Teníamos que decidir a qué montaña del Pirineo queríamos ir este pasado mes de septiembre. Con Francesc se barajan dos posibilidades: La Munia, montaña que salió de alguna conversación y de alguien que tenía intención de subirla y entonces nos llamó la atención, y la otra era la cresta de Las Argualas desde Panticosa, hazaña con la que soñaba Francesc cumplirla en poco tiempo.
Al final nos decidimos por La Munia, ya que la Cresta de Las Argualas comprende más desnivel y esfuerzo, a la vez que tiempo en hacerla, si salimos desde Casa de Piedra o desde el nuevo refugio de Bachimaña. Con lo que al final optamos por la subida a este desconocido (para mí) tres mil de los Pirineos oscenses, frontera con Francia y cima culminante del macizo que lleva su mismo nombre.
La Munia es un macizo que he pisado en algunas ocasiones, pero en ninguna de ellas para conquistar o ascender sus cimas más altas. Los Llanos y Refugio de Lalarri ya los concia de varias ocasiones invernales en las que nos disponíamos atacar el Balcón de Pineta para acercarnos al Perdido, y acabábamos en esta zona del este del macizo de La Munia y al noreste del Valle de Pineta… incluso en una de estas escaramuzas pirenaicas llegamos a subir el Sobrestiva o Punta del Güerto; un piquito de poco más de dos mil quinientos metros entre Lalarri y el Refugio de La Estiva, montaña arriba.
En esta ocasión la idea era subir por la pista de Parzán y Chisagüés (Arriba de Bielsa, Valle de Bielsa) hasta donde pudiéramos dejar el coche, y subir con mochilones, tiendas y demás para pasar la noche en los bonitos Lagos de Lalarri, alias de La Munia. Desde aquí y a esta altura (más de dos mil quinientos metros) atacar por la cresta oeste y Paso del Gato la imponente mole de La Munia… aunque en un principio mi idea era intentar montar el campamento antes del Collado de Las Puertas (que da paso al circo encajonado donde están las lagunas) para de esta manera poder añadir, en la ruta de ascensiones, el pico Robiñera, que queda justo al sur de La Munia… ¿Qué haremos al final? El tiempo y la situación nos lo dirá.
Entonces el pasado sábado 5 de septiembre salimos de Barcelona en busca del Pirineo de Huesca, del Valle de Bielsa, Chisagüés y el formidable pico de La Munia. Íbamos un buen grupo. Más de diez chicos y chicas con ganas de aventura y de hacer esta imponente cima. Viendo el buen tiempo que nos podía hacer y por comodidad y quizás rememorar aquellas aventuras y tiempos en el que desafiábamos el frío y a las duras condiciones de la alta montaña, tuve la idea de hacer un vivac con mi buen saco de plumas de Diamir. Uno de los compañeros, Antonio Farre de Lleida me acompañaría, el resto montarían las tiendas en el “Campo Base”.
Ya subimos con el todoterreno de Josep Gallemí por la maltrecha pista que sube hasta Petramula desde Chisagüés. En las últimas rampas, la pista está destrozada y casi solo se puede subir con un susodicho todoterreno… y con el cochecillo de Antonio Farre; el cual vemos que en alguna ocasión en lugar de avanzar pista arriba, resbala y tiende a descender peligrosamente por la misma por culpa de la gravilla y piedras sueltas en la pendiente. Nuestro coche está justo detrás del suyo, y paramos, expectantes todos los pasajeros del mismo hasta que observamos que por fin avanza hasta el aparcamiento de Petramula. No hay más coches que los nuestros. Hemos tenido que quitar una valla antes, junto a unas bordas al borde del camino, pero por fin ya se acaba la aproximación en coche; ahora toca el mochilón y a caminar, ascender, en busca del Collado de La Puerta y el macizo de La Munia que queda justo al norte.
