Después de aplazar una interesante travesía y ascensión en los Pirineos, decido salir en solitario a conocer improvisadamente una bonita y conocida parte del Prepirineo Interior entre las provincias de Girona y Barcelona: el famoso sistema de la Sierra del Cadí-Moixeró.
En este caso me acercaré a la máxima altura de la Sierra del Moixeró, las Penyes Altes de Moixeró. Curiosamente es la altura más revelante más cercana a la salida del túnel del Cadí y la que no tiene un recorrido en coche de aproximación demasiado largo.
Por ello el pasado sábado 30 de agosto salgo del túnel del Cadí con la hermosa visión del amplio valle de La Cerdanya. Después de un poco de lío de carretera para llegar a la cercana y primera población más cercana a la boca norte del túnel, Riu de Cerdanya, cojo una pista (primero asfalta) que me llevará por las lomas y laderas de la Sierra de Moixeró en busca del Refugio del Serrat de Les Esposes.
El tiempo está muy nublado, pero las nubes están metidas entre las laderas, las montañas, los impresionantes bosques; también están en las alturas, con amenazas de que esta tarde haya tormenta, lluvia. Estas nubes serán las protagonistas en toda la actividad, en todo el día. Pero me impresiono, me sorprendo genialmente con la Sierra de Moixeró, con las numerosas laderas y rincones de estas encantadoras montañas, son impresionantes bosques de altos y numerosos pinos, frondosos y con ese color verde oscuro increíble. Muy pirenaico, muy montañoso, perfecto y hermoso.
El Refugio del Serrat de Les Esposes tiene una forma curiosa y unos colores llamativos. Hay niños con sus padres que preparan excursiones por la bella sierra, y hay un espacio con bancos, hierba y altos árboles. Un lugar idílico y bonito para un picnic y disfrutar de la montaña. Aparco justo detrás del refugio y como un perfecto desconocido en una genial montaña, comienzo a deambular, mirando el mapa y saber hacía donde debo salir en busca, en un principio, de la columna vertebral de la sierra y su pico Moixeró. Monte a través subo justo la ladera que queda detrás del refugio. Y en un momento llego a la pequeña cima pedregosa y casi picuda. Es el Serrat de Les Esposes a 1.544 mts.
Desde aquí hay una excelente vista de la sierra y del posible recorrido que voy a realizar. Increíbles las vistas. Magnífica la visión de la montaña, de la sierra. Me agrada. De nuevo miro el mapa. El Alpina de La Cerdanya es de 1:50.000 y no tiene un detalle exacto de de los recorridos y pequeños puntos concretos en los rincones de la montaña. Pero descubro que la senda a elegir sale a la derecha del refugio y hacía abajo paralelo al fondo del barranco que sale desde allí mismo y como hacía el interior de la sierra. Está todo muy verde y hermoso. Las nubes ahora sí, ahora no, cubren las cimas de la sierra, las laderas boscosas… Llego hasta casi el fondo del barranco y sigo una senda hacía abajo pegada a los húmedos terrenos de lo que podría ser lo más parecido a una especie de arroyo.
Ésta senda tiene las marcas del famoso recorrido de la travesía de Els Cavalls del Vent, y seguiré sus marcas hasta toparme con las del G.R.-150 ya en la cima de la sierra. Es fácil. La senda baja y se interna por un vallecillo, después de una subida paulatina, convirtiéndose en un camino fácil de seguir por el fondo del espléndido valle, en dirección suroeste.
