En el pasado puente del 1 de mayo aprovechamos Oli, Jesús Santana y yo para realizar un viaje a los Pirineos. Después de ver el tiempo que íbamos a estar y la actividad en concreto, decidimos ir al Valle de Panticosa y subir los picos de más de tres mil metros que lo rodean; más concretamente los Picos del Infierno y los llamados de las Argualas.
Así pues, llegando a Baños de Panticosa, donde la imparable máquina destructora de la especulación mobiliaria está convirtiéndola en un atractivo para la masificación y los “Señores” de ese nuevo dios que es el dinero; tuvimos que esperar para no cruzar a la hora en que iban a hacer una voladura y aparcar antes del semi-túnel final, antes de la laguna.
Empezando la marcha nos desconcierta un poco donde comienza la senda de subida hacia las Argualas, ya que pensamos hacer campamento bajo estos picos, a pocos menos de dos mil doscientos metros de altitud y casi en la bifurcación de caminos de subida a los Infiernos y Argualas. La subida sin dificultad y en menos de dos horas llegamos a plantar las tiendas sobre la nieve aún abundante bajo las desafiantes pendientes del Garmo Negro y el elegante perfil del Argualas, que se interpone al sol a medida que va atardeciendo.
Al otro día madrugamos para que sobre las seis y media de la mañana, y antes de que aparecieran las primeras claridades del amanecer, emprendíamos la subida al Collado de Pondiellos a dos mil ochocientos metros de altura, para dirigirnos a los Picos del Infierno, Central y Oriental. La nieve está en muy buen estado; hace frío a esas horas y los crampones se clavan con seguridad por aquellas empinadas pendientes nevosas. El Garmo Negro nos ofrece sus perfiles más abruptos y bellos de agujas y paredes.
Una vez en el Collado de Pondiellos vemos nuestro objetivo y el empinado corredor que sube al collado entre los dos Infiernos. Por debajo del escarpado y poco nombrado Pico de Los Arnales y por laderas blancas que terminan en la planicie horizontal de unos ibones completamente helados y cubiertos de nieve; de La Galabrosa y de Pondiellos, los llaman; seguimos en busca de dicho corredor. El corredor, muy entretenido, nos deja casi en la cumbre de Los Infiernos y a un tiro de piedra llegamos al Infierno Central (3.083 mts.). Las vistas son increíbles, el Balaïtous, Gran Facha, Vignemale, Gavarnie y Monte Perdido… todo con un día increíble de muy buena visibilidad. La cresta sigue por encima de la marmolada hasta el Infierno Occidental, pero desistimos de ir allí para subir al inhiesto Infierno Oriental (3.079 mts.). La bajada la hicimos por el mismo sitio y ya a la una de mediodía estábamos en el campamento.
Oli, esa tarde se bajó, y nos quedamos Jesús y yo para realizar al otro día la subida a los picos de Las Argualas. La tarde fue algo aburrida viendo el ir y venir de montañeros que bajaban de Los Infiernos o del Garmo Negro.
Al otro día de nuevo madrugamos y sobre las siete menos cuarto de la mañana emprendíamos la subida, esta vez por otro recorrido que quedaba a la izquierda del campamento; ya que el de Los Infiernos quedaba a la derecha, para subir por un amplio y largo corredor de nieve hacia el pico Argualas, que se veía esbelto y recio con su pared cúbica sobre nosotros como un centinela guardando sus dominios. Al cabo de un tiempo decidimos salirnos de la ruta normal y subir por unos neveros más verticales y directos; así practicábamos un poco el arte de usar los piolets de tracción. Más arriba llegábamos a una falsa cumbre desde la que se divisa la cresta y cima del Argualas, el Algas y Garmo Negro. Gracias a que hemos madrugado no vemos a nadie por aquellos lugares y la sensación de soledad junto con la de aventura hacen muy excitante la actividad que te va embargando con un sentimiento de libertad, fuerza y satisfacción infinitos.
Siguiendo el mapa que llevamos y siendo extraños por aquellos contornos pétreos, nos decidimos subir hasta, lo que parecía un collado entre el Argualas y el Algas para subir al primero. Pero la cresta es más desafiante y abrupta de lo que pensábamos y al no conocerla y por su estado nivoso y helado, después de examinarla por varios puntos, decidimos dejar el Argualas y optar por su hermano menor Algas (3.024 mts.) al que llegamos después de un pequeño paso de trepada y de cruzar pendientes de nieve igualmente verticales. En este pico solo nos encontramos con una pareja que se decide a visitarlo, todos los demás montañeros se dirigen al Garmo Negro y nadie al Argualas. Desde aquí se divisa muy bien el Valle de Tena con la gran muralla de corredores y paredones del Peña Telera y Collarada. El día, como el de ayer, es increíble, la nieve en muy buen estado y un sol que nos quema la piel. Decidimos bajar hasta la ruta normal y subir con el resto de la romería al Garmo Negro; que por rampas y pendientes también muy inclinadas, te dejan en su pequeña y recortada cumbre (3.066 mts.), donde hay más montañeros que suben, bajan, descansan… Éste te ofrece una espectacular visión de los Picos del Infierno, del Argualas y Algas, ya que se encuentra casi en el centro de la zona.
Para bajar, con la nieve más desecha, decidimos seguir la ruta normal sembrada de cientos de pisadas que han dejado su huella como una serpiente en la arena. Nos divertimos bajando de culo por toboganes improvisados de laderas nevadas que el día anterior nos dieron algún que otro susto al descontrolar la caída.
Sobre las dos del mediodía llegamos al campamento y ya el aburrimiento de no haber subido un libro o unos dados hicieron mella en lo que quedaba de tarde. En el arroyo cercano, Jesús, se lavaba y se mojaba con la fría y saludable agua de la alta montaña, mientras yo vigilaba como un vigía con sus prismáticos a los montañeros que cruzaban por nuestras inmediaciones desde nuestro campamento en un puesto privilegiado.
Al otro día ya bajamos por donde subimos y le dimos los buenos días al Daewoo Lanos que nos esperaba ansioso por conocer nuestra exitosa empresa en este fin de semana, una vez que ya habíamos bajado a Baños de Panticosa.
Una grata experiencia, con muy buenos compañeros y muy buenas actividades que te hacen pensar en la próxima vez que volverás a pisar las alturas de los Pirineos y en volver a contemplar aquellos increíbles y espectaculares paisajes de ensueño.