Después de la fácil travesía de ayer, tocaba en el día de hoy volver a Sant Aniol de Finestres, donde dejamos el coche, por otro camino, por otra parte de la fabulosa Sierra de Les Finestres que no hayamos pisado ayer. La ruta según el mapa parecía más larga que la de ayer… había que distanciarse más hacia el oeste para coger el Coll de Font Pobra, y bajar por todo lo largo del valle del Matabous hasta llegar a Sant Aniol de Finestres.
El Matabous una vez llega a Sant Aniol de Finestres se convierte, al encontrar las aguas de otras rieras, barrancos y torrentes, en la Riera de Llémena, La Llémena; la cual recorre todo el valle del mismo nombre hacia el sur… con casi todas sus aguas de la cabecera nacidas en la formidable y frondosa Sierra de Les Finestres.
Nos despertamos sobre las 8 de la mañana por que a las 9 ya quería estar caminando y comenzar el recorrido. Después del desayuno y de despedirnos de la simpática familia con la que vimos el partido de fútbol Barça-Madrid en un saloncillo del hostal, solos nosotros, emprendemos la marcha por las no demasiado frías, este año, calles de Santa Pau. Ya sé por dónde hay que salir. Salimos de la plaza Mayor, cruzamos el puentecillo sobre la riera que cruza el pueblo, y seguimos en dirección oeste (izquierda al otro lado del puente) pasando por la puerta de Can Rafelic; el restaurante en el que cenamos anoche.
No hay pérdida. De nuevo seguimos marcas del G.R.-2 y de nuevo seguiremos el recorrido de inicio de Serra de Les Finestres saliendo de Santa Pau hacia la misma sierra. No hay pérdida. Pasamos por las fabulosas faldas del Volcán de Rocanegra, el cual lo bordeamos siguiendo del G.R. sin dejar de fotografiarlo ni admirar su forma, exuberante bosque, frondosa y colorida vegetación… justo cuando estamos en sus faldas norte, tenemos enfrente nuestro las también muy boscosas laderas y faldas del Volcán de Santa Margarida. Uno de los más famosos volcanes de la comarca, de forma perfecta, cráter cuidado y formado aún, con aquella ermitilla en el centro del mismo… pero esta vez, como en Serra de Les Finestres, solamente la bordearemos y justo al girar hacia el sur bajo sus faldas, la dejaremos a nuestra espalda cuando enfrente y al fondo aparezca la majestuosa y hoy gris Sierra de Les Finestres.
El día no ha amanecido demasiado tapado pero se va tapando por momentos. Todo el cielo ya está cubierto y el día comienza a ser cada vez más gris… incluso llegando a las faldas de la Sierra de Les Finestres por la casa de La Castanyeda nos caen unas pocas gotas. Espero que aguante el día. Ya habían dicho que llovería algo; aquí en esta comarca el llover es casi un padrenuestro.
El valle que forma este rincón al norte de la Sierra de Les Finestres entre los volcanes de Rocanegra, Santa Margarida, Puig Subià… es muy verde y precioso. Ahora que estamos algo más en alto cerca de La Castanyeda así lo observamos y admiramos mejor. A este rincón lo llaman Les Fages. Hemos dejado el perdido recorrido que hacíamos en Serra de Les Finestres en el que girábamos a la izquierda y este, y nos internábamos cerca de una granja buscando caminos y sendas casi inexistentes, cortadas y valladas… para no perder las marcas del P.R. que seguimos ahora y que nos debe de subir por toda la falda de la sierra, tirando algo hacia la derecha. En el otro relato, Serra de Les Finestres giramos casi en dirección contraria en busca de una subida al Sant Jordi. Nosotros ahora seguimos un camino, después una senda marcada que nos internará en la misma sierra por otro lado, por una especie de hueco cóncavo que parece forma aquí las frondosas laderas de la sierra. Como un circo. Extraordinario.
Rodeamos la curiosa y encantadora casa de La Castanyeda para meternos por un camino que enseguida se convierte en ancha senda y se interna ya en la fabulosa sierra entre su preciosa, fresca y exuberante vegetación. El bosque es en su mayoría de castaños, para hacer honor al nombre del caserío que hemos rodeado y pasado junto a sus vallas y muros. Precioso.
