Ya hacía mucho que mis compañeros de Barcelona querían realizar la subida al Aneto por el fabuloso Corredor Estasen en su lado sur. No había manera de que saliera la actividad; o bien por el mal tiempo o por que no podían unos u otros (ya que querían coger 3 días), el Corredor Estasen pasaban los años y no había manera de asolirlo. Hasta que esta misma primavera (casi verano) algunos de los viejos promotores de esta actividad se pusieron de acuerdo para hacerlo 2 veces (con gente diferente) en 2 fines de semana diferentes pero seguidos. Los que no podían uno lo harían al fin de semana siguiente. Las fechas escogidas fueron el 11 y 12, y el 18 y 19 de junio. Yo me apunté al primer fin de semana mencionado.
Hablar del Corredor Estasen en la cara sur del Aneto es casi tan mítico y especial como hablar del mismo Aneto para un iniciado al pireneísmo. Es como la estrella y actividad, vía cumbre para subir con emoción, majestuosidad e impresión al Aneto. Es un reto que en sí no tiene grandes dificultades ni tecnicidades, pero que a la vez guarda sorpresas y juegos casi temerarios convirtiéndose en un reto increíble y valiente. Éste comienza a una altitud considerable de 3.100 mts. y llega hasta los 3.325 que sería la variante del Petit Black (lado derecho del corredor cuando se bifurca a mitad de subida), o sea que son unos 225 mts. de corredor con inclinaciones máximas de unos 45 a 50º que en la variante del Petit Black alcanzaba los 60º… todo un reto y desafío para el buen pireneísta que se precie. Aunque realmente menos el vacío, verticalidades y pocos extraños pasos de roca en la cresta, no había dificultad en el mismo corredor salvo su misma inclinación y caída si te resbalabas montaña abajo. Se puede hacer el corredor sin cuerda ni asegurarse pero recomiendo mínimo los 2 piolets técnicos por si las salidas o parte del corredor están más empinadas, difíciles y heladas. Eso sí, con una buena dragonera o cogidos al arnés.
Pero realmente la única dificultad con la que nos encontrábamos, con la que se encontraban los organizadores y promotores del evento, era el llegar al Refugio de Pescadores (Coronas) en coche. Ya que la pista de Vallibierna después del deshielo, después del invierno y primavera se presentaba delicada con piedras, derrumbes, baches, brechas… y que hasta bien metido junio o finales del mismo no arreglaban para que en julio y agosto pudiera pasar el «autobús» que lleva a curiosos, turistas, domingueros y montañeros hasta el mencionado refugio. Por ello Olga nos consiguió un todo terreno ya que Gallemí (que tiene otro todoterreno) se había apuntado a la salida del fin de semana siguiente. También les comenté a mis amigos y compañeros de Alicante del Centro Excursionista Almoradí si querían acercarse viniendo en todoterreno, pero al final no pudo ser y nos vemos los 6 componentes del grupo metidos en el Montero que llevaba Olga, con mochilas y material, en busca del Refugio de Pescadores.
Antes hemos pasado la noche del viernes en el Albergue del Run que estaba casi vacío, y hemos deambulado por las calles de Benasque buscando no sé qué tienda y no sé qué material… pero siempre pasando y entrando en Barrabés. Según Francesc tenemos tiempo suficiente para subir al Refugio de Pescadores, equiparnos y subir hasta los ibones de Coronas donde queríamos acampar… ¡Ha, sí! La idea era pasar la noche del sábado lo más arriba posible y cerca del corredor, y el sitio con agua y menos vertical eran los Ibones de Coronas, sobre todo las orillas del Ibón del Medio de Coronas, el más grande, que está a más de 2.700 mts. de altitud justo en la vera sur del Aneto, Collado Coronas, Pico del Medio, Maldito… digamos que los ibones están en la base del Circo de Coronas franqueados por estos picos y montañas. Con lo cual subimos 3 tiendas que plantaríamos en este lugar.
