Después de recorrer diferentes sitios de la Sierra del Montseny, decidí que el siguiente lugar serían los alrededores del Castillo de Montsoriu, cerca de Arbúcies.
Después de estudiar mapas y mirar rutas concluí en hacer un recorrido que uniera las fortificaciones de las inmediaciones o cercanas a la población, junto con un bonito recorrido por sus bosques, sobre todo, de castaños… pero antes de hacer nada seguro, debía ir a explorar la zona, ya que, a pesar de lo muy bien que están señalados los itinerarios y recorridos por el parque natural, y de hecho utilizaría parte de sus trayectos en mi ruta, fuera de los señalizado, podría convertirse en un laberinto de caminos, senderos, caminos de herradura… los cuales ni hasta el mejor mapa sabe descifrarte. Y es más o menos lo que pasó.
Los objetivos (por así llamarlo) sería el Castillo de Montsoriu, la Torre de Montfort y el Castañar del Gavatx (al menos sus cercanías). Varios puntos de enlace entre rutas había que examinar y estudiar in situ; así que Anna y yo, nos dispusimos ha realizar una excursión saliendo de Arbúcies, circular, siguiendo el P.R.-204 Arbúcies-Santa Fe, desviándonos hacía Fontdellops, Turó de Montfort, y ya bajar, acercándonos al camino elegido que nos llevaría hasta las inmediaciones del Castillo de Montsoriu (para otra excursión), hacía El Replá, enlazar con el P.R.-201 Arbúcies-Montsoriu, ya de vuelta a Arbúcies… el pasado 21 de enero.
Para empezar no llegamos a encontrar la salida del pueblo hacía dichos itinerarios, ya que ambos P.R. (201 y 204) comienzan en el mismo punto. Muy cerca de encontrar la calle en cuestión y sus señalizaciones, una señora (que no conoce las señalizaciones de los P.R., lo más seguro) nos dice que la subida es más, por en medio de las casas de la calle Domènec Refart y hace que nos alejemos más de punto de partida original. Por suerte y viendo el viejo mapa del Montseny, seguimos, ya en la ladera boscosa de la montaña, una senda a la izquierda y arriba que nos deriva en la señalizada P.R.-204. Para la próxima, si no se quiere salir del centro del pueblo, la última calle del mismo hacía las nombradas rutas es la de Travessera Montseny. Una callecilla corta y medio escondida que termina en las mismas laderas de huertecillos, chalets y frondosidades de la montaña.
Es muy fácil ahora seguir las señalizaciones del P.R.-204. Por en medio de bosques de sureres y subiendo por el cordal de una loma de la montaña. Aquí ya comienza a impresionarte el bosque de los alrededores de Arbúcies, sin ni si quiera haber llegado a sus asombrosos castañares. Llega un momento en que el P.R. se desvía hacía la derecha por una pista o calle asfaltada. Yo, por mi afán de tocar en lo más mínimo terreno artificial, descubro antiguas señales en los árboles y nos disponemos a seguir una senda en medio de un camino casi abandonado, al otro lado de una verja cerrada y un inquisidor cartelito de “propiedad particular, prohibido el paso”… no saltamos la puerta enverjada, la rodeamos por la izquierda. En un claro de este camino sin utilizar descubrimos arriba y enfrente nuestro las fronteras altitudinales del Montseny: un bonito y escarpado perfil de Les Agudes que le dan un aspecto fiero y encantador a la imagen. Algunos hilillos de nieve asolan en los escondidos rincones de sus paredes, y la montaña parece más magnífica y enorme. A nuestra izquierda, al otro lado del valle y ensombrecido por el sol de cara, la suave y sublime silueta del Turó de Montfort, por el cual pasaremos en esta aventurera ruta. Hermoso.
Pronto el camino abandonado termina y subimos unos metros en busca de un colladito y de nuevo giramos hacía la izquierda, buscando lo más lato de la loma. Nos encontramos con un ciclista perdido que a su vez ha perdido a sus compañeros. Gritos de “Jaume, Jaume…” asolan las solitarias laderas boscosas del Montseny. Pronto otro cruce, escogemos el camino de enfrente a la derecha que, a su vez, es comienzo de una simpática senda (a su izquierda) descubierta gracias a las viejas marcas de pintura en algunos de los árboles, señalando el antiguo recorrido de una ruta, seguramente la que sube a Santa Fe. Seguimos esta sendilla por en medio del bosque, ahora hay más pinos, y en seguida deriva en la señalizada (se ven los postes muy bien) P.R.-204, y que seguiremos hacía la izquierda, en dirección siempre Santa Fe.