Las marcas son de color naranja y las encuentro numerosas en el recorrido. La vegetación es fantástica y muy sana; incluso salen al paso, al camino, grandes abetos con su maravillosa e inconfundible silueta, los cuales hincan sus raíces entre las aguas del arroyo que baja con agua limpia y suficiente. Me encuentro de tanto en tanto con gente que grita perdida en medio de los bosques (no muy lejos del camino) y que caminan muy lentos, casi escondidos entre la maleza, con una cesta en una mano, un palo o apoyo en la otra y siempre mirando hacía abajo con esa mirada perdida y ausente hacía el resto de su alrededor. Son buscadores de “bolets”. Este verano ha llovido (y sigue lloviendo) mucho en Cataluña, Pirineo y Prepirineo, y las setas ante tal humedad y no demasiado calor, han resurgido enérgicas y numerosas adelantándose a su estación y tiempo para aparecer. Realmente está haciendo un verano inusual, lluvioso y nada caluroso.
El camino hace un giro a la izquierda para después seguir más arriba girando a la derecha sin perder el perfil del vallecillo. Decido internarme en el bosque para atajar este giro, estas curvas. El bosque está muy húmedo y vivo, con setas y verdor por todas partes. Llega un momento que decido subir la ladera para buscar de nuevo el camino, ya que la “falsa” senda desaparece y estaba demasiado cerca del cauce seco del torrente, lo más al fondo del valle. Fácilmente y con pocos pasos encuentro el camino y lo sigo con la misma dirección suroeste-oeste, derecha y valle arriba. No hay pérdida.
Según el mapa llega un momento en que el recorrido de Cavalls del Vent deja el camino y gira hacía la izquierda, sur y por un estrecho vallecillo hacía arriba. A partir de aquí la subida es más directa y empinada. El cruce con el cambio de recorrido es apreciable: en una especie de claro, de pequeño prado, aparecen dos piedras dispuestas en lugares y formas diferentes, con la típica marca naranja. Una sendilla sube perdiéndose de nuevo entre los hermosos pinos. Perfecto.
Hay barro y resbala en muchas partes del empinado y directo sendero, sus mojadas piedras y el terreno más vertical con su húmeda tierra en medio del mismo. Hay que llevar algo de cuidado por si pierdo el equilibrio en algún resbalón. La senda empinada hace que enseguida coja altura. Pero me dá la sensación de ser larga la subida o es que yo voy demasiado rápido y me canso enseguida; creo que la razón es mi cansancio.
Arriba, casi fantasmagóricamente, el bosque se abre con menos frondosidad y a la vez lo va envolviendo una niebla espesa y cimera. Debo ir en dirección a la niebla y arriba. La senda deja de subir directa y gira hacía la derecha y más llana. Dejamos el vallecillo y ahora tengo la impresión de estar cerca o arriba de la cima de la sierra, de su columna vertebral. Los árboles ahora están esparcidos entre los perfiles cimeros y la niebla blanca y espesa. El sendero llega a otro cruce de senderos y ahora me hace girar hacía la izquierda y arriba. Sigo otras marcas, las marcas del G.R.-150 blancas y rojas. Me dá la sensación de estar arriba de ese cordal cimero… pero no, y en ese momento no lo sabía. Creía estar ya en el Coll de Moixeró, pero no. Eran las proximidades del Coll de La Font Freda de Riu.
Subiendo por esta senda y por en medio de una espesa niebla llego a un punto en el que hay una manada de caballos, potrillos juguetones… que no le tienen miedo al hombre (y más si va solo y perdido). Juego con hacer fotos y darle la mano a un potrillo que se me acerca curioso. Lindo. Y decido al cabo de poco tiempo el seguir el recorrido. Y es aquí donde cometo un error remediable: en lugar de seguir el recorrido del G.R. me desvío en medio de la niebla subiendo por una ladera (casi siguiente a la que venía) por una especie de sendero no demasiado marcado. Creía que ya estaba en el Coll de Moixeró y que ahora tocaba subir el Moixeró. Pero no. En lugar de eso subo la altura que queda a la izquierda y noreste (según se ve en el mapa) siguiendo su perfil al otro lado en la misma dirección, bajando a otro claro del nuevo bosque encontrado, donde hay un colladito con una senda clara, dejando a la izquierda el llamado Roc Cremat. He subido a una loma de 2.006 mts. sin nombre donde una plácida vaca con su ternerito recién nacido y separado del resto del ganado, descansaban y se escondían mientras el ternerito disfrutaba de sus primeros días de vida. Enternecedor.