Francesc, Olga, Flora, Xavi, Lea y yo éramos los elegidos en esta ocasión para realizar la actividad, adelantarnos a los promotores y así poder presumir de tener la Estasen en el bolsillo. Paseando por Benasque vemos que hay una de esas carreras de montaña que tan de moda se han puesto y tanto han proliferado por las montañas. El recorrido pasa justo por la pista de Vallibierna, la que nosotros tenemos que coger. Con lo que mejor decidir rápido el partir hacía el Refugio de Pescadores no sea que por culpa de la carrera no podamos aparcar o incluso pasar de La Senarta. Llegados a La Senarta desocupamos un coche y montamos todos en el Montero que lleva Olga, con el equipo, ropa, mochilas, comidas… bueno, todo lo necesario para una actividad de este tipo. Y partimos pista arriba en busca del Refugio de Pescadores (Coronas).
Por suerte y a pesar de los controles de la carrera, nos dejaron pasar. Eso sí, llevando cuidado con los participantes a la carrera que nos encontraremos por el camino. Y así fue: yendo más lentos y dando prioridad a estos corredores, les dábamos ánimos y gritos de aliento cada vez que nos cruzábamos con alguno. Hasta que llegamos a las inmediaciones del nombrado refugio ocupado por toda la logística y organización de la carrera, la cual no te dejaba aparcar en sus proximidades si no un poco antes en un hueco del mismo camino.
Pero a pocos pasos de la construcción nos equipamos y rehacemos las mochilas. Hace buen tiempo, tendremos suerte. No hace frío pero tampoco calor. Las predicciones nos decían que tendríamos un tiempo variable con probabilidad de algún chubasco por la tarde noche, y el domingo con mejor pinta pero sin despejarse tampoco pero sin precipitar también. Si no llueve ni nieva perfecto. Así estaban las cosas.
Cargados como burros salimos camino arriba desde casi las paredes del Refugio de Pescadores en busca de las indicaciones y senda que nos suba a los Ibones de Coronas. Y así fue como en pocos minutos en el intransitable camino para vehículos de 4 ruedas, un poste indicador nos dice el camino a seguir para subir a los nombrados ibones. No tiene pérdida. Hay que girar a la izquierda dejando el destrozado camino (que ya parece más bien una anchísima senda) que siga a la derecha y oeste en general a lo largo del valle de Vallibierna, para girar y seguir hacia el norte, hacia las pendientes de las montañas, las caras sur del Aneto y compañía. Nos internábamos así en lo que llaman el Valle de Coronas.
El camino es fácil y la senda muy marcada y nada perdedora, sin cruces ni señales que puedan hacerte perder la buena dirección. Al principio el recorrido por el Valle de Coronas es más horizontal hasta que nos acercamos a una cascada y a una ladera que coge pendiente llena de derrubios y grandes rocas. Tenemos que subir a La Pleta de Coronas donde se halla el primero, más pequeño y a más baja altura de los ibones de Coronas (también el más solitario), y para ello subimos a una especie de balcón escuchando la caída del agua del cercano Barranco de Coronas con sus cascaditas. Francesc y yo vamos delante. Pero otros grupos nos siguen o van más delante en el camino. Parece que no pero es un recorrido y actividad muy visitada por los montañeros pireneístas, aunque no tiene nada que ver con el exagerado tráfico existente en la normal al Aneto por el Paso de Mahoma… pero bueno, que de 4 a 5 grupitos nos podemos plantar perfectamente en los ibones y en la subida al Aneto por la Estasen u otra vía cercana.
Casi a las orillas del Ibonet de Coronas, un pequeño laguito o más bien una charca grande, cambiamos de dirección y giramos hacia la derecha buscando la ladera más suave hacia el noroeste. El recorrido realmente no pasa por las orillas del laguito, desde el mismo balconcito la senda pasa por encima de la hierba desapareciendo y se eleva hacia la derecha buscando la parte menos empinada de la ladera por la que sube ahora. Ahora el camino zigzaguea, y se encrespa en ocasiones siguiendo el rastro de mil sendas y de algún hito que otro. A nuestra espalda debe quedar justo el nombrado Ibonet. Hay que seguir la senda para subir a un segundo balcón justo arriba, más arriba de la Pleta de Coronas y del Ibonet que es donde se encuentran, repartidos entre escarpes y lomas rocosas, el resto de los Ibones de Coronas.
