Aunque mi fascinación y pasión por las montañas va más allá de reconocerlas y personificarlas como si realmente tuvieran una personalidad, un carácter, un espíritu, una imagen singular y diferenciada… ha habido pocas veces en que las he hermanado, familiarizado entre si, pensando que cada una, como las personas, son diferentes entre si en todos sus aspectos, aunque con sus lógicos parecidos y similitudes… como los mismas, reitero, personas. Fue en poco tiempo que descubrí habían dos montañas que me atrajeron por su singularidad, perfil, escarpes, historia, simbolismo… con un gran parecido más allá del físico. Pero sobre todo, lo que primero que me llamó la atención de sus parecidos, es la forma de las mismas: montañas con base casi cilíndricas o al menos con un centro definido más o menos equidistante a la periferia de la misma; solitarias sin altos collados o mínimo uno y a baja altura, que las una a otras montañas; laderas especialmente inclinadas y verticales por todos sus lados, con abundancia de paredes de una amplitud muy considerable y casi inexpugnables; con numerosos torreones, agujas y cimas rocosas como si se trataran de gigantescas antenas de comunicación entre La Tierra y el resto del Universo; con dos partes o cumbres muy bien diferenciadas y a la vez separadas por un amplio y ondulado collado, y a su vez la cima más alta de las dos, tiene otras dos cimas diferenciadas, con sus diferentes proporciones entre montañas pero más o menos casi del mismo boceto… Estoy hablando del Puig Campana (1.409 mts.) en Alicante y del Pedraforca (2.498 mts.) en Barcelona-Lleida.
Podría hablar de más similitudes y parecidos encantadores, físicos e históricos, e incluso míticos con esas leyendas que en cada uno se cuenta (más ficción que realidad) como si la montaña en sí diera origen a ese misticismo. Pero, curiosamente donde más se parecen es en ese propio misticismo, en ese simbolismo terrenal e incluso esotérico: el Puig Campana es símbolo de la comarca de La Marina Baja en Alicante y a la vez es querida, admirada y orgullo de los habitantes de los pueblos de alrededor… quizás por su perfil con su “tajo” en medio de la misma o por su misma magnificencia por su altura tan cerca de la costa. Muy parecido o lo mismo ocurre con el Pedraforca, pero al tener menos poblaciones alrededor, ya es a nivel provincial; uno de los símbolos del Pirineo más oriental. Pero a su vez, por sus originales formas son puntos de referencia para avistamientos ovnis, según cuentan los ufólogos, como si sus originales formas puntiagudas y sobresalientes fueran puntos de comunicación de La Tierra con el resto del Universo, como anteriormente he dicho (Algo parecido a la idea de la película de Spielberg “Encuentros en la 3º Fase”). Esto es susceptible de creerlo, claro está, según cada uno… pero de lo que sí estoy seguro, por que así lo siento, es que tienen una magia, una magia en común enigmática e indescriptible, que pocas, muy pocas montañas que he visitado, comparten.
Esto es un homenaje a ambas queridas montañas. Os invito a que las visitéis, subáis, recorráis y disfrutéis; y que su hermanado espíritu os envuelva.
PEDRAFORCA:
Es casi un deber para un montañero que vive en Cataluña subir, aunque solo sea una vez, el Pedraforca. Y si no lo hace, él se lo pierde. Así que desde que vivo en Barcelona otro de mis bellos objetivos era subirlo en el momento adecuando y con gente especial. No hacia mucho tiempo que me había incorporado al portal montañero, de viajes, excursiones y deportes de aventura Cúspidis, y enseguida fui contactando con amigos nuevos con el objetivo común de la pasión por la montaña. Hasta que se organizó una espectacular salida al Pedraforca para el pasado sábado 10 de septiembre en la que nos apuntamos muchos de éstos. Una salida y excursión increíble.
Nuevos amigos: Alex, Víctor, Nuria, Bego, Marcos, Raúl, Dani, Rocío, Silvia… y así hasta casi 20. Un numeroso grupo para realizar una inolvidable subida, al menos para mí al ser mi primera al Pedraforca. Después de quedadas, comunicaciones e incomunicaciones, errores, desvaríos de la tecnología y el entendimiento todos nos encontramos en el Mirador del Gresolet, al que se llega desde las inmediaciones de Saldes; antes, y equivocadamente puesto que ninguno en mi coche conocíamos el camino al inicio de ruta al Pedraforca, una parada para un café en Maçaners (creyendo que era Saldes) y la visión majestuosa y asombrosa de la montaña a conquistar: el Pedraforca.
