Ya llevaba unas cuantas montañas pero aún no había subido ni conocía el San Cayetano. En una ocasión Paco Quiles exclamó con una expresión de desconcierto dirigida a mi primo Miguel Ángel algo como esto: “¡¿Aún no lo has llevado al San Cayetano?! Si debería ser la primera montaña en subir”. No conocía el San Cayetano. No podría opinar sobre dicha montaña. Una vez mi primo me señaló cual era y a partir de entonces comenzó la fascinación por la misma. Pero lo primero que me impactó sin llegar a verlo es su nombre; el nombre de un santo: San Cayetano. Hay pocas cimas y cumbres que lleven el nombre de un santo… una de las pocas que conozco es el San Lorenzo en la Sierra de La Demanda que aún no he visitado. Supongo que el nombre fue un bautizo de los monjes que habitaban el lugar, el Parque de San Cayetano, y hasta la nombrada ermita estaría erigida a este santo.
No es que sea una montaña increíblemente extraordinaria y majestuosa. Pero en el contexto del lugar en el que se encuentra, de la sierra a la que pertenece y característico perfil y forma, vale la pena admirarla, subirla y disfrutar de una cima rocosa casi picuda. Realmente las vistas de esta montaña desde ciertos puntos nos muestra una imagen simpática, preciosa y enérgica: el bosque la rodea por su cara norte y hombros, delante de ella, al sur, matorrales y terreno con fuerte pendiente; su cima es un roquedo al que hay que abordarlo desde atrás, desde su vertiente norte por un solo paso, rodeado de paredes en forma de cubo, de cuadrado, altivo y llamativo. Preciosa montaña, tan cercana a casa como visitada… muy querida por los crevillentinos y montañeros que la conocen, cuidada y admirada, aunque mal llamada “El picacho”. Nombre que casi pretende infravalorar su majestuosa personalidad.
Así pues el camino más habitual para subir esta espléndida montaña, era por su lado sur, desde el Parque del San Cayetano. Aquel lugar donde estaban las ruinas de una ermita y de casas que decían eran de monjes ermitaños. En El Crevillente podréis averiguar cómo llegar a este punto, ya que tanto como para subir al San Cayetano, San Yuri o La Vella, casi siempre el punto de inicio es este lugar de recreo y picnic donde hace siglos era de recogimiento y rezos: el Parque del San Cayetano. Ya lo han restaurado, vallado la ermita, construido un refugio en el lugar donde había unas ruinas y una especie de puente colgante que salva el fondo del temible barranco, para diversión de los niños y mayores para bajar del parking al centro del parque.
Si en El Crevillente desde el parque del San Cayetano el camino salía hacia el este, hacia la derecha por en medio de un vallecillo, para llegar al San Cayetano cogeremos el camino contrario: hacia el oeste, a la izquierda por otro vallecillo con una sendilla que no quiere meterse en el fondo del barranco que queda a la derecha. Una senda que seguirá recta cogiendo altura poco a poco al mismo tiempo que el vallecillo. Internándose por un simpático y alegre, escondido bosquecillo bien cuidado y encantador.
En una curva del senderillo que salva una especie de colladito y el bosquecillo se despeja, podemos admirar justo enfrente nuestro y allá arriba el pico del San Cayetano: altivo, precioso, espectacular… pocas montañas del sur de Alicante son tan atractivas y peculiares como el San Cayetano con esta imagen desde aquí ¡Allá arriba hay que subir! Si es la primera vez que te internas para ascender esta montaña te llega a asombrar la forma de la cima rodeada de barrancos y paredes, con forma de gigantesco cubo o cuadrado (como ya he descrito antes) “¿por dónde se subirá?” El camino de subida acaba de comenzar, pero no será muy largo. Si nos encontramos alguna sendilla que salga de la que llevamos, no hay que hacerle caso. Siempre seguir por la principal y más marcada con subida paulatina.
Hasta llegar a un punto en que dicha senda parece mezclarse con el fondo pedregoso del barranco que quedaba a nuestra derecha. Reconoceremos el lugar por que aparece una cuevecilla excavada en el blando terreno de arenilla roja o arcilla con piedrecillas incrustadas pero dura. Entonces debemos dejar la dirección del fondo del valle para cruzar al otro lado del barranco por encima de este terreno descrito y su cuevecilla para coger otra senda que comienza a subir con escalones de tierra y raíces con más desnivel y verticalidad, por una ladera sur más desnuda y pedregosa, algo más empinada. Ya se vuelve interesante la subida. Justo arriba nuestro el gran pico de San Cayetano más cerca y altivo, más espectacular y llamativo. Precioso.
