Era la segunda vez que me acercaba al macizo del Bachimala. La última vez fue en el puente de diciembre del año 2.006. Una intentona fallida por lo largo del recorrido, por la indisposición de Trino y por un tiempo no demasiado bueno. El caso es que quería volver pero esta vez lo intentaría a finales de mayo y quería hacerlo un poco más interesante: subiendo por la vertiente sur de la Punta Sabre, hacer su cresta hasta el Gran Bachimala y volver por la ruta normal; todo desde el bajo y encantador Refugio de Viadós.
El fin de semana elegido fue el pasado 31 de mayo, al 1 de junio. Elegido pensando que la nieve estaría más arriba, transformada y accesible. Por que si estuviera blanda y en condiciones peores, por lo largo del recorrido, se nos haría muy tarde. Desgraciadamente el tiempo no nos iba a acompañar, pero tampoco iba a ser excesivamente malo como para no poder realizar esta actividad.
Alberto, Susanna, Lea y yo éramos el equipo que íbamos a intentar la proeza. La idea era salir tranquilamente el sábado por la mañana, llegar a Viadós subiendo con el coche lo más alto posible y lo más cerca al refugio posible (ya que todo el esfuerzo tendría que hacerse en la subida a la montaña y cresta, y no perder fuerza en la aproximación al refugio). Pero al Ford C-Max le cuesta subir por ese camino que desde San Juan de Plan sale por el fondo del extraordinario Valle de Gistaín o Chistau, hacía el Puerto de Chistau que comunica este valle con el de Estós. De 20 a 30 minutos se tarda en hacer los 12 o 13 Km. que separa la localidad del lugar donde se ubica el refugio. Un camino a veces no apto para los turismos, hace que se recaliente el embrague del pobre Ford. El olor no se irá en semanas.
Y es aquí donde dejamos el coche, justo a 5 minutos del refugio, y donde descubrimos la maravilla y majestuosidad del murallón del macizo del Posets: desde aquí abajo hasta la cima del Posets hay un desnivel de más de 1.600 mts. y la espectacularidad de la verticalidad de todas las vertientes y perfiles del macizo es excepcional, impresionante, increíble y soberbio. Es cara norte, nevada, imponente y medio nublada. Las nubes nos dejan ver unas veces si y otras no, la cima del Postes, la cima de Las Espadas, La Tuca de Llardaneta… y nos quedamos expectantes ante tal imagen, tal espectáculo. Fotos y comentarios de asombro, de admiración, de embelesamiento… siempre me ha encantado las vistas desde Viadós. Hermosas e impresionantes.
Subimos los cuatro pasos que nos separan el coche del refugio. Una vetusta y casi encantadora construcción puerta y antesala de las Granjas de Viadós, el resto de construcciones y casitas que siguen desde aquí en dirección al Puerto de Chistau. Bosques, prados, agrestes perfiles… una combinación e imagen alpina, bella e hipnotizante. Me encantan.
Comemos en las puertas del refugio. Nos hospedaremos en la parte de atrás del mismo donde hay otra casita con habitaciones. Tenemos una habitación para nosotros solos. Perfecto. Curioseo el refugio de invierno, y me dejo llevar por los recuerdos de aquella vez que pasé varias noches aquí con mis compañeros del Centro Excursionista Almoradí (Posets. Un gigante desconocido)… ¡Nunca olvidaré aquella noche que no pude dormir por culpa de los ronquidos! Y nunca olvidaré la extraordinaria cima y subida del Posets aquel invierno. Fantástico.
Después de comer decidimos hacer una marcha de reconocimiento del recorrido que deberemos hacer mañana. Así abro mi memoria y recuerdo los puntos de aquel intento y subida del año 2.006, aunque esta vez no será el recorrido idéntico, sí seguiremos el mismo comienzo. Eso si, recuerdo que la senda comenzaba justo por detrás del refugio metiéndose en un bosquecillo. Un cartel indicador así nos lo dice.
Nos encontramos otros grupos que bajan. No sé si han intentado la cima del Gran Bachimala y si la han conseguido, pero de allá vienen… Las vistas en la subida son impresionantes, en la empinada subida, sobre todo algo más arriba que se despeja el bosque. Me quedo embelesado con el paisaje: verde, exuberante, blanco inmaculado con sus neveros, y gris rocoso y altivo. Sigue siendo impresionante y hermoso.