Esta senda llegada a cierta altura vuelve a girar hacia la derecha y norte. Está clara la dirección: allá arriba una cascadita y el comienzo de los neveros nos indican hacía donde hay que ir. También siguiendo los pasos de los grupos que nos preceden en la subida o nos adelantan. Uno de estos grupos por cierto es el del Pako Crestas, al cual reconozco y saludo añadiendo que soy amigo de su viejo compañero Toni Rubinat. «Este es el fin de semana idóneo para subir la Estasen; el que viene hará mal tiempo, éste es el bueno» me dice pensando que al que viene se aventuraría Toni para hacer la actividad. Lea me acompaña esta vez en la subida y comprobamos que el tiempo hace unos minutos que ha empezado a empeorar, las nubes comienzan a cubrir las montañas y a invadir nuestras vistas: el Aragüells que ya es un tresmil que veíamos en la subida al Ibonet (justo detrás), ya tiene su cima cubierta.
Ya estamos altos. La vegetación arbórea hace tiempo que se quedó justo por debajo del Ibonet. Lo que ya nos encontramos es roca viva, piedras, rocas y erosión glaciar… alta montaña. Una vez Lea y yo subimos por encima de la cascada que veíamos, las señales del recorrido a seguir giran hacia la derecha y noreste como intentando surcar todo el balcón, la morrena del plateau que forman la base de los 3 ibones restantes de Coronas. Justo ahora tenemos a la vista a nuestra derecha y poco a poco lo iremos dejando atrás y abajo, encajonado entre las rocas y neveros de lugar, el Ibón Inferior de Coronas; que la verdad tiene casi las mismas dimensiones que el Ibonet más abajo. Observamos como un grupo de «valientes» quieren bajar por una empinada pala hasta sus orillas. Lea y yo seguimos en dirección noroeste con la visión (si las nubes nos dejan) del cónico Pico Aragüells enfrente… como si fuéramos a subirlo, directos a él. Pero una vez llegados casi hasta sus laderas en su base, giramos a la izquierda y norte para no subir más, y asomarnos a una roca o morrenita que hace de margen o mota del ibón más grande de los 3 de Coronas: el Ibón del Medio. Justo a nuestra izquierda queda la subida y base del Pico Aragüells y el Collado de Cregüeña a su derecha y norte.
Nos paramos aquí. Arriba de una roca cerca de las orillas del ibón, a la izquierda del ibón o entre el mismo ibón y el balcón que mira al Valle de Coronas y Vallibierna, para que los compañeros que faltan nos vean al subir y se acerquen al lugar. Hay una pequeña planicie cubierta de nieve y observamos como el resto de grupos, de montañeros, montan sus tiendas en la parte más a la derecha del mismo ibón, cerca de las orillas hay muritos de piedras para vivac donde montar la tienda no haya nieve) y arriba del mismo balcón y alejado de las orillas del ibón también Pako Crestas y su grupo montan sus dos tiendas.
Al cabo de unos minutos aparece Francesc por el lado derecho, por la zona donde se encontraban el resto de tiendas. Nos busca. Al final llama al resto de compañeros y entre dudas y poco tiempo antes de que caiga la lluvia (el tiempo cada vez se pone peor) decidimos montar las tiendas sobre la nieve, en esta pequeña plataforma llana que a su vez al estar en una zona desprotegida de vientos nos hacía dudar sobre si montar el campamento o no. A la bajada del Aneto tendríamos las consecuencias de esta duda razonable…
Pero al final no llueve, ni hará mal tiempo, frío sí. Estamos a más de 2.700 mts. y la noche y las sombras nos quieren abordar mientras ya tenemos montadas las 3 tiendas y queremos cenar. Un ratoncito que vive entre las rocas quiere cenar con nosotros, mientras sacamos los hornillos y comida y nos vamos quitando peso. Yo estreno tienda; me he comprado una Vaude Space II que no es excesivamente ligera pero tiene las columnas de agua más altas en este tipo de tienda 3 estaciones. Xavi duerme conmigo en la tienda y casi que podría entrar una tercera persona. Antes hemos repartido el peso de la misma entre su mochila y la mía para subirla.
Al otro día nos levantamos cuando casi es noche cerrada aún. La claridad solo se perfilaba por el filo de la Cresta de Llosars casi lastimeramente. Nos vamos esperezando, nos equipamos, desayunamos y rápidamente ya deberíamos estar caminando en dirección al Aneto… otros grupos ya salen, los primeros son los chicos de Pako Crestas; otros saldrán justo detrás nuestro. Estamos saliendo y Olga tiene que ajustarse los crampones. Es importante en esta actividad tener toda la equipación revisada y bien ajustada, con su buen mantenimiento, pues la peligrosidad de que falle alguna de estas herramientas en mitad del inclinado corredor puede ser alta, muy alta. Por ello hay que ir sobreseguros con nuestras herramientas y hierros.