Nos encontramos con un par de cazadores (disfrazados hasta las orejas como tal) aburridos que nos anteceden, en busca del coche artos de no encontrar nada. La senda es bonita ahora: por las laderas este y boscosas del Turó d’en Pistola (que no subimos), donde las sureres se disputan su supremacía ante unos pinos altos y dominantes. Encantador. Poco a poco el valle se va cerrando y cogiendo altura en una especie de circo boscoso y frondoso, en el medio del cual, se encuentra Fontdellops. Seguimos el P.R. junto a unos campos de cultivos en alto, dejando el bosque a la derecha: es el Camp d’en Pla; cerca de la casa rural del mismo nombre y de la masía Can Pla, que por cierto, nos dirigiremos hacía ella. Después de una corta senda dominada por cuatro altivos pinos, debemos dejar el itinerario del P.R. (que se aleja hacía la derecha) y seguir un camino a la izquierda y más o menos llano, hacía Can Pla.
Ahora debemos seguir mi intuición, recuerdos de lo visto y estudiado, y el viejo y rehabilitado mapa del Montseny (encontrado en el Turó de l’Home) para proseguir la aventura hacía Fontdellops, el próximo objetivo ¡¡A ver como salimos de ésta!!
Seguimos la pista o camino que pasa por en medio de las casas de Can Pla. No internamos ahora por grandioso y bellos bosques de castaños: pelados y como muertos, delgados árboles se enfilan hacía el cielo mientras sus enormes hojas marrones siguen llenando, en ocasiones, el suelo del camino y el terreno del bosque; algunos peludos frutos quedan en la tierra, a merced de insectos, herbívoros y otros animalillos del bosque… pero la visión es más encantadora y melancólica, bella, que fantasmagórica y lúgubre. Por suerte el día acompaña en el recorrido, a pesar de que la sombra de la montaña nos engaña con sus juegos de luces, y el disfrute es total. En seguida un camino de herradura a la derecha y hacía arriba (dirección este) desemboca pronto en el que me interesa seguir, más principal hacía la derecha y arriba (dirección oeste). Aquí será la parte más empinada, o casi, de la excursión cogiendo el zigzag de las pistas, caminos, sendas y monte a través hasta el camino horizontal (casi de bajada) que nos lleve a Fontdellops. Siguiendo ahora las indicaciones de mi viejo mapa (no actualizado) dejamos un camino a la derecha que se dirige hacía la Font dels Senglars, y cogemos otro que sale justamente en una curva de unos 90º hacía arriba y derecha (dirección norte). Si hubiéramos seguido, el camino terminaría en Can Pere Vidal; masía que vislumbraríamos escondida entre las frondosidades da la pinada, algo más abajo del camino que seguimos ahora. Cabe decir que en un nuevo mapa de alpina, éste camino (el que he cogido ahora) muere enseguida, pero sin embargo, en el mapa que sigo me sube zigzagueando un desnivel importante, hasta el camino que se dirige a Fontdellops… ¡Hay que hacerles caso a los mapas actuales!
Para nuestra sorpresa el camino, después de subir varios tramos, termina en la nada. Mientras que en mi mapa sigue. Muy próximo oigo el correr del agua de una fuente; y nos acercamos a ella por monte a través casi, casi… Ésta fuente (que queda a la derecha del finalizado camino) sí está señalizada en mi mapa y en un mapa actualizado. De aquí subimos completamente en vertical, monte a través y muy empinado, hasta otro “desconocido camino” (no está en un mapa actualizado y no sé diferenciarlo en el del ICC) que nos llevará, hacía la izquierda (dirección norte) hasta que se tope con una riera por el que baja un simpático y alegre torrente de agua. El lugar es fabuloso y muy bonito, con ese suelo corrompido por la putrefacción de las marrones casi pálidas hojas caídas hace meses, y esos sanos y altivos árboles que guardan y alojan en silencio el ruidoso e hipnotizador sonido del agua al deslizarse por entre las piedras y las raíces. Encantador rincón. Justo al otro lado del torrente, en la ladera de enfrente pero muy cercana, aparece un camino que va haciendo curvas. Éste no aparece en mi mapa por lo que desconfío ¡¡¡Error!!! Después averiguo, en los mapas ICC y Alpina actualizados, que este camino me llevaría hacía arriba al cruce con el que nos dirige a Fontdellops, y hacía abajo a Can Pirotillo.
