Casi en el centro de la provincia y rodeado de valles y otras famosas y fenomenales montañas como Aitana, está la solitaria, magnífica y excepcional Serrella. Mi buen compañero de viajes y Grandes Montañas Jesús Santana la llama “El Pirineo de Alicante” un nombre que ahora, con la distancia, los recuerdos y ésta última visita que he hecho a su cima más alta, que por cierto, hace que La Serrella sea la cuarta montaña o sierra más alta de Alicante, le hace merecedora de tal apodo. Cresterios, alturas frías y escabrosas, perfiles agrestes, paredes, agujas, amplios páramos, praderas de altura y bosques en aquellos lugares donde el fuego no ha podido llegar… menos por lo del fuego ¿podría estar describiendo al Pirineo? Así es La Serrella.
Aprovechando la semana de noviembre que regresaba a mi pueblo, a mi tierra alicantina, y después de visitar el domingo anterior la única y espectacular Sierra de Callosa, quedo con Jesús, Quique y Vicente en visitar, como era esta vez mi deseo, la nostálgica y hermosa Serrella. Y nada mejor que subir a su cima más singular y alta, con un nombre nada montañero: El Plà de La Casa. Así pues el pasado sábado 22 del mismo noviembre salimos de Almoradí, Mutxamel y Alicante en busca de la Vall de Seta entre Alcoy y el Valle de Guadalest, entre El Comtat y La Marina. No sin antes reunirnos y parar a desayunar en El Xirau junto al Maigmó.
Después de más de una hora larga de coche llegamos a la población de Fageca pasando, equivocadamente, por Quatretondeta, es mejor coger la carretera que pasa por Balones y Benimasot; todas poblaciones de la Vall de Seta. El día parece que no será demasiado frío, y algunas nubes y nieblas abordan el horizonte, el cielo y otros valles; no hay una buena visibilidad pero la montaña aparece ahí, con sus diferentes perfiles y formas, con sus características partes como pequeños macizos diferenciados dentro de la misma sierra, y cada uno culminado por uno de los tres picos diferenciados también de La Serrella. Quizás no sea el Pirineo, pero mirando a la sierra desde Fageca, nuestro punto de partida y regreso en esta circular, admiramos la majestuosidad y vistosidad de sus amplias laderas y escarpes culminados por esas rocosas y casi picudas cúspides, alturas.
Salimos de Fageca bajando a un camino que mira hacía el sur, sureste y hacía la sierra. La Serrella queda siempre al sur de esta Vall de Ceta, y de sus poblaciones. Encontraremos fácilmente este camino a seguir por que está casi en la salida del pueblo hacía Famorca (el siguiente en la misma carretera hacía el este), y sale del pueblo haciendo un túnel, un puente por debajo de la carretera principal, viniendo del mismo centro del pequeño pueblo.
El camino es ancho y normal, se dirige hacía la sierra, hacía un vallecillo que parece se abre en mitad de esta parte de la misma sierra. Pasamos junto a los típicos lavaderos que antiguamente se utilizaban para lavar la ropa cuando no había ni agua corriente ni lavadoras… todas las lavanderas iban a esta fuente para lavar su ropa, La Font del Espirit Sant; por ello la característica forma, adecuada para apoyarse y lavar ropa como una pila gigante. Carteles indicadores en los siguientes metros: “Famorca, Plà de La Casa…” Seguiremos entonces el P.R. (de hecho éste ya salía del pueblo) que nos lleva en dirección Plà de La Casa. Atrás van quedado las pocas casas que forman Fageca, y delante entre huertos de olivos, almendros y algún que otro frutal en la umbría, La Serrella cada vez más enorme y grandiosa.
Tenemos que cruzar caminos y una pequeña senda que nos llevará por la ladera pedregosa de la sierra por el curso del barranco que nos introducirá en la montaña. Atrás quedan los huertos y las modificaciones artificiales del terreno hechas por el hombre, ahora pisamos la pedregosa senda entre matorrales y más rocosas y sobretodo también pedregosas laderas. Oímos un tiro, un disparo. Hay cazadores cerca. Espero que no se equivoquen con nosotros. La senda comienza a coger altura a la vez que nos introducimos en la sierra; enfrente tenemos una escarpada y lisa pared culminada por una aguja y agrestes perfiles ¡Allá está el Pirineo alicantino! ¡Ya lo veo!
