Al día siguiente de ir a La Mola, quedé con David Roig para hacer alguna salida por las inmediaciones de su pueblo, de una sola mañana.
Como a mi me había quedado por subir el Turó d’en Galcerán después de la última vez que estuve en la Serralada de Marina con Anna. Decidimos hacer una corta pero rápida y esforzada ruta a dicho pico desde casi la puerta de la casa de David.
Después de acercarme en tren a Montgat, y de recogerme David en su coche, rápidamente aparcamos y comenzamos a andar recorriéndonos las calles de Tiana. Lo primero con lo que nos cruzamos es con una especie de parque con una cruz y enfrente, al otro lado del Passeig de La Vilesa, una simpática fuente, antigua o descuidada, que como su propio nombre indica (Font del Ronxo) es de agua buena para el riñón. Aunque lo más curioso es el azulejo de debajo, con una especie de “proverbio catalán” y el dibujo de un hombre bebiendo ¿vino?
Entre el carrer de Matas y el del Marques de Monistrol, llegamos a la plaza donde se encuentra el Ayuntamiento de la localidad. Siguiendo por una calle, enfrente de éste, a la derecha, pasamos por el Racó de Pedres i Rajoles d’en Pere Salarich. Es la calle Lola Anglada, y los mosaicos, en las paredes situadas como en un hueco de la calle junto a otra fuente, son de inspiración gaudiana. Construidas en los años en que, gracias a Gaudí, los mosaicos de azulejos de colores a trozos o rotos, hacían las delicias de la imaginación de la gente. Curioso rincón.
Más arriba, por el final de la calle Mare de Deu del Carme y de La Riera d’en Font, nos encontramos con un no muy antiguo lavadero y su caño de agua rodeado por estos adornos gaudianos. Ya estamos saliendo de Tiana con el objetivo de pasar junto a la Ermita de La Mare de Deu de la Alegría. Es un edificio que a primera vista parece tosco y sin adornos ni gloria por fuera. Pero que desde la lejanía su torre aparece como una expectante vigía de estos dominios. Aquí recogemos agua de su fuente y ya nos disponemos a internarnos en la montaña, en los caminos empinados y saturados de numerosas mountain bikes con las que nos encontraremos.
Junto al viejo cementerio, con un nombre en latín, pasa un camino por su derecha. Nosotros nos internaremos a la derecha de este camino, por entre medio de algunos pinos, hasta derivar en otro viejo, desgastado y tortuoso camino de herradura. También a la izquierda de otro camino que pasa por una masía cercana. Ahora, sin saberlo yo, seguíamos un itinerario descrito en la web del Parque de la Serralada de Marina. Pero duraría poco ya que dicho itinerario (El Roncar) cambia de dirección hacía la derecha, Noreste, y nosotros seguiremos el empinado camino hacía el Norte; como si buscáramos la directa al Turó d’en Galcerán. No hay pérdida… es el camino más empinado y directo hacía esa, ahora pequeña, torre de vigilancia de incendios incrustada, justamente, en lo más alto de la montaña escogida. Pasamos también, por laderas devastadas por incendios, descubriendo en algunos lados del camino, esas reconocidas plantas, tan abundantes en algunas montañas alicantinas: la aliaga; tan extraña en estas latitudes y climas.
Llegamos a una especie de collado bajo nuestro pico. Unos grandes pinos, testigos mudos y sobresalientes de la supervivencia frente al fuego, nos dan una simpática y hermosa bienvenida. Y como no, decenas de ciclistas se siguen agolpando por lo caminos y sendas que transitamos. Un cruce de pistas en pleno collado; nosotros cogemos una especie de senda en la ladera de enfrente; que en zigzag, por un extraño viñedo, llega hasta la cima del Turó d’en Galcerán… ¡Hasta en esta maltrecha senda nos atropellaban los ciclistas!