La senda se acerca a otro barranquito. Lo cruzamos y seguimos por la ladera justo por debajo de las paredes del pico, algo en zigzag por entre grandes matorrales de carrascas. El terreno es de piedrecillas y la senda sigue bien marcada entre ellas. Llega un momento en que la senda, por la parte alta de los matorrales, gira hacia a la derecha y arriba como buscando un colladito arriba a la derecha del pico, como alejándonos de él, acercándonos al otro pico que queda en medio de los tres más altos de la Sierra de Crevillente: el San Yuri.
De entre la parte más alta de las carrascas también sale una senda que es más directa incluso que la ruta habitual: arriba, a la derecha del San Cayetano y bajo la cima de su boscosa ladera este, veremos un peñasco altivo y sobresaliente, bien, la senda habitual, empinada y resbaladiza, pasa por la parte derecha o este del citado peñasco, y la otra ruta nombrada que no es la habitual, más empinada y esforzada si cabe, incluso con algún paso de roca, pasa por la izquierda, oeste del encrespado peñasco. Si queremos hacer la ruta habitual, la marcada, pasaremos a la derecha del crestado peñasco como alejándonos del pico como he dicho antes.
Esta senda muy bien marcada es algo más resbaladiza. Cruza en diagonal mientras va cogiendo altura la ladera sureste del San Cayetano, hasta que después de otro pequeño zigzag con escalones de roca, la senda sale a la parte más alta de la sierra, allanándose y dejando de subir. El bosque de nuevo hace acto de presencia, a la derecha e izquierda, ya que al estar en la cima de la sierra, al otro lado de la vertiente por la que hemos subido, la cara norte húmeda y boscosa invade con sus bosques la cima de la sierra. Estamos en lo que llaman o se puede llamar, el Collado de San Cayetano. A la vez es cruce de sendas y recorridos. Cerca de donde sale la senda y un poco más mirando a la derecha y hacia la ladera de umbría, un cartel indicador: por aquí podemos bajar a la parte de Hondón de Los Frailes, si seguimos recto en bajada la senda; hacia la derecha y en subida de espaldas al San Cayetano subimos al cercano San Yuri, muy próximo y fácil; pero nosotros seguiremos hacia la izquierda por toda la boscosa ladera norte, noreste del San Cayetano en busca de su cima… que ahora no vemos. El lugar es bonito. Si se despeja el bosque podemos tener ya una muy buena vista, y otra imagen del pico que queremos conquistar. Precioso.
Nos internamos en el bosque saliendo del collado hacia el oeste, en busca de las laderas boscosas del San Cayetano. La senda no tiene pérdida y poco a poco va cogiendo altura por en medio de dicho bosque. Llega un momento que pasa cerca de una especie de balcón con vistas al sur, donde justo es la salida de la otra ascensión que hemos explicado antes entre el peñasco y el mismo San Cayetano. Además hay una especie de pozo o aljibe… pero hace tiempo que el hueco está sucio sin agua… Desde aquí miramos hacia nuestra derecha y por fin ya tenemos las vistas de la roqueda cima más cerca. Ha cambiado el perfil. Ahora se ve como una plataforma de roca llana en su parte alta pero rodeada de paredes y escarpes rocosos… Se puede observar un fabuloso puente de roca, al cual he llegado alguna vez a pasar por encima de él con emoción y curiosidad. Un aspecto más que hace de esta montaña que sea excepcional. También su estupendo bosquecillo de pino carrasco. En los días de después de las lluvias de otoño o principios de primavera, aparece húmedo, vivo, espléndido de color y magia.
Volvemos al sedero que de nuevo quiere internarse en el sano y encantador bosquecillo cimero. La senda por en medio de él comienza poco a poco a coger altura, un poco en zigzag pero sin pérdida. En una de sus curvas a veces los crevillentinos plantan un mini Belén con una mini tienda de campaña; es enternecedor, gracioso y curioso a la vez. De repente vemos que la senda se va dividiendo a la vez que aparece la dura roca madre a nuestra izquierda y arriba: hay varios senderos que nos suben hacia arriba de esta roca, nosotros cogeremos el que es más fácil, siguiendo la senda por debajo y paralela a la roca hasta que en un paso en medio del lugar comience a internarse por ella hacia arriba por pasos de roca. Y es aquí donde está la cima del San Cayetano, arriba de esta masa de roca madre. Lo apreciaremos porque si miramos a un lado y otro ya se ve el horizonte, como el que se observa si vas llegando hasta la cima, y al salir del bosque veras a tu espalda el paisaje del valle del Hondón, su sierra, la del Algallet, Cantón… justo detrás. Ya estamos en la cima del pedrusco, “picacho”, de San Cayetano.
