Mi viejo amigo y compañero de instituto en mi pueblo, Vicente Molina, venía al Pirineo para hacer la vuelta al Posets, por los caminos que comunican sus tres refugios guardados, con su novia y amiga mía Nuria. Y aprovechó para que le acompañara en sus últimos días en la subida a la cúspide del macizo: el Posets.
Francesc se apunta pero con la condición de hacer la sorprendente y espectacular Cresta de Las Espadas-Posets. Varias referencias me envía Francesc: Bailando con Sarrios, Reto Vertical… todas nos dicen lo larga, la dificultad y el tiempo que se empeña a parte de una descripción no demasiado exhaustiva del recorrido. No quiero pensarlo. Pero no estoy en mi mejor momento de forma después de una mitad de año tan nulo en cuestión de actividades de alta montaña, de un verano sin hacer nada de montaña… solo playa y mar. Si me lo hubiera pensado le hubiera dicho a Francesc que ni hablar, pero la cresta de Las Espadas hace resurgir la inquietud aletargada de conquistar estas montañas, después de visitarlas hace 11 años… ¿Por qué no? ¡Vamos a intentarlo! Además confío en la destreza escaladora de Francesc, después de su “actuación” en la subida al Besiberri Norte.
Así pues el pasado viernes 30 de agosto salimos de Barcelona con destino Eriste en el Valle de Benasque, y la subida al Refugio Ángel Orús. En poco más de 3 horas llegamos a Eriste. Paramos a cenar; y enseguida, antes de que sea noche cerrada, seguimos por la pista/camino que pasa por la parte de atrás del pueblo hacía la Cascada de Espigantosa. El camino asfaltado sale de la carretera hacía Benasque, nada más salir de Eriste, hacía la izquierda, mirando al macizo del Posets.
Después de aparcar junto al camino (parking lleno) y equiparnos para la actividad venidera, salimos sobre las 21’30 horas para llegar alrededor de las 23 horas al “escondido” Refugio Ángel Orús. Toda la subida la hacíamos de noche sin poder admirar las bellezas de este pequeño y hermoso valle. Entre la oscuridad oímos, como escondidas pero muy sonoras, el rugir y caer de un agua invisible pero incesante de las cascadas y río cercano: la Cascada de Espigantosa y el Río de Eriste.
Buscamos sitio donde dormir, donde podamos en la parte más alta del refugio. Parece que hay bastante gente. Me toca la cama de arriba de una litera sin barandilla ni pared ni otra cama que impida me dé la vuelta y me precipite al suelo ¡Que miedo! No duermo mucho o casi nada. Pero a pesar del vértigo de estas literas, el refugio parece grande y recio, reformado no hace mucho, con espaciosos apartados y taquillas en las que no cabe mi mochila Altus de travesía.
Al otro día Francesc me despierta y bajamos al comedor a desayunar. Nos encontramos con El Molina y Nuria. Anoche todo el refugio dormía ya. Abrazos y conversaciones animadas. Desayunamos por fin y después de equiparnos para la actividad, salimos (algo tarde para hacer la cresta, pero a buena hora para solo hacer el Posets). Amanece. El sol ya toca las abruptas rocas cimeras que tenemos arriba y a la derecha. En frente observamos la ruidosa cascada o cascadas del bullicioso arroyo que baja del Ibón de Eriste. Seguimos el G.R.-11 en dirección oeste, hacía el Collado de Eriste, el Valle de Gistaín (CHistau), el Refugio de Viadós.
Después de toparnos con el cruce de la senda hacía los hermosos lugares de Batisielles, Perramó, Estós… hacía la izquierda y noreste, y de pasar por rocosas laderas desnudas y entretenidas que recorre casi milagrosamente el G.R., salimos a unas horizontales plataformas verdes, prados llenos de tranquilidad y vida. El río de Eriste, sigue a nuestra derecha, lo hemos cruzado en alguna ocasión de la subida, ruidoso y pletórico. Hemos realizado un buen desnivel. No hemos parado de subir; y ahora toca seguir hacía el Collado de Eriste dejando el cruce y la senda que sube por la Canal Fonda a la derecha, y es la subida normal al gigante Posets. Casi todo el mundo que vemos sube por ahí, y una hilera de gente aparece arriba de la suave loma herbosa y verde bajo el formidable Diente de Llardana, confundido desde la distancia por Las Espadas por su perfil tan agreste, desafiante y espectacular ¡Iluso!