Las nubecillas abordan las alturas cuando emprendemos la marcha hacía nuestro destino. En la misma curva del camino que sigue, no se para en Petramula, hay un cartelito (el único con el que nos toparemos) y que nos indica la dirección y senda a escoger: directos a La Munia y sus lagos. Atrás va quedando el bello Valle de Chisagüés; paralelo al de Pineta pero más al norte. Las nubes, como siempre en el Pirineo, dan su pincelada de color puro y algodonoso al cielo de la tarde. La senda al principio no es empinada, recorre en dirección noroeste, en dirección a las laderas de la montaña, invisible para nosotros ahora, que queremos conquistar. Pero al cabo de poco tiempo y justo antes de comenzar a calentarte por la marcha, la senda se empina y hace zigzags dejando a la derecha una magnífica cascada del Barranco de Petramula que baja desde el mismo CHinipro. Es como si fuéramos en dirección a ella, pero antes de llegar seguimos subiendo por su izquierda llegando a sobrepasarla de altura. Poco después la senda, que no pierde subida, gira hacía la derecha y noreste en busca de las altas laderas del Barranco de La Puerta, el mismo que nace en el collado al que queremos ir. El desnivel y esfuerzo aquí es muy apreciable. Se sube mucho muy rápido: salimos de poco más de 1.900 metros y hay que llegar a los 2.533 del Collado de La Puerta. Observamos como algunas sendas por encima de la cascada acaban o nacen en la que llevamos nosotros ahora, éstas vienen de la zona de La Estiva.
A medidas que subimos por esta empinada seda que no da tregua, va enalteciéndose y a la vez quedándose más atrás y bajo, el pico Comodoto, puntiagudo y magnífico: una verdadera pared piramidal cortada casi a pico. Más arriba y antes de ocultarnos entre las nubladas laderas del Barranco de La Puerta, descubrimos mirando atrás nuestro y un poco más hacia el este, el magnífico murallón de la Sierra de Las Tucas en el Valle de Pineta; soberbio, impresionante… pero dura poco su visión: entre las nubes que cubren sus cimas y que nos estamos introduciendo en el antes nombrado barranco, y llegando al collado, desaparece tal hermosa imagen.
Mientras seguimos subiendo ahora por una seda menos empinada, el Robiñera intenta despejarse mostrándonos, entre cortinas de nubes que vienen y van, su porte más agreste, magnífico y abrupto ¡No es un paseo subir a este pico! Realmente es escarpado. Por fin vemos el Collado de La Puerta y bajo éste, algunos metros antes de llegar, una planicie en mitad del fondo del barranco. Paramos la “comitiva”, tenemos que hablar de lo que vamos a hacer: la idea primera y más audaz era hacer La Munia y el Robiñera también. Según el mapa de Alpina hay tanto una subida a éste pico desde este punto (que la vemos in situ ahora, y la controlamos) y otra subida que sale en mitad de la misma subida entre los lagos y la Collada es Ibons o de La Munia, con lo cual se podía enlazar el recorrido y hacer este pico también. Pero para una mejor logística en dicha actividad, lo mejor hubiera sido acampar aquí mismo… pero el lugar no era el ideal…
Es por ello que al final decidimos seguir adelante y acampar en el lugar donde siempre acampa la gente quiere atacar a La Munia: en las orillas más al norte del lago más al norte de Lalarri (Ibones de La Munia). Enseguida abordamos el Collado de La Puerta (2.533 mts.) y como si se tratara de abrir una verdadera puerta y ver otro paisaje, otro espectáculo, nos adentramos en un extraño pero bello circo culminado en su centro y fondo por un enrome ibón: son Los Ibones de Lalarri. Delante, al fondo casi tapado por los escarpes oeste del Robiñera, el alargado (desde aquí) pico de La Munia: una muralla de colores rojizos, grisáceos, nada estéticos desde aquí. A la izquierda y bajando por la cresta de La Munia, justo enfrente al otro lado de los ibones, el Collado de La Munia o Es Ibons, muy bien definido y perfilado. Pero al fin y al cabo, gracias a las aguas tranquilas, extensas y de un color plateado oscuro de los ibones, el lugar se hace hermoso. Realmente solo vemos el ibón más al sur de los dos, el otro debemos caminar algo más para encontrarnos con él. Pero solo los separa un istmo de roca madre, y una simpática cascadita.
