Nos despertamos tiempo antes de desayunar. Hacemos y preparamos las mochilas. He comprobado que estas nuevas chaquetas de GORE TEX de alta montaña, finas y ligeras, las lleva todo el mundo. Ya no se llevan las chaquetas gruesas como mi NORTH FACE que hacen más bulto, pesan más, ocupan más… Habrá que modernizarse y compraré una de éstas ¡¿Qué haré con una mochila tan ligera?!
Desayunamos. Somos pocos a estas horas, a las 7. Los suizos han desayunado antes y ya parten hacia su nuevo destino. Hoy no pagamos; nuestro amigo el guarda joven nos hizo pagar ayer después de cenar. Una curiosidad en la factura y pago: pagamos 3 € cada uno por utilizar el “fuego” de la estufa para secar al ropa y cosas dentro del refugio. Curioso. En medio del comedor o más bien al fondo hay una estufa de leña rodeada de una red de techo a suelo de la que los montañeros cuelgan sus ropas y utensilios.
Hace un día increíble, muy soleado y bueno, al menos a estas horas de la mañana. Pero eso sí, hace más frío de lo habitual. Comprobamos que la nevada ha llegado hasta el Refugio del Glaciar Blanc a 2.500 metros. Viento del norte frío que forma una nube que intenta saltar al Glaciar Blanc.
Ya preparados salimos del refugio sin foto de salida: Luis ya está en el nevero próximo de bajada. La bajada se hace tranquila y no demasiado rápida, parando para hacernos las fotos de rigor con el espectacular Barre Des Ecrins al fondo. Fotos al Glaciar Blanc y al valle que lo acoge, en sus partes tranquilas, horizontales y en sus partes de bajada en cascadas de seracs y hielos ¡Precioso, increíble!
Me encuentro mucho mejor que ayer, pero no sabría decir si para subir otro cuatro mil. Estamos ya más sosegados y tranquilos. La bajada y mi recuperación nos invita a disfrutar de los momentos, del paisaje, de la experiencia. Quizás hay algo de decepción de no haber conseguido algo que no era fácil de conseguir al fin y al cabo, aunque hubiera estado en buena forma. Pero no hay que pensar en ello; debemos de ser realistas y estar muy satisfechos (como mi buen amigo Francesc me decía) de haber conseguido la cima de este precioso cuatromil, La Dôme de Niege… ya tendremos otros años y más oportunidades para seguir con nuestra lista de cuatromiles en los Alpes, y quién sabe, repetir Ecrins y subir finalmente a su Barre.
Salimos del glaciar por el mismo sitio al que entramos. Mejor así ya que más abajo igual el hielo del glaciar es más duro y vertical con ausencia de nieve. Y rápidamente a los pocos minutos ya vemos allá abajo y no muy lejos el Refugio del Glaciar Blanc.
De repente aparece una extraordinaria, grandiosa y espectacular montaña a nuestra derecha y enfrente: el MONT PELVOUX. Javi ya me había hablado de ella, y la verdad es que es preciosa y soberbia, muy alpina, pero como a La Meije le falta muy poco para sobrepasar los 4.000 metros. Tendremos las vistas de esta montaña en toda la bajada, desde antes de llegar al Refugio del Glaciar Blanc y hasta que la falta de altura al ir bajando, esconda sus cimas más altas. Se ven varios picos y algunos glaciares colgantes. No paro de hacerle fotos. Incluso las nubecillas que aparecen en sus paredes le dan un toque más majestuoso sin taparle ni estorbarle. Fantástico.
Hay hielo en el camino. El frío sigue haciendo su mella en la roca y el agua. Hay que llevar cuidado de no pisar y resbalar. Creía que en las inmediaciones del Refugio del Glaciar Blanc podría quitarme la chaqueta, pero sigue haciendo frío y no molesta llevarla.
Fotos al glaciar, fotos a la montaña y a la bajada… pasamos cerca del Refugio del Glaciar Blanc pero no nos paramos en él. Seguimos la bajada. Ahora nos encontramos con mucha más gente, curiosos, excursionistas, domingueros que aprovechan el 14 de julio (Fiesta Nacional francesa) para subir a este refugio. Hace sol con pocas nubes pero el frío es intenso a partir de los 2.000 metros. El viento se fortalece cuando entramos en la cuenca del río que baja del glaciar, parece que se encajona y hace como de embudo que lo hace más violento. La gente que sube no van muy abrigados, los vemos con sus mangas cortas y pantalones cortos y nos helamos nosotros mismos solo de verlos ¡Qué frío!
