Decidimos no madrugar como ayer e intentar salir a la hora de siempre. Ahora hay más gente que nos puede estorbar a la hora de desayunar, preparar las mochilas… pero al final entre las 6 y las 7 de la mañana nos dio tiempo a todo.
Hay gente, siempre mucha gente revoloteando por el refugio. Muchos intentarán Monte Perdido, nosotros cogeremos el camino, la senda que sale por detrás del refugio pasando por la puerta de los baños, hacía el norte, hacía las montañas con neveros en sus laderas que hacen frontera y forman las alturas de Gavarnié.
Son las 07:07 de la mañana, el día se aclara pero aún no ha salido el sol. Animo a mis compañeros diciendo que tendremos suerte con el sol, ya que el Perdido y el Cilindro nos taparán durante un buen tiempo y nos darán sombra. Y así es.
Después de cruzar el profundo cañoncito del arroyo que baja del Lago Helado, la senda sube algo, bien marcada, se allana y sube por una escarpada y rocosa ladera de la montaña. Se podría decir que es una trepada de Iº pero creo que no llega ni a eso. El grupo de 30 personas que habla un idioma raro y con guías hippies están aquí, suben lentos y no paran de hablar y vociferar entre ellos sin entender nada. Los adelantamos enseguida. Estamos fuertes para ser primera hora de la mañana.
Enseguida la senda gira hacía la izquierda, de noroeste a oeste y pasa por una zona de hierba esponjosa y húmeda, llana, que nos llevará hasta las cercanías el Cuello de Millaris. El sol ya ilumina hace tiempo el Taillón, con sus pocos neveros, su forma redondeada y suave característica, y ese color naranja, marronoso claro. Atrás dejamos el cañón del Valle de Ordesa, recortado y espectacular. Justo al otro lado la Punta Custodia que sobresale anaranjada y piramidal por el efecto del color del sol al amanecer.
Ya estamos en el Cuello de Millaris a 2.457 mts. de altitud. Ya nos dá el sol. Éste está justo saliendo por detrás del Monte Perdido. Bonito. Son las 08:00 de la mañana. Nos encontramos con otro montañero solitario de Valencia que nos para e interroga. Lo vimos ayer llamando a casa desde Góriz. Tiene una buena cámara y le hace fotos al sol, Perdido y Cilindro, que ahora quedan detrás nuestro. De nuevo bonito.
Ahora delante nuestro tenemos abajo una especie de hoya con verdes prados y llanos terrenos (Llanos de Millaris). En frente el Collado del Descargador por el que tendremos que pasar, pero en lugar de bajar, hay una senda a la derecha que por la ladera de la montaña y sin perder altura, al contrario, ganando algo, nos subiría algo más arriba del mismo collado nombrado. De nuevo cogemos sombra y antes hemos tenido unas vistas interesantes del Taillón, Casco y Collado del Descargador. Enseguida llegamos al giro de la senda justo encima del collado. Hay un grupo de sarrios que medio se espantan al pasar cerca de ellos. Se refrescan en los pocos neveros que quedan y pastan en los llanos prados de los Llanos de Millaris. Fotos con zoom.
La senda gira hacía el norte y comienza a subir por un terreno más inestable y escabroso de rocas, piedras sueltas y laderas empinadas, a la vez que la montaña gira por un gran espacio que sube en busca de la Brecha de Rolando y el Casco a la derecha. Justo al girar y al mirar hacia el norte descubrimos al fondo la formidable Brecha de Rolando: es como un enorme trozo de montaña que falta cuadrado y perfecto, como si hubieran cortado de forma perfecta y gigante. Es impresionante. El sol la ilumina e ilumina a la gran cantidad de gente que está en ella contemplando el horizonte español o francés. Es un hueco y paso gigante entre el Pirineo francés y español. Es imposible venir aquí y no pasar por su hueco, pasar en medio de La Brecha. Es formidable.
Seguimos la senda que se encarama entre bloques y rocas. Arriba nuestro descubrimos el hueco de la Gruta de Casteret, bajo una pared en la montaña, pero no la visitamos. Buscamos ansiosos el Cuello de Los Sarrios: un colladito que queda justo arriba de la senda que nos lleva a la brecha, y es la puerta para hacer los picos El Casco y La Torre. Entre neveros y roca viva vemos algunos hitos que suben a la derecha una vez que dejamos atrás la montañita que alberga la Gruta de Casteret.