Ahora lo que queda de camino, es tranquilo y casi llano. Estamos altos, a unos 2.500 metros de altitud. La senda bordea acercándose mucho a las orillas de este primer ibón, hacía la derecha, bajos los escarpes del Robiñera. Enseguida llegamos al segundo ibón siguiendo la misma senda. Y justo al otro lado del mismo, en la orilla más verde, llana, apetecible y cercana a las laderas de La Munia, montamos el campamento. Estamos a unos 2.537 mts. Al final el lugar es encantador: las nubes juegan con los escarpes, paredes y rocas de los picos y laderas de las montañas que nos rodean, haciendo su juego de luces, sombras y dibujos en el cielo con una mano de fondo rocoso. Excepcional. Y todas las imágenes las protagonizan los formidables ibones, aunque ahora desde aquí solo vemos el ibón en cuya orilla hemos acampado y montado el campamento.
Al otro lado del ibón, un murallón con forma redondeada que juega con el ir y venir de las nubes: es el CHinipro. Y justo detrás nuestro el sol comienza a iluminar solamente la punta más sobresaliente de La Munia. Como si de un rojizo pastel faro se tratara, nos indica hasta donde debemos llegar mañana. Todo un desafío por una cresta descarnada con ninguna dificultad (técnica) menos el Pas del Gat, pero con su aireada y lógica temeridad de subirla en medio de precipicios y mortales vertientes. Única. Impresionante. La miro y la remiro. A pesar de su extraña belleza, me atrae.
La noche será fría. Mañana hay que levantarse temprano… hay un tresmil que conquistar. Pero en mi saco y con mi funda de vivac llego a agobiarme por el calor y encierro claustrofóbico; dejo que pase el aire frio, helado de la noche. Antonio (junto a mí en un murito de piedras) miramos las estrellas hasta dormirnos ¡¡Es todo un espectáculo!!… ¡UNA FUGAZ! Como no pasar una noche bajo el cielo descubierto del Pirineo y no ver una Estrella Fugaz, imposible. Pido un deseo… ¿se cumplirá? Las fugaces del Pirineo son muy buenas y afectivas, siempre cumplen tus deseos. Bona nit.
Al día siguiente se despierta un día excepcional, tal y como había sido la noche. La gente se va despertando poco a poco entre una temperatura algo por debajo de 0 grados. Y cuando los rayos del sol ya hace minutos que rozan la cumbre del CHinipro emprendemos la subida por detrás del campamento hacía el Collado de La Munia o Es Ibons. A nuestra espalda dejamos los ibones y allá abajo cada vez más lejano y pequeño las tiendas del campamento en las orillas de este segundo ibón. No hay ni una nube. El día parece será perfecto, muy soleado, aunque ha amanecido frio.
La senda no tiene pérdida. Está muy marcada y es fácil de seguir mientras subimos altura y surcamos las pedregosas y rocosas laderas de La Munia. De vez en cuando miro hacia la derecha como intentando encontrar la senda que sale en el mapa Alpina y te lleva hasta los escarpes del Robiñera. Pero no hay manera. No llego a verla, no la encuentro… ¿de verdad existirá dicha senda? De mientras el paisaje se va abriendo y agrandando: la visión protagonizada por los lagos es impresionante, hermosa y única. De repente aparece unas montañas nevadas y colmadas de hielos: es el Soum de Ramond y Monte Perdido que se asoman por unos instantes hacía el este. El Robiñera aparece como un verdadero pico alpino, escarpado, infranqueable, altivo y soberbio. Muy llamativo y hermoso. No veo manera de subirlo desde este lado. Menos mal que no llegamos a acampar en su base antes del Collado de la Puerta.
