Como habitualmente lleva haciendo el Centro Excursionista Almoradí; la Semana Santa pasada realizamos un viaje con autobús y albergue con destino el Pirineo de Huesca, más concretamente el Valle de Tena.
El albergue se encuentra en Piedrafita de Jaca, un lugar estratégico para empezar correrías por este bonito valle y las cercanas y escarpadas pendientes del Peña Telera.
Nada mas llegar al valle, el autobús nos deja muy de mañana en Sallent de Gállego para que los montañeros que queremos hacer alta montaña salgamos camino del Refugio de Respomuso. Ese día de jueves santo, cargados como bestias (como casi siempre) emprendemos la subida hacia las escabrosas laderas de los circos de Respomuso y Piedrafita, recorriendo un estrecho valle caracterizado al principio por su bosque rodeando el Embalse de La Sarra y por hayedos escondidos e incrustados a las laderas y pendientes escabrosas, empinadas y altamente peligrosas por aludes en invierno y primavera.
Por fín llegamos hasta la parte alta del embalse de Respomuso, algo más delante se encuentra el refugio que por estas fechas se encuentra cerrado. En este magnífico mirador, después de recorrer todo el valle y de cruzar pendientes nevadas y cansadas, montamos el campamento y unas seis tiendas se plantan con la impresionante vista de los puntiagudos picos que jalonan estos lugares… un espectáculo soberbio y bello.
Mientras, otros que se quedaban en el albergue aprovechan lo que queda de día para esquiar en Formigal que queda al final del valle.
Al otro día se madruga en el campamento para acometer dos objetivos pirenaicos: un grupo se aproximará al Balaïtous (3.144 mts., pico más alto de la zona) y otro grupo, en el que me encontraba yo, decidimos conquistar la Gran Facha (3.005 mts.), un pico singular y algo más alejado que el Balaïtous.
El día es inmejorable y a primera hora de la mañana la nieve está increíble. Antes de que salga el sol los dos grupos ya estábamos en marcha. La nieve es abundante y forma en las pendientes de las montañas paisajes alpinos, dibujos de relieves fantásticos que juegan y alegran nuestra mente.
Para subir el Balaïtous, el grupo tendrá que salvar la Brecha Latour encordándose y asegurándose a la pared, a la roca y a la nieve helada. Después de coronar con éxito tendrán que bajar rapelando pues la pendiente y dificultad en la Brecha Latour la hacen entretenida y emocionante.
Nosotros llegamos después de recorrer el lecho nevado de un arroyo hasta el Collado de La Facha, desde aquí y siguiendo la cresta de la misma llegamos hasta la cumbre. Nunca hubiera imaginado que este pico tuviera una subida semejante; puede que en verano, sin nieve, sea más fácil y rápida, pero en invierno y con nieve sus pasos empinados ahora helados por la nieve congelada en la umbría, su crestería cargada de puntiagudos conos de nieve… la hacen más entretenida, emocionante y casi arriesgada si no fuera por que somos montañeros y a eso es a lo que venimos… después de unos pasos en la cresta cimera llegamos a su estrecha cumbre desde donde la vista nos asombra y nos llena de satisfacción: todo el Pirineo a nuestros pies, helados bajo la nieve aún abundante, blancos pero inhóspitos y encantadores, un privilegio solo para nosotros.
Para bajar decidimos hacer otro recorrido; más sencillo, menos peligroso que la bajada por su cresta norte, pero que aún así no dejaba de tener su temeridad ya que debíamos bajar por laderas muy inclinadas de nieve destrozadas por las huellas de los aludes. Le dimos la vuelta a la mole del pico. Camino del campamento paramos junto a la confluencia de algunos laguillos cerca de Respomuso para comer, tomar un café y admirar, tumbados bajo un tibio sol abrumado por las delgadas nubes y el frío de la alta montaña. Al fondo quedaba nuestra montaña, tan bonita como singular, formando una pirámide de cúspide puntiaguda, muy bella; como muchos otros picos en aquella zona (Llena Cantal, Tebarray, Piedrafita… )
Ya en el campamento, los chicos ya habían bajado del Balaïtous con éxito y se disponían a empezar otra partida de tiro al blanco con un tirachinas que subió Manolet, el blanco eran las cantimploras de pié en el suelo.
Al día siguiente el tiempo empeora, nieve, lluvia, algo de granizo y se cubren todas las montañas. Es hora de bajar a Sallent. Desandamos el camino de subida y llegando al Embalse de La Sarra nos sorprende el grupo que se había quedado en el albergue haciendo una marcha en aquella zona para ver si bajábamos. Éstos han esquiado en Formigal más días, hecho rutas desde el albergue al Ibón de Piedrafita y cruzado bosques de hayas y otros árboles por las cercanías; mientras nosotros hacíamos alta montaña.
Al otro día, después de la cena y los juegos de la fiesta de la noche anterior en el albergue ya todos los del viaje reunidos, se decide una salida de turismo para visitar Jaca, la Estación de Canfranc y San Juan de La Peña o una salida de montaña para subir al Peña Telera. Yo me uno al pequeño grupo que sale hacía el Peña Telera: desde la puerta del mismo albergue en el mismo pueblo de Piedrafita de Jaca, sale la pista y senda que te lleva al Ibón de Piedrafita. Desde aquí y ya hacía arriba, las pendientes nevosas se van acentuando, empinando y abundando. Un amplísimo corredor algo bastante inclinado, nos deja en el Collado de Cachivirizas. El mal tiempo, la poca visibilidad y el desconocimiento de la ruta a seguir nos hacen desistir de seguir más arriba. Decidimos bajar y pasar la tarde a orillas del plácido y encantador Ibón de Piedrafita.
Al otro día partíamos hacía el pueblo con la grata sensación de haber hecho grandes y bonitas actividades; de haber compartido unas risas, charlas y marchas con tan buena gente como la que se suele venir a estos viajes y con las ganas de repetir todas las veces que haga falta.
A los que se vinieron a este exitoso viaje espero que os haya gustado tanto como a mí y a los que no se vinieron, os invito a participar en el próximo viaje, seguro que no os arrepentís.