Justo desde este colladito sigo hacía la derecha y sur con la intención de internarme de nuevo en la montaña. La senda parece clara y se desliza por otro vallecito con su parte más alta abierto con amplios prados. Al menos puedo decir que gracias a esta equivocación pude disfrutar de unas extraordinarias vistas, envueltas en las nubes y nieblas, de las alturas y laderas boscosas, verticales de la Sierra de Moixeró. Contemplo y descubro lo que parece ser un pico bastante alto en el horizonte de la sierra, el más alto, es Las Penyes Altes de Moixeró. El zoom de mi Canon intenta capturar su imagen. Más hacía la derecha las nubes inundan todo el cordal entre donde estoy yo y Las Penyes Altes de Moixeró; son las inmediaciones del Coll de Moixeró. Ese sí que es.
Sigo la senda y me acerco hasta una alta vaguada en el valle, al final del mismo: es el mismo Coll de Moixeró entre prados y suaves lomas. Hay una casa en medio del prado antes de llegar al collado, y más arriba una especie de balsa como una pequeña lagunilla. Miro el mapa Alpina. Ahora ya sé donde estoy… ¡Si que me he desviado y equivocado!
Sigo en dirección a la casita. Paso junto a ella y cerca de un gran “toro” pero sin apariencia de ser ibérico, más bien nórdico pero magnífico e imponente. Ahora ya tengo buena dirección. Al fondo veo un grupo de ciclistas parados o que pasan por el collado, el camino que sigue desde la parte derecha hacía el collado, justo a la derecha veo el grupo de caballos… ¡¿Ahí están los caballos?! El desvío ha sido importante y el camino correcto me hubiera que no perdiera tanto tiempo. Pocos metros separaban donde estaban los caballos (Coll de la Font Freda de Riu, 1.979 mts.) del Coll de Moixeró (1.972 mts.).
Después de pasar por la Font de Moixeró llego al collado del mismo nombre. Hay una especie de valla con el alambre electrificado por casi todo el cordal cimero de la sierra. Foto junto a un cartel que hará de señal y marca identificativo del Coll de Moixeró (C. de R. Font del Faig). Las nieblas impiden admirar las posibles magníficas vistas pero a la vez le dan un toque alpino y místico a la montaña. Ahora el camino debe de seguir hacía la izquierda y este comenzando a subir, lo que sería, la loma oeste del pico Moixeró o Serrat de Moixeró. Hay un camino bien ancho que rodea la ladera y la montaña, pero otras marcas amarillas van en dirección arriba, directo, en busca de la cima de esta montaña.
Subo apresuradamente. Las marcas y la subida no dan tregua pero no es demasiado tiempo, la cumbre está muy cerca. Después de encresparme por una parte más rocosa y de pasar por debajo del alambre electrificado con cuidado, llego enseguida a la curiosa y única cima del Moixeró. La cima está invadida por el grupo de ciclistas con sus bicis los cuales he visto en el Coll de Moixeró. Les hago fotos de cumbre al numeroso grupo, me hacen una foto de cumbre a mí. Genial. Estoy a 2.091 mts. de altura y todo está inmerso en la niebla; no hay vistas, no hay paisaje, pero la actividad está siendo fantástica (ahora que sé que voy por buen camino).
Parecía que Las Penyes Altes de Moixeró estaban algo lejos del collado. Pero al final decidí intentar llegar a la cima más alta de la Sierra de Moixeró ¿Por qué no? Estaba muy bien señalizada según el mapa Alpina. Entonces bajo por el lado contrario al de subida. Toda la ladera verde sin otro matorral que la fresca hierba está plagada de setas blancas y peculiares. La niebla impide mi visión, pero entre mi intuición y orientación, y algunos palos clavados o caídos con la marca amarilla, sigo su rastro hasta toparme con el camino que lleva el G.R. y que rodeaba el pico por su ladera norte. Voy solo en medio de la niebla, de hecho menos en la parte que me encontré con aquellos “boletaires” no me he topado con nadie en mi camino hasta aquí.