Y por fin llegamos a la base de la torre de vigilancia de incendios, el Turó d’en Galcerán, a 485 mts. de altura. Comienzo a reconocer ciertas montañas por las que pasé haciendo aquella extraña circular por la Serralada de Marina: otra torre de vigilancia de incendios rodeada de enormes postes de alta tensión, es La Coscollada, le sigue el Pí Candeler a un lado y la Muntanya de l’Amigò al otro. Las vistas hacía la costa no son buenas, hay mucha neblina, oscura y gris. Hacía el otro lado y en dirección Este, David me enseña la montaña coronada por el pico Sant Matéu, algo más alta que ésta. Me despertó el sentido de la aventura, de descubrir y conquistar esa, para mi, nueva montaña. Nos contamos las pericias por las montañas, almorzamos y decidimos bajar desandando parte del camino.
Me parece imposible que este viñedo, por el que transcurre la zigzagueante senda, esté en uso; pero parece ser que, comentándolo con David, si está en producción. Delante, al otro lado de los viñedos, un monte especialmente boscoso mirando hacía Alella y sus urbanizaciones; debió de haberse salvado de esos pavorosos incendios que asolaron el lugar hace años. David me dice que bajaremos por lo más alto de este monte, que llaman Els Ginestells, y seguiremos la vieja ruta que hace años no se recorre llamada de Les Nou Pins, hasta bajar de nuevo a Tiana. Según seguimos la marcha, dejamos el simpático collado, cruce de caminos, con sus elegantes y altivos pinos, y comenzamos la subida al frondoso, con exuberante matorral, monte de Els Ginestells. David me cuenta que en este cordal de la serranía la llamaban de los nueve pinos por que había nueve grandes pinos en línea por toda la ladera reconocibles desde la lejanía. Pero los incendios acabaron con ellos, y ahora sus enormes y reconocidos troncos se reparten, inertes, tumbados, muertos y calcinados, por las laderas de dicho cordal ¡Una pena!
Atrás queda el Turó d’en Galcerán que comienza a invadirle la baja niebla que traen los húmedos vientos marítimos. Pronto desaparece a nuestra vista. Seguimos bajando por lo más alto de este cordal sin dejar que la niebla nos alcance, y bajo ella comenzamos a vislumbrar con una visión más clara Tiana y las poblaciones de la costa próxima: Montgat, Badalona, El Masnou… Las urbanizaciones se nos acercan por la izquierda mientras bajamos, y pronto aparecemos en un verde prado con reconocibles síntomas paisajísticos de haber sido tocado por incendios, y a la vez con manchas o partes con bosques intactos. Al fin y al cabo un lugar bonito. Son las cercanías del Turó del Bessó seguido de El Rocar. Volvemos a toparnos por el recorrido del parque natural denominado, como al monte mismo, El Rocar, y lo seguimos.
Ante nosotros aparece ya más cercano Tiana, y ya, casi en la misma parte más alta de El Rocar, optamos por dejar el recorrido y seguir hacía la derecha en dirección Oeste, Suroeste a las cercanías del pueblo. Un amigo corredor perdido se ha unido a nosotros buscando el camino que le devuelva a su lugar de partida; y nos acompañará hasta el mismo Tiana. Ahora por un saludable bosque con desconcertantes rocas graníticas, bajamos hasta toparnos con una valla. Seguimos a la derecha y bajando llegamos a un camino junto al bosque, a la izquierda de unos postes de la luz. El camino es muy bonito; árboles verdes y llamativos nos cautivan. Y ya llegamos a la civilización pisando la estrecha carretera que viene de Montsolís, pegada a Tiana y cruzando el Torrent dels Grills.
Por el carrer de Sant Gaietà seguimos dentro de Tiana hasta el punto de partida: la Font del Ronxo. Después una cervecita en Montgat en una soleada terraza junto a la estación de tren celebrando el día de montaña compartido con David y con esta bella tierra catalana, e imaginando nuevas y grandes rutas por estas montañas insólitas.