Ya estamos en el Collado de La Munia o Es Ibons a más de 2.850 mts. de altura. Desde aquí ya preciamos y admiramos la cara norte, cortada y espectacular de La Munia y su enorme circo ya cayendo hacía Francia. Impresionante. De aquí solo tenemos que coger la cresta de la misma e ir en busca de su cima hacía el este. El recorrido es bastante intuitivo y resulta muy entretenido. No hay demasiados puntos expuestos pero no hay descanso en las pequeñas trepadas, pequeñas chimeneas y pendientes muy empinadas, rocosas o por terrenos pedregosos siempre escarpados pero no imposibles. Hay que seguir los hitos y no habrá dificultad… eso sí, la subida con tanta gente en cola (nosotros) se hace larga, fatigosa pero divertida.
En un momento de la cresta que ya parece has subido mucha altura, te das la vuelta al contrario de la escarpada roca y aparece todo el macizo del Monte Perdido con esa poca nieve caída a principios de este mes, y sus glaciares colgantes… en un día tan claro, despejado y soleado como este ¡Alucinante! Uno de los mejores miradores del Pirineo y sobre todo hacía las norte de Las 3 Sorores. Hermoso.
Después de una fácil chimenea siguiendo los hitos, llegamos a una roca y enfrente una pared corta pero más lisa de lo habitual y ya recorrido, con un cordino o maroma fina colgando por en medio de ella. Un ondulada grieta la recorre transversalmente siendo la única parte a la que te puedes coger y superar: estamos en el Pas del Gat (II+/III). Algunos lo superamos sin cogernos al cordino, solo con sinuosas técnica de escalada, como Francesc, superamos este punto. El resto cogen con fuerza el cordino y se apoyan los pies en la lisa y resbaladiza roca, por entre la grieta. Al final, si tienes algo de práctica, es fácil, entretenido y hasta divertido. Estamos un tiempo para pasarlo, ya que lo vamos haciendo uno a uno; no hay espacio para pasarlo de más de uno en uno. Antes que nosotros una pareja de franceses pasan delante con su propia cuerda y nos enseñan un poco el “camino” y donde poner los pies. Creo que ninguno de nosotros ha subido La Munia por aquí, y si lo ha hecho o no se acuerda o hace mucho de ello. No es peligroso pero sí parece expuesto (sin serlo demasiado), las vistas y perfiles circundantes de la montaña pueden impresionar.
Poco a poco vamos llegando a la parte de la cresta más cimera, pensando que ya estamos llegando al pico. Pero ¡que vá! Aun nos queda cresta cimera y un buen trecho hasta el eje geodésico y cumbre de La Munia. Es un pico como alargado y encrestado por este lado. Parece que su cresta no llegue nunca a la cima. Pero las vistas e imágenes mientras trepamos y nos descolgamos por la entretenida pero fácil cresta cimera, son impresionantes, magníficas. El día es un lujo, idílico. La escasa nieve sigue quedándose en las laderas norte escarpadas, dándole un aspecto más alpino, formidable.
Ya vemos la cercana cima. Atrás queda un paisaje de locura: el Robiñera altivo, impresionante más detrás y alejado ahora, las lagunas medio escondidas pero dando una pincelada mágica, espléndida, sin igual a este paisaje pirenaico, y más detrás la Sierra de Las Tucas, Las 3 Sorores, soberbias, grandiosas, impresionantes, muy altivas desde aquí y muy bellas también. Me acuerdo cuando hicimos la Travesía de la Alta Ruta de Los Perdidos y entre la ruta 3 y la 4 observábamos, admirábamos los perfiles de La Munia desde el Balcón de Pineta, Collado Añisclo, “como se debe de ver todo el macizo del Monte Perdido desde allí”, y efectivamente mis pensamientos eran más que acertados.