Subimos un poco hasta que el terreno se allana en un rincón al sur de los perfiles del Casco. Estamos a 2.759 mts. en el Cuello de Los Sarrios, aquí dejaremos las mochilas para subir sin peso algún tresmil. Detrás dejamos la enorme hoya de subida a la Brecha, llena de derrubios caóticos y las laderas y cimas del Taillón y Gabietos; a nuestra izquierda queda la cara sur del Casco, estamos pegados a ella, y La Torre queda enfrente nuestro con una canal nevada que caracteriza la subida y el cortado o llano pico en su cima, rodeado de vertientes verticales, paredes… menos la escabrosa, empinada pero casi fácil vertiente sureste… ¡Iremos a por este!
Piolet y crampones en mano subimos por otra rampa nevada que queda justo en la cima del collado. Hemos dejado las mochilas medio escondidas entre las rocas ya que deberemos volver por aquí. Subimos después por una senda justo bajo el Casco, hasta que llegamos bajo sus paredes, entonces giramos hacía la derecha mirando la vertiente de La Torre.
Justo una pareja seguía una senda bajo las paredes del Casco y venían de La Brecha. Esta pareja, en un punto en que volvíamos a coger la nieve sin dejarla, nos pregunta por la Faja Roya. Llevan un mapa impreso cartográfico casi del ejército. Como un Alpina no hay nada. Ni idea de la Faja Roya. Hay mochilas aquí, son de montañeros que han subido el Casco. Otros hemos visto como intentaban La Torre y se enfilaban buscando la canal que la caracterizaba… pero luego no hemos vuelto a verlos… ¡Habrán ido por la buscada Faja Roya!
Cogemos los neveros con los crampones puestos y circundamos el Casco caminando entre las laderas nevadas, entre el Casco y La Torre en dirección a ésta última. El camino se distingue bien y es intuitivo. Hablamos con 3 montañeros que bajan del Casco (los dueños de las mochilas) “El Casco está fácil. No hace falta pasar por la nieve” nos dice una montañera con mallas y tirantes ajustados que hacía un cuerpecito fibroso pero interesante. Nosotros nos dirigimos a La Torre, el Casco podría ser una posibilidad a la vuelta o bajada de La Torre.
El día sigue siendo magnífico y con el reflejo de la nieve el sol pica algo más, pero el frescor de las alturas intenta hacerse un hueco a malas penas. A primera vista desde el colladito las vertientes parecen escarpadas y casi peligrosas, pero una vez te internas y las cruzas hasta la base de La Torre, donde comienza la famosa canal, es fácil y bonito.
Dejando atrás el Casco llegamos a la entrada de esta canal de este casi corredor que se empina hasta los cercanos 40º en pocos puntos de su subida. Txell va con mucho cuidado y casi miedo, y lentamente sin problemas llegamos al final de la canal que se abre junto a las rocas y una especie de colladito. Dejamos aquí los hierro y subimos a pelo por las fáciles rocas (menos por una pequeña trepada de IIº- al comenzar) siguiendo los infinitos hitos y la curva cimera de la montaña hacía arriba hasta su cumbre.
Son aproximadamente las 11 de la mañana cuando llegamos a las 3.008 mts. (o 3.012 mts.) de altitud de la cima de La Torre de Marboré. Como el día sigue siendo soleado y caluroso, la visibilidad sin una nube en todo el horizonte es increíble. Pues os podéis imaginar las vistas, el paisaje… ¡Impresionante! Hacía el norte, noroeste y hacía abajo y enfrente el extraordinario Circo de Gavarnié desde su pico más alto, El Marboré hasta sus profundidades casi 2.000 metros más abajo de paredes rectas, cortados en forma de semicírculo y ese gigantesco salto de agua de decenas de metros: La Gran Cascada ¡Impresionante, magnífico! También la cresta de piquitos entre neveros y perfiles verticales entre La Torre y el Marboré. Más hacía el sureste el Cilindro, Monte Perdido… Hacía el oeste el cercano Casco que según lo que tardemos en bajar lo subiremos o no. Txell va más lenta y con más cuidado y miedo por estos escabrosos terrenos.
Hacemos fotos y fotos. La Torre percibo que es mejor mirador que El Casco: está justo en la “esquina” a un lado del Circo de Gavarnié viéndose su curvatura entera. Detrás del Casco aparece el Taillón, más alto, La Brecha de Rolando no se vé pero sí el Refugio de Serradets ¡Pequeñito y allá abajo en medio de neveros! Por allí tenemos que pasar.
Tiempo de maravillarnos con el paisaje y hacernos la foto de cumbre y ya para abajo. Desandamos el camino hasta la parte más alta del nevero donde recogemos bastones y piolet, y nos volvemos a poner los crampones. Mario no se siente cómodo y resbala por el empinado canal nevado. Menos mal que era la parte alta y no era demasiado inclinado. Enseguida coge el piolet y hace la autodetención. El susto no va a más.
