Montserrat es una montaña que debe ser visitada tanto si eres de Cataluña como si vienes de visita o por un periodo de tiempo determinado. Y ya no hablo de si eres montañero y te gustan los caprichos de la Naturaleza, porque entonces no tienes excusa: su inmensa y original imagen y formas vistas desde las autovías y autopistas, así como carreteras que la rodean o pasan cerca de su altiva fisionomía, la hace un blanco perfecto, hipnotizador y embelesador para acercarnos a ella y profanarla con nuestra insolente y perturbadora presencia. Imposible evitarla.
Por ello algunos compañeros de trabajo que no eran de Cataluña ni montañeros me pidieron que los guiara o les llevará por sus faldas, sendas y recorridos para conocerla y visitarla. Esta vez no debía de ser nada difícil ni largo ni esforzado, un tranquilo pero merecedor paseo que nos lleve por algunos de los rincones más visitados por turistas y andarines, más que por lo propios montañeros que buscan más verticalidades y aventuras en este laberinto de agujas y formas romas.
Pensando me decidí por realizar un recorrido que a la vez serviría para cualquier otro iniciado en la montaña o un simple turista con algo de fuerzas en sus piernas, y es realizar la ruta por el G.R.-172 desde el Monasterio y templo de Santa Cecilia hasta el Monasterio de Montserrat, el famoso, el más visitado al que llega un funicular, tren cremallera… el recorrido no es corto, pero no es demasiado largo. Los desniveles tampoco son apreciables, pero existentes para que sepamos que andamos por terreno montañoso, y los rincones y miradores por los que pasa son preciosos y admirables, sobre todo desde Plana La Vella en las cercanías de la Trinitat, hacía las paredes y cimas más altas de la montaña hacía el noroeste… Precioso.
Así pues el pasado sábado de octubre salimos del parking que hay justo en dicho punto, en el Monasterio de Santa Cecilia, para subir unos pocos pasos por una senda bien definida que se adentra sierra arriba y que enlaza con el nombrado G.R.-172. Entonces solo hay que seguir hacía la izquierda y no salirse del mismo (o si te sales debes de volver a buscarlo para proseguir la ruta). Esta ruta está también descrita en Gran vuelta desde Can Maçana y en Vuelta y subida a Sant Jeroni, la cual forma parte de estos otros recorrido más largos y alguno más perdido. Una vez llegados al Monasterio de Montserrat donde está la Moreneta, podemos visitarlo y estarnos un rato, y cuando nos cansemos de tanto turismo, guiri y gente, volver al coche deshaciendo lo caminado, por la misma senda; siendo un recorrido lineal esta vez.
La senda sigue las formas de la montaña sin bajar o más bien subir algo en busca del Pla de La Trinitat. Admiramos en esta parte sus perfiles agrestes, angostos y casi verticales en forma de terrazas que forma en la falda, parte baja de la misma y las lisas, altivas y magníficas paredes que aparecen sobre nosotros, sobre las terrazas nombradas y que acaban en esas extrañas formas con nombre paredolico que forma el moldeado y romo conglomerado de estas rocas. Nos impresiona, como siempre que lo vemos, el Cavall Bernat y nuestra mente intenta pensar y dar una explicación a cómo es posible que se mantenga sin caerse ese peñote en forma de glande altivo, sobresaliente y magnífico. Junto a él las paredes más altas de las cumbres más altas de la montaña, las cuales al mirar hacia el norte y caer en picado sobre el seco y áspero (aparentemente) valle nos da una idea de su magnificencia y soberbia: el Sant Jeroni, Mirador del Moro…
Entre charlas de un vasco, unos sevillanos, una catalana y un alicantino, llegamos al nombrado Pla de La Trinitat, donde el recorrido o la senda dá un giro de unos cuantos grados dejando su dirección sureste (general, entre curvas y rectas en los perfiles de la sierra) y tomado dirección sur, suroeste como si ya quisiera buscar el gran Monasterio de Montserrat. En esta zona nos paramos para admirar las extrañas construcciones casi “meteóricas” (de la región de Metheora en Grecia, no por los meteoritos), como casas, estancias con muros y paredes engarzados a la roca, aprovechando sus huecos, cuevas, nichos, sus verticalidades, sus rincones… Es la agreste zona de La Santa Creu, Sant Dimes.
Al otro lado de esta vista nos queda otra parte de Montserrat con otros perfiles y formas en sus agujas, paredes y pináculos: Els Flautats, La Momia, l’Elefant. Rocas gigantescas a las que se les ha puesto el nombre de aquellos objetos, seres o animales a los que, una imaginación agudizada, ha visto en sus formas. De todas formas magníficos monstruos petrificados, impertérritos al tiempo y a las miradas insolentes de los caminantes, visitantes de la sierra.
