Son las 2 de la mañana cuando se despiertan y levantan los primeros. Otros les siguen a diferentes horas. Nosotros hemos quedado a desayunar a las 06’30 horas de la mañana después de las conversaciones con uno de los guardas anoche. No dan desayuno a las 5 de la mañana, a las 6’30 o 7… lo que descubrimos después es que a las 3 de la mañana también preparan desayuno para los más madrugadores.
Sin duda hubo un mal entendido cuando hablé con el guarda mayor para ver a qué hora podíamos tener el desayuno hoy. Nosotros lo pedíamos a las 5 de la mañana para salir a las 5’30 o como mucho a las 6, pero éste nos decía que a esa hora no había desayuno, que tenía que ser a las 6’30. Claro, yo me preguntaba si los que salían temprano para hacer el Barre no desayunaban de refugio. Luego descubrimos que el desayuno lo ofrecían a las 3 o 4 de la madrugada para aquellos que atacaban la montaña. Supongo que el guarda mayor no supo decirme o yo no entendí que había un desayuno muy anterior al de las 5 o 6 de la mañana. De todas formas como no teníamos pensado madrugar mucho por que anoche decidimos no subir al Barre si no atacar al Dôme de Niege… el guarda joven nos dijo que no hacía falta madrugar tanto.
La habitación se queda vacía. Solo nosotros 3 nos quedamos en las literas intentando seguir durmiendo ¡Imposible! En varias ocasiones oímos a alguien que entra en la habitación gritando palabras de ánimo en inglés para despertar al personal. A la cuarta vez pensamos que nos la puede decir a nosotros, ya que no hay nadie en la habitación salvo nosotros. “IT’S A VERY GOOD DAY, COME ON!” llego a entender en la última llamada.
Pienso que es alguno de los guías con los que hemos cruzado alguna palabra y casi amistad ¡Que confianza! Después nos enteramos que fue el guarda joven del refugio que es con quien más hemos hablado e informado de meteorología, ascensión y otras necesidades ¡Que amable!… La verdad es que son muy amables y las chicas un encanto ¡Que diferencia con otros refugios que conozco de los Pirineos!
El despertador suena a las 5. Nos levantamos rápido. No tenemos sueño desde hace tiempo. Preparamos las mochilas rápido y bajamos a desayunar. Son poco antes de las 6 y hasta las 6’30 no nos preparan la otra encantadora guarda el desayuno. Mientras salimos fuera y observamos, igual que lo hacíamos desde la ventana del dormitorio B que, estaba todo, todo despejado, limpio y nítido sin nubes. Por ello la insistencia del guarda de avisarnos y despertarnos.
Estamos solos en el desayuno de las 06’30. Le explicamos a la simpática guarda el desentendimiento con su compañero mayor. Se disculpa. Son un encanto.
Después del desayuno salimos los 3 solos en busca del Barre Des Ecrins. Ahora lo vemos perfecto. La vista es preciosa, espectacular, soberbia montaña, escarpada, colmada de un laberinto de lenguas glaciares y seracs que le dan una imagen única, magnífica y culminada en una casi infranqueable cresta, recortada en forma de ancha flecha. A su derecha una cima de nieve blanca y casi redondeada: la DÔME DE NIEGE. La punta de la flecha mellada, recortada: el BARRE DES ECRINS. Una imagen muy alpina, preciosa y espectacular. Antes de desayunar veíamos las luces de los frontales de los que habían salido antes que nosotros, por donde iban, el recorrido que hacen. Cuando se hace de día veíamos ya las figuras por en medio de los glaciares, seracs… y calculábamos los sitios, pendiente, dificultades…
Son las 06’50 cuando salimos del refugio. El día es espectacular pero frío. Al salir del refugio ya nos ponemos los crampones para atravesar los neveros de bajada al glaciar. La nieve está helada y no queremos sustos nada más comenzar. Ya en el glaciar nos encordamos con el corto cordino de 30 mts., pregunto el peso de Mario, “83-82 Kg.” Entonces dispongo que Luis vaya el primero, Mario en medio y yo al final. Y así comenzamos una fácil y bonita travesía por el Glaciar Blanc, valle arriba, por una senda y huella muy bien marcada de 1’30 horas de duración hasta la base de la auténtica montaña, de los glaciares colgantes y las laderas muy empinadas, todo glaciar, del mismo BARRE DES ECRINS.
