo empinada más arriba, que nos sube, entre rocosos pero fáciles escarpes rocosos, hasta la cumbre del Gra de Fajol. Terminamos de almorzar hablando con otra pareja de montañeros sobre los efectos de las diferentes y autóctonas drogas (de plantas naturales) que hay en los diferentes países de Sudamérica, y del resto del mundo.
La vista del Gra del Fajol desde aquí es espectacular: mientras caminamos hacía sus inmediaciones y subimos por sus faldas, observamos mejor su escarpada cara noreste, con esas paredes rojizas, esas pendientes de vértigo en las que de vez en cuando se oye un martillo y un traquetear… los Fajol están siendo “invadidos” por todos lados por montañeros atrevidos y habilidosos que no encuentran que dichas vertientes estén llenas de obstáculos, si no de retos y desafíos.
Sin pérdida ni demora llegamos a la blanca cima del Gra de Fajol, a 2.708 metros de altura. Nos paramos para admirar el paisaje y celebrar la actividad realizada. Me asombro y maravillo. De nuevo, y con peligro de ser redundante, me fascino ante un nuevo paisaje para mi: no hace viento y no demasiado frío, e intento adivinar, a la vez que pregunto a mis compañeros que ya se conocen el lugar casi como si hubieran nacido allí, por las montañas y valles que diviso: hacía le norte el Bastiments, Pic de La Dona, Coma de l’Orri hacía el sur, Pic de l’Infern al noreste… hacía el oeste se adivina casi al final de este macizo de nieve y alturas el Puigmal, con sus anchas, suaves y altas vertientes, el más alto de la región, y hacía el este otro macizo individualizado y nevado ya metido en territorio francés: el del Canigó… todo en un día claro, espléndido, casi echo adrede para darme la bienvenida a este hermoso rincón de los Pirineos.
Bajamos por la vía normal y fácil del Gra de Fajol, hacía el Coll de La Marrana. Lugar de encuentro de esquiadores de fondo, de fuera pistas, alpinos… bajo las suaves y blancas vertientes del Bastiments. Aquí ya bajamos tranquilamente por las solitarias pistas de Vallter 2.000 y por lo que sería el G.R.-11 hacía el Refugio de Ulldeter. De nuevo sin pérdida, fácil, cogiendo el fondo del valle hacía el este. Poco a poco, al bajar hacía el refugio, vamos descubriendo los perfiles del triangular Gra de Fajol Petit, con sus corredores, escarpes y cara norte siempre en sombra que hace las delicias de los escaladores alpinistas con sus 25 corredores o vías diferentes. Vamos bajando y acercándonos como si volviéramos a su falda. En Ulldeter nos quitamos los crampones, la nieve hasta entonces durilla, muy buena; el buen tiempo de estos meses ha hecho bajar su espesor y endurecerla. Y siguiendo la helada senda del G.R. sin pérdida alguna, acompañado por otros montañeros de los muchos que han decidido venir hasta este valle para realizar alguna actividad, bajamos llegando sobre las 3 de la tarde de nuevo al coche… no sin antes haberme caído dos veces por los temerarios resbalones por culpa del hielo vivo en medio de la senda ¡Más peligroso que la subida a la montaña en sí!
Terminamos la actividad comiendo en Camprodom. El frío ha invadido los valles y ha disminuido en las montañas… es la “inversión térmica”: la vez el buen tiempo invade las alturas y la niebla las mesetas. Celebramos la actividad, y prometemos volver a estos rincones para disfrutar de la alta montaña pirenaica; por las bellas comarcas de Girona… un nuevo paisaje, un nuevo terreno que explorar, descubrir, aprender y maravillarse.