Ya había oído hablar en varias ocasiones de la Sierra de Busa. La última dentro del Plan de Voluntariado en los que participaron mis compañeros de trabajo, y era para ayudar a introducir al lobo en este espacio de la Sierra de Busa y Port del Comte. Así que hace tiempo que fui ideando una actividad en esta sierra comprándome el mapa Alpina del lugar, mirando en internet algún itinerario… hasta que a finales de enero me decidí y organicé una actividad que duraría todo el día.
La Sierra de Busa pertenece al Prepirineo Catalán, a caballo entre las provincias de Barcelona y Lleida, pero con más territorio Leridano. También es de las primeras sierras que se levantan desde el llano o semillano de la parte central Leridana de Cataluña del Pirineo hacía el norte. En esta parte del Prepirineo no hay diferencia geográfica entre el Prepirineo interior y el exterior como pasa en Aragón, de forma que las dos formaciones están unidas y a la vez surcadas de rincones y vallecillos que impiden de diferenciar de forma visible, los dos Prepirineos.
Una de las características más notables de esta sierra son sus escarpados y calizos perfiles: es una sierra en forma de meseta o semimeseta, surcada por barrancos y paredes que la rodea en casi todos sus flancos; cingleras y verticales perfiles abundan en cada dirección de la misma. Pero su centro o corazón es semi llano o mas horizontal, habiendo suavidad de perfiles y lomas entre sus cimas más altas que superan los 1.500 metros y lo que llaman el Campament, Pla de Rial, Pla de La Bassa (según ubicación dentro del mismo llano central de la sierra)… la sierra y lugar prometían ser una zona fabulosa y espectacular para ser visitada, recorrida y ascendida.
Por ello el pasado sábado 30 de enero quedamos solo tres participantes para poder realizar una actividad por dicha sierra: la idea era recorrernos rincones cargados de historia y cultura (Vall d’Ora, Sant Lleïr, Sant Pere de Graudescales, Sant Cristòfol) y a la vez rincones de belleza natural y montañera (Serrat de la Llebre, Cingle dels Emprius, Cingle de Busa…), y para ello quedamos en un punto en la misma Vall d’Ora, cerca de Sant Lleïr. Era la primera vez que en solitario me adentraba en estos lugares, y al final para poder quedar con Alberto y Cristina vino el lío al no haber cobertura móvil en este lugar. Entre el subibaja con los coches al final nos vimos en un espacio que hace de aparcamiento entre Sant Lleïr y Ca l’Ambros, a la derecha de la carreterilla que acaba en este cercano templo.
Son las 11 de la mañana de un día medio nublado, con nieblas de este extraño invierno; no hace el frío que debiera para las fechas. Hemos perdido mucho tiempo buscándonos entre los coches camino arriba, camino abajo en la misma zona… a ver que nos dará tiempo a hacer en esta espectacular sierra. De primeras y desde el mini aparcamiento encontramos hacía el norte las formidables paredes, escarpes y perfiles verticales de las Cingles dels Emprius de la Sierra de Busa, espectacular y magníficas, medio cubiertas por esas nieblas vespertinas, matutinas, que dejaban invisibles algunos aspectos de la misma dándole un toque si cabe más magnífico; y un cartelito con la información sobre la historia de la Batalla de la Vall d’Ora… las raíces y cimientos de las bases de Cataluña como nación, nacieron aquí, parece. Formidable.
Salimos ya en dirección a Sant Pere de Graudescales, cogiendo el mismo camino que antes era carreterilla que sigue por el fondo del vallecillo del barranco que pasa por la Vall d’Ora; lo llaman l’Aigua d’Ora. Pasamos por la puerta de Sant Lleïr que nos queda nada más comenzar a caminar: es un templo robusto pero sencillo agrupado junto a unas casas en las que no aparece ánima pero sí señales de trabajos y máquinas de horadar caminos y la tierra. Al otro lado del valle y bajo las Cingles y las nieblas aparecen caserones que son diana de nuestros objetivos de las cámaras: Cal Teixidor, El Solà, El Pujol… Alberto como yo, es un cazador de imágenes y rincones, fotógrafos por afición y devoción por el paisaje recorrido y admirado. Los dos nos conjugaremos para no parar de hacer fotos en cada rincón nuevo y fabuloso de la sierra.