El día está mucho más despejado. Lo mismo que ayer por la tarde y a última hora estaba tapado y con amenazante mal tiempo, ahora una gran nube alta por encima de todos los picos nada amenazadora, inunda ahora el cielo del Pirineo; mientras la claridad nos iba descubriendo la gran mole del Aneto al norte y hacía la que nos debíamos dirigir. Delante teníamos todo el Circo de Coronas entre las Crestas de Cregüeña a la izquierda y oeste, la Cresta de Llosars a la derecha y este, y al norte la Cresta de En Medio (Pico Maldito, Punta d’Astorg, Pico del Medio), Pico Coronas, y al noreste en una «esquina» del mismo circo la deformada mole del Aneto. El Corredor Estasen no se ve aún, está oculta en una misma revuelta de la mole rocosa y alta del Aneto. Cuando ya giremos hacía la base de la montaña, será cuando la tengamos delante.
Salimos del campamento bordeando por el sur el Ibón Medio de Coronas para coger, al otro lado del mismo, la huella y subida directa hacia el alto Collado de Coronas. La marcha va con buen paso, unos más rápidos que otros pero la huella y la magnífica visibilidad en la montaña hace que no tengamos pérdida en la aproximación a la base suroeste de la montaña del Aneto. Además solo tenemos que seguir el camino que las personitas que ya asolan la entrada del Corredor han dejado tras ellos. La nieve ya es muy abundante a partir del mismo campamento, y más arriba mientras seguimos la subida al Collado Coronas, las formas de la misma se ondulan y suaviza en sus empinadas pendientes siendo la señal en el mismo dibujo y perfil de la misma de abundancia y consistencia bajo nuestros pies.
Detrás dejamos la hermosa visión de los ibones aún helados, llenos de nieve y hielo, como si aún fuera invierno, con la punta del cónico Pico Aragüells como fondo sobre ellos. Precioso. A medida que vamos cogiendo altura camino del mencionado collado, las vistas al otro lado del Valle de Vallibierna se va abriendo y agrandándose ¡Qué estupendo y grandioso paisaje se verá desde la cima del pico más alto del Pirineo! Ya vemos parte del macizo del Posets y más al sur el solitario Cotiella.
Llegamos a un punto que en lugar de seguir subiendo por el supuesto camino y huella hacia el Collado de Coronas, que giramos a la derecha por una inclinada pendiente surcada en su centro por un pequeño alud, atravesándola en diagonal y sin demasiada pendiente hacia una obertura ancha entre las rocas de la base del Aneto. Dicha ancha obertura parece que hace unas eses con una inclinación apreciable en esta primera parte, oprimida entre rocas y espolones del mismo Aneto. Más arriba las mismas rocas y espolones, pilares de la cara suroeste del Aneto nos impiden saber por dónde va, por donde discurre: es el Corredor Estasen. Lo cogemos a unos 3.100 mts. de altitud y nos deja a unos 3.325 mts., o sea unos 225 mts. de corredor.
Nos agrupamos antes de equiparnos más o decidir si nos equipamos más. Otros grupos ya están metidos en la entrada del mismo corredor. Algunos van encordados, otros no, la mayoría no. Una cordada se equivoca y pretende seguir recto por el corredor sin seguir la huella que hace como eses en la parte más inclinada. Se dan cuenta y retroceden para coger la huella. Hay bastante gente: podemos ser, contándonos a nosotros entre 25 a 30 personas metidas en el corredor. 2 de los compañeros de Pako Crestas ya bajan, ya lo han hecho y bajan por donde han subido, por el mismo corredor ¡Mákinas! llevan una velocidad y seguridad envidiables. El resto del grupo de Pako Crestas están intentando otra vía a la derecha del Corredor Estasen. Alguna piedra se les caerá y pasará casi rozándonos por en medio del corredor con una peligrosa velocidad. Yo al final no me encuerdo, con los 2 piolets técnicos y sus dragoneras bien cogidas a mis muñecas para que no se escapen de mis manos creo que tengo suficiente… y así comenzamos a subir y avanzar por en medio del Corredor Estasen.
