Quería volver a hacer otra ruta en el macizo de la Sierra del Montnegre, pensando que es una sierra con una gran extensión de bosque muy bien conservado y con muchos lugares escondidos, casi desconocidos por recorrer.
Por ello intenté idear una ruta (otra cosa es que saliera igual a lo planeado, que no fue así) por las inmediaciones del Montgròs, al norte de la misma, cerca de Hostalric. A la vez me llamó la atención que había señalada una mina, y que ésta era de oro: La Mina de l’Or; y por pura curiosidad, a la vez que nos recorríamos las faldas selváticas, frondosas y boscosas del Montgròs, visitar aquel lugar donde se encontraba la susodicha mina.
No encontré rutas ni recorridos por la zona, aunque tampoco busqué tanto por internet, ni nada sobre esa Mina de l’Or. Así que la aventura iba a ser total. Solo con mi mapa de Alpina (actualizado; que después descubrí no era perfecto) y mi intuición montañera, tampoco siempre exacta e inequívoca.
Por ello el pasado sábado 27 de octubre decido organizar para mis amigos Cuspidianos esta salida con el llamativo título que incluía la referencia y visita a la susodicha Mina de l’Or. Tampoco es fácil llegar a Ca l’Oller por el camino hacía Ramió si no te lo conoces; pero mis indicaciones con una visita al lugar la semana anterior, despejaron la incertidumbre. Desde Hostalric (carretera que entra a la autopista) está señalado, pero si le preguntas a algún paisano de la localidad puede que te diga “no conozco ese lugar”.
Unas 20 personas aparcamos los coches en la orilla de la pista que se dirige a Ramió y justo en el cruce con el camino que a la derecha te sube a Ca l’Oller, que queda pegada. Es el punto de partida (punto rojo). El tiempo no es muy halagüeño, nos amenazan predicciones de fuertes tormentas a partir de media mañana y sobre todo por la tarde. Ya nos han caído algunas gotas en el coche por la autopista; pero seguimos adelante con la actividad. La idea, al salir de ese cruce en las proximidades de Ca l’Oller, es dirigirnos a las inmediaciones de Ramió y volver al coche por otro punto, bajando del Collet de Ca l’Hivern… aunque lo realizado fue distinto en parte, a lo planeado.
A pesar de que anunciaban una bajada fuerte de temperaturas, y de que por ello aconsejara “manga larga”, el bochorno por la humedad es notable, y el calorcillo, un hecho. Fácilmente salimos en dirección sur hacía Ramió, por un valle verde y bonito franqueado por las boscosas laderas de la sierra, y por una pista inequívoca y horizontal. Pronto encontramos un cruce: un simpático cartel nos indica hacía Ca l’Agutzil. Seguimos pues hacía la izquierda cambiando de ladera en el valle, pero no de dirección, siempre sur hacía dicha masía. Como no nos hemos hecho la foto de salida, aprovechamos este rincón del valle y recorrido para hacerla con todo el grupo. Hemos cruzado la Riera de Ramió con su agua y sana vida.
No llegamos a pasar por el mismo Sant Andreu de Ramió, ya que la pista que sigue hacía el lugar es la que dejamos para dirigirnos a Ca l’Agutzil. Una vez pasada esta simpática y bonita masía, que nos pareció un encantador lugar, nos internamos en el valle del Torrent de Can Masó, y seguimos el camino que siempre recorre el fondo del valle, una vez si y otra no, cruzando el mismo torrente. El verdor y la frondosidad son latentes en este bonito rincón solitario del Montnegre. Digo solitario por que no veremos a ningún excursionista, ni ciclista, ni cazador, ni coche (salvo antes de pasar por Ca l’Agutzil) en todo el recorrido. Increíble. Un lugar perfecto para perderse entre sus enmarañados y frondosos bosques.
Según vamos siguiendo el fondo del valle, vamos cambiando de dirección: del sur al sueste, y del sureste al este. Sin pérdida pasamos por una bonita chopera o árboles de ribera, de altos árboles, en la horizontabilidad del camino. También, más adelante con el caminar, vemos leñadores que talan y explotan con sus ruidosas motosierras algunas partes de la boscosa ladera que tenemos a nuestra derecha. Realmente es una extensión muy grande de bosque de pino y quercus, y la explotación maderera y del corcho, es fehaciente, pero a la vez sostenible.
Después de una fuerte revuelta del camino que cruza a la vez el torrente, con un giro de 180º, nos encontramos, después de dicho giro en pequeña pendiente, otro giro de otros 180º, y algo más arriba, un camino a la izquierda, después de sendos giros, que nos llevará hasta la olvidada masía de Can Masó; subiendo algo la pendiente del camino.