El camino hacia el norte por en medio del vallecillo rodeado de escarpes y paredes no tiene ninguna dificultad ni pérdida. Está hecho para ir en coche o camión incluso. Las paredes y escarpes de la Sierra de Busa quedan a la izquierda (Cingle de Les Estaques), y a la derecha aparece un paretón solitario como suspendido en el aire sobre las lomas inclinadas del bosque de pinos: es Sant Mamet. De todas formas las vistas y escarpes a uno y otro lado del valle son fabulosos e increíbles. Lástima que la abundancia este año de nidos de Procesionaria haga de estas vistas a los supuestos sanos bosques, una espantosa realidad de invasión parásita.
Más arriba un cartelito de madera. El valle parece que se abre un poco más dejando el Cingle de Les Estaques detrás a nuestra izquierda en la Sierra de Busa. Hacia la izquierda y cruzando la riera de l’Aigua d’Ora llegaremos enseguida a Sant Pere de Graudescales. Seguimos por camino transitable. Sin pérdida. Pero por si acaso sigo mirando el mapa de Alpina recién comprado. El templo aparece en una orilla del camino y al borde del bosque. Con buena base y sillar. Parece más bonito que el anterior de Sant Lleïr, con su planta en cruz, tejado octogonal… le hacemos fotos y curioseamos. La puerta no se puede abrir pero le hacemos fotos al interior: tiene una planta formidable como digo.
Después de unos minutos admirando la construcción, nos disponemos a seguir el recorrido. Ya desde aquí la idea es comenzar a subir hasta la cima de la sierra. Un cartel indicador y un camino de subida hacia el oeste. Se mete por un barranco frondoso y boscoso. Este lado de la sierra es muy boscoso y verde, hermoso. Y arriba quedan sus paredes y escarpes como centinelas sobre el viejo bosque. A partir de que cogemos el camino hacia arriba dejando a nuestra espalda el cartelito de información del lugar, es cuando viene el lio: la subida no está muy marcada o no encontramos el sendero adecuado; el caso es que a partir de cierta altura metidos en la fronda del bosque inclinado, vertical, giramos hacia la izquierda en busca del Pas del Llop y el Grau de Ca l’Esguerrat y la senda desaparece. Tenemos que enfrentarnos al bosque monte a través entre la fuerte inclinación del terreno y los matorrales, perfiles del bosque. Pero la orientación e idea es buena: seguir en diagonal por en medio del bosque en dirección sureste subiendo poco a poco hasta dar con la senda buena que suponemos está algo más arriba. Esperamos…
Y así es, al cabo de unos minutos caso eternos “perdidos” por el vertical bosque, llegamos a la cima del cordal o carena que después forma el Grau de Ca l’Esguerrat. Con menos vegetación e impedimentos seguimos el cordal cimero como si se tratara de una cresta hacía arriba y girando en nuestra dirección. Dicho y hecho, en otros pocos minutos topamos con una excelente y bien marcada senda, ancha y bien cuidada ¡¡Ésta es!!
Después ya en la senda marcada en el Alpina la seguimos por los bordes de los escarpes y casi precipicios de la sierra. Las vistas surgen a nuestro encuentro (o nosotros al suyo) al subir altura y pasar por lugares más despejados: increíble paisaje boscoso y agreste, calizo del Prepirineo. Las nubes han dejado ya por fin paso el caluroso sol que no aprieta demasiado por las fechas en las que estamos… pero cualquiera afirmaría que ya estamos a mitad de la primavera.