Ahora hay que llevar cuidado con no perder las marcas del P.R. ya que el bosque es muy frondoso y las hojas secas inundan, invaden el suelo. La senda poco a poco parece que sube por la boscosa ladera de la sierra. Otras veces la atraviesa en horizontal con una subida paulatina. En un giro de la misma senda pierdo las marcas pero enseguida Anna que va detrás de mí me comenta que las marcas siguen por la izquierda en subida por una senda muy estrecha en una ladera bastante empinada, junto a un hueco de algún torrente. Como he dicho hay que llevar cuidado y estar atentos de no perder las marcas por que igual nos metemos por sendas equivocadas. Pero también es verdad que las equivocaciones no podrían ser muchas ya que no hay tantas otras sendas, caminos en esta frondosa ladera de la Sierra de Les Finestres.
El lugar es precioso, hermoso, la fronda del bosque junto con lo gris del día y los colores pastel de las hojas de los castaños, hayas y otros ejemplares, hace que te sumerjas en una melancolía, casi nostalgia como en un gótico cuento de hadas, oscuro pero hermoso a la vez. Solos Anna y yo en toda la ladera de esta impresionante Sierra de Les Finestres, cosa que hace más encantadora la solitud y magia del lugar.
La senda nos sube en zigzag entre los finos troncos de los árboles. La ladera se empina bastante pero más arriba y ya llegados a un punto, deja de subir en exceso y cambia de dirección hacia la derecha y oeste en busca del Coll de Font Pobra. Poco después de coger esta dirección y la excepcional senda casi horizontal por las curvas del perfil de la boscosa ladera, tengo que guardar mi Canon por que comienza a llover, al principio suavemente pero enseguida copiosamente… estos pantalones que abrigan pero no secan se me calarán casi enteros. Cubrimos las mochilas para que no se mojen y nos ponemos los cortavientos, chubasqueros, y seguimos la marcha en busca de la ya cercana fuente de Font Pobra. Qué remedio. Solo espero que no se quede el resto del día lloviendo… ¡¡Llegaríamos calados y enfermos por el frío al coche!!
Ya hemos subido bastante por esta ladera, este circo de la frondosa sierra. El camino ha seguido hacia la derecha en busca del nombrado collado, y de repente nos topamos con un claro, grandes árboles alrededor y una baja construcción con un rostro de cuya boca parece que quiere salir agua o decir alguna cosa: es Font Pobra. Sigue lloviendo. No puedo hacerle fotos. No nos paramos demasiado, solo para reconocer un lugar por el que nunca habíamos pasado.
Al otro lado de la fuente el llano camino nos deja en otro más transitado y notablemente utilizado. Estamos casi en el Collet de Font Pobra prácticamente, a 862 mts. Sigue lloviendo. Giramos hacia la izquierda y sur siguiendo dicho camino. Pasamos junto a unos campos despejados y casi planos a la izquierda, mientras el camino sigue subiendo muy poco a poco; es el Pla d’Aiats. A la derecha y en la mota del mismo camino, el terreno oscuro, negro y muy arenoso nos indica que estamos en las proximidades o dominios de algún volcán. El Alpina en el bolsillo del brazo de la mochila se me está mojando igual, pero veo que estamos cerca del Volcán de Can Tià al otro lado del Pla d’Aiats. Ahora llegamos al punto más alto del camino y del recorrido, a unos 875 mts. a partir de aquí ya estamos casi en la otra vertiente de la sierra, al sur, la de que dá a Sant Aniol de Finestres; y ya todo deberá ser bajada.
La lluvia algo menos insistente no para, pero nosotros no hemos dejado de seguir el P.R. que nos debe de llevar hasta el mismo Sant Aniol de Finestres por todo el valle del Sot de Matabous, después llamado La Llémena, el río que sigue por todo el valle que lleva su mismo nombre. Cambiamos de pista. Volvemos a girar hacia la derecha con una bajada directa entre el frondoso bosque de encinas en una ladera bastante empinada, pero todo muy bien marcado, con las pinturas del P.R. Me despisto un poco. No encuentro los giros y cambios con los caminos y sendas en el Alpina, pero solo hay que seguir las marcas del P.R. y su dirección a Sant Aniol de Finestres sin pérdida.