La nieve está perfecta. Durilla sobre todo si pisas en las huellas. Todo el corredor está marcado como una escalera por las huellas de anteriores montañeros de otros fines de semana. O sea que al final se hace fácil, menos si mirabas hacia atrás y descubrías la pendiente y el tobogán que formaba el corredor. Tremendo. Justo antes de finalizar la S la inclinación del corredor sobrepasa los 50º. Después se suaviza en pocos grados menos y se ensancha teniendo bajo nuestros pies un largo trecho de pendiente vertiginosa. Voy de los primeros. Lea va detrás (o mejor dicho bajo de mi). Es muy difícil hacer fotos como dios manda, tengo miedo de que fácilmente se me caiga la cámara, tendría que haberla atado a algún cordino como hacía en los polvorientos conciertos de música rock, para que si se me escapa de las manos no se cayera. Hacia arriba sí puedo hacer fotos más cómodamente, pero la sensación en las fotos en esta postura y punto de vista no es la adecuada, no se nota la pendiente ni lo que hacemos ni donde estamos… pero lo complicado es hacerla hacía abajo, lo ya recorrido y los compañeros que me siguen.
Voy por la mitad del corredor donde hay momentos que clavar los picos de los piolets es más incómodo que clavar la punta del palo del mismo. Tengo un numeroso grupo justo arriba de mí al que fotografío. Más arriba observo como algunos se van metiendo por un estrecho pasillo, corredorcillo que gira a la derecha y arriba entre dos sendas barreras rocosas escarpadas y verticales a modo de pequeños espolones: esta es la variante de la Petit Black. Esta se diferencia perfectamente su inclinación, mayor a la que lleva la Estasen. Incluso en las fotos. Son varias cordadas las que van por arriba de mí cada uno por un lado del corredor y yo por en medio.
Llego al cruce de la Y: a la izquierda sigue la vía del Corredor Estasen normal, a la derecha metidos en el nombrado corredorcillo la Petit Black. Yo no sabía que existía esta variante, esta Petit Black. Solo veía que todo el mundo delante y arriba de mí se metían por esta inclinada y estrecha vía y yo les seguía. El resto de mis compañeros estaban debajo de mí como para decirme o explicarme (o gritarme) «¿Es que te vas a meter por la Petit Black?» Pero no fue así. El que me seguía más de cerca debajo de mi era Lea que me siguió sin decir ni mu. Olga que estaba en medio de ninguna parte y no tenía compañeros alrededor que la guiaran o visualizara para seguir, optó por avanzar por la normal de la Estasen, por la izquierda… y la perdimos de vista metidos en el «callejón» de la Petit Black. Aquí la inclinación ya era de 60º de máximo; y las cordadas que me precedían incluso hacían reuniones en algunas parte de la roca del corredorcillo; pero era divertido. En pocos metros ya subiendo enseguida llego al final del estrecho corredor Petit Black en la parte final (más cerca del Aneto) de la Cresta de Llosars. Las vistas del corredor hacia abajo en el hueco que deja son soberbias, tremendas, demoledoras… Lea poco a poco va llegando al final del mismo también mientras fotografío su avance.
Justo al llegar a la cresta vi como algunos de los montañeros que me precedían desaparecían al otro lado de la roca que yo tenía a mi izquierda (según salgo del corredor) y norte. Es una aguja o agujita sin nombre. La pasan sin subirla, por el lado este de la misma. Ya veo las huellas y los pasos. Y así hago lo mismo que ellos para cruzar al otro lado de esta agujita. Casualmente al otro lado estaba la salida de la vía normal del Corredor Estasen. Cruzo al otro lado y espero a Lea y a Xavi que también ha salido de la Petit Black, para subir los escarpes finales hasta la muy próxima cima del Aneto… que ya se veía su reconocible cruz allá arriba de las rocas desde estos pasos. He cruzado al otro lado (sin tocar el pico, bordeando por el lado derecho, este, y algo expuesto) de la agujita que divide las dos salidas de los corredores; he pasado por arriba de la salida de la Estasen y ya me encontraba, al final de la cresta hacia el norte, subiendo los encrespados y escarpados perfiles de la misma cima del Aneto. Aquí me reúno con Lea y Xavi, entre otras cosas tengo que parar por que las cordadas precedentes hacen cola para solventar los pasos de roca que vienen.