Ciertamente la montaña es espectacular, hoy que la podemos ver y admirar bien: la caída como dos anchas cascadas de sus glaciares (que es uno solo) hacía un lado de la montaña es impresionante. Sus resquebrajamientos, ondulaciones, seracs o gigantes trozos de hielo que parece se quieren desprender de la inclinada ladera helada, glaciar, blanca de la montaña, aunque por la abundante nieve estas grietas o roturas permanecen ocultas, escondidas bajo el blanco meteoro. A la vez el glaciar parece ondularse y formar pequeños rellanos horizontales, falsos llanos que nos quieren dar un respiro ante el desnivel e impresión de sus pendientes. La montaña parece ser un solo pico visto desde la lejanía, ya que la punta de flecha y sus alas crestadas es la parte más sobresaliente, alta y espectacular de la misma, pero a la derecha queda un hombro nevado, casi invisible si no lo conoces o no sabes que es… se considera otro pico aparte del Barre des Ecrins, y es la Dôme de Niege. El Pic Lory quedaría entre estos dos pero no merece ni mención como pico, como cuatromil, ya que se trata de un peñasco de paredes y vertientes más escarpadas. Para subir al Barre des Ecrins hay que pasar por él, o por sus paredes, desde la brecha que lleva su nombre y es la que separa la individualización de la Dôme de Niege del pico principal.
Ante nosotros la primera pala. Sin saber que toda la subida, menos la travesía transversal bajo la misma pared del Barre des Ecrins, es una sola subida sin casi descansos con mayor o menor inclinación. Comemos algo. No tengo hambre y como algo de chuches.
Comenzamos la subida por la empinada primera pala y a mitad de ella ya vemos una pareja que baja. Nos cruzamos con ellos a mitad de subida y esperan a que llegue yo para poder hablar el mal inglés que se: No han llegado hasta la cima. La chica me explica o creo entender que se ha parado en una grieta con un escalón de hielo que han de superar. Ella no ha podido, pero nos dice que nosotros seguro que sí. Su pareja nos hace un guiño como que el paso es factible.
Ellos se bajan. Nosotros seguimos la subida. Nos queda una gigantesca pared y seracs de hielo a la derecha. La subida se hace en este primer tramo como en diagonal, de derecha abajo a izquierda arriba según miras la montaña. Más arriba la pala empinada se suaviza un poco. Luis lleva un extraño ritmo, después nos diría que tenía los talones en carne viva. 3, 4 pasos y parada, 3, 4, 5 pasos y parada… sin comer ni casi beber, al final ésta y otras condiciones acabarían por hacerme mella.
Este desritmo puede ser muy perjudicial en general para poder mantener un constante en el motor y biorritmos de nuestro cuerpo en una marcha. Es como si intentásemos arrancar un coche y cada 5 metros se parara y entonces tenemos que volver a arrancar… y así durante un buen trecho de espacio y tiempo. Claro, al final el motor se resiente. Lo mejor es llevar un ritmo constante, que el cuerpo y nuestro esfuerzo se habitúen; haremos más metros en menos tiempo y no forzaremos el motor con eso de parad, seguir, parad, seguir… Luego Luis nos enseñaría las ampollas que tenía en cada talón y que los Compeed que le dí se les había movido del sitio. En la subida hasta el refugio subió en carne viva. Dice que estas botas nunca le habían hecho tanto daño. Mario y yo le repetíamos que se cambiase de botas, ¡je, je, je, je!