Txell baja muy lenta asustada por la caída de Mario. Me pongo bajo ella y bajamos los dos poco a poco. Realmente la bajada es interesante y entretenida. Se baja muy bien con los crampones y la inclinación. Abajo de la canal ya seguimos tranquilamente desandando nuestros pasos. Observamos como un numeroso grupo de montañeros intenta subir El Casco. Son de 10 a 15. Y mientras caminamos bajo ellos, observamos como progresan en su ascensión. No es difícil. Pero el tiempo corre y dejaremos El Casco para otra ocasión, vamos directos a la Collada de Los Sarrios para recoger las mochilas y seguir camino hacia el norte en busca de la magnífica Brecha de Rolando.
Ya nos calzamos de nuevo las mochilas y nos ponemos en marcha. Antes hemos comido algo, al dejar las mochilas. Seguimos el camino que sigue por unos hitos. Pero hay que cruzar unos neveros y el terreno es lo suficientemente inclinado para resbalarnos. Así que decidimos ponernos los crampones y llevarlos a mano enganchados por fuera de las mochilas, en lugar de bajar altura o subir por canchales imposibles. Por lo visto hay otras sendas o recorridos en la misma ladera: una más arriba bajo las paredes que no cruza ningún nevero y otra más abajo que cruza neveros más horizontales y menos inclinados, por los que va un grupo de montañeros de mediana edad. Y nosotros por enmedio. Pero al final los 3 senderos acaban en el famoso paso de cadenas que hay antes de llegar a La Brecha, que ya la vemos cercana: recuerdo cuando lo pasé hace 16 años, ahora la paso sin ayudarme casi a la cadena y el vacío “inclinado” y rocoso no me parece tan peligroso. Es fácil. Voy el primero y cruzo lo que llaman el Paso de Los Sarrios, alegre y contento de reencontrarme con estos lugares tan curiosos, escarpados e interesantes de estas montañas únicas.
Ahora hay más gente y montañeros que coincidimos en la senda y camino que bajan o suben de la Brecha. Es cerca del mediodía y el calor, a pesar de la altura es evidente, pero el paisaje está limpio y excepcional. Y después pocos neveros más fáciles y una sencilla subida llegamos a la enorme obertura que forma la Brecha de Rolando a 2.807 mts. No sin antes hacer mil y una foto.
Descansamos en medio de La Brecha. Siempre hay gente, parece que siempre hay gente todo el día aquí. Parece el sitio más visitado de altura después del Monte Perdido. Es impresionante: miro a un lado y otro, es enorme y espectacular. Nos hacemos fotos. Hablamos con otros visitantes aragoneses que han llegado detrás nuestro. Es un lugar increíble. Ya vemos el lado francés de nuevo. Ahora tocaremos un tiempo tierra francesa hasta de nuevo cruzar a España en el Puerto de Bujaruelo.
Ya es hora de bajar. Pensamos en comer en el Refugio de Serradets que se llega enseguida en una bajada rápida y sin problemas. Lo vemos allá abajo desde la Brecha en la parte francesa. La bajada parece escabrosa pero solo son los 5 primeros metros, en los que bajamos del balcón casi destrepando o saltando, hasta un nevero que queda a la izquierda. Algunos “guiris” con indumentaria dominguera bajan por las sendas verticales hasta la destrepada que baja al nevero tirando piedras con poco o ninguno cuidado. Y estas piedras les caía a la gente que está en el comienzo del nevero. Le echo una mirada tras mis gafas de sol como perdonándole la vida y le grito: “¡The stones!”. El guiri se hace el tonto pero parece que se dá por aludido. Que poco me gusta aquellos que no saben caminar por la montaña molestando a las piedras, las rocas y a la propia montaña ¡Que rabia!
Aparecen algunas nubecillas pero inofensivas. Son las nubes más numerosas que hemos visto en toda la travesía. La bajada es fácil y rápida a Serradets: el nevero está bien, se puede caminar sin crampones. Su traza es rápida y cómoda haciendo una curva. Llegamos a una morrena transversal sin nieve y desde aquí ya vemos de nuevo el refugio más cerca. Ahora la bajada es por el filo de otra morrena recta hacia abajo por una resbaladiza sendilla de arenilla y tierrecilla. Recuerdo la última vez que pasé estaba todo nevado y nublado. Ahora no hay nubes ni nieve, el sol pica en demasía y el calor es anormal ¿Cambio climático?
Ya estamos en el Refugio de Serradets a 2.587 mts. justo a las 14:00 horas. Buscamos sombra (difícil a esta hora) pero casi que la encontramos en uno de los laterales del mismo. También cogemos agua. Ya comenzamos a sentir la deshidratación del día a pesar de lo que bebemos.