Sigo la senda-camino hasta que ésta gira hacía la derecha en una especie de collado. No estoy muy seguro. La intensa niebla despista mis sentidos. Pero al ver las marcas de G.R. decido seguirlas sin más dudas. Y así es que siguiendo las marcas por una muy marcada senda, el camino era el idóneo que me llevaría hasta la misma cima de Las Penyes Altes de Moixeró.
Marcas rojas y blancas en algún tronco de estos estupendos pinos, y más delante la espesa niebla en mitad de un prado desde el que provienen unas voces; son de dos montañeras las cuales se extrañan al emerger de la misma niebla y ver como las inmortalizaba en mitad del escenario blanco. Justo detrás un cartel señalizador, un cruce de recorridos, es el Collet del Raset (2.059 mts.) desde aquí sigue sin haber pérdida: seguir las marcas de G.R. entre las laderas empinadas, boscosas, inmersas en la espesa niebla o libres y despejadas. Hay un punto en que parece hay dos sendas: una sigue a la derecha sin subir, y la otra parece más desmenuzada que sube de frente. Hay que seguir la que sube, ya que la de la derecha (que es la que seguí) a pesar de su buen aspecto, acaba en unas paredes y escarpes desde los cuales tienes que girar pendiente arriba y encontrar la anterior. Hay algunos pasos fáciles pero interesantes de roca que le dan a la subida de estos míticos picos un aliciente y característica algo más peculiar y casi abrupta.
Y ya al cabo de un tiempo la senda, que parece no llegue nunca a la cima de Las Penyes Altes de Moixeró, realiza un giro ya en la cima hacía la derecha y te deja en una de las dos peñas, en uno de los dos picos que curiosamente miden lo mismo: 2.279 mts. Pero la niebla lo inunda todo y no me deja descubrir, salvo por que la senda ya no sube más alto y no hay nada más alto que subir, que estoy en la cumbre de Las Penyes Altes de Moixeró. Antes he podido toparme con más gente que bajaba del pico; parece que éste tiene “más vida” que mi subida desde el refugio. Incluso gente corriendo; entrenándose para carreras de montaña. También antes he podido admirar las vertientes sur de este pico con sus paredes, agujas y escarpes… ¡Lástima la niebla que no me dejará verlo todo y bien! Y de tanto en tanto alguna ventana entre las nubes que cubren la cima me dejará ver rincones de La Cerdaña hacía el norte; ese llano y ancho alto valle en mitad de los Pirineos. Genial. Pero otro picudo y escarpado perfil me atraerá mientras como en la cima de este pico, y es su pico “gemelo” a la izquierda y este, al que le hago mil fotos con mil formas entre la niebla y sin ella. Muy fotogénico y curioso; pero no llegué a visitar su cima. Quizás a la próxima.
Son alrededor de las dos del mediodía cuando me siento en el grupo de rocas de la cima y esparzo la comida que traigo en la mochila. Aparece dos montañeros que casi fugazmente llegan a la cima, comen un poco, y enseguida bajan por el lado contrario al que subieron, no sin antes sorprenderse con la escampada de comida que tengo en la cima. Al tiempo llega otra pareja de mediana edad que me seguía en la lejanía. Justo entonces decido bajar de Las Penyes Altes de Moixeró y dejar la solitaria cima a esta pareja. Las nieblas siguen invadiendo la montaña, las laderas, los bosques… y no me han dejado admirar la espectacular Cerdaña ni las montañas pirenaicas, pero bueno, volveremos para poder admirar las vistas del Moixeró. Solo unas estrechas y cortas ventanas me dejan ver algo de la enorme planicie de La Cerdaña, pero no son suficientes.
