Aprovechando una de las “Mega Lunas” de este verano, el pasado sábado de julio decidimos visitar uno de los lugares ya recorrido anteriormente en otras excursiones pero con la fama de ser un lugar de antiguas reuniones de brujas y otros personajes de la noche y del esoterismo: el Dolmen de Pedra Gentil. Y a la vez cerca de éste la abandonada y misteriosa Iglesia de Santa Eulalia de Tapioles; construida en mitad del bosque sin población cercana a la que puedan dar culto sus feligreses y con apariencia de santuario y rectoría. Antiguamente se construían este tipo de templos en lugares donde había una tradición pagana, druida, mística… para cambiar esa tradición, esa costumbre y magia encubriéndola por la religión cristiana. En ocasiones podría ser una de las razones por las que aparecen estas iglesias y templos solitarios, lejos de poblaciones; inusual. Y en las proximidades nos encontramos con los dólmenes y con las antiguas historias del lugar.
La predicción de esta noche era de lluvia, tormentosa, pero no desistimos para realizar la actividad. Raquel, Anna y yo seríamos los aventureros que nos internaríamos en esta noche de Luna Llena en un lugar tocado por la historia del misterio y del esoterismo en este valle de las brujas. Aunque los lugares ya no era la primera vez que los visitábamos, sí el lugar de inicio de la misma actividad y las horas tardías elegidas.
Justo al llegar a Vallgorguina desde Sant Celoni te desvías hacía la derecha buscando un aparcamiento para el coche y el puente que cruza la misma Riera de Vallgorguina. Son las 9 de la noche pasadas y el cielo amenaza agua y oscuridad cuando salimos de Vallgorguina cruzando el puente antes nombrado y girando justo nada más cruzarlo hacía la derecha por un ancho camino dominado por altos, numerosos y casi monumentales árboles de rivera.
A pesar de la oscuridad el lugar aparece precioso. Es el Plá del Forn (según viene en el mapa Alpina), y este camino sigue paralelo al curso de la Riera de Vallgorguina y a la vez está marcado con pintadas de G.R. blancas y rojas. Es el G.R.-92.
Seguimos fácil este camino mientras caen unas pocas gotas y al poco tiempo aparece la depuradora de Vallgorguina. La dejamos atrás y a la izquierda sin salirnos del camino. Al poco tiempo llegamos a un cruce de sendas y recorridos: a la izquierda dos sendas ya se internan hacía la sierra y arriba: una sigue las marcas del G.R. y la otra unas marcas de P.R. blancas y amarillas. Seguiremos por el del P.R. y a la bajada lo haremos por las del G.R.
Antes de internarnos en esta ancha senda quiero acercarme a la marca que sale en el mapa de “esglesía vella” y seguimos el mismo camino pasado el desvío. Al poco tiempo buscamos la “iglesia” o el templo o la construcción que sea, pero solo descubrimos las ruinas de una vieja casa metida en un bancal o huerto con altas plantas y tras una cerca o cable metálico. Lo dejamos estar y volvemos al cruce de recorridos para seguir por el recorrido antes nombrado del P.R. que sube por el vallecillo del Sot de Can Sumana.
Parece que las gotas aprietan y la lluvia hace acto de presencia mientras subimos por la ancha senda. Nos paramos para ponernos los chubasqueros después de ver que no aflojaba y que ya estábamos calándonos. Pero como una Ley de Murphy al poco tiempo de equiparnos deja de llover.
Poco más arriba dejamos el Sot de Can Sumana y giramos a la derecha. La misma senda nos deja en otro camino que es el que lleva el G.R. Seguimos éste hacía arriba y la izquierda y al poco tiempo otro cruce con otro camino que sale casi paralelo pero más abajo y a la derecha. Las marcas de G.R. siguen por el camino que parece sube más y queda a la izquierda, nosotros las dejaremos y seguiremos el camino de la derecha, que no sube tanto y parece que llanea cruzando la ladera de El Corredor en dirección noroeste en busca del Dolmen de Pedra Gentil.
Por el camino las luces del día ya van desapareciendo, las nubes siguen acechando pero comienza la magia de la noche mirando hacía atrás las luces del pueblo de Vallgorguina bajo el Montnegre cubierto con el sombrero de una nube. Y delante el atardecer entre La Selva y el Vallés con el cónico monte del Castell de Montsoriu en el centro. Espléndido.
Este camino nos deja, subiendo algo casi inapreciable, hasta el Plá d’en Duran. Cruce de caminos y pistas que ya reconocemos. Antes hemos dejado un viejo camino que salía desde la parte más alta de éste que llevábamos y bajaba hacía la derecha y este. Después volveríamos al lugar para explorar dicho camino.
Los coches pasan por la pista en el Plá d’en Duran, y se oye música, pero no son ni brujas, ni akelarre ni sonidos misteriosos. Parece que hay una fiesta por alguna masía cercana. Desde aquí solo tenemos que acercarnos hacía la parte norte y derecha de la enorme y desmesurada pista donde ya vemos las indicaciones del dolmen de Pedra Gentil. La noche casi ya es cerrada pero la nube sobre El Corredor, sobre el valle de las brujas, no deja que la luna llena se descubra con su enorme tamaño en esta noche.
Llegamos a la cima del montecillo donde en cuya cima se yergue el reconocible dolmen de Pedra Gentil. Subimos como si fuera por escalones entre las raíces de los pinos hasta llegar a la construcción megalítica. Fotos nocturnas y sacamos la cena. Justo en ese momento comienza a llover de nuevo con algo de fuerza, y nos refugiamos en el interior del dolmen con un techo de roca con goteras. Antes y como otras veces que hemos estado aquí, le he hecho unas fotos al campanario de la Iglesia de Santa Eulalia de Tapioles que sobresale entre las copas de los pinos del denso bosque; siniestra, solitaria y casi pavorosa con un fondo rojizo, oscuro del mismo ocaso y atardecer del día. Inquietante.