Un pequeño descanso y otra empinada pala. No hacemos el recorrido habitual de subida que viene en mapas y guías. La huella ha dejado la horizontalidad de llegar al colladito de la parte izquierda del Barre, para seguir más recto y empinado casi hasta su base en mitad de la pared. Luis deja la huella al meterse en hielo vivo para acercarse a la trayectoria de caída de un dado de hielo, de un serac. Le digo que es peligroso y que no se meta bajo el serac. A nuestra derecha hay todo un empinado campo de seracs caótico que parecen estables pero aún así amenazantes. A la izquierda las onduladas laderas del glaciar en bajada hasta el horizontal Glaciar Blanc. El paisaje es extraordinario, glaciar, alpino… el tiempo nos sigue respetando. Sol. No hace viento, casi nada de viento, como el que preveían los mapas meteorológicos para hoy. Esto hace tener una discusión de objetivos, de planes en la actividad:
Mario dice de subir al Barre, que es idóneo el día. Yo le digo que es muy tarde, y ayer ya acordamos en subir la Dôme de Niege, más tarde de lo habitual, porque temía al fuerte viento que se predecía. Hay que salir para darlo todo y a la hora a la que sabemos podemos hacer el más alto objetivo. No obsesionarse tanto con lo que te dicen, con lo que se previene, ya que la única oportunidad te la dará la montaña. Sal fuera y mira al cielo… cuando estés metido en el ajo ya sabrás lo que podrás hacer o no hacer. Es tarde para subir al Barre, no me arriesgo. Mario piensa lo contrario, pero si lo hubiera tenido tan claro anoche hubiéramos salido a las 3 o 4 en lugar de a las 7… La discusión no va más allá, seguimos subiendo hacía la Dôme de Niege.
El camino original cruza la montaña hacía la izquierda para llegar a un pequeño collado debajo de la cresta, hasta otra dôme de hielo y nieve (en fotos y guías así lo explica). Pero en la ruta abierta este año o estos días la huella en lugar de girar hacia la izquierda sigue recto por la empinada ladera del glaciar como si buscásemos la subida directa al Barre del Ecrins. Supongo que esta subida la escogieron los primeros que la abrieron al ver que la rimaya bajo el Barre des Ecrins era factible y se podía superar sin necesidad de hacer todo el giro y vuelta que se haría si se siguiera la ruta de otros años. Lo único es que era más empinada y fatigosa.
Dejamos el dado de hielo a la derecha y abajo después de haber superado esa larga pendiente, y arriba de ella nos encontramos una grieta y un escalón de hielo. El glaciar se rompe, se agrieta, se pone peligroso… ¿será este el paso que nos decía la chica de la pareja?
Hablando de parejas, antes también nos hemos topado con el grupo de suizos, y ahora justo antes de esta rimaya observamos a la pareja de “abueletes” que muy bien encordados bajan ladera abajo… parece que ya no queda nadie más en la montaña, salvo nosotros. Pero eso ahora no lo sabemos.
Con un solo piolet técnico y recogiéndome la cuerda con una mala reunión hecha con otro piolet, subimos clavando bien los crampones en las huellas mal hechas de la parte vertical del paso. Abajo el agujero tapado de la grieta, detrás una empinada ladera helada, arriba una empinada ladera helada.
Aquí recuerdo las palabras de Mario: “¿para que llevas dos piolets técnicos?, según dicen las guías no hace falta”. Una montaña alpina pueda cambiar su aspecto, dificultad si el recorrido se realiza por un cambiante y móvil glaciar. Nunca está de más ir preparado. Por ejemplo en esta subida (donde justo el sitio de esta primera rimaya no viene como la subida habitual) hubiera estado muy bien tener los 2 piolets. Pero bueno, con uno también hacíamos y así le dábamos más emoción al tema.
Ya la hemos superado los 3 y comenzamos otra empinada subida justo bajo la pared y rimaya del Barre. Giramos mientras subimos a la derecha buscando la horizontalidad de la senda, de las pisadas, muy bien marcadas por cierto.
Comienza a entrarme dolor de cabeza, malestar y cansancio. No hemos comido ni casi bebido nada desde la parada en la base de la montaña, y el ritmo me ha quemado con ese “desritmo”… No sé… Al menos ahora el camino es menos empinado mientras nos dirigimos al collado entre el Barre y la Dôme, justo bajo el PIC LORY, es la Brecha Lory. La pendiente era muy fuerte y peligrosa al salir de la rimaya, pero se suaviza y mejora a la vez que nos acercamos a la Brecha Lory.