Y por fín, después de muchas fotos en la cresta con el fondo del Perdido, del Cilindro… llegamos a la esperada altura de 3.134 mts., la cumbre de La Munia. Fotos y almuerzo en la cumbre. Objetivo conseguido. Las vistas hacía el resto del macizo perfilando el circo por el noreste: Pequeña Munia, Sierra Morena, Troumouse… también es impresionante. Incluso hace un día tan buen que llego a divisar lejanos macizos hacía el oeste: Posets, Perdiguero, Bachimala, e incluso perfectamente el Maladeta y Aneto… ¡Impresionante! Y el día sigue tan bueno, tan soleado, tan magnífico… ¡Hay que celebrarlo! ¿Cómo? Haciendo algún tresmil más…
Así que encabezados por Francesc bajamos por la cresta contraria a la que hemos subido de La Munia, la oeste, en busca de la fácil cima de la Pequeña Munia. Aparecen más montañeros que por detrás nuestro y delante van llegando a la cima de La Munia. Éstos últimos vienen de hacer la travesía clásica del macizo, y es hacer toda la cresta de los tresmiles desde el Pic Heid. La cresta por este lado es más fácil. Enseguida entre pequeños resaltes y escarpadas pendientes llegamos a la Pequeña Munia (3.099 mts.). Desde aquí la cresta cimera desaparece para convertirse en una extensa loma suave y pedregosa cortada hacía la izquierda y norte por el Circo de Troumouse, que desciende en busca del Collado de La Munia (otro) que queda justo entre éste último pico y el Sierra Morena. Es un collado muy plano y apacible. Incluso hay unas piedras en circulo para hacer un vivac aquí; idílico.
Alcanzar la cima del Sierra Morena es fácil: se presenta como una alargada loma de gigantesco dinosaurio, de suave cima y loma cimera pero de escarpados y cortadas pendientes. No hay dificultad y enseguida lo abordamos. Tranquilamente. Las vistas hacía el Pirineo francés son de aquellas que te dejan sosegado, tranquilo, entrañables y simpáticas, con un mar de nubes y el juego de éstas a baja altura con los escarpes, espolones y crestas de las montañas que desaparecen allá abajo bajo éstas, encantador, nostálgico, pero a la vez hermoso, precioso… y el día que no nos dá tregua con su sol y su buena visibilidad en altura. Envidiable.
Subimos la fácil loma hasta la cima del Sierra Morena (3.093 mts.). a partir de aquí hay un importante cortado casi insalvable para bajar y hacer el inhiesto pico, el Troumouse. Parece como si hubieran querido cortar la montaña por la mitad con una gigantesca hacha y hayan separado los dos picos que casi se miran el uno al otro como echándose de menos. Curioso. Atrás nuestro queda toda la espectacular pared y cara norte de La Munia con el toque de las primeras nieves y últimas del verano. Hermoso e impresionante a la vez. Esta roca granita hace dibujos, figuras con curvas y suaves cortes, estratos, como si una mano gigante hubiera arrugado la roca y la hubiera moldeado. Característica de las rocas ígneas, estrujadas y empujadas por la orogenia alpina. Curioso. Hermoso.
Vemos como otros montañeros llegan a la cima del Troumouse por el lado español. No creemos que quieran cruzar hacía el Sierra Morena. Ya es hora de volver. Fotos y más fotos. La Canon me deja a veces sí y a veces no hacer magníficas fotos… ¿Qué le pasará? La batería se agota enseguida. “Humedad me dijeron los técnicos de Canon…”. La vuelta es deshaciendo el camino. No hay otra manera. Debemos volver a subir a la Pequeña Munia, La Munia y bajar por la cresta de subida, desandado o destrepando (mejor dicho) el Pas del Gat. No hay problema. Vamos allá.
