Quería volver a El Garraf para conocer y recorrerme los caminos y senderos que llegan de la pequeña población costera que dá nombre a la montaña, hasta el vallecillo de Vallgrassa; quedándoseme grabado el nombre y lugar por las menciones que hacia de él, el personaje de l’Eduard.
La ruta iba a ser corta, de una sola mañana. Después de los ajetreos de la primavera con preparativos ceremoniales, la propia ceremonia y el viaje posterior, antes de las vacaciones de junio quería salir a “estirar las piernas” por alguna nueva ruta cercana a casa. Collserola ya la tenía muy conocida y vista, así que decido ir al rocoso, herido y casi desolado macizo de El Garraf; del cual aún me quedaba por visitar y conocer algunas de sus lugares y rincones.
Así pues el caluroso sábado 6 de junio cojo el tren de cercanías para emprender una actividad en solitario por este rocoso y pedregoso rincón de Barcelona. Nadie ha querido acompañarme esta vez, parece que comienza la temporada pirenaica prefieren hacer alta montaña u otro tipo de actividad más bajo o encima del mar. Yo esperaba que las cercanías de la costa con el frescor de la brisa marina, refrescaran la que iba a ser una calurosa mañana en esta desolada montaña. A ver qué tal se comporta el día.
Por segunda vez bajo del tren cercanías de Renfe en la Estación del Garraf. La primera fue en la pasada actividad Del Garraf a La Morella, pero a diferencia de ésta en lugar de coger la senda y G.R. que sigue hacía el este y derecha en busca de La Pleta y el Pla de Querol, quería seguir el mismo G.R. pero en dirección opuesta, hacia la izquierda y oeste en dirección a Can Lluça y Vallgrassa, pasando por debajo de El Castellet de El Garraf (pequeño y antiguo residuo de lo que fue un castillo o torre de vigilancia en las alturas de la población del mismo nombre). Con lo que salgo de la estación sin intención de acercarme al mar ni a la fabulosa playa de El Garraf para, justo arriba de la estación de tren, cruzar la “curvada” carretera principal y subir por las calles de la población que se empinan hacia las laderas de la montaña. Por la Avinguda del Castell y alguna calle más.
Al final de esta calle y justo debajo de la autopista aparece una especie de camino asfaltado que se empina mucho más hacía la montaña. Después desaparece el asfalto quedándose el camino solo de tierra, acercándose a las ruinas del Castell del Garraf y las proximidades de una de las torres de alta tensión eléctrica.
La subida es tal en tampoco recorrido que de pasar muy por debajo de los puentes de la autopista, llega un momento que la tenemos bajo nosotros y a nuestra espalda. Y es aquí, más o menos a cierta altura, cuando dejamos el camino y la senda sigue más horizontal internándose en la rocosa y cálida montaña; entonces aparece el descuidado senderillo que a la derecha y en 2 minutos te deja junto a las viejas y pobres murallas de lo que fue el Castell del Garraf. Es difícil hacer la foto a la construcción sin que salgan los cables eléctricos.
Después de curiosear poco y rápido las ruinas y pocos muros del castillo, decido volver a la senda marcada y seguir el G.R. montaña adentro, hacía el norte, noroeste. Las numerosas y rompedoras, abrasivas y destructivas canteras pueblan esta zona. El objetivo de mi Canon no puede más que captar irremediablemente los gigantescos escalones que forman sus terrenos aterrazados. A la vez observo como la senda muy bien marcada y sin pérdida se levanta con un murillo de construcción humana sobre las laderas rocosas de la montaña, perfilando las curvas de sus laderas y formas, sin subir demasiada altura. Poco a poco. A la vez intuyo y sigo el recorrido con la mirada. El calor ya es exagerado ¡Vaya día me espera!
Al poco tiempo veo una casa allá arriba entre la vegetación subárida y espartana mediterránea que tanto me recuerda a algunas montañas de mi tierra y que tanto abunda en El Garraf, una formidable casa hasta la cual llega la senda por la que ando. Es Can Lluçà. Una magnífica casa ubicada en un estratégico lugar con vistas a cada lado de la montaña… y hacia el noreste, hacia la cima de La Morella. Y a partir de aquí vienen mis dudas de qué camino tomar para llegar a Vallgrassa. Quiero subir alguna cimilla, alguna altura, y en las cercanías está Puig Coscó justo detrás de la casa, y después ya bajaría a Vallgrassa… me pilla de paso. También podría coger la pista, camino que sale desde la puerta de la casa y seguirlo por la izquierda y noroeste hacia Can Planes, después desviarme en un cruce hacia el norte, hacia el collado de la carreterilla que cruza El Garraf por su sur, y que me llevará hasta Vallgrassa, rodeando Puig Coscó por el este.
