De nuevo tenía que ir a los Alpes. Ya habían pasado 4 años desde la visita al Gran Paradiso en el Valle de Aosta en los Alpes italianos y este año ya decidí de una manera u otra ir a Alpes y visitar, ascender alguno de sus magníficos picos de más de cuatro mil metros.
Esta vez, después de negociaciones, opciones, sugerencias que, a lo largo de este año 2.016 fueron surgiendo para realizar ese viaje y actividad a los Alpes, solamente nos atrevimos un reducido grupo de 3 personas: Mario de Albatera, que ya me acompañó el año pasado en La Alta Ruta de los Perdidos, Luis Segura, hermano de Quique Segura que también nos acompañó en la cima del Gran Paradiso, y yo ¡¿Solo tres?! Pues al final, entre divergencias y diferencias de opiniones u opciones, el resto de compañeros irían a los Alpes pero a hacer una actividad diferente.
El Macizo des Écrins con su cima más alta el Barre des Écrins (4.102 mts.) era nuestro principal objetivo ¿Por qué Écrins? Realmente es un macizo alejado del resto de los cuatromiles de los Alpes, es el primer cuatro mil de la cordillera que te encuentras si vienes desde el Mediterráneo, el más meridional creo, además ello lo hace ser un cuatromil solitario (entre los cuatro miles de la cordillera) pero no por eso menos espectacular o desafiante. De hecho las fotos e información que recogíamos en internet (aparte de la que me proporcionaba en su medida Javi Berenguer), nos hacía ver que la montaña, el macizo y todo el conjunto en sí, eran excepcionales, espectaculares y muy alpinos, todas las características de una gran cordillera, de un gran macizo alpino, se daban en este macizo, en esta montaña… y por estas y otras razones que iré describiendo, puse por objetivo el Barre des Écrins.
Os dejo pues con mi diario escrito in situ y diferenciado por el color azul de sus letras. Incluyo comentarios a posteriori, o explicaciones, con el color normal, oscuro de las letras. Espero que os guste y os despierte una buena inquietud por esta montaña si no la conocéis.
Día 10 de julio, domingo. Viaje.
Salimos de casa a las 08’45 horas pero debemos hinchar la rueda trasera por que por el peso de las mochilas se le nota muy desinflada. Luis y Mario piensan que está pinchada.
Por cierto Luis y Mario han pasado la noche en casa llegando desde Valencia y Albatera en el pequeño coche de Luis. Cenamos y nos bañamos en la piscina, un exitoso preliminar antes del viaje.
Y por fin cogemos la autopista camino de Girona, Francia y la habitual dirección para ir a los Alpes en coche desde Cataluña. Lo único es que en Nimes en lugar de coger dirección norte hacia Valence, Lyon, seguimos hacia Arles, Marsella, y poco después de Arles cambiamos dirección Aix-En-Provence. Aquí cogemos dirección norte hacia los Alpes. Después de buscar una salida con la buena dirección (ya que la idónea estaba cerrada por reparaciones de vallas), salimos en dirección a Gap.
Paramos a comer y repostar en el área de servicio de Manosque. El termómetro del coche marca 37º, hace calor aquí fuera del Ford sin el A/A. Reemprendemos viaje y justo cuando se acaba la autopista un cartel nos indica Briançón. Hacia aquí vamos siguiendo siempre los carteles de esta población y metiéndonos por carreteras secundarias y pueblecitos. Circundamos así Gap sin pasar por esta población, hasta que ya salimos a la carretera buena Gap-Briançón en dirección a éste último.