Después de cruzar el río que baja del glaciar por el puentecillo, toca la terrible bajada en zigzag hasta el parking donde tenemos el coche, hasta el llano de PRÈ DE MADAME CARLE. La hacemos rápida sin aspavientos ni muchas pausas, pocas fotos. Las fotos que no hice ayer las intento hacer hoy más las que tocan. Gente y más gente subiendo de todas las edades, formas y vestimentas.
A veces impresiona la cantidad de gente que sale a la montaña en los días festivos, en los días señalados. Pero creo que eso es porque vengo de una tierra donde estas costumbres y tradiciones no se dán por el sencillo motivo de que no hay montañas para subir, admirar o cuidar allá en la Vega Baja. Todo lo contrario que otras muchas zonas y poblaciones de Alicante, y mucho más diferenciado que con Cataluña, donde el salir a la montaña tanto sea para “buscar bolets”, hacer cimas, senderismo o simplemente para buscar un restaurante que se encuentra perdido en medio de un bosque… es algo muy habitual y común a las costumbres ancestrales catalanas. Puede que sea amor a la Naturaleza o a los Espacios Abiertos si vives en las agobiantes urbes.
Sobre las 11’30 llegamos al coche. Hemos salido sobre las 8 de la mañana más o menos. Nos desequipamos, arreglamos el maletero, curioseamos la Maison du Parc y bajamos el coche hasta Ailefroide, donde estaba el camping del primer día.
Llamada a España, por fin cobertura. Cerveza y coca-cola en la terraza del bar donde el domingo pasado la gente veía por televisión la derrota de Francia ante Portugal en la Eurocopa. El día sigue siendo soleado con pocas nubes aquí, pero en las cimas de las montañas ya no saldrá más el sol por hoy.
Compra de mapas y guías de los Alpes del Sur. No estará de más tener un mapa de toda la región de los Alpes más al sur desde Grenoble hasta el Mar Mediterráneo en Cannes. Quién sabe si en un futuro no muy lejano visitamos de nuevo la región.
Ahora ya dejamos la aventura montañera, la mochila de ataque, equipación y otras herramientas montañeras para hacer un poco de turismo por estos valles alpinos franceses. La idea es ir a La Grave pasando por Briançon pero sin parar en éste último. Con lo que cogeremos el coche desandando el valle, y ya por las inmediaciones de Argentiere vemos los carteles de una maltrecha y nada principal carretera en dirección Briançon. En Briançon dirección La Grave, Grenoble. Está todo bien indicado, y a eso de las 13:00 a 13:30 horas llegamos al pueblecito de La Grave después de cruzar el Col du Lautaret.
Bellos y espectaculares, amplios y verdes rincones, valles alpinos casi rozando la frontera con Italia. La erosión glaciar del cuaternario ha creado un paisaje de altas y escarpadas cimas, paredes y laderas, pero suaves y apetecibles valles en la parte más honda. Son lugares en los que te gustaría quedarte a vivir, si n fuera por lo riguroso que puede ser el invierno y lo incomunicado del resto del mundo que te puedas sentir en estas montañas. Pero bellas y saludables en muchos sentidos al fin y al cabo.
Llegamos tarde para comer ya que los franceses comen antes de las 2 del mediodía. Nos encontramos con que algunos bares y restaurantes tienen la cocina cerrada, menos uno con el que apenas nos entendemos en francés, inglés o español. Son las 15:30, hemos pasado por la oficina de información para ver que podríamos visitar y curiosear de la zona, ya que la última cabina del teleférico que nos podía subir al Glaciar de La Girose sale a las 15:45 horas, ya no dá tiempo. Además en las cimas el cielo está muy encapotado con lluvias y claros intermitentes en los valles, con lo que si hubiéramos subido no hubiéramos visto nada. Nos comentan de visitar 2 lugares: uno es el pequeño Lac du Pontet y otra es el rosario de pueblecitos que quedan justo arriba de La Grave.