De repente y justo en este giro dejando a nuestra espalda la Trinitat aparece al fondo las extraordinarias agujas y formas de la Magdalena; unas cinco torres casi verticales, parecidas y desafiantes. Hermosas por si solas… algún día visitaré sus cimas… la senda pasa cerca de la construcción de Sant Benet, que queda arriba a nuestra derecha y enseguida llegamos al famoso mirador Miranda dels Ermitans donde descansamos y nos hacemos fotos. Siempre que pasamos por aquí vale la pena pararse y admirar el hueco de la montaña que se abre formando un vertical barranco estorbado en su caída por la gran construcción del Monasterio de Montserrat; enclavado allá abajo, pegado a una de las paredes del barranco como si fuera una parte más de la montaña… pero con ventanitas, patios, placitas…
Seguimos la senda y al poco, después de un giro entre rocas y rincones, desemboca en la senda que sube a Sant Jeroni desde el monasterio, la que baja del Pla dels Ocells, muy cerca de Santa Anna. Aquí seguimos hacía abajo e izquierda mientras la nueva senda se interna entre los abruptos rincones del barranco y a veces entre pasillos imposibles en los que han construido escalones formando escaleras que le dan un aspecto casi épico, rudo, extraño pero que hace las delicias de las cámaras de fotos. Ya vemos más gente: este recorrido al estar cerca del famoso monasterio ya es más transitado… pero muchos con turistas sin calzado apropiado y con marcha lenta y fatigosa, no tienen cuerpo de hacer demasiado deporte.
Esta parte del recorrido ya la hicimos en Vuelta y subida a Sant Jeroni donde visitamos el famoso monasterio y abrazamos a la Moreneta. En Gran vuelta desde Can Maçana al llegar al anterior cruce de sendas, giramos hacía la derecha y arriba en busca del Pla dels Ocells y otros lugares de la montaña. Y así, poco a poco bajando entre hermoso rincones en sombra del profundo barranco, llegamos hasta los dominios de los edificios del Monasterio de Montserrat. Entramos por el arco que hace de puerta fortificada (para salvaguardarlo en la Edad media de aquellos que no venían con buenas intenciones) y ya estamos en la plaza, patio de entrada al edificio del Monasterio.
Aquí pasamos un tiempo. Sentados en los escalones de la placita a espaldas al suntuoso y recio edificio sacamos nuestros almuerzos o comidas y nos disponemos a comer. Después hacemos cola para intentar visitar y abrazar a La Moreneta (como dice Anna es lo que hay que hacer cuando visitas el monasterio) pero hay mucha gente y la cola no avanza. Desistimos y decidimos volver al coche. Tenemos que desandar el camino ya realizado: al principio subir algo por la senda incrustada entre las paredes del barranco con sus escalones y pasillos de foto, y después girar en el cruce de sendas a la derecha para volver al Pla de La Trinitat siguiendo el fácil e inconfundible G.R.-172.
Hay escaladores por las diferentes torres y agujas: en La Magdalena, en l’Elefant, La Panxa del Bisbe… hace un día muy bueno para escalar estos indómitos peñascos de piedras engarzadas por el tiempo y la presión a estas montañas. Nuestras cámaras no paran: dá una extraña sensación de admiración y belleza el poder ver colgados a esta gente en cuerdas como hormigas en estos espolones romos y verticales. Fantástico.
De nuevo en el Pla de La Trinitat decido visitar las ruinas de La Trinitat que queda bajo las paredes de las rocas que llaman La Carota y El Pebrot, montaña arriba a la izquierda. Nada en especial. Pensamientos de cómo podían vivir estos ermitaños, estos religiosos en estos apartados rincones del mundo más civilizado. Esta montaña es la idea y hogar de ermitaños y olvidados del mundo, creando su propio mundo en soledad, entre la soledad de estas paredes y agujas que parece ya te hacen compañía, te vigilan y guían en medio de un lugar insólito, un reino sagrado de magia y Naturaleza.
Seguimos la senda hacía Santa Cecilia. De nuevo el giro al revés por ser la dirección contraria a la ida, y de nuevo las increíbles y fantásticas vistas de las paredes norte del Sant Jeroni, el Mirador del Moro, El Cavall Bernat… somos insignificantes criaturas ante tanta magnificencia. Más visitantes de la senda y más escaladores que nos vamos encontrando a medida que desandamos la senda. Esta vez los escaladores se atreven con el insuperable Cavall Bernat. Fotos y más fotos… alguna saldrá espectacular.
Mientras seguimos la entretenida senda vamos dejando el Cavall Bernat, l’Elefant, La Momia… detrás nuestro. No nos bajamos del G.R.-172 hasta llegar a las inmediaciones del Monasterio de Santa Cecilia, hasta la curva de la carretera que de Monistrol de Montserrat te quiere llevar a Igualada, y es el lugar donde está al pequeño aparcamiento para los coches. Esas vistas de las paredes detrás nuestro de la montaña de Montserrat con las agujas y torres antes nombradas, como si de un viejo cuento, una antigua leyenda se tratara, siempre nos dejará maravillados, encantados.
Fotos a Santa Cecilia, al monasterio y templo de arquitectura románica. Y despedida con la Montaña de Montserrat. Ha sido un paseo, una fácil ruta el seguir el G.R.-172 hasta el famoso Monasterio de Montserrat. Sin mucho esfuerzo y casi ideal para iniciados que no han tocado la montaña. Eso sí, las vistas y lugar impresionantes, magníficas y alucinantes. Hay que volver a Montserrat; aún quedan muchos rincones por recorrer. Siempre espectacular.