Pasamos junto a las paredes, a la izquierda del Pic Lory ¿Por dónde se escalará para subir a la cresta y llegar a la cima del Barre? Las vistas ya son enormes. Rozamos los 4.000 metros. Se han formado nubes en las montañas menos en la nuestra, al fondo en la lejanía llego a percibir al Mont Blanc, su figura es inconfundible. Las nubes lo taparan después.
Abajo de la Brecha de Lory nos encontramos con otra rimaya para poder subir a la loma cimera de la Dôme. Ahora la tenemos enfrente cuando a nuestra espalda queda la pared del Pic Lory y la cresta del Barre. Observo que la pared está helada, con hielo y nieve colgando de sus presas y huecos. La veo más peligrosa, casi imposible. Creo que no la hubiéramos podido hacer.
A la bajada el guarda joven nos explicaba que con estas condiciones el Barre des Ecrins era difícil, peligroso pero no imposible. Creo que aún saliendo a la hora correcta y estando en forma, preparados y con ganas, tampoco lo hubiéramos subido con estas condiciones. Ni Luis ni Mario tenían la experiencia necesaria para una travesía alpina de estas características, aunque sí muchas ganas y ánimo de hacerla… que digo, ni yo tengo la experiencia necesaria para esa travesía en esas condiciones… nos hubiera faltado algún “guía experto”.
Pero ahora nos concentramos en la siguiente rimaya parecida a la anterior pero a más altura, y casi más vertical. Hay una extraña estaca de madera… ¡Madera! Con una cinta medio enterrada en el hielo ¿Cuánto tiempo lleva aquí clavada? Otra vez con un solo piolet y con una escena parecida a la anterior rimaya… aunque ahora parece más empinada y peligrosa… ahora recuerdo al grupo de suizos en este paso esperando turno para bajar desde la lejanía del refugio o mientras caminábamos por el glaciar.
Una vez superado este paso solo queda subir hasta la cresta glaciar de la Dôme y seguirla hasta la cima con la Barre a la espalda. Mi dolor de cabeza y cansancio se acentúan cuando llego a la cima de la Dôme de Niege a 4.015 mts. ¡¡Cima!! Por fin la cima. Hay un pequeño iglú de hielo en la cima ¡¿un refugio?! Lo celebramos. Fotos. Vistas. Paisaje de los Alpes… ¡Fantástico e increíble! Observo una montaña cercana, espectacular y altiva, aunque le quedan pocos metros para los 4.000: LA MEIJE. No he hecho muchas fotos. Raro en mí. La marcha y mi malestar impiden inspirarme.
Foto obligada al seguimiento de la cresta hasta el Barre: desde aquí parece altiva y peligrosa, una cresta en vertical al principio y luego en horizontal hasta la misma cima. El Pic de Lory queda como un peñote casi en medio de la misma, y sus laderas y rocas, paredes y piedras todas heladas, nevadas… ¡Espectacular! Pero tendrá que ser para otro año. Mi dolor de cabeza y malestar se acentúan a pesar de estar en la cima, sabiendo que todo lo que queda es bajada. He entendido que las bajadas bien hechas son menos peligrosas y más rápidas que las subidas.
Ahora las nubes que estaban en todas las montañas como algodonosos adornos de Navidad, comienzan a abordar la cima Des Ecrins. Es hora de bajar. Hemos llegado a las 11’30 horas de la mañana a la cima y ya llevamos cerca de 15 minutos. Últimas fotos al precioso valle del Glaciar Blanc, ondulado, blanco, inmaculado, cercado por picudas y oscuras montañas alpinas.
