Flora insistía en organizar una actividad para subir el gran Pic du Midi d’Ossau este pasado mes de septiembre. La verdad es una de las montañas más espectaculares del Pirineo (a pesar de no llegar a los tres mil metros, de rozar los dos mil novecientos); siempre ha sito un reto, un desafío para los miembros y amigos del Centro Excursionista Almoradí (como lo fue el Besiberri Norte). El subirlo ya era todo un impresionante logro mirándolo desde nuestras casas alicantinas. Impresionante, elegante e hipnotizante. Es al Cervino del Pirineo (con permiso del Balaitous). Es el “castillo de He-man” (imaginativa descripción de mi buen amigo Jesús Santana)… y ahora de repente, sin programarlo ni planificado, se planteaba la oportunidad de acercarnos a él y conquistarlo…
Así pues en septiembre quedamos en organizar la “expedición” para el fin de semana del 10 al 12 de octubre. Suponíamos que más tarde el frío y mal tiempo del otoño (con menos luz) nos haría más frente ante dicha conquista. Entonces con Montañas de La Luna y la ayuda de organización de la compañera Flora, quedamos en acercarnos la tarde y noche del viernes 10 de octubre hasta la población del Valle de Tena (Huesca) de Piedrafita de Jaca, donde pasaríamos las 2 noches del fin de semana, en el Albergue de Piedrafita (que no el refugio) para de esta manera el sábado 11 tener todo el día para realizar la proeza.
Por el Valle de Tena desde Sabiñánigo y más arriba de Biescas y Sallent de Gállego, cruzamos la frontera por el Portalet entre las pistas de esquí de Formigal, y enseguida, ya en el Pirineo francés, dejamos el coche en una especie de parking justo cuando la carretera ya está bajando… pero ninguno de los que vamos lo hemos hecho. Se han leído guías y les han descrito la subida, pero la aventura está asegurada.
Viejos recuerdos con los siempre amigos del Centro Excursionista Almoradí. En este albergue pasamos toda una Semana Santa en el año 2.006, justo cuando el grupo de “alpinistas” alcanzamos las cimas del Gran Facha y del Balaitous; y nos acercamos hasta el impresionante Collado de Cachivirizas en la subida al Peña Telera desde aquí mismo. Nostalgia y ensueño. Pero las habitaciones no son las mismas: nos quedamos en 2 habitaciones de la planta de abajo. El sitio no está mal; aunque los baños (como ya pasaba entonces) se inundan si te duchas alegremente y sin mesura.
Llevamos el material de escalada necesario y buenos compañeros que dominan el arte, el baile, de progresar, bajarse, moverse entre las verticalidades y dificultades de estas escarpadas montañas y sus paredes. 7 somos los intrépidos aventureros que nos adentraremos en las entrañas de esta espectacular y desafiante montaña. “El Rojo” y Oli ya la hicieron un verano, sabiendo que “El Rojo” es un escalador que domina este arte; pero al final no les consulté nada… me dejaré llevar por mis compañeros… a veces es necesario y, como no, cómodo, no ser el guía u organizador en la montaña.
Parece que no salimos muy temprano para hacer esta montaña (es lo que aprendimos a la vuelta por la noche) pero antes de las 6’30 de la mañana ya tenemos los ojos abiertos. Salimos y llegamos al nombrado parking de la Cabaña de l’Araille (queda a la derecha de la carretera cuando bajas, mientras que a la izquierda está el hueco del Gave de Brousset); a 500 mts. del Portalet, y sobre las 8’30 de la mañana salimos de los coches en busca de nuestro destino: el glorioso Pic du Midi d’Ossau.
Vemos como se asoma la punta cuadrada, llana y escarpada, muy característica de nuestro objetivo, por encima de la loma, al otro lado del río y la carretera, del Col de Soum de Pombie. Impresionante. Casi, casi que la emoción está a flor de piel. El sol toca las cimas de las montañas más altas; parece que el tiempo será bueno (eso decían las predicciones), aunque las nubecillas cubrían ahora si y ahora no, los claros del cielo y comenzaban a tocar las montañas más altas. Pero las esperanzas de éxito son latentes, estamos ilusionados y tenemos determinación. Bajamos por un camino que aparece al principio de la zona de parking, y que baja paralelo al río más o menos. Lo seguimos por que vemos gente que lo ha seguido y ahora se acercan a las suaves pero empinadas laderas del Col de Soum de Pombie y del siguiente Pic Peyreget.