Molina y Nuria se desvían hacía el Posets. Francesc y yo seguimos el G.R. que se interna por el cortado que hace el río entre la roca dura; una vez pasado el cruce a la subida al Posets. Seguimos y llegamos a las proximidades del Ibón de Llardaneta. Antes hemos deliberado por decidir por qué lugar subir a la cresta: mis fuerzas están limitadas y opino por comenzar desde la fácil cumbre del Pavots, pero Francesc ha visto en las webs anteriormente nombradas, que los montañeros comienzan la cresta por el Diente Royo, haciendo la cresta más larga. En lugar de ir al Pavots, y de aquí al Diente Royo, y después vuelta al Pavots para seguir la cresta. Lo veo muy costoso. Pero de todas formas la idea era acercarnos al Pavots.
Según vemos en el mapa hay una subida o recorrido no señalizado, que se dirige al Pavots justo antes de llegar al Ibón de Llardaneta. Convenzo a Francesc para desviarnos por la supuesta ruta al Pavots, y comenzamos a subir ladera arriba. A la derecha y sin pisar su orilla, dejamos el bonito y redondo Ibón de Llardaneta. Magnífica y hermosa visión, impresionante paisaje… por cierto, no lo he comentado pero el día era impresionante, magnífico: sol, muy buena visibilidad y ni una nube. Incluso la temperatura fue ideal en todo el día: no demasiado frio al amanecer en el refugio y nada de calor al mediodía en la cresta del macizo.
Ahora seguimos unos hitos que nos encontramos al poco rato de salirnos de la senda del G.R. y subir por una ladera algo empinada hacía el norte. Ahora, siguiéndolos, giramos hacía la izquierda y oeste, en dirección a un extremo de la cresta que ahora tenemos enfrente. A medida que caminamos por falsos y ondulados tramos horizontales, a la derecha y norte se abre ante nosotros la verdadera cresta y montañas de Las Espadas ¡Espectacular! Llama la atención las curvas y ondulaciones que hacen los estratos muy reconocibles, del macizo: bajo Las Espadas, Tuca de Llardaneta… se aprecia el paso del “Funambulista” entre Las Espadas y la Tuca de Llardaneta, con estratos rectos y de colores… parece una gigantesca bandera natural, magnífica y única.
Francesc siempre va delante. Se para y descansamos para ver hacía donde vamos. Ya estamos más cerca de la cresta, la cresta que debemos recorrer. Detrás nuestro un magnífico paisaje con el Ibón de Llardaneta abajo, redondo y transparente, y la espectacular aguja del Forcau Bajo, como si miráramos hacía el refugio, hacía el sureste. Vemos gente arriba de la cresta y en la cima de un pico. En el día de hoy la cresta tendrá un tránsito espectacular, inusual y excepcional, donde calculamos que de 30 a 40 personas la recorrerán sin dejarse pico por subir… e incluso enlazando con otras crestas del macizo. El pico en cuestión es el Pico Royo. Mi sugerencia era comenzar en el Pavots para hacer menos cresta (por la razón ya expuesta), pero sin saberlo (o sabiéndolo) nos estábamos acercando al primero de los picos con los que se comienza la cresta (según también las reseñas estudiadas), así que decidimos subir al Pico Royo que lo teníamos a tiro de piedra.
Éste quedaba a la izquierda de la loma que seguíamos, y arriba del valle que recorría la senda del G.R., y lo reconocíamos porque era muy visitado por aquellos montañeros que querían hacer la cresta y se paraban en su cima a contemplar la hazaña por realizar. Distinguido por su, nunca mejor dicho, forma de diente, muela, con la cima recortada, se caracterizaba por la pared azulada-grisácea, resquebrajada y casi desplomada. Pero la subida es fácil hasta su cima (3.010 mts.) ¡Primera cumbre en la cresta Espadas-Posets!