El macizo se encuentra más al sur del Gran Paradiso o Mont Blanc, bastante más al sur. De hecho el camino más corto es casi coger dirección Marsella y llegados a un punto girar hacia el norte para introducirnos en la cordillera desde Gap. Si miramos un mapa veremos que está a la misma altura latitudinal que Valence y al sur de Grenoble y Turín. Es un macizo extenso y muy alpino con solo 2 alturas que superan los cuatro mil metros pero rodeado de valles profundos o anchos que lo circundan, valles con notables señales de erosión glaciar, que lo hacen limitar y diferenciarse del resto de montañas y macizos cercano
El viaje se torna más alpino y un gigantesco lago encajado a lo largo de un ancho valle aparece ante nuestros ojos. Hermoso. Hay mucha actividad en el lago. Este es el Lac de Serre-Ponçon que lo seguimos en la carretera longitudinalmente. Nubes grandes y algodonosas amenazan y adornan a la vez el horizonte. Tormentas por la zona de Aosta y Gran Paradiso.
Antes de llegar a Briançón y siguiendo la carretera con sus cambios de direcciones, llegamos a l’Argentiere-La-Bessée. Recuerdo el nombre al ver sus carteles por el famoso glaciar del Mont Blanc. Aquí os desvaímos y entramos en el pueblo en dirección a Vallouise y Ailefroide, adentrándonos en el espectacular Macizo Des Écrins. Alpes, impresionantes. Nos quedamos en el Camping de Ailefroide, son las 5 de la tarde pasadas. Vistas a las impresionantes agujas, menos calor, tranquilidad y descanso. Mañana toca la subida al Refugio des Écrins.
Ailefroide (1.507 mts.) es el último pueblecito del valle antes de que la carreterilla llegue a su punto más alto y acabe en el llano de Pré de Madame Carle, desde donde comienza la subida a los refugios que visitaremos y al Glaciar Noir. Las agujas mirando hacia el este desde el camping ya comenzaban a llamarme la atención: una parece un fraile, como aquella aguja en Sierra Nevada camino de Elorrieta, y el resto puntiagudos pináculos, vértices de estas inmensas catedrales de roca y granito… de hecho y mirando en el mapa francés Meije, Pelvoux, Parc Nationale des Écrins del Instituto Nacional Geográfico francés una de las agujas tiene el nombre de Aiguille des Freres Etienne.
Después de la cena nos damos una vuelta por el pequeño pueblecito. Los franceses están todos parados viendo el partido de fútbol de la final de la Eurocopa: Francia-Portugal. No nos quedamos a verlo, pero al final gana Portugal.
Al final los 3 cabemos bien en la tienda que compré, la Vaude Space II, no estamos apretados como pensaba Mario que estaríamos, pero las mochilas las dejamos en el coche. No caben.
Día 11 de julio, lunes. Subida al Refugio Des Écrins (3.175 mts.).
Nos despertamos puntuales, a las 7 de la mañana. La tienda está mojada por la transpiración nuestra y la diferencia de temperatura. Debemos desmontarla y dejarla al sol para que se seque. Mientras decidimos desayunar y preparar las mochilas para la subida y ataque.
Esta vez no haremos actividad de aclimatación, ni trekking suave y previo a la actividad principal (subir al refugio y subir al pico). En un principio la idea era salir el mismo sábado para domingo realizar dicho trekking en un valle o recorrido cercano, como en la última visita a los Alpes al Gran Paradiso. Siempre es preferible hacer este tipo de ejercicio antes para calentar motores, para alertar a tu cuerpo de lo que se le viene encima; y es menor recomendatorio hacer lo que hicimos aquí: al otro día de llegar subir directamente al refugio. El cansancio del viaje u otros menesteres pueden afectar los ánimos y el cansancio se acumula ¿Por qué domingo y no sábado? Mario pocos días antes de salir dudaba en venirse o no por una vieja lesión de correr, entonces nos comentó que mejor no se venía. Al verse Luis solo comentó que mejor respetábamos el sábado para que el trabajase y no tuviera líos con sus jefes, y así quedó la cosa. Después Mario volvió a decidir el venir, pero ya teníamos pensado y planeado salir domingo. Entresijos de un viaje y su preparación. Va y ven de decisiones que no tienen o deben afectar al final y éxito de la misma…
Después de recoger y pagar el camping salimos en dirección a la parte más alta de la carretera, hasta donde se encuentra el Refugio Cézanne y un amplio parking. Hay coches pero no está abarrotado. Antes de llegar vemos que tenemos que pagar 2 € por dejar el coche. Una señora con gorro rojo nos cobra. Ya estamos en Pré de Madame Carle a 1.874 mts. Desde aquí todo es caminar y subir. Nada de coche. Aquí ya empieza la actividad. El tiempo ha despertado bueno, ni una nube. Pero con el paso de la mañana comenzaran a formarse nubes amenazadoras que cumplían por unos minutos su amenaza de lluvia. Ayer en el paseo por el pueblo pasamos por la Casa de La Montaña que aunque cerrada pudimos ver el parte meteorológico para esta semana: hoy lunes lluvia al final del día y tarde, martes malo, y miércoles y jueves muy bueno con una bajada de temperaturas.