Bajamos algo por este camino, pero enseguida giramos hacía el norte y cruzamos por un puente el Gave de Brousset y ya nos dirigimos hacía la ladera, un poco hacía la izquierda pasando cerca de la Cabaña de Senescau, del Col de Soum de Pombie. Enseguida el zigzag de la muy marcada y casi destrozada (en algunas partes) ancha senda, nos sube por la imperdible ladera en busca del nombrado collado. Poco a poco el llano donde están las casas, las cabañas, dejan paso a la empinada ladera. Atrás dejamos un magnífico paisaje que poco a poco y a medida que cogíamos altura, se agrandaba, se enaltecía, con cimas y montañas magníficas casi en la frontera franco-aragonesa. Una montaña, la cual no he llegado a conocer ni a indagar su nombre, tenia una forma y perfil característico, escarpada, cilíndrica y casi cuadrada… impresionante. Me recordaba al Naranjo de Bulnes. Más a la izquierda y oeste, los escarpes y raras puntas del Pic Peyreget; seguimiento de la loma del Col de Soum de Pombie. Entre el Pic du Midi d’Ossau y la zona donde habíamos dejado el coche, había que solventar el Col de Soum de Pombie para, al otro lado, bajar al Refugio de Pombie, bajo las escarpadas laderas sur de nuestro objetivo; y de aquí de nuevo subir al Col de Suzon, y de aquí a las paredes del Midi d’Ossau.
El sol va iluminando un día que aparece con una magnífica visibilidad. El fuerte viento en altura predecido para el final de este día y para mañana, hace que las vistas sean increíbles, luminosas y adornadas con esas nubes que dan su toque y color al cielo pirenaico. La distancia entre el coche y las paredes y vías de subida al Midi d’Ossau ya era de casi dos horas o más de hora y media. Y después tendríamos la propia y muy entretenida subida a la cima del pico. No obstante en poco tiempo llegamos al plano y ondulado Col de Soum de Pombie; a unos 2.130 mts. (Salíamos de unos 1.700 mts.)… y fue entonces cuando nos quedamos asombrados con las increíbles y fabulosas vistas; como no, hacía el norte con toda la espectacularidad de la cara sur, vertical, imponente, desafiante y grandiosa del Pic du Midi d’Ossau.
Hace viento y un sol tímido que intenta iluminar este día glorioso. El Midi d’Ossau se asoma con sus verticales y picudas chimeneas y sus paredes infranqueables y gigantescas. Una nube de viento comienza a cubrir sus cimas, sus cúspides dándole un aspecto aún más espectacular, desafiante, impresionante… ¡Allá arriba debemos llegar! E “invadir el castillo de He-man”. Será como una verdadera conquista, un intenso asedio, una entretenida y emocionante escalada… Vemos como sigue la ancha senda inequívoca hacía la falda del magnífico Midi d’Ossau. No tiene pérdida. Las vistas mientras bajamos siguen siendo espectaculares.
Esta senda pasa por la puerta del mismo Refugio de Pombie. Nos paramos junto a la construcción y comemos alguna nuez, algún fruto seco. A la vez descansamos y admiramos la fantástica pared enorme y casi como cilíndrica, con forma piramidal que nace desde las cercanías del refugio o más bien del laguito, Lac de Pombie, desde un enorme campo de rocas, hasta las cumbres y cimas del Midi. Entre el refugio y el laguito sigue la senda que intenta rodear al Midi por su sur y se acerca al Col de Suzon. Mientras seguimos por la senda hacía este collado atravesando un laberíntico camino entre grandes rocas y piedras caídas de la montaña, observamos a la izquierda en la enorme pared descrita algunos pequeños puntos de colores. Son escaladores que comienzan su escalada clásica por las grietas y desplomes de la pared, con sus herramientas de escalada… ¡Impresionante! Fotos ¡Que buen zoom tengo!
Y ya llegamos al Col de Suzón. Vuelve al frío viento del sur, fuerte y molesto. Estamos al este del pico a 2.127 mts. Vemos la senda empinada que ya se acerca por la vía normal hasta las paredes por las que tenemos que subir y escalar. El refugio lo dejamos a 2.031 mts. Al otro lado del Midi, una roca y una especie de cimita: el Pic Saoubiste. Ya llega la Pili y el Xavi al collado y comenzamos la subida empinada por la senda girando a la izquierda y oeste hacía la pared del Midi… si el fuerte viento nos deja.