Sigue lloviendo. Anna tiene hambre y quiere parar en algún sitio resguardado, y antes de salir del bosquecillo de encinas paramos bajo una con copa amplia que nos proteja de la lluvia. No estamos mucho tiempo porque el agua sigue siendo molesta por los goterones que nos caen de algunas de las ramas de ésta. Pero el camino lo tenemos a pocos metros, lo vemos aquí abajo, aquí al lado. Seguimos por el camino y las marcas del P. R. nos indica que lo sigamos hacia la izquierda como de bajada. Más que un camino es una pista muy bien cuidada por la que son notable las huellas y señales del tránsito de vehículos.
Miro en el Alpina y ya creo saber dónde estamos. Me había despistado entre sendas boscosas, G. R. y caminos. Esta pista es la que se acerca a Sant Julià, al restaurante y casa de Ventós, y pronto veo un camino que baja de la misma pista a la derecha en busca del fondo de valle; las marcas del P.R. nos dicen que hay que bajar por aquí, seguir el camino de bajada y dejar la pista. Así hacemos. Ya nos ubicamos en el Alpina, en el recorrido; ya sé por dónde vamos: comenzamos el recorrido por el Sot de Matabous, o mejor dicho por el valle por el que discurre dicha riera.
La vegetación comienza a ser exuberante, impresionante, viva y preciosa. Comenzamos un recorrido por el fondo del vallecillo paralelos al cauce de la misma riera y nos encontramos con ejemplares y bosquecillos de rivera de altos, verdes y húmedos árboles, altivos y preciosos. Es un rincón o mejor dicho rincones dignos de fotografiar, de admirar y observar con la boca abierta; el verde musgo fosforescente lo llena todo, roca, troncos, tierra, y el agua a veces sí y a veces no discurre por el centro del cauce del Sot de Matabous como una corriente de vida y oxigeno que le dá a estos indretos, lugares… es un sitio digno de documental, magnífico, solitario y precioso.
La lluvia no me deja hacer muchas fotos. No caen muchas gotas pero no quiero sacar mi Canon; una de las causas en las que mis cámaras han ido “muerto” a lo largo de todas las actividades que he realizado desde que utilizo las digitales, ha sido la humedad a causa de la lluvia, de fotografiar bajo la misma y mojarse sin secarse bien por dentro. Aunque me pese y esté dejando de fotografiar un paisaje, unos rincones preciosos pocas veces visto, debo de guardar la cámara en lugar seco en el interior de mi chaqueta para salvaguardarla. Pero aprovecho algunos momentos, algunas partes del recorrido para sacarla y hacer las pocas fotos que puedo hacer. Quedan magníficas y preciosas.
A partir de aquí el recorrido no tiene pérdida. Solo hay que seguir el húmedo y ancho camino que sigue por toda la bajada del vallecillo. De momento no nos encontramos con otros que nos puedan despistar o dudar del recorrido, y si encontramos algún otro, algún cruce, enseguida una marca amarilla y visible en algún árbol, piedra… nos indica por donde seguir. Todo fácil y sin pérdida. También es verdad que no nos encontramos con nadie, nadie mora ni habita ni visita hoy, día de lluvia, gris y fresco, este desconocido o poco famoso valle, rincón de la Sierra de Les Finestres, salvo algún solitario y supongo que no despistado ciclista, que con su esfuerzo y mountain bike, despierta el asombro de Anna… más que nada porque lo encontramos subiendo por el escamochado camino, más debajo de La Plana. Y sin darnos cuenta estamos metidos en la parte más ancha de la misma sierra, fuera de su columna vertebral, de su cordal cimero, pero casi en medio de un conjunto de vallecillos, barrancos, lomas, cordales, lugares, rincones e incluso volcanes que llenan de laberínticas formas y perfiles esta parte del territorio, de la montaña, muy boscosa, casi solitaria y selvática. Emocionante y alucinante… valdrá la pena perderse por estos inmensos bosques más de una vez. Precioso.
El camino pasa por prados y tierra de labranza más abajo, verdes y solitarios. Y al final de uno de éstos aparece una gran casa medio abandonada medio utilizada; es La Plana. Aquí nos paramos a descansar y a tomar algo. Curioseamos el lugar, los interiores de la gran casa, miramos el pozo profundo y con agua. En los alrededores al otro lado del llano y verde prado aparece el cordal de la sierra y una montaña con la forma inequívoca de un volcán de los de aquí: es el Puig de La Suca. Aparece muy boscoso y frondoso con el perfil de un cráter invadido por el increíble bosque caducifolio y de encinas mezclado, que va cambiando de colores a la vez que se va acercando el invierno. Precioso y atrayente.
