Después de haber subido La Coscollada, el Turó d’en Galceran, el Turó de Céllecs, Castell de Burriac, Montcabrer, El Corredor… me faltaba otra alta culminación en esta cordillera de las sierras litorales catalanas que miran al Maresme y al Vallès: el Sant Mateu de 499 mts. de altitud. Hace poco tiempo ya ideaba rutas largas para, siguiendo la ruta “Meridiá Verd” y el G.R.-92, pudiéramos pasar por dicha cima. Pero fue cuando Anna vió un curioso reportaje de la Ermita de Sant Mateu y su original campanario, cuando ya decidí planear una rutilla circular de una mañana, ayudado por la web de Itineraris de la Xarxa de Parcs Naturals (lástima no tener la misma web en las otras provincias catalanas), saliendo desde un punto alto y accesible, casi, del pueblo más cercano al Sant Mateu y a Barcelona: Teià. Además, aprovechando la cercanía del mar, bajaríamos al final de la jornada montañera a la playa para darnos un bañito… ya que la ruta se pretendería hacer en pleno verano.
Así pues el pasado sábado 28 de agosto, entre desentendidos y maltrechos resultados en las convocatorias por Facebook (ya no existe Cúspidis), salimos 5 compañeros a realizar la ruta: David, Raquel, Kike, Anna y yo. El punto de encuentro sería el parking del Cementerio de Teià, lugar perfecto para realizar la actividad. Yo nunca había estado por estos parajes, no conocía ni había pisado esta parte de la Serralada Litoral, pero entre los mapas del ICC y las rutas de la Xarxa de Parcs Naturals no tendría que haber problema… tampoco realizaríamos una actividad descabellada en la que nos pudiéramos perder.
Al final, gente que se apunta y se borra en el último momento… pero parece que esto de Eventos de Facebook funciona “regular” (no es lo mismo que Cúspidis). Pongo en el gps del coche la calle “Doctor Barrera, Torrent” de Teià y nos lleva por una calle estrecha y adoquinada, y después, ayudado por los carteles en el centro del pueblo de “Cementiri”, hasta las puestas del soleado cementerio al final de la calle “Camí del Cementiri”. No hay pérdida.
Por la mañana la desagradable sorpresa de que cierta gente que se había apuntado, no se venía, pero a la vez la agradable y simpática sorpresa de que se había apuntado nuestro amigo David de Girona, también a ultimísima hora. Y fue cuando lo encontramos junto con Raquel en el parking del cementerio.
Salimos por detrás del cementerio donde hay un camino. Éste, enseguida, se divide en otro camino que sale a la izquierda con señales y postes señalizadores. No iremos por éste; éste será el camino por el que regresemos a los coches. Seguimos el camino principal a la derecha, y al poco tiempo sale otro a la izquierda cogiendo pendiente y a la vez menos transitado. Las marcas y postes señalizadores de que es una de las rutas del parque natural no engañan. Por ello seguimos éste camino, y seguimos, ahora sí, las marcas y postes señalizadores del itinerario del parque. Me parece que en estos postes pone algo así como “Meridiá verd”, y es que seguiremos esta parte de la ruta hasta las cercanías de Sant Mateu.
El camino hace muchas revueltas, se empina, no tiene partes horizontales, coge altura rápidamente y entre el calor estival y los esfuerzos agotadores del que no se acostumbra al calor y a hacer ejercicio a la vez, la subida es sufrida para algunos de nosotros. El agua es parte imprescindible en casi cada parada de espera y descanso. Enseguida comenzamos a ver el paisaje que se agranda a cada revuelta del camino: la costa del Maresme con el Masnou abajo, y entre la penumbra de contaminación o polvo en suspensión, Barcelona más al sur, que llama más la atención… desde arriba lo veremos mejor.