Como buen aventurero decido seguir las sendas que salen de detrás de Can Lluçà y que me llevan a Puig Coscó pasando la Collada. Aquí dejo el G.R. para seguir por caminos descuidados ya inutilizados, sendas irreconocibles y monte a través. Entonces justo después de pasar Can Lluçà cojo un caminillo que deriva en senda y se acerca a la cimilla de esta loma, al norte de la masía. Esta sendilla ya nada pisada ni recorrida por persona humana, sigue en dirección norte por una zona de poca o nada arboleda, dejando una fácil e inapreciable altura a la izquierda, el Turó de La Casa Vella. El sol es implacable. No hay nadie por estos lares… parece que veo bicicletas y poca vida más por la pista que se queda a la izquierda caso invisible… pero eso sí, el día es formidable ¡Ni una nube! Llego a un colladito. Hasta aquí la senda ha sido perdida y casi desastrosa de seguir… casi, casi se puede decir que ha sido más monte a través que senda. Y es aquí en La Collada (entre el Turó de La Casa Vella y el Puig Coscó) donde desaparece todo signo de pisadas, de senda… pero también para bajar a la pista de la izquierda (aunque en el Alpina ponga que sí existe senda de bajada), o puede que sí pero no he sabido encontrarla. El caso es que después de picharme y arañarme con la maleza intentando bajar al camino de la izquierda, decido dar media vuelta y seguir monte a través en busca de la cima del Puig Coscó. Parece que esta parte de la montaña tiene menos matorrales, menos impedimentos (que iluso) y puedo avanzar esquivando roca y arbustos mediterráneos.
La subida al Puig Coscó es penosa, lenta, entretenida y calurosa. No hay árboles, todo son matorrales con pinchos o sin ellos en sus hojas, con algunos lugares más cerrados y otros más abiertos. Llegando a la cima de esta montaña se ve ya un bosquecillo de pinos, entre éstos sí podría caminar mejor (espero). Cima del Puig Coscó, 447 mts., las miradas se dirigen sobre todo a la parte noreste del macizo, donde fotografío con el zoom de mi Canon las peladas y rocosas alturas de La Morella, cercanías e inmediaciones. Veo la cercana carretera que viene de La Pleta y se dirige a La Plana Novella, la que atraviesa las alturas del macizo por el sur. Parece que la tengo cerca, solo tengo que bajar de aquí en dirección noroeste y ya estoy en ella. Pero la bajada no es tan sencilla: más matorrales, más espesor y mis pies y piernas ya están artos de tanto arañazo y golpe…
Ya en la carreterilla solo tengo que seguirla hacía la izquierda para llegar a la esperada Collada de Vallgrassa. Ya veo el edificio y parte del valle, objetivo de esta actividad, marcha en solitario.
Llego a la Collada de Vallgrassa. Una pareja de jóvenes ciclistas pasan calor intentando adivinar hacía donde ir, mientras el chico le explica a la chica, totalmente uniformados, la dirección hacia Vallgrassa. Pero no irán hacía allí. Un cartel informativo te explica que estas en los terrenos de Vallgrassa y su centro de información de la naturaleza del Parque Natural, si sigues el camino hacia el norte y derecha, hacia Vallgrassa. Me asombro “Centre Experimental de les Arts” ¡¿Qué querrá decir eso?!
El camino es ancho y fácil, en ligera bajada hasta llegar a las orillas de una riera, y al otro lado la construcción de Vallgrassa, esa casa particular y curiosa. Subo a verla. Ya me topo con el G.R.-92.4 que pasa por aquí. El sol calienta como nunca, si no fuera por la gorra me achicharraría; y aún así acabaré deshidratado… como casi siempre. Hay un guarda solitario que me pasa información y habla conmigo. Me pregunta por mis conocimientos de la montaña, si llevo agua, crema solar, mapa… al verme solo y con lo que cae se preocupa de que no me quede tirado por una insolación, y comprueba si de verdad estoy preparado para ir solo por la montaña. Hace bien… hay mucho dominguero por la vida.