Ya es hora de partir. Hemos comido a gusto, teníamos hambre. Pero antes de seguir la larga bajada hasta Bujaruelo, nos hacemos una foto en el balcón del refugio. Aquí hay muchos montañeros, casi todos españoles. Una guapa montañera nos hace la foto con vistas al maravilloso y hermoso así como gigantesco y grandioso Circo de Gavarnié. Las vistas desde aquí también son espectaculares. Coronado por el alto Marboré y adornado por cascadas y neveros en pendiente, y abajo las cortadas paredes y la caudalosa y larga Gran Cascada. Impresionante.
Cogemos la senda de bajada hacía el oeste en busca de un pequeño colladito, el de Serradets. Sorteamos un nevero y justo desde aquí aparecen unas hermosas vistas con el Refugio de Serradets como protagonista y los tresmiles sobre el enorme Circo de Gavarnié de fondo. Se nota que pica mucho el sol. Bajamos de aquí y se oculta el refugio y el circo pero aparece un río que baja con fuerza y caudaloso formando cascaditas entre la roca viva en las mismas pendientes verticales. Debemos cruzarlo por refrescantes pasos entre el agua. La imagen es curiosa.
Más abajo y siguiendo la senda que desciende, ésta se hace monótona, larga y casi aburrida; si no fuera por las vistas a la derecha y arriba de las verticales, escarpados y altos tresmiles por sus caras norte del Taillón y los Gabietos. Intento adivinar cuál es la vía de escalada por el corredor de la cara norte del Taillón… no lo veo.
A la derecha y abajo nos queda un profundo valle francés. El camino de la ladera de enfrente está cortado por muchas rocas y piedras que han caído, y éste es el que acaba en el Puerto de Bujaruelo, al que llegamos y en donde el viento nos dá la bienvenida más fuerte y violento que nunca. Estamos a 2.273 mts. y ya son las 15:30 horas.
Hay un cartelito: “2’15 horas” hasta San Nicolás de Bujaruelo “¡Tanto queda aún! Ya os dije que la bajada era larga”. El viento es molesto, mucho y no debemos perder tiempo, comenzamos la bajada hacía nuestro último destino después de 5 días de travesía, volvemos al punto de partida: Bujaruelo. Me dá un fuerte apretón. No creo que me dé tiempo a llegar a Bujaruelo. Le digo a Mario y Txell que bajen y yo me agazapo detrás de una gran roca (en la que otros ya le dieron el mismo uso) para poder aliviarme y quitarme peso de más.
Bajar desde el Puerto de Bujaruelo al mismo Bujaruelo es interesante: las vistas abiertas al valle son hermosas y profundas, y hasta que no llevas casi una hora de bajada no llegas a ver el Río Ara que lo recorre en sus profundidades. Pero las vistas e imágenes naturales del valle a medida que bajas, son hermosas y peculiares.
Pero la bajada es un rompe-piernas: larga e inclinada. Hay sitios en la que la ancha senda está destrozada llena de piedras y casi difícil. En un momento de la bajada miro hacia la derecha, hacía la subida a Bernatuero, el amarillo, intenso y llamativo en los inclinados y verticales prados verdes. Otra vez esa flor. Recuerdos de hace 20 años. Curioso.
Más abajo, cuando ya estás más que harto de tanto bajar, nos vamos introduciendo en el bosque. Por suerte la sombra intenta refrescar el fuerte calor que cada vez, y a medida que vamos perdiendo altura, se intensifica.
Mario debe parar 2 minutos y después en poco tiempo salimos del bosquecillo para llegar a las orillas del Río Ara y al puente románico de San Nicolás de Bujaruelo ¡Ya hemos llegado!
Son las 17:30 horas cuando llegamos a las mesas del Refugio de Bujaruelo, lugar de donde salimos hace 5 días. Hace calor, mucho calor. La gente se baña en el río y nosotros no tenemos prisa para pedir unas claras, unas cervezas. Refugio final y premio: una enorme jarra con el logo de la Alta Ruta.
Aquí acaba esta fantástica y esforzada travesía. Dura por culpa de la ola de calor; el calor es terrible, pero el paisaje, las vistas, las montañas, los valles… todo impresionante y magnífico. Desde Vignemale, Gavarnié, Pineta, Añisclo… desniveles exagerados de vertientes y laderas imposibles de altas y magníficas montañas eternas.
Contacto con Anna. Y ahora toca la vuelta a Barcelona… esta noche la dormiremos en casa. Menos mal que el coche tiene aire acondicionado.