En Can Masó paramos a tomar algo, justo en la parte de atrás de la construcción que da a un cruce de caminos. Hacía el este vemos el boscoso Puig de l’Abella que tendremos que rodear por su falda para llegar al Collet de La Mina de l’Or, a la derecha del mismo. Después de tomar algo bajo el nublado e inestable cielo y en la orilla del mismo, cogemos el camino que parece baja algo hacía la izquierda según te topas con las paredes de Can Masó. Seguiremos éste con su leve bajada. A la izquierda aparece un camino maltrecho y como abandonado. No lo seguimos. Vamos recto y casi en leve descenso en busca del Torrent de La Llinda. Justo aquí seguiremos hacía arriba e izquierda para seguir el mismo camino que, poco más arriba se horizontaliza y ya recorre las laderas del Puig de l’Abella en dirección al Collet de La Mina de l’Or. Subimos poco a poco más altura y dejamos a nuestra espalda e izquierda el Montgròs con su manto suave, verde y espléndido de abundante vegetación.
Después de unirnos con el camino principal que aparece por abajo unos metros antes de llegar al colladito, llegamos al Collet de La Mina de l’Or. Un colladito bien figurado, y cruce de pistas y sendas. Según el mapa, la senda que se dirige a la cercana Mina de l’Or, queda a la derecha (según sales del camino al colladito) y al otro lado del camino al que salimos. Extrañamente parece estar señalada por flechas naranjas en los troncos de árboles cercanos en la encrucijada del comienzo de la senda con el camino ¡No puede ser más fácil!
Nos internamos por dicha senda, que a la vez está enmarcada en una antiguo camino muy en desuso y abandonado, y pronto tenemos que luchar contra la enmarañada vegetación que ha ido invadiendo y ocupando el olvidado sendero. Pisamos y utilizamos el bastón a modo de machete para poder internarnos entre los abundantes y punzantes matorrales que asolan el recorrido. Parece que ya nadie pasa por aquí, y el último puede ser que lo hiciera hace más de un año y medio. Más adelante, justo antes de toparnos con la concavidad del curso del Torrent de La Mina de l’Or, la vegetación ya nos impide el lento paso que llevamos. Pero vemos a lo lejos, en la ladera de enfrente una especie de obertura en el terreno enmarcada por bloques de rocas rectangulares. No se distinguían realmente bien como para decir que era la entrada a la mina; pero los indicios nos decían que así podría ser: higueras plantadas junto a la misma, misma ubicación en el mapa… al final tuvimos que volver al Collet de La Mina de l’Or desandando el maltrecho camino de la olvidada senda… se ha intentado.
Ya desde aquí nos toca dirigirnos y subir el Montgròs: cogemos el camino que lo circunda por su izquierda según nos dirigimos a él, y por encima del camino por el que veníamos de Can Masó. Éste camino nos dejará en otro cruce de caminos, colladito de pendientes: el Collet de Can Masó. Hasta aquí mismo había seguido los caminos y sendas que se dibujaban en el mapa Alpina de “Montnegre Corredor”, y sabía que camino debía seguir si quería continuar con el recorrido planeado. Pero decidí aventurarme en otro camino más descuidado y abandonado que salía desde lo más alto del collado, justo en medio de los caminos dibujados; y que parecía iba recto hacía la cima del Montgròs. Por ello aviso con puntos amarillos cada vez que nos encontrábamos con un cruce que no estaba señalado en el mapa de Alpina… o incluso a partir de aquí dichos caminos no salen en el mapa de Alpina que pongo de croquis del recorrido, aunque puedan coincidir con algunos de uno actualizado. Perdón por el lío.
Seguimos, pues, éste camino hacía arriba e izquierda del Montgròs. Al cabo un tiempo nos topamos con un cruce (1º punto amarillo según dirección de la marcha), dejamos el camino que llevábamos a la izquierda y cogemos, a la derecha, otro que sube ladera arriba. Estamos internos en el Montgròs y en sus boscosas laderas. El camino transita casi horizontal después de la subida de su comienzo, por las laderas sureste y este de la misma cima, hasta que de repente acaba en medio de la misma exuberancia de la montaña ¡Esto pasa por seguir caminos que no salen en los mapas!
Entonces reagrupo a la gente y decido subir, hacía la izquierda y arriba del final del camino, monte a través por en medio del fabuloso bosque de pinos y encinas, siguiendo huellas de jabalíes y rastros sin sendero que seguir en el terreno, hasta la cima del Montgròs. Antes, monte a través, llegamos al cordal cimero que viene del Terra Vermella, entonces cambiamos de dirección hacía, de nuevo, la izquierda, siguiendo dicho cordal cimero hasta la misma cumbre del Montgròs, repleta de bellos y fascinantes pinos y viejas encinas sureras.