Tenemos reservada tres noches en el Refugio Des Écrins: lunes, martes y miércoles. Al final nos vendrían bien estos días.
Repartimos material y cuerdas y salimos en busca de los refugios de Écrins. Tenemos un desnivel de unos 1.300 metros desde donde dejamos el coche hasta el refugio donde tenemos la reserva, el más alto. Pero más o menos en la mitad tenemos el Refugio del Glaciar Blanc.
Atravesamos una zona llana de derrubios del río que baja de los glaciares. Es una planicie que en Cataluña la llamarían Aigües Tortes. Un puentecillo nos inicia la temible subida en zigzag a la izquierda de la escabrosa y encajonada bajada de un río. Éste es el río que baja del Glaciar Blanco, zona a la que nos dirigimos.
Las vistas hacia las montañas por el momento no eran tan espectaculares o hermosas: el lugar era una especie de circo abierto por un escondido lado hacia el Glaciar Noir que n dejaba ver, desde este punto, la mayoría de las altas cimas de más de 3.400 metros. Más bien era una especie de mezcla de pared rocosa con laderas herbosas empinadas con nada especial o diferente de cualquier otra verticalidad o montaña. Teníamos que ir subiendo y cogiendo altura para ir percatándonos del lugar y espectacularidad de paisaje en el que nos estábamos metiendo.
El zigzag es implacable y la senda está muy bien marcada. Sube mucho curioso, dominguero y excursionista, y alpinistas en busca del Refugio Des Écrins. A la vez el calor comienza a quemarnos la piel y a deshidratarnos. Esperamos subir lo suficientemente alto para poder sentir el frío de la alta montaña.
Al cabo de poco más de media hora de subida Mario se da cuenta de que ya no tiene la cuerda en su mochila ¡Se le ha caído! ¡¿Dónde?! Yo le digo que en toda la subida no se la he visto. Le enseño fotos y así es ¡Nervios! Mario se exalta a su manera, yo intento conservar la calma. Gritamos a Luis que va más arriba. Al final Mario y Luis deciden bajar sin mochilas a buscar la cuerda ¿Dónde estará? Mario pensando mal dice que ya se la habrá llevado alguien. Yo me quedo guardando las mochilas y observo desde las alturas el largo camino zigzagueante de bajada de la pareja. Cada vez que se encuentran con alguien, le preguntan por la cuerda.
Al cabo de un tiempo los vuelvo a ver como suben, pero no veo si llevan la cuerda. Han bajado toda la ladera hasta el puente que cruza el río que viene del Glaciar Noir pero que desde mi posición no lo llego a ver. A medida que suben y los veo mejor observo que Mario lleva colgando la cuerda ¡La han encontrado! “¡Justo en el mismo puente estaba!” me dice Mario. “Bueno, descansar y proseguimos la subida”.