Después de una corta e interesante charla (ya supe porque es un Centre Experimental de les Arts), decido seguir el G.R. hacía el este por el centro del cauce pedregoso y seco, por el fondo del escabroso y roquedo valle de Vallgrassa. Es la dirección del G.R. hacía el Plá de Querol. Me recorreré el vallecillo y saldré al Plá de Querol para volver a El Garraf por La Pleta. Una buena circular. Aunque con este sol se hizo más esforzada de lo que parece… es lo que tiene el sol intenso cayéndote sin piedad sobre tu piel en las horas centrales del día…
El valle es un lugar interesante: el G.R. o la senda intenta seguir un pasillito paralelo al cauce de lo que llaman el Fondo de Vallgrassa; pero no siempre es así y a veces discurre por el centro del mismo, haciendo eses, esquivando la estupenda vegetación que se nutre del suelo enriquecido de aluviones pedregosos y recogidas de aguas en las pocas y abundantes lluvias. El sitio es único, interesante, y hasta simpático, y más si lo recorres en solitario, con la única compañía de los murallones que lo encajonan y le dan una visión única como de pequeña garganta… formación que abunda en esta rocosa y pelada montaña del Garraf.
Al cabo de un tiempo que me pareció interminable (supongo que por la molestia de que no corría aire y el sol del mediodía me castigaba intensamente), la senda comienza a subir hacía la derecha para intentar salir del vallecillo, del Fondo de Vallgrassa. La vegetación arbórea desaparece y el matorral, piedras y rocas se convierten en la nota predominante en esta subidilla y en los siguientes pasos para llegar al Pla de Querol. Siempre siguiendo el G.R. muy bien marcado. Ya he salido del valle de Vallgrassa y ya he disfrutado caminando entre las flores, bichos y curiosidades del fondo del valle, caminando por la riera seca con sinuoso cauce pedregoso y rocoso en ocasiones. Por fin un poco de airecillo marinero. UUFFFF!!!!
Ahora solo queda seguir el G.R. en dirección este en dirección a La Pleta (otra casa de información del Parque Natural). El mismo G.R. deja de ser senda entre el rocoso terreno y sigue el mismo trayecto por la carreterilla un buen trecho. Ésta cambia de dirección hacía el sur en busca del nombrado sitio, dejando atrás e izquierda las alturas del Garraf: La Morella, el Rascler (donde está esa antena con forma de bola gigantesca tan característica). Pocos coches pasan por la carreterilla; entre éstos el del guarda de Vallgrassa que se para y me saluda alzando la mano como señalando que todo va bien. Ya ha cerrado el taller, la casa, el punto de información.
Y después de unas bajadillas con la carreterilla y algunas curvas llego al edificio de La Pleta, y su puntiaguda forma, construcción en la entrada como si fuera una chimenea que sale del suelo… puede que tenga algo que ver con eso. Desde aquí en lugar de seguir el G.R., decido seguir la carreterilla ya que el mismo G.R. hace un giro y vuelve a toparse con la misma algo más abajo. Es entonces cuando dejo el asfalto y sigo el G.R. con sus peculiares trazas rojas y blancas en busca ya del Garraf hacia el sur, suroeste. A partir de aquí es como seguir la ruta realizada en Del Garraf a La Morella pero al revés: en lugar de salir del Garraf hacía La Morella, desde La Pleta bajamos a El Garraf.
Y así con la calurosa y árida bajada entre canteras, por un camino seco, pedregoso, duro y después por una senda sinuosa con las alegres e impresionantes vistas del Mar Mediterráneo, y del puerto y población del Garraf desde donde salí, acabo la actividad. Deshidratado. Buscando algún chiringuito donde poder tomarme una coca-cola fría y refrescante. Entre la gente que pasa con bañador y gafas de sol. Lo consigo… algo es algo, pero pronto necesitaré más líquidos. Otra interesante excursión por El Garraf, otros rincones curiosos y solitarios… pero mejor no ir cuando haga mucho calor, mejor no.