Las nubes siguen invadiendo la parte alta de la pared y de la cima de la montaña mientras nuestra mirada se pierde entre los perfiles de la montaña que queremos escalar intentando adivinar cuales son las vías y pasos por los que debemos pasar y salvar. El viento arrecia en esta crestecilla que nos deja junto a la pared. Las vistas hacía el norte y parte francesa aparecen con un paisaje sorprendente y bonito. Y llegamos hasta el punto donde nos deja la senda junto a las paredes y perfiles rocosos y verticales del Midi d’Ossau. A partir de aquí ya comenzaríamos a trepar. Un grupo se nos había adelantado hace tiempo, y ya no los veíamos; dos vascos intentaban adivinar la subida tirando alguna que otra piedra que caía peligrosamente. Y mientras esperábamos a reunirnos todos al pié de la pared, nos equipábamos con el arnés y el casco. ¿Por donde se subirá? Nervios, emoción… la escalada siempre ha sido algo que me ha atraído pero a la vez casi temido… la adrenalina a “flor de piel”.
Una placa bajo la pared. Recuerdo de algún montañero, de alguna asociación… A la derecha de la placa los dos vascos intentan encontrar el camino de subida: es un barranco de lisas y abruptas paredes, no le hacemos mucho caso. Según los que llevan GPS la ruta se la marcan por este barranco, pero otras reseñas nos dicen de subir por la izquierda de la placa, por unos pasos entre las rocas que poco a poco se van verticalizando. Se intuye dicha subida y progreso. Al final decidimos subir por la izquierda.
Los vascos suben delante y han avanzado por la pared: se trata de una especie de grieta, de diedro medio tumbado que se verticaliza; al final del mismo hay que girar hacía la izquierda bajo el desplome de una roca y avanzar por otra lisa roca en pendiente ayudado (si así se pude decir) por un enorme clavo en medio de la lisa cara de la roca. Arriba de la misma hay una terraza horizontal con dos reuniones de cadenas y pitones metidos en la roca para poder rapelar o asegurar la misma subida: una de estas reuniones se encuentra justo al salir de la roca lisa y última, y la otra reunión más arriba en la misma vertical del diedro.
Somos 7 y la progresión es lenta. El desconocimiento hace peligrar el progreso en este primer paso y perdemos mucho tiempo en saber, conocer, intentar pasarlo… aunque realmente, una vez pasado, no parecía tanto. Un guía con sus clientes encordados se adelanta, parece que nuestro lento avance le moleste. Palabras entre Francesc (que nos ha abierto la vía y pasado un cordino para ayudarnos) y el mismo guía. La sangre no llegará al río. Pero es importante hacer entender que tenemos tanto derecho a estar en la montaña como cualquier otra persona, y que si quiere que le dejemos pasar, un poco de educación y pedirlo de forma correcta nunca viene mal. Al final el guía de Jaca con sus clientes y nosotros (más poco a poco y lentos) vamos pasando este primer tramo de escalada sin problemas; esperamos no tardar tanto en las siguientes.
Seguimos los hitos después de este primer paso y primera escalada. El recorrido circunda un espolón (sin subir y hacía la derecha) y pasa al otro lado volviendo al barranco, antes nombrado, pero a un punto más alto y fácil que abajo a la derecha de la nombrada placa. Ahora seguimos por el interior del barranco hacía arriba, siguiendo los hitos, llegando un momento que éstos mismos giran por otra terracita fácil hacía al derecha y hasta el pié de otro diedro, otra grieta y la siguiente escalada, el siguiente paso. Las nubes comienzan a inundar el cielo. El sol ya no saldrá en lo que queda de día, pero tendremos suerte por que no irá a peor. Lástima las vistas robadas, negadas por estas nubes que se enganchan e invaden la cima de esta y otras montañas. Pero el frío se intensifica; al estar escalando y no caminando, gastas menos energía (esperas, lentitud…) a pesar de que gastas más adrenalina y el avance es más emocionante. Hay que abrigarse.