La senda cruza de un lado al otro del barranco, el que llaman Barranc del Moro, y sube más aún a la vez que se estrecha el vallecillo y comienzan a aparecer más perfiles de crestas, paredes y escarpadas formas a un lado y al otro del mismo. Se me había olvidado lo espectacular que es esta sierra en algunas vertientes y partes: a la izquierda va quedando una formidable cresta cárstica, escarpada, vertical, complicada, que culmina en el rocoso y tremendo Morret de La Terra Nova. Jesús la llamaba algo de Cabeza de León o algo parecido ¡Excepcional! Antes nos hemos quedado con la visión de una gran oquedad nada más comenzar las paredes a nuestra derecha: es la Cova de Bernat. Enorme, grande y llamativa, pero no queda junto a nuestro camino de subida, hay que desviarse si queremos visitarla. Un murillo la cierra como si fuera un vivac para el ganado o el visitante, una guarida de animales donde resguardarse.
Subiendo por el fondo del barranquito llegamos hasta una pequeña construcción, una pequeña casita: es una fuente, la Font del Cuquero o del Barranc del Moro. A partir de aquí hemos flanqueado las barreras rocosas que en esta parte desaparecen bajo el barranco, en forma de cresta cárstica, una en dirección oeste hacía el Plà de La Casa y la otra hacía el este hacía La Mallada del Llop. La senda sigue subiendo por detrás de la fuente y parece que gira un poco hacía la derecha un poco paralela a la pared y cresta que nos quedará a la derecha y que es la que sube en dirección al Plà de La Casa. Entonces a medida que subimos por la senda, vamos girando poco a poco hacía el oeste: a nuestra espalda quedará el fondo del vallecillo y los perfiles de La Mallada del Llop que ya comienza a verse dicho pico al final de la loma cimera de la misma, junto con toda la cresta la cual hemos pasado por debajo y es la que acaba en el Morret de La Terra Nova. Impresionante.
Delante tendremos, ahora sí, las vertientes rocosas, verticales, escarpadas y espectaculares del pico Plà de La Casa, que sobresale algo hacía la izquierda en la misma cresta. Allá arriba hay que llegar. Entre matorrales de altura parecidos al cojín de monja, característicos por salir en lugares fríos, llegamos hasta el pié de un extenso pedregal, canchal que cae por la ladera desde la rocosa y herida pared y cresta. Aquí nos encontramos con un simpático y rústico cartelito: “Plà de La Casa” que de nuevo nos hace girar a la derecha para internarnos por dicho pedregal mientras lo superamos en zigzag. Las vistas ya son excepcionales desde aquí: al otro lado de La Mallada del Llop, mirando hacía el este, aparece una loma que acaba en un picudo y característico promontorio, es el Cerro de Los Parados o Cima de L’Aixortà. Abajo se entrevé el Valle de Guadalest, pero la mala visibilidad, la niebla sucia, impide disfrutar del mismo con sus poblaciones, laderas y el embalse en su centro.
La senda entre el pedregal nos sube hasta un pequeño colladito rocoso y escarpado que nos deja en una explanada de altura, verdosa y plácida entre vertientes rocosas, crestecillas y balcones hacía la Vall de Ceta… y en medio de toda la planicie, hacía la izquierda según te asomas por el colladito, aparece un enorme agujero de paredes y construcción humana: es la Cava (Pozo de Nieve) del Plà de La Casa. Excepcional e interesante. Nos acercamos hacía ella. Aparece más gente; la montaña tiene más visitas. Excursionistas que parados, sentados almuerzan por los alrededores del pozo de nieve y de la verde planicie.
Nos paramos junto al borde del enorme agujero amurallado, excavado para echar nieve y fabricar hielo. Increíble. Recuerdos, nostalgia… cuanto tiempo sin visitar este entrañable y mágico lugar en la montaña alicantina. Cuantas visitas, recorridos y ascensiones realizadas en esta hermosa y poderosa sierra. Recuerdo aquel vivac bajo el arco de entrada a la cava, con Infi y Quique. Nos estábamos preparando para ir a los Alpes, pero lo que no sabíamos es que esa actividad, como muchas otras, harían mella y tendrían su rinconcito en nuestro corazón.