Siguiendo ciegamente las indicaciones de mi mapa, seguimos monte a través por el linde y rivera de esta riera hacía arriba en busca del camino que nos lleva a Fontdellops. Al poco tiempo nos topamos con otro camino que se aleja de la dulce riera. Lo cogemos y nos deriva en otro que hacía la izquierda vuelve a acercarse a la corriente del torrente. Empleamos mucho tiempo en este baile de caminos que van y vienen… seguimos de nuevo la riera campo a través y hacía arriba esperando, de nuevo, el encuentro delicioso con ese camino principal que nos lleve a Fontdellops. Anna se comienza a desesperar pero proseguimos incansablemente ¡También tiene su encanto ¿no?! De nuevo otro desgastado camino. No parece el principal. Lo seguimos hacía la izquierda y sur-sureste por que éste si cruza el encantador torrente. Ahora la geografía a cambiado: de las empinadas laderas a una especie de terreno que poco a poco se va aplanando y escondiendo a nuestros ojos; el bosque sigue omnipresente, grandioso… Cruzamos la riera y hay que elegir entre un camino, siempre desgastados y llenos de matorrales, entre el que va hacía abajo izquierda o el que va hacía arriba derecha ¡No hay que perder altura! y como no nos hemos topado con el que va a Fontdellops que está a más altura y debemos cruzarnos con él… pues el de arriba. En poco tiempo éste desemboca o nos damos cuenta en el siguiente cruce, que es el camino bueno que se dirige a Fontdellops; al ser horizontal, cruzar la ladera hacía el sureste y al comprobar como otro ramal de este camino baja hacía Can Pirotillo (camino que no existe en mi viejo mapa) y es el que vimos al otro lado de la riera la primera vez que nos topemos con ella. Reconoceremos que vamos bien por que pasaremos, en el mismo cruce, junto a un grueso y llamativo tronco de un gran árbol ¡Por fin vamos por buen camino!
Hemos cruzado la zona que llaman el Veïnat de França, en el que el laberinto de caminos inutilizados, sendas deshechas y laderas empinadas sin salida, se mezcla con un bosque castañar, pinar y sureres exclusivo, magnífico y encantador. Si veis mucho lío… no hacerme mucho caso y seguir vuestro instinto: siempre hacía arriba, pegado a la riera o cerca de ella hasta que veáis un camino al otro lado de ella o que la cruce.
Ya de camino a Fontdellops el recorrido baja altura. Justo en el punto en que cogemos éste camino al cruzar la riera “si nombre”, es el punto más alto de la excursión a poco más de 750 mts. Ahora caminamos plácidamente por el cierto camino en el que cruzamos el Sot de Les Mines y el Sot dels Descasadors o de l’Escala. Rieras como la anterior que donan sus aguas a la Riera del Pont Cremat, y ésta a su vez a la de Arbúcies. Fuentes del Montseny, donde no para de emanar agua. Desde aquí vemos mucho mejor la figura cónica, perfecta y frondosa del Turó de Montfort. Hermoso. Ya por fin llegamos a los letreros que nos indican el lugar de Fontdellops: una especie de masía rehabilitada como casa de turismo rural. El lugar es idóneo y encantador.
Buscamos un lugar soleado para parar a comer, ya que la sombra de la montaña es fría y oscura. Seguimos pues el camino, sin ninguna dificultad, hacía el faro en el que se convierte el Turó de Montfort para guiarnos hasta él. Justo en el siguiente cruce, con un camino que viene del otro lado de la ladera, paramos tranquilamente a comer. Como os habréis podido figurar no nos hemos encontrado con nadie. Es una zona algo escondida, perdida pero encantadora y de hermosos bosques.