Casi arriba del todo de la loma que mira al sol, entre pinares y zonas despejadas, llegamos a parar a otro camino más principal. Estamos bajo y muy próximos del Turó d’en Baldiri (431 mts.) del cual, ya hace tiempo veíamos allá arriba en su cúspide, la torre de vigilancia de incendios muy bien ubicada. Saltamos la cadena en medio de dicho camino y al poco tiempo se allana y llega a una especie de cruce y explanada donde nos encontramos un coche. Suponemos que es el coche del guarda, con lo que pensamos la cima del Turó d’en Baldiri está muy cerca. Bajo unas grandes encimas coge una buena sombra el coche; y entre éste y la cadena de otro corto camino a la izquierda, una sendilla nos deja a los pies de la torre de madera. Anna ya hacía unos minutos que quería almorzar, contestándole que aquí arriba lo haríamos. Y bajo la sombra de la torre, de la cual no llegó a asomarse el guarda (a pesar de que lo oyéramos caminar en la garita), con vistas a la costa del Maresme y Barcelona, en la misma cúspide del turó, almorzamos tranquilamente para seguir la tranquila y calurosa mañana de montaña.
De momento el itinerario planeado era fácil y sencillo, no había pérdida. Después de almorzar seguimos caminando, ahora por la cima de la loma horizontal, dirección noroeste hasta encontrarnos con otra pista más principal. El paisaje es bonito, de pinos piñoneros altos y frondosos, a pesar de percibir en ocasiones rastros de antiquísimos incendios. Llegamos a la nombrada pista y veo, al otro lado de la misma metido como en un sendero, un poste señalizador de itinerario del parque. Hago parar al grupo y me acerco al mismo. Por estos lares ya hay más gente, y un corredor baja sin parar por el mismo. Rápidamente le hago una pregunta de respuesta corta y rápida para no interferir en el entrenamiento del corredor: “¿por aquí se va a Sant Mateu?”, “si”. Perfecto. Cogeríamos esta sendilla transitada para llegar a nuestro objetivo.
Siguiendo la misma sendilla que cruza campos agostados y pasa junto a un gran pino y sombreada vegetación, derivamos en un camino después de hacer un giro de dirección del noroeste al noreste: a la izquierda podemos ver una formidable construcción, es La Riera, una masía de labor de magníficas proporciones y originales perfiles, a la derecha seguimos el camino sombreado por altos pinos y que nos dejará en la misma Ermita de Sant Mateu. “¡No hay bar aquí!” Exclamamos chistosamente, al comentar que algunas de las salidas realizadas culminaban en un bar en la cima del objetivo.
Ya estamos en Sant Mateu. El pico o punto más alto originalmente lo dejamos a nuestra derecha y detrás, pero la ermita o construcción en sí, no dista mucho del mismo, ni en distancia ni en altitud, ya que casi todo es un imperfecto llano. Justo una línea de alta tensión pasa por su cima. Ya estamos sobre esos 499 mts. de altitud. También justo aquí nos encontramos con el conocido (por mi) G.R.-92, sus postes señalizadores al comienzo de la explanada de entrada así lo indica. Nos sentamos a la sombra en la planicie adoquinada a modo de patio exterior que forma la entrada de la ermita; junto a ésta no hay un bar, pero si una especie de hospedería. Hacemos otra comida y charlamos amistosamente mientras descansamos, admiramos el lugar y observamos el famoso y pequeñito campanario de la ermita, único en el mundo (según decían en el documental) por estar de lado en lugar de enfrente a aquellos que entran por su puerta. Curioso. Pero la ermita es pequeña y muy antigua, no es de una majestuosidad mencionable. Grandes Quercus solitarios hacen sombra en los caminos cercanos al lugar; y un par de fotógrafos profesionales (lo intuyo por sus “pedazo” de cámara y que siempre fotografiaban lo mismo) no paran de fotografiar una planta, unas florecillas muy al alcance de todos; nos hace pensar si no serían de una especie única en peligro de extinción, pero por otro lado la ubicación del objetivo fotografiado estaba muy a la mano de cualquiera… no sé.
Debemos volver, y desandamos el camino hasta la pista anteriormente mencionada, donde me encontré al corredor. Pero ahora en lugar de cruzarla, la seguimos hacía la derecha y abajo, hacía el valle donde se encuentra Teià. Enseguida un mirador al borde de la pista y de la ladera: El Mirador de La Cornisa. Nos paramos y hacemos la foto de grupo. Hay un joven con el torso desnudo que bajaba por la pista, un grupo de ciclistas veteranos y un guarda que vigila el lugar de incendios. Hace poco que hubo el desgraciado y funesto incendio del Empordán, y este fin de semana iba a ser de especial riesgo de incendios también; la montaña, más que nunca ahora, está muy vigilada y observada. ¡¡Muy buen trabajo!! El mirador está ubicado hacía las magníficas vistas de Barcelona y, a pesar de la neblina, podemos identificar calles, avenidas, edificios, monumentos… Extraordinario. El guarda nos hace una foto de grupo para inmortalizar la actividad, y seguidamente bajamos por un destartalado camino a la izquierda del mirador, que baja con ímpetu la ladera.