Mientras esperaba y aprovechaba para descansar (que por lo visto no estaba en la forma que debiera o recuperado del cansancio del viaje, casa, trabajo…) pensaba en las formas y cómo haríamos si solo nos quedaba una cuerda; para subir, rapelar (solo 15 metros ¿y si hay más distancia en la pared?…) A la vez pensaba en el puro que le iba a echar a Mario por ser tan descuidado, pero me resigné y solo le comenté lo importante que era llevarlo todo bien atado y compacto a la mochila. Creo que me faltó algo de liderazgo en este viaje; para apartar los fantasmas de la decepción y la incertidumbre. Si alguien decide (en general) por todos, y ese alguien tiene las cosas claras, al menos sus razonamientos, es más fácil de seguir y superarnos… y más si alguno del grupo hiciera el papel de “agorero”, una especie de aguafiestas de la montaña que se hace más preguntas e indecisiones tiene que firmeza en sus acciones.
Formas de cómo atar y coger las cosas que van fuera de la mochila. La mochila y todo lo que lleva debe ir bien cogido y sin moverse (si es posible) como un solo y compacto paquete. Con el tambaleo del cuerpo al subir, la mochila se mueve y las cosas que no están bien cogidas acaban por caerse y perderse. A la vez (le comento después a Luis al ver cómo lleva su mochila) la mochila debe ir pegada a la espalda y hombros, nunca separada, y aguantado el peso en las caderas.
Parece que se había acabado del zigzag, pero no. Aún quedan unos cuantos para llegar a la parte alta de esta ladera, justo bajo las paredes rocosas. En poco tiempo dejamos el zigzag y atravesamos casi horizontal el encajonado vallecillo o cañón que forma el río. Seguidamente cruzamos el río que baja del Glaciar Blanc. Y ya desde aquí podemos ver allá arriba encaramado a la roca viva el Refugio del Glaciar Blanc. Antes nos sorprende la vista el final de caída del mismo Glaciar Blanc. Queda enfrente nuestro mientras subimos y después lo dejaremos a la izquierda arriba a medida que vayamos subiendo al nombrado refugio.
De nuevo ante mis ojos la magnificencia y espectacularidad de un sencillo pero grandioso glaciar alpino ¿Por qué nos atraerán tantos los hielos glaciares a los aventureros de las alturas? Alegría, ánimo y regocijo. Nuevas fotos y nuevo glaciar que recorrer… quizás sea culpa del cambio climático… eso de que están desapareciendo, reduciéndose… es como visitar a un familiar moribundo, con consuelo y admiración.
Después del relativo descanso de la senda horizontal hasta cruzar el río, comienza de nuevo otra subida con menos zigzag pero esforzada al otro lado del mismo.
La subida ahora es poco más amena que la anterior, con las espléndidas vistas del Glaciar Blanc llegamos cansados y hambrientos al Refugio del Glaciar Blanc. Después de la bajada a buscar la cuerda no hemos parado a tomar nada, y ya decido de comer en las puertas del refugio. Es poco más de la 1 del mediodía cuando llegamos a éste. Hemos perdido más de media hora en la búsqueda de la cuerda.
El Refugio del Glaciar Blanc es simpático y acogedor (a pesar de que no entramos en él) Nos quedamos en la puerta donde hay bancos, mesas y una especie de mirador, y aquí, entre un tumulto de gente (los que veíamos subir) sacamos los bocadillos y comemos.
Antes subiendo lo teníamos a nuestra espalda pero ahora sentados en la puerta de este refugio tenemos enfrente al espectacular, alto y escarpado Mont Pelvoux, y los Picos Sin Nombre: alpinos, preciosos, verticales y altos, con mucho desnivel desde su base ¡Impresionante, soberbios!