Al salir del bosque y seguir por una senda más despejada por una hierba fresca y húmeda. Nos acercamos a una cabaña cercana, una medio senda se acerca a ella y nosotros también. Es la Cabaña de Sarrau. Aquí ya podemos ver la subida que haremos mañana por la parte más alta del macizo del Bachimala: la loma, cordal sur del mismo queda ahora a nuestra derecha y noreste. Una nube espesa y blanca cubre la parte más alta de lo que parece que es el hombro sur de la Punta Sabre. Una loma que sube suave al principio y ancha, pero más empinada y redondeada a medida que coge altura. El Gran Bachimala no se ve aún; entre tapada por las lomas de la montaña que suben a la Señal de Viadós y la misma nube que nos oculta esta alta cima y la antecesora Punta Sabre. La nieve no está a mucha altura, a pesar de ser cara sur de este macizo; parece que a partir de los 2.500 metros ya hay nieve abundante… espero que esté transformada y nos deje avanzar sin dificultad mañana.
Subimos poco más por la loma hasta casi una altura de 2.200 metros y nos desviamos hacía la derecha en busca del arroyo llamado Barranco Santaeularia o d’es Oriels, bajando un poco monte a través entre la acuosa hierba. Al otro lado del arroyo seguimos un camino que nos saca de la montaña y nos acerca a otra casita junto a una balsa artificial con las asombrosas vistas del espectacular macizo del Postes. No dejamos de hacerles fotos a sus peñascos, alturas, rincones. Las nubes lo adornan. Permanecemos expectativas para intentar captar la imagen de la cima del Posets, Las Espadas, despejada. También hay mucha nieve allá arriba, en las altas y verticales vertientes norte del Posets. Más al sur y suroeste también nos sorprende las puntiagudas cimas de los Picos de Eriste. Más solos, desconocidos, más bajos a pesar de sobrepasar los tres mil metros y a la sombra de los altos picos que rodean el Posets, éstos aparecen también asombrosos, altivos, agrestes y picudos. Bonitos, con sus perfiles nevados, verticales y atractivos. Fotos y más fotos; como intentando captar la eternidad del momento, del paisaje, de la hermosura en la montaña.
Algún sarrio se asoma mientras llegamos a las inmediaciones de la balsa y cientos de marmotas salen huyendo del lugar. Cientos casi literal. Nunca había visto tanta marmota junta. Parece que salían de la balsa donde puede que la usaran como abrevadero. Al otro lado y mirando hacía el valle, las verticales pero asequibles laderas, praderas que bajan al fondo del Valle de Chistau, hacía las bordas, las cabañitas de las numerosas Granjas de Viadós. Entre senda, camino y monte a través bajamos en dirección al Refugio de Viadós. Ha sido un magnífico recordatorio en un tranquilo y encantador paseo, para que mañana en el ataque a la montaña no haya equivocaciones.
Cena en el refugio. La tarde ha pasado con decenas de fotos que nos hemos hecho y le hemos hecho a las espectaculares vistas y perfiles del macizo del Posets. Excepcional. Hay montañeros de varias lugares, sobre todo valencianos y aragoneses; los valencianos lo han intentado hoy y mañana otro grupo de aragoneses intentaran el Gran Bachimala. El refugio bulle a la hora de la cena de charlas y animadas conversaciones. Amigos y compañeros de actividades y experiencias, momentos inolvidables de convivencia y amistad.
Nos levantamos muy temprano al otro día para desayunar y salir en busca del macizo del Bachimala. El día ya es claro cuando comenzamos la marcha. El tiempo sigue inestable, nuboso pero sin peligro de lluvia; lo único es que las nubes siguen invadiendo las altas cotas de las montañas. Esperamos alguna ventana de buen tiempo allá arriba para poder realizar la ascensión sin problemas, aunque no debe de haber problemas para realizar el recorrido, ya que es muy fácil e intuitivo: seguir la ladera que llega hasta la Señal de Viadós, y desde sus inmediaciones coger el cordal, cresta o espolón que nos encontramos justo hacía el norte, noroeste. Es la loma de la montaña más alta que queda más cerca del collado y pico Señal de Viadós, y es la subida hacía la vertiente sur de la Punta Sabre. Se puede decir que es la ruta normal a la Punta Sabre sin pasar por el Gran Bachimala. Después de llegar al hombro sur y cumbre de la Punta Sabre, seguiremos la cresta a más de 3.100 metros de altura hacía el norte, hasta llegar a la cima del Gran Bachimala o Pico Schrader, una vez en la cima volveremos al Refugio de Viadós deshaciendo la ruta normal de subida al mismo pico, cruzando el famoso Paso del Gato… parece que no habrá perdida, parece claro.