Ésta senda nos deja en una especie de llano con un cruce de caminos, nosotros cogeremos el camino de herradura o menos transitado que va por el fondo del vallecillo que se nos abre ahora hacia el oeste, noroeste: es la Rasa de Les Collades. Hay otra pista más arriba, pero me gustan más los viejos caminos descuidados y llenos de vegetación que las pistas roturadas y destrozamonte. Al principio parece que no vamos por un camino, si no por en medio de un prado o bancal semiroturado por el pasar de alguna máquina, pero luego nos internaremos en un precioso bosque y éste camino irá por en medio, a la vez que va subiendo poco a poco y suavemente. El bosque aquí es genial y sin nada de procesionaria. Hermoso, altivo, verde y formidable… da gusto caminar entre excelentes ejemplares.
Éste camino acaba en otro llanito (aunque por culpa de la vegetación no se note mucho) que a la vez hace de collado: Les Collades. Entonces un senderillo sale a nuestra izquierda y en pocos metros nos subimos a la pista que antes no he querido coger. Irremediable. Cogemos dirección oeste y casi de bajada.
La idea de coger este camino en esta dirección es que nos pueda acercar a un punto de la cresta o cordal cimero de las 2 cimas más altas de la sierra. Así observo en el Alpina que hay un paso que nos lleva desde este camino hasta la otra vertiente (ahora estamos en la vertiente norte, noreste) y de esta manera te sube hasta el cordal cimero divisoria de las dos vertientes de la sierra. Es por el Grau de Vilamala. Pero hay que andar un buen trecho de este camino que recorre toda la parte baja de las paredes norte y noroeste de la sierra, hasta llegar al cruce con el que nos suba al citado paso del Grau. Mientras el fácil camino parece descender recorriendo las curvas y perfiles, ondulaciones de la montaña, pero sin bajar demasiada altura. Fácil.
Según el mapa en una curva del terreno ondulado justo cuando dejamos una fuente abajo del camino a nuestra derecha, la Font del Pujás (que realmente no vimos) y justo detrás de otro colladito, encontramos un camino que sube precipitadamente a la izquierda cambiando de dirección en un giro de casi 180º. Y así es, observando y estando al tanto de las señales del mapa trazadas según las características y formas del terreno, encontramos dicho camino tal y como lo he descrito y lo describe el recién comprado Alpina. Lo único es que parece que hay una cadena para que no pasen movilidades pesadas… mejor. Dejamos el anterior camino y seguimos por este nuevo que se empina considerablemente. Sobre él o cerca, las paredes del Cingle de Busa (norte), excepcionales: rocas lisas, calizas e inexpugnables se van abriendo como torreones o murallones.
El camino no es muy largo. Acaba en una especie de paso entre rocas abierto por excavadoras, el hombre de antaño o la propia naturaleza… no sabría decir, y que me recuerda al famoso Paso del Contador en Sierra Aitana en mi lejana tierra alicantina: paredes a ambos lados del estrecho camino que te lleva de una vertiente a otra de la sierra. Curioso. De todas formas hemos observado que el camino ha sido retocado por las máquinas excavadoras, como si lo estuvieran arreglando o haciéndolo más ancho. Ahora por fin vemos toda la plana, el llano de Busa, toda la meseta, a una altura cercana o superior a los 1.300 metros… una visión preciosa, hermosa… con sus campos en baldío o praderío, bosquecillos, casas o caseríos repartidos por parte del llano… un edificio que sobresale por encima de los bosquecillos en una ladera alta de dicha meseta: Sant Cristòfol. A ver si podemos pasar por allí.
Ahora cogemos un senderillo que sigue por toda la columna vertebral de la sierra, por el cordal cimero y más alto de la misma en busca de sus picos más altos. La senda sale de la parte más alta del mismo paso del Grau de Vilamala. Se ve sin pérdida. Y así en dirección noroeste por todo el cordal cimero de la rocosa sierra vamos subiendo fácilmente en busca de sus picos más altos y sus preciosas y lujosas vistas. Por que ahora se nos abría el paisaje de manera increíble y amplio, enorme. El sol acompañaba ahora el día y las nubes ya eran “historia pasada”: justo hacia el este las montañas calizas Prepirenaicas nos mostraban un laberinto de roca, bosques, alturas y rincones, magnífico y bello: Serra de Queralt, Rasos de Peguera… quedan a nuestra espalda mientras subimos.
