Ya tocaba visitar el Pirineo de nuevo y subir a alguna de sus altivas cumbres. Después del Puigllançada, la idea era subir al Bastiments (2.883 mts.) en el Pirineo Oriental y sobre Vallter 2000, pero como una actividad de iniciación a la alta montaña.
Después de las numerosas e intensas nevadas, el Pirineo tendría que estar cargado de ese blanco meteoro, y las condiciones podrían ser las idóneas para realizar este tipo de actividad de iniciación.
En un principio, la idea era subir el pasado sábado 26 de enero, pero el desalentador tiempo inestable, hizo que decidiera cambiar el día al domingo 27, con las consecuentes bajas de algunos de los participantes. Por ello, al final solo 4 montañeros nos aventuramos en ese día y nos acercamos a las inmediaciones de Vallter 2000 y del Refugio de Ulldeter.
Dejamos el coche en un parking intermedio de la estación de esquí. Arriba de la curva de donde sale la senda, G.R., al Refugio de Ulldeter. Salimos tarde: entre llegar al sitio y equiparnos, alrededor de las 10:30 de la mañana partimos en dirección al Refugio de Ulldeter. Encuentros en diferentes tramos de la C-17 con los participantes, café con donuts en Ripoll… por suerte al final somos pocos y “valientes” (Olga, Francesc, Josep y yo) y casi que nos podemos permitir el lujo de salir tarde.
Por la senda al Refugio de Ulldeter hay bastante nieve. Incluso cubriendo las aguas del río Ter. Hemos dejado las raquetas por que, por lo que veíamos desde el coche, las cumbres más altas y escarpadas (Gra de Fajol gran y Petit…) están muy peladas de nieve. Todo lo contrario a las laderas y fondos de valles, al reses de la Tramontana. Estos días ha habido un fortísimo Tor y ha derretido, deshecho las nieves en las alturas, en los lugares donde azotaba el viento.
Seguimos el mismo recorrido que en Pic de Freser hasta el Coll de La Marrana: pasando por las puertas del Refugio de Ulldeter, por la inesquiable pista de esquí, y bajo las vertientes norte del Gra de Fajol que desde este lado y con su faz sin apenas nieve y mostrando sus agrestes roquedos, da un aspecto imponente y atrayente para subirlo. De hecho algunos montañeros lo suben por entre minúsculos corredorcillos de nieve y afiladas rocas. Francesc dice de subir el Gra de Fajol por esa vertiente y vía en lugar del Bastiments. Le digo al final que no, que la idea era subir al Bastiments, entre otras cosas por que aún era una cumbre virgen para mí. “¡¿Qué aún no has subido al Bastiments… ni al Puigmal?!”, se asombra Francesc. “Pues no, cada vez que subíamos al Pirineo era para hacer un tresmil, ya que veníamos de tan lejos. Y desde que vivo en Barcelona no he tenido la oportunidad” Le contesto yo.
Cantidad de nieve considerable bajo el Coll de La Marrana, pero sobre ella, las piedras y suelo rocoso sobresale entre hierba agostada y finitos neveros. Hacía el norte, derecha, vemos la ladera del Bastiments: está pelada por la fuerza del viento en parte, y otra parte abunda la nieve. Nos adelantamos hacía el centro del Coll de La Marrana y nos disponemos a comer algo. Hago fotos y pierdo ese tiempo mientras mis compañeros ya han tomado algo, me dispongo a comerme un plátano y algunos pistachos, pero mis compañeros, con Francesc a la cabeza, ya salen hacía la cumbre ¡Qué prisas!
La subida a la cumbre es sencilla y muy fácil. Aunque en algunos momentos se empina la ladera, no tiene dificultad alguna. Es coger por la cima de un cordal que sube por la izquierda de la montaña, y llegar por él hasta la cima; donde hay clavada una sólida cruz de metal, sobre la ladera nivosa resguardada a la Tramontana. Las vistas son impresionantes. Verdaderamente el Bastiments hace de faro gigante entre estas altas montañas del Pirineo Oriental: delante nuestra, hacía el sur, los perfiles, ahora pequeños pero imponentes del Gra de Fajol gran y Petit, en la misma dirección pero más a la derecha el valle de la Coma del Freser, con el Balandrau cerrando y guardando dicho valle más al sur, con sus hombros y perfil de gigante petrificado. Hacía el este, el curioso y tumultuoso macizo del Canigó, abultado e imponente también. Hacía el norte, noroeste y oeste, todo el nevado y frío Pirineo francés, Cerdaña, montañas fronterizas con Andorra, y las más cercanas los picudos Pic de l’Infern, Noufonts… y a la izquierda las lomas casi peladas y amplias del Puigmal ¡Precioso! Además con unas pintorescas formas que ha creado el fuerte viento, los Tores que han azotado estas montañas durante varios días, al arrastrar, deshacer la nieve en las lomas más expuestas, hasta hacerla desaparecer, disminuir, saliendo terreno roquedo entre las manchitas de nieve, y a la vez acumularla en los fondos de los valles, lomas al reses, que aparecen blancas, inmaculadas y desbordantes de nieve. El viento ha hecho que la montaña deje de tener nieve, pero ha creado un paisaje único, espectacular, increíble… es el Pirineo del Viento, del Tor.
Estamos un rato junto a al cruz. “¿Comemos aquí? ¿Qué hora es?” Es la una del mediodía. Hemos subido en dos horas y media ¡Trepidante! Pero no comeremos aquí. Foto de grupo, de rigor, al paisaje, a las emociones… y Francesc dice de acercarnos a la otra cima del Bastiments, la cima oeste. Realmente la cruz no es la cima del pico: pocos metros más hacía el oeste y arriba, está el eje geodésico que nos marca los 2.883 mts. de altura. Pasamos junto a él en nuestro caminar por la fácil y bonita cresta, hacía la parte más occidental del pico, la cima oeste.
