A pesar de la hora a la que nos hemos acostado, nos levantamos más tarde de lo previsto, a las 7 de la mañana, pero no demasiado tarde para emprender la actividad planeada: la ascensión al Pico Austria de 5.320 metros. Ya es de día, el sol ya está algo alto y parece que la jornada de hoy se presenta como la de ayer: un tiempo envidiable, soleado y muy despejado.
Poco tiempo tuvimos anoche para admirar la fantástica bóveda celeste que dominaba el oscuro cielo de la noche, invitados por lo despejado que estaba el mismo cielo. Pero nos quedan muchas noches aquí y en otras partes del salvaje páramo del altiplano boliviano, donde las inexistentes luces artificiales de la noche ayudan a contemplar con esplendor y boquiabiertos la diferente bóveda celeste del hemisferio sur.
Desayuno de campeones, como bien decía mi compañero Jesús Santana, y es que como siempre en las actividades de alta montaña la comida más importante es la primera de todas. Antes de salir le pedimos a Teodoro pan y nos hacemos unos bocadillos para almorzar, la imprescindible ayuda de la mitad de mañana. Y justo antes de comenzar la marcha nos ponemos abundante crema solar: el sol ya se rige alto en mitad del cielo y ya nos quema la piel. Sobre las 8’45 horas salimos en dirección al Pico Austria rodeando la Laguna Negra Chiar Khota por la parte contraria a la que entramos al campo base. La Cabeza de Cóndor quedaba justo a la derecha.
El camino es una senda de tierra, polvo y piedras algo incómoda para subirla con mis Asolo Expedition. Prácticamente no llegamos a pisar nieve; curiosamente repartida: una ladera estaba toda cubierta y justo en la ladera de enfrente ni gota. Mientras subimos con paso tranquilo pero sin pausa a medida que intentamos acostumbrar nuestro cuerpo a los esfuerzos en estas alturas, pasamos a un grupo de guiris capitaneados por guías que están haciendo el Trekking de Los Condoriri.
Al pasar más cerca de la subida a la Cabeza de Cóndor miramos pasmados, ensimismados como aquel niño que de pasada, se queda mirando un escaparate de ricas golosinas de una tienda, inalcanzables en ese momento por no llevar monedas, pero abnegado y asumido que no es el momento para ellas. Es un escabroso y enorme gran corredor que asusta desde la distancia al pensar que debes de escalar por ahí; ya que en cualquier momento da la impresión de que, o algún serac o alguna roca, caerán destrozando todo a su paso por esta gigantesca cascada de hielo… a menos que conozcas los pasos más seguros. Espeluznante, acojonante, desafiante, magnífico…
Poco a poco el árido paisaje andino por el lado del altiplano comienza a abrirse a medida que cogemos altura. Atrás y allá abajo hemos dejado la Laguna Negra, acercándonos a las quebradizas rocas y paredes de un marrón claro y amarillento Pico Austria. Y de repente, desde más arriba aparece en el horizonte la gran mole helada, picuda, solitaria, extraordinaria, hermosa del Huayna Potosí; justo detrás de la Laguna Negra. Las vistas comienzan a asombrarnos a medida que subimos a éste fácil pico de cinco mil metros. El contraste entre el árido y seco terreno con las blancos y transparentes glaciares en esta parte de la cordillera andina, es algo inasumible para nuestra mente, acostumbrada a relacionar blanco de nieve con verde de vegetación.
Antes de llegar a un colladito paramos a almorzar. Aquí la pendiente ya es más acusada, más vertical y nos recogemos en los pocos sitios cercanos que podíamos sentarnos. De momento todo marcha bien, no aparece el mal de altura ni las nubes de mal tiempo. El paisaje es extraordinario y los ánimos están por las nubes; alegres, contentos, la montaña siempre será la mejor medicina natural para las mentes inquietas.