Los montañeros ya se han ido y han seguido la cresta hacía Las Espadas (que se ven aún lejos desde aquí), hacía el norte. La otra vertiente, la del Valle de Gistaín (CHistau) es impresionantemente vertical y desgajada, el desnivel con el fondo del valle es enorme. El día es espectacular y la visibilidad increíble, me parece que seremos unos privilegiados. Hacía el sur vemos los hermosos e impresionantes Picos de Eriste. Uno de ellos, el central, con el bonito perfil de una vertical pirámide. Después de tomar algo vemos aparecer a dos chicas justo al otro lado del pico y en el lado contrario de la cresta que debemos recorrer, o el seguimiento de la misma hacía el Collado de Eriste (la parte más difícil de la misma). Nos sorprendemos ¡Vienen cresteando desde el mismo Ángel Orús! Por las Crestas del Forcau, y quieren seguir la misma hacía el Posets, ¡y más allá! Os dejo la referencia de ellas que pocos días después salió en la Revista y web de Barrabés: (www.barrabes.com) ¡Impresionante!
Después de comer algo, admirar el paisaje, que una de las chicas alpinistas nos hiciera la foto de cima y concienciarnos del largo recorrido que nos queda por una cresta a más de tres mil metros y con pasos de más de IIº más impresionantes del Pirineo, emprendemos la marcha por la misma hacía nuestro segundo objetivo, nuestro segundo tres mil: el Pavots. Ahora tomamos dirección noroeste hasta el Pavots, y desde éste, dirección norte hasta las inmediaciones de Las Espadas… pero no hay error de confusión posible, hay que seguir la parte más alta de la cresta hacía la parte más alta de la montaña, del macizo.
Este primer tramo de cresta hace que resurjan esos miedos principiantes de los vértigos y la poca u olvidada costumbre de andar con el cuerpo casi en el aire. También, según mi apreciación, la parte de la cresta Diente Royo-Pavots, tiene partes tan difíciles o “entretenidas” casi como los 2 pasos más complicados de toda la cresta. Efectivamente la subida por la cresta al Pavots se hace interesante con pasos algo aéreos, cuchillares y cansados subibajas, entretenido pero factible. Las vistas hacía La Maladeta y un mar de nubes en el Pirineo francés reconforta el cansancio que, por la tensión de la desacostumbrada escalada por la cresta, resurge con ganas de quedarse para el resto de la actividad.
La cima del Pavots (3.121 mts.) es fácil y muy asequible por su vía normal. La cresta o loma cimera que la sigue es muy fácil y amplia, casi no se le podría decir cresta. Justo en lo que llaman el Collado del Pavots o Paso del Tucón Royo. Un nevero confirma la horizontalidad o la suavidad del terreno en esta parte del recorrido. Pero no dura mucho… después de la foto de cima, seguimos la fácil bajada hasta el collado y nevero nombrado, pero poco después y comenzando la subida de nuevo, la cresta se convierte de nuevo en “cresta”. Después de llegar a la cima de otro pináculo sin nombre y a casi mitad de camino entre el Pavots y Las Espadas, lo que nos quedaba hasta la cima de las mismas Espadas, era otra cresta en su mayoría afilada, en otras partes vertical o escalonada, con sendos patios vertiginosos (sobre todo mirando hacía el Valle de CHistau) y en la que se escondía el paso de IIº+ de escalada… el primero de los 2 con los que nos encontraremos.
Parada para observar la cresta ¡Impresionante! Fotos y expectativas sobre la misma y la magnífica y desafiante visión del bastión de Las Espadas que queremos conquistar. Antes de llegar a la susodicha cima, debemos superar otros dos pináculos casi verticales en la misma cresta. Llegamos al primero con algún paso aéreo y estrecho, pero sin más dificultad. La llegada al segundo pináculo es igual, con pasos aéreos, o más fácil. Aquí la montaña cambia de color. La llegada a la cima del segundo pináculo es una ladera ancha y rocosa, fácil. Ya en la cima de este segundo pináculo nos paramos para tomar algo y a la vez observar y admirar la parte más vertical, técnica, peligrosa y final hasta la cumbre sur de Las Espadas. Las vistas ahora hacía Las Espadas es impresionante. Fotos. Con sus característicos dibujos de los diferentes estratos en la oscura y pizarrosa roca. A partir de aquí la verticalidad y vertiginosidad de los patios a cada lado se hace más evidente y extremo ¡Mejor no mirar abajo!
