Aunque Batisielles no es el nombre genérico para este valle, rincón del Valle de Estós, es el nombre o zona geográfica más reconocida para este lugar. Realmente el valle no tiene nombre, y se encuentra rodeado de cimas, agujas y montañas como las Tucas y Agujas d’Ixeia, Perramó y el propio Batisielles. Eso si, para mi modesta opinión, es el rincón más bello de todo el Parque Posets-Maladeta, y uno de los más bellos del Pirineo.
Este pasado sábado 30 de julio nos acercamos a Eriste para reunirnos con nuestros compañeros del Centro Excursionista Almoradí en su actividad organizada en el calendario. Como ya habían salido a subir la Maladeta, Russel, Tempestades… y demás, decidí, con Anna, realizar una tranquila pero bella marcha por uno de los rincones más bellos del Pirineo en el Valle de Estós, que siempre quise visitar.
Salimos del habitual aparcamiento al principio del Valle de Estós que ya había visitado en 2 ocasiones, siguiendo el camino normal en dirección al Refugio de Estós. La fuerza del caudal del Río Estós me vuelve a impresionar, al igual que sus rincones y verdes parajes. De repente aparece una montaña en la lejanía, la reconozco, es el Perdiguero, en el que ya he estado en su cumbre en dos ocasiones. Con su porte altivo, grandioso y de una belleza personal ¡Me encanta este valle!
A medida que seguimos por la pista los bosques de hayas mezclados con robles nos saludan al paso. Pinos negros y silvestres se cuelan dando un toque y colorido original y hermoso a los bosques. Y el verde praderío cercano a las orillas del tumultuoso río, te transmite sosiego y tranquilidad. Otros excursionistas salen casi al tiempo que nosotros. Gente joven que cargados con medianas mochilas pretenden realizar una ruta por estos parajes, aunque a alguno de ellos no se lo note la fuerza de la juventud o de la costumbre de subir montañas.
Enseguida pasamos por la Cabaña de Santa Ana y más adelante la Fuente de Coronas. Más cerca, las montañas de la frontera, nos muestran sus suaves perfiles por un lado y sus enérgicas pendientes y escarpadas agujas por otro, dominados por el alto Perdiguero: Perdigueret, Tuca de Gargallosa, Tuca de Mollseret, Pico del Portillón de Oô, Xel de la Baca… las cuales aún guardan neveros bajo sus paredes y rincones en altura. Pronto llegamos al cruce y un explicativo cartel nos informa del recorrido a seguir: a la izquierda seguimos por otro camino que se convertirá en senda hacia el Ibonet de Batisielles y Escarpinosa, dejando a la derecha el que se dirige al Refugio de Estós. Empezamos a coger altura internándonos en un frondoso, bello y magnífico bosque de hayas, robles, que más arriba dejará paso a las estupendas y frías coníferas de pino negro y silvestre, los más cercanos al abeto. Increíbles rincones nos esperan, bellos y especiales apartados de vida, verdor y espesura.
Después de cruzar por un puentecillo la riera que baja de los ibones y que llaman Aigüeta de Batisielles, la ancha senda zigzaguea subiendo altura entre el estupendo y cerrado bosque. Nuestras jóvenes amigas van con la lengua fuera, me había parado a almorzar mientras pasaron ellas, y en cuanto reemprendo la marcha, las vuelvo a adelantar fácilmente. Superamos el escalón de la cubeta glaciar que le dá al fondo del valle una horizontabilidad tal, como para que se queden represados ibones y se tranquilicen las aguas de los riachuelos. Anna va delante mío y no llego a cogerla cuando me topo con el primero de los ibones: el Ibonet de Batisielles. Antes ya se asomaban las gigantescas, altivas y esculpidas formas, pináculos, torres de las Tucas d’Ixeia y sus agujas. Cúspides puntiagudas y rodeadas de paredes y de imposibles verticalidades… ¡Una belleza! No dejaría de verlas en toda la subida. Hipnotizado por su magnificencia.
Junto a las tranquilas orillas del Ibonet de Batisielles, el grupito de jóvenes más fuerte, descansaban deleitándose con su paz, verdor, armonía y belleza. Dos carteles señalizadores nos indican varios caminos, muy bien explicados: G.R., Refugio Ángel Orús, Refugio de Estós, Cabaña de Santa Ana, Ibón de Escarpinosa, Ibón Grande de Batisielles… Ana no me ha esperado y supongo que habrá elegido el camino más cómodo, hacía el Ibón de Escarpinosa por el fondo del valle. Salgo a su encuentro y al poco tiempo la veo sentada esperándome.
Aparece frente a nosotros otra belleza rocosa, otro hito de la hermosura pétrea del Pirineo: las Agujas de Perramó. Como un diente de tiburón que se inca en el cielo azul arañando las blanquitas nubes que aparecen y desaparecen en las alturas de estas hermosas montañas… ¡Quien pensaría que las alcanzaríamos y pasaríamos bajo ellas!… ¡Bello!