Cruzamos al otro lado de esta especie de torre fácil de roca, por un paso también entre grandes piedras (en forma de sándwich) a la derecha y cogiendo rápidamente, al otro lado del paso girando algo a la izquierda y arriba, una pala nevada que nos llevará a 2 pasos de la misma cima del Aneto hacia arriba… y ya estamos en la cima del Aneto, 3.404 mts. de altura, el Techo del Pirineo.
Olga nos espera arriba. Nosotros preocupados porque ha cogido otro camino y ya la habíamos perdido de vista, y resulta que nos ha adelantado y ya estaba en la cima del pico. Fotografías, celebraciones. Vamos observando cómo avanzan y progresan nuestros compañeros al final en la pala de nieve que nos sube a la cima prácticamente, Francesc y Flora. A los pocos minutos nos reunimos todos y nos hacemos fotos ¡¡Magnífico!! Estamos muy contentos. Hemos hecho el Aneto por el famoso Corredor Estasen. Un hito muchas veces planeado y querido pero solo una vez conseguido ¡¡Increíble!! Las vistas son extraordinarias. Podía estar minutos nombrando montañas y valles sin parar. Aunque el tiempo ha ido cambiando a peor, nos ha protegido del sol y su calor durante toda la subida (y lo hará durante el resto de la jornada). Las nubes bajas aparecen e intentan cubrir y hacer desaparecer bajo ellas algunas altas montañas y valles, sobre todo hacía el Pirineo de Lleida, Valle de Arán… pero aun así las vistas son muy alpinas. Hermosas. Llama la atención el resto de las altas cimas del mismo macizo hacía el oeste siguiendo el cordal cimero lineal. Cabe destacar la fácil diferenciación de los 3 picos o puntas de la Cresta de En Medio (Pico de En Medio, Punta d’Astorg, Pico Maldito) y la diferenciada Maladeta, con su murallón y caída en la Cresta de Los Portillones hacía el norte. La pared de La Maladeta desde este lado siempre es imponente… lo mismo que es el Pico Maldito desde otros puntos de vista y miradas contrarias a las que hay desde este lado…
Las nubes bajas comienzan a salir al otro lado y bajo el Maladeta. Las nubes altas son más espesas y blanquecinas, ya va siendo hora de bajar. Ahora a hacer cola en el Paso de Mahoma ¡¡¡Qué follón…!!! Ya hace tiempo que no me gusta subir al Aneto por lo abarrotado que se pone por su vía normal, y el extenuante tráfico que llega a ver en el mismo embudo del Paso de Mahoma: esperar, parar, seguir, parar, dejar pasar… todo por unos 15 o 20 metros de cresta fácil y ya menos impresionable. Eso sí, cola para hacernos la foto con la cruz del Aneto, cola para pasar el Paso de Mahoma… me sorprendió ver a muchos «montañeros» con la mínima equipación (sin mochila) y con esos tacos de hierro sujetos a sus «bambas de montaña» como si fueran crampones… ¡¡Qué precariedad!! ¡Que no les pase nada!
Ya por fin al otro lado del Paso de Mahoma espero al resto del grupo que se entretienen entre que pasa uno o pasa otro, y ya cuando estamos todos juntos iniciamos la bajada por la huella hendida en la nieve hacia el Collado de Coronas. La idea era volver a los Ibones de Coronas donde teníamos las tiendas y campamento, y para ello había que bajar por el sitio más fácil, pero que tampoco era fácil ni cómodo: el Collado de Coronas.