Javi Berenguer me hablaba de esta montaña sin acordarse de su nombre: “cuando lleguéis podéis subir para aclimatar esa montaña que queda pegada tan chula y espectacular” supongo que se refería a este Mont Pelvoux. Realmente era soberbio. Pero no era un solo pico, varias terminaciones picudas en la misma cima, y siguiendo la cresta cimera que se alejaba de nuestro punto, formaban esta increíble hilera de montañas, paredes, torres, glaciares colgantes, sorprendentes desniveles… Hay que decir que el desnivel desde la parte del fondo del valle que nosotros estábamos tocando, desde el comienzo a caminar hasta cruzar el puentecillo sobre el Torrent del Glaciar Blanc, era exageradamente imponente, desafiante, sin lugar a un respiro, y muy, muy enorme. Desde estas vistas el Mont Pelvoux casi que aparecía como una enorme montaña, castillo, llena de piquitos (pequeños desde aquí pero enormes allí), torres y torreones, diferenciado del resto de crestas, montañas, vertientes, por esos fuertes y largos desniveles que lo rodeaba. Solo se salvaba la parte oeste del mismo, que parecía una extensión por los Picos Sin Nombre del mismo Mont Pelvoux. Soberbio, espectacular, precioso.
Estamos a 2.542 mts. y aún debemos llegar a los 3.175 mts. del Refugio Des Écrins. Pero ahora la subida es menos empinada pero subida al fin y al cabo. Hay que salir por detrás del refugio y una senda nos llevará por tierra y roca paralela al glaciar que quedará a más baja altura a la izquierda. Después bajaremos al mismo glaciar justo en una apreciable curva del mismo y seguiríamos por él pegados a su borde derecho, glaciar arriba, hasta quedar bajo el mismo Refugio Des Écrins.
Llevamos las pequeñas mochilas y súper cargadas, de hecho a Luis se le rompe una cinta de la misma que Mario intenta “apañar” al querer ponérsela. El tiempo quiere empeorar, de hecho comienza a llover algo cuando estamos en mitad de la travesía del glaciar. Observamos sus grietas y cortes, increíble, y llegamos a un punto del glaciar donde éste se allana en un enorme plateau de más de 1 kilómetro de ancho (nos parecía) y sin grietas, ni fisuras, solo el enorme blanco, el enorme valle helado, apacible, estable, sosegado… precioso.
En esta subida nos encontramos con menos gente: algunos van por el glaciar y otros que bajan del refugio nos preguntan, intentamos comunicarnos, solo mi mal inglés nos salva de estas conversaciones. 2 chicas con un guía, una pareja… todos encordados. Nos tropezamos con unos españoles, dos hombres de mediana edad y un niño que nos dicen que hay unos seracs terribles e imposibles en el glaciar (suponemos que se refiere a la subida del mismo Barre Des Écrins) y otra pareja de catalanes que habían acampado en mitad del glaciar y que bajaban del Dôme de Niege, diciendo que la rimaya a la Barre está muy abierta y nadie la ha cruzado (después nos enteramos por el guarda del refugio que la montaña estaba perfecta y que todo el mundo había subida al Barre, con huella y todo…) Es cuando le digo a Mario que a veces las percepciones de la gente no tienen nada que ver con tus percepciones, con la realidad de a quien la habla. Por ello no hay que juzgar el terreno ni la actividad, hay que experimentarlo y actuar hasta los límites que tú mismo te impongas.
A veces nos dejamos llevar por las respuestas a fáciles preguntas que hacemos a los compañeros montañeros que visitan la montaña o que bajan de la cual nosotros queremos subir. Hay que identificar aquello que puede ser una falsa guía de la que nos puede ayudar, y siempre seguir el instinto y perspicacia montañera que un buen explorador de las alturas debe tener (según su nivel, que otra de las cosas que debe conocer el buen montañero). Dichas respuestas dejan mella en las mentes ya de por sí indecisas, nada claras, y los ánimos y ganas de seguir se ocultan bajo una velo de incertidumbre… ¡No! Hay que sacar lo que necesitas saber y emplearlo a conveniencia para el éxito de tu empresa, no para el fracaso antes de comenzar. Opiniones puede haber tantas como personas y cada persona, montañero, es un mundo.