Entre cascadas, lirios azules y suaves pendientes llegamos a la última pendiente rocosa que nos deja en las orillas del Ibón de Escarpinosa. Si hay algún lugar que más se ha fotografiado en este parque Posets-Maladeta, que tantas veces aparece su imagen en libros, rutas y guías del Pirineo… eso es sin duda la vista, la imagen del Ibón de Escarpinosa mirando hacía el gigante Perdiguero al norte, entre las pendientes suaves, rocosas y boscosas de este magnífico valle. Una visión que encandila, encantadora, hermosa… bella. A la derecha, según llegas al ibón,
queda uno de los perfiles de las elegantes Agujas de Perramó, y sobre el ibón, un poco a la izquierda, la magnífica barrera de la Tuca d’Ixeia y sus verticales agujas y torres. Un lugar hermoso. Más gente hay alrededor del ibón, que en realidad son dos (azul y verde) unidos, y casi inapreciable su dualidad. Se bañan algunos, reposan otros… y se entregan a la belleza del lugar, a la paz y sol Pirenaico. Nosotros le damos la vuelta y quedamos como entre los dos ibones, sobre una amplia y lisa roca desde la que disfrutamos de las mejores vistas y de los mejores momentos en el ibón.
Al final decidimos seguir para ver otros ibones. El Ibón Grande de Batisielles está más arriba. Según el mapa cogemos la senda, sin cruzar un riachuelo, hacía el oeste, derecha según llegas al lago, como si subieras en dirección a la base de las Agujas de Perramó. El recorrido se empina y se enfila por una caótica pendiente de rocas sueltas. Grandes, pequeñas, medianas, ahora por la derecha, ahora por la izquierda… esta parte del recorrido hizo estragos en la paciencia y ánimos de Anna, la cual lo veía interminable… ¡Bienvenida a la alta montaña! Las distancias y dificultades son mayores, aunque nuestros ojos lo vean igual: un “haya arriba de esa loma” puede convertirse, para una persona de la calle, en una larga agonía entre difíciles pasos.
Superada la “pendiente de rocas” llegamos casi a la base de las Agujas de Perramó con su magnífica figura dominándonos y asombrándonos, una fortaleza de paredes, grietas, torres, puntiagudas culminaciones… hermosa, y ahora más desde sus pies. Un pequeño ibón, pequeña charca y ya se vé el escalón morrénico entre las Agujas de Perramó y las inmediaciones del Batisielles, que nos dice donde está enclavado el Ibón de La Aigüeta de Batisielles. Pero ya no subiremos más arriba. La loma que separa esta charca del Ibón Grande de Batisielles ya está a unos 2.300 mts., y preferimos bajar a éste último, ya camino de vuelta, hacia abajo.
Debemos sortear y bordear esta suave loma para, al otro lado de la misma, encontrarnos, un poco más abajo, el redondeado Ibón Grande de Batisielles… el más grande de todos los que hemos visitados hoy. Siguiendo los pequeños hitos hacia la derecha y norte, nos encontramos con una especie de senda muy pisada, entre las rocas y el poco terreno: es el G.R.-11.2 (lo de “.2” es por ser una variante del principal). Éste viene de las alturas del macizo y del Refugio Ángel Orús, y baja dirigiéndose al Refugio de Estós pasando por este bello ibón y por el Ibonet de Batisielles más abajo. Con lo que será el camino que seguiremos para volver al punto de salida, al mismo Ibonet de Batisielles. Al fondo vemos en la altura y como asomándose de entre las montañas cercanas que cierran el valle, el espléndido y magnífico macizo de La Maladeta o de los Montes Malditos, con los enérgicos Maladeta, Pico Maldito muy reconocibles, rodeados de vacíos e infranqueables paredes y neveros, altivos y bellos, y algo más detrás pero en el mismo cordal el Aneto cubierto y espectacular. Mientras el Perdiguero siempre nos ha estado vigilando por nuestra espalda, ahora, esta original mole, la tendremos enfrente y a la izquierda ¡Hermosos paisajes, formidables montañas, entrañables y encantadores rincones!
El G.R. está señalado en ocasiones por postes; eso está muy bien para que en invierno, al menos, puedas ver la punta del mismo con las marcas rojas y blancas en medio de la abundante nieve. Bajamos por la senda muy bien marcada ahora. El desnivel es apreciable, por una empinada ladera entre el bosque o por extensos derrubios de piedras y rocas, con la visión enfrente del escarpado y puntiagudo Perdigueret, y su hermano mayor el omnipotente Perdiguero.
Después de esta rápida bajada llegamos al Ibonet de Batisielles por otro lugar, por otra senda; y a partir de aquí desandamos el camino hacia el fondo del Valle de Estós… ¡claro está! después de hacer otras bellas fotos que, de nuevo, le hacemos al laguito con sus hermosos fondos con las Tucas d’Ixeia y Agujas de Perramó; que ahora, con la luz cercana del atardecer es la ideal y la mejor para que salgan estupendas.
Ahora las penumbras del bosque lo hacen más misterioso, enigmático, con una belleza diferente; las sombras le dan ese toque atractivo como en una peli de terror. Ya no hay mucha gente. Solo un guardián observa con sus prismáticos, desde el cruce con el camino al Refugio de Estós, la lejanía de las paredes del Perdiguero como si siguiera la ascensión de unos escaladores imaginarios. Ahora la diferencia de sombras y luz hacen malas pasadas en las fotografías o al contrario crean escenarios bucólicos, mientras seguimos bajando, ahora en dirección al parking de Estós, valle abajo, donde dejamos el coche.
Desandando lo caminado llegamos al coche y al final de nuestro periplo por estos fantásticos lugares pirenaicos. Ahora volvemos a Eriste para reuniros con nuestros compañeros y ver como les ha ido por el Maladeta.
Dejamos el Valle de Estós con sus bellísimos parajes contentos de descubrir unos lugares hermosos y espectaculares; recomendables y casi obligados de visitar.