Seguimos el recorrido de ayer hasta el punto que roza los 2.200 metros. Y aquí seguimos toda la cima de la extensa y larga loma que se acerca al macizo del Bachimala y a un piquito en medio de la misma: La Señal de Viadós. Justo más arriba el numeroso grupo de aragoneses que nos seguían de cerca, nos adelantan hasta que nos internamos en la parte más nevada de la loma. Ya hemos pasado un primer y extenso nevero, y hemos visto y fotografiado la montaña y el recorrido que debemos hacer para ascender hasta el Hombro de La Punta Sabre. Las nubes la cubren, la descubren como si fuera una novia que juega al escondite, pero sin ganas de más juegos. El cordal aparece interesante, sobre todo en su parte de arriba que se hace más vertical con paredes y corredores, a la vez que la loma se ensancha. Arriba de la misma el cordal horizontal se convierte en cresta sin subir más altura hasta llegar a la Punta Sabre. Excepcional. Pero no me da muy buena espina este tiempo de nubes y sombras.
La imagen es impresionante: enfrente nuestro mientras avanzamos por la larga loma, el Gran Bachimala a la izquierda y la Punta Sabre a la derecha, entre ambos una especie de circo y nieve abundante en sus alturas. Pero siempre las nubes que no se separan de sus cimas y alta cresta. Hermoso e impresionante a la vez. Una ventana de buen tiempo y el sol nos ilumina con su intensa luz, pero no hace calor, más bien fresco o casi frío para la época del año que es. Pero el gigantesco y alto macizo del Posets al sur aparece más libre de nubes, más despejado, más grandioso y asombroso. Las vistas hacía él son impagables desde este excepcional balcón que es la subida o vía normal al Gran Bachimala.
Cuando la nieve ya lo cubre todo y justo antes de comenzar la subida a la Señal de Viadós, los dos grupos nos paramos para equiparnos: polainas, gafas de sol, crampones… detrás nuestro queda la Punta Suelza, otros recuerdos de mi últimas visitas a este lugar. La cosa comienza a ponerse interesante: una gran roca en medio del cordal que ya es crestecilla, debemos bordearla por la derecha y hacía arriba, por la parte izquierda quedará el recorrido de la ruta normal al Gran Bachimala, ahora cubierto por abundante nieve. Y de aquí subimos al estético pico de la Señal de Viadós (2.601 mts.) desde cuya cima contemplamos toda la parte sur del macizo del Bachimala, y hacía el sur el espectacular y desafiante macizo del Posets entorpecido por la visión de la inhiesta y picuda Peña l’Ixabre. Fotos y celebración de esta cima no programada en el recorrido de subida. En una primer planteamiento la idea era llegar al Collado de la Señal de Viadós (justo abajo y norte del mismo pico, bajo su pared), y de aquí coger el cordal hacía el hombro de la Punta Sabre. Pero desde el pico tampoco se hace mal, ya que abajo la nieve es muy abundante y muy blanda, nada transformada, y nos hubiera entorpecido mucho y dificultado la subida o aproximación al cordal, que queda justo hacía el norte, noreste sobre el mismo collado.
Ahora bajamos hacía el Collado de La Señal de Viadós siguiendo la cresta del pico con el mismo nombre hacía la Peña l’Ixabre, y en cuanto podemos giramos hacía la izquierda y norte en busca de dicho collado. Como nos parecía, hay nieve abundante en estos lugares característicos donde se suele acumular mucha en invierno. El paisaje con el fondo de la Peña l’Ixabre es muy alpino e increíble. Fotos sin dudarlo.
La bajada al Collado de la Señal de Viadós (2.538 mts.) se hace casi saltando para no hundirnos en la blanda nieve por la empinada ladera. El grupo de aragoneses nos sigue, pero ellos después girarán hacía el norte, noroeste intentando seguir la vía normal de subida al Gran Bachimala, y nosotros seguiremos por la ladera inhiesta girando hacía el norte, noreste, donde ya cogeremos la subida al cordal sur de la Punta Sabre. Al principio es empinada y después de la nieve blanda se hace un poco machacante el subir por aquí. Arriba de la parte alta de esta primera subida, nos hacemos una foto de comienzo de vía: detrás aparece una loma algo encrespada pero fácil, con un montículo o especie de fácil “gendarme” (nada de escalada) en medio de la misma, acabando a la vez que coge altura vertiginosa y vertical por una pared más ancha, colmada de mini corredores acabados en una redondeada cima, el Hombro de la Punta Sabre.