Carles se queda deshaciendo la reunión. Le espero mientras observo desde la distancia como el guía de Jaca abre la subida por el siguiente paso de escalada, observo por donde sube y cómo. Al llegar al pie de este nuevo paso, el guía y sus clientes ya han pasado hace tiempo, pero se intuye muy bien por donde hay que subir. Según nos decía éste hay que subir por la pared de fáciles presas a la derecha de la grieta, del diedro, y así lo vemos y hacemos. Francesc abre la vía por nuestra parte, y yo me quedo el último cerrando “la cordada”. Esta vez no hace falta sacar la cuerda. La escalada es entretenida pero fácil es de IIº+ o IIIº más o menos; en la anterior también era de IIº+ con el paso de IIIº (rebajado por el clavo en medio de la cara lisa de la roca).
Subimos más rápidos esta vez. Dejamos el apéndice del diedro, de la grieta, a nuestra izquierda, mientras la subida por esta pared es vertical pero fácil. Realmente la grieta podría ser casi más fácil si no fuera por su difícil avance entre la humedad y roca mojada. Arriba de la pared otras terracitas e hitos que los seguimos hacía arriba superando este paso. Hay otro grupillo de franceses de edad más avanzada esperando a que pasemos todos para ellos bajar rapelando por este segundo paso, segunda escalada, segundo diedro…
De nuevo los hitos y la intuición orientativa (ir por la parte menos inclinada y más fácil del terreno) nos lleva hasta otra especie de grieta, otro paso esta vez con algunos más clavos que ayudan a progresar por él. Pero al final un paso fácil de IIº: bajo las paredes rocosas pasamos por un pasillito, abajo la montaña funde sus vertientes en el abismo y en un fondo vertical e invisible. Después giramos y nos internamos por el centro del rocoso barranquito superándolo y subiendo siguiendo los hitos y ladera arriba, empinada, bastante empinada. Las piedrecitas sueltas, algo de terreno con terracitas y la roca lisa rodeados de paredes y el abismo tras nuestro, es la predominante en esta subida. Ahora el recorrido gira hacía la derecha y parece que seguimos, sin subir demasiado, la ladera horizontalmente hacía otra parte de la montaña. Dejamos a otro grupito que creía había visto subir en la distancia, que bajan por este tercer paso de IIº entre los pasillitos de roca y el fondo del rocoso barranquito.
Llegamos a un punto en que Francesc, Flora y Pep comienzan a subir poco a poco por una especie de senda en zigzag muy empinada que se introducirá y se perderá entre la roca de la montaña. Es la cara noreste del Midi. Y a partir de aquí volveremos a trepar entre diedros, pasos y espolones siguiendo muchos hitos y la intuición. Al principio es fácil pero entretenido. Aquí no sobrepasaremos el IIº de dificultad (a pesar de la larga caída) y la verticalidad no es tan acentuada. Al fin y al cabo una entretenida y emocionante subida, trepada, que se alargará más que el resto de pasos hasta una zona de bloques sueltos en una ladera menos empinada que poco a poco se iría horizontalizándose arriba cerca de la cima del Midi.
Mientras observo como avanzan en mitad de la pared Francesc, Flora, Pep y Carles, yo veo como hay hitos que me llevan más hacía la izquierda de la misma. Pili y Xavi me siguen. El guía y sus clientes ya estaban acabando este tramo por la parte alta de la pared, y los veíamos casi como colgados allá arriba en medio de la roca del Midi. Lidero la subida por este tramo mientras pierdo el contacto visual con la parte del grupo que se ha adelantado; pero no voy mal, la subida es fácil, entretenida y muy interesante. Pili y Xavi me siguen parándose en la base de un diedro que hay que superar con “estilo bailarina” (como lo hacen los escaladores). Más arriba parece que al terreno, la roca y las paredes se van uniendo en un solo punto, señal de que la montaña, a medida que subimos, se estiliza para ir llegando a la cima de la misma.
Arriba de este paso o larguilla pared por donde hemos trepamos, el terreno no deja de estar invadido por cientos de enormes rocas (muchas sueltas) y piedrecillas resbaladizas, pero esta vez en un lugar menos vertical y nada peligroso. La niebla comienza a invadirnos, las nubes inundan la cima de la montaña; ya la veíamos desde abajo y ahora ya llegábamos al punto donde nos internábamos en ella. Habíamos perdido de vista a Francesc, Flora, Pep y Carles, pero más arriba vemos como nos gritan buscándonos por la pared. Los vemos junto a una cruz metálica asomada al abismo. Ya tenemos contacto visual. Más arriba ellos irán por delante y nosotros les seguiremos a una distancia por la parte menos empinada y más horizontal de las proximidades de la cima del Midi. Solo hay que seguir los numerosos hitos y la intuición orientativa en la montaña.
