Hace tiempo que ya se ha hecho de día. Los diferentes grupos se han ido levantando, pero otros y nosotros esperamos al final, a la hora del desayuno a las 7 de la mañana.
Este día lo queríamos dedicar a realizar algunas prácticas con la cuerda en la nieve, glaciar, y con los diferentes nudos. La verdad me daba un poco de “cosa” el pensar que el que más sabía o más experiencia o más practica podía tener en la alta montaña de los tres fuera yo, así que no quería arriesgarme a que se me olvidase ni un nudo, ni las formas de progresión, ni asegurar si hiciera falta (que esperaba que no). Pero sobretodo aprovecharía el día para descansar. La paliza de ayer no fue normal; parece como si no estuviera preparado como dios manda para esta actividad o cualquiera que suponga subir un cuatromil… pero hasta que no llegas aquí y lo intentas no lo sabes por qué piensas, como otras veces lo has hecho, que sí puedes hacerlo. El caso es que mañana esperaría encontrarme mejor y más fuerte para tirarle al cuatromil… espero.
El tiempo es malo. Anoche se llegaron a oír truenos, ver relámpagos… llueve intermitentemente. Después de desayunar intentamos equiparnos para salir y hacer algunas prácticas con la cuerda, nudos, etc.… Un grupo numeroso con dos guías están en la sala previa al exterior explicando y reexplicando nudos, forma de encordarse, dando información. Pasan los minutos. El tiempo sigue malo. Llueve esas finas gotas como agua-nieve. Al final decido de explicarles nudos a Mario y a Luis allí mismo, mientras el grupo no se va: dinámico, ballestrinque, ocho, pescador, para unir cuerdas, cintas… algunos que ya no me acuerdo del nombre.
El grupo sale, parece que bajan en busca del otro refugio, al menos llevan esa dirección de bajada. Nosotros salimos al porche y sigue lloviendo. Otro grupo llega, no han podido hacer nada. Practican, juegan, se entretienen con la nieve y las herramientas para tratarla. Nosotros decidimos entrar, dejar el material y esperar a que pasen las horas, el tiempo en la habitación. Estamos solos. En el comedor hay otro grupo nuevo de suizos recién llegados. Mario no sabe estar parado, relajado, no tiene paciencia, me ve a mí y me dice “tú sí que tienes paciencia”.
La impaciencia e inseguridad de Mario tocan mi ánimo. Sabemos que en las montañas ocurre estas situaciones: uno o más días sin salir del refugio, tienda por culpa del mal tiempo. Hay que tener paciencia y esperar tranquilos, relajados y animados a que pase el mal tiempo y entonces atacar con todas las fuerzas y ánimos guardados. Supongo que la experiencia del Aconcagua (tantos días sin poder hacer nada para tener un resultado nefasto) le tocó en su momento y subconscientemente parece que lo revivía… pero lo peor es ametrallar a cada momento con lo mismo y no dejarse fluir por la situación y momento. De todo hay que sacarle partido, su lado bueno… no se puede estar pensando constantemente en la mala suerte que tenemos y en lo mal que están las cosas antes de hacer nada. Hablo con Mario, le digo que se tranquilice que ya sabíamos esto y que mañana y el jueves hará buen tiempo. Pero parece que estar inmóvil de esta manera la hace actuar como un gato encerrado; penando y dando vueltas rabiosamente. A la montaña hay que tomarla como si estuviéramos librando una batalla y quisiéramos ganar, o como si quisiéramos ligarnos, seducir a la más guapa del baile sabiendo que ya tenemos un no: con cautela, con la cabeza fría, con paciencia, sin arrebatos (ya que se puede asustar y cerrar la posibilidad de conquistarla)… y cuando veamos la oportunidad justa atacarla con premeditación, decisión y seguridad
No hay cobertura. No puedo llamar a Anna ni mandarle un wassap. Ya hablé con ella nada más montar la tienda en el camping, y ya le dije que subíamos al refugio al otro día temprano. A ver si no se enfada demasiado tanto tiempo sin saber nada de mí. Me echo un rato y duermo tranquilamente una buena siesta del borrego. Mario y Luis comen y después de despertarme lo hago yo. No se abre el tiempo. Todo el día tapado y lloviendo con intermitencias. No podemos hacer ni una foto, muy pocas del mal tiempo. Tarde de Escrable y cartas. Los cuerpos se van recuperando. Menos mal, pero me queda echarme otra siesta para estar listo.
Hablamos de la vuelta, de cómo hacer para apurar las horas, los días en los Alpes y a la vez poder visitar otro lugar cercano. Lo malo es que el macizo del Mont Blanc y Gran Paradiso quedan lejicos. Abrimos el mapa y hacemos cábalas de lo que hacer y cómo hacerlo. Hay un gran glaciar cerca de La Grave que podíamos visitar en plan turista con teleféricos… ya veremos, según como bajemos de la montaña mañana.