Al poco rato parece que llegamos a uno de los piquitos de la sierra. Pensamos que estamos en el Serrat de La Llebre. Pero la realidad es que estábamos en su antecima… más adelante nos daríamos cuenta. Fotos y vistas espectaculares hacia el norte. Hay un verdadero laberinto de crestitas y vallecillos muy escarpados y curiosamente precioso y espectacular entre las paredes norte de la Sierra de Busa y la cola y pantano de La Llosa del Cavall (que queda al noroeste y este de la Sierra de Busa. Hasta que no hemos llegado a esta altura no hemos podido verlo). Las vistas y el paisaje son excepcionales, acompañados por el sol y la aparente buena visibilidad no dejamos de hacer fotos. Las paredes norte que sobre nuestros pies se abren y caen de la Sierra de Busa crean en ocasiones, de lo verticales que son, unos desplomes de lisas paredes (surcadas por grietas verticales), impresionantes y soberbios. Magnífico.
Seguimos el cordal cimero de la sierra pensando que el siguiente piquito que veamos sea el principal y más alto, Serrat del Cogul. Pero cuál es nuestra sorpresa que al llegar a él vemos otro algo más alejado y alto que sigue el cordal cimero… entonces estamos ahora y de verdad en el Serrat de La Llebre a 1.521mts. La decepción por la equivocación se hace latente en quitárseme las ganas de llegar al pico más alto de la sierra… Desde aquí ya tendremos que comenzar el camino de regreso al coche, ya que se nos puede hacer tarde al haber comenzado tarde. De todas formas celebramos al cima de esta sierra como si fuera la única más alta. Solo 5 metros diferencian una de otra. Y admiramos y reconocemos las montañas con las magníficas vistas que tenemos desde aquí: hacia el norte el perfil desconocido y sur del Pedraforca con la barrera rocosa del Pollegó Inferior, el Port del Comte hacia el oeste, arriba del Pantá de La Llosa del Cavall y de las crestecillas al norte y que quedan bajo la Serra de Busa, la Serra d’Ensija a la derecha del Pedraforca y del Verd a la izquierda, y Rasos de Peguera al este bajo la Serra d’Ensija… entre otras… todo magnífico, verde y grandioso. Unas vistas envidiables en un gran día soleado que estaba quedando. Fotos de nuevo y más fotos de cima.
Bajamos un poco de la cima para buscar un reses, por que comenzaba a soplar un vientecillo algo molesto, y poder comer; ya ha pasado el mediodía hace tiempo. Cerca de las rocas de la cumbre y del precipicio que se abre hacia el norte, nos sentamos y sacamos los bocadillos. Al tiempo decidimos proseguir, sin subir, como ya he dicho antes, la cima gemela y 5 metros más alta. Y volver por otro camino hacia donde habíamos dejado los coches. Ahora cruzaríamos la mitad de la meseta de la Serra de Busa hacia el este y desde el alto templo de Sant Cristòfol que parece está en su mitad. Entonces lo que tenemos que hacer es bajar por esta suave loma de roca viva, piedras, matorrales o bosque (según la zona) en dirección al templo el cual sobresale allá abajo y mirando hacia el sur según vamos bajando.
Pero la senda no está clara. Como he señalado en el mapa del recorrido, he trazado unas marcas de puntos discontinuos como si hubiéramos ido monte a través. Y así ha sido porque, a pesar que buscamos algún rastro de senda, senderillo entre el suelo rocoso, pedregoso y el bosquecillo, según por donde nos mostraba el mapa Alpina, no llegamos a discernirlo, a descubrirlo (si es que había) y comenzamos a bajar, después de un recorrido transversal en la loma en busca de dicha senda o señal, en dirección al campanario y tejado de Sant Cristòfol. No debe de haber pérdida; pero otra cosa es como llegamos…
Entre monte a través y abriéndonos camino entre altos matorrales y cerrados bosquecillos de un barranco cercano que baja y pasa justo por detrás del lugar donde está el regio templo, llegamos al lugar donde los praderíos y espacios abiertos abundan más. Le damos la vuelta al templo para contemplar su entrada y parte que mira hacia el sur, ya que nosotros hemos llegado desde el norte por la suave pero salvaje pendiente. Sant Cristòfol es un edificio recio, altivo y sobresaliente entre árboles y bosquecillos cercanos. Pero a la vez sencillo y con una sola campana en el hueco de arriba para dos. Hacemos algunas fotos y enseguida busco, ahora sí, el camino a seguir de bajada… el único camino que llega o acaba en las puertas o cercanías del templo. Éste sale hacía el oeste, pero no por abajo del templo.