Ciertamente las vistas son exclusivas, impresionantes, delirantes. Puede ser porque es el cuatromil más al sur y todas las montañas más cercanas están por debajo de ella, a muchos kilómetros a la redonda. El Gran Paradiso que sería el siguiente cuatromil hacia el norte, no se distingue, y el siguiente macizo de más de cuatro mil metros sería el del Mont Blanc que lo distinguí en la lejanía casi invisible, muy lejos. Por ello las vistas espectaculares de Los Alpes y de todas las montañas alrededor, sobre todo hacia el norte, porque hacia el sur quedaba la mole del Barre des Ecrins como el filo de un cuchillo, una sierra con sus puntas y sus vacios. El otro lado de esta montaña es más escarpada y temerosa: parece una pared inmensa sin tregua, escalofriante, maravillosa. Otros piquitos igual de escarpados y cortantes le siguen, pero ninguno llega a los cuatromil metros. Mirando hacia el norte me fijo en La Meije: una bonita y escarpada montaña compuesta por varios picos y un conjunto de crestas que por pocos metros no llega a los cuatro mil metros. Entre nubes le hago fotos; es la mejor modelo que tengo a la vista desde este magnífico mirador. Encantador y soberbio a la vez el paisaje ¡Los Alpes en estado puro!
Comenzamos el descenso. La bajada no será tan rápida como lo que esperábamos. El ir encordados hace que vayamos a un ritmo más lento de lo habitual en una bajada de éstas. La rimaya de la cima, sin problemas: nos intentamos asegurar con los piolets y la maltrecha estaca. Yo voy el último. La Rimaya de en medio, igual, sin problemas; salvo por que en la paretilla de hielo, mientras tu cuerpo está apoyado en la rampa helada de arriba, no ves donde pones los crampones. Una indicación de los compañeros y ya está. Sin problemas.
A partir de aquí o incluso más arriba la nieve está blanda, pastosa, y observamos que en ocasiones llega casi hasta la rodilla, si te hundes. Mi malestar se agudiza de nuevo, el dolor de cabeza no es insoportable pero sí muy molesto. Tengo unas ganas horrible de bajar la montaña, recorrer el glaciar y subir al refugio para meterme 2 ibuprofenos en el cuerpo y meterme en la cama.
Llegamos a la base de la montaña. Las nubes nos han respetado, pero ahora las sombras y luces adornaran el camino de vuelta. Mis compañeros se dan cuenta de lo mal que estoy. Quiero tumbarme, descansar y casi dormir. Noto que me entra un poco de angustia. No sé si es mal de altura, principio de lipotimia… para mí que es esto último, poca hidratación, poca alimentación.
No sé exactamente por qué me puse tan mal, cansado y con dolor de cabeza. Yo creo que fue un cúmulo de cosas: el cansancio del viaje, no descansar los últimos días en casa, el trabajo dejado, no estar demasiado bien preparado… todo. Todo puso su granito de arena para que me afectara esta arrítmica subida para llegar a los cuatro mil metros. Incluso la subida al Refugio Des Ecrins ya fue muy fatigosa para mi, y noté que no estaba bien, pero decidí no preocuparme para no influir en la subida de hoy. Cada uno debe conocer sus límites, pero a veces, como un glaciar cambiante, los paseos de ayer son los esfuerzos de hoy, y viceversa… El caso es que dentro del disfrute de llegar a una cima de los Alpes de más de cuatro mil metros, no disfrute lo esperado y querido. Quizás también por el transcurso y experiencias del viaje con los compañeros, quizás por mi muy malestar, o por que al estar tan mal no disfrute del goce de la cima y eso me disgusto… mejor no lo pienso
Luis me ofrece uno o dos ibuprofenos, yo le digo que para la cabeza que tengo yo tienen que ser 2 mínimo. Poco tiempo descansando. Luis también me dá un gel ¡Uarrggg! No sabría decir el gusto ni textura. Raro ¿Cómo pueden comerse esto? Hemos llegado a las 13’30 y al poco tiempo nos disponemos a proseguir hasta el refugio por todo el suave y fácil Glaciar Blanc desandando las pisadas bien marcadas ¡Vaya bajón! Bajo despacio con Mario cerca. Luis se ha quedado atrás. El malestar no va a más. A ver si pronto me hacen efecto las pastillas de Luis.