Antes de seguir, aprovecho para hacer buenas fotos con el zoom de mi nueva Fuji: La Maladeta (Aneto, Pico Maldito…), Las 3 Sorores (Monte Perdido, Cilindro, Soum de Ramond…), Vignemale, Munia… increíbles vistas. Último tramo (pero no corto) de cresta hasta la cima de Las Espadas. La cresta se verticaliza y aumenta su dificultad. Fotografío a Francesc desde la distancia en la misma cresta. Impresionante. Arriba está la cima de Las Espadas. Sin comerlo ni beberlo, al tiempo de comenzar, veo a Francesc que se detiene y a la vez le cuesta superar un paso en la misma cresta. Pensamos que este es el paso de IIº+: una placa con sendas y fáciles presas, pero alejadas por la altura o la dificultad de su ubicación, y la visión de caída hacía el patio de la izquierda, vertical, profunda y mortal. Es un paso de esfuerzo y confianza, tenemos que superar y aupar el cuerpo confiando en los pies para encontrar mejor agarre para las manos arriba de la casi lisa placa. No es difícil si damos con la posición ideal del cuerpo para superarla y elevarnos. Hecho. Por suerte ya estoy más acostumbrado a la altura y al vértigo de andar por estas dificultades. Más arriba nos encontramos con otro paso, más fácil que el anterior, ya que la cresta deja de ser vertical para convertirse en algo más oblicua, escalonada: es dejar de subir por una pequeña canal a la izquierda para encaramarse a la cima de la cresta a la derecha con pasos casi de equilibrio sin más presas que el mismo filo de la cresta con rocas angulosas. Fácil.
Y ya, después de estos pasos y cuchillas, la cresta culmina con la llegada a la antecima sur de Las Espadas (3.325 mts.) ¡Conseguido! Las Espadas se componen de 3 cimas o alturas reconocibles: antecima sur y norte con la misma altura, y en el centro la más alta a 3.332 mts. de altura. El día sigue siendo magnífico. Quiero descansar un poco, pero Francesc, al ver nuestra “lentitud” quiere seguir. Le digo de descansar en la cima más alta del pico y desde allí admirar y rumiar sobre lo conseguido y lo que nos falta por recorrer. Ya llevamos más de la mitad de la peligrosa cresta, pero la actividad acabará cuando lleguemos al refugio, hay más recorrido que realizar. Fotos de cumbre. Fotos para inmortalizar la eternidad de estas montañas, de estos paisajes de ensueño, altos y fabulosos. Desde aquí vemos lo que nos queda de cresta con el otro paso de IIº+, la puntiaguda cima de la Tuca de Llardaneta y el famoso Paso del Funambulista… pero lo más espectacular es la imagen de la mole del Posets, rey y mayor altura del recorrido y del macizo, objetivo final de esta extraordinaria actividad.
No perdemos más tiempo y después de pocos minutos de descanso admirando el maravilloso paisaje que tenía frente a mis ojos en la antecima norte de Las Espadas, bajamos en busca del Paso del Funambulista, de su salida con otro paso de IIº+, y de la cima de la Tuca de Llardaneta. Ahora la cresta y los lugares descritos están más cercanos.
La bajada hasta el Paso del Funambulista es fácil pero vertical por roca descompuesta y suelta, desde la misma cima de Las Espadas, pero con un itinerario ya marcado. Los diferentes colores, estratos, rocas y formas de los mismos, hacen de éste paso un juego de trepadas y destrepadas. Pero creo que el destrepe hasta el Paso del Funambulista (justo antes de la subida a la Tuca de Llardaneta) es más difícil y arriesgado que el propio paso; ya que la roca está algo descompuesta, vertical y con una caída al vacío hacía el norte impresionable. Unos montañeros de edades sexagenarias nos pasan como si fueran águilas sobrevolándonos. La forma y seguridad que tienen en la montaña nos impresiona y asombra… nos dá la impresión de que somos los más lentos y torpes en la cresta en el día de hoy.