Mientras seguimos la lenta y muy suave bajada del camino, le vamos haciendo fotos en la lejanía como si se tratase de un antigua pirámide maya. Muy fotogénico. Este camino deriva en otro junto a unos laguitos o más bien estanques. Aquí a la derecha nos iríamos al caserío de Casa Vila y a la Presó Capolatell, famosa ésta última por ser una cárcel o prisión “natural” aprovechada por los franceses en su invasión, pero no dá tiempo a verla, decidimos seguir hacia la izquierda y enseguida otro cruce de caminos (Els Colls) hacia la izquierda también. Un simpático cartel nos indica los lugares que podemos visitar. Los caminos aquí, en mitad de la meseta de Busa, no tienen pérdida. Ahora seguiremos un camino transitable para vehículos en busca de La Bertonila y la pared del Cingle de Busa y dels Emprius para ya bajar por ella de la meseta al vallecillo (Vall d’Ora) donde tenemos el coche.
El camino es muy ameno y horizontal. El día sigue siendo soleado y con buena visibilidad con lo que vamos descubriendo (en la medida que nos deja la vegetación de los bosquecillos) el recorrido por el filo de la sierra que hemos hecho y que va quedando arriba a la izquierda. El camino cruza praderíos y bosquecillos de altos y sanos pinos que hacen las delicias de nuestros objetivos. Tanto Alberto como yo somos unos obsesos de las fotografías de montaña y paisajes. Llega un momento en que sale un camino hacia la derecha y en diagonal al que llevamos: si seguimos sin desviarnos llegaremos al lugar cercano de Les Collades que ya hemos visto y pasado al subir, con lo que decidimos seguir este nuevo camino a la derecha en busca de La Bertolina y las paredes al sureste del Cingle dels Emprius. Un cartel a la entrada del camino nos niega el paso: propiedad privada. Pero no hay prohibiciones de paso para un caminante, un aventurero y explorador.
En poco tiempo llegamos a los recios y curiosos edificios del caserío de La Bertolina: es una casa rural y tiene clientes y huéspedes que disfrutan de la tranquilidad del lugar, de las vistas y del ambiente sano de montaña o campo. Es un sitio idílico para buscar estas condiciones. Además en medio del praderío y de la parte este de la meseta, la semillana meseta de Busa. Fantástico. Rodeamos los edificios y caminamos entre ellos para buscar algún camino o senda que nos lleve hasta un estanque o lagunilla (parece que artificial) que queda al sureste de la casa y en medio de la meseta también. Según el Alpina hay una sendilla que viene del camino (que anteriormente seguíamos) que va a Les Collades y para en el filo de las paredes del Cingle de Busa, al sur. Con recorrido recto de norte a sur. Quiero llegar a éste para arribar a las paredes del Cingle de Busa al sur de la meseta, de la sierra y lugar.
Si que parece que haya una especie de camino o antiguo camino desdibujado que ahora solo sirve para caminar que desde el sureste de la casa nos lleva en dirección a la senda y estanque antes mencionados. Como cruzamos lugares y espacios abiertos sin arboledas ni matorral que nos estorbe, el camino a seguir es muy fácil y nada complicado. Mientras dejamos la casa de La Bertolina atrás, vamos haciendo fantásticas fotos del lugar, de la llana meseta y de sus límites con esos bosquecillos de altos y frondosos, llamativos pinos.