Mario cree ver la parte de atrás del Barre Des Écrins, pero es la Pointe du Serre Soubeyran, y detrás de éste las estribaciones del Pointe de La Grande Sagne, montañas que quedan al sur del Glaciar Blanc, al sur del Refugio Des Écrins pero que no tienen nada que ver con la base y toda la montaña del Barre. Ésta quedaría tapada por las nubes al fondo y terminación del ondulado valle cubierto por el estupendo Glaciar Blanc, allá a lo lejos. Estás montañas que aparecían al otro lado del glaciar (mientras caminábamos a cierta distancia del refugio aún) es el seguimiento de la supuesta cresta del Barre hacía el noreste, pero sin pertenecer al grueso de la montaña, independientes. Por ello les decía que lo que veían no era el Barre ni la parte de atrás del Barre. El Barre apareció media hora antes de llegar a la base de la subida al Refugio Des Écrins en el mismo glaciar, al fondo… sus reconocibles cascadas de glaciares así lo confirman… ¡inconfundible, majestuosa montaña! A pesar de seguir tapada hasta el miércoles a nuestra vista.
La parte final del recorrido por el glaciar es casi llana, horizontal. Pero vemos que el refugio está arriba del mismo encaramado en un risco, una roca que sobresale. Justo cuando estamos bajo él y más cansados, otro vertical zigzag nos subirá hasta él. Creo que unos 150 metros de desnivel entre el glaciar y el refugio.
Y ya después de que el cansancio nos lleve a la extenuación llegamos al Refugio Des Écrins a eso de las 5 de la tarde. Cansados y machacados. Ya estamos en los 3.175 mts. del mismo.
El refugio es parecido al de abajo, al del Glaciar Blanc, tiene un semblante parecido. También encaramado a la roca y de piedra gris oscura que casi no se distingue del terreno. Entramos y nos desequipamos. Preguntamos en recepción y tienen nuestra reserva preparada. Nos dan la habitación B y la cena es a las 18,30 horas.
Creo que me tendría que haber preocupado entonces o hacia caso omiso a lo que creía sentir: un cansancio fuera de lo normal. Pero el saber después que estaríamos el día del martes descansando por mal tiempo en el refugio sin movernos, creo que me alentó a no descubrirme lo cansado que había sido para mí esta última parte de la subida… ¿Será una señal de que no estoy preparado lo suficiente? ¿Podré subir al Barre? Y su pared y cresta ¿los podré superar?… era mejor no hacerme ese tipo de preguntas e intentar descansar lo máximo para sentarme mejor el día del ataque; pero… ¿Cuánto tiempo tendré que estar descansado para sentirme con las fuerzas suficientes y decididas?
La habitación es amplia pero casi no se pueden dejar mochilas ni cosas. Eso sí, con edredones de plumas en lugar de mantas y su almohadita. En la mesa de la cena se juntan un grupo de australianos con un guía contratado que habla entre el francés y el inglés. Intentamos conversaciones con ellos.
A las 9 de la noche ya se cierra y apaga todo. Nos vamos a dormir a la calurosa habitación. Mucho calor pasamos en la noche. El tiempo sigue malo. Mañana nos dicen que peor. Aprovecharemos para descansar y hacer prácticas (si nos deja). No hemos visto el pico entero pero si la cascada gigantesca de hielo que baja de sus cimas como dos pilares tumbados que forman un arco enorme, majestuosos y amenazantes. Tendremos que pasar por uno de ellos para subir. Éstos son los que alimentan el extenso y plácido Glaciar Blanc, a pesar de las nubes y la falta de visibilidad en los picos las vistas y paisajes son alucinantes, muy alpinas de hielo, roca y crestas, picos cortantes. Estamos en una parte central de un valle cuyo fondo y media altura lo ocupa el tranquilo y extenso Glaciar Blanc, a sus lados sendas paredes de picos picudos lo cierran, y al fondo las vertientes heladas antes mencionadas del Barre Des Écrins. Impresionante.