Seguimos por el mismo camino valle abajo. Los verdes y llanos campos del centro del mismo contrastan con las boscosas y exuberantes laderas de las montañas, volcanes, cordales de la parte suroeste de la Sierra de Les Finestres. Llega un momento que el camino se vuelve a internar en el verde y frondoso bosque, esta vez de encinas y árboles a fines, que comparten espacio en estos estupendos bosques. Un camino aparece a la derecha y enfrente, parece que es el mismo camino que seguíamos, pero las marcas de P.R. nos desvía por una magnífica senda más estrecha que se introduce y casi se pierde en el nombrado bosque. Pero las marcas amarillas están muy bien establecidas en el recorrido y la senda muy bien marcada.
Esta parte del recorrido es muy bonita, curiosa e interesante, ya que pasamos por un increíble y verde bosque que sigue la ladera y vertiente del valle como en caída, como en un escalón del mismo, y comienza a bajar en zigzag por rampas y laderas bastante empinadas, pero con el cielo cubierto e invisible no por las nubes que ya han parado de dejar caer la lluvia, sino por la misma exuberancia del bosque, por las mismas ramas y hojas espesas y frondosas que lo esconden todo y a la vez nos enseñan mucho. Estupendo. Nada más comenzar la bajada por aquí nos encontramos una senda que nos lleva a la cercana Font dels Socals a la que solo yo me acerco para conocerla. Hay fantásticos cartelitos de madera que nos indican, señalan el lugar. 2 minutos, pocos metros y sigo por la hermosa senda de bajada sin perder las marcas del P.R.
Parece que en esta parte del recorrido el valle hace como un salto, y abajo del impresionante bosque, encinar cerrado y frondoso, y de su ladera empinada y más vertical donde se encuentra, aparece otro llano y el lecho de la riera, del barranco, que poco más adelante ya lo podremos llamar La Llémena. La senda sigue esquivando rocas y superficies del caótico lecho del barranco cuando a la izquierda, arriba del mismo, aparece una cueva; ésta está señalada en el Alpina: es la Bauma de Trabucares. Pocos pasos más y ya salimos de la exuberante senda a un camino. Un cartelito señalizador nos vuelve a indicar direcciones y lugares. Parece que Sant Aniol de Finestres está más cerca.
El tiempo sigue inestable, nuboso y muy tapado. Las nubes juegan con las montañas, con los bosques y los valles. Intenta llover de nuevo; caen cuatro gotas pero no va a mas, lo justo para tener que poner el cubremochilas justo cuando paran de caer. El camino ahora es algo aburrido: seguimos el mismo hacia el este, hacia donde se abre el valle, y de bajada paulatina. Poco a poco nos vamos acercando a las inmediaciones de la planta embotelladora de Sant Aniol, que queda justo a la derecha al otro lado de La Llémena. A partir de aquí el valle se abre más, se allana el fondo y aparecen prados y las primeras masías y casas restauradas donde se observa que están arregladas y habitadas: La Granada, El Ras.
Este camino al final nos llevará al cruce de recorridos donde giramos al principio de la ruta, ayer, para meternos por aquella senda que nos introducía en la misma Sierra de Les Finestres. Ahora la senda la encontramos en un corte del borde del camino en un aparatado del bosquecillo, a la izquierda. A partir de aquí solo tenemos que deshacer el camino realizado ayer al comienzo de la ruta. Girar a pocos pasos a la derecha para cruzar el puentecillo que cruza La Llémena y seguir el camino hacia el famoso Can Tura, la carretera y al lugar en Sant Aniol de Finestres donde he dejado el coche.
Es el mediodía, las 2 del mediodía más o menos, solamente hemos estado la mañana para realizar esta parte de la travesía, con la soledad como compañía y el mal tiempo y algo de su lluvia como artista no invitado. Como siempre, ha sido fascinante, precioso el recorrido y muy fácil si seguimos las rutas marcadas. Hemos descubierto nuevos, verdes, exuberantes y hermosos lugares de los indretos de la misma Sierra de Les Finestres: La Castanyeda, Font Pobra, valle del Sot de Matabous… y otras que ya conocía como la bajada por el magnífico hayedo de la sierra desde el Santuari de Finestres a Santa Pau; como en la última vez, espectacular, frondoso y único… habrá que ir preparando la segunda travesía.