Pasamos junta al estanque, la balsita y apreciamos huellas, marcas de líneas en el terreno como si quisieran ser un sendero. Al principio parecía un sendero, pero al recorrerlo (en dirección derecha y sur) las marcas se pierden y decidimos ir monte a través por en medio del espacio abierto de prados y luego roca, tierra hasta inequivocadamente llegar a una pequeña elevación del terreno y a los límites de las enormes, amplias y espectaculares paredes, Cingles de Busa en su lado sur de la sierra, de la meseta. El paisaje es sorprendente, soberbio, magnífico y aterrador de ver tanta verticalidad tan seguida. Estamos cerca del Roc de Les Nou (en la misma pared) y nos paramos para admirar y maravillarnos con el lugar en el filo mismo de las paredes, de los precipicios. Las vistas son increíbles, el paisaje encantador y grandioso.
Debemos seguir por que poco a poco el sol imperioso va descendiendo y se nos va haciendo tarde. Seguimos por la indicada sendilla o recorrido casi en el borde de los precipicios hacia el este, hacia la izquierda según hemos llegado al filo de la pared. Hay un piquito que sobresale en medio de dicha pared, cingle y que hace como de punta o torre en esta increíble muralla: es el Turó de l’Escala Nova. La senda que seguimos nos llevará, rodeando este piquito por el lado donde no hay precipicio (lógico) en busca de una señalada bajada por el Cingle dels Emprius.
Justo al otro lado de dicho piquito, turó la senda está muy bien marcada y trazada, y un cartelito nos advierte: “Ruta del Plá de Busa a la Vall d’Ora pel Camí de Les Escales”, “Camí equipat. Camí amb pasos aeris…”, y es que ahora toca bajar por en medio de la pared, la pared que veíamos medio invisible por la niebla y las nubes desde el coche cuando iniciamos el recorrido. Y bajar también por una escalera: la Escala de Busa pone en el Alpina… a ver cómo está de equipada la bajada. Siempre es emocionante recorrer lugares y pasos así, el encontrarte obstáculos a salvar con ese toque de adrenalina que te supone el superar tus valores y miedos en rincones algo temerarios.
Y empieza el fuerte zigzag en la fuerte pendiente de bajada. Pero la senda es inequívoca. Cruzamos un barranquito con maderos puestos a modos de escalones y un cable en un lado de la pared por si las moscas. Después nos encontramos con la escalera vertical la cual hay que bajar por ella, y salvar algunos metros de pared vertical al final de dicho barranquito. Sin problemas y emocionante… tanto camino horizontal y aburrido, ya era hora de encontrar tramos de pericia y emoción, de temeridad controlada. Debajo de la escalera seguimos la senda que sigue algo más horizontal hacía el norte y noreste, bajo y sobre las paredes pegadas a ellas, en pasillos horizontales entre ellas, en busca de una casa, una construcción en medio de una amplia y menos vertical balconada: Orriols.