Gracias a estos asombrosos montañeros, nos fijamos cual es el paso que sube a la Tuca de Llardaneta, ya que no lo teníamos muy claro: después de hacer el “funambulista” con los brazos abiertos y todo, subimos unos pasos hasta una roca bajo la paretilla a la izquierda de la cresta vertical. El Paso del Funambulista en sí no es difícil, pero impresiona sus vertientes a cada lado, ya que parece un vertical tobogán que después te lanza al exterior de la montaña; como una “escupidera”. Me acordé de la “Escupidero del Monte Perdido”. Al pié de la trepada en el paso clave, observamos que abajo tenemos los restos del Glaciar de Llardana, el que nos tragaría si llegamos a caer en este paso. Forma una especie de pequeño diedro con presas muy buenas para las manos con grietas horizontales para meter los dedos hacía abajo. La dificultad la podemos encontrar en la presa para el pié derecho. Debemos confiar en ella y levantar el cuerpo hacía arriba con este pié hasta la parte alta del paso, saliendo del mismo. El segundo y último paso de IIº+ de la cresta. De aquí hasta la cima de la Tuca de Llardaneta (3.311 mts.) no hay dificultad: una crestecilla aireada en ocasiones y una subida fácil hasta su cima, a pesar de la espectacularidad de los perfiles verticales de esta hermosa montaña.
Foto de cumbre. Siempre Francesc esperándome en la cima, en la cresta, y mi cansancio agudizándose y mis reflejos perdiéndose poco a poco. La bajada de la Tuca de Llardaneta debería de ser “fácil”: es por el mismo filo de la cresta, marcada (o casi), aunque parezca el peor de los caminos. Francesc ya ha bajado la parte más escabrosa y me espera en el colladito que forma la Tuca de Llardaneta con el Tuqueta Roya. Yo elijo un mal camino por la ladera sur y me entretengo en buscar la arista cimera, entre dolores de rampas y tirones… ¡Mis músculos y tendones ya no pueden más! Tardo algo de tiempo y Francesc, al no verme, llamarme y no contestar, se preocupa… yo no tengo fuerzas para gritar en medio del dolor de los tirones en la ingle. Pero al final todo sale bien y nos reunimos para seguir la fácil senda que rodea la Tuqueta Roya.
“¿No subimos la Tuqueta Roya?”, “¿pero es un pico eso?” al final convenzo a Francesc y en lugar de rodear la loma pedregosa cubierta en parte por un nevero, la cruzamos por su cima (3.273 mts.). Y de aquí al Posets ya no tenemos más cresta ni más dificultad: desde el famoso colladito por ser la salida del Corredor Jean Arlaud (que sale desde el mismo Glaciar de Llardana) que nos encontramos a la bajada de la Tuqueta Roya, subimos la interminable ladera pedregosa de poco más de 100 metros de desnivel, hasta la cima del gigante, hasta la cumbre de todo el macizo y la segunda de todos los Pirineos: El Posets (3.375 mts.). Ahora vemos la cresta que hemos dejado atrás, sobre todo los perfiles agrestes de Las Espadas y la Tuca de Llardaneta, verticales y espectaculares… una actividad encantadora y asombrosa. Incluido el Posets, hemos subido 6 picos de más de tres mil metros: Diente Royo (3.010 mts.), Pavots (3.121 mts.), Las Espadas (3.332 mts.), Tuca de Llardaneta (3.311 mts.), Tuqueta Roya (3.273 mts.) y Posets, sin contar aquellos pináculos en la cresta entre el Pavots y Las Espadas… unas 3 falsas cimas.
Fotos de cumbre y al magnífico paisaje, ahora tocado por la aparición de algunas inofensivas y blancas nubes, desde la cima del Posets. Cansada alegría. Comemos algo; pero tengo el estómago cerrado por el esfuerzo y cansancio y no me entra nada… solo la mitad de una naranja que se ha subido Francesc y que encontró en el refugio ¡Reponedoras vitaminas naturales! Las vistas son increíbles, no me canso de repetirlo. Abajo la Vall dels Ibons lleno en cada rincón, como su nombre indica, por esos laguitos de agua tranquila de alta montaña. Los Montes Malditos, Bachimala, Perdiguero… el Posets es un faro y un magnífico mirador a todo el Pirineo; al estar casi en el centro de la misma cordillera se divisan casi todos los macizos de más de tres mil metros en un día claro como hoy… menos aquellos que están en los extremos del mismo ¡Increíble!
No podemos quedarnos por siempre en la cima del Posets. Son las 4 de la tarde o cerca de esta hora; y ya es hora de bajar por el camino normal hacía el Ángel Orús. La bajada normal se hace por una crestecilla o loma cimera angulosa hacía el sur, hasta la Canal Fonda. El formidable Diente de Llardana nos llama la atención y no podremos quitar la vista de él en toda la bajada: altivo, inexpugnable, vertical, magnífico… Francesc quería subirlo, pero es tarde y al final decidimos bajar por su izquierda metiéndonos en la Canal Fonda. Una última mirada a Las Espadas y su cresta… mirada furtiva, incrédula de una visión imperiosa, llamativa, espectacular ¡Por ahí hemos andado! Sorprendente.