El entorno es espectacular. Belleza, bosques, verde, roca, paredes y esos dos altísimo hitos de piedra que quedan, ahora, casi invisibles o irreconocibles entre tanta verticalidad, majestuosidad y admiración. En poco tiempo sale la trupe del Mirador del Gresolet donde hemos dejado el coche hacía el cercano y visitado Refugio LLuis Estasen. Hay muchos coches aparcados, parece que nos encontraremos con mucha gente en la montaña, y no me extraña, es una montaña muy visitada y hermosa; y a la vez es un gran reto para aquellos que no hacen demasiada montaña, es el paso entre ser un “andarín” y ser un “montañero”… ¡ja ja ja ja!. No hemos andado nada y ya nos paramos en una fuente junto al refugio ¡Esto no puede ser! Hemos salido tarde, va a hacer mucho calor hoy (un día ideal) y la subida puede ser de unas 4 horas… un grupo, supongo que los más fuertes, salimos escapados en busca de la montaña, estirando y separándonos del grupo al ir en cabeza. Alex me acompaña en toda la subida, poco después y en poco tiempo nos cogerán Víctor, Nuria, Bego… Yo no tengo ni idea de la ruta, no la he mirado en mapa alguno ni sé por donde tenía pensado el organizador (Raúl) subirla, como hace mucho tiempo que no hacía, me dejo llevar por mis compañeros en la aventura de conocer nuevos horizontes.
La senda se interna por el hermoso bosque de la ladera norte en un principio horizontal, hasta que al llegar en medio de una canal, nos desviamos hacía la Collada del Verdet por unas, a veces, inclinadísimas laderas, por una senda que ya no conoce lo llano. Vamos a muy buen paso, casi rápido, adelantamos a gente, parece que el día ha sido elegido por muchos montañeros y visitantes para subir la montaña. Ya va haciendo calorcillo, pero no demasiado molesto. Paramos a comer algo, se reúnen con nosotros Víctor, Nuria, Bego… pero cuando ellos llegan nosotros casi que volvemos a salir, antes de enfriarnos, hacía dicha collada. Alex y yo hemos ido en cabeza durante mucho tiempo a un ritmo enérgico, mis desacostumbradas piernas por la inactividad del mes pasado, se cargan y amenazan con castigarme con rampas. Salimos del bosque y ya hemos llegado al collado que nosotros en un principio creímos podría ser l’Enforcadura, pero no. Mucha gente parada, como esperando su turno para internarse en las desafiantes verticales pendientes rocosas del Cim Nord. Resulta que la cumbre nos queda a la izquierda, y l’Enforcadura (collado entre las dos cumbres más representativas del Pedraforca) al otro lado de la misma; con lo cual, lo lógico sería subir directamente a la cumbre sin pasar por l’Enforcadura.
Paramos a hacer fotos. Vemos la parte oeste de la montaña con la población de Gósol abajo en el fondo del valle. La Sierra del Cadí, alargada y muy bien definida, nos acompaña en toda la subida al quedar muy próxima al norte. Un cartel señalizador: Gósol, Saldes, Pollego Superior… Ahora nos dirigimos hacía el Pollego Superior (nombre de la cima más alta del Pedraforca) por en medio de la, a primera vista, infranqueable pared del mismo. Todo el tiempo seguimos un recorrido señalado con las inconfundibles marcas de P.R., el 110, el 123…
Cuando nos acercamos a la pared norte del Cim Nord, nos damos cuenta de que una larga fila de a uno en esta “romería” montañera asola la única vía normal de acceso. Al final la trepada no es para tanto, muy fácil, no llega a IIº o lo roza, aunque la verdadera dificultad son las presas para los pies súperdesgastadas y pulidas cual canto rodado bajo el agua de fuerte corriente. Hacemos cola. Me desespero. Hay una verdadera ristra de montañeros que han invadido, literalmente, la subida al Pedraforca. Intento adelantar. Hago fotos. Incluso hay una parte en la que han puesto un cable de acero para agarrarse (fácil, no hace falta) para evitarle más de un susto a algún “andarín”. Por fin llegamos a la cima de la gran roca por la que estamos trepando, pensando que era lo más alto del Pedraforca. Pero vemos que no: estamos en el Cim Nord (2.428 mts.), la cresta sigue hacía el sureste, bajando, trepando, subiendo hasta llegar a la cúspide repleta de personillas que, a lo lejos, invaden la cumbre.