Pili sufre un sobreesfuerzo y se marea. Tanto trepar, tanto escalar y poner brazos, manos, pies en la pared sin tener una costumbre seguida, acaba por hacer mella… aunque no sea difícil la subida, lo largo de la misma ya es suficiente. La subida al Midi es larga por esto. Xavi se queda con Pili que andan ya por la zona más fácil, más despacio. Yo me adelanto para intentar ser un enlace entre el grupo de delante y ellos; y no perdernos entre las nubes.
Un punto algo más arriba entre los enormes bloques, al reses del frío viento (lo que se podía) y casi invisibles entre las grises nubes, Francesc me espera para pararnos todos y comer algo. Ya son las dos del mediodía ¿¡Tanto estamos tardando en subir!? Menos mal que se supone tenemos todo el día (espero que no se estropee al final)… pero no queda mucho para la cima. Al poco tiempo llegan Pili y Xavi. Nos reunimos todos junto a un fuego invisible, frío e imaginario. Comemos algo, no demasiado, las croquetas de Flora, chocolate… no dá tiempo a mucho más. Y antes de que se nos hiele más aún nuestro cuerpo congelado, húmedo por el sudor, seguimos hacía arriba en busca de la cumbre del Midi d’Ossau.
Curiosamente a partir de que nos acercamos a la parte más alta de la montaña, el viento empieza a remitir, deja de soplar con esa fuerza que le caracteriza en la alta montaña, pero la nube que cubre la cima no desaparece. El terreno ahora es fácil. Seguimos los hitos. Nos topamos con el guía de Jaca y sus clientes que ya bajan de la cima, de la cúspide del Midi… estamos muy cerca. “Esta primera cima es la Punta de España. Después seguís la crestecilla y llegáis a la cumbre más alta del Midi. Pero ambos tienen caso al misma altura…” nos dice el ahora simpático guía de montaña de Jaca. Son 10 minutos escasos y enseguida estamos en las laderas rocosas de la Punta de España. Ahora vemos la crestecilla, fácil y entretenida y nada larga, hasta a cima más alta del Pic du Midi d’Ossau a 2.884 mts.
Pili mejor no sigue. Está cansada y mareada por el esfuerzo, la subida, los nervios de la escalada, pero lo que queda hasta la cima es irrisorio, y enseguida llegamos hasta el punto más alto al final de la ancha crestecilla. A pesar de que las nubes nos impiden ver mucho más allá de ciertos metros, sabemos que estamos en la cima más alta del Midi d’Ossau. Fotos, risas… y mi cámara que comienza a fallar, es muy delicada con el frío y el viento ha hecho mella en ella como si fuera el cuerpo de un animal que sufre la hipotermia de la fuerte sensación de frío a causa del mismo viento ¡Que salgan las que salgan!
Debemos bajar. Desandamos el camino por la ancha cresta. Subo a la Punta de España, que queda a escasos pocos pasos hacía arriba antes de bajar, pero no por hacer la nueva cima, si no por encontrar un lugar más íntimo donde orinar. Enseguida, después de regar las rocas y sus abismos, vuelvo al sendero donde me esperan los compañeros. Nos lo tomamos muy ameno y sin prisas, casi con tiempo para recrearnos. Seguimos los hitos y llegamos al punto donde giramos hacía la cruz metálica por la que había pasado Francesc, Flora, Pep y Carles en la subida que habían elegido. Desde aquí ya vemos los límites de las nubes, que más abajo liberan el cielo y el espacio para que podamos contemplar el increíble paisaje que desde aquí debe de vislumbrarse, y que nos ha negado en las alturas. Fotos desde las proximidades de la cruz. Las nubes cubren, descubren un paisaje fantástico e increíble hacía el norte, noreste del Pirineo francés.