Hay gente que sube ahora a las 5 de la tarde al Posets ¡¿Dónde vais a estas horas?! Me doy cuenta que muchos “excursionistas” se adentran en los terrenos de algunas montañas sin el respeto, conciencia, o sentido montañero que deberían tener con ellas; un sentido ecológico y de seguridad.
Nos adentramos en la Canal Fosca. Sendos neveros que se quedan todo el año entre las umbrosas paredes de este estrecho y algo escondido vallecillo, invaden el fondo del mismo. Los vamos cruzando con cuidado sin sacar los crampones, ante la dureza de la nieve al comenzar a helarse después de que el sol se ocultase detrás del Diente de Llardana. Harto de resbalarme y perder tiempo en intentar mantener el equilibrio con pasos lentos, decido lanzarme por el tobogán que forma la huella del camino de los caminantes que subían al Posets ¡Mucho mejor!
Después de perder la vista al magnífico monumento pétreo del Diente de Llardana, ya que lo dejamos atrás a nuestra derecha a medida que bajamos por la Canal Fosca, enfrente aparece otra magnífica y espectacular aguja, que ya veíamos al comienzo de la marcha: el Forcau Bajo. El macizo del Posets está lleno de increíbles agujas, montañas y espacios de alta montaña digna de cualquier gran montaña europea ¡Impresionante!
El camino que sale de la Canal Fosca deriva en la senda del G.R. que viene del Collado de Eriste hacía el Refugio Ángel Orús, el mismo que habíamos cogido al comienzo de la actividad. Ahora lo cogemos, por los mismos sosegados y verdes prados, y lo seguimos hacía la izquierda y este, en dirección al Refugio y abajo. Se nos hace interminable esta parte. El Ángel Orús solo llegas a verlo cuando ya estás cerca de él, y nos cuesta pensar en el tremendo desnivel y terreno salvado cuando comenzamos la actividad. Pero al final llegamos cuando faltaba 15 minutos para las 8 de la tarde. Las sombras ya comenzaban a conquistar el verde y bello Valle de Eriste, allá abajo del refugio, y las montañas comenzaban a cambiar sus delicados colores con poca luz, a por las del atardecer pirenaico.
Estamos muy cansados para bajar a Benasque. No queríamos quedarnos otra noche en el refugio. Pero El Molina y Nuria, que al final no subieron al Posets, al llegar pronto al refugio, sí que se han bajado a Benasque a darse “un homenaje” y dormir en el albergue de la Federación. Lo mejor es que ocuparemos el espacio en la habitación de la pareja (con baño y todo), y no tendremos que compartir la habitación de arriba de la noche pasada. Por fin paso mejor noche durmiendo y despertando yo a Francesc por la mañana.
Al otro día (que casi me quedo sin desayunar, ya que cierran la cocina a las 7’30 de la mañana) disfrutamos de una bajada tranquila hasta el coche. Mis pies molidos y dañados por unas Bestard Baltoro que no me volveré a calzar jamás, hicieron que tardáramos lo mismo en bajar que en subir: 1’30 horas. Pero ahora con la luz del día en otra mañana buenísima, pudimos disfrutar del hermoso valle de Eriste y de sus cascadas, como la de Espigantosa, ya junto al parking del coche. Bajamos a Benasque y nos reunimos con mis amigos de mi tierra, Molina y Nuria, para celebrar la amistad, el reencuentro y la montaña como excusa para superarnos, juntarnos y disfrutar de la vida.
En resumen podría decir que he realizado, hasta el momento, una de las actividades más completas, técnicas y espectaculares en el Pirineo en verano. Ha sido espectacular y emocionante. Muy recomendable para aquellos montañeros, pirineístas que quieren subir un escalón más en las emociones montañeras de dificultad y espectacularidad. También me sorprendo a mi mismo por la fuerza sacada de la nada para poder realizar esta actividad sin una preparación previa… no lo aconsejo. ¡Disfrutar del Pirineo!