Desandamos pocos pasos hacía el colladito y pronto vemos que la senda sube hacía la derecha y se encarama por las rocas cercanas mientras sube. Seguimos por ella y subimos arriba de las rocas. Fáciles resaltes de rocas y entretenidas que le dan un toque al pico. Arriba de las mismas rocas aparecen las ruinas de una vieja construcción. Nunca hemos sabido que eran aquellas medias paredes de piedra… siempre la llamábamos la casa del Plà de La Casa… pero ahora descubro que éstas podrían ser los restos de la Torre del Plà de la Casa, que podría formar parte del antiguo Castillo de Xeroles. Increíble. Pero no queda nada de ella, casi nada… y al lado un promontorio de roca al que para acceder a él hay un paso de escalada de menos de 3 metros, y una emblemática cruz metálica: es la cima del Plà de La Casa a 1.387 mts. de altitud.
La cima es sublime: una formidable roca caliza rodeada de paredes y abismos, con el roce de los rayos del sol justo sobre nosotros. Fotos de cima, de grupo y al paisaje. Sigue la extraña niebla; observo que ésta se espesa y tapa los rincones y vallecillos entre La Foradà y La Safor mirando hacía el norte, más allá de la Vall de Ceta que queda justo abajo junto con la Sierra de la Almudaina y d’Alfaro. Mirando hacía el seguimiento de la sierra hacía el este, hacía La Mallada del Llop y Aixortà, al fondo casi imperceptible entre la niebla y la lejanía, el zoom de mi cámara fotografía al “Cervino de Alicante”, la increíble y vertical norme aguja de la cima de Bérnia ¡Majestuosa! También admiramos el resto de La Serrella: los perfiles del Serrella hacía el este, y al oeste de La Mallada del Llop. Hermoso.
Bajamos desandando el camino hasta el pie del pozo de nieve. Mientras bajamos otro grupo de excursionistas suben; me hace ilusión de ver que hay más aficionados a la montaña, antes no veíamos tanta gente por La Serrella… aún escuchando los tiros de los cazadores que rondan la montaña. Es una manera de conocerla y a la vez de respetarla para futuras amenazas. Almorzamos algo en los límites del pozo de nieve. Y al cabo de no mucho tiempo reanudamos el recorrido: esta vez en lugar de bajar por donde hemos subido, bajaremos por la senda que nos acerca a el Serrella, Quatretondeta o a la Font Roja (no la de Alcoy); o sea, veníamos del este y ahora seguiríamos por el lado contrario al que hemos aparecido, hacía el oeste. Las nubes entre La Safor y La Foradà siguen ofreciendo una imagen bucólica de la vistas hacía el norte; mientras regresamos a la fácil senda y emprendemos el recorrido no pisado hoy por la planicie de esta parte de la sierra.
Seguimos las marcas blancas y amarillas del P.R. por una pisada senda, no hay pérdida. La senda pasa por terreno rocoso en algún tramo nada más salir de la plana del pozo de nieve; hacía la izquierda en una obertura del terreno entre vertientes escarpadas, agujas y paredes rocosas, se admira al fondo la enorme y famosa Sierra Aitana, con sus suaves y altas lomas cimeras como si fueran el lomo de un gigantesco animal tumbado boca abajo, descansando pacientemente: es la montaña más alta de Alicante. En su cima unas antenas enormes como gigantescos balones de fútbol, coronan su cumbre; pero esta fea niebla no nos deja apreciar con todo su esplendor las vistas hacía esta legendaria y emblemática sierra.
Atrás dejamos las vistas entre un cielo como sucio de niebla gris terrosa del escarpado y picudo Plà de La Casa, como si se tratara de una muralla coronada por una pequeña almena. Espléndido. Delante otra especie de planicie entre verdes matorrales de altura, y enseguida llegamos a la vertiente oeste del “macizo” del Plà de La Casa mirando al otro “macizo” del Serrella: bosquecillos y perfiles auténticos con crestecillas, promontorios rocosos y laderas verdes y suaves de rincones vivos y hermosos.