Entonces después de cenar, ya con noche cerrada, decidimos pasar por la abandonada y arruinada Santa Eulalia de Tapioles. De momento no hay nadie más por estos lares. Estamos solos en la montaña ahora abrigada por la oscuridad. Bajamos del dolmen por donde hemos subido hacía la pista. Seguimos la pista dejando a nuestra espalda el montecillo donde estaba el dolmen de Pedra Gentil; a la izquierda aparece el camino por el que hemos salido viniendo de Vallgorguina, lo dejamos y nos salimos más adelante a la derecha y bajando poco por otro camino menos principal que la pista por la que caminábamos. Debo de llevar cuidado para encontrar el escondido camino atajo que nos desvíe de este otro camino hacía la derecha del mismo y nos lleve, entre la maleza y la pinada hasta las ruinas y construcciones abandonadas del templo de Santa Eulalia de Tapioles.
La oscuridad lo inunda todo cuando llegamos hasta los abandonados muros ruinosos del templo de Santa Eulalia de Tapioles y de las construcciones pegadas a la misma. Solo los flashes de la cámara nos iluminan breve y asustadamente, pero no encontraremos nada más que sus piedras huecas y casi derrumbadas. El solitario lugar no nos ofrece más allá que ruinas y oscuridad, después de recorrernos sus estancias y rincones… y la luna sin salir. Entonces después de un rato decidimos volver al coche.
Desandamos el camino hasta la pista, y antes de llegar a la subida al dolmen de Pedra Gentil de nuevo, giramos a la derecha para seguir por el mismo camino por el que aparecimos para desandarlo en dirección ahora a Vallgorguina. Por allí se encuentra una enorme encina, pero con la oscuridad no llego a descubrirlo… ni ojeando con el frontal.
Siguiendo el camino ya recorrido pero en la dirección contraria ahora, llegamos en medio de la oscuridad a la parte más alta del mismo de donde sale otro camino más abandonado, el cual ya había descrito antes. Según el mapa este baja la ladera en dirección a una construcción llamada La Rectoría Vella, muy cerca de aquella “esglesía vella”, y de esta manera saldríamos al camino que, paralelo a la Riera de Vallgorguina, nos llevaría hasta el punto de partida; sería el mismo camino que seguimos al principio al salir de Vallgorguina, pero éste lo cogeríamos más allá de las supuestas ruinas de la “esglesía vella”. Por ello intentamos seguir este camino hacía el este y abajo en medio de la oscuridad de la noche y del bosque.
Pero este camino está abandonado y poco a poco, mientras bajamos por él, se va cerrando la vegetación sobre él. Hasta llegar a un punto en que era imposible seguir. Con lo que tuvimos que retroceder hasta llegar al camino anterior ya conocido. Al menos, internados por estos rincones de El Corredor pudimos disfrutar de los pocos habitantes del bosque que se dejaban ver: magníficas telarañas, Pets de Llops… y de repente la Luna Llena entre las nubes por fin aparece enorme y luminosa, aunque debemos darnos prisa en fotografiarla pues se oculta y aparece según se mueven las nubes.
Volvemos al camino y esta vez giramos a la izquierda y sureste desandando lo ya caminado para llegar al dolmen. La luna llena preciosa y grande sale nos ilumina las veces que está entera en lo alto del cielo. Por el camino nos paramos en algunas ocasiones para fotografiarla en un firmamento oscuro por la noche cerrada. Ahora llevamos algo más de prisa y vamos andando con más ligereza.
Volvemos al camino marcado por el G.R. y ahora seguimos por éste girando a la izquierda y abajo. La bajada es rápida pero cautelosa. Ahora la vegetación nos impide ver el horizonte con la luna llena, esa mega luna. Con las vistas por el camino anterior hacía la Luna, ya habíamos aprovechado para adorarla y fotografiarla mientras disfrutamos de su presencia en medio de los solitarios y oscuros nocturnos bosques de El Corredor y el valle de las brujas.
Ahora seguimos el G.R. hacía abajo sin desviarnos; si al subir elegimos una senda marcada como P.R. (paralela a éste) que pasa por el Sot de Can Sumana, ahora seguiremos al G.R. que acabará abajo en el mismo cruce con el camino hacía Vallgorguina (el que pasa por la depuradora) y con la anterior senda ya nombrada y recorrida en la subida. La bajada es rápida y antes de lo que pensamos llegamos a dicho cruce.
Giramos a la derecha por el camino ya reconocido, y seguimos desandando el camino hacía el este y sureste. Volvemos a percatarnos entre la oscuridad de las marcas de G.R. entre los altos y hermosos árboles de bosque de rivera que nos guía hacía Vallgorguina. No hay pérdida. Volvemos a dejar la depuradora, ahora a la derecha, y atrás, y seguimos por el espléndido camino que parece pequeño, extraño, corto… misterioso, impredecible gracias a la oscuridad de la noche. Parece que le dá otro aspecto, que cruzamos otros bosques, inmensos, perdidos entre la oscuridad. Entre las laderas boscosas giramos la vista a la derecha y admiramos de nuevo la luna llena, hermosa, muy brillante en medio de un horizonte a no mucha altura. Hermosa, espectacular.
Enseguida llegamos al cruce del camino y seguido a la izquierda el puente para entrar a Vallgorguina. Ha sido una marcha tranquila y fácil. Lástima las nubes que no nos dejaron admirar la primera mega Luna del verano al principio; pero siempre es inquietante acercarse a parajes de leyenda y misterio.