Visitamos el pequeño laguito subiendo desde Villar-d’Arêne. Luis tiene los talones en carne viva y no puede caminar mucho o nada, cada vez que lo hace se parece a “Chiquito de La Calzada”, así que el parking de este laguito queda a minutos caminando del mismo. Desde allí observaremos las montañas nubladas de enfrente, al otro lado del valle: La Meije. Bajo las nubes aparecen las terminaciones de sus glaciares que llenan toda la montaña o muralla de La Meije. Tendría que ser un paisaje espectacular, soberbio si no fuera porque las nubes lo tapaban todo arriba. Cortinas de lluvia, sol 2 minutos y otra vez nublado. Típico clima alpino de la tarde.
Curiosamente este laguito tenía un solitario chiringuito en forma de caravana donde podías pedir un menú, comer… pero a las horas que nosotros subíamos y con el tiempo que hacía, nos encontramos con poca gente, se podían contar con los dedos de una mano. Y la verdad es que el laguito no era gran cosa; más bien parecía una charca grande. Supongo que lo bello del rincón es unirlo a las vistas que deben de haber desde aquí justo hacía la ladera de enfrente, donde se suponía se encontraba la impresionante montaña de La Meije. Hemos rodeado el macizo o Parque Nacional Des Ecrins para llegar a su parte más al norte, ya que la nombrada montaña de La Meije está dentro de los límites de dicho parque. De La Grave hacia el norte ya no.
Bajamos del Lac du Pontet para visitar las villas arriba de La Grave. Desde el laguito y la carretera que nos sube a él se veían simpáticas, amables, como colgadas de un prado o ladera nada horizontal. Pueden ser bonitos pueblos, vamos allá. Justo en la entrada del túnel que te deja en las puertas de La Grave un desvío te lleva por una carreterilla en zigzag hasta Ventelon, Les Terrasses y CHazelet. Visitamos el pueblo de CHazelet. Merodeamos por sus pocas calles y nos metemos en un curioso cementerio pegado a su iglesia. Después una corta visita a Les Terrasses con una iglesia más bonita y campanario más conseguido. Fotos aquí y allá.
De nuevo en La Grave nos quedamos en el Hostal Le Castillan una habitación para 3 a un precio muy bueno. Cena en el restaurante bajo el hotel y después una copa (cerveza, otros alcoholes tienen los precios prohibitivos) a un pub cercano donde los franceses del lugar y paisanos del pueblo celebran el 14 de julio con la ingesta de alcohol, alguna extraña pipa y el aturdimiento y cansino escuchar de música chill out. No tardamos mucho en volver al hotel para dormir dando un estéril paseo por el pueblo. Carreras de niños salvajes en el pasillo del hotel. Cohetes y petardos en la calle. Es la fiesta nacional francesa, pero a las 12 todo el mundo a dormir.
Al otro día estaremos de vuelta a España a Cataluña. Saldremos de La Grave valle abajo esta vez en dirección a Grenoble. Y una vez en Grenoble las autopistas que ya cogemos cuando vamos o volvemos del Mont Blanc: Grenoble-Valence, Orange, Nîmes, Perpiñán… ¡Ho no! Una gran cola y caravana en la autopista a pocos kilómetros de la frontera nos tendrán dos horas parados prácticamente. Los franceses comenzaron sus vacaciones y como todos los veranos las colas son muchikilométricas ¡Viva Le France!
Aquí acaba esta nueva experiencia por las montañas de Los Alpes. La alegría del objetivo y montaña conseguida a pesar de los malentendidos y controversias surgidas que nos ponían difícil el éxito de la misma, contrasta con la decepción (mía) de no estar lo suficientemente preparado o demasiado cansado del trajín de estos últimos días previos a la expedición, el día a día, que han hecho que ni si quiera intentemos la subida al gran Barre Des Ecrins. Por suerte puedo consolarme al decir que dicha montaña tenía unas condiciones, no imposibles, pero si muy contrarias para poder llegar a su cima: hielo, nieve, frío… con lo que el intento igual o seguro hubiera sido frustrado también. De todas formas es una montaña y un macizo precioso y espectacular; tanto si subes el Dôme de Niege, el Barre Des Ecrins o cualquier otro piquito que roce o se acerque a los cuatro mil metros, o simplemente pasear por su Glaciar Blanc, Noir… collados que te llevan de un vallecillo a otro… Fantásticos e impresionantes paisajes alpinos. No dejar de visitarlos si tenéis la ocasión.