Realmente hasta la cima no parecía llegara ninguna senda o camino, apareció solitaria con un hito de delimitación de terrenos (de esos que parecen una pequeña lápida) en lo más alto de la boscosa ladera. Uno de estos ya nos habíamos encontrado en el cordal cimero. No parece que sea ésta la cima, ya que a la derecha y oeste, entre los troncos y ramas de la vegetación, parecía verse un punto con árboles más alto. Pero no, la cima del Montgròs está indicada con este hito (391 mts.). Aunque al final nos dirigimos, aún monte a través, hasta este punto donde, en un claro del bosque, nos paramos y sentamos a comer. David Horts nos invitó a un moscatel por su reciente cumpleaños y yo saqué un surtido de garrapiñadas, compartir alegría y charlas entre el tupido y perdido bosque del Montgròs.
Ahora tocaba la bajada. En un principio mi idea era acercarnos al Morro de Coní y bajar por todo este cordal hasta el Collet de Ca l’Hivern; pero el lío de caminos que nos salían al paso y no aparecían en el mapa Alpina, hizo cambiáramos de recorrido forzados por el error.
Parece que ya comienza a llover. Nos ponemos los chubasqueros. Pero el frío anunciado aún no llega, y bajo los chubasqueros pasamos un calor inusual. Desde el lugar donde hemos parado a comer, salimos en dirección suroeste, monte a través y hacía abajo. Y entre la exuberante vegetación y bajando poco la ladera, nos encontramos con una curva de un camino. A partir de aquí dejamos de andar monte a través y ya no dejaremos los caminos hasta llegar al mismo coche.
El primer error, si quería coger la dirección al Morro de Coní, hubiera sido coger este camino hacía arriba y derecha, y enseguida hubiera enlazado con el que baja al mismo Morro de Coní. Pero no, cogimos el mismo hacía la izquierda y hacía abajo. Enseguida éste se cruza con otro camino, que seguimos a la izquierda recto y hacía abajo (2º punto amarillo según dirección de la marcha). Aquí seguimos un camino más principal y hacía el suroeste hasta un gran cruce de caminos en el que, por fin, aparece perpendicular al que venimos, uno que sale dibujado en el mapa de Alpina. El error viene ahora cuando, sin mirar la brújula y algo “despistado”, creo que estamos en el cruce del Morro de Coní (ya que sale un cruce como en el que estamos) y opto por la opción de buscar un camino que siguiese recto pensado que va en dirección al Collet de Ca l’Hivern. Al contrario. En lugar de dirección noroeste cogemos dirección sur con fuerte pendiente hacía abajo, sin saberlo nos vamos acercando al lecho del valle y al camino que hemos utilizado para subir a la ida (3º punto amarillo según dirección de la marcha). Desde este punto si queremos acercarnos al Morro de Coní, solo tendríamos que haber cogido el camino principal que nos encontramos perpendicular, hacía la derecha.
Las vistas al macizo del Montnegre son espectaculares, a la vez que se van escondiendo a medida que bajamos altura. La pendiente es muy acusada. Según el mapa del ICC estamos en el Camí de La Serra. Nos encontramos con algún camino abandonado y maltrecho que sale a la derecha. No lo seguimos. Más abajo, cruza otro camino perpendicular al que llevamos de bajada; éste, más horizontal, sigue paralelo al que seguimos de ida pero a algo más de altura. Seguimos hacía la derecha (4º punto amarillo según dirección de la marcha) y oeste, buscando la salida del valle.
Más adelante nos encontramos con un camino que baja a la izquierda. No lo seguimos pensando que te deja en el camino de ida por el que ya andamos, y no quiero repetir recorrido en una circular. Pocos metros después otro que sube a la derecha. Prefiero no cogerlo y seguir con éste que llevamos principal recto. Aunque el camino hace una leve bajada. Y también cambiamos de dirección: de ir al oeste para dirigirnos hacia el norte.
En las riberas del vallecillo que forma el Sot de Cal Batlle, nos encontramos que el camino que seguimos desemboca en otro más principal (5º punto amarillo según dirección de la marcha). Seguimos el principal hacía la derecha, norte y con leve subida. A los poco metros otro camino sale del principal hacía la izquierda y abajo. No lo seguimos. Seguimos el principal con leve subida y hacía el norte. Pero el mismo camino que seguimos hará un giro al poco tiempo de dejar el último cruce: de norte a oeste, para después girar a este (bordeando un cordal que sube de Can Telleda a Morro de Coní) y luego dirección general norte. A la vez que seguimos con la leve subida en busca del cordal cimero de la sierra que sube desde el Collet de Ca l’Hivern a Morro de Coní.