La nieve no está muy estable y sí muy blanda y primavera. Si hubiera sido nieve dura, transformada, la subida hubiera sido distinta, mejor llevada, más rápida y fácil. Pero no fue así. Momentos en la cresta en que sí se escarpaba con un peligroso tobogán de caída detrás de nosotros; pero una nieve tan blanda no te dejaría caer demasiado abajo. Fotogénica. Emocionante. Al otro lado y después de sobrepasar la roca de en medio, comenzamos a subir por la cada vez más empinada y alta pared del hombro de la Punta Sabre. Dudas ¿Por donde será? ¿Seguimos unos posibles hitos por en medio de la pared? No parece muy fiable y fácil ese camino. Nos paramos. Observamos y comentamos por donde avanzar. Roca casi vertical y nieve muy blanda, peligrosa combinación. Me separo del grupo que comienza a subir y progresar por la pared, entre los mini corredores, espolones rocosos, trepadas… y opto por intentar subir por un corredor menos vertical que parece se encuentra más a la izquierda y parece llega a la cima del hombro.
Salgo yo solo en diagonal con mi solitario piolet hacía el comienzo del corredor. Una vez llego a su comienzo emprendo su subida. Poco a poco se va estrechando y empinando; hasta que llega a un punto en el que me hubiera venido muy bien tener otro piolet. No me arriesgo: es un paso, escalón vertical que divide el corredor en dos, con rocas a cada lado de perfiles verticales y un salto que hubiera requerido otro agarre con otro piolet. No cabe otra solución que desandar lo subido y dirigirme hacía la subida, vía, que realizaba el resto del grupo. No debí separarme de ellos. Vuelvo al punto de partida desde que me separé del grupo, y comienzo la subida por el centro de la pared.
La subida es escarpada, algo vertical, algo peligrosa e interesante. No se veía tan difícil desde abajo. Por roca, corredorcillos, pendientes empinadas con nieve blanda y mala para progresar, voy subiendo por esta parte de la montaña siguiendo las huellas (a veces en sorprendentes pasos) de mis compañeros que ya han subido; y por una especie de recorrido marcado por pequeños hitos. Casi extremo, incómodo, inquietante, cansino… Llego casi arriba de la pared medio vertical donde ya se suaviza la pendiente a la vez que ya llego a la cima del Hombro del la Punta del Sabre. La niebla, el viento, las nubes cubren la cima y casi, casi que debo refugiarme del mal tiempo mientras me topo con el resto del grupo que ya baja artos de esperarme. “¡¿Dónde te habías metido?!” me dicen. Debo de haber tardado de media hora a una hora en hacer todo el recorrido del falso corredor y la intrincada subida hasta la cima del macizo. Ya estamos a más de tres mil metros.
Alberto me comenta como está la situación: no se ve nada, el tiempo no es bueno, y para llegar a la Punta del Sabre queda un poco, luego está la cresta hasta el Gran Bachimala y seguidamente su bajada por el Paso del Gato. Es tarde. Se nos hará más tarde y el recorrido no es visible ni reconocible, con lo que el grupo debe desistir a seguir con sus intenciones de llegar a los picos, contentarnos con este “hombro” de más de 3.000 metros, y bajar al refugio. Pero, ¿Por donde bajamos? ¿Por donde hemos subido?… ¡¿Que otra bajada o camino hay?! Bueno. Al principio impresiona el saber que tenemos que bajar por donde hemos subido, pero una vez que reflexiono y vuelvo a mis recuerdos, saco esa frase que muchas veces utilizo en casos como este: “Si has subido por aquí, también podrás bajar”.
Poco a poco vamos bajando. Yo me quedo el último mientras veo como van sorteando los pasos de destrepe de descenso el resto del grupo. Llegados justo bajo la pared, poco más abajo del desvío hacía el falso corredor, hay una ladera de “escape” para no seguir bajando por la cresta desandando el camino. Nos desviamos a la derecha y oeste para bajar rápidamente por una larga ladera muy nevada en dirección a la base del circo del Bachimala, en dirección a la senda marcada en la nieve por las pisadas de los que han intentado la vía normal a esta alta cumbre.