Acercarnos al Turó de Montfort, donde se supone quedan las ruinas de una torre medieval en su cima, era fácil; pero el mapa no dibujaba ningún camino que llegara hasta ella. En el siguiente cruce seguimos por la senda, enfrente, que pasa por la parte más alta de la loma. Bien marcada y transitada; incrustada en medio de un frondoso y pelado bosque de castañas que invaden la mayoría de las laderas del turó. Llegamos a otro cruce. Esta vez son dos caminos que, cada uno por un lado del turó, lo rodean para volver a encontrarse al otro lado. Elijo el camino de la izquierda, la del norte del turó, ya que coge más altura y es más probable que de sus lindes salga una senda de subida a la cima. Aquí el bosque de castaños es espectacular, joven pero con muchos ejemplares amontonados. En un punto del camino las hojas secas se tragan mis botas, por la cantidad que aún queda. Yo miro hacía el lado derecho del camino todo el tiempo para ver si descubro ese caminillo, esa senda que nos suba a su cumbre… hasta que ya cruzamos su sombra y justo al otro lado, después de perder toda esperanza de encontrarla, una pareja de edad con su perro negro nos dice, al preguntarle interesado por el camino que sube a la cima del turó, que está justo aquí muy cerca. Y así era, pocos metros después un poste señalizador y un camino a nuestra derecha que se dirige al turó: “Torre de Montfort” ¡Lo encontramos! Lo único es que ahora debemos darle otra vuelta por la otra vertiente (casi como desandado el camino) para subir a su cima.
El camino termina en un cartel que anuncia la rehabilitación de la torre y en una senda que se empina hasta la cima, justo mirando a la ladera del Fontdellops; por donde veíamos. La vuelta al turó es casi completa. Como si estuviéramos subiendo por un tornillo gigante. Las vistas en esta subida son sublimes: todo el macizo del Montseny, ensombrecido por la luz del bajo sol, coronado por las escarpadas Les Agudes y abrigado por un mato de espesura, verdor y bosques inmensos. Espectacular.
Ya estamos en la cima del Turó de Montfort (742 mts.) y, efectivamente, las ruinas en rehabilitación de la Torre de Montfort. Circular de gruesos muros con base más ancha y cuadrada es la torre. En el cartel informativo nos explica su historia, edad, curiosidades, y vemos que, a finales del S. XII y mediados del XIII fue una torre de guardia para el cercano Castillo de Montsoriu, el cual, efectivamente, se divisa perfectamente desde la cima si miras hacía el sureste. Espectacular. La primera vez que vemos el Castillo de Montsoriu en toda la excursión, y es el objetivo de mi exploración, pero no llegaremos hasta él, se ve lejos aún. Lo dejaremos para la próxima, y que esta ruta no se haga tan larga una vez conocido el camino.
Bajamos del Turó de Montfort por el mismo sitio. Dando la vuelta hasta de nuevo el cruce de caminos y el poste señalizador, en la parte este del monte. Seguimos el camino entre castaños y hermosa vegetación. La idea es ahora pasar por la masía de la Casanova del Torrent, y según el mapa que llevaba, así hubiéramos llegado si no estuviera obsoleto. Entre “plantaciones” de pinos exageradamente juntos, los cuales no dejan pasar la luz del sol al suelo, de tal frondosidad y ramaje, paramos creyendo que íbamos por buen camino, en un cruce muy cerca de unas modernas construcciones ¡Sorpresa! Justo en el cruce un poste señalizador del G.R.-83 (Mataró-El Canigó) y unas indicaciones muy claras para bajar a Arbúcies. Yo me acerco a las construcciones pensando que es la anteriormente nombrada Casanova del Torrent… pero lo que no sabía es que estaba equivocado (hasta que no llego a casa y miro los mapas no lo descubro), realmente estaba en Sant Climent y el famoso “hotel fantasma” que pararon sus obras por ser ilegales dentro del P.N. del Montseny. Estudiamos y observamos el esqueleto “forrado” de la construcción. Realmente es una construcción bonita y acogedora, que queda muy bien con el paisaje… pero no tiene nada, o casi nada, de la original y antigua construcción. Pensando que iba por el buen camino que el mapa “me marcaba”, seguimos por la pista-camino que pasa por su misma puerta hacía el sur; en busca del enlace con el camino que se acercara al Coll de Castellar y al Castillo de Montsoriu… mientras ya bajábamos a Arbúcies.