De vez en cuando, en frente aparecen las sierras y lugares de la Comarca de La Selva y Vallès Oriental: el Montseny está totalmente cubierto con negras y amenazadores nubes. Por suerte a nosotros no nos ha llovido mucho, aún; yo no me he puesto ni el chubasquero. Una localidad se desdibuja en medio de un hueco en la montaña y entre verdes páramos: lo más seguro es que sea Hostalric. La dirección que llevamos parece la buena, hacía el norte, y ya vemos como más adelante se suaviza la montaña. Pero caminar por este laberinto de caminos que no aparecen en el mapa, es como querer perderse adrede.
De nuevo el camino acaba en un cruce muy bien señalado y amplio (6º punto amarillo según dirección de la marcha). Parece que varios caminos principales convergen aquí. Quizás por hartura de recorrer estos caminos con un sin fin de cruces, o por pura equivocación al pensar que después de tanto andado estemos cerca del Collet de Ca l’Hivern, decidimos coger al camino a la izquierda que baja en picado en dirección oeste, a ver si llegamos al fondo del valle y a las proximidades de Ca l’Oller.
De nuevo el camino gira en una curva de unos 90º hacía la izquierda. Aquí mismo sale un maltrecho y desusado camino a la derecha, o recto, o hacía el oeste, hacía abajo, en busca del fondo del valle (7º punto amarillo según dirección de la marcha). Antes, un camino venía por la derecha y desembocaba en el principal, pero no le hacemos caso, ya que viene de arriba y es engullido por el principal por el que bajamos.
La bajada es interesante ya que los árboles se acercan al centro del camino, como intentando recobrar terreno comido a la naturaleza, por el desuso y abandono del mismo. Bonito. Pero llega un momento que, como el camino que nos debía llevar a la cumbre del Montgròs, desaparece entre la espesura, se corta, acaba, y alrededor nada más hay bosque, verdor y vida. La lluvia ha comenzado a caer con algo más de fuerza, justo después de comentarle al David Luis que “nos estaba respetando, para lo que habían predecido” ¿Qué hacemos? Por suerte y acostumbrados al “monte a través” de mis rutas, giramos a la derecha del final del camino y encontramos una especie de bajada o costón entre la maleza y encinas que nos lleva, sin senda ni guía, de nuevo a otro camino.
Como jabalíes que salen de la maleza, entramos en el camino y lo seguimos hacía la izquierda y abajo, hacía el este (8º punto amarillo según dirección de la marcha). Volvemos a cruzar la umbría de un vallecillo y riera mientras bajamos; y mientras bajamos nos cruzamos con otros dos caminos maltrechos y casi en desuso que desembocan en el nuestro y principal. A ninguno de los dos hacemos caso: uno por la derecha que va hacía el norte, noroeste y abajo, y otro justo pocos metros antes de desembocar en el principal que queda en el fondo del valle y es por el que andamos a la ida, que queda casi invisible y a la izquierda, y que sube entre la espesura del bosque.
Y por fin llegamos a terreno conocido, a la pista que cogimos para dirigirnos, pasado Ca l’Agutzil, hacía el Collet de La Mina de l’Or. Ahora, ante tal desorientación, la pregunta trampa era “¿Hacía donde? ¿Hacía arriba del camino o hacía abajo?”, izquierda o derecha, sur o norte… reconocido el camino, seguimos hacía abajo, derecha y norte, y en poco tiempo pasamos junto a la reconocible construcción de Ca l’Agutzil.
Seguimos rápidamente por el camino ya andado en dirección a los coches, contraria a la marcha de ida, y justo antes de doblar, cambiar de camino y cruzar el puente que da a la pista hacía Ramió, la lluvia comienza a caer con más fuerza y continuidad que en toda la actividad… por suerte, justo ahora que llegamos a los coches. Verdes campos, prados rodeados de hermosos bosques frondosos y llenos de vida, ese es el valle de la Riera de Ramió. Hermoso.
Y con una visita a la curiosa fortificación de Hostalric, donde unas cervezas, cafés y otras bebidas nos esperaban para celebrar este reencuentro de montañeros y amigos de distintos lugares, acabamos la actividad. No salió como planeaba, y la decepción de la imperfección de la ruta ideada, atormentaba mi instinto montañero… ¡¡Si salieran todos los caminos en el mapa!! Como colofón, una tromba de agua salpica y anega las esperanzas de buen tiempo en la tarde, sentados en la terraza del bar de Hostalric. Tormenta de vida y destrucción, pero también de espectacularidad y emoción.