Enfrente tendremos en toda esta bajada de la ladera, las imponentes vistas de la urbe de Barcelona y ciudades adyacentes que, desde una distancia no muy alejada, nos ofrece una de las mejores vistas de la ciudad y comarca, casi como las que hay desde Collserola. Por ello en toda la bajada de esta ladera encontraremos varios miradores o lugares para parar, sentarse y admirar el paisaje.
Siguiendo el camino hacía abajo, debíamos desviarnos hacía la izquierda en busca de algún monumento, casa, construcción que venía en el mapa del ICC fotografiado con mi cámara en la pantalla de mi ordenador. Y en una curva cerrada hacía la derecha, en su mismo punto de inflexión salía un camino, bien definido, a la izquierda, hacía el sureste, que rápidamente nos deja en lo que parecía una especie de monumento, estatua… siendo al final el Sagrat Cor (un Sagrado Corazón, como el de Río de Janeiro o el de la iglesia de mi pueblo, Almoradí). Éste ya lo habíamos visto desde arriba en los miradores, o sea, que aquel punto que salía en el mapa, era el Sagrado Corazón. Éste miraba con los brazos abiertos hacía el sureste, hacía la apertura del valle, hacía el mar…
Desde aquí ya volvíamos a tener postes señalizadores de los itinerarios del parque; y ya sabía que debíamos seguir en la dirección sureste-este, saliendo del valle y cruzando la ladera. Volvíamos por detrás del Sagrat Cor y encarando la ladera, por la senda en busca de Teià y del Refugi de la Ferreria del Vedat. Ya había comenzado a apretar el calor, y en cada fuente que nos parábamos nos refrescábamos: antes del Refugi de la Ferreria del Vedat está la Font de Les Perdius, por la que pasábamos. Seguido venía el Refugi de la Ferreria del Vedat, su mirador y un señor “tomando el fresco” mientras se deleitaba con las vistas. A mi que el letrero del poste señalizador pusiera Teià me mosqueaba, pero íbamos correctamente como había previsto. De todas formas Kike le preguntó al señor y le indicó justo el camino que debíamos seguir que era el que estaba planeado: seguimos los postes en dirección Teià.
De nuevo subíamos algo por la ladera más o menos boscosa de pino piñonero, siguiendo la senda señalizada. Aquí el paisaje se vuelve simpático, casi verde y bello: entre grandes pinos separados, solitarios y otros agrupados… Ésta parte fue bonita. La senda deja de subir y deriva, al otro lado de un barranco, en un camino que baja casi de las proximidades del Turó d’en Baldiri. Seguimos el camino hacía la derecha, hacía abajo; y coge dirección general sur-sureste, a pesar de vueltas y revueltas. No hay pérdida, todo señalizado. Pasamos junto a un lugar donde una agrupación de rocas graníticas me llama la atención, además hay un grupo de personas, con niños, paradas a su sombra y como “admirando” el lugar: ahora sé que son Les Rocs d’en Flores. Hubiera sido un lugar para deleitarse con sus originales formas, pero seguimos pista abajo. Seguida, con una marcha algo más rápida y segura, nos topamos con otra fuente con su chorrillo de agua: La Font del Pericó d’en Canal. Nos remojamos. Ya falta poco.
Por fin llegamos al cementerio de Teià saliendo por la pista que anuncié nuestra bajada al principio de la marcha. Antes hemos estado viendo la población de Teià desde las alturas, y hablando de sus casas antiguas y calles estrechas, curiosas y simpáticas, que desde las mismas alturas del camino se veían.
Y para culminar la mañana, nos dirigimos a la playa del Masnou para darnos un baño… ¡¡Coño, 3’50 € por aparcar!! El baño de menos de una hora nos salió caro, con muy pocas ganas de volver a estas playas. Pero ha sido reconfortante poder compartir las actividades con los amigos Cuspidianos, aún sin ya existir Cúspidis. Seguro repetimos después del verano. Feliz verano y felices montañas.