Anna quería bajar directamente por el G.R.-83 ya que estaba muy bien marcado. Y, si llegados a este punto queréis volver a Arbúcies, lo más idóneo y mejor es seguir las señales de dicho G.R. hacía la localidad ¡No hay pérdida!
Pero a mi me quedaba aún por descubrir, por encontrar, ese enlace con el camino hacía Montsoriu. Seguimos dicha pista principal, quedándose un hermoso prado a nuestra derecha. Después cambiamos de dirección hacía el este pasando en medio de campos talados de pinos… en el que algunos aprovechaban para recoger la leña caída y despreciaba, que no se había cogido. La pista no tiene pérdida, es la principal, a pesar de que era la equivocada, ¡je, je, je!… Pronto, dejando cruces con otros caminos a derecha y sobre todo a izquierda, pasamos a la vertiente este, boscosa, de la montaña. Enfrente el valle de la Riera de Arbúcies y una cantera, la Pedrera Magan. Al poco tiempo llegamos al asfalto, el camino se asfalta y aparecen casas… ¡Esto no es! ¡No deberíamos pasar por aquí! Miro el mapa y veo mi equivocación. Estamos más hacía el sur y más alejados de Arbúcies, casi en los lindes de la urbanización Fogueres de Montsoriu.
Reconozco mi error pero encuentro la solución: coger cualquier camino que vaya hacía el norte de los que nos hemos topado a la izquierda, en al bajada a este sitio. Y entre caminos y cruces llegaremos al principal que quería llegar yo en un principio… ¡¡Aquí vino el lío!!
Es casi difícil decir que caminos cogimos, si hacía la derecha, la izquierda… intentando ir siempre hacía abajo y hacía el norte, en busca de Arbúcies, siguiendo la intuición y las, ahora desconfiadas, indicaciones del viejo mapa. De hecho, mirando ahora el mapa del ICC y el actualizado de Alpina, sigo sin ver en ellos por donde pasé, aún siendo los caminos indicados correctamente. El caso es que, al llegar a un punto, cruce o desembocadura con un camino más principal: hacía la izquierda y norte subía, y hacía la derecha y sur bajaba; la indecisión me afligía… ya era tarde y Anna estaba muy enfadada por, según ella, haberme perdido de nuevo. Al final mi indignación con el momento hizo que tomara una decisión a la ligera pero razonable: “¡¿Por qué coges ese camino y no otro?!” me grito Anna rabiosa “¡Pues por que este va hacía abajo!” le repliqué yo, no muy convencido de mi razonamiento. Pero así fue: acerté y cogimos el camino principal (que en un principio hubiera cogido para ver el enlace con el que se aproximaba a Montsoriu). Ya que al poco tiempo hacía un giro en la ladera de la boscosa montaña hacía el norte (dirección Arbúcies) y seguía bajando.
Ya iba atardeciendo y la sombra de la montaña hacía que no pudiera hacer fotos fabulosas pero sí sombrías y estremecedoras. El camino era el correcto. Bajaba y seguía dirección norte; seguía las formas del relieve de la ladera boscosa y siempre mirando en dirección Arbúcies. Miro hacía atrás en un momento y descubro el magnífico y majestuoso Castillo de Montsoriu, altivo coronando su monte, y pienso: “…en otro momento llegaremos hasta el pié de tus murallas y te asediaremos con admiración”. El atardecer es el cómplice perfecto para que salgan de sus escondrijos esos animales salvajes escondidos durante el día, y un magnífico ejemplar de jabalí cruza delante de mí, a escasos 15 metros, pasando de un lado al otro del camino. Me quedo parado observándolo para no espantarlo y llamo por lo bajinis a Anna que no se cree lo que veo.