El abismo y la caída es larga y profunda. Es una montaña con perfiles escarpados y espectaculares, casi a gran escala para lo que estamos acostumbrados y comparada con las montañas que nos recorremos. Llegamos a dicha cruz metálica y desde aquí destreparemos poco a poco por el camino o vía elegida por el grupo de Francesc en la subida. No es difícil. No hace falta sacar la cuerda. Desde el primer diedro, grieta, y paso de escalada al comienzo de la subida por entre las paredes del Midi, que ya no sacamos la cuerda. Esta parte tiene una dificultad de IIº pero bajamos con destreza y confianza. Aunque llegados a un punto, Xavi saca su cuerda que atada a otro cordino que llevamos, prepara un rappel para bajar este tramo largo de pared casi vertical, rocosa. Pili y Flora después del cansancio y el esfuerzo prefieren y se fían más de hacer un rappel que no bajar destrepando por la pared del Midi con una caída casi mortal. Esto al final nos retrasa más, mientras se prepara la reunión, se unen las cuerdas, bajan…
La verdad es que es una montaña impresionante: bajamos y nos movemos bajo sus perfiles desafiantes, verticales y gigantescos, como verdaderos e indómitos aventureros de lo vertical, de lo imposible, de lo espectacular… a la vez esas nubes, a pesar de prohibirnos la visión del hermoso paisaje, le da un aspecto formidable, impresionante, temerario e incluso místico. Montaña única en el Pirineo, en esta parte del mundo y entre muchas montañas. Intento hacer todas las fotos posibles. Los recuerdos y las imágenes deben inmortalizar el momento, la aventura…
Después de bajar esta pared, giramos hacía la izquierda, volviendo a desandar el camino, en busca del paso del barranquito. Ahora todo parece más fácil; ya nos conocemos los pasos, pero por si acaso Francesc nos ayuda en un rincón de esta zona por si las dudas ¡Hay que llevar cuidado! Uno de los clavos que están en medio de la misma roca del barranquito parece apuntar directamente a la entrepierna mientras descenso. Pasillito entre y bajo las paredes rocosas y de nuevo llegamos, siguiendo los hitos de bajada, hasta la parte más alta del segundo paso y segunda escalada (según subíamos). Nos paramos y reagrupamos. Preparamos el rappel con los dos cordinos; ya que a pesar de que la subida la hicimos escalando sin cuerda (IIº+), el paso es vertical y es mejor y más seguro bajar rapelando.
Comienza a azotarnos de nuevo el frío viento y el día comienza a oscurecerse a la vez. La bajada es lenta. Somos 7 para bajar y son casi 30 metros de rappel. Pero al final bajamos todos. Mientras esperamos en cola, el frio se agudiza y el viento se enfurece a medida que descendíamos… como si llegáramos a las mismos partes que, subiendo, el viento fuera un elemento más en la montaña; pero ahora con más fuerza y más frío. Cuando ya estamos todos abajo, recogemos los cordinos y nos acercamos al siguiente paso, al primero de todos cuando comenzamos a subir. De nuevo seguimos los hitos girando hacía la derecha, bajo las paredes del Midi, hasta el barranco por el que bajamos (esta vez siguiendo los hitos sin pasar por el centro del mismo, rodeándolo en zigzag), fácil; hasta que, cruzando el mismo barranco hacía la derecha salimos, dándole la vuelta al espolón de la derecha, llegamos a la terracita sobre el diedro del primer paso de escalada de la montaña con el que nos topamos. Claro está, hay que decir que estamos desandando el recorrido. Estamos pasando por los mismos lugares, pasos y recorridos de subida como de bajada.
La noche se acerca. El viento es más frio y fuerte. Estar y disfrutar de la montaña es muy bonito pero llega un momento que es mejor bajar de ella y no estar en ciertos lugares con ciertas circunstancias. Fotos a los rápeles, a los participantes que posan como modelos para inmortalizar la increíble actividad. Ya estamos todos. Casi no cabemos en la terracita. Preparamos el rappel y de nuevo bajamos uno a uno por el diedro volado, por la grieta desplomada que tanto nos hizo dudar en si subir o no ante un obstáculo tan tácito y casi rotundo. Decido quedarme el último en bajar, y observo como uno a uno van bajando por este rappel medio volado en alguna parte, complicado o fácil según la zona, pero el último al fin y al cabo. Hago fotos a los participantes y compañeros mientras bajan. Algunos se hacen un nudo prusik, machard, para autoasegurarse en la bajada (por si acaso algún traspiés), y otros, como yo, bajamos con el simple descensor u ocho. Mientras la oscuridad va avanzando, y el miedo y el temor se van apoderando de la montaña como si de una montaña encantada se tratara. Cuanto más solo me quedo, más ansiedad, más frío… ¡¿Cuándo me toca?!