La bajada la decido realizar desandando el camino realizado por el mismo G.R. Parece que bajando el recorrido se hace más corto, será también por que ya es reconocible. Decido realizar otro recorrido de bajada y hacer una circular. Gracias a que tengo el mapa Alpina y que no me acompaña nadie que pueda perder la paciencia o los nervios por meternos en “berenjenales”, resuelvo en volver al coche por otro camino. Poco después de pasar el Collet del Raset y justo donde observo, según el mapa, que la senda se acerca a un cortado de la ladera y terreno cayendo hacía el sur por la otra vertiente de la sierra, a la derecha y norte se abre un vallecillo en forma de embudo, con suaves prados verdes, que según baja se va cerrando, escarpando y va apareciendo el bosque. Según el mapa hay una senda, casi un camino que baja por este vallecillo y se interna pegado al fondo del barranco y sigue hacía el norte saliendo de la sierra… parece fiable. Este valle es paralelo pero más al este del vallecillo por que he subido y seguido las marcas de Cavalls del Vent, y acaba justo en frente de la pared del Serrat de Les Esposes. Pero en esta bajada no habrá marcas que valga.
Al principio la bajada es fácil por en medio de los prados en la parte más alta del vallecillo. La niebla va desapareciendo y quedándose atrás, en el cordal cimero. Pero al llegar hasta los pinos indicadores que comienza el bosque y donde comienza a bajar y estrecharse el valle, tampoco hay camino o senda alguna; tengo que seguir las huellas y “sendillas” que deja el ganado por las laderas y no alejarme demasiado del fondo del barranco. Así, entre la soledad (más aún) de este bosque, de este valle de la Sierra de Moixeró, voy bajando casi monte a través sin senda apreciable o camino que se precie. Pierdo más tiempo de lo habitual en esta bajada, es normal entretenerse entre los pinos y bosques verticales si no encuentras senda que guíe tus pasos.
Más abajo oigo a un perro, pero no lo veo. Parece furioso y ladra sin cesar. Me acuerdo de aquella experiencia en el Cáucaso con dos perros guardianes y me armo con una gruesa y pesada rama seca por si me lo encuentro y me intimida. Ecos fantasmales. Más abajo oigo ruidos de piedras y movimiento del terreno pero sin sonidos animales. Me paro y creo ver las partes traseras de lo que podría ser un ciervo. Éste me ha visto antes y desaparece entre las verticales laderas de este extenso bosque de pinos altos y frondosos.
Pero no ocurrió nada. Ni bestia ni hombre tuvieron que enfrentarse en medio de la soledad de la extensísima montaña. Más abajo descubro como otro barranco que viene por la izquierda y es el que comienza justo en el Coll de Moixeró (donde está la cabaña, balsa y fuente por las que ya pasé) se une al que llevo hacía el norte y abajo. Y parece que a partir de aquí hay una senda paralela al fondo del torrente que a veces está en una orilla y a veces en la contraria del torrente. También trazos de un antiguo camino, camino muy desecho, casi inapreciable e inequívocamente intransitable.
De repente descubro un claro del vallecillo mientras bajo, y un alargado abrevadero: es la Font de La Coma. Miro el mapa al llegar al lugar. Voy muy bien. Lleno mi cantimplora y echo un vistazo atrás mía, al formidable bosque de la Sierra de Moixeró. Bello, vivo e impresionante. La soledad de mi recorrido la hace más formidable aún, como un explorador que descubre por primera vez el Paraíso Perdido ¡Muy hermoso!
Las nubes cogen altura y se ennegrecen; la tormenta se forma en lo alto y amenaza con oscuros nubarrones y formas casi espectrales. Debo seguir bajando, no quiero que me coja la lluvia que seguro caerá esta tarde. Por la especie de camino y senda bajo hasta otro más factible pero inutilizado. Éste hace una curva donde cruza el fondo del barranco, del torrente. Se dirige a una cabaña o casita que queda arriba de una empinada loma a la izquierda. Miro el mapa. Descubro los lugares que veo en el mapa. Entonces debo de seguir el camino de terreno llano y muy verde hacía la derecha, casi paralelo al mismo barranco, dejando la casa y sus cercanías a la izquierda y detrás mía.
Tenía que haber pasado por la Font de Sansa Morta (según el mapa) pero no la encuentro, y a partir de aquí seguir el camino-senda que sigue el fondo del barranco hacía el norte y bajando por todo el vallecillo. Cerca de una curva del camino veo al otro lado del barranco una senda muy bien definida. Cruzo el mismo y sigo la senda barranco abajo ahora por el margen izquierdo.
Llega un momento que justo en una curva del vallecillo donde éste gira a la izquierda y aparece enfrente y al norte el picudo Serrat de Les Esposes, pierdo la senda. Estoy cerca de llegar al otro vallecillo por donde comencé la subida, a la senda con las marcas de la travesía de Cavalls del Vent que bajaban del Refugio del Serrat de Les Esposes. Desando un poco por el terreno recorrido por en medio de la ladera algo empinada, encuentro una especie de antiguo camino muy desfigurado que baja hasta el fondo del barranco. A partir de aquí lo sigo hacía la izquierda y oeste, noroeste por el fondo del mismo barranco. Antes he admirado y descubierto, como he dicho, el abrupto perfil del Serrat de Les Esposes. Es un peñasco inconfundible y reconocible con una escarpada pared en su parte sur y una crestecilla en su cima algo aserrada.
La tormenta ya aflora y comienzan a oírse, al principio lejanos, sus truenos, y a verse sus cortinas de agua que aparecen más al norte y caen implacables sobre La Cerdaña. Debo darme prisa si no también caerá sobre mí en pocos minutos. El lugar sigue siendo precioso y vivo, y a la vez poco visitado por lo que puedo comprobar por el terreno poco pisado por el que ando. Quizás solo las bestias, ganado y animalillos del bosque merodean sus rincones.
Mientras camino apresurado hacía el cruce entre el caminillo que sigo ahora hacía el oeste y la senda marcada por el Cavalls del Vent, veo al girar como cambia el aspecto del agreste peñón del Serrat de Les Esposes. Justo a su izquierda baja la ladera más suave por la que recorre la nombrada senda. Encuentro unos hitos y una marca naranja en una piedra de los mismos: es el cruce entre el camino por el que vengo y la senda que viene del refugio y que ya recorrí al principio de la actividad. Alguna foto. Alguna Selfy y justo aquí comienzan a caer las primeras gotas. Entonces cojo la senda hacía la derecha y norte, noreste, ya siguiendo las marcas del Cavalls del Vent, y casi corriendo y mojándome llego a la parte más alta de esta ladera llegando al coche y al Refugio del Serrat de Les Esposes. Justo cuando abro el maletero del coche, la tormenta comienza a embravecerse y la lluvia a enfurecerse en intensidad y tamaño de sus gotas ¡Menos mal!
He bajado en menos de 2 horas a pesar del terreno no marcado recorrido y el monte a través al comenzar a bajar entre el bosque del vallecillo sin senda ni camino. Pero ha sido una actividad bonita e interesante, en un lugar, sierra y montaña extraordinariamente boscosa, verde y viva, todo un paraíso en el Prepirineo Catalán muy bien protegido y cuidado. Solo lamento no haber podido admirar las vistas, los paisajes encantadores que desde su cima más alta y otros puntos en su recorrido, seguramente se disfrutan con un día sin nubes, claro… pero sus perfiles nublados, metidos en esta niebla blanca, gris y transparente, también magnifican y embellece estas montañas boscosas. Habrá que volver…