¿Por qué el Écrins? Ahora que estamos relajados y en el refugio sin poder salir podemos responder a esa pregunta. En un principio otro grupo de amigos encabezado por mi viejo amigo montañero Manolet de Almoradí habían decidido ir a los Alpes este verano, y en ese grupo me había apuntado yo. Me hacía ilusión el poder juntarme después de tantos años con Vicente Molina, Manolet… y entonces comenzamos a decidir fechas y lugar. Manolet fue el encargado de organizar y sugerir lugares: el primero fue el Barre Des Écrins porque era el macizo montañoso de los Alpes que albergaba un cuatromil más cercano a España, con menos kilómetros de coche desde Almoradí (aunque solo se ahorraran una hora u hora y media). Otro fue el Gran Paradiso, pero sobre éste ya le dije que lo había subido hace 4 años y quería ir a otra montaña que no hubiera subido. El macizo del Mont Blanc y Monte Rosa quedaban más lejos (el Mont Blanc no tanto del Gran Paradiso) y las dificultades de sus picos igual no eran las idóneas para Vicente Molina ni Nuria… Con lo que al final optamos por Écrins y pusimos la fecha de julio para ir. Al acercarse la fecha Vicente, Nuria no se veían preparados para afrontar un reto tan enorme como la subida a un pico de los Alpes de más de cuatro mil metros, con lo que al final después de hablar y “negociar” decidimos hacer un Tour en algunos de los macizos de los Alpes, algo más adaptado a sus posibilidades y con garantía de éxito. Yo ya me había hecho ilusión con el Barre Des Écrins pero bueno al final iría donde fueran ellos. El Tour del Mont Blanc de 10 días de duración era el elegido. 10 días no podía irme, porque ya le había dicho a Anna que iban a ser 8 y convencerla para 10 era tarea ardua, agotadora y delirante, mejor que no… y como ya me había hecho las ilusiones de Écrins, aproveché la “desconyuntura” para organizar una expedición al Barre Des Écrins en Montañas de La Luna con esos 8 días. Al final Manolet, Vicente Molina… se fueron a hacer el fabuloso Tour del Mont Blanc y yo junto con Luis Segura y Mario de Albatera nos fuimos a este fabuloso y casi desconocido macizo… y así fue cómo surgió la cosa. En un principio la idea de visitar los Écrins ni siquiera fue idea original mía… pero a veces estas cosas pasan. Curioso.
Cena de nuevo a las 18’30. Esta vez nos ponen con una parejita de ingleses que escalan en Sella. Intentamos conversaciones en inglés y español. Nuevo giro en los planes que teníamos. Hablamos con el guarda en inglés sobre el tiempo que hará mañana: nos dice que mejora, nubes y sol pero que el viento en la cima será de 50 a 60 Km./h. El jueves mucho mejor tiempo, sol pero mucho frío, las temperaturas bajan en picado, pero el viento es mucho más flojo, como mucho 40 Km./h. Mario se decepciona. Los planes como el tiempo en la alta montaña cambian de forma radical en minutos. Al final decidimos intentar mañana la Dôme de Niege y el jueves el Barre Des Écrins. Nuestra última oportunidad será el último día que estemos en alta montaña, y ese mismo día nos tendremos que bajar hasta el coche ¡¿Se podrá hacer?! ¡¿No será mucho?! No llamemos al mal tiempo, iremos paso a paso sin agobios y sin pensar en si podremos o no. De momento mañana queremos salir a las 6 de la mañana. Nos dicen que son 4 horas de subida X 3 de bajada. Si llegamos arriba, echaremos un vistazo a cómo está el paso de la rimaya y de la roca del Pic Lory.
De nuevo nos dejamos llevar por la especulación meteorológica: pensar en la fuerza del viento, en la oscilación de las temperaturas, en las condiciones del glaciar, en el tiempo previsible… sin experimentarlo o probarlo, sin salir y comprobarlo, sin intentarlo… no digo de salir sabiendo que habrá mal tiempo pero hay que tener una predisposición, una experimentación en la propia montaña para saber si podemos o no, para saber si subimos o no. Pero ya cogemos la predisposición de que por culpa de la fuerza de un viento que no sabemos si nos afectará o no, a las horas en las que estemos en la cima, ni si quiera si llegará a esa fuerza, de no subir a la cima del Barre Des Écrins, y por lo tanto es tontería madrugar, y por lo tanto levantarnos a las 6 de la mañana en lugar de a las 2 o a las 3 de la mañana. No lo supe ver. No supe imponer el pensamiento de decir, como en otras ocasiones con éxito o sin él hemos hecho: “nosotros salimos y luego allí ya veremos”… en otras palabras, no íbamos a subir el Barre Des Écrins mañana, y si se daban las condiciones, tampoco serían horas. Sería arriesgado; o igual no pasaba nada. Las montañas no se suben especulando, se conquistan yendo a por ellas.