Por fin bajo siendo el último. Recogemos las cuerdas mientras la noche y la oscuridad están cayendo sobre el Midi. Estoy contento, eufórico, Flora y Francesc me esperan para recoger la cuerda y bajar todos juntos. Pero algunos, al ver que tienen un paso más lento, ya han iniciado la fácil y empinada bajada por la senda desde la pared del Midi d’Ossau hasta el Col de Suzón. La alegría de la hazaña conseguida y la adrenalina de los pasos descendidos hacen que después de recoger y repartirnos las cuerdas comience a bajar casi corriendo por la senda en dirección a dicho collado en medio de la casi ya noche cerrada… no enciendo el frontal. Intento guiarme como un animal salvaje en mitad de la oscuridad de la noche… ¡Solo me falta aullar!
Hago fotos a la sombra que deja la misma montaña en medio del espacio nocturno y también oscuro. Como si fuera la imagen fantasmal, espectral de un gigantesco coloso, un espectacular gigante al que hemos conquistado. Ya en el Col de Suzón nos volvemos a reagrupar. Ya es noche cerrada. Encendemos los frontales. El viento sigue arreciando fuerte y frío, la sensación térmica tan baja ya es muy molesta. No vemos nada. La oscuridad es total. Observo alguna lucecilla que sigue, más alejada, la senda por la que debemos bajar, desandando de nuevo lo recorrido para llegar al Midi. Es Pilar que ha decidido no esperarnos para salir pronto del lugar, y llegar lo antes posible al refugio, a los coches ¡Ya está bien de montaña!, ¡Nos ha cogido la noche y todo!
Salimos en busca del Refugio de Pombie donde pararemos para descansar y reagruparnos. Desandamos el camino, pero ya no se ve nada de nada en esta noche cerrada con un cielo tapado por las nubes. Pero el viento amaina a medida que bajamos del Col de Suzón y caminamos en busca del mismo refugio por aquella senda que zigzaguea y evita aquellas rocas gigantes que bajaban del mismo Midi ¡El frontal no ilumina nada! Ya me he quedado sin pilas…
Junto al Refugio de Pombie decidimos dividirnos en 2 grupos, para que el primero, que irá más rápido, llegue antes al coche y pueda avisar al del albergue que llegamos tarde. Carles, Flora y yo somos los del grupo primero que, a la cabeza y con buena marcha, desandamos el camino desde el Refugio de Pombie hasta el coche, subiendo al Col de Soum de Pombie. La oscuridad y la poca iluminación de mi frontal, el cual poco a poco va perdiendo más fuerza e intensidad en su luz, no evitan que podamos correr por la ancha senda sin perdernos (demasiado en la bajada). Hay que llevar cuidado cuando bajamos hasta el llano al otro lado del Col de Soum de Pombie, por que el recorrido lo dejamos de seguir para equivocarnos por un camino que nos puede llevar hasta la Cabaña de Houns de Gabes, justo después de pasar la Cabaña de Senescau que nos quedaría a la derecha.
No pasa nada. En mitad de la oscuridad se puede seguir el curso del caudaloso río corriente abajo, para toparnos con las palancas, cartel informativo y seguido el puente principal que al cruzarlo nos deja en el camino que, a la izquierda, nos llevará hasta la misma carretera y junto al coche.
Llegamos al coche a las 22’30 horas (ya no llegamos para cenar), y el resto de los compañeros llegarían solo 15 o 20 minutos después. Ya veíamos las luces de sus frontales que recorrían las laderas bajo el Col de Soum de Pombie y el llano del Cirque d’Anéou (donde están las cabañas), como gigantescas luciérnagas que en mitad de la oscuridad parece que cuelguen de un punto invisible en medio del oscuro cielo.
Como os podréis imaginar ha sido una actividad increíble, fantástica y emocionante. Larga y casi dura (según tu preparación) por las horas y dificultades de las escaladas y destrepadas… pero una montaña única, increíble, impresionante… Estoy deseando de volver a subirla, de venir de guía para traer al resto de compañeros, montañeros de Alicante, y enseñarles la fantástica aventura y la magnífica montaña que es el Midi d’Ossau. A pesar de estas 14 horas perdidos en esta hermosa y espectacular montaña. El Pirineo es único. El Pic du Midi d’Ossau es un verdadero monumento a la naturaleza, a la cordillera… magnífico.