Aquí me despisto algo. El sol va bajando y la tarde va llegando a su fin con el próximo ocaso. Al llegar a esta casa creo estar más abajo por Cal Riuet o El Solà. Pero después de observar desde los lindes de Orriols las casas que hay más abajo, las paredes y cingles que aún tenemos de por medio para llegar al fondo del valle, y de mirar al mapa con elocuencia y más lógica… descubro que aún nos queda “mucho” por bajar. Desde la simpática construcción de Orriols seguiremos hacía la derecha y noreste, este, el camino transitable que cruza por en medio de este ancho pasillo entre las paredes. Al poco tiempo una senda señalizada y muy bien marcada que sale de este camino a la derecha y hacia abajo, será la que nos lleve hasta el fondo de la Vall d’Ora. Entre el Cingle dels Emprius y la Rua Alta. Cogiendo el hueco de un barranquito ancho pero vertical que parece suele llevar agua y que más abajo le llaman Torrent Moixi. Con tremendo zigzag de la senda bajamos un desnivel considerable, romperodillas… pero las vistas hacia la Vall d’Ora mientras bajábamos eran preciosas, hermosas, gracias a los colores del atardecer que la hacían aún más intensa y a la soledad del lugar, del recorrido, el disfrute era máximo, extraordinario…
Nos internamos por bosquecillos mientras la senda no paraba de bajar y de hacer el esperado zigzag, y entre éstos nos dejaban rincones libres para poder admirar las paredes y verticalidades que íbamos dejando arriba y a nuestras espaldas; como los 3 “espolones” de la Rua Alta. Precioso. La roca ya iba cogiendo un color anaranjado pastel, marrón clarito que se iba oscureciendo por la bajada del sol; y el sol ya quería dejarnos ocultándose detrás de las altas paredes que íbamos dejando atrás y arriba. Y por fin llegamos a la habitada El Solà. Aquí ya habíamos dejado las verticales paredes y vertientes más empinadas para llegar a puntos más habitables y cruzados por caminos. Pero de El Solà debemos seguir la simpática senda de bajada (que también estaba empinada) hacia la casa de abajo: Cal Teixidor, Cal Guirre. Ya en las orillas de l’Aigua d’Ora y en el fondo del mismo valle. Fotos y más fotos al valle, sus rincones, sus colores, su soledad y tranquilidad, sus preciosos paisajes: las casas, construcciones con sus utensilios e instalaciones de siempre, antiguas, de labranza y trabajos en al campo, una noria, establos… y detrás las magníficas y espectaculares vistas de las paredes de la Sierra de Busa, impresionante, magníficas, que quedaban ensombrecidas por la luz del momento y le daban un toque nostálgico y casi fantasmagórico a la vez. El Turó de l’Escala Nova sobresale a la izquierda como una autentica torre de defensa inexpugnable, vertical y amenazadora en medio de un murallón infranqueable. Las paredes de la Sierra de Busa desde la Vall d’Ora. Impresionantes, espectaculares.
Ya solo para llegar al coche hay que cruzar l’Aigua d’Ora desde Cal Guirre en busca de la pista al otro lado del valle, la cual es la misma que cogimos al salir de Sant Lleïr hacia Sant Pere de Graudescales. Por un caminito después del puente y a pocos metros llegamos a la nombrada pista. Solo hay que seguirla hacia la derecha esta vez y en otros pocos metros llegamos a las inmediaciones de Sant Lleïr. Está todo muy cerca. Mientras y aprovechando las vistas, aprovechando las pocas horas de sol, de luz y ese color especial que el ocaso, que el atardecer le otorga al paisaje con ese punto de encanto, melancolía y casi fantasmagoría, Alberto y yo no parábamos de hacer fotos. Parados, caminando, los dos hacíamos fotos hacia las mismas magníficas y preciosas vistas: arriba de las casas por las que hemos pasado al bajar, se puede observar, mientras llegamos a Sant Lleïr, toda la pared, todo el murallón de la Sierra de Busa en su sureste; entre los Cingles dels Emprius, Rua Alta y metido más al fondo del valle parte del Cingle de Les Estaques. Espectacular, soberbio, precioso y grandioso a la vez. Cristina ya está harta de tanto parón para hacer fotos, pero es que el paisaje lo merece. Alberto y yo permanecíamos embelesados y absortos mientras andábamos, corríamos y hacíamos fotos a la vez, en busca de Sant Lleïr.
Pasamos de nuevo por la puerta y casas del templo de Sant Lleïr y enseguida al otro lado el parking con nuestros coches esperándonos. El sol ya se ha puesto por detrás del murallón de la Sierra de Busa y es preciso salir para no llegar muy tarde a casa y a la vez coger la carretera principal entre Solsona y Berga. El lugar me ha impresionado por su soledad y belleza. Las vistas son espectaculares y los recorridos magníficos y nada difíciles. Volveremos para visitar aquella cárcel natural de la que todo el mundo habla: El Capolatell; y para subir y alcanzar su cima más alta a la vez que visitar otros rincones que han quedado por admirar y disfrutar. Precioso, agreste y salvaje este Prepirineo Catalán.