De repente la senda comienza a bajar por esta vertiente. Vicente y yo vamos los últimos. Como siempre me retraso al hacer las fotos que quiero para inmortalizar la fantástica y entrañable sierra con mi nueva Canon. Otra pareja de montañeros nos adelantan y bajan por la senda; parece que bajan como peleándose “tenías que haber traído tu coche…” Vicente y yo nos quedamos boquiabiertos por las “pedrás” que se tiran éstos mientras bajan. Seguidamente la senda pasa por un canchal, un pedregal; fantástica bajada, ya me la imagino. Jesús y Quique se han parado junto a ella como esperándome para bajar corriendo por el tobogán de piedras y piedrecitas.
Vicente prefiere seguir la zigzagueante senda que baja rápidamente al fondo del vallecillo, mientras Jesús, Quique y yo nos deleitamos bajando por el canchal o pedregal que tiene la suficiente verticalidad para que sea de un disfrute relevante ¡Cuánto tiempo! Parece que me he hecho más viejo mientras salto y corro rápidamente con una singular postura en la que el centro de gravedad no debe distar mucho del terreno para no perder el equilibrio… ya no bajo igual ¿será el peso?¿la pérdida de costumbre? Aún así sigo siendo el más rápido y temerario… ¡Me lo paso en grande en estas bajadas! Cruzo la ladera monte a través y cojo otro canchal menos usado, directo y largo que queda a la derecha de la senda en bajada, y en poquísimo tiempo llegamos a la senda entre los pinos del fondo, abajo.
Solo hay que seguir ésta hacía la derecha, norte y hacía abajo. Nos recorremos ahora un trocito de sano bosque de pinos altos y hermosos, del bosque que baja de las laderas del Serrella; las que veíamos anteriormente mientras bajábamos por la senda del Plà de La Casa. Jesús y Quique siguen la senda mientras yo espero la llegada de Vicente. Nos reunimos y seguimos de nuevo la senda marcada con el P.R. en la cual nos hacemos fotos en algunos puntos de la misma… sobre todo junto a un tronco de pino horizontal que cae sobre el barranco casi en el aire.
Poco más abajo llegamos a un rincón con una pequeña construcción, una vallita y preparado con unas mesas y bancos: es la Font Roja. Antes hemos bajado por un tramo en que el recorrido vuelve a dejar atrás crestas y erosiones cársticas en las rocas verticales, sobre todo en el lado derecho en la otra parte del barranco: agujeros, agujas, huecos, nichos, placas, paredes, escarpes… es el Pirineo alicantino, entrañable y espectacular. “¿Paramos aquí a comer?”, “No, seguimos hasta Fageca”; Jesús y Quique desde que hacen carreras de montaña, los recorridos con paradas y sin correr les debe saber a poco, pienso yo, y Jesús para bajar pronto de la montaña y llegar a buena hora con su familia quiere acabar la actividad sin mucho “romancerismo”… ¡es un crack! Siempre que bajo para visitar mis queridas montañas alicantinas, siempre tienen algunas horas para acompañarme ¡Unos compañeros únicos!
Bebemos agua y observamos que el chorrillo de la fuente no es muy grande; la sequía hace mella también aquí en las montañas entre La Marina y El Comtat, características por su mayor pluviosidad que en otras partes de la provincia. Carteles indicadores: seguimos el P.R.-182 en dirección y vuelta a Fageca. Desde aquí el recorrido es largo ya que casi estamos en el punto del recorrido más alejado del pueblo. Es como si desandáramos nuestros pasos pero en lugar de por la cima de la montaña, será por toda la ladera de la misma mirando a la Vall de Seta, hacía el norte. La senda entonces sale del recinto de la fuente y baja al barranco para cruzarlo siguiendo la ladera sin peder mucha altura o perdiéndola poco a poco, hasta acercarnos a Fageca.
A partir de este punto el barranco se verticaliza y se mete en un pequeño cañón en dirección a las inmediaciones de Quatretondeta. Nosotros lo dejamos atrás a nuestra espalda y mientras seguimos una rocosa, pedregosa y trazada senda que recorre la ladera y sus perfiles ondulantes en dirección norte, con un giro al noroeste y después oeste. No hay mucha vegetación, la normal en una ladera de montañas alicantinas: matorrales, carrascas entre las piedras… pero me llaman la atención grandes árboles con sus hojas de color naranja fosforita… preciosos ahora en otoño.