Seguimos por terreno más inclinado y llegamos al nombrado nombradito: éste une la loma rocosa y encrespada del Pico Austria con la barrera rocosa bajo Los Condoriri, con lo que desde el mismo collado, nos paramos para admirar uno de los increíbles paisajes que podemos ver en Condoriri: siguiendo la encrespada, abrupta y oscura cadena rocosa hacia los Condoriri vemos los tres picos más importantes (el Cóndor: Cabeza y Alas) en su máximo esplendor. Los más destacados el Cabeza de Cóndor que desde esta perspectiva más cercana se nos presenta como un formidable pico en forma de casco (casco de guerrero preromano) o más bien una especie de puntiaguda pirámide de Keops con su punta aún más sobresaliente y esbelta, y unas barreras rocosas salpicadas de nieve que lo precede justo debajo, como si formara la cara del guerrero. Increíble, magnífico. A su derecha, el Ala Derecha aparece medio cubierta por las abundantes nieves glaciares que le dan una forma suave y simpática, y otra parte más a la derecha, más vertical, crestada, sin glaciar, paredes oscuras de rocas afiladas y abruptas salpicadas por neveros casi invisibles; se mezcla con el Pico Wyoming justo detrás y poco más a la derecha compartiendo los mismos perfiles de la parte abrupta del Ala Derecha. Excepcional, majestuoso. Y a la izquierda del principal y más alto Cabeza de Cóndor, el Ala Izquierda, más cercana a nosotros se presenta con una hermosa forma como el alto y vertical trapecio de más hielo y nieve que roca, pero de pendientes heladas vertiginosas, verticales que terminan en sus dos picudas puntas del trapecio. Hermoso, sobrecogedor. Justo debajo de ellos y más a la izquierda un inmenso, extremo y blanco pleätu, de un blanco puro, el cual nos asombra aún más al comprobar la amplitud, grandeza del mismo, casi gigantesco, el glaciar, bajo Los Condoriri y al otro lado de la barrera rocosa-Pico Austria, escondido de las miradas desde el Campo Base. Fotos, silencio solemne ante tan fría, bellas e increíbles vistas. Jamás hubiéramos pensado en encontrarnos con esto. Es excepcional y único.
Debemos seguir, queda muy poco. Ahora por la misma senda pedregosa, seguimos por uno de los fáciles espolones del Pico Austria hacia su cumbre. A nuestras espaldas quedan Los Condoriri. Hemos tardado unas 3 horas en llegar; y poco a poco Edu, Carmen, Gemma, Ballester, Javi, Zaida, Jesús y yo nos reunimos y vamos llegando a la soleada cima del Pico Austria (5.320 mts.). La cima no es nada abrupta; nevada por un lado y muy pedregosa por el otro. Nosotros subimos por el lado pedregoso. Fotos en la cima. Me adentro por el “espolón” fácil cimero como si fuera en busca de Los Condoriri yo solo, me abstrae la cima, la disfruto en soledad y en compañía de mis fieles compañeros de montaña. Las vistas son excepcionales, impresionantes, con todo el macizo de Los Condoriri más amplio, con más campo visual. El Pico Austria es un magnífico y único mirador a Los Condoriri. Hay más gente, más montañeros y guías, algunos aprovechan el ratito de cumbre, sol y “calor” para echarse una siestecita cimera. Se oye un comentario, alguien pregunta por la altitud del pico y un desconocido guía dice una verdadera barbaridad… no haría mucho caso en cuanto a la cultura geográfica de guías, empresas y porteadores aborígenes, y curiosamente, si les preguntas cualquier cosa antes de decirme que no lo saben te dicen cualquier barbaridad como si fuera lo más seguro del mundo. Al igual no saben decir NO… No creo que sea con mala intención, es sencillamente que intentan “ser educados” y contestan, o intentan agradar o ser serviciales sin saber que meten la pata y la cagan más.
Mirando hacia Los Condoriri en su parte derecha, más a la derecha del Pico Wyoming aparecen el Tarija, la Pirámide Blanca y, desde aquí más que nunca haciendo honor a su nombre el Pequeño Alpamayo, sobre una blanca y espesa alfombra glaciar, hermosa y ondulada. No lo distinguimos con todos sus rasgos y perfiles, ya que está tapada en parte por el Tarija, pero nos sigue ofreciendo un espectáculo soberbio, alpino, increíble, hermosas y magníficas montañas… Los Condoriri es un macizo bellísimo.
Vemos que aparecen pocas nubes al otro lado del macizo, pero sin embargo en este lado está el cielo ultra despejado… más adelante veremos de donde salen esas nubes cuando el día está totalmente soleado, o por qué siendo una zona tan árida, nuestro lado, los glaciares, aunque en retroceso evidente, son tan extensos y vivos en zonas altas…
Ya es hora de bajar. Lo hacemos justamente por un fácil y divertido canchal que queda justo debajo de la cumbre por el lado que hemos subido, mirando al extenso plateäu bajo el Ala Izquierda. Nos despedimos de la fácil cumbre del Pico Austria quedando impronta la visión del increíble y majestuoso paisaje de Los Condoriri para un recuerdo fugaz y muy vivo. Bajamos rápido, en una hora ya estamos en el Campo Base. Y se nota, no deberíamos haber bajado tan rápido porque, aunque no lo hayamos notado bajando, justo al pasar cerca de las tiendas nos aflige algo de mal de altura, dolor de cabeza, mareo, malestar general… no demasiado fuerte y nada que no se pueda quitar con un descanso en el saco unos minutos.
Tarde espléndida. Hacemos fotos. Ha venido otra expedición y en lugar de utilizar los burros con los porteadores, han subido con llamas. Son animales de imagen simpática y tierra pero de carácter agrio y hasta asustadizo. Cuando ya han descargado todo las meten en una especie de corral de muros de piedra. Gemma, Zaida y yo aprovechamos para hacerles unas fotos a estos animales medio jirafas, medio borregas, pero las asustadizas no se están quietas ante nuestra presencia y corren de un lado para otro dentro del corral. Simpáticas.