Un pequeño pasito de roca sin importancia, con poca caída a los lados, solo para darle singularidad a la cima y ya estamos en lo más alto del San Cayetano a 817 mts. La cumbre es toda una gran roca y un magnífico mirador, sobre todo hacia el sur donde tiene a toda la Vega Baja a sus pies. Gracias a que la cima es la terminación en forma de pequeña meseta de la gran roca que hemos estado viendo mientras mirábamos hacia la cumbre del pico en su aproximación, las vistas aparecen muy despejadas sin obstáculos que las entorpezcan. Ello hace que sea una cima excepcional y sin igual. Puede que estemos hablando de uno de las montañas más bonitas del sur de Alicante.
Lo que vemos desde su cima se asemeja casi exactamente a lo que podemos ver desde la cima de La Vella; pero en este caso al estar más metido esta montaña tierra adentro tiene el mar más lejos pero las interesantes vistas de las sierras murcianas de El Cantón, La Pila y el seguimiento de la misma Sierra de Crevillente hacia Murcia con el magnífico Agudo en su mitad, cosa que no se observa en su totalidad desde Le Vella al encontrarse precisamente esta montaña, el San Cayetano, en medio, todo como más cerca. Hacia el norte admiramos el valle del Hondón en su parte más alta, en las cercanías de la población de Hondón de Los Frailes que queda justo detrás de esta montaña. Los recovecos de la carretera que une dicho valle, dicha población con Albatera, con la Vega Baja por el puerto del Hondón; con sus curvas y desniveles como una auténtica carretera de montaña… bueno, y así cientos de lugares, sitios y montañas que llegan al alcance de las magníficas vistas de la cima del San Cayetano… sin olvidar la Sierra de Callosa hacia el sur, como un verdadero peñasco, gigante, alejado de todo desnivel como castigado o rebelde por su situación en medio de la huerta, de la extensa planicie de la verde Vega Baja. Extraordinario.
Un rato en la cima. Sentimos el aire fresco en esta magnífica rosa de los vientos donde nada impide que te lleguen desde cualquier dirección a cualquier velocidad. Los días soleados, que son muchos, un encantador y mágico sitio de soledad (no muchas veces) y de sosiego por encima del Mundo. Almuerzo. Conversaciones. Calidez y satisfacción… muchas cosas para una corta, sencilla pero esforzada subida. Merece mucho la pena.
Pero no podemos permanecer eternamente en la cima, así que debemos bajar. No es ningún misterio: hay que deshacer, desandar el camino, volver por donde hemos subido. Sin desvíos ni circulares… aunque llegados al Collado de San Cayetano en lugar de bajar a la derecha en busca del Parque del San Cayetano podemos seguir recto y remontar la siguiente loma, ladera boscosa en busca de la menos visitada cima del San Yuri… ¿¡También con nombre de santo?! Siempre he querido saber de dónde viene el nombre de Yuri o Juri… pero eso ya lo relataremos en las siguientes visitas a la montaña, a la Sierra de Crevillente.
Bajada rápida por la senda que se encuentra en la ladera justo debajo del pico, de las paredes del pico, con las enormes carrascas abajo entre los lechos de piedrecillas y piedras. Seguidamente la senda sigue siendo la misma, pero esta vez su inclinación la encontramos bajando, nos ayuda a divertirnos si nos aguantan las rodillas y el corazón. Llegamos al lecho del barranco que forma el vallecillo que nos ha traído desde el Parque de San Cayetano hasta las laderas de esta montaña. Junto a esa extraña cueva como excavada por algún monje ermitaño, ya que no parece muy natural… (Una vez intentamos meternos en ella y verla por dentro). Aquí seguimos deshaciendo el camino girando a la izquierda barranco abajo ahora por la boscosa ladera enfrente a la que llevábamos. Una mirada hacia atrás en una curva de la cuidada y bien marcada senda: vemos el tremendo peñasco de la cima del San Cayetano sobre una casi desnuda, descarnada y cónica ladera, como si fuera un centinela que nos vigila, que nos mira son sus ojos de piedra, de roca madre. Extraordinaria montaña.
Y en cuestión de poco tiempo y después de un agradable paseo por la boscosa senda, salimos a las inmediaciones del Parque de San Cayetano con sus mesas y bancos de madera, sus rincones para pasar el rato y un mediodía de mona, de comida. El parking está a pocos pasos subiendo por el camino hacia el sur, saliendo del parque como metido, incrustado en medio de las montañas. Y una vez en el coche decidimos que bar visitamos para celebrar otro día, otra mañana en la cima de esta preciosa, magnífica montaña de la Sierra de Crevillente. Bella y tan llena de vida… se ve tan gris desde los balcones de Almoradí… ¡Que engaño y mentira!