Ya en la cima oeste, estamos solos, nadie se acerca hasta este lado del pico, pero las vistas son impresionantes: todo el Pirineo (anteriormente descrito y mencionado) ante nuestros ojos. Más cerca si cabe la cima del Pic de Freser y Pic de l’Infern, masacrados por el viento, pero con una estampa curiosa y bonita. El resto del Pirineo, cuanto más al noroeste y oeste, está más nevado y blanco, no ha sufrido tan intensamente los azotes de la Tramontana, como al más oriental de los Pirineos.
La idea mía era bajar y acercarnos al Pic de Bacivers, ya en Francia (ahora estamos en la misma frontera) y siguiendo el mismo cordal norte del Bastiments. Pero es tarde, a pesar de nuestra rápida ascensión, si vamos a éste pico se nos haría más tarde para regresar. Al menos quiero pasearme por el Pirineo francés, bajar por el cordal norte del Bastiments como si fuera al Pic de Bacivers, y en el collado de abajo, desviarnos, pasando por las orillas de un pequeño estanyet en el Circo de Bacivers, y dirigirnos al Coll de La Geganta, de nuevo en la frontera, al este del Bastiments; pasando bajo la cara norte del Bastiments. Pero el agorero y friolero de Francesc sugiere y casi demanda volver a la cima este del Bastiments. No quiere que comamos aquí, hace frío, pero, como él dice “yo lo soporto bien”.
Desechados mis deseos, volvemos desandando el camino hasta la cruz metálica del Bastiments. El día sigue muy encapotado y oscuro; parece que quiere venir mal tiempo por el oeste, pero le cuesta y avanza lentamente. De nuevo en la cruz del Bastiments, tampoco comemos aquí, sigue haciendo frío. Otra decisión, bajamos por donde hemos subido o por el Coll de La Geganta. Esta vez tengo mis opiniones claras: por el Coll de La Geganta. Entonces comenzamos a descender por el cordal este del Bastiments, por la misma frontera con Francia.
La ladera de bajada igual tiene nieve, igual está desnuda y castigada por el viento. Las laderas más desnudas de nieve son las que miran al norte, encaradas al viento de Tramontana, hacía donde sopla y se forma el huracanado Tor. Es fácil la bajada. En poco tiempo estamos en una amplia llanura en lo alto y a la vez la parte más baja del cordal que unen el Bastiments con el Pic de La Dona, el Puig d’Ombriaga: El Coll de La Geganta, a 2.611 mts. de altitud.
“¿Comemos aquí?” Tampoco. Sigue soplando el viento, algo menos frío pero molesto en ocasiones. Decidimos pararnos a hacer la foto del sitio y bajar en dirección a los edificios de la estación de esquí que vemos allá abajo, al sureste (Vallter 2000). Miro el mapa. Resulta que al punto donde he aparcado el coche se llega antes por Vallter 2000 que volviendo al Refugio de Ulldeter. Entonces decidimos bajar del Coll de La Geganta desviándonos en diagonal sureste, buscando una loma por donde vemos un grupo de “raquetistas”. Aquí la nieve caída ha estado al reses del fuerte y destructivo viento y se mantiene intacta, de forma que nos hundimos hasta la cintura en ocasiones, por su abundancia y estado tan blando. Es la parte más esforzada de la actividad: intentar caminar dando zancadas altas y forzadas en medio de una amplia ladera con nieve hasta la cintura.
Llegamos hasta donde está el grupo. Son de una asociación excursionista de Argentona. Los adelantamos e intentamos seguir unas huellas y unas indicaciones en las rocas que sobresalen en la nieve. Aquí ya no hace viento, ni el frío de arriba. Vamos bajando mirando la balsa helada de agua para la estación de esquí, que queda justo abajo. Es como si fuéramos justo en esa dirección. Había una indicación cercana hacía una fuente… supongo que sería la Font de La Perdiu que queda por estas inmediaciones.
Más abajo y antes de bordear por arriba la balsa anteriormente nombrada, ya vemos más cerca los edificios de la estación de esquí, encontramos un rincón limpio de nieve. ¡Aquí comeremos! ¡Ya era hora! son las cuatro de la tarde pasadas; aunque creo que si fuera por Francesc, hubiéramos bajado al coche sin comer, algo desmadrado.
Desde aquí hasta la estación de esquí se hace fácil; seguir hacía el camino: después de bordear la balsa por la izquierda según bajas, seguir dirección este, y al cabo de pocos pasos te topas con este camino; y por la dura nieve pisada te deja en la misma estación. A la izquierda, en la ladera, ves algunas pistas de la estación de esquí. Y al otro lado de la balsa otra larga pista, en la que de tanto en tanto, oías un raspado de metales en el hielo. Al otro lado quedan los despojados Gra de Fajol; ya no pasamos bajo sus vertientes esta vez. Y ya desde los pocos edificios de Vallter 2000, bajamos por la carretera hasta llegar al coche, acabándose aquí esta actividad.
He descubierto otra mítica y visitada montaña del Pirineo Oriental, hemos visto paisajes arañados por el viento, por el fuerte Tor, y hemos disfrutado de un mal tiempo que nos ha respetado en un Pirineo inigualable e invernal, desde uno de los pilares y pináculos más sobresalientes de este Pirineo del Viento… la lluvia por fin aparece, pero ya estamos en el coche de vuelta a Barcelona.