Pero antes de llegar al collado nos pillaba de camino un olvidado pico secundario de más de tres mil metros y que debe de ser el más visto por los mismos montañeros justo antes de llegar al mismo Aneto: La Punta Oliveras Arenas. En pocos minutos llegamos a su rocosa y casi poca cosa cima, a 3.292 mts. Las vistas hacia el Aneto y su Corredor Estasen, la ruta realizada, son increíbles y magníficas, soberbias. Fotos. Comemos algo allí y proseguimos hacia el cercano hueco del Collado de Coronas. Desandamos pocos pasos para coger la empinada ladera bajo este pico que nos hace girar y llegar al Collado de Coronas a la izquierda (3.208 mts.). Después de la abundante nieve sobre los restos de los glaciares pirenaicos, nos encontramos en este collado con un corte puro y duro de roca casi infranqueable mirando hacia el sur, hacia el valle del mismo nombre, hacia Vallibierna… ¡¿Y por dónde bajaremos?! Pegados a la pared o vertiente rocosa vertical más a la izquierda, más tocando al Aneto, parece que hay una especie de bajada con algunos hitos muy vertical y más peligrosa por lo muy descompuesto del terreno, de la pared y fácil caída de piedras, rocas que por la misma verticalidad que también es muy notable. Lo normal por lo que se ve es llegar al centro del collado donde hay roca pura, roca madre y trepar o destrepar según donde te dirijas. Pero como hemos pillado este lado antes, pues muy despacio y con cuidado vamos medio destrepando (aunque no es escalada) o medio deslizándonos por el deshecho canalillo excavado entre roca y tierra del pasar de la gente. Abajo llegamos al final de este tramo de rocas y piedras vertical para llegar a otro vertical nevero que casi tenemos que bajarlo de espaldas… ¡¡No sabía que el Collado de Coronas estaba tan mal!! Nunca había pasado por aquí. En antiguos mapas describían un gran nevero, un glaciar, añadiendo que era el único glaciar pirenaico que miraba al sur… todo eso no existe ya, ha desaparecido o se ha modificado tanto que ni se aprecia… o puede que dicho Glaciar de Coronas esté bajo este empinado y extenso nevero y ya solo sea una delgada lámina de hielo sin visibilidad, sin movimiento… no sabría decir… ¡¡Increíble el cambio climático como está afectando a los glaciares pirenaicos y en general a los del todo el mundo!!
La bajada se hace con cuidado al entrar al nevero por la fuerte inclinación del mismo, pero a medida que bajamos y descendemos la inclinación es menos acentuada y proseguimos sin problemas, mirando al frente. Al final cómoda y casi rápida (yo llego a correr bajando por los fáciles neveros) en dirección al Ibón Medio de Coronas donde teníamos las tiendas. De repente a nuestra izquierda tenemos entero todo el Corredor Estasen visible de arriba a abajo. Hacemos fotos para seguir y señalar en ellas el recorrido realizado en el mismo corredor. Impresionante… por esas pisadas, por esos pasos, por esos escarpes hemos pasado nosotros, se ven verticales y abruptos. Excepcional. Por suerte el tiempo sigue bueno, sin sol pero con las nubes altas en la cara sur de los Montes Malditos, y las vistas siguen siendo excepcionales y la progresión adecuada.
Me adelanto al grupo que bajan con menos velocidad para que sus piernas no sufran en la bajada con la nieve blanda. Llegamos a las orillas opuestas del Ibón del Medio, intento reconocer nuestro campamento al otro lado del mismo y no llego a verlo bien pero un mal presentimiento me golpea de repente al no ver con claridad los 3 colores de las 3 tiendas… ¡¿Falta alguna?! Corro hacia las tiendas y en efecto al llegar una de ellas, concretamente la mía nueva, falta, no está, parece que ha volado. El viento aquí en las orillas del ibón, en su mota sur como haciendo un balcón sobre el Valle de Coronas es más fuertecillo, es más intenso, como si fuera un collado; de hecho el viento en algunas ocasiones y lugares de la bajada y cima había arreciado… ¡¿Dónde estará?!
El disgusto me llena de energías para dejar la mochila y salir a buscar la tienda por los alrededores del campamento, entre escondites de las grandes rocas, neveros metidos en agujeros, pendientes… e incluso me asomo y recorro parte de la parte baja del balcón, la pendiente que baja mirando al Ibonet de Coronas… nada, ni rastro… sé que se ha volado por que han quedado algunos vientos aún colgados de las piedras a los que los até, con lo que se han desatado de la misma tienda por los golpes de viento. Al cabo de unos minutos vuelvo al campamento con las malas noticias. Xavi y yo decidimos rehacer las mochilas y bajar sin esperar al resto del grupo que tienen que desmontar sus tiendas, el campamento, para que de esta manera nos dé tiempo a mirar por los rincones del valle. Estoy convencido de que ha salido volando con tanta virulencia que la tienda está en las cercanías del Ibonet de Coronas, en la Pleta de Coronas ¡¿La encontraremos?!