Poco a poco llego a la subida del refugio. Mario y Luis me ven tan mal y cansado que se empeñan en subirme la mochila. Se la turnan. Yo subo muy lento y con falta de aliento. No he comido. Mi estómago no estaba para trabajar. Y al cabo de una eternidad llego a la puerta del refugio. Son alrededor de las 3 de la tarde, pero yo creo que llegué 15 minutos después ¡Ya no tengo que subir nada más! ¡Bieeeen!
Realmente el cansancio era terrible. Hacía mucho o nunca que había sentido un cansancio tan fuerte. Me pasa por la cabeza aquella subida al Chimborazo en Ecuador ¡¡Terrible!! Creo que aquella fue peor, aunque a la bajada se disipó el cansancio y mal de altura, aquí por mucho que baje no me siento mejor, por ello no se lo achacó al 100% a la altura… y sabiendo lo que sé de mi estado, forma…
Guardamos el equipo. Nos arreglamos y acomodamos la vestimenta. Unas cervezas para celebrar la cima (yo una coca sola, no quiero beber alcohol) El amigo guarda del refugio nos pregunta; yo le digo: “I’m dead”. Se sorprende. Luis me habla sobre las virtudes y funciones de la Canon, interesante. Parece que estoy mejor (mientras no tenga que subir más), y al final no subo a acostarme en mi litera. La coca-cola y los ibuprofenos han ido bien… pero sigo cansado.
La hora de la cena. Nos sientan con el grupo de suizos al final del comedor. Risas y pocas palabras en inglés, español y una en alemán. Explicación del por qué salimos tan tarde esta mañana. El guarda de más edad habla con ellos. Risas mientras nos miran ¡Hemos subido ¿No?!
Nos quedamos los últimos en la mesa. A las 9 toque de queda; apagan las luces. El tiempo ha cambiado mucho: ha bajado la temperatura en picado y nieva intensamente; ventisca. Las condiciones de la pared del Pic Lory estarán aún peor mañana.
Decisiones para mañana: desayunar a las 7 y bajar hasta el coche. Iremos a visitar LA GRAVE, donde un extenso glaciar cercano nos ha llamado la atención en el mapa. Hay un largo teleférico que sube desde el mismo pueblo hasta los 3.200 metros donde hay un restaurante y todo… es el GLACIAR DE LA GIROSE.
Todo el mundo está acostado ya en la habitación. La primera noche no había mucha gente, igual sabían que al día siguiente haría malo. Las siguientes noches la habitación estaba casi llena. Por cierto aquí las habitaciones no tienen nombre de montañas como en España, son aburridas letras del abecedario. Nosotros estamos en la habitación B. A pesar de la ventisca y de que nos puede entrar nieve y caer en las mochilas amontonadas bajo la ventana, necesitamos dejar la ventana medio abierta para que la habitación respire. La primera noche hizo un calor asfixiante y cargante, y con los edredones de plumas para cada uno…
Feliz noche. Pesadillas y extraños sueños. Por culpa del cansancio y malestar no estoy lo eufórico y contento como habitualmente suelo estar con una cima de los Alpes de más de 4.000 mts. conseguida, quizás decepcionado por no haber podido ni preparado para subir al Barre. No sé.
Ayer cuando decidimos subir al Dôme de Niege era para dejar la subida al Barre al día siguiente. Pero creo que no me lo creía ni yo. Sabía que esta subida ya podía ser un suplicio para mi (no para mis compañeros) ¡¿Cómo íbamos a subir al día siguiente el Barre y bajar al coche?! Al final por suerte (o mala suerte) veíamos que la subida al Barre estaba impracticable para nosotros, con lo que no la intentaríamos mañana seguro. Y ahora con mi malestar, cansancio, menos. Al final nos quedamos con las maravillosas vistas y el éxito conseguido del Dôme de Niege, pero que en sí ya es un gran pico con la subida tan empinada y espectacular con las dos rimayas de por medio. No hay que quitarle importancia, al contrario. Subir al Dôme de Niege ya es todo un logro, tiene todo su mérito. Es un trocito alto del Barre des Ecrins, impresionante y espectacular.