Más abajo el camino se suaviza con la suavidad del fondo del valle y otro camino con los postes señalizadores de P.R. se cruzan desde nuestra derecha. Es el P.R.-201 que viene del Castillo de Montsoriu ¡Perfecto! Ya no hay duda; vamos correctísimamente bien… pero Arbúcies aún queda lejos, pero eso no se lo digo a Anna. Estamos en el lugar que llaman Esquei Blanc; muy cerca de la masía de El Replá o El Morer del Replá. Un respiro con vistas al pueblo de Arbúcies en el camino de entrada a dicha masía. Ahora todo es fácil y, probablemente sin pérdida, solo hay que seguir los postes del P.R. A pocos metros un cruce: la señalización me despista y el nombre del cartel indicador de carretera de “El Morer” me suena… creo que el P.R. pasa por allí o en la guía web de Itineraris de la Xarxa de Parcs Naturals habla del lugar. Así que decido encaminarme hacía el lugar. La pequeña pista sube algo y empiezo a extrañarme, pero no desisto en seguir ya que está muy cerca la magnífica construcción de El Morer. Que bonita masía y que encantador lugar en la que está ubicada… sencillamente hermoso. Lástima que el sol no nos deje admirarla con su luz. Me paro delante de ella como buscando referencias para seguir el P.R., pero no encuentro. Una mujer sale de la masía y me indica que por allí no pasa el P.R., que mucha gente se equivoca. Llega Anna y la señora nos indica por donde seguir hasta la senda de camino a Arbúcies, pasando por entre las vetustas construcciones de blancas fachadas y amplios ventanales; con esa humeante chimenea que le da un aspecto acogedor, bucólico, lindo… Ahora sí, por prados de hierba amarilla, muerta por las frías noches, muy cerca de El Morer pero hacía abajo, llegamos a la senda y de nuevo a los postes señalizadores del P.R.
Enseguida nos internamos entre la arboleda dejando esos prados de hierba amarilla y vemos que el P.R. se une al G.R.-83 que dejamos cerca de Sant Climent, y acto seguido nos internamos en uno de los lugares más encantadores del recorrido: la Riera del Pont Cremat. Bajamos a las orillas del riachuelo colmado de altos y hermoso árboles de rivera. El rumor del agua, la soledad y ese tono de luz mágica que da el atardecer, junto con el verdor y la vida que fluye en este lugar, lo convierten en mágico, bello, encantador. Cruzamos la riera y volvemos a subir el lado opuesto de su mota siempre por el sendero muy bien marcado, ahora por las marcas del G.R. y P.R. a la vez. Rocas, piedras cubiertas por líquenes y musgo verde, vivo, el suelo atestado de hojas secas, marrones, amarillas, y el horizonte marcado, cubierto por ese ramaje de árboles amables, sanos, enérgicos; sureres con la “piel arrancada”, rojizos, contrastando con el color del resto de su corteza. Sublime. Y al fondo, en un claro ya cerca de la civilización, de Arbúcies, las alturas del Montseny, las inmensas laderas de oscuros y densos bosques, maravilla entre maravillas que se hace un hueco en este trocito de cielo, en este apartado del Mundo. Hermoso.
Volvemos a cruzar otra riera con agua: El Torrent del Minyó. Ya muy cerca del pueblo, las casas y los campos explotados agrícolas o no, van invadiendo el paisaje. Niños pequeños con mini bicicletas y con sus mini cascos; ya hemos encontrado a la desaparecida gente. Pasamos junto a muros y vallas de casas, y después de un extraño pasillo excavado en la tierra, aparecemos en el camino asfaltado, cementado, que baja hasta la calle Travessera Montseny, hasta Arbúcies. Todo muy bien señalizado. Marcas de G.R. y P.R. y alguna más, en los postes, que no reconozco y podrían ser para las moutain bikes. La calle, la salida de la montaña, está pegada a la otra calle donde la señora nos decía que por aquí no era… ¡Ya era raro que me equivocara! ¡je, je, je!
A pesar de las incertidumbres, dudas y decisiones in extremis que una buena exploración en un lugar desconocido, con bosques tan cerrados y extensos (casi normal perderse sin guía, sin conocer), el lugar merece la pena. Perderse, encontrarse, disfrutar, admirar las distintas formas del Montseny y sus diferentes y majestuosos bosques; su soledad, su inquietud, su magia… su extraordinaria belleza. Volveremos; y lo haremos enlazando la ruta hasta el histórico e impresionante Castillo de Montsoriu… no me lo perdería por nada.