Los que no han querido esperarnos nos esperan aún en la cima de La Munia, y ahora todos juntos y reunidos, emprendemos el descenso. Algunas nubecillas han aparecido en el macizo del Monte Perdido: nos tapan el Soum de Ramond y la cima del Perdido, el Cilindro sigue mostrándose elegante y entero. Fantástico. La verdad es que desde este increíble mirador al Pirineo, las montañas que rodean a Monte Perdido y al propio Perdido, se muestran impresionantes, de postal, de cuento, hermosas, altivas… ¿me repito mucho? El paisaje vivido creo que así lo vale.
La bajada por la cresta sigue siendo interesante, con esos escarpes, pendientes de vértigo que deben evitar un mal paso, un traspié, que puede ser fatal, pero sin vértigo no es difícil. Normal. A veces piensas “¿por aquí hemos subido?” intentando dar sentido a un extraño paso, a una cresta o laja de roja aireada en la misma cresta… pues casi que sí, por aquí hemos subido… “¡No tirar piedras!” Peligro asegurado. Llegamos al Pas del Gat. Francesc, Josep Gallemí… y yo vamos los más rezagados bajando. Al ver la bajada intentamos ayudar a los de menos experiencia preparando otra cuerda para bajarlos asegurados, casi en rappel. La espera a veces desespera y me lanzo a bajar a pelo. No hay problema. Buenos pasos en la grieta transversal metiendo puños, manos, pies y equilibrando el peso, se baja enseguida. Nos quedamos mirando como baja el resto atados al cordino que asegura Francesc. El tiempo pasa. Somos muchos y el paso es delicado para los que no tienen costumbre o confianza.
Un trío de franceses de edad avanzada llegan ahora para iniciar la subida por el Pas del Gat. “¡¿Dónde van a estas horas?! Se les hará de noche”. Pero tienen ilusión por subir y avanzar. Atasco y dar la vez en este paso. Aunque al final todos pasamos alegremente… pero aún hay que bajar y desmontar el campamento. Desandamos los entretenidos pasos de la cresta. No se puede ir demasiado rápido. Hago fotos. El paisaje es hermoso. Las nubes comienzan a inundar las alturas pero solo dan toque de belleza al cielo surcado de picudos grises y marrones.
Una vez llegamos al Collado de La Munia o es Ibons, seguimos desandando el camino, la senda fácil y de bajada rápida en busca de las orillas del Ibón de Lalarri. Desde este collado y sin molestar el sol vespertino, esta vertiente y cresta de La Munia aparece magnífica, solmene e imponente. A veces parece mentira encontrar caminos, subida por estos escarpados lugares. El resto del Circo de Troumouse con el resto de tresmiles, ya comienza a desaparecer, como un espejismo, entre las nubes bajas. Desmontamos el campamento. Yo solo tengo que guardarme el saco y listo. Una vez listos seguimos desandado el camino de ayer. La misma senda, el mismo recorrido pero al revés. No hay pérdida. Pero ahora las vistas y las fotos que salen parecen ser diferentes, pero siempre espectaculares. La bajada del Collado de La Puerta a Petramula con el piramidal pico Comodoto, la cascada y el fondo verde y boscoso del Valle de Chisagüés como vistas, es inmejorable. Precioso. Parece que las nubes quieren invadir todo el cielo al final… espero que no nos llueva para cambiarnos en los coches.
Ya es mitad de tarde. Otro largo viaje hasta Barcelona desde el Pirineo. Esta vez no conduzco. Pero con la alegría y satisfacción de haber subido uno de los picos emblemáticos y a la vez no muy visitados de más de tresmil metros del Pirineo central. Ha merecido la pena. Es un lugar magnífico, hermoso aunque frío, las orillas de los Ibones de Lalarri, y la ascensión es emocionante, entretenida y preciosa. Es un gran pico este La Munia… lástima no haberlo subido antes. Excepcional.