Xavi y yo comenzamos la bajada desandando el camino de ayer, justo el mismo: del Ibón del Medio al Ibonet de Coronas, y de aquí al Refugio de Pescadores (Coronas). Mientras bajamos vamos mirando por un lado y otro… preguntamos a los montañeros con los que nos cruzamos, tanto a los que suben como a los que bajan. Uno de ellos dice algo como que alguien había visto una tienda que se había volado. El color de la tienda de un verde oscuro será difícil de ver entre la vegetación de altura y los rincones de la ladera de la montaña. Dentro aún teníamos nuestros sacos de dormir, mi Diamir y uno nuevo que estrenaba Xavi, ropa, utensilios… Justo al saltar la riera que baja del Ibón Inferior y coger la sinuosa senda por la ladera y pendiente oeste de la Cresta de Llosars, me encuentro con una chaquetilla de plumas negra que alguien se ha dejado allí. No hay nadie alrededor ni vemos bajar a nadie. Pienso: «He perdido una tienda pero he ganado este plumas. Quizás el karma me quiera compensar de alguna manera…» pero antes de llegar al Ibonet de Coronas la pareja que iba con Pako Crestas sube (ya habían bajado) como buscando algo… «¿Habéis visto una chaquetilla de plumas?» Yo sin pensarlo dos veces saco de mi mochila la chaquetilla y se la entrego. A la vez le pregunto por nuestra tienda, que se ha volado y la hemos perdido. «Gracias, seguro que la encuentras, el karma te la devolverá por haber encontrado y devuelto mi chaquetilla de plumas» Nos decía el amigo sonriendo y contento, como si hubiera encontrado un tesoro que le pertenecía a él y no hubiera dudado en dárselo. Como si hubiera hecho una buena acción… pero después de echar miles de ojos por los alrededores del Ibonet de Coronas, perdía mi esperanza de recuperar la tienda nueva.
Bajando del Ibonet de Coronas ya por el vallecillo de Coronas hasta el de Vallibierna, desandado el camino sin salirnos de él; ya hemos renegado de seguir buscando la tienda. La doy por perdida. Pronto salimos al ancho camino y cruce de recorridos con el poste señalizador e indicador, siguiendo hacia abajo y derecha en busca del lugar del Refugio de Pescadores.
Junto al puente del Río de Vallibierna y al Refugio de Pescadores Xavi y yo descansamos y nos dormimos unos minutos en el banco de la parada de autobuses techada de madera, después de descargarnos las mochilas que las dejamos a un lado. Poca gente hay: una o dos parejitas, curiosos que llegan en coche todoterreno y pasan el día por los alrededores. Estamos esperando el resto de los compañeros que, al cabo de más de media hora, vemos que tardan demasiado en bajar… ¡¿habrán encontrado la tienda y habrán perdido más tiempo en desmontarla y repartírsela?!
Nos preocupamos, no llegan. De repente después de otro tiempo aparece Lea, Francesc con cara de agobio y pocos amigos «lleugera la teva tenda, no?». Habían encontrado la tienda justo cuando dejaban el campamento y ésta salía de detrás de una roca. Olga por casualidad la ve salir de repente movida por el viento de detrás de la roca en la cual se encontraba escondida. Lea y Francesc corren para cogerla antes de que vuelva a volarse. La recuperan y se reparten el peso de la misma con las cosas que habían dentro… que no se ha perdido nada… nos cuentan las chicas al ayudarlas quitándoles el peso al llegar al lugar.
¡¡Increíble!! He recuperado mi tienda y agradezco enormemente a mis compañeros en su colaboración. Unas cañas las tienen gratis como mínimo seguro. Al final el Karma ha dado su resultado. Curioso. Cansados y deshidratados nos desequiparnos y metemos las mochilas al Montero de Olga. Parece que estamos cansados con falta de líquido. Pero mis compañeros han bajado más peso del que han subido. Al final, con el susto de la tienda y todo, la actividad ha resultado magnífica, el tiempo bueno y la ruta en muy buen estado. Nos ha gustado mucho. Ha merecido la pena al grupo en general esperar estos años para al final poder realizarla. Preciosos los Pirineos como siempre, con sus rincones, escarpes y retos magníficos como éste: El Aneto por el Corredor Estasen.