La senda se hace larga, al menos su recorrido, pero entre barranco y barranco comenzamos a bajar ladera abajo en lugar de recorrerla transversalmente. Hago fotos, pero esta extraña niebla hace que el ambiente parezca que esté como contaminado, con una visibilidad horrible. Llegamos a un pequeño murito que guarda un viejo pozo, a la vez que vuelven los pinos y los bosquecillos: es el aljibe o pozo de Campos “¿te acuerdas del lugar?” me dice Jesús; recuerdo de pasar por este sitio al menos una vez, pero no tengo el recuerdo de los momentos. Dejamos el aljibe árabe y seguimos la senda, esto aún no se ha acabado. Ésta sigue por las laderas pedregosas y a veces más desnudas con vegetación arbustiva pero más rastrera. Canchales y pedregales entre barrancos y laderas, y seguimos la senda por esta amplia ladera norte del “macizo” del Plà de La Casa.
Nos encontramos con una pareja de montañeros que no paran de hablar (ya desde la lejanía) y que parecen aparecer de un punto más arriba nuestro y de la senda correcta. Al final compartimos camino, senda y conversación: son dos hermanos de mediana edad, montañeros de Elda, que nos explican batallitas en los recorridos realizados, cimas ascendidas y montañas visitadas… se enciende el chip y comenzamos a hablar y compartir las aventuras entre montañeros, y esto es casi imparable y muy relajante, satisfactorio para aquellos a los que se les enciende. Con la gran complicidad de la pasión y amor por la montaña. Y hablando y bajando por la zigzagueante senda que vuelve a meterse entre pinos y arbolitos, ya vemos nuestro objetivo allá abajo, al fondo, hacía el norte: Fageca.
Aún quedan vestigios de los grandes bosques y viva vegetación que hubo en esta sierra, y que los numerosos incendios de décadas pasadas los dejaron como testimonios de lo que hubo: grandes encinas, grandes pinos de tronco enorme… pocos ejemplares, casi los podemos contar con los dedos de la mano; y sus vástagos que intentan abrirse paso en la vida en un terreno más pedregoso e inerte.
La senda va bajando y sin darnos cuenta entre las charlas con los eldenses llegamos a un camino entre huertos de olivos y almendros que nos llevará hasta Fageca, que ahora aparece como pegada a la seca y pelada Sierra d’Alfaro. Atrás dejamos la vetusta y mítica Serrella y sus laderas largas e interminables. Entramos en Fageca por la calle dejando el polideportivo (sin haber pasado por su puerta) a la izquierda y casi por el lado contrario, según, si estás en la carretera principal, al que has salido en busca de la sierra. Acabamos comiendo en el extraño bar del polideportivo/piscina de Fageca que queda justo en la orilla de la carreterilla que va a Quatretondeta, en las afueras del pueblo. Abundante, sabroso y económico plato combinado; cordero y morcillas del valle… buenísimos.
Ha sido toda una experiencia volver a reunirme con mis viejos compañeros de montañas, con mis viejos y queridos amigos, en una de las montañas más espectaculares y emblemáticas de Alicante. Ha sido increíble y genial volver a recordar caminos y rincones de la subida al excepcional Plà de La Casa. Una sierra digna de visitar, disfrutar y admirar, al menos, alguna vez que pasas por las montañas de Alicante. Espectacular. El Pirineo de Alicante: La Serrella… lástima la visibilidad y neblina tan sucia y extraña que me impidió volver a deleitarme con sus paisajes y sus vistas… en el mismo centro de las montañas alicantinas.
Texto sacado de la actividad Conoce Las Montañas de Alicante y Entorno realizada en el año 2.007 con el Centro Excursionista Almoradí:
-PLÁ DE LA CASA:
Empezamos por la nevada Serrella; que a mitad del invierno se cubrió con este bello meteoro. Tan “alpina” la subida cubierta de niebla, frío y nieve que nos llegó a parecer encontrarnos en algún alto pico de alguna de nuestras altas cordilleras españolas.
Un numeroso grupo de gente disfrutamos de la experiencia de encontrar la sierra tan bella y espectacular en un invierno casi irreal en Alicante. Subimos desde Fágeca por la parte este del pico. Llegando casi a la cumbre vimos su gran Pozo de Nieve, vestigios de épocas más frías. Siguiendo en la niebla bajamos por el oeste del pico haciendo una circular (descubierta la senda no hacía mucho) por la falda norte de la sierra, para volver a Fágeca. Una excursión muy bonita en una época exclusiva.