No podemos bajar echados en la nieve como si fuera un tobogán por que la nieve sigue muy blanda, y cada vez que bajamos está más blanda y “pegajosa”. Mi idea era alcanzar la huella de la vía normal para no tener que abrir huellas en la nieve virgen, hundiéndonos en ella. La veo allá abajo, en los llanos del centro del circo. Me adelanto. Bajo corriendo y casi jugando por la nieve, y llego hasta las huellas. He bajado el primero y veo desde la distancia como Susanna y Alberto van bajando por la misma ladera nevada, bajo la cresta por la que antes habíamos subido. Lea casi me sigue y nos encontramos en una parte de la huella marcada camino del Collado de La Señal de Viadós; que girando hacía el sur e izquierda, caminamos en su busca.
Llegamos al Collado de La Señal de Viadós donde abunda la nieve blanda y primavera; nos hundimos en ella. Ya estamos Lea y yo en el lugar y en vez de girar para subir al pico sobre el collado, por donde pasamos a la subida, decido intentar seguir hacía la derecha y oeste como caminando por lo que sería la ruta normal hacía el Refugio de Viadós, sorteando el pico de la Señal de Viadós a nuestra izquierda. En busca, por laderas cansinas, empinadas, de nieve profunda y en mal estado, primavera, inestable, quemadora… de la loma que nos bajará hasta el refugio, desandando el camino de subida desde el refugio. Alberto y Susanna nos siguen cerca, y ya salimos a la puntiaguda loma donde nos desequiparemos de crampones y comeremos algo.
El tiempo sigue nublado, adornado con las nubes que intentan cubrirlo todo y a la vez dándole un toque sublime, encantador. El macizo del Posets queda allá al sur, increíble, a veces creo que si lo miro mucho puede cambiar sus perfiles, sus formas, su espectacularidad… pero no cambia, a menos por las diferentes e infinitas nubes que la cubren, sigue siendo impresionante: Posets, Tuca de Llardaneta, Las Espadas… allá arriba, picudas, inexpugnables, blancas, increíbles, asombrosas… no me canso de mirarla, de fotografiarla, de admirarlas… Pero esas mismas nubes no dejaran nunca la cima del Bachimala, negando nuestra conquista de hoy. Asombrosas las hermosas y extraordinarias montañas pirenaicas.
Nos reunimos todos para comer algo. Yo no tengo mucha hambre. Nos quitamos los crampones y seguimos loma abajo hacía el oeste, suroeste; al fondo otra bella montaña con su cima picuda y su falda y perfiles en forma de pagoda: el Punta Suelza, ya nombrada en la subida. Que no llega a los tres mil metros por poco.
Desandamos el camino andado de subida, dejando a nuestra espalda las cimas del Bachimala y sus entresijos de laderas, crestas y perfiles escarpados. Enfrente ahora el Valle del Chistau, un bello y profundo cañón boscoso y verde entre enormes montañas con forma de S. Dejamos la nieve atrás y enseguida entre fotos y caminar, llegamos al Refugio de Viadós. Antes hemos podido admirar como se despeja en ocasiones el Posets, Las Espadas… pero nunca se llegará a despejar el Bachimala. El simpático guarda del refugio junto con su mujer y otra chica que le ayuda en el mismo, nos dice que nadie ha subida en estos días al Gran Bachimala, que los aragoneses no han podido cruzar el Paso del Gato, ya que tenía un cornisa de nieve blanda, primavera, inestable, pero casualmente sí han podido subir el Posets desde aquí un par de esquiadores; “al estar más al sur está más protegido del viento del norte, tiene mejor tiempo” al contrario que el fronterizo Bachimala, al norte de éste y a barlovento del viento del norte… casi que nos sirve de consuelo: no el hecho de que nadie haya conquistado la cumbre del Gran Bachimala, si no que si hubiéramos llegado a la cima, no hubiéramos podido bajar por la ruta normal, y entonces hubiéramos tenido que desandar un camino largo, tedioso, peligroso… “No queda nadie en la montaña, os estábamos esperando a vosotros, sois los últimos” nos dice el amable guarda de mediana edad.
Acto seguido recogemos las cosas del refugio. Cierran el refugio, se marchan los guardas y nos quedamos a comer en su puerta, admirando sus vistas, siguen siendo hipnotizantes y espectaculares. El tiempo ha mejorado, el cielo azul sale entre las nubes y las montañas. Formidable y espectacular el macizo del Posets desde aquí… no nos cansamos de mirarlo. Fotos de equipo, risas y la promesa de volver para acabar la ruta planeada… ¡¿y como no vamos a volver para admirar estos paisajes que no nos cansamos de mirar?!