Esta travesía es entretenida con el subibaja de la misma montaña y, más tarde del tiempo que pensábamos (no es el mismo tiempo andar que trepar y destrepar en una misma distancia), llegamos a la máxima altitud del Pedraforca: Pollego Superior 2.498 mts. ¡¡Enhorabuena!! Las vistas son excepcionales, formidables, lástima no reconocer las sierras y montañas de estas nuevas tierras que me recorro. Inhiesto y poco más bajo pero escarpado e impresionante el Cim del Calderer, solo 5 metros más bajo que donde estamos. Reconozco la Sierra del Cadí, todo lo larga que es desde La Tossa d’Alp al noreste hasta sus máximas altitudes (La Torre del Cadí, Puig de La Canal Baridana…). Más al noreste, casi detrás de La Tossa d’Alp creo distinguir un altivo macizo de montañas, creo saber que es el conjunto del Puigmal, entorno de Vall de Nuria, Ulldeter… Bosques, laderas, montañas… es el comienzo del Pirineo, el prepirineo.
Hemos subido en unas 3 horas. Record. Al poco tiempo llega Víctor, Nuria… y hasta los últimos/as del grupo, que llegaron a dudar en poder lograr su hazaña, a la hora de llegar nosotros. Foto de grupo, muy felices y contentos por la experiencia, por la gente, por los nuevos horizontes montañeros, humanos. Cuando los últimos comienzan a almorzar es cuando decidimos, nuestro grupillo, bajar. Despedidas y un volveremos a coincidir…
La bajada si se hace hasta l’Enforcadura, fácil por terreno rocoso, hasta el muy cercano lugar. Observamos la otra cima del Pedraforca, el Pollego Inferior con su cresta y conjunto rocoso: otra impresionante visión de las enérgicas paredes y escarpadas laderas de esta formidable montaña. Montañeros bajan por su cresta a la misma Enforcadura recortando su imagen en el cielo azul, como en el aire; y otros escalan sus lisas y largas paredes desafiando los muros de esta fortaleza y la Ley de La Gravedad. Desde l’Enforcadura bajamos a la vertiente oeste de Saldes por la desgastada, caótica y hasta incluso “peligrosa” rompe piernas Tartera de Pedraforca. Un impresionante pedregal, canchal con una pendiente prudente que te destroza las rodillas y evita que no puedas bajar cómodamente durante la mayor parte de la bajada ¡¡Una agonía, una tortura de bajada!! La pendiente no es demasiado inclinada, pero lo suficiente como para ver bajar una piedra de considerable tamaño sin poderse parar, rodando y asustando a los montañeros mientras les gritamos y avisamos “¡¡Piedraa!!” Por suerte mis castigadas rodillas aguantaban la bajada, de momento, aunque la izquierda muy resentida. Y ya casi a la altura del Refugio LLuis Estasen salimos de la tartera, de la canal y, sin perder las marcas blancas y amarillas, cogemos una senda con pequeños subibajas pero muy horizontal, hacía dicho refugio.
No hemos sido los primeros del numeroso grupo en bajar pero llegamos en muy poco tiempo al refugio, adelantando a otro numeroso gentío ¡¡Esto es La Rambla!! Hemos tardado la friolera de hora y media en bajar, aún con el pedregal hecho una m… Atravesamos los bosques de la parte oeste del Pedraforca. Hermosos y altivos árboles que aún conservan un verdor especial al final del verano. Bellos lugares.
Llegamos al refugio. Paramos Alex y yo junto a la fuente visitada al principio a esperar al resto del coche (Víctor y Nuria) y para comer lo que no hemos hecho en la cima del Pedraforca. El lugar es encantador, verde y hermoso bajo la sombra del asombroso Pedraforca. Hay mucha gente. Algunos tirados en la hierba fresca y verde sintiendo el calor del sol y el fresco del vientecillo, otros sentados a la sombra de los formidables pinos dando un bocado o charlando con los amigos… todo un lugar de encuentro y esparcimiento. Llegan Víctor y Nuria y decidimos bajar al cercano coche para volver a Barcelona, despidiéndonos de los primeros compañeros que han bajado, Raúl, Dani… hasta una próxima aventura.
En definitiva la espectacularidad del Pedraforca me ha sorprendido, me ha hipnotizado, me ha cautivado desde antes de verlo en vivo. Ya estoy esperando a que caigan las nieves del invierno para subirlo con la belleza del frío blanco. Una montaña muy bella, impresionante, asombrosa y a la vez encantadora, entrañable y mágica.