También sube el Guardia del Campamento o más bien del mismo parque. No sé exactamente la función del mismo: algo parecido a lo que se hace en los parques nacionales y naturales de España o simplemente es el guarda que te cobra por acampar en él. El caso es que, y esto sin que nadie nos lo dijera (la empresa de Adolfo Andino), al menos yo no lo sabía, había que pagar 20 bolivianos por estar allí. A nosotros por ser grupo especial 15 bolivianos… no sé si esto estaba ya estipulado o nadie nos dijo que había que pagar a un guardia por estar allí. Lo curioso es que era por persona, sin saber nada de cantidad de tiendas ni el resto… al menos que nos preguntasen o supiéramos.
Después recibimos una agradable sorpresa: llegan Trino, David y Sara al campamento y les damos la bienvenida con una alegría inusual… como si fueran supervivientes de una explosión atómica o vengan de subir un ochomil… Ellos también montan su tienda y se apuntan a la “expedición Condoriri” y aprovechamos que ya están aquí con nosotros para reunirnos todos (después de que hayan montado y ordenado su tienda y material) y sosegadamente al atardecer, mientras el frío se vuelve a apoderar del lugar pero las sombras no distorsionan la belleza y visión del Cóndor con sus alas abiertas, parlamentamos sobre qué hacer.
Ballester es el más técnico y el que más experiencia tiene a la vez es “perro viejo” en este continente, con estas gentes y en estas montañas. No es que sepa más que alguno de nosotros en progresión técnica en alta montaña, que sí sabe, es porque lo vemos como un líder formal con cabeza, experiencia y razonamiento con sentido. Javi sería el segundo, otro el que su opinión también tiene su peso en estos lugares, tanto por su pronta y rápida experiencia como por la toma de decisiones firmes llegadas a ellas por conocimientos e información. El resto, con más o menos experiencia, con más o menos inquietudes, con más o menos decisión, prestamos oídos a lo que todos dicen y entre todos tomamos esta u otra decisión o decisiones; porque puede ser que por un sencillo y sugerente comentario de David, cambiemos los planes adaptándonos. Por ello el resultado de la charla, debate o “discusión” sobre lo que íbamos a hacer quedó de la siguiente forma: aunque el deseo de Ballester hubiera sido subir la increíble Cabeza de Cóndor, la inseguridad e incertidumbre de que un guía nos llevara hasta ella con dos días de ascensión, le echó para atrás. Mejor en otro año con más certeza, información y seguridad. Así pues el objetivo sería el Pequeño Alpamayo de 5.370 mts., que ya su nombre “alpamayo” le daba un prestigio, atracción y renombre sin igual; además su visión, su forma y perfil lo hacían una cumbre increíble, asombrosa y una formidable actividad en un marco excepcional… ¡Teníamos que subirla! Pero antes, el día anterior a su ataque, o sea, mañana, debíamos realizar una actividad más suave, más llevadera, para que el llevadero mal de altura no nos castigue a mitad de escalada al Pequeño Alpamayo. Entonces realizaríamos unas prácticas en el glaciar de subida al Tarija, de anclajes en hielo, rápeles, ascensiones, progresiones en hielo casi vertical y descensos. Los nuevos: David, Trino y Sara se aclimatarían subiendo, como lo hemos hecho nosotros hoy, el Pico Austria.
En este debate, muy común con tanta gente en una expedición, no le dejó nada claro a Jesús las preferencias o planes del grupo. Tal vez las decisiones u otras decisiones, opiniones y sugerencias hagan que, en un principio en un día, este día, los objetivos o actividades del grupo se vean oscurecidas, nubladas en ese instante por circunstancias que piensan pueden afectarnos al resto de nuestra estancia en Bolivia. Por ello esa noche Jesús no veía claro los objetivos del Illimani ni del Sajama… pero bueno, esperaremos para ver lo que pasa mañana y al siguiente día: a veces cuando un día te parece que todo es negro, llega el siguiente día, sale el sol por la mañana y todo es blanco lleno de luz y color. Dejemos que pasen los días mientras construimos nuestros sueños, sin saberlo, aquí en Condoriri… quizás a pesar de todo y el día negro de hoy, se hagan realidad.
Ha bajado más la temperatura que anoche. El sol ya ha desaparecido tras las picudas montañas, tras los suaves y helados glaciares. Intentamos quedarnos a ver el espectáculo de las estrellas que allí es especialmente intenso, vivo ¡Están todas! Pero el frío puede más que nosotros y a las 10 de la noche ya estamos metidos en nuestros sacos